XXIV. La mente también traiciona

Quisiera ser como esas chicas que no sienten nada luego de pelear con alguien, pero yo soy demasiado humana y muy sentimental. Ayer me dormí en mi momento de crisis y hoy me levante con una actitud de mierda. Cualquiera que pasa a mi lado o me mira sabe que estoy enojada. Me levanté a hacer ejercicio, pensé que con eso bajaría mi mala actitud, pero fue al revés. Todo el resto del día me la paso metida en mi cuarto, algunas veces llorando y otras solo viendo las paredes. No puedo seguir así.

No entiendo porque no le mande la carta que le había escrito, esa era mi oportunidad para terminar con lo nuestro. Debería acoplarme a él, a su rutina de trabajo, a su familia y a sus ex. Creo que lo que me aleja de él es el hecho de que me fue infiel sin ser algo. Cómo es eso de que se va acostar con esa rubia ¿Con qué cara podría enfrentar a mi dignidad, a mi moral? No me quiero arriesgar, pero tampoco lo quiero dejar. Si tan solo este sentimiento no existiera, si tan solo no lo hubiera conocido, si tan solo mis sentimientos no hubieran florecido cuando estaba a su lado.

Mi teléfono me dicta que son las siete de la noche y que debería llamarlo, pero sustituiré esa palabra por "debería ir a cenar" Para dejar de pensar en sus suaves labios, en cómo las comisuras de su boca te indican que es lo que quiere. En como mi piel se erizaba cuando estábamos juntos y en aquel único libro que nos gusta a los dos. Basta ya, de crear un caos en mi interior. Estoy sentada en mi silla y tengo los codos sobre el escritorio. Mis manos cargan un lapicero y sobre la mesa hay una hoja en blanco, esperando a ser llenada.

25 de julio del 2022.

Deseo que te encuentres bien y que nuestro último encuentro no te haya hecho tanto daño. Escribo esta carta para explicarte primero, la anterior. Fue escrita con mucho orgullo y arrogancia. Parece una locura pero mis sentimientos cambiaron en los últimos tres días. Lo único que cargo en mis hombros es tristeza, enojo y preocupación. Mael, se que tus sentimientos hacia mi son los más sinceros, pero por peleas como la anterior, lo mejor es que nosotros terminemos lo que nunca inicio. Créeme que valoro cada palabra que me has dedicado y también a ti como persona te aprecio mucho, pero si seguimos con esto, lo nuestro puede terminar en algo peor, que en realidad no deseo.

Quiero que entiendas que mi felicidad está por encima de todo, aunque suene egoísta, no quiero compartir mi vida con alguien, aunque solo sean unos días o meses. Lo que más me conviene es estar sola y por eso te deseo la mayor felicidad posible, que encuentres a la mujer indicada para ti. En caso de que tus planes no sean así, que puedas compartir con tus amigos. Espero que un día logres sacar de la cabeza de tus padres, la idea de un matrimonio forzado. Es más, no te preocupes por ese tema, yo hablaré con ellos para que todo acabe pronto.

Espero que estés de acuerdo con lo que propongo, no es necesario que respondas alguna de estas cartas. Te las haré llegar yo misma para evitar que se pierdan en el camino, sin más que decir, gracias por todo.

ATT. Kariam Beckett.


Pongo el lapicero en el escritorio, tomo la carta número uno y la actual para meterlas en un solo sobre. Espero poder entregárselas mañana y también espero no verlo. Trataré de evitarlo todo lo posible. En ese momento escucho que vibra mi teléfono sobre el escritorio, la pantalla se enciende. Me ha caído un mensaje.

―¡Hola señorita Kariam! ―¿Señorita?

―Hola ¿Quién eres?

―Soy Nicolás, el mesero. Espero no haber escrito en mal momento.

―Tranquilo, no sabía que eras tú.

―Mañana abriremos el local tarde, si quieres puedes venir a almorzar con nosotros ―¿Será una buena idea?

―¿Tu jefe estará ahí? ―Necesito ser sincera.

―No, él no suele venir mucho aquí.

―Entonces ahí estaré ¿A que hora?

―A la una y media, te veo mañana.

No respondo nada más. Ahora estoy tranquila ya que mañana estaré ocupada y así no pensaré mucho en Mael. Mi estómago hace ruido y caigo en cuenta que no he comido nada en todo el día. Entonces salgo de mi cueva y me meto en la cocina en dónde encuentro a Alexia sacando agua helada del refrigerador. Antes que la cierre yo tomo la puerta y saco leche para comer con una galleta de chocolate que hay sobre el desayunador. Ella me mira mientras se toma su vaso con agua.

―¿Cómo estás? ―Me pregunta. Agarro un vaso de uno de los estantes y lo pongo en la mesa.

―Bien ¿Y tú? ―Le digo sin mirarla, mientras vierto el líquido.

―Bien ¿Podemos hablar? ―Me pregunta, pongo la botella sobre la mesa y la miro.

―¿Qué quieres hablar? ―Mi voz es tranquila.

―De Mael.

―¿Hay algo nuevo de él que yo deba saber? ―Le tiro, ella me mira asombrada por lo que estoy diciendo.

―Por favor escúchame... ―Nuestros ojos no sé despegan. Decido guardo silencio esperando a que siga― Cuando nosotros estudiamos juntos, él siempre se caracterizaba por ser el típico niño fuckboy, con la diferencia que siempre respetaba a las chicas que no querían nada físico, siempre les dejaba claras las cosas hasta que creímos que nunca se enamoraría. Le metimos muchas chicas para que cambiara, pero nada hizo que su corazón se moviera por alguien. Mael esta muy mal, te podría decir que destrozado, por eso te pido que si no lo vas a querer en tu vida que se lo digas de una sola vez...

Primero me piden que seamos amigos, luego que lo deje... Ninguna de las dos funcionarán...

―Claro, mañana le haré llegar el mensaje, no dudes en eso ―La interrumpo, ella forma una O en su boca, ante lo que acabo de mencionar.

―¿Siempre eres así? ―Pregunta sin dudar.

―¿Cómo? ―Meto la botella con leche en el refrigerador y me siento, tomo la galleta para abrirla.

―De engreída y enojada ―La vuelvo a mirar.

―No, creo que él me hace este daño, por eso deseo terminar ya con lo nuestro ―Le confieso.

―Ya veo, me alegra entonces que hayas tomado esa decisión ―Nos quedamos en silencio un momento para que ella siga después― Bueno, te dejare comer ―Se da la vuelta y sale.

Tiene mucho valor para decir las cosas y tan directamente. Lo peor es que dejó su vaso en la mesa, lo tomo y con mucho enojo lo coloco en el estante de trastos nuevamente. Si ella supiera que lo único que quería era quebrarme y decirle todo lo que estoy sintiendo. Ceno con un nudo en la garganta y el apetito que tenía lo he perdido, pero por mi falta de alimentación lo mejor es comer aunque sea un poco.

Cuando me despierto me dirijo al gimnasio de la casa y paso ahí alrededor de dos horas. Cuando salgo ya son pasadas las nueve. Antes de subir a mi habitación veo a mi hermano y a Lisset caminando por el jardín de girasoles. Están corriendo mientras se ríen. Se ven tan felices juntos y no quiero por nada del mundo que eso deje de ser así. Por eso tratare de llevarme bien con Alexia, para que no hayan mal entendidos. Me asomo por la puerta y los miro recostándome en el marco. Cuando ellos me ven, se detiene y me sonríen con sus rostros rojos por el movimiento.

―Hola Kariam ―Dice Leo.

―Hola ―Miro a Lisset― Hola ―Ella sonríe, parece muñequita de lo bonita que es― Deberíamos hacer una fiesta con nuestros amigos cercanos aquí afuera ―Les digo.

Los observo a ambos.

―Es una buena idea ―Dice ella― Así puedo conocer más personas y amigos de Leo.

―Es cierto, ya piensas hermanita ―Los tres reímos a carcajadas.

―Bueno, nos vemos más tarde ―Me giro y subo corriendo hasta mi cuarto.

Cuando entro, tomo mi teléfono de la cama y veo dos mensajes de dos números extraños, entro al primero y es un párrafo que dice así:

Hola Kariam, soy Amelia y quiero invitarte a que almuerces conmigo mañana a las doce y media. Espero que puedas venir y así conversemos un momento.

¿Qué querrá hablar conmigo? De igual manera le contesto, aunque debo admitir que responder a su invitación me causa miedo, ya sea por querer seguir insistiendo en el matrimonio o porque sabe algo. De igual manera tengo que hablar con ella y dejarle las cosas claras entre su hijo y yo.

Yo también necesito hablar con usted, nos vemos mañana, feliz día.

Le doy enviar al mensaje y entro en el otro chat en donde hay un audio, me da curiosidad porque dura dos minutos, le doy reproducir inmediatamente.

No pienso seguir luchando por ella, si quiere algo que venga a mi. Yo no he hecho esto en mucho tiempo, es más me niego a intentarlo —Se escucha que hacen un corte en el audio— No, ya no puedo, ella no me quiere y yo seguiré con mi vida de soltero y me moriré solo —Su tono de voz es más fuerte— Me da igual lo que diga mi familia o los demás, no voy a dejar que me dominen la mente —Otro corte— Deberían de enseñarle a no dejar a un hombre de esa manera, lo único que he hecho es demostrarle lo que siento y ella como me paga.

Termina el audio. Es la voz de Mael, será que de verdad me quiere. Aunque hubiera sido lindo escucharlo salir de su boca. Creo que he sido un poco mala con él y tiene toda la razón en quedar con un mal sabor de boca de mi. Admito que escuchar esas palabras me decepcionó un poco y me deprimió. También me hizo sentir la necesidad de ir a buscarlo. No hay de otra que olvidarnos, solo somos dos desconocidos más.

Me meto a la ducha y pongo a sonar música, lamentablemente mi play lista está diseñada para concentrarme, por el estudio, por eso lo primero que suena son canciones tristes. Me meto y dejo que el agua caiga por mi cuerpo mientras escucho "They one that got away" De Katy Perry la cual decido ignorar, porque la letra no se asemeja a la realidad. Tomo mi champú y me lo aplico en el cabello. Meto mis dedos y masajeo mi cuero cabelludo. Es tan relajante, todos estos días lo único que he hecho es llorar.

Suena la canción de "Besos en guerra" de MORAT, trato de no prestarle atención, pero la primera frase me hace detenerme mientras el champú cae por mi cuerpo y el agua sobre mi cabeza "Quién te dijo esa mentira, que eras fácil de olvidar" Maldita sea, mis sentimientos por él son más fuertes de lo que pensé "siempre he sabido que tus besos matan" No puede ser cierto, solo puedo pensar en él "sabiendo que tus besos matan, moriré de amor" Grito en medio de este baño mientras las gotas rodean mi cuerpo ―¡AH!― Me duele el pecho, estoy entrando en ansiedad ―Maldito― Grito, me agacho y me siento, rodeo mis pies doblados con los brazos y los llevo al pecho ―No quería sentir esto― Ahora solo caen mis lagrimas y lloro como un bebé, me quedo así por unos minutos. De pronto siento que me falta la respiración y no quiero morir aquí, así que me levanto, estoy tan débil, me termino de bañar, cierro la llave.

Agarro mi toalla y salgo de ahí. Para ese entonces ya estoy más tranquila pero el pecho me esta traicionando "este dolor solo es parte de tu imaginación Kariam, solo cálmate" Me repito una y otra vez. Me pongo mi ropa interior, después un short negro corto y busco una camisa, la primera que veo es la de Mael. La tomo y la aprieto en mi pecho, la miro y la vuelvo a poner en su lugar. Tengo que terminar con esto ya. Me quito el short y me pongo un vestido de cuello redondo azul con mangas cortas, que se ajusta a mi cuerpo. Busco entre mis punteras y decido usar unas blancas con tenis del mismo color. Me amarro el cabello en una cola alta, dejando un mechón de cabello suelto en cada lado de mi cara. Medio me enchino las pestañas, aplico rímel y me pongo un labial rosado suave.

Busco en mi armario en la parte de abajo, abro una caja y saco una mochila pequeña, de color negro. Meto mis documentos, billetera, las cartas y mi poca autoestima ahí, me la pongo en los hombros, mientras corro por mi teléfono al baño y salgo. En mi camino para irme, a la única que encuentro es a María.

―Saldré, regreso más tarde ―Le doy un beso rápido en la mejilla sin dejarla que me responda y salgo de casa.

Una vez afuera mi respiración se calma, pero para mi mala suerte me encuentro a mi hermano que camina hacia la casa. Me mira y yo a él. Trato de disimular que estoy mal.

―¿A dónde vas? ―Me pregunta. Se detiene frente a mi.

―¿Sabes cómo se llama la empresa de Mael? ―Su nombre me hace recordar el dolor en el pecho que aún no ha desaparecido.

―Digital Stoll ―Que nombre más original― ¿Por qué?

―Por nada, curiosidad ―Le respondo y él levanta una ceja.

―Por cierto ―Que bueno que cambia de rumbo la conversación― No te molestara que lo invite a la fiesta que haremos ¿Verdad?

―Aaa... ―Dudo un poco― Creo que al final tenemos que aprender a llevarnos bien, así que no hay problema ―Si que lo hay.

―Chivo ―¿Chivo?― Entonces te dejo, ve con cuidado y cualquier cosa me llamas ―Le sonrío forzosamente y paso a su lado.

Lo nuestro al final de todo no era nada. No se porque me complico tanto, sólo tomaré lo poco que me queda de mí y seguiré adelante.

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