XIV. Te odio

Al llegar a casa mi madre me empieza a hablar. Yo no tengo ganas de platicar así que le corto la conversación rápido, o eso trato.

―Hija ayer estaba muy preocupada, pudiste haberme avisado que te quedarías en casa de Mael ―La miro a los ojos cuando pronuncia su nombre.

―Es la primera y la última vez que pasa mamá, deseo no volver a verlo y si viene a buscarme dile que no estoy en casa o alguna otra excusa —Le digo mientras camino a las escaleras.

―¿Por qué? Si es tu prometido ―Me dice.

Me detengo y me giro sobre mis talones para observarla.

―Pues ya no lo será más madre, me niego a tener cualquier tipo de contacto con él ―Estoy enojada.

―Lo lamento mucho pero eso será imposible porque lo he invitado a darle la bienvenida a tu hermano con nosotros el domingo y él ha aceptado ―No puede ser cierto, mi mamá me va matar. Mis nervios están por explotar― Así que espero que puedas comportarme al menos por una vez y que no le causes molestias a tu hermano ni a nadie de la familia.

Después de decir eso desaparece, dirigiéndose al jardín. Cierro mis ojos y al abrirlos una lágrima cae a mi mejilla. Decido ignorarla. Subo a mi habitación para terminar de quemar mis penas ahí y llorar y gritar todo lo que sea posible por lo que me ha hecho ¿Qué planes tendrá en mente esa mujer? Lo que sea que planea lo está haciendo bien y la verdad yo no pienso pelear por un hombre como él, mucho menos cuando casi no lo conozco. Solo sé un par de cosas que me han dicho sus amigos y su familia, pero no más. Como por ejemplo que le gusta el sorbete de vainilla, no prueba otro sabor que no sea ese y que hace ejercicio para poder dormir en las noches por su insomnio, no por verse bien físicamente.

Me dijeron que le encantan los números y que muchas veces deseó ser profesor, pero a la vez le interesaba todo lo empresarial por lo cual eligió quedarse apoyando a su padre. Me parece fantástico como es él en todo este ámbito, pero en el amor, ha fallado y no es que haya una carrera para saber cómo amar, pero al menos debería haberlo aprendido mientras iba a la universidad o apreciando a sus amigos. Parece el chico perfecto, aunque todo haya sido un fracaso. Me acuesto en mi cama y empiezan a caer gota por gota sobre mi almohada, con solo pensar que lo deje tocarme para que después me tratará de una forma tan despiadada.

Mi día sábado pasa de una forma triste. Decido sacar todos mis sentimientos este día para estar mejor el domingo en presencia de mi hermano. Cuando bajo a cenar después de no haber comido nada en todo el día, veo un arreglo de rosas blancas con las mismas notas misteriosas y un Att. Stoll. Tomo la nota e ignoro el arreglo. Abro el refrigerador y saco leche para comer con cereal porque no deseo comer otra cosa más que eso. Luego vuelvo a mi habitación sin ver rastros de mis padres, supongo que han de estar preparando la llegada de mi hermano. Me duermo sin pensar en otra cosa más que en lo de anoche.

―No me puedo creer que haya dejado que me tocaras.

Lo miro y mis lágrimas caen despiadadamente hasta el suelo.

―A mí sí me gustabas.

Él solo me observa con los ojos devastados.

―Al menos contéstame algo ―Mi tono de voz empieza a subir y un eco se hace cada vez que hablo― ¡Di algo! defiéndete, no puedes seguir ignorándome ¿Cómo piensas arreglar esto? ―Las últimas palabras las digo gritando.

De pronto todo se vuelve negro y estoy sola.

―¡No! ―Grito― Otra vez no, sabía que no debía confiar en ti. Maldito.

Me despierto con el corazón latiendo a mil y con sudor en la frente, creo que tengo calentura.

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