I. ¿Me vas a obligar a casarme?
Un ruido en la puerta me hace dar un salto en la cama. Son porrazos los que le están dando. Me toco los ojos con mis manos y empiezo a girar desesperada y con el corazón al mil por el susto, hasta quedar maneada en las cobijas y caer en el suelo en donde me doy un buen golpe en la espalda.
―¡Ah! ¡Silencio! ―Grito.
-Levántate tenemos visita y llegan en menos de una hora ―¿Visita un día viernes?
―¿Quién viene? -Digo adormitada y arrugó la frente aún en el suelo.
―Tu futura suegra ―¿Qué? Me tiro una carcajada.
―Estás loca ―Le digo entre risas y un minuto después me arrepiento de haberle dicho así a mi madre. Todo se queda en silencio luego de ese despertar tan trágico.
Esto no es una broma ¿Que está pasando? ¿Qué rayos está pasando? Me empiezo a mover para salir de las cobijas pero no puedo, sigo intentando y empiezo a girar en el suelo hasta que me deshago del enredo. Salgo del cuarto cinco minutos después de haberme cepillado los dientes y lavado la cara. Bajo de prisa las gradas solo con calcetines puestos, que me llevan a la primera planta y entro a la sala buscando a la señora Rut. No está ahí, así que salgo para el jardín en donde suele estar arreglando plantas y flores, pero es en vano mi búsqueda. No está tampoco. Corro a la cocina, siento un olor exquisito a comida. Mis ojos se abrieron de par en par al ver a mi madre cocinar con la empleada de la casa, María.
―¡MADRE! ―Grito y ambas me miran pero siguen cocinando como si no fuera sorpresa verme ahí parada esperando respuestas a mis preguntas.
―No grites hija que ya te escuche ―Dice mientras pela una zanahoria.
―¿Cómo es eso que "Mi futura suegra"? ―Le pregunto sentándome en una de las sillas que van al juego con el desayunador.
―Es hora que te cases ―No me lo puedo creer, mi madre es capaz de todo y esta vez me va a sacar de mis casillas― La señora Stoll quiere comprometer a su hijo ya que lleva años sin verle una tan sola chica de manera formal.
―¿Y si simplemente no quiere tener responsabilidades? Deberían dejarlo, además yo no quiero casarme ni mucho menos perder el tiempo con alguien ―Digo enojada, mi madre se voltea, deja el cuchillo en la mesa y se dirige a mí, de una manera dramática que hace que de miedo. Me toma de lo hombros para terminar sonriendo― Piensas igual que él, según lo que me ha contado la señora Stoll, viendo ambos perfiles ―Empieza a girar por la cocina haciendo ademanes que a mi me generan ansiedad a esta hora de la mañana―, se llevaran bien. Tú padre va a llegar en media hora, ve a bañarte, es tarde― Dice mientras me saca de la cocina y suena el timbre.
De verdad, quién no la conozca, no sabe que mi madre a veces me da miedo.
Miro hacia la puerta mientras otra empleada más joven la abre. Entra una señora con un vestido verde muy elegante.
―¡Oh no! -Dice exageradamente-, ya llegaron, sube ―Me dice mientras se quita el delantal que lleva puesto y lo deja en la mesa del desayunador― Hazme caso, les diré que estás estudiando ―Me empuja a las escaleras de mi casa, empiezo a subir pegándole duro a las gradas con mis pies y enfadada o mejor dicho haciendo berrinche.
Mi madre sale a recibirlos y yo me empeño en ir pegando fuerte el paso, lo que provoca que me deslice cuando estoy a dos gradas de llegar a los cuartos y caigo sentada. Arrugo la frente para no hacer ruido de lo mucho que me dolió. Miro a mi madre quien está hablando con la señora y a la par de ella se encuentra un hombre de traje y corbata, está serio mirando para todos lados menos a aquellas mujeres. Yo empiezo a hacer muecas de enojo hacia mi madre.
Me levanto sacándole la lengua asegurándome que nadie me vea, luego arrugo la cara y la imito mientras habla. Antes de seguir caminando noto que el chico se está riendo y me está mirando. Abro los ojos y me sonrojo al mismo tiempo. ¡Ha visto todo lo que hice! esto no puede empezar peor. Se controla o trata de ocultar sus ganas de seguir riendo y me mira a los ojos, creo que tengo una cara de pánico porque pasa la mano sobre su boca y traza una línea dándome a entender que no dirá nada. Eso me relaja y me obliga a sonreirle.
Lo saludo con mi mano y él solo mueve su cabeza para dar un gesto de "mucho gusto". Para ya no pasar más penas salgo corriendo a mi cuarto y cierro la puerta lo más rápido que puedo ¿Qué carajo he hecho? Si es él con el que quieren que tenga algo ya he ganado nuestra primera impresión y ha sido una pena. Me recuesto en la puerta y me doy un auto abrazo de consuelo. Será mejor que me apresure o ganare un buen de problemas con mi madre y con mi padre.
Treinta minutos después estoy lista con un vestido un poco ajustado de arriba y de abajo suelto que se ciñe a mi cintura. Lleva un diseño de cuadros por todos lados de color rosa y naranja suave. Mi corazón se acelera al recordar lo de esta mañana pero lo ignoro, no llevo nada de maquillaje y el cabello me lo he planchado quedando suelto, a la vez que tomo una cadena de oro con una pieza de corazón que me regaló mi padre en mi cumpleaños número quince. Fue conmovedor porque no quise fiesta y me llenaron de regalos, pero mi padre, el hombre que me dio el existir, nunca me había dado algo. Siempre era mi madre quien buscaba todo, ese día sentí un pinchazo de emoción en mi vida.
Me puse mis plataformas blancas y bajé en busca de los invitados. Siento que voy muy arreglada, algo que no soy obviamente. Los encontré en la sala por las voces y antes de entrar ahí recosté mi oreja en la pared y escuche la voz de la mujer que creo que es la señora Stoll, hablando con la mujer que me dio la vida.
―Es muy emocionante estar aquí ―Dice la señora Stoll.
―Claro, yo me siento igual, espero que nuestros hijos se lleven bien.
―Claro ―Digo otra vez arrugando la boca en modo de burla y en voz baja.
―Señora... ―Se detiene. Es una voz grave que me eriza la piel con solo escucharla.
―Rut Beckett ―Le contestó mi madre.
―Mucho gusto señora Beckett -Se aclara la garganta antes de continuar-, tenga en cuenta que no es la primera vez que me traen a visitar una familia y quiero que sepa que no me interesa en lo más mínimo el compromiso ―Se escucha elegante―. Así que le pido que no se haga ilusiones.
―Siento que estoy escuchando a Kariam ―Pongo los ojos en blanco aunque no me esté viendo―. Me dijo exactamente lo mismo hace un momento, pero se que se llevaran bien ―Dice mi madre.
De pronto escucho como se abre la puerta, giro hacia ella y veo a mi padre entrar. No quiero que se de cuenta que estoy escuchando, así que entro a la sala rápidamente, con mucho pánico por dentro.
―Buenos días, disculpen que llego tarde ―Digo recordando que son las once de la mañana.
―Buenos días ―Contestan todos. La madre de ese tipo anda un moño elegante y con maquillaje sencillo.
En la entrada de la casa se escuchan varias voces, no entiendo que pasa hasta que la señora Stoll habla.
―Oh, parece que nuestros maridos han llegado al mismo tiempo ―Se levantan al mismo tiempo para buscarlos, haciéndome a un lado mientras pasa ella y mi madre atrás, dejándonos solos a aquel hombre y a mí.
Yo lo miro y él saca su teléfono del pantalón, el que parece que estaba vibrando. Se lo lleva a la oreja y empieza una conversación con quién sabe quién es.
―Hola ―Dice― Si... No creo poder estar ―Me mira a los ojos otra vez, pero ahora mi corazón palpita rápido de una manera que no logro entender―. Tengo un compromiso... Si todo el día ―Dice con tono desafiante―. Cancela todo... Bien... Gracias ―Y cuelga.
Mira su teléfono, mientras que yo me siento en el sofá que está enfrente de él. Se levanta y camina hacia mí, extiende el brazo y me ofrece la mano, con la otra se mete el móvil en la bolsa de su pantalón formal.
―Mucho gusto, mi nombre es Mael Stoll ―Dice mientras le doy la mano y la estrechamos. En ese momento mi corazón se acelera un poco más, pero trato de disimular, al mismo tiempo que él arruga su frente mientras ve nuestras manos unidas.
―Yo soy Kariam, mucho gusto ―Respondo y por instinto separamos las manos, algo no está bien y ambos lo sabemos.
―Aaa... ―Parece nervioso, se vuelve a sentar y recuesta sus codos en su rodilla, una vez más me mira―. Te lo voy a decir de una sola vez, no estoy interesado en compromisos, es más, me parecen una locura― Cruzo los brazos y los recuesto a la altura de mi pecho― De verdad no quiero nada y es bueno que le digas esto a nuestros padres.
―Bien ―Digo de manera cortante.
―¿Bien? ―Ahora se le ve relajado, se recuesta en el sofá.
―No te voy a llenar de palabras, en algunas cosas pienso igual que ti, sobre todo el "No quiero compromisos" -Hago las comillas con los dedos para resaltar la frase.
―Está bien entonces ―Entra mi mamá y nos mira a los dos.
Es un conformista.
―Kariam lleva al joven a que conozca el jardín ―Yo la fulmino con la mirada, deseando que deje de hacer todo esto―. Así pueden platicar un poco -Lo último lo menciona con un deje de malicia.
―Me parece bien ―Dice Mael.
Eso no lo esperaba. Se levanta y camina hacia la entrada.
Yo no quiero hablar con alguien como él, se nota que es arrogante o es que yo lo estoy juzgando mal. Me levanto y lo sigo. Lo dirijo hacia la parte de atrás de la casa en dónde está el jardín, una piscina y un columpio grande en donde caben tres niños, pero en adultos sólo dos. Corro a sentarme ahí en una de las esquinas y para mi sorpresa Mael se sienta a la par. Se hace un silencio incómodo, lo observo y luego él a mí, desviamos las miradas.
―Puedo preguntarte algo ―Le digo.
―Sí ―Menciona y me mira curioso.
―¿Cuántas han sido las chicas que te han presentado para que te cases?
―Contigo seis ―Sonríe― Pero a todas las he convencido ―No soy la excepción, pero viendo lo guapo que es, más de alguna ha de haber dudado.
―¿Ninguna te ha causado problemas? ―Deja de verme y mira los girasoles que hay en el jardín.
Su perfil es precioso. Su piel lisa, con una barbilla que dan ganas besar.
¡Callate Kariam! Estás loca.
―Solo una.
―¿Qué hizo?
―Dijo que solo me iba a hacer una pregunta e hizo dos -Y sonríe, mostrando sus dientes blancos, resaltando sus labios y dejando ver unos camanances que se tratan de esconder cuando se encuentra serio. Yo arrugo la frente y vuelvo a la realidad.
―No sabía qué preguntar sería un problema ―Respondo.
―Son bromas, eres muy seria ―Pone cara seria y arruga la frente en forma de burla hacia mí, mientras que ahora soy yo la que se ríe a carcajadas― Eso quería ver ―Y sonríe― Eres muy bonita ―Yo paro de reír, miro hacia otro lado. Siento como mis mejillas arden― Te has puesto roja, que ternura ―Pongo mis manos en las mejillas para que no vea.
―Cállate.
Quiero verlo sonreír otra vez, hay algo en él que me gusta.
―No te gusta que te vean así ¿Verdad?
―Ujum ―Respondo.
―Pues es un honor señorita.
―Parece que no quieres nada serio pero sabes cómo acalorar a una chica ―Hablo sin pensar y cuando me doy cuenta de lo que dije me pongo nerviosa― No... quise decir que... ―Los nervios me ganan y las palabras desaparecen en mi boca, así que me levanto y empiezo a caminar por el inmenso jardín hasta perderlo de vista.
Lamentablemente él me sigue y no entiendo por qué. Camino hacia la piscina y al ver un cielo un poco despejado me recuerdo que tengo un exámen a las tres de la tarde de la universidad. Solo espero que ellos ya se hayan ido a esa hora, o más temprano para poder estudiar. Me quedo mirando el cielo que empieza a ponerse intenso junto al sol y Mael sin dudarlo se pone a la par mía. Nerviosa lo miro. Está observando el cielo al igual que yo hace unos segundos, pero él comparado con esas nubes se me hace eternamente guapo y un misterio, que deseo conocer de un momento a otro. Me gustaría poder besarle los camanances y los labios rosados a los cuales les pasa la lengua y luego baja el rostro para verme.
―Deberías disimular ―Dice y se queda en silencio viéndome a los ojos, la corriente eléctrica que siento en estos momentos me tiene atontada y no me permite quitar mis ojos de los de él, maldita sea― Eres muy hermosa ―Me acaricia la mejilla con la mano izquierda, yo retrocedo.
Que débil soy a sus tactos.
―Dime ¿A qué te dedicas? ―Pregunto para poder cambiar de tema.
―Soy el gerente de ventas de la empresa de marketing de mi padre.
―Oh ―Levantó la ceja en señal de sorpresa― Eso se escucha importante ¿Y por qué no eres el vicepresidente? ―Parece que con eso lo hice enojar, sinceramente era mi intención, quito la mirada primero y siento que he ganado por hoy.
―Esas son razones laborales que a usted no le incumben señorita Beckett ―Puf, tonterías.
―Bueno ―Desvío mis ojos a la piscina.
―Y tú, ¿a qué te dedicas? ―Dice después de unos segundos de silencio.
―Soy estudiante aún.
―¿Qué estudias Kariam? ―Esta última palabra la dice con odio y me encuentro con la sorpresa de que me estaba mirando cuando nuestros ojos se vuelven a alinear.
―Economía, señor Stoll ―Pasamos de tratarnos de tú a tratarnos de usted.
―Entonces eso significa que estamos en la misma sintonía ―Pensar que él estudió lo mismo que yo, me hace creer que esto es mucha casualidad.
―Así es ―Enredo mis manos detrás de mi espalda. Él me mira el cuerpo entero, da un paso hacia mi y luego otro hasta quedar muy cerca.
―No me provoque por favor, porque no deseo tener ninguna intención con usted.
―Ni yo con usted ―Respondo rápidamente. Mi respiración se está acelerando y creo que la de él también. Nuestros ojos no se separan en ningún momento.
Nuestra mente desea una cosa y el cuerpo otra.
Y de repente, en medio de aquel jardín lleno de girasoles, me besa, abriendo nuestros labios uno tras otro. Nuestros ojos cerrados y el corazón abierto, hasta que suelto mis manos y lo empujo, me paso la lengua por los labios y agacho el rostro. No me atrevo a verlo.
―Creo que deberíamos ir adentro ―Digo y empiezo a caminar, él no me sigue.
Cuando llego al comedor veo a mi madre y a la señora y señor Stoll sentados platicando. Antes de entrar me veo a mi padre quien me está observando.
―¿Qué pasa hija? ¿El amor te da miedo? ―Pongo los ojos en blanco al instante.
―El amor no, el compromiso si.
―Debes tomar responsabilidad de una sola vez por todas.
―Responsabilidad es hacer mi parcial a las tres de la tarde, sino, no me voy a graduar ―Le suelto y él se pone a reír.
Mi papá es alto y siempre usa barba, se suele pintar el cabello para ocultar sus canas y le gusta complacer a mamá. El día que le pregunté por qué siempre soportaba todo de esa mujer, me dijo que era divertido hacerlo, que sin ella no tendría sentido moverse y vivir todos los días. Desde entonces espero que un hombre se enamore perdidamente de mí como para hacer ese tipo de cosas. Mis pensamientos se detienen cuando oigo a alguien aclarándose la garganta, volteo a ver y es Mael, lamentablemente. Lo único es que ha escuchado todo y eso no me gusta.
―Los dejaré solos, con su permiso ―Dice mi padre y la electricidad vuelve cuando nuestros ojos se encuentran.
―¿Así que tiene parcial ahora? ―Me pregunta Mael.
―Si y no he logrado estudiar por su presencia este día ―Digo de manera cortante y miro el techo.
―Le puedo ayudar ―Dice y sonríe, mis ojos se abren como plato y luego sonrío para dirigir mis ojos a su perfecto rostro.
―¿Enserio?
―Sí, después de almorzar.
―Perfecto ―Pronuncio y muy feliz le doy la espalda y camino hacia el comedor en dónde ya están sirviendo la comida.
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Hola, espero te guste la historia y de ser así déjame un voto y agrégala a tu lista de lecturas.
Con eso me motivas mucho para seguir escribiendo.
Te quiero mucho.
Att. Kristal.
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