V. Gracias por lo de anoche

Pasadas las doce de la noche ya he tomado mucho y he perdido la cuenta de mis tragos. Hasta que estoy un poco sola, luego de que todos se fueran a seguir bailando o tomando, o lo que sea que se hace en estas fiestas, empiezo a sentir calor. La mayoría ya se ha marchado pero quedan cómo cinco o siete personas sin contar a mis amigas. Me deslizo un poco por la silla y me empiezo a quitar el pantalón. Lo veo muy difícil y me levanto, lo que sigue es un caos, ya que me caigo en la arena por el dolor del pie.

―¡AH! ―Grito y me mareo aun mas, me tomo la cabeza con las manos― Quería tomar hoy para olvidar lo que pasó con ese imbécil y él imbécil está aquí ―Digo en voz baja mientras le pego con los puños a mis piernas. Levanto el rostro y él está frente a mí escuchando todo. Lo miro un poco aunque mi vista está borrosa.

―¿Enserio? ―Me dice. Me pongo a reír. Luego recuerdo mi calor y me quito el crop top de un tiro, dejando al descubierto mi brasier rojo.

―¿Qué haces me dice? ―En un tono serio.

―A ti que te importa ―Le contesto enfadada— Señor perfecto.

―Eres insoportable ―Dice en un suspiro.

―Deja de hablar tonterías y ayúdame a quitarme el pantalón ―Cierro los ojos― Por favooooor ―Deslizó las palabras.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Tengo calor —Me ventilo el rostro con la mano.

—Lo que tienes es que te has pegado una buena borrachera y te estás desnudando enfrente de todos —Dice mientras se agacha y se pone a mi altura.

—Si no me quieres ayudar esta bien, lo haré yo —Y empiezo a sacarme el pantalón pero Mael a quien a puras penas distingo, me obliga a detenerme cuando me agarra y me carga en su hombro, dejando colgar en su espalda mi rostro y brazos mientras le grito.

—¿QUÉ HACES? BÁJAME, ¡HAZLO YA!.

—Cállate por favor, te llevaré a casa —Habla de manera elegante y sutil.

—No seas un idiota —Me distraigo viendo su espalda musculosa que se deja ver por la camiseta, que me hace pecar, ya que se le pega en la piel.

—Que linda espalda tienes —Escucho una pequeña risita de parte de él.

Se acerca a mis amigas, las cuales están igual de tomadas que yo, lo se por sus risas tontas cuando llegamos. Escucho a puras penas algunas palabras en donde dicen que cada quien se hará responsable de una de nosotras y que tengan cuidado. Él empieza a caminar y yo sigo gritando que me baje, no es bonito ver todo desde esta perspectiva.

—Oye, bájame por favor. Escúchame —Digo torpemente—, espero lleves mis cosas, espero no las hayas olvidado o se las llevara el marrr —El desgracia sigue gozando, se ríe de lo que le digo. Llegamos al estacionamiento y me baja junto a un carro color negro— Por fin me bajas —Empiezo a tratar de caminar pero cuando siento el dolor en el tobillo, me detengo y me apoyo en Mael.

—Causas muchos problemas. Ya me siento cansado de ti —Yo no puedo disimular mis reacciones y arrugó la frente mirando a otro lado. Él abre el coche del lado del pasajero― Súbete.

―Nadie te mandó a aparecer por aquí, idiota —Le respondo en un susurro.

—Súbete Kariam —Suspira con un desespero en su rostro.

—¿Qué? ¿A dónde vamos?

―Solo súbete, parece que no tomaste lo suficiente como para estar consciente aún ―Me toma del brazo y me obliga a entrar, acepto porque me duele el pie.

Para cuando Mael entra al auto yo he cerrado los ojos y lo último que escucho es: "Tan hermosa y tanto que toma, como que si la hubieran rechazado" Quise contestar que sí, me rechazó él, pero el sueño me ganó.

―Papá deja de gritar ―Le digo mientras discute con mi madre.

―No sirves para nada, lo único que haces es conseguirle marido a tu hija cuando no quiere —Dice mientras grita y está a punto de pegarle a la mujer que me dio la vida, ella tiene una cara de terror total.

―No digas eso, yo si me quiero casar ―Menciono solo para calmarlo, mientras le detengo el brazo con una mano para que no la golpee. Mi cuerpo entero tiembla.

Todo cambia de un momento a otro. Ahora estoy en un cuarto blanco, sola, acompañada de un gran espejo en donde me veo. Llevo un vestido de novia blanco y un ramo de flores negras. Tengo tanto miedo, no me quiero casar, me parece una tontería. El corazón se me acelera y empiezo a gritar.

―¡No, no, no!

Hasta que me despierto y tengo encima de mí y con una cara de preocupación a Mael, quien suspira al verme despertar. Las personas normales cuando se emborrachan entran en un profundo sueño pero yo, hoy tuve una pesadilla. Lo miro y él a mi, luego veo sus brazos que me sujetan de los hombros, es ahí en donde cae en cuenta que está encima de mí y rápidamente se baja.

―¿Qué... qué estabas soñando? ―Pregunta al fin.

―Era una pesadilla ―Le digo aún adormilada― ¿Qué hora es?

―Son las cuatro de la mañana.

―¿A dónde estoy? ¿Qué está pasando? ―Por un momento confundo todo y creo que si me casé. Me levanto de golpe y al ver mi ropa de la noche anterior aun en mi cuerpo, a excepción de la blusa, me tranquilizo a medias. Ando una camiseta blanca, supongo que es de él, por lo demás noto que no pasó nada y suspiro aliviada.

―Tus amigas y tú se emborracharon, así que cada quien con mis amigos decidimos hacernos cargo de una de ustedes y a mi, me tocaste tu ―Dice mientras se frota las palmas de las manos en los ojos― Y vaya que eres un lio ―Lo dice con un aspecto serio.

―¿Enserio? ―Él me mira al instante y yo ignoro su último comentario― No me puedo creer que tomaras tanto para no recordar ―Me pego en la cabeza.

―Deja de hacer eso ―Me ordena― Por favor ―Al ver que no dejo de hacerlo se acerca y me detiene tomando los brazos fuertemente. Yo lo miro― Te vas a lastimar, no eres un ser que tenga miles de vida ―Se le nota enfadado por un momento y tiene razón.

Trato de ignorar el hecho de que sus manos están sobre mí y que sus brazos tienen aspecto de ser duros y fuertes. Lo tengo frente a mí y mi cuerpo me pide besarlo. Soy débil a su tacto. Trato de cambiar el rumbo de la conversación.

―Creo que es mejor que me vaya ―Me suelto de sus manos sin moverme más.

―¿Por qué? No sabes a donde estas, te puede pasar algo a esta hora —Su voz es melodía para mis oídos.

―No soy una niña y no es la primera vez que salgo a esta hora —Él da un paso en la cama hacia mi obligándome a mirarlo a los ojos.

―¿Y a dónde piensas ir? ―¿A dónde? A casa, no ahí no. A casa de Mel, tampoco, así cómo dice que estaba ayer dudo mucho que haya llegado a casa. Me rindo, me tocara quedarme aquí hasta que amanezca y lamento mucho esta decisión porque no quiero estar al lado de este hombre.

―Hola, Kariam vuelve ―Regreso a tierra y noto que él se ha agachado casi a mi estatura para verme. Sus labios, es en lo que me fijo al instante.

―Está bien, me quedaré ―Digo en tono serio y luego suspiro― ¿Cómo te diste cuenta de mi pesadilla? ―Pregunto mientras trato de alejarme de la tentación. Me siento en la cama y él hace lo mismo a mi lado.

―Digamos que se escucharon los gritos hasta el otro cuarto ―Abro los ojos.

―¿Tanto? ―Afirma moviendo la cabeza y sonriendo― ¿Desde cuándo vives aquí?

Ash, que pena que me haya escuchado así.

―Desde hace tres años ¿Por qué?

―Porque me sorprende que sea un cuarto tan frío, sin cuadros, ni arreglos. Tampoco tienes desorden. Parece una casa sola, como que si no viviera nadie aquí.

―No tengo muchas cosas porque me quiero ir de aquí.

―¿Cuándo? ―Lo miro y está de perfil, uno muy bonito y bien formado.

―No sé, quizás en el fondo si quiero tener una familia ―Se levanta―¿Qué hacemos ahora? ―Me sigue la mirada al notar que estoy viendo todo el cuarto.

―Me duele la cabeza y tengo hambre ―Él, con una familia, es algo que me llama la atención.

―Bien, entonces come y luego te tomas una pastilla ―Se levanta y camina hacia la puerta del cuarto― Voy a cocinar, cuando termines vienes ―Lo miro confundida, hasta que caigo en cuenta de que habla y pongo los ojos en blanco.

Su cuarto es oscuro, las paredes son grises a excepción de la que está frente a la gran cama, es blanca y tiene un televisor. A un lado de este, hay una puerta que supongo es el baño. La pared izquierda es una gran ventana pero está tapada por cortinas grises. Entro al baño que tiene un gran espejo en forma horizontal, luego de este, el lava manos con gavetas más abajo en donde al abrirlas hay cosas de aseo personal. Me lavo las manos y con mis dientes no puedo hacer nada, así que salgo después de secarme la cara con una toalla que hay colgada en el baño; por un momento me lo imagine desnudo y el corazón se me acelero.

―Qué cosas piensas, compórtate ―Me digo a mi misma― Me gustaria saber que cualidades debe tener la mujer de la que se llegue a enamorar.

Salgo de la habitación y me encuentro con un departamento pequeño pero con colores que dan a entender que un hombre frio y solitario vive ahí. Del lado izquierdo está la cocina, en donde está Mael preparando algo, pero no me ha visto. Del lado derecho hay una sala con sofás grises y un gran televisor, detrás de estos objetos en la pared de atrás (también gris) Hay un comedor para cuatro personas. Todas las demás paredes son blancas y en el fondo hay un ventanal gigante que está medio tapado por cortinas al igual que en el cuarto. Enfrente de mi un pasillo que divide la cocina de la sala y al fondo la puerta de salida, supongo. A la par del cuarto en donde estaba hay otra puerta. Creo que es otra habitación.

―¿Qué haces?

―Aaa... ―Mi cerebro dejó de funcionar al verlo con una espátula en mano y su pecho desnudo.

―¿Qué pasa? ―Abre los labios y muestra sus dientes, yo estoy ahí perdida viendo ¿Su cuerpo?

―No...Solo veía tuuu

―Departamento ―La mirada le cambia a una de picardía.

―Si, eso ―Trago saliva― Creo que huele a quemado ―Y aunque sea mentira lo hago para distraerlo.

―Buen intento, ya apague la cocina ―Las mejillas me arden― Ven a comer y deja de andar perdida.

Se da la vuelta y lo pierdo de vista. Suelto el aire que estaba conteniendo, creo que por nervios. Anda sin camiseta, lo que me sorprende y sospecho que es para llamar mi atención porque antes andaba con ella puesta. Se le nota que hace ejercicio por su abdomen y brazos bien trabajados.

Entro a la cocina y noto que ya se ha puesto ropa lo que me causa decepción, quería asegurarme que no era parte de mi imaginación. Está poniendo los platos de comida en la mesa, me siento en un taburete mientras Mael hace lo mismo a la par mía.

―Gracias ―Le digo mientras él pone un vaso con leche en la mesa―¿Leche? ―Digo sin pensarlo.

―Ayer cuando ya nos íbamos una de tus amigas, quien estaba borracha ―Se detiene a reír― Me gritó que no te diera café porque te quita el sueño y te hace vomitar. No se si es cierto pero no me quise arriesgar ―Qué vergüenza.

―¿Qué tanto pasó ayer? ―Le digo mientras lo miro.

―¿De verdad quieres saber? ―Afirmo moviendo arriba y abajo la cabeza.

―Te empezaste a desnudar enfrente de todos ―Me pongo colorada al escuchar eso― Pero solo te quitaste la blusa, te pude detener ―Abro los ojos― No digas nada, solo come ―Parece que leyó mi mente.

Obediente tomo mi tenedor y empiezo a devorar el desayuno que preparó, sabe cocinar. Hizo un omelet de huevos acompañado de crema y pan. Quien lo viera diría que no sabe ni levantar una escoba, pero hoy ya no pienso eso. Me da pena lo de ayer y agradezco mucho que me haya salvado de hacer algo más. Lo miro y otra vez lo tengo de perfil es muy lindo, con su nariz respingada y su mandíbula muy bien formada. Creo que podría pasar horas apreciándolo. Esta vez descubrí que tiene un lunar pequeño arriba de la ceja. Él me voltea a ver y rápidamente giro mi cabeza a mi plato de comida.

―Así que quieres tener una familia ―Le suelto. Lo veo por el rabillo del ojo que me está observando sorprendido ante mi pregunta.

―Creo que es normal que un ser humano no se quiera quedar solo ―Me llevo el tenedor vacío a mis labios solo para morderlo.

―Si, pero viniendo de ti.

―¿Qué tiene de malo? ―Uuuh su voz se está poniendo pesada― Probablemente en el fondo si quiero estar con alguien pero no quiero hacer el esfuerzo de conocerla y muchos menos de compartir con una persona a quien le da igual su dignidad cuando se emborracha ―Auch, eso va justo para mi.

―Ni yo quiero compartir con alguien que... ―No se que decir así que me quedo callada. Estoy a punto de explotar del enojo.

Mael termina antes que yo, se levanta y sale de la cocina, luego regresa y empieza a caminar. Pone un vaso con agua frente a mí, mientras yo sigo masticando, de mala gana, pero lo hago. Me pone una pastilla en la mesa.

―Tómatela y si quieres después ve a dormir, yo estaré en el cuarto de a la par si necesitas algo.

Primero es amable conmigo y luego un pésimo cortantes. Es un bipolar.

Se voltea y se va dejándome con ganas de otra respuesta, por ahora puedo decir que lo único que quiero es irme. Iba a darle las gracias por lo de anoche, pero con su actitud mejor me lo guardo ¿Cómo puede ser capaz de decirme tal cosa? En vez de ser amable conmigo. No tengo la culpa de que él haya estado ahí y que sea quien me cuidó. Me cae mal, definitivamente.

Después de hacer lo que me ordenó me fui al cuarto, en donde encontré mis cosas, la cartera de mano y mi teléfono, el cual tomo enseguida y desbloqueo para ver los chat de mis amigas. Ninguna me ha escrito así que lo hago yo, preguntándoles si están bien. Tiro el móvil en la cama, que frustración el estar sola en esta habitación. Tomo otra vez el celular y veo la hora, ya son las cinco y media de la mañana. Me meto en las cobijas y me dispongo a estar acostada hasta las seis para luego irme. La camisa de él huele muy bien, lo que me hace sentirme cómoda, aunque en el fondo quiero quitármela. Sin querer vuelvo a quedarme dormida en la habitación de un hombre, el cual solo sabe ser pesado cuando le conviene.

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Soy solo yo o creo que la actitud de Mael es muy pesada.

Jajaja, no olviden votar si les gusta el capitulo.

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