X. Despedida

Salgo corriendo del auto hasta entrar a la cafetería en donde nos hemos reunido. Todos están ahí, Lorena, Mel y Sebastián, si como no. Detrás de mí entra Mael y todos se quedan sorprendidos por eso, luego me miran a mí con su ropa y me sonrojo. Abrazo a mis amigas y saludo a Sebastián con la mano quien me contesta amablemente. Me siento enfrente de ellas, quienes están tomando café.

―Sebastián puedo hablar contigo un momento ―Le dice Mael muy serio, nos mira a nosotras y se levanta.

―Ya regreso.

―¿Qué le pasó? ―Dice Lorena.

―¿Por qué? ―Pregunto poniéndome nerviosa.

―Su cara ―Menciona Mel.

―Aaa... Es que se peleó con un tipo en una discoteca, porque me estaba viendo y me empujó cuando estaba bailando con él ―Las dos abren los ojos sorprendidas.

―¿Cómo? ―Mel se acerca más― Tu tienes un romance con ese chico, imagínate lo que hace por ti.

―No, no, no ―Me tapo la cara con las manos, luego miro a través del vidrio que está atrás en donde se encuentran los dos chicos conversando afuera. Me dirijo a ellas nuevamente― Mael es raro, ayer fue su cumpleaños y me pidió que fingiera ser su novia porque la ex que le rompió el corazón estaba ahí.

―¿Qué? ¿Y solo eso paso? ―Pregunta Lorena.

―Si, solo eso y unos cuantos besos pero no más ―Mis mejillas arden― En realidad no quiero hablar de eso.

―Me voy del país y parece que nuestra Kariam ya va a conseguir novio.

―Aunque dice Joel que él no se toma a las chicas en serio. Siempre les dice lo que quiere desde el inicio y aunque más de alguna ha tratado de llamar su atención ninguna lo ha logrado, así que ten cuidado ―A mi me dejó claro que no quería un matrimonio pero no lo demás.

―¿Quién es Joel? ―Pregunto curiosa y a la vez para cambiar de tema.

―Aaa... ―Se pone nerviosa― Es el chico de la fiesta que yo estaba admirando por su bello cuerpo ―Dice descaradamente y no puedo evitar reirme.

―Así que tú también andas en un enredo amoroso ―Le digo.

―Sí pero nosotros solo tuvimos sexo y ya.

¿Solamente eso? Nombre mija, te saltaste todos los pasos.

―¿Segura? ―Dice Lorena mientras Mel nos mira nerviosa. Suspira y saca la verdad.

―Hemos estado saliendo unas cuantas veces, pero eso no asegura algo.

―Qué bonito ver a mis amigas en esta situación.

―No te olvides de nosotras ―Digo y le tomo la mano, luego Mel la pone sobre la nuestra.

―Es cierto y ven a visitarnos.

―Y contesta llamadas.

―Y si vamos a verte nos recibes en tu casa ―Ella se ríe.

―Si, si, si, las voy a extrañar chicas ―Una lágrima sale de su ojo. Las dos nos tiramos a abrazarla.

―Nosotras también ¿Qué serán de las fiestas sin ti?

―Y de las clases sin ti ―Nos ponemos sentimentales y las gotas empiezan a caer por nuestras mejillas, hasta que entran los dos hombres nuevamente y se sientan.

Sebastián se une a nuestra conversación pero Mael no dice nada. Nos quedamos hablando un poco más sobre la hora de llegada del vuelo y la amenazamos con que debe avisarnos cuando llegue. Le recordamos que no se olvide de nosotros. Luego les deseamos felicidad a ambos y nos despedimos con un abrazo. Se suben al auto mientras los vemos marcharse. Lorena se asoma por la ventana y saca la mano para despedirse.

―Es tan triste y a la vez estoy feliz.

―Así me siento yo ―Menciona Mel. Luego de unos segundo de silencio nos miramos a los ojos las dos― Bueno me tengo que ir, te dejaré sola con tu príncipe.

―No es mi príncipe ―Le digo aun sabiendo que está atrás de mi y que seguramente me está mirando.

―Como sea ―Se sube a su carro dejándome sola con él, otra vez. Me volteo y lo miro.

―¿Vamos al departamento? ―Asiente con su rostro aún serio. ¿Qué habrá hablado con Sebastián? Supongo que es algo que nunca sabré, solamente que él quiera contarme. Me abre la puerta del carro ¿Qué carajo hace?

―Súbete ―Su tono es tranquilo, al menos se que no está enfadado. La lluvia se calmó hace media hora pero está empezando a pringar otra vez así que entro.

El camino de regreso es igual al de cuándo salimos, silencioso. Empiezo a cabecear por ratos. Mael me mira y sonríe de lado, sé que tengo una cara de asco en estos momentos pero me da igual.

―Duérmete, yo te cuidare ―Dice y como que estuviera esperando esas palabras, al instante me duermo.

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