Capítulo 16

Gavriel saltó los últimos escalones y se puso de rodillas junto a Maleon, apenas la tocó ella se apartó cubriéndose el rostro con las manos. Por un fragmento de segundo, él consiguió ver las lágrimas en sus ojos y un aplastante temor le erizó el vello del cuerpo porque entre todas las cosas que una persona tan entera como la reina llorara, no presagiaba nada bueno. Se acercó hasta donde le permitió sin ahuyentarlo, Simba correteaba nervioso a su lado y lo subió a su regazo.

—Hey, estoy aquí... —dijo calmado. Ella trató de empujarlo y la cogió de las manos—. No te preocupes, no tienes que decirme si no quieres... pero déjame quedarme. Necesitas a alguien ahora.

La rodeó lo mejor que pudo sin aplastar al cachorro en sus piernas y sintió como los puños de la mujer le jalaban la camiseta en una desesperada lucha interna entre la terquedad, la independencia y la fracturada necesidad de ser protegida por otro. El sollozo que llegó a sus oídos le heló la sangre, la angustia le electrizó por debajo de la piel y la estrechó con fuerza olvidando al animalito que se quejaba por ser aplastado. Desconocía el origen de su tristeza, pero estaría con ella para compartirla.

—No estoy llorando —dijo Maleon, aunque la congoja en su voz fue palpable.

—Eso no me preocupa, solo estoy aprovechando la oportunidad de tocarte —mintió y la sintió reír.

Le alegró distraerla de su dolor.

—Sigues siendo un niño malo, Cor Meum.

—Tú permitírmelo y seré más malo, pero regresemos a la habitación porque no creo que quieras agregar una denuncia por exhibicionistas a tu perfecto expediente de Reina arroja estiércol.

Ella ronroneó.

—¿Aun no has aprendido que la opinión de los otros en mi vida me resulta un mal chiste?

Gavriel se estremeció cuando sintió el caliente aliento de Maleon en su cuello y luego un sutil roce de sus labios contra su piel, negó mordiéndose la mejilla. Ella lo estaba provocando a propósito. Ya casi podía predecir su forma de actuar, el significado de sus gestos y predecir sus movimientos como si supiera de memoria la coreografía de una danza.

—Lo siento, te dije que no te tocaría —murmuró ella.

—Olvídalo, simplemente olvídalo. Han pasado muchas cosas y estamos estresados, quedemos así de esta forma.

—Tenemos que hablar sobre nuestra pelea. Solo tú y yo cuando volvamos —recordó la reina.

—Lo sé. Tenemos una conversación pendiente. No fue la mejor manera decirte que te amo.

Otro ronroneo emergió de la garganta femenina al oírlo pronunciar esas palabras.

—Me hiciste enojar, dijiste muchas cosas y no me dejaste explicarte la situación. Te habría golpeado la nariz si no tuviera miedo de lastimarte.

—Aunque lo merezca, agradezco que no lo hayas hecho o habría tenido que someterme a cirugía para reconstruirme la cara.

Maleon se apartó lo suficiente para verlo, sus ojos estaban rojos por las lágrimas derramadas y el enorme empeño en no continuar llorando. Él le tocó el cuello y movió lentamente su mano para acunar su rostro, deseaba decirle que no existía razón en avergonzarse de expresar su dolor y que mucho menos la consideraba alguien débil por ello. Ella juntó sus frentes y suspiró, su aliento le cosquilleó los labios.

—No está mal llorar ¿Lo sabes verdad?

—Yo no estoy hecha para llorar, Cor Meum.

—Yo tampoco estoy hecho para volar y puedo hacerlo si me subo a un avión... o a un dragón.

La vio dispuesta a responderle, pero una voz los interrumpió.

—¡Oigan! ¡¿Están bien?!

Se giraron para ver a un robusto y viejo camionero que iba camino a su habitación a unos metros de ellos. Cierto, seguían en el piso al fin de las escaleras que daban a la planta de arriba.

—¡Sí, solo se tropezó en la escalera! ¡Todo bien! ¡Gracias igualmente! —comentó Gavriel.

El hombre los miró con desconfianza hasta que Maleon levantó el pulgar en forma de aprobación, después desapareció por la puerta de su cuarto y volvieron a quedarse solos.

—¡Que fuerte, creyó que te hice algo! —se quejó el chico.

—No te alteres, tú sabes que no has hecho nada —dijo ella pellizcándole la mejilla con una sonrisa—. Regresemos o Daraan se pondrá insoportable y no quie...

Gavriel contempló como ella inhalaba profundamente, su entrecejo se pronunciaba y sus pupilas empequeñecían iracundas al salvajismo de un presentimiento. Un gruñido tan sutil como un suspiro se escuchó en el aire, la reina casi le arrancó el brazo al arrojarlo a un lado antes de que una pesada figura inhumana saltara del techo hacía ellos y tratara de atacarlos.

Él se quedó tieso por... ya ni siquiera sabía cuántas veces lo habían impactado en las últimas 72 horas, pero no pudo luchar contra la reacción de su cuerpo y ensanchó los ojos con el corazón desbocado al contemplar a lo más cercano a un perro/humano muy grotesco delante de ellos. En definitiva, prefería a los hombres lobo de Crepúsculo, eran mucho menos aterradores que el ser que los desafiaba.

Esa cosa tenía la complexión de un fisicoculturista de alrededor de dos metros de alto, recubierto de pelo y por supuesto, poseedor de una cabeza de perro con una boca que babeaba excesivamente entre dientes que median lo mismo que un dedo de la mano de un adulto. Era como ver al Dios egipcio Anubis después de consumir esteroides un año entero.

Maleon lo obligó a pegarse al piso con Simba y luego ella se colocó en cuatro sobre ambos mientras rugía al hombre lobo agachado delante de ellos. Las dos criaturas se estaban retando, exponiendo sus barbáricos instintos y midiendo sus debilidades.

—Zorra. —Osó decir el licántropo.

—No, perro. Soy el diablo con senos.

Dicho esto, y sin más miramientos, la leona hundió sus garras en el rostro canino tan profundamente que al sacarlas los agujeros de sus cinco dedos habían quedado perfectamente marcados en la carne del lobo. Entonces se abalanzaron el uno sobre el otro, Gavriel sintió que lo jalaban de los tobillos y al mirar atrás vio a Daraan con un semblante de mil demonios. No alcanzó ni a jadear que el dragón lo levantó de un tirón y lo empujó lejos junto con las llaves del automóvil, el chico no pudo mover los pies porque realmente estaba muerto de miedo. Simba rugía como si quisiera sumarse a la pelea.

Mierda, él temía que volvieran a llevarse a Maleon y a Daraan, ya que Zelos no permitiría un nuevo desliz que provocara que perdiera a sus presas.

—¡Corre ya, no sirves de nada aquí! —exclamó el rubio apuntando en dirección al estacionamiento.

Gavriel tragó saliva y se pateó el trasero mentalmente para ponerse en marcha. Por mucho que buscara una salida, el dragón tenía razón y él no servía absolutamente de nada más que siendo un punto débil en el frente de batalla.

Su humanidad lo recluía y limitaba como un ser indefenso.

Corrió hasta el auto donde esperaba Darcy, de repente Z apareció como una sombra y lo cogió de la cintura como un muñeco de trapo. En un suspiro había avanzado los seis metros entre ellos y el auto, el vampiro lo arrojó en el asiento trasero e instantáneamente el motor rugió a la par de los gemidos de las ruedas al acelerar. Gavriel cerró la puerta con el vehículo en movimiento y rabió con los dientes apretados por la impotencia en su sangre.

Él no era nadie y no servía de nada.

Entonces todo frenó y se congeló en el tiempo. Los ojos rojos de una bestia de esas que le aullaban a la luna los miraban fijo por delante del capo.

Iba a masacrar a todos esos perros rabiosos.

Un lobo la mordió en el muslo y el agarre de su mandíbula fue tan fuerte que la levantó por encima de su monstruosa cabeza sin usar las manos. Desgraciado. Maleon usó sus garras y se estiró para intentar arrancarle los ojos, estuvo a punto de lograr extirparle uno antes de que la aventara contra el suelo.

Rodó por el pavimento del estacionamiento dos o tres veces y al final se enderezó con una sonrisa demoníaca en los labios, esta pelea le había caído como anillo al dedo porque el león preso en su espíritu estaba demasiado loco y triste esta noche. El fénix continuaba en silencio como era desde su nacimiento y podía seguir estándolo el muy infeliz porque nunca la había ayudado en nada más que regresar repetidas veces de la muerte solo para volver a morir.

Su magia se había acabado y este podría convertirse en su acto final.

Rugió imprimiendo carrera hacía el licántropo que gruñía casi ciego, la adrenalina le inundó el torrente sanguíneo en una explosión de emoción desbordante.

—¡Hey, sarnoso! —gritó.

El lobezno siguió su voz y le saltó encima, dispuesto a golpearla, pero ella se apartó con un movimiento grácil, y en cuánto este pasó por delante dándole la espalda, le clavó las garras en la nuca dando en el sitio justo para cortar la carótida. El lobo cayó de rodillas y murió desangrado.

La reina miró sus manos llenas de sangre. Ella había matado antes y millares de veces. Malo o bueno, había quitado vidas sin sentirse culpable.

Dos lobos más aparecieron por detrás de un camión y miraron el cuerpo sin vida de su compañero.

—La muy puta se cargó a Joseph —dijo el más feo de los dos. Bueno, todos los hombres lobo tenían la desgracia de no sólo ser malos, sino que también feos y apestosos.

—Uy, no dijiste eso —comentó Daraan a dos metros mientras tiraba el cuerpo quebrado de otra bestia en la acera—. No llores cuando la señorita te meta una piedra por la garganta.

—¿Este es el rey? Vaya, vaya... Así que están todos aquí —dijo el más corpulento, pasándose la lengua por los dientes amarillos y desiguales—. Entonces matemos dos pájaros de un tiro. Nos los llevaremos junto con los humanos.

¿Humanos? Maleon apretó con más fuerza los puños. Podía sentir el aroma de Gavriel y Darcy en el aire, notó que Daraan lo sentía también y se volvía salvaje al presentir que la enferma mujer se hallaba en peligro. Eso era interesante, después de ver la reacción del dragón esa mañana al conocer la verdadera esencia de la humana. Significaba una sola cosa y conocía lo suficiente a su "esposo" como para saber que elegiría la opción más dolorosa para él.

Aunque este no era momento de pensar en ello.

Los lobeznos los rodearon. Uno de ellos se echó encima de la reina atacándola por la espalda, pero ella se agachó y pateó al licántropo en la espalda. Los lobos eran muy estúpidos trabajando independientes a su manada. Con una velocidad inusitada y difícil de percibir incluso para el lobo, ella lo abrazó por detrás y clavó sus garras en el plexo del monstruo a lo que este murió casi al instante. Atinó a ver como Daraan torcía y exprimía el torso del otro espécimen, rompiendo sus costillas y haciéndolo aullar, pero no a la luna.

De repente, otro perro irascible salido de golpe le dio una patada en la cara y la leona cayó de espaldas. Se le desenfocó la visión, un dolor criminal le atravesó la mejilla y el labio. Saboreó el gusto a hierro de su propia sangre.

El lobezno se sentó a horcajadas sobre su vientre, y aplastó su cabeza contra el piso.

—Así que te gusta jugar duro, ¿eh? —murmuró el pulgoso cerca de su rostro—. Tal vez te haga mi perra antes de entregarte a Zelos.

Maleon logró morder uno de los dedos del maldito tan fuerte como para arrancárselo, eso obligó al macho a apartar la mano por el dolor y colérico se dispuso a darle un puñetazo, pero ella cogió las muñecas del lobezno y consiguió zafarse para luego alzar las piernas hasta pasarle las rodillas por el cuello e impulsarlo hacía atrás, inmovilizándolo. Se giró y le clavó las garras en los testículos, haciendo que el licántropo se desangrara y gritara como el animal que era.

Seis lobeznos más entraron en su campo de visión. El primero miró la sangre del suelo, y se dio cuenta apesadumbrado de que toda era de los suyos.

Entonces el segundo perro corrió hacía ella.

Maleon sintió que las manos le ardían, le picaban. Hubo una presión fuerte en su entrecejo y de pronto le entró un mareo. Observó a Daraan que admiraba impresionado lo que le había hecho a la entrepierna de su anterior víctima y... un auto atropelló al segundo lobo que quedó fulminado en el acto cuando le pasaron por arriba.

Ella no perdió tiempo considerando qué rayos había pasado. Avanzó veloz hacia el tercer licántropo y al mismo tiempo que saltaba para darle una patada en la cara al cuarto, hundía sus garras en el cráneo del quinto y Daraan quebraba el cuello del sexto, haciéndolo retorcerse para causar más dolor. Uno de ellos, el cuarto, al que le había partido la nariz y sangraba como un descosido, la inmovilizó por la espalda y la mordió en el hombro, desgarrando toda su carne y provocándole una herida profunda.

La leona gritó y sufrió con todas sus fuerzas.

—Eres sabrosa —murmuró el lobo mientras le laceraba la piel con los dientes.

Gruñendo de rabia e impotencia, lo apuñaló con las garras en las costillas y por mucho que hundió sus dedos en las heridas, el maldito siguió desgarrándola. Al momento, dos balas de escopeta salieron volando y se clavaron en la frente del imbécil que la había mordido, matándolo en el acto.

—¿Le dimos? —gritó Gavriel nervioso y aterrado a la vez.

—Le volaron los sesos literalmente —comentó Z sacando la mitad del cuerpo por la ventanilla del abollado coche con Simba en las manos.

—Voy a vomitar —advirtió Darcy aventando la escopeta que sujetaba y efectivamente expulsó los residuos de pizza en su estómago. Daraan se acercó a la humana para sostenerle el cabello.

Respirando pesadamente y resistiendo la lágrimas de dolor, la reina se giró lentamente hasta el primer y último perro, que la miraba temeroso. Ella no apartaba los ojos de él. No vaciló ni un poco mientras le enseñaba los dientes.

—Hemos ganado, coge los cadáveres de los descerebrados de tus camaradas y a las brujas que estoy segura de que trajeron para cubrir su ataque con el illusio y lárguense porque si no voy a comerme tu jodida cabeza.

El lobo miró todos los cuerpos que yacían muertos en el suelo, se agachó sobre uno de ellos y lo levantó para llevárselo a algún lugar donde los humanos no lo encontrasen; haría eso con cada cadáver.

—Ojalá mueras pronto, ramera —susurró el sarnoso macho alejándose con el cuerpo a rastras.

Maleon rugió por el insulto y lo vio esconder la cola entre las piernas.

Todo había acabado.

Sintiéndose débil de repente, caminó tambaleándose hasta los demás y batalló para no caer de rodillas ante ellos. Puso una mano en el capo del auto para sostenerse mientras avanzaba hacía la puerta del copiloto, Gavriel corrió hacía ella desesperado con una escopeta en la mano. No tenía idea de cómo habían terminado ahí o de qué escondite sacaron escopetas, pero primero necesitaba sentarse y después pensaría en ello.

—¡Ay, por la mierda de Batman! ¡Tenemos que llevarte a un hospital o algo! ¿Ustedes se regeneran rápido como el 90% de los personajes sobrenaturales de la televisión? ¿Es seguro que dejemos ir a ese hombre lobo, así como así? ¿Cómo diablos masacraron a tanta gente sin que ni una persona saliera a ver qué pasa? —cuestionó el chico como un tren bala.

—Gavriel. —Le presionó las mejillas de forma que sus labios quedaron como los de un pez—. Concéntrate en mí ¿Estás bien?

—Sí, quiero decir... soy yo quien debería preguntarte eso... Santo Dios... —suspiró él temblando—. Maleon... eres increíble... eso ha sido... pero matamos a alguien.

—Hey, no te tortures con ello. Peleas para vivir o morir, Gavriel. Sobrevive hoy y llora después. No puedes hacer nada por esos homicidas, ya eligieron su tumba cuando se convirtieron en desertores.

Él se paralizó por la crudeza de sus palabras, pero sabía que tenía razón.

—Okey... perfecto —mintió. Aún estaba afectado—Pero por lo que más quieras, cubramos tu herida antes de que te desangres.

—Bien, ya larguémonos —les ordenó y todos subieron al auto que a duras penas seguía funcionando.

Z metió reversa, salió por fin del motel y pisó a fondo el acelerador. Maleon se sentó en los asientos traseros con Daraan y Gavriel a cada lado de ella con el torso desnudo, cubriendo las heridas sangrantes tanto de su cuello como de su muslo izquierdo con sus camisas. Debilitada, empezaba a marearse y tenía deseos de dormir.

—¿Ustedes se regeneran o algo? —insistió el humano sudando. Estaba severamente preocupado y agitado por tenerla desangrándose en sus manos—. Joder, Maleon no te duermas.

—Descuida, no me perderé ni un vistazo de tu lindo cuerpo. Tienes más músculos de lo que pensé —comentó ella riéndose, pero gimió dolorida cuando el chico presionó más la herida en su muslo.

—Tú pídemelo y podrás verme gratis cuando quieras, pero para eso quédate despierta.

—Dejen de ligar en mi cara, tórtolos vírgenes —masculló Daraan haciendo presión en la mordida que la reina tenía en el cuello. Dentro del coche hacía mucho calor o tal vez era por la tensión punzante del momento—. Nena, estas tardando demasiado tiempo en sanar. A este punto por lo menos debería de haberse detenido el sangrado.

—Seré muchas cosas, pero virgen no es una de ellas —contradijo Maleon cabeceando hacia adelante—. Además, no me digas cosas que ya sé. Dame un segundo y podré recomponerme.

El dragón rió mientras la miraba.

—A menos que tú y este niño hayan hecho algo "interesante" en sus encuentros cada mes, te diré como quiera, linda.

—¿Cuánto va a tardar en sanar? —exigió saber Gavriel nervioso.

El dragón levantó ligeramente la camiseta teñida de rojo y sonrió porque la herida había dejado de sangrar. Podían respirar tranquilos. Sus instintos así se lo decían. Su sexto sentido resultaba ser un radar demasiado perfecto para no fiarse de él.

—Normalmente, algo de este grado cicatrizaría en horas y sanaría en un día máximo. Sin embargo, desde que nuestra reina cascarrabias enfermó, su periodo de reconstrucción se prolongó bastante y además, viendo cuánto tardó en cesar la hemorragia... tal vez le llevé una semana o mínimo cinco días con la suerte de su lado —explicó el rubio. Su expresión se ensombreció—. Las cosas están empezando a ir más rápido.

A Gavriel no le gustó el tono en que Daraan había dicho eso, el coche pasó sobre un bache y la leona se quejó.

—¿Qué quisiste decir?

—No, déjalo. —El rubio negó con la cabeza—. Hay cosas más importantes que tenemos que conversar ¿Por qué regresaron y de dónde diablos sacaron armas? No puedo creer que ustedes dos sepan disparar.

Darcy se dio la vuelta y los miró desde el asiento del copiloto.

—Un hombre lobo se interpuso en nuestra huida, Zachary tenía un par de escopetas bajo el asiento y lo confrontamos. Entonces estuvimos de acuerdo en ir a ayudarlos —narró la mujer—. Saber disparar es algo común cuando tus parientes son fanáticos de la caza.

—Sí, mi abuelo era una de esas personas que pensaban que enseñarles a sus nietos a dispararle a un alce era más entretenido que leerles un cuento para dormir o hablar con ellos —agregó Gavriel con molestia.

—Ese viejo loco, me caía como el infierno —recordó Z.

—LJ, estoy totalmente impresionado y orgulloso de ti. Te nombraré mi guardia personal con horario nocturno —confesó Daraan guiñándole un ojo.

—¡Soy Darcy, no LJ! Úsalo y si necesitas un guardia personal llama a una de tus amiguitas de turno —contestó ofendida.

Maleon se partió de risa por la cara que puso el dragón, esté en venganza le pellizcó el cuello muy cerca de la mordida y la hizo chillar.

—¡Maldito seas!

Condujeron diez minutos hasta que una humilde extensión de tierra dedicada al abordaje y despegue de armatostes voladores se presentó a metros de distancia, un almacén de aviones residía abandonado en una pequeña porción y luego un nada humilde ni disimulado jet privado estacionado en pleno campo desértico. Darcy y Gavriel se quedaron en blanco al contemplar ese majestuoso gigante de millones de dólares que únicamente habían visto en películas, Zachary silbó impresionado por semejante vehículo delante de sus ojos.

Detuvieron el auto a menos de un metro del jet.

Un par de personas esperaba de pie allí también, eran Ragnar y los mellizos anfisbena. Todos salieron del coche y se aproximaron, los dos humanos ayudaron a Maleon a caminar rumbo al jet mientras que Daraan abrazó a Ragnar y palmeó su espalda.

—Me alegra ver que tu fea cara sigue en este mundo —admitió el rey bromeando.

—A mí me alivia ver que sigues vivo, ya me estaba estresando de imaginar la cantidad de hembras que vendrían a tu funeral —dijo el grifo.

—¿Esta es la parte donde se besan? —preguntó Try con ironía y estrechó la mano con el dragón. Luego se giró hacia la reina.

Saraf dijo lo que ambos hermanos pensaban.

—Su majestad, no se ofenda, pero un moco de chimpancé se ve mejor que usted.

—Cállate o te ordenaré pasar la próxima década asistiendo a clases de yoga con todo el paquete de mallas ajustadas y coloridas —amenazó sonriendo.

La mujer rapada le devolvió la sonrisa y después se centró en Z.

—Vampiro —murmuró con aire peligroso.

—Anfisbena —repitió el chupasangre.

Automáticamente los tres Vigilantes se posicionaron como un muro entre él y los demás. La reina rugió fuerte y claro:

—¡Dejen esto para más tarde, estoy muy jodida y quiero dormir aunque sea un poco! ¡No le tocaran un pelo al maldito vampiro, es uno de nosotros! ¿Entendido?

—Sí, su majestad —respondieron al unísono sin apartarle los ojos de encima.

—¿Tenías que insultarme para decir eso? —preguntó el vampiro.

Daraan le dio un par de golpes en el hombro y finalmente abordaron.

La espléndida adquisición aeronáutica era un jet privado que podía llevar doce personas sentadas y tenía la capacidad de hacer vuelos internacionales. Según le habían explicado, había gente importante de raza mestiza que vivía en el mundo humano con grades imperios financieros y Maleon los había salvado de asuntos turbios en el pasado, por ello estas personas le asignaban cantidad suficiente de dinero como para instalar los mejores recursos de primera clase.

Por supuesto, Gavriel sabía muy bien que alguien con dinero también tenía la capacidad de viajar cómodamente a través de los Estados Unidos continentales, pero solo dentro de una actuación de Hollywood. Estar sentado en una máquina de miles y miles de dólares o tal vez millones, lo hacía sentirse una hormiga que no traía ni dos centavos en el bolsillo.

Saraf y Try eran sus pilotos ¿Quién lo diría?

El avión se administraba en puro color blanco, alfombras grises y varios asientos con pantallas que indicaban el trayecto a seguir. También tenía un par de sofás, y después del despegue, ambas mujeres cedieron a la tentación y se tendieron a descansar en ellos. Las dos estaban enfermas y cansadas así que era lo mejor. Ragnar les trajo tanto una almohada como una manta para que se acurrucaran, el grifo luego regresó a un mesa cerca de la cabina a charlar con Daraan y Zachary sobre lo ocurrido.

Él estaba sentado en una mesa pretendiendo comer una manzana cortada en trozos al final del avión completamente helado, aferrándose a los antebrazos del asiento porque su miedo a volar le reducía el estómago a una moneda. Tragó saliva y cerró los ojos para hacer pasar el tiempo. Las ventanillas a su alrededor se encontraban cerradas, aunque aún podía distinguir el cielo en las que continuaban abiertas lejos de su sitio.

—Gavriel —dijo Maleon desde el sofá.

—¿Sí?

Oyó pisadas y roces de tela, le tomaron la mano para colocarla sobre la mesa. Allí fue que abrió los ojos para ver que la leona había abandonado su comodidad para quedarse con él, sus manos siguieron juntas. Dios, ya no sentía aprensión. De hecho, sentía que ella le transmitía su fuerza.

—¿Qué haces? Literalmente tienes dos heridas mortales, deberías estar descansando —reprochó.

—Huelo tu miedo y me quedaré aquí contigo.

—Gracias.

—No hay de que, Cor Meum.

Captó un vistazo de las nubes por una ventanilla abierta y se le revolvió el sistema digestivo, apretó el agarre entre los dos.

—¿Qué significa? —preguntó para distraerse—. Nunca me lo dijiste.

—Quiere decir "Mi Corazón". —La miró impresionado, un calor le enrojeció el cuello y las orejas. Se fue el maldito aire de todo el avión—. Es latín. ¿Te molesta?

Él se humedeció los labios atrapado en su intensa mirada.

—No, me gusta cuando hablas latín.

—Me alegra porque no te hubiera llamado de otra forma aunque me lo pidieras. —Rieron al mismo tiempo—. Quiero hacer una pregunta ahora, tómalo como una forma de calmar tus nervios.

Frunció el ceño inquieto, no le gustaba hablar de él o su vida personal con nadie. Pero Maleon había arriesgado su vida repetidas veces para cuidar su trasero y lo menos que podía darle era un poco de confianza.

—Bien.

—Una vez me dijiste que ese anillo en tu cuello era algo muy importante para ti. ¿Por qué?

Esa pregunta lo incomodó, se relacionaba directamente con quién era y sus inicios en esta caótica vida mundana. Abrió la boca más le costó formular palabras. Tenía que confiar en ella porque se lo merecía.

—Es el anillo de compromiso de mi abuela. Ella se lo dio a mi madre cuando se casó y por eso lo tengo conmigo todo el tiempo. Me la recuerda.

—¿Vive?

Él se mordió el interior de la mejilla.

—No lo sé... tal vez. Se marchó cuando tenía siete años, luego de que mi padre falleció por un cáncer de riñón muy avanzado para tratarlo.

—Por tu voz suena como un buen macho.

—Era un hombre increíble y ella también, pero el dolor la mató en vida. No pudo reponerse.

—La entiendo, el vínculo es muy poderoso en nuestra raza. Siento tu dolor y el suyo.

—¿Qué es ese vínculo del que tanto hablan ustedes? Eso suena peligroso.

—No pienses en ello, a mí no me interesa y a ti tampoco debería. Son cosas comunes de mi mundo... es todo.

—No suena como si fuera todo.

—Es algo insignificante, Gavriel. —De alguna forma supo que le mentía, pero se veía tan culpable que lo dejó pasar—¿Tus abuelos cuidaron de ustedes cuando tu madre emigró lejos?

Sonrió por esa extraña conjugación de palabras, Maleon deliraba por cortos segundos y perdía algunos hilos de información.

—Ellos nos dieron una casa, pero Hailey fue quién cuidó de mi toda su vida. Tuvo que aprender a ser madre desde muy joven y no alardeare precisamente de haber sido el mejor hermano, solía meterme en muchos problemas de adolescente. Mi abuelo me golpeaba seguido por ello y yo seguía haciendo lo que se me antojaba.

—¿Te golpeó? —Sus ojos brillaban con ira.

—No te enfades, eso fue hace mucho. Ya no tengo quince y no soy tan imbécil, Zachary fue buena influencia para alguien como yo en esa etapa. Fue como un hermano mayor. Liberó a Hailey de muchas presiones... creo que fue en ese momento donde ella no supo qué hacer, digo es solo que debió ser duro vivir 24/7 para una persona y de repente tener tu propia vida. Luego el nacimiento de los niños... que Z se marchara... que me encerraran... para cuando volví ella había quedado destrozada y solo quise ayudar en algo, pero no conseguía empleo... tuve que... tuve...

Se le cortó la voz y comprendió que había empezado a llorar al pensar en su hermana, el estrés por el trauma vívido explotó a través de su micro ataque emocional. Quiso soltarla porque se sentía avergonzado, pero ella llevó sus manos hacía sus labios y las besó dulcemente.

—Juro por mi vida que Hailey regresará con su familia y que jamás vivirás esta angustia de nuevo, Cor Meum. La traeré pase lo que pase. No importa los imperios ni enemigos que deba arrasar, esta gente se metió contigo y tú eres parte de mi historia así que seré inmisericorde.

—¿Crees que es posible que regrese?

—No solo es posible. Yo no acepto otra posibilidad más que esa.

Asintió agradecido y ella le acarició con el pulgar. Él tomó un trozo de manzana para ofrecérselo, pero la leona se negó a probarlo.

—¿Por qué no comes nada? Estoy seguro y hasta apostaría mi dedo a que no has comido en el motel.

—Vomito todo lo que ingiero desde que enferme, mi criatura me permite estar varios días sin alimento y eso hago. Además, soy más Bestiam que otra cosa y... soy carnívora. Puedo consumir una cantidad limitada de fruta y vegetal.

Eso no le gustó. De hecho lo odió. Ella se estaba matando de hambre. Volvió a ofrecerle un trozo de manzana y Maleon frunció el ceño.

—No te estoy dando una bolsa de espinacas, Popeye. Es un trocito de manzana. Vamos a organizar mejor tu alimentación, lo que haces no es sano.

La hembra híbrida balbuceó insultos, pero cedió a probar la fruta que no pareció agradarle. Literalmente, hizo una expresión igual a alguien que masticaba comida podrida. Él se alegró de hacerla comer aunque sea un poco y decidió regresar a la conversación principal.

—Gracias por contentarme, Jefa —admitió dulce. De repente, pensó en su conversación cuando estuvieron prisioneros—. Entonces... ¿Qué hay de ti? ¿Cómo es tu familia?

La mirada de la leona se ensombreció mientras masticaba.

—Soy solo yo y mi gente.

—Me hablaste de tus hermanos mientras tenías un desvanecimiento...

Ella frunció el ceño.

—No hay más historia que esa, Gavriel.

Él recordaba cómo había hablado desesperadamente sobre sus hermanos en aquel sótano mugroso, pero ahora lo negaba. Las palabras de Daraan le vinieron a la mente.

"Ella tiene muchas corazas, es incognoscible".

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