XXX. Te quieres casar conmigo

Entramos a su departamento cómo podemos, con tropiezos en cada paso que damos. Recuesto la espalda en la pared mientras nos besamos y él me toca el culo. Mi cuerpo arde de deseo, no perdemos el ritmo. Se separa de mí y me besa el cuello. Mi respiración está acelerada.

―Mael ―Le digo en un gemido ante los besos que está dejando en mi cuerpo. Se vuelve a levantar para mirarme. Sus ojos arden de deseo.

Entonces pone sus manos debajo de mi trasero y yo pongo mis manos alrededor de su cuello y mis piernas alrededor de su cintura. Me levanta y me lleva a la habitación mientras que yo le muerdo la oreja.

―¡Uff! ―Dice mientras le jalo el lóbulo con los dientes.

Entonces abre la puerta y de una manera veloz, me tira en la cama para después quitarse la camisa de botones. Lo miro desde la comodidad de sus almohadas con una mano debajo de mi cabeza, acostada de lado.

―Que sexy ―Suelto esas palabras sin darme cuenta.

Él sonríe de lado y cuando tira su camisa al suelo y vuelve a mi, se sube y empieza a besarme la entrepierna hasta llegar a mi ropa interior, entonces las agarra de cada extremo, levanto mis caderas para que le sea más fácil sacarlas por mis pies. Entonces sube la cabeza otra vez y ahora tiene una sexy mirada, una llena de perversidad. Estoy muy caliente y deseosa. Entonces mete un dedo dentro de mi y lo mueve.

―¡Ah! ―Gimo.

―Que mojada señorita Kariam, así me gusta ―Su voz es más grave.

Entonces lo saca y empieza a levantar mi vestido para sacármelo por la cabeza con mi ayuda. No ando brasier porque el vestido trae incorporado una copa, así que quedocompletamente desnuda. Su mirada, es lo que más me hace ponerme caliente, me encanta que me vea con tanta lujuria. Se levanta y sin perder el contacto visual se desnuda también. Luego busca en el cajón habitual, saca el preservativo y se lo pone. Está tan duro, quiero sentirlo dentro de mi.

―Yo también estoy deseoso de ti ―Explica cuando se sube encima de mí y me obliga a abrir las piernas con las de él para entrar en mi despacio.

―¡Ah! ―Vuelvo a gemir ante este primer encuentro.

Después vuelve a hacerlo, entra y sale de mí cada vez aumentando el ritmo hasta que llegó a lo último y él después de mí también se encuentra con el clímax. Es tan delicioso este hombre. Se tira a un lado mío y luego de unos minutos pone su cabeza en mi pecho con la respiración aún controlándose ―Me gustas demasiado― Le empiezo a acariciar la cabeza con mi mano, algunas veces enredando mis dedos en su cabello y en otras solo pasando la palma por arriba de sus cabellos. Le veo el cuerpo desnudo. Sus músculos de la espalda, sus grandes nalgas, sus piernas fuertes y sus brazos que me rodean la cintura.

―Gracias por todo ―Le digo. Entonces me da un beso en el pecho.

Pasamos en silencio unos quince minutos más hasta que nuestros cuerpos se enfrían. No es incómodo, en cambio, está lleno de amor, de comprensión y de seguridad. Se que muchas veces defendí el hecho de que nadie es de nadie por lo cual eso de decir que "ella es mía" o "él es mío" me parecía una tontería. Pero cuando uno está enamorado puede llegar a decir que lo único que quiere es que lo hagan sentir que es parte de él o de ella. Quiero que él sea solo mío siempre. Estoy tan tranquila, es una paz que nadie me dará.

Después de estos pensamientos, él levanta su cabeza y pega los ojos a los míos. Ahora son unos de amor. Me sonríe y yo a él.

―Tu eres el alcohol de un borracho, la medicina para un enfermo y la felicidad de un empresario ―Muestro los dientes ante lo que acaba de decir y él saca una carcajada― Gracias por ser tú ―Suspiro.

―Quiero que beses cada parte de mi vida, desde mis tristezas hasta mis mayores alegrías.

―Y así haré, besaré cada parte de ti ―Toma una mano y se la lleva a la boca.

―Gracias por ser tú ―Vuelvo a repetir― Solo bésame el alma y estaré aquí siempre ―Le digo con una voz tan dulce que nunca me había escuchado.

―Te besaré hasta el alma mi Kariam ―Dice y me vuelve a besar la mano.

Quedo conforme con su respuesta. Esta es una versión que nadie conoce, la profunda, cariñosa y enamorada. Me avergüenza mucho esta parte de mí pero también me siento tranquila sabiendo que todo lo que digo viene del corazón y que no puedo evitar hablarlo. Él se acuesta a mi lado otra vez y yo me recuesto mirándolo. Empiezo a dibujar círculos en su pecho.

―Tengo hambre ―Le confieso.

―Hambre de mí o de comida ―Vuelve a tener una mirada intensa.

―De los dos Señor Stoll ―Le contesto con la misma intensidad.

Entonces me subo en él para iniciar la segunda parte.


Me despierto al escuchar un ruido cerca. Abro los ojos y lo primero que veo es a Mael con su mirada en mí, acostado a mi lado mientras toma una mano mía con la suya.

—Buenos días —Dice y sonríe.

—Buenos días —Con mi voz un poco carrasposa por haberme despertado recientemente.

Sin darme cuenta se gira y se sienta para después tomar una bandeja que hay en la mesa, a la par de la cama. La cual lleva comida, un desayuno. Es demasiado romántico, me encanta. Entonces me siento y me recuesto en el respaldo de madera de la cama. El pone la tabla con comida sobre mis piernas. Están los platos y a sus alrededores en donde no hay nada, unos pétalos color morado llenando los espacios. Vuelvo a dirigir mi mirada a él.

—Come preciosa —Dice. Yo me abalanzo sobre él sin botar la comida para poner mis brazos alrededor de su cuello.

—Eres más de lo que esperaba —Solo escucho como sonríe en mi hombro.

―¡Me gustas! ―Grito y solo suena mi eco.


Está chapudo por el sol que le pegó en la cara mientras subíamos la montaña. Al inicio pensé que sería fácil aceptar el reto de subirlo con Leo y Lisset pero no fue así. Ella se quedó a medio camino y Leo por no dejar a su novia sola se quedó con ella. Yo aguante hasta arriba aunque estuve a punto de caerme muchas veces. No se ve nada más que neblina y se sienten los rayos del sol pegándonos en la cara.

―¡Te quiero Kariam! ―Grita Mael a mi lado.

―¡También te quiero Mael! ―Le contesto y nos giramos para mirarnos y sonreír.

Ya llevamos cuatro semanas como novios y han sido muy buenas y divertidas, a pesar de que no tiene mucho tiempo libre por los proyectos nuevos, él hace todo el esfuerzo para estar conmigo aunque sea unas horas y yo cuando puedo voy a su departamento a acompañarlo y alguna que otra vez pasarnos jugando.

―Ya casi llegamos ―Los dos nos giramos para ver atrás y es Lisset con mi hermano que llegan para acompañarnos.

―¡Llegamos! ―Dice ella mientras levanta los brazos y corre a mí lado.

―¡Yei! ―Le digo y levanto los brazos también para que saltemos juntas, pero nos detenemos al escuchar una piedra que cae al vacío.

―¡Cuidado por favor! ―Habla mi sangre― Que no ha sido fácil llegar aquí como para que nos vayamos rápido.

Tiene razón, nos alejamos de la orilla y esperamos a que la pareja se relaje y tome aire. Ella y yo nos sentamos en una gran roca y los dos chicos se ponen a hablar. Mi hermano está raro desde hace días, no me ha querido decir nada, tampoco le ha querido hablar sobre eso a su novia, entonces veo que se quita la mochila y la abre con ayuda de Mael y saca rosas rojas ¡Queeee! Es obvio que no son para mi. Giro mi rostro a mi derecha y la veo a ella con los ojos cerrados, supongo que por el sol. Miro a mi hermano otra vez que me mira nervioso y luego la observa a ella. Entonces saca una caja roja de la bolsa de su pantalón de enfrente ¡Le va pedir matrimonio! Le toco el hombro y ella abre los ojos, me paro enfrente para que no vea a su novio.

―Leo quiere hablar contigo ―Pongo las dos manos enfrente y ella me las da.

―¿Qué? ―Dice sorprendida. La jalo para que se levante y la llevo hasta donde está Leo.

Mael ya se ha movido al otro extremo y esta grabando. Yo la haré de fotógrafa poniéndome al lado de él, luego de dejarla enfrente de mi hermano. Saco mi teléfono y empiezo a tomar fotos. Ella se lleva las manos a la boca cuando ve las rosas. Él se las entrega, está mega nervioso. Las toma, mientras que mi Leo se agacha para abrir la caja y ponerla enfrente de la chica. Se me hace un nudo en la garganta, voy a llorar.

―Desde el día en el que te conocí enfrente de aquel lago ―Se detiene, esta nervioso―, supe que iba a pasar por muchas cosas divertidas y algunas tristes contigo, pero lo mejor de todo es que las superamos juntos ―Hace otra pausa― Quiero que sepas que enamoré ―Me dirijo a ella, quien ha iniciado a llorar, se me pasa el sentimiento y empiezan a rodar las gotas por mis mejillas mientras sigo sacando fotos―, y es algo ―Le empieza a temblar la voz―, que no puedo explicar pero soy feliz a tu lado, por eso quiero preguntarte ―Ella solo lo mira― Si te quieres casar conmigo ―Todo se vuelve lento mientras esperamos la respuesta. Me levanto y Mael me mira, sonríe en modo de burla. Lo ignoro. Ella mueve su cabeza arriba y abajo.

―¡Si! ―Contesta con lágrimas en su rostro― Sí me quiero casar contigo —Él sonríe, saca el anillo y así arrodillado se lo pone en el dedo corazón de la mano izquierda. Se acercan y se besan para después levantarse mi hermano y abrazarla.

Mael deja de grabar y nos quedamos viendo a la pareja. Es tan bonito, mi hermano ha crecido tanto y los dos se merecen, son buenas personas y se toleran sobre todo. Después de calmarse y decirse cosas cursis el uno por el otro, nos acercamos nosotros y los felicitamos.

―¡Cuñada! ―Le digo mientras la abrazo, ella sonríe― Felicidades, amor eterno para los dos.

―Gracias ―Me contesta. Nos separamos y paso con mi León, a pesar de que habla con Mael, no me importa y los interrumpo.

―Felicidades mocoso ―Lo abrazo y él sonríe― Amor eterno para los dos ―Le doy la misma frase.

―Gracias, espero que los próximos sean ustedes ―Nos señala a los dos cuando nos separamos. Mael me mira y yo a él, es difícil vernos en un compromiso pronto, pero si nuestro destino es estar juntos, que así suceda.

Apreciamos un poco las montañas y las aves volar en lo alto cuando se despeja el cielo, luego empezamos a bajar y como a la una ya estamos otra vez en tierra segura. Después vamos a comer pizza para celebrar, aunque sólo fuimos ahí por Mael que siempre me quiere complacer, ya que sabe que me gusta. Como tanto, hasta que me lleno con cinco rebanadas, tenía mucha hambre, quede empanzada. Luego de eso cada quien regresó a su casa porque estábamos muy agotados. Todos prometimos no decir nada del compromiso hasta que hayan ido a visitar a los padres de Lisset al otro país.

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