XXI. Emergencia

Salgo corriendo sin pensarlo más. Escucho que Mael se queda hablando algo con él y en unos minutos lo tengo a mi lado. Al llegar a la fogata, al primero que veo es a Leo quien me mira preocupado. Los demás nos estaban esperando o eso quiero pensar, los veo tranquilos. Melissa está sentada y Antonio está caminando en círculos. Tomo mis zapatos y mis cosas. Mael me ayuda al ver que estoy temblando y sin decir nada salimos hacia el auto. Entrando rápidamente.

En el camino me pongo los zapatos. No sé qué pensar ni qué decir. No me lo voy a perdonar si a Mel le pasa algo grave. Ella es mi única amiga y la aprecio demasiado, cada locura con ella, cada palabra, todo. Me hacen eco los recuerdos. Cuando tuvimos nuestra temporada de comer sorbete cada vez que salíamos de la universidad. Cuando ella me aconsejó en el momento en el que mi ex me hizo daño, si no fuera por ella yo seguiría en esa relación tóxica. Cuando ganó un premio en una fiesta, que fue de 100 dólares por tomar tres vasos de alcohol rápido. Parecía que le habían dado el mejor regalo, estaba muy feliz. Sonrío a medias ante el recuerdo mientras una lágrima cae a mi mejilla.

Mael no dice nada, solo conduce y ni siquiera yo sé dónde está, ni a dónde vamos, pero confío en él. No la debí dejar sola, ella es mi cangrejito. Le pusimos así porque es alérgica a ellos cuando los come, pero le gustan mucho como animales. Empiezo a llorar y a sollozar sin querer. Me limpio las mejillas con las muñecas, mientras que Mael pone una mano sobre mi pierna.

―Todo va a estar bien ―Dice, creo que para animarme― Ya casi llegamos ―Sonrío como puedo para calmarlo a él también.

Cuando Mael estaciona el carro, me bajo y veo el gran edificio blanco del hospital. No hago nada, me quedo ahí parada porque él se está poniendo los zapatos. Entre tanta cosa y cambios de emociones en las últimas horas, noto que la ropa se nos secó casi al completo. Se baja rápidamente y caminamos a un paso veloz. Entramos al hospital, me quedo helada al no saber que decir cuando nos acercamos a recepción.

―Venimos con la Señorita Mel que está en cirugía ―Se adelante él a hablar.

―Suban en el elevador hasta el piso tres ―Nos dice la enfermera y corremos hacia ahí.

¿Está en cirugía?

Cuando ya estamos en ese piso, Mael se adelanta a preguntar sobre ella y veo en el pasillo de mi lado derecho a Joel desesperado, dando vueltas en un mismo lugar. Camino hacia él y al verme se detiene. Cuando ya estoy cerca me abraza y empieza a llorar ―No lo hagas, yo también estoy mal, estoy destrozada― Pongo mis manos en su espalda y las empiezo a mover para calmarlo. Mis lágrimas caen pero ahora quién necesita apoyo es él.

―Lo siento tanto ―Le logro entender a pesar de estar mal― De verdad perdón. Debí decirle que no se acercara a esas gradas.

―Todo está bien, lo que pasó ya está ―Menciono como puedo― Ahora solo queda luchar por el presente. Ella estará bien ―Finalizo con eso.

Siento que alguien está detrás de mí. Seguramente es Mael. Joel se separa y se agacha para sentarse en el suelo. Hay dos sillas en el pasillo únicamente, por lo cual entiendo lo que está haciendo. Me giro, exactamente como suponía, ese hombre está esperando por mi.

―Le están haciendo una cirugía en la cabeza ―Dice― Perdió mucha sangre, le harán transfusiones ―Abro los ojos en este punto ¿Cómo?― Y esperaremos a que se despierte ―Me lee la mente―, ahorita le pusieron anestesia y luego le harán unos exámenes para asegurar que todo esté bien ―Explica.

Joel recuesta su cabeza en la pared y yo afirmo con la cabeza para qué entienda que escuché, pero que no deseo hablar. Me siento y luego Mael lo hace a mi lado. Esperamos pacientemente. A los treinta minutos el chico de camanances se levanta y nos mira a ambos.

―¿Quieren algo de comer? Puedo pedir algo o yo mismo la iré a traer.

―No tengo hambre ―Echo la cabeza atrás― Y aseguro que Joel tampoco ―Lo miro y se le ve sereno, aún así no pronuncia nada― Pero debemos comer ―Ahora pego mis ojos a los de él― Si no, nos vamos a enfermar nosotros.

En ese momento sale un doctor con vestimenta azul de la puerta del fondo del pasillo en donde dice "emergencia", Joel y yo nos levantamos esperando a que nos diga algo.

―¿Ustedes son familiares de la señorita Mel? ―Pregunta.

―Nosotros sí ―Escuchamos al fondo decir. Todos volteamos y nos llevamos la sorpresa de ver a los padres de ella.

―Bien señores, les voy a explicar la situación ―Se acerca más a nosotros y todos formamos un círculo. No sé cómo pero de un momento a otro tengo a el chico de mis tormentos a mi lado  tomándome de la mano. Agradezco mucho tenerlo conmigo― Como se golpeó la cabeza ha perdido sangre, tenemos alguna que se le será aplicada pero necesitamos que la repongan. Vamos a pedir tres donantes por si llegara a pasar algo, esperemos que no ―Nos mira a todos el doctor.

―Yo puedo donar ―Dice Mael.

―Yo también ―Pronuncia Joel.

―Y yo ―Habla el señor Carter.

―Perfecto, deben descansar y el día lunes a las siete de la mañana deben venir. Ahora bien con respecto a la señorita Carter, se encuentra bien, ahorita está sedada. Le dimos cuatro puntos y debemos estar pendientes porque cuando despierte le haremos unos exámenes urgentes.

―Está bien doctor ―Responde Joel. Todos estamos preocupados pero parece que él lo está aún más.

―Deberían de turnarse, que se queden dos personas con ella, en unos minutos la llevaremos al cuarto ―Sin decir más pasa en medio de nosotros y desaparece de nuestra vista.

―¿Qué pasó Kariam? ―Me dice la madre de Mel.

―Su hija se cayó cuando andábamos caminando por el mar y su cabeza terminó sobre una piedra, al levantarla estaba sangrando y en el instante se desmayó ―Ella abre los ojos ante la respuesta de Joel.

Él no la puede ver a los ojos. Se ha de sentir culpable por todo. No quiero que piense así porque es culpa de todos, en especial mía, por dejarla sola.

―Ahora tenemos que esperar ―Le digo.

―Y tú Kariam ¿A dónde estabas? No viste lo que pasó, pudiste decirle que se cuidara, ella es mi hija, solo te pido una cosa y es que la cuides ―Me mira muy enfadada. Lo único que puedo hacer es bajar la mirada― Por favor, ella es mi única hija ―Empieza a llorar.

―Señora no la regañe. El culpable fui yo por decirle que fuéramos a caminar ―Agacha la cabeza Joel. En realidad la culpa es de los dos.

―Perdónenme, sé que me descuide. A mí también me duele lo que está pasando, yo también la quiero ―La miro a los ojos con un poco de valentía― Ella es como mi hermana.

―Creo que ninguno es culpa de lo que ha pasado ―Habla rápidamente Mael, quién está detrás de mí― Las cosas solo pasaron Señores ―Se dirige a los dos y me aprieta la mano al verme soltar una lágrima otra vez― Mi nombre es Mael Stoll ―Les ofrece la mano libre y ellos la reciben amablemente. Me sonrojo cuando noto sus ojos sobre nuestros dedos entrelazados. Sospecho que se sorprenden, porque no me han conocido una persona en mucho tiempo, aún así no dicen nada. Creo que por respeto― Su hija estará bien y le aseguro que cada uno de nosotros lo único que ha hecho es cuidarla y entregarle cariño ―La mirada de ambos se tranquiliza al escuchar eso. Entonces la señora se sienta y el papá de Mel se queda parado, creo que con ganas de seguir hablando.

―Iré al baño ―Digo en voz baja. Mael me logra escuchar porque me suelta.

Qué noche más cansada y llena de emociones. Las enfermeras me ayudan a encontrar el baño, en el camino saco mi teléfono, solo veo la hora y las llamadas perdidas de mi madre y de mi hermano. Entonces le marco a Leo y me responde al instante.

―Hola

―Hola ―Le contesto.

Le comento todo lo que está pasando y le pido que se lo comunique a mi madre. Fue una llamada corta pero productiva. Deseo que esto acabe ya y que ella se pueda recuperar pronto.

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