Capítulo 14
El grito se perdió entre el asombro de todos los presentes, pero Gala no tardó un segundo, su osa se abalanzó hacia el frente cuando vio que ella iba a desvanecerse, alcanzó el tembloroso cuerpo de Taorana antes de que tocara el suelo.
Parecía estar a punto de entrar en un estado de shock, sus pupilas se dilataron un momento después, los labios le temblaban, su rostro apretado, sus dientes crujían de tensión, cuando buscó su pulso lo encontró demasiado acelerado.
-Taorana, ¿puedes oírme?
No hubo respuesta de su parte, la negrura ocupó sus irises antes verdes, cuando un temblor le sacudió de manera violenta, Taorana giró la mirada y Gala se vio enfrentada por una fractura, un dolor tan puro que atravesaba desde adentro hacia afuera. Sabiendo con lo que estaba luchando, Gala volteó hacia los demás osos que comenzaban a acercarse preocupados por ayudar, les pidió que guardaran su distancia y le hizo un gesto a Alexander.
El león se movió de inmediato y cargó a Taorana en sus brazos pasando un brazo por debajo de la espalda de la mujer y el otro por detrás de sus rodillas, los tendones se marcaron contra la piel del cuello cuando se levantó cargando su peso. De no ser porque Taorana estaba demasiado débil como para resistirse a ser tocada por un desconocido, Gala no habría necesitado el esfuerzo de Alexander. Pero ahora era el único con el que se sentía cómoda, su presencia le ayudaba a pensar más allá de los recuerdos.
No sabía si eso debía preocuparle...
-Vamos.
Un nuevo golpe hizo encogerse a Taorana, estaba peleando contra un enemigo invisible.
-¡Siku! -Exclamó la otra mujer, el alarido quebrado sonó con una fuerza arrolladora.
Con los ojos muy abiertos y el rostro consternado, Alexander buscó la mirada de Gala, quería respuestas pero se resistía a preguntar, se detuvieron frente a la entrada de la extensión de la enfermería donde Gala introdujo el código de apertura. Taorana volvió a temblar, lágrimas surcaban su rostro, su llanto era desgarrador.
Pocas veces se podía ver llorar a una osa polar, para que las lágrimas salieran sin control, realmente era grave.
-Busquen a Nilak -ordenó a un par de ayudantes que estaban en el pasillo de conexión con la enfermería-. Lo necesitamos, ¡ya!
Ambos palidecieron al ver a Taorana llorar y se movieron de inmediato.
Esta pobre mujer, estaba ardiendo en el dolor atroz de un rompimiento vincular, lo que sea que le haya pasado a su pareja, Gala esperaba que pudiera sobrevivir a esto. Los osos polares raramente morían cuando sus vínculos se rompían, pero experimentaban mucho dolor cuando sucedía. Compadeció a la pobre mujer, se apresuró a abrir las puertas secundarias.
-Vashty, una camilla -pidió apenas ingresaron-. ¡Rápido!
La jefa de enfermería se movió desde un extremo del lugar y les hizo una señal apuntando a una camilla que dos ayudantes comenzaron a preparar. Serio como pocas veces lo había visto, Alexander dejó el cuerpo de Taorana con delicadeza y se apartó, Gala no estaba segura si alguna vez había visto en primera fila las consecuencias de un rompimiento vincular. Dependiendo del tipo de cambiante y su fortaleza, podía ser más o menos estremecedor, pero de cualquier forma no era una experiencia agradable.
-Sí, es un rompimiento -afirmó Vashty con una mueca tensando su rostro-. Rayos..., hay que encontrar a Siku.
Vashty le pidió que preparara una intravenosa a un hombre menudo, moreno de ojos marrones y cabello negro, que estaba midiendo los signos vitales de Taorana, y luego se alejó para ir a buscar un frasco de medicamento para estabilizar el ritmo cardíaco y evitar que el shock se hiciera más complicado, minutos después volvió de la parte subterránea con el pequeño frasco, el ayudante ya tenía la intravenosa preparada.
Pero Taorana estaba luchando por recuperar lo que había perdido, su cuerpo se sacudía con violencia, y las garras ya estaban afuera, tratar de ponerle una aguja era arriesgado en esa condición. Vashty le hizo un gesto al ayudante, con un enorme disgusto amarraron los brazos y las muñecas de Taorana con firmes correas de cuero a unos soportes que doblaron de debajo de la camilla. No resistirían por mucho tiempo a la fuerza, pero solo necesitaban de unos minutos para que el medicamento y el sedante hicieran efecto en ella.
Cuando la jefa de enfermería le miró de frente, su rostro apretado por un enojo latiendo en la vena que saltó en su sien, Gala sabía que estaba imaginando las posibilidades, y preguntándose por qué de pronto estaba pasando esto con Taorana. Gala estaba segura que Vashty prefería encontrar al hombre muerto antes de la otra opción, deshonrosa para cualquier cambiante.
La infidelidad estaba mal vista en todos lados, pero Gala no creía que un oso polar, nacido en el seno de este clan, pudiera tomar ese camino. Si se escandalizaron porque una osa polar hiciera mención a explorar más allá del territorio de los clanes blancos hace más de doce años, no imaginaba la onda expansiva que podría impactar si la pareja de Taorana había roto el vinculo por infidelidad.
Luego de largos minutos tratando de estabilizar a la mujer, las puertas se deslizaron para dejar entrar al Gran Nanuk del clan, Nilak tenía el rostro cansado, la mirada llena de enojo y dolor fundiéndose en el color negro. El hombre llegó junto a la camilla y tomó la mano de Taorana quien estaba luchando contra los sedantes que Vashty le administró mediante una aguja intravenosa.
-¿Estás bien? -Vashty le preguntó al Alfa, viendo la huella del sudor en su rostro.
Nilak respiró largo y profundo.
-La tengo, todavía la tengo.
Fue un recordatorio más para sí mismo que una respuesta segura, Nilak puso la otra mano libre en la frente de Taorana mientras respiraba con gran esfuerzo. Entonces no se trataba de un simple rompimiento, algo más había pasado.
-Agnaa et Natuk, Tao, agnaa et Natuk.
Sus reiterados murmullos sirvieron para estabilizar a Taorana, tras un sollozo desgarrador, ella se desmayó. Un silencio abrumador inundó la enfermería, todos sabían lo que sucedía pero por sus expresiones... No querían admitirlo. Nilak volvió a abrir los ojos un momento después, gruñó entre dientes, cerró los puños con tanta fuerza que la piel tensa se volvió blanca en los nudillos.
Dejando caer la cabeza hacia adelante, apoyó los puños sobre el borde de la camilla, la absoluta desolación se dejó sentir en un quejido bajo. Vashty se acercó, apoyó su mejilla en el hombro de Nilak y le acarició la espalda con movimientos circulares, buscando tranquilizarlo.
Gala sentía un nudo en la garganta al ver todo esto, angustia y un profundo pesar circularon por el aire, la escena ya era de por sí lamentable, las sensaciones tan crudas, tan sombrías, no podía permanecer indiferente por más que lo deseara. Mantenerse al margen era imposible cuando había personas sufriendo alrededor de ella.
Después de todo, para Gala, el sufrimiento ajeno era su talón de Aquiles.
Fue entonces que, un león merodeó cerca y se detuvo detrás de ella, de una forma casi instintiva Gala llevó el cuerpo hacia atrás, permitiendo que Alexander fuera su soporte. Después lidiaría con sus pensamientos, después seguiría cuestionando por qué necesitaba su contacto con tanta desesperación que ya le era insoportable, después...
Con el calor del hombre respaldando su cuerpo, las emociones turbulentas se desplazaron siendo reemplazadas por una sola, tan fuerte que era imposible de ignorar.
Compasión.
-¿Se pondrá bien? -Alex murmuró su pregunta.
Nilak lo escuchó, salió de su estado apesadumbrado para sostener la mirada del león, con la incertidumbre clavada en el color cristalino el oso polar enderezó su postura y volvió a construir su blindaje de líder, ordenó a todos los presentes que volvieran al trabajo y a Vashty que no perdiera de vista a Taorana.
Una nueva orden giró en torno a no permitir que nadie más viera el estado de la mujer hasta que ella despertara, después Nilak regresó su mirada a ellos y con un gesto les pidió que lo acompañaran fuera de la enfermería. Al regresar al comedor la escena con la que se encontraron fue más controlada de lo que habría esperado, Gala pensó que los inundarían con mil preguntas, pero al parecer Malik y otro hombre habían dispersado a la mayoría.
Sin embargo, los pocos que aun quedaban no pudieron resistirse a preguntar qué había pasado y como se encontraba Taorana.
-Necesito a todos los rastreadores que se encuentren aquí -pidió Nilak, desviando la atención con una calma de hielo.
El conocimiento sombrío transformó las miradas de los presentes, los veinte adultos se dividieron y trece quedaron para esperar las ordenes de Nilak.
Gala pasó su mirada por cada uno y entonces comprendió la especialización, un escalofrío movió su cuerpo cuando Nilak informó que buscarían el cuerpo de la pareja vincular de Taorana.
-Es una búsqueda por agua -murmuró para Alexander, antes de que este avanzara.
El león le frunció el ceño.
-¿Agua?
-Siku comenzó su expedición ayer por la noche -respondió Nilak, girando medio cuerpo hacia ellos-. Pero algo pasó hace media hora, él..., está muerto.
Gruñidos se levantaron en el aire.
-Imposible Nilak -protestó una mujer pequeña de cabello cobrizo y ojos verde pálido-. Siku llevaba más de un año preparándose para su expedición.
-Tiene razón -afirmó otro, un hombre alto y grueso de piel marrón y ojos café-. Si algo le sucedió debió ser obra de los Cazadores.
Alexander se tensó detrás, Gala sintió el gruñido construyéndose.
-No hay Cazadores -argumentó Nilak, su voz áspera al borde de un gruñido-. Hay patrullas barriendo las aguas territoriales todos los días.
-¿Por qué desaparecen nuestros osos? -Demandó otro hombre, casi tan fuerte como Nilak, su mirada ámbar furiosa y su voz cargada con la crudeza del animal-. ¿Por qué todos los clanes blancos están sufriendo bajas?
-¡No lo sé! -Gruñó Nilak, el estruendo del sonido hizo apartarse incluso al de mirada ámbar-. Pero lo voy a averiguar aunque sea lo último que haga. -Nilak hizo un barrido con la mirada-. Ahora quiero recuperar el cuerpo de Siku, o Taorana se pondrá peor.
No existía peor tormento que la incertidumbre.
Los demás estuvieron de acuerdo se separaron para tomar algunas cosas que dejaron en las mesas y salieron por las puertas determinados y furiosos a partes iguales. Solo Nilak quedó estático, anclado al suelo, el líder volteó hacia ella con la oscuridad cubriendo sus irises.
-Lo que hablamos hoy -dijo, con un tono nítido y profundo-. Debe hacerse.
Y entonces echó andar rumbo a la salida.
-¿De qué habla? -Alexander preguntó-. ¿Qué está pasando?
Malik, quien en todo momento había observando desde lejos, apoyado contra la pared del recibidor de la cocina, dijo con una franqueza brutal:
-Los nuestros se pierden en el mar.
Y sus ojos de avellana llegaron a Gala, clavándose como espinas, por primera vez sintió culpa, y no le gustó, no se suponía que debía estar pensando en eso. Tomando de la mano al león por impulso, Gala tiró de él y se lo llevó afuera.
Caminaron sin rumbo durante un buen tiempo, hasta que Alexander no pudo estar más tiempo callado, tomó su muñeca y le detuvo, obligándole a girar hacia él.
-¿Qué es lo que sucede? -exigió.
Ponerlo en palabras significaba preocuparse por la situación, y Nilak no lo merecía, pero los ojos de Alexander...
-Trescientos treinta y cuatro osos polares se han reportado como desaparecidos en los últimos diez años, y ese solo es el número de Icy Souls.
Alexander dio una leve sacudida, su rostro apretándose ligeramente, tratando de comprender... Sí, Gala también estaba en la misma situación, tantos cambiantes desapareciendo era un asunto que hacía mucho ruido, sobre todo porque dejaron de ser vistos justo cuando se encontraban en el mar. Nilak le dijo en la reunión que el único argumento válido para semejante hecho era que se trataba del trabajo sucio de los Cazadores de cambiantes, sin embargo ninguno de los que conformaba el equipo de Garras Mayores estaba de acuerdo con la hipótesis.
-Todos los clanes blancos hacen patrullajes intensivos en sus aguas territoriales -dijo, luego de haberlo puesto en órbita-. Se supone que son seguras.
Para el final del relato, Alexander tenía el rostro serio y los labios apretados. Quedaron rodeados por los sonidos del bosque, hasta que habló:
-¿Por qué se arriesgan a salir al mar?
Gala se mordió el labio.
-Es una tradición -respondió, mirando hacia un costado-. Los clanes blancos están comunicados por lineas de sangre, todos tienen al menos un pariente ahí.
El león gruñó bajo.
-Eso es absurdo -masculló, luego estrechó la mirada sobre ella-. ¿Tú has hecho ese viaje?
Dios..., Alexander se veía lindo incluso cuando adoptaba ese porte serio de depredador potencialmente peligroso, labios apretados y pupilas dilatadas, pero las mejillas enrojecidas por el frío le daban un aspecto menos feroz del que aparentaba.
-No, pero siempre tuve la idea en mente.
Su idea de viaje no incluía los territorios de los clanes blancos en absoluto, ella quería explorar más allá de la nieve y el hielo, quería ver otros lugares, conocer otros tipos de cambiantes, otras formas de vida.
-Pero tantas personas no pueden desaparecer así como si nada, ¿qué están haciendo? ¿No deberían estar desesperados por encontrarlos? -Alexander sacudió la cabeza.
-Tienen esperanza, Alex -Gala suspiró-. Eso es difícil de quitarle a un oso polar.
La mirada que compartieron estuvo llena de una intensidad abrasadora, la sensación de esos ojos sobre ella, demasiado íntima, demasiado seductora y sensible.
-Algo me huele mal en todo esto.
Ella pensaba de la misma forma, pero estaba confundida, no sabía si involucrarse o mantenerse al margen y seguir con el plan para regresar a Gold Pride. De hacerlo estaría yendo en contra de sus propios argumentos, y Gala odiaba contradecirse a sí misma.
• • •
Alexander percibió un cambio en Gala que no estaba seguro de haber interpretado bien, era como si quisiera gritarle algo que no podía expresar en palabras. Lejos de poder indagar más en eso, hundirse tan profundo en las aguas oscuras de sus ojos, Alexander abrió los brazos y le acercó.
El movimiento tan natural como respirar, ya ni siquiera se detenía a pensar en un rechazo violento, porque Gala tenía un hambre especial dentro de ella, hambre de toque, saber eso le hacía querer golpear algo hasta destruirlo.
¿Qué le había sucedido a esta fuerte, brillante y valiente mujer como para estar así? Si provenía de un clan numeroso y con estrechos vínculos afectivos, Gala debía ser una criatura tan táctil y sociable como él... Pero al parecer algo no estaba bien con ella, esa resistencia no era normal.
De todas formas, saber que ella confiaba lo suficiente en él como para aceptar su contacto era un consuelo, pequeña y suave, la fuerza implacable estuvo contenida entre sus brazos, y se sintió como estar en casa. Esos breves segundos de oro... Hasta que se oyeron pasos a la distancia y un par de rostros conocidos les alcanzaron en una explosión de alegría y vigor.
Gala se separó de él.
Reconoció a las dos mujeres, las recordó cuando los interceptaron la primera vez que bajaron de la montaña a la Guarida Mayor, pero sus nombres...
-Yala, Aiyena -Gala saludó.
Alexander se quedó en blanco.
-¡Que suerte, los encontramos de camino! -Exclamó la chica rubia, sonriendo con un brillo en los ojos verdes y juntando las manos-. Vamos a una práctica.
-¿Nos acompañan? -Preguntó la otra chica, más controlada pero con el mismo entusiasmo.
-De acuerdo -respondió Gala, tomó la mano de Alexander-. Pero no participaremos.
La rubia hizo un mohín al torcer los labios, un hoyuelo se dibujó en una de sus mejillas, ella podría ser la perdición de cualquier hombre.
-Está bien, ¿pero podemos enseñarle? -Consultó, haciéndole un gesto en dirección de Alex.
Gala tiró gentilmente de él.
-Si quiere...
-¿De qué hablan, enseñarme qué?
-Ya lo verás -respondió la chica morena.
Y ambos se dirigieron a otro punto entre los árboles, ninguna parecía estar enterada de lo que había sucedido en la Guarida Mayor, ni sobre Siku, Alexander pensaba que era mejor informarles pero al verlas tan sonrientes... ¿Era adecuado meterse en el asunto? Pensó en eso hasta que llegaron a un sector determinado, la rubia les hizo un gesto de mano mientras abría una escotilla de metal en la tierra.
«Maldición, ¿Por qué todo tiene que ser bajo tierra?»
Alexander pudo protestar, pero un sonido dulce y armónico le llamó poderosamente la atención.
-Música.
Chispas brillando en los ojos de la rubia.
-Abajo, ¡vamos!
Había barras de metal formando una escalera hacia la profundidad, un poco nervioso Alexander se aferró de dos agarraderas que aseguraron al borde y comenzó a bajar, la respiración se le hizo pesada, se sentía aplastado con cada paso hacia abajo, todo su cuerpo tembló al pisar algo firme.
Resistió la oleada de nervios que le impactó al encontrarse solo bajo tierra, pero no lo estuvo por mucho tiempo, Gala descendió ágil y estuvo junto a él en cuestión de segundo, luego bajó la chica rubia y la morena cerró la escotilla.
Encerrado bajo tierra.
Pero con una música tan hermosa que alejaba sus recuerdos, se parecía a un violín pero no sonaba exactamente como uno y había otros sonidos de percusión que lo acompañaban. También escuchaba murmullos y risas, todo venía desde una entrada en forma de arco del que llegaba mucha luz.
-Vengan -apresuró la mujer morena, y tomó de la mano a la rubia emocionada.
Gala tenía una expresión perdida en la mirada, pero con el brillo del asombro, una sensación de nostalgia apretando con fuerza. Siguieron la luz y entraron a una cúpula diferente, era como una gran caverna bajo tierra, ocho hileras de cuerdas con bombillos de luces colgaban del techo, ofreciendo un resplandor suave.
Había diferentes sillas y sillones negros por todos lados excepto la zona central, en un extremo lejano del centro había una barra hecha con un enorme tronco de árbol y una larga pieza de granito adherida, detrás de esa barra había un espacio para moverse, estanterías con botellas más allá, incrustadas en la pared de piedra.
-¿Qué es esto? -Preguntó, completamente maravillado.
La música armoniosa se detuvo, así también lo hicieron las parejas que bailaban en el centro.
-Un salón de baile -respondió Gala y tiró de él.
Alexander podía escuchar el latido acelerado de su corazón conforme se acercaban a los músicos, eran tres, dos de ellos eran gemelos, altos, espigados, con fuerza en la mirada color miel, rizos de un rubio ceniza adornaban sus cabezas, ambos estaban sentados en cajones de madera, aparentemente esos eran los instrumentos de percusión, también las cadenas hechas con delgadas puntas de piedra. Lo único que Alexander tenía para diferenciarlos, era sus vestimentas y los gorros de lana sobre sus cabezas como complemento.
Ambos se levantaron y se movieron hacia Gala esperando ser recibidos.
-Eska -ella saludó al primero, vestido con pantalones térmicos negros y un suéter grueso de lana gris, con gorro a juego.
Eska le abrazó, sonriendo.
-Taliriktug -saludó al otro, de vaqueros azules y suéter negro, del mismo color su gorro.
El hombre con el nombre demasiado raro como para tomarlo de un respiro, abrazó a Gala con más fuerza y sus ojos de miel oscura se fijaron en Alexander.
-¡Sialuk! -Exclamó otro hombre.
El instrumento que colocó en el suelo con cuidado era incluso más extraño que la simpleza en los cajones de percusión.
-Suka -Gala se inclinó hacia el hombre fornido, casi de su altura, de cabello castaño y ojos marrones, un tono más oscuro que el de su piel.
-Nos alegra verte -respondió el hombre, con una enorme sonrisa.
Y las parejas los rodearon, nombres y saludos aquí y allá, Alexander estaba mareado por tanta presentación cuando Gala regresó a él y le presentó a los músicos.
-Los gemelos, Eska y Taliriktug. -Al ver que fruncía el ceño agregó-. Se abrevia a Taliri la mayoría del tiempo.
-Hola -saludó uno.
-Un gusto -saludó el otro con un gesto de mano en el aire.
-Él es Suka -le presentó al hombre mayor-. Él es Alexander.
-Un león, ¿eh? Vaya sorpresa nos ha traído Sialuk. -Rió, el sonido fluyó cálido y nítido por la resonancia del lugar, Suka le estrechó la mano-. Encantado.
Alexander correspondió.
-Lo mismo digo.
-¿Quieren bailar? -Preguntó Suka, yendo hacia donde había dejado su instrumento para sentarse en un pequeño banquillo de madera-. Pueden unirse, comenzaremos la melodía desde cero.
-Oh no, gracias -Gala respondió-. Nos quedaremos a ver.
Suka le miró, un poco desconcertado por su respuesta, ¿tal vez Gala jamás se habría negado a la oferta en su pasado?
-De acuerdo, parejas al centro.
Cinco parejas, incluidas las dos jóvenes que los llevaron a ese lugar, tomaron el centro de la escena, entrelazaron los dedos de las manos de tal forma que sus palmas quedaban unidas, llevaron sus cuerpos hacia adelante hasta que no quedaba espacio entre el uno y el otro.
-Y uno, dos, tres y cuatro...
Era como ser transportado a una época antigua, llena de magia y asombro en el armonioso sonido, la melodía dulce hacía vibrar el cuerpo, llegaba hasta el núcleo de tu alma, Alexander se olvidó de que estaba encerrado bajo tierra y se entregó a lo que veían sus ojos, a los sonidos que salían de los instrumentos de Eska, Taliri y Suka.
El baile era una expresión íntima, un deslizamiento sutil de cuerpos, un juego con la música, los bailarines jamás dejaron de mirarse a los ojos a medida que se alejaban estirando los brazos sin separar las manos, luego se acercaban y deslizaban en direcciones opuestas para dar una vuelta completa y regresar al centro, repetir la acción en la otra dirección, dar otra vuelta, alejarse y volverse a encontrar.
Como un tierno juego de persecución, delicado y lleno de sensualidad, todas estas parejas bailaban de una manera hermosa bajo la música. Con todo eso, Alexander capturó el suspiro de Gala, no se había dado cuenta cuando había deslizado sus brazos alrededor de su cintura, su dulce cuerpo tan cerca del suyo, usándole como soporte.
Vibrando de placer por todo esto, Alexander bajó hasta quedar al nivel de su oído y murmuró para ella:
-Quiero aprender a bailar así.
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