VII. "Berserkers."

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— Está bien, no mentimos— habló Stiles mientras Derek lo sujetaba contra la pared furioso—. Omitimos ciertas verdades. Verdades esenciales, ahora que lo pienso.

El padre de Scott le había contado todo sobre el incendio a Derek, lo que originó que el adolescente se volviera errático, llevándolos a la actual situación. El morocho arrinconando al humano contra la puerta cerrada de la habitación de Scott, mientras Maya los veía sentada en la cama, de brazos y piernas cruzadas, y disfrutando silenciosamente del dolor de Stiles.

— No quiero hablar con ustedes— dijo el adolescente soltándolo—. Quiero hablar con el Alfa, quiero hablar con Scott.

— ¡Ey! Yo también soy una Alfa— se quejó Maya desde su lugar, levantándose del cómodo colchón. A pesar de ya haberlo escuchado y visto varias veces, Stiles jamás se acostumbraría a que Maya fuera la líder también.

— ¡Pero tú también me mentiste!

La castaña bufó rodando los ojos, ya estaba cansada de tanto drama.

— Está bien, lo buscaremos— dijo Stiles sujetando la mano de Maya, antes de sacarla de la habitación junto a él—. Mi teléfono está abajo, lo llamaremos. Quédate aquí, no te muevas.

La llamada de Scott fue rápida, pero demasiado informativa. Parecía ser que Kate se encontraba viva y había transformado a Derek a la edad dónde ambos estaban juntos, para la desgracia de Maya, quien se encontraba nauseabunda. La mujer no podía controlar el cambio, por lo que necesitaba del Triskelion.

La furia comenzó a incrementar en la Alfa y se volvió insoportable cuando volvieron por Derek, encontrándose con su madre saliendo de la habitación por la ventana, dónde le dio una última sonrisa burlona, antes de desaparecer.

Se había llevado a Derek.

Un gruñido brutal salió de su boca y ni los intentos de Stiles pudieron detenerla de comenzar una persecución.

Salió por la ventana de la misma forma, siguiendo su esencia por las oscuras calles de la noche de Beacon Hills. La maldita era rápida, por lo que debía hacer un gran esfuerzo para que su enojo no la invadiera completamente, distrayéndola así de su objetivo. Pero algo más lo logró.

Una extraña sensación comenzó a correr por su cuerpo, una necesidad de correr en cuatro patas, que la asustaba. Ya conocía esa sensación, pero no iba a permitir que saliera a flote. Aún no estaba lista, o eso se hacía creer a ella misma, cuando en realidad estaba aterrada del resultado. Así que, tratando de reprimir el bello que quería salir por los poros de su cuerpo, siguió corriendo a toda velocidad.

A causa de esto, perdió el rastro cuando llegó a la secundaria. Se insultó a sí misma al haber fallado, pero una exclamación de su nombre le indicó lo contrario.

Scott se encontraba allí, junto a Malia y Peter.

— Estás aquí— murmuró Scott, sorprendido de que Maya estuviera junto a ellos, cuando hacía menos de dos minutos que la muchacha se encontraba en su casa.

— La maldita perra estaba frente a mí— gruñó molesta—. La seguí, pero... algo me distrajo.

— ¿Qué? — preguntó el Alfa preocupado.

Peter la miró fijamente, analizándola con precisión. Sabía perfectamente por lo que estaba atravesando, él mismo había visto a su hermana por el proceso.

Oh, puedo verlo en ti— dijo Peter mientras se acercaba para estar frente a ella—. La lucha interna por la evolución.

— No sé de lo que estás hablando— contestó seca, intimidada de que lo descubriera tan fácilmente.

— Sí, lo sabes— continuó cada vez más cerca, hasta que un mínimo susurro sería suficiente para que lo escuchara—. Tienes que dejarlo salir, pequeña sobrina.

Antes de que pudiera mandarlo a la mierda, sintió el extrañamiento en Malia, provocando que se alejara de él para acercarse a la coyote.

— ¿Oliste una esencia? — le preguntó Scott, al sentir lo mismo que Maya.

— Es la misma— contestó mirando a Maya—. La misma que en México.

La Alfa olfateó intensamente y lo captó, llevando una mano inconscientemente en dónde aquella criatura la había lastimado.

— ¿De qué habla? — preguntó Peter.

— Uno de ellos nos persiguió en las ruinas de la iglesia— explicó Scott.

— Y uno en la ruta— siguió Maya preocupada por el bienestar de su manada—. No pudieron habernos seguido hasta aquí, ¿cierto?

— Pero los pudo haber traído Kate.

Su conversación fue interrumpida cuando aquel sonido tan horrible y conocido para ellos, sonó en la lejanía.

— Escuché ese sonido antes— dijo Peter asustado, antes de preguntar— ¿Tenía cráneo de animal? ¿Un humano con un cráneo sobre su rostro?

— Eso creo— le contestó Malia, siendo la única que podía habar. Maya y Scott se miraban aterrorizados.

— ¿Qué son? — le preguntó Scott cuando logró que su voz saliera.

— Berserkers— contestó el mayor, mirado a sus espaldas.

Los tres se giraron encontrándose con aquella criatura que vieron en México, pero ahora con la poca luz artificial, pudieron ver sus detalles con más claridad. Malia estaba a punto de atacarlo como la vez anterior, pero Maya la sujetó del brazo, tratando de evitar que la coyote se hiciera un daño innecesario.

— Hay sólo uno de ellos— le dijo, aun tratando de atacar.

— Y significa que tenemos posibilidades— siguió Peter.

— ¿De ganarle?

— De sobrevivir— finalizó antes de salir corriendo en dirección contraria.

Los tres integrantes de la manada se miraron, antes de correr de igual forma detrás del mayor, siendo perseguidor por el Berserker.

Continuaron corriendo hasta que se enfrentaron a otro de ellos, lo que provocó que comenzaran a subir las escaleras hacia el segundo piso.

— Scott, son dos— señaló Maya sin saber qué hacer, después de todo, la última vez que enfrentó a uno de ellos, casi terminó muerta.

— ¿Dónde diablos está Peter? — preguntó el morocho de igual forma.

— No lo sé, acaba de irse.

El segundo Berserker se apareció frente a ellos, bloqueando su camino. Los tres se miraron sabiendo que su única salida sería pelear contra ellos, por lo que, sin perder tiempo, ambos Alfas cambiaron sus ojos dejando salir sus colmillos, para luego atacar a cada criatura.

Cada ataque era como si nada les hiciera, ellos terminaban más heridos por los golpes y arañazos que recibían. De alguna forma, los tres terminaron en el suelo siendo acorralados por los Berserkers. Hasta que Kira apareció con su katana dispuesta a defenderlos, pero luego de algunos golpes, terminó con el mismo destino que ellos.

Sin embargo, no fue la única que vino a su rescate. De alguna forma, el gruñido de los Alfas al caer al suelo había alertado al pequeño Derek, quién apareció a su rescate, comenzando a luchar con las criaturas. Pero algo extraño estaba ocurriendo.

La cara y el cuerpo de Derek comenzaba a distorsionarse por momentos, provocando que Maya lo mirara con extrañeza. Era como si el viejo Derek tratara de resurgir nuevamente.

Un extraño gruñido resonó por todo el lugar, provocando que los Berserkers se alejaran hasta desaparecer. Maya y Malia se ayudaron a levantarse mutuamente, la primera sacando se su rostro la sangre que salía de su labio partido, por uno de los golpes de la pelea.

Derek quedó de espaldas, viendo su desaparición.

— ¿Papá? — preguntó Maya en un susurro lastimero.

El nombrado comenzó a girarse lentamente, siendo una tortura para los espectadores. Finalmente pudieron ver su rostro completo, sus facciones maduras habían vuelto, al igual que el bello de su cara. Derek volvía a tener su verdadera edad.

Más ahora, sus ojos volvieron a ser dorados.

Ignorando el dolor de su cuerpo, la castaña comenzó a acercársele lentamente, aún sin creer que su padre se encontrara frente a ella. Sin poder evitarlo, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas por la tristeza y la furia contenida desde que había llegado a México.

Derek la miraba fijamente, tampoco sin poder creer que su hija se encontraba allí, frente a él. Pero, sobre todo, no podía creer la significativa palabra que había salido de sus labios.

Me llamaste papá...— murmuró acercando una mano al cabello de la castaña, para darle una suave caricia paternal.

Maya dejó salir un sollozo antes de enrollar su torso con sus temblorosos brazos, comenzando a mojar su camiseta con sus lágrimas. Derek la acercó a él de igual forma, sin poder creer que finalmente estaban reunidos de nuevo.








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