ÚNICO
Jimin nunca había visto algo más negro que la misma oscuridad. Porque eso era la oscuridad para Jimin; algo negro, misterioso, aterradora y atrayente, por lo que él nunca había imaginado que hubiese algo más fuerte que la misma oscuridad.
Y eso eran los ojos de ese chico.
Jimin tenía miedo, del chico que le miraba tan fijamente desde la esquina de su habitación y de la tormenta afuera de su casa. La tormenta no le había dejado dormir, era ya de madrugada pero los truenos y el repetido sonido del agua chocando contra el suelo de forma tan brusca lo mantenían despierto, incluso si el deseaba dormir. Tenía sueño, mucho, tanto que Jimin llegó a creer que esa criatura en la oscuridad de su habitación era tan sólo una imaginación suya.
-¿Hola? - Dudó en hablar, aferrándose más a la colcha que le cubría el cuerpo mientras tragaba saliva de forma dura. Estaba sentado en el centro de su cama, con la colcha caliente envolviendo todo su cuerpo hasta su cabeza, sus cabellos rosados siendo protegidos por la colcha al igual que todo su cuerpo. En algún momento de la noche, Jimin se terminó protegiendo de esa manera al seguir escuchando truenos caer una y otra vez.
El chico no respondió, por lo que Jimin entrecerró sus ojos y formó un puchero. ¿Puede hablar? Se preguntó, tratando de verle mejor en toda la negrura de su habitación. El extraño chico se encontraba en la esquina de la pequeña habitación de Jimin, sentado, con sus piernas abrazadas por sus brazos hasta su pecho, y sus ojos fijos en Jimin.
Le miraba de una forma tan pesada, tanto que en medio de su aterradora noche -cuando aún no descubría al sombrío chico- Jimin comenzó a sentirse observado, casi vigilado. Primero había escuchado el sonido, ese espantoso y ensordecedor rugido del cielo, haciéndole cerrar sus ojos y morder su labio inferior con fuerza. Y después, justo cuando el cielo nublado y oscuro se iluminó por el trueno, fue cuando Jimin miró al chico de ojos negros en la esquina de su habitación. Al abrir sus ojos y con la iluminación del trueno, sus ojos fueron directamente hacia aquel lugar, donde podía sentir una fuerte presencia observandole, y no se equivocó, pues ahí mismo había encontrado a ese callado chico, y desde ese instante, sus ojos no dejaron los oscuros ojos del chico.
Se sentía hipnotizado por la oscuridad de los ojos. No era un negro vacío, sino un brilloso, e incluso si brillaba, seguía siendo oscuro, más oscuro que la noche, frío y peligroso, despertando desconfianza en cualquiera que le mirase, cualquiera menos Jimin. Estaba curioso, demasiado, frotó sus pequeños pies entre sí reteniendo las ganas de ponerse de pie e ir hacia el chico. Debía contenerse, porque incluso si esa era su casa, su habitación, su territorio, seguía siendo un chico desconocido, y esos ojos no eran normales.
No puedo ver bien, y tengo sueño.
Jimin relamió sus labios y se movió un poco en su lugar. Había evitado el moverse en todo este tiempo que estuvo en una rara competencia de miradas con el desconocido en su habitación, pues había recordado aquella película donde decían que si no te movías el dinosaurio no te comería, y como Jimin no quería ser comido, no se había movido en minutos. Con lentitud para no alterar al chico de ojos oscuros, gateó hasta llegar a su mesita de noche, la cual se encontraba a sus espaldas, donde una pequeña lámpara en forma de estrella estaba. Dándole una última mirada al chico de la esquina, se giró sólo unos segundos y sacó uno de sus brazos, encendiendo la lámpara de inmediato y volviendo a su antigua posición de antes, para volver a enfrentar al chico.
Chico que ahora se encontraba delante de él.
-¡Tú... - Se calló rápidamente, tambaleándose hacia atrás por el susto, estando por caer en su cama pues seguía casi en el centro de la misma.
Un fuerte brazo lo evitó, tomando a Jimin por la espalda, evitando que cayese en el colchón. Al elevar la mirada, Jimin tuvo de cerca los ojos oscuros y brillantes, perdiéndose en la negrura del par de ojos y olvidando la posición en la que quedaron, incluso olvidando el frío brazo que evitaba su caída.
-¿Te dan miedo los truenos? - Su voz también era inesperadamente dulce, cosa que hizo a Jimin sentirse mejor.
Era un voz tan encantadora.
-Si. - Susurró, sin ningún tipo de esfuerzo en hablar correctamente. Era como si estuviese hechizado por el chico, nublado por la vista y su esencia.
-¿Te da miedo la oscuridad?
-Si.
-¿Te doy miedo yo?
-No.
¿No me da miedo? Se preguntó, pronto dejando de sentir el fuerte brazo que lo sostenía de caer y volviendo a su posición de antes, sentado de piernas cruzadas en su cama. Rápido metió su brazo dentro de su protectora colcha y se fijó en el chico, aprovechando que lo tenía cerca. Ahora con la luz de la lámpara, Jimin podía ver mejor al chico, y sintió sus manos picar por la imagen; Jimin quería tocarlo, no sabia porque, pero quería hacerlo.
Estaba consciente de que todo eso era extraño. Un chico desconocido con ojos fuera de lo normal estaba en su habitación, ahora delante de él, y le hizo unas preguntas, las cuales las respondió sin pensar. Además, ahora con la luz, Jimin pudo ver unos cuernos sobresalir de la cabeza del chico, de entre sus cabellos rojizos, una cola larga y delgada detrás de él, color negra con la punta puntiaguda, y unas alas en la gran espalda del chico, igual negras, delgadas y temibles.
No era normal.
Tal vez es un sueño.
Si, esa debía de ser la respuesta, se convenció a sí mismo de que lo era. En medio de la tormenta, debió caer en su cama dormido y ahora estaba soñando cosas raras, y eran de esos sueños vividos, donde podías tocar y hacer lo que quisieras, con total libertad porque sabías que era un sueño y que nada de lo que veías ahí era real. Volvió a morder su labio inferior, el ruido de la lluvia chocando contra su ventana furiosamente era lo único que se escuchó de momento, Jimin mirando el espacio que les separaba, que no era mucho pero tampoco poco; estaba bien, se encontraba sentado de igual forma que él, sus codos sobre sus rodillas, recargando su barbilla en sus manos. Se veía temible, pero no atacaba.
Jimin no lo entendía del todo.
-¿Cuál es tu nombre? - Se armó de valor, hablándole al chico de las alas oscuras.
-¿Mi nombre? - Murmuró un poco sorprendido, como si no esperase a que Jimin le hablara. -. Jungkook.
Un nombre normal, Jimin había pensado que tendría un nombre excéntrico, algo llamativo y elegante.
Cerrando con fuerza sus manos, Jimin volvió a hablar, incluso si estaba nervioso, el quería hablar más. -E-Es un gusto, Jungkook, yo soy Jimin.
-Lo sé.
-¿Eh?
Haciendo un puchero, ladeó su cabeza, confuso por lo que Jungkook le dijo. Decidió ignorarlo, pues seguía creyendo que ese era su sueño, y que no debía de sospechar de algo creado por su mente.
-Dime, Jungkook, ¿qué eres? - Preguntó algo entusiasmado, quitando de su mente cualquier miedo que pudiese tener por el chico.
Una pequeña y traviesa sonrisa se formó en el rostro de Jungkook.
-¿No es obvio? - Preguntó cantarín, inclinándose un poco al frente, acercándose más a Jimin.
-Uh... - Lo pensó, frunciendo su ceño. - ¿eres... un murciélago muy grande?
-¿Qué cosas dices? - Se rió suavemente, girando su rostro risueño hasta la ventana de Jimin.
Jimin sintió un poco de calor en sus mejillas, la imagen del chico sonriendo y ese sonido tan melodioso que salió de él lo habían tomado por sorpresa. Era demasiado increíble para ser un sueño, ¿por qué su mente creaba cosas tan maravillosas? Era muy cruel.
-Soy un demonio. - Dijo de pronto, sus oscuros ojos en la ventana y su rostro serio.
Este es mi sueño más raro hasta ahora, pensó, volviendo a fruncir el ceño. ¿Un demonio? Aunque ahora que lo decía, era bastante obvio; cuernos, cola, alas y ojos oscuros. Si, definitivamente un demonio.
-Eres diferente a como imaginé a un demonio. - Comentó asombrado, sin disimular la emoción en sus facciones.
Jungkook le volvió a mirar, notando la emoción en la mirada del humano y pareciéndole gracioso de inmediato, por lo que no pudo evitar el sonreír ligeramente.
-¿Cómo creías que eran los demonios? - Tuvo curiosidad.
-Feos y aterradores.
-¿Y no lo soy?
Jimin negó con su cabeza de forma frenética, viéndose de alguna manera adorable, pues seguía envuelto en la colcha y sólo su bonito rostro y algunos cabellos rosados se veían por el pequeño hueco que dejaba a la vista parte de él. -En absoluto. No eres feo, eres bastante hermoso en realidad, y no eres aterrador, luces inofensivo.
Se sentía con confianza al decirle eso ya que aún creía que era un sueño, si Jimin estuviese consciente de que esa era la realidad, él no podría hablar en ese momento, posiblemente ni siquiera pudiese respirar. Estaría aterrado.
-¿Hermoso e inofensivo? - Jungkook volvió a reírse por lo que Jimin decía, de esa forma tan encantadora como la anterior. - Es la primera vez que alguien dice eso de mi.
-Es la verdad.
-Si tú lo dices.
Observó a Jimin fijamente, al tiempo logrando que el chico de cabellos rosados se sonrojase. Jungkook sonrió por ello.
-Tú... eres diferente a como imaginé que serían los humanos. - Le dijo.
-¿Co-cómo los imaginaste?
-Sin gracia e inútiles.
-¿No soy así?
-Tienes gracia.
-¿No soy inútil?
-También luces simpático.
-Oye, espera, dime la parte de ser inútil.
-Luces muy amigable.
-Retiro lo dicho, ya no eres hermoso. Eres feo, feo y un chico malo.
Jungkook rió nuevamente a causa de las palabras de Jimin, llevando su mano cuando detuvo su risa a los pocos cabellos de la frente del chico que se escabullian de la colcha, tocando el suave cabello rosado y mirando la nueva expresión en el rostro de Jimin. Sus mejillas rellenitas estaban de un suave color durazno, sus ojos brillaban de una forma espléndida y la manera en la que relamia sus labios justo antes de morder su labio inferior era casi doloroso de observar, sin tener la oportunidad de ser él quien lo hiciera por Jimin.
-¿Qué haces aquí? - La suave voz de Jimin le llamó, haciendo que dejase de ver sus labios para ver sus pequeños ojos.
-Me gustan las tormentas, vine a verla. - Contestó sin más. No había por qué mentir.
-A mi me dan miedo.
-Me doy cuenta.
-¿Pero qué haces en mi habitación?
Le miraba con tanta curiosidad que Jungkook tuvo que detener por unos segundos su movimientos en el cabello de Jimin. No le gustó su curiosidad.
-Vine a ver quien era el idiota que estaba despierto a esta hora lloriqueando por unos simples truenos. - Dijo después, volviendo a su antiguo trabajo.
-¡Yo no estaba lloriqueando! - Se quejó de inmediato, inflando sus mejillas en reclamo.
-Lo que tú digas...
De una forma lenta, la mano de Jungkook se fue deslizando, desde la frente de Jimin hasta su mejilla derecha, donde se detuvo y dio delicados toques. Jimin cerró un poco su ojo derecho y se terminó por inclinar hacia el mismo lado, disfrutando del acogedor toque dado por el demonio.
Sus manos son más tibias de lo que pensé.
-¿En serio no me temes? - Susurró.
-En serio.
-¿Por qué?
-Porque esto es un sueño. Mi sueño. Yo tengo el completo control de todo, nada malo va a sucederme.
-¿Piensas que esto no es real?
-No lo es.
-Estás tan seguro.
-Lo estoy.
-Bien.
Entonces Jungkook se acercó a Jimin, sus rodillas chocando y sus rostro cerca, demasiado cerca. El chico de cabellos rosados sintió sus mejillas arder, el acercamiento repentino que tuvo con Jungkook le abrumó, no se lo esperaba, y menos con esa extraña sonrisa en su rostro.
Desconfía, desconfía de él.
-Jimin. - Pronunció su nombre de una forma distinta a las demás. Su voz más oscura pero igual de atrayente.
Desconfía, vamos, hazlo.
-¿Sí? - Y su voz apenas salió, sintiéndose algo intimidado de pronto.
-¿Puedo besarte?
Desconfía, no te dejes engañar, ¡desconfía!
De nuevo las mejillas de Jimin ardieron, sus ojos se abrieron tanto como pudieron y sus manos fueron cerradas con fuerza al tomar la colcha que le envolvía. Besarme. No, no, debía estar equivocado, el demonio de sus sueños no podía haberle dicho aquello... pero lo hizo, no iba a negar algo que escuchó a la perfección. Jimin le oyó, le pidió permiso para un beso, y por la forma en que lo hizo, sabía que no se refería a un beso en la mejilla o en la frente, sino en sus labios.
-Pero... - Claro que habían peros. -, eres un demonio. - Fue su primera razón para negarse.
-¿Y eso qué? - La mano de Jungkook continuaba dando deliciosas caricias en la mejilla de Jimin, dificultándole el negarse.
-Pues... será doloroso si me besas.
-¿Estás seguro? ¿ya has besado antes a otros demonios como para decir eso?
-Esto... no lo he hecho pero...
-¿Entonces como lo dices con tanta seguridad?
-Pero... eres un demonios.
-Y tú un humano.
-Los demonios deben de tener dientes filosos, me va a doler, y no lo voy a disfrutar.
-¿Y si así fuera qué? ¿no dijiste antes que esto era tu sueño? - Jungkook le sonreía de una forma diferente a antes, Jimin no entendía esa sonrisa. -. Aquí puedes hacer lo que quieras, tienes el completo control; puedes imaginarme sin dientes filosos, y puedes imaginar que el beso será bueno. Puedes hacer lo que quieras.
Tiene razón.
Jungkook era verdaderamente hermoso, Jimin abrió su boca un poco, lanzando un pequeño suspiro cuando sus ojitos somniolientos se atrevieron a ver una vez más sin disimulo el físico del demonio. ¿Quien dijo que los demonios eran algo horrendo? Jimin no veía nada de aterrador en Jungkook, incluso esos ojos suyos, no lo eran, le parecían bellos. ¿Cuando tendré otra oportunidad de besar a alguien como él? Era lo que pensaba Jimin en ese momento, ¿cuándo tendrá otra propuesta como esa de un chico igual de hermoso que Jungkook? No, no creía encontrar otro chico con la belleza del demonio frente a él, y eso le hizo suspirar nuevamente.
Es un sueño, es un sueño. Se lo repitió una y otra vez, cerrando con fuerza sus ojos y calmando a su ruidoso corazón. Ya no escuchaba la tormenta, aunque sabía que aún continuaba, ahora lo único que podía escuchar era a su tonto corazón, el cual latía cada vez más fuerte, más rápido, Jimin estaba nervioso, se sentía tímido ante la oscura mirada del chico. Jungkook tomó el rostro de Jimin con ambas manos, de una forma tan delicada que el chico de cabellos rosados se volvió a cuestionar si eso era realmente un demonio.
Luce tan inofensivo...
-Jungkook... pero qué pasa si...
El demonio no le permitió hablar más, uniendo sus labios con los del humano, y de ésta forma, creando un pecado más en el mundo.
Cuando los labios del demonio se juntaron con los del humano, un trueno más fuerte y temible que los anteriores se escuchó en la habitación, posiblemente aquel trueno sólo haya sido escuchado por el par de chicos, y la iluminación roja que dejó el ruidoso trueno quedó perfecta a la escena del beso del pecado.
¿Qué es esto?
Jimin jamás había sido besado de esa manera, Jimin nunca había sentido todas esas emociones en su cuerpo por otros labios. Los afrodisíaticos labios de Jungkook se movían con maestría contra los dulces labios de Jimin, movimientos lentos y tentadores, no se sobrepasaba, en sí, no hacia nada fuera de lo normal. Pero lo era, los labios de Jimin estaban en llamas, su cuerpo entero de pronto tuvo calor, y sin siquiera saberlo, fue el mismo Jimin quien quiso llevar todo más allá.
Es un sueño, puedo hacerlo, puede hacerlo.
Hace tanto calor.
Quiero más, más.
El pequeño cuerpo de Jimin fue descubierto cuando el chico dejó de tomar la colcha con fuerza, la colcha cayendo detrás de él, en la cama aún. Sus pequeñas manos empujaron las manos de Jungkook fuera de su rostro, y cuando Jungkook por fin dejó de tomarlo, fue el turno de Jimin de tomarlo a él, una de sus manos yendo a su hombro para mantenerlo en su sitio y la otra a su nuca, profundizando el beso.
Rápido la lengua traviesa de Jimin quiso entrar a escena, abriendo su boca un poco más, se atrevió a delinear los labios del demonio con su lengua, tratando de seducirlo, de pedirle más. Jungkook lo entendió a la perfección, por lo que sin perder el tiempo y dando una pequeña risa burlona por la actitud desesperada de Jimin, fue él quien terminó por introducir su lengua en la cavidad bucal del humano. El chico de cabellos rosados jadeó cuando la tibia lengua rozó la suya, cuando los labios suaves de Jungkook comenzaron a devorarlo, y cuando las fuertes manos del demonios le tomaron de la cintura en un apretado agarre.
Calor, Jimin tenía calor. El demonio le daba calor. Se separó un momento de Jungkook, tomando aire y relamiendo sus labios. Jimin no solía comportarse de esa manera, nunca, tan desesperado y ansioso por más, tan sediento del calor de Jungkook, tan maravillado de esos labios demoníacos y esa lengua infernal.
Jimin quería más. Mucho más.
Sin controlarse, casi se lanzó sobre Jungkook, tratando de subirse arriba de él, de frotarse, de algo, sólo quería sentirlo más cerca, pero Jungkook se lo negó, empujó sin mucho esfuerzo a Jimin contra la cama, el chico cayendo de espalda, sus ojos dando contra el techo. Estaba jadeando, casi gimiendo, no lo entendía, pero estaba caliente, hirviendo en calor, el clima estaba helado y Jimin sudaba como si fuese una calurosa noche de verano.
-Quédate quieto. - Le ordenó con voz severa, Jimin balbuceándo algo innentendible en respuesta.
Entonces Jungkook se movió por la cama, llegando a Jimin y observando al humano que le temía a los truenos desde arriba. Lascivo, la imagen de Jimin en ese momento era una peligrosa, por lo que supo que era momento de parar. Con una de sus manos desabotonó los primeros botones de la camiseta de dormir de Jimin, revelando la pura piel lechosa de sus clavículas e inicio de su pecho. No pidió permiso esta vez, tan sólo se inclinó y clavó sus dientes en la piel, Jimin gimiendo un tanto en alto cuando la sensación de cosas afiladas rasgando su piel. Tomó con fuerza los rojizos cabellos de Jungkook, jadeando y retorciendose ante la mordida. Seguía caliente, ahora todo estaba más caliente que antes. Segundos después, Jungkook dejó de morder, alzándose sobre Jimin lentamente a tiempo que éste le soltaba el cabello y le veía con ojos llenos de lágrimas que contenía.
Tan imponente, Jungkook se veía tan enorme sobre él, poderoso y fuerte, Jimin viéndose débil y a su disposición. Había sangre en sus adictivos labios, una gota resbalando de la comisura de estos; la sangre de Jimin.
-Jun-jungkook... - Pidió, mas no supo qué fue con exactitud lo que deseaba. Calor, tenía calor, quería más calor pero a la vez quería que Jungkook acabara con el calor.
-Es todo. - Le dijo, pasando su pulgar por la sangre en su boca, quitando esta.
-¡No! - Suplicó. -, quiero más, mucho más - Unas cuántas lágrimas salieron de los ojitos rasgados de Jimin, aterrado por la idea de no sentir más esos labios. -. Por favor, quiero más, Jungkook, no debemos parar, bésame otra vez.
-¿Te gustó el beso?
-¡Si!
-¿Cómo te pareció el beso de un demonio?
Preguntó con lentitud, Jimin sin llegar a estar en todos sus sentidos, pero esforzándose por responder. ¿Qué cómo es el beso de un demonio? Para empezar, Jimin sólo había besado a uno hasta ahora, no podía dar una respuesta exacta, y el beso era tan confuso en todo sentido que sus pensamientos eran un desastre. Por un lado, era asombroso, las emociones, el toque, el calor, todo era maravillo; y por otro lado, era malvado, la sensación que deja de vacío cuando acaba, el calor que se vuelve una necesidad y el recuerdo del toque sobre él que le dañaba hacia a Jimin llorar. Eso era un beso de un demonio, eso era un beso de Jungkook.
-Cru-cruel. - Fue honesto, porque a un demonio no se le mentía, no a menos que sepas engañar a un ser que nació para eso.
Y Jungkook sonrió, como si la respuesta le complaciera.
-Lo entendiste bien, Jimin - El pulgar con sangre de Jungkook fue a los labios de Jimin, donde pintó los redondos labios del humano, quien no sentía la clara mordida que Jungkook dejó en su cuerpo, ningún tipo de dolor o malestar, pero sabía que estaba ahí, la mordida se mantenía en él, y dejaría una marca que jamás se borraría. -. Ahora ve a dormir.
-Pero...
-Tienes sueño - La melodiosa voz del demonio retumbó en la mente del humano, como una clase de hechizo en él. -, debes dormir.
Los ojitos de Jimin pesaron, relamiendo sus labios con pereza dándole la bienvenida al sabor metálico del líquido rojo, sabor que llegó a disfrutar en el momento. Vio a Jungkook por última vez, su imagen borrosa sobre el, ojos oscuros observándolo, una sonrisa diminuta y la sangre en su rostro. Esa fue su última imagen antes de dormir, cerrando sus ojitos y su respiración volviéndose pausada con el tiempo.
Jimin se durmió, sin saber el peso de sus acciones esa noche.
Jimin cerró los ojos, quedando expuesto ante la criatura oscura.
Jimin tenía sus labios llenos de sangre, apetitosos ante el demonio.
Jimin tenia la marca de un demonio, una marca que se quedaría ahí, por siempre.
╔══════ ≪ °❀° ≫ ══════╗
Así es como besan los demonios,
besan con calor, con malicia,
besan como si de matar se tratara,
sin clemencia o dulzura.
No hay dientes filosos,
mucho menos ojos dudosos.
No hay por qué gritar,
cuando mejor puedes gozar.
Calor, sentirás mucho calor.
Amor, no habrá nada de amor.
Desesperación, puede que haya un poco de ello.
Adicción, es lo que te dejará hueco.
Porque así besa un demonio,
tan bueno al inicio
y tan cruel al final.
Dejándote con un vacío
que no puedes llenar,
a menos que los labios prohibidos
vuelvas a probar.
╚══════ ≪ °❀° ≫ ══════╝
🌃🌃🌃
Más tarde subo las curiosidades, ahora déjenme dormir, escoria.
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