II. "Kate."





















— Severo odia esta música. ¿Yo? Siempre he amado la música de los jóvenes— comenzó a hablar la mujer frente a los dos adolescentes que irrumpieron en el lugar—. Este tipo, especialmente. Tiene una energía salvaje.

— Estamos aquí por Derek Hale— dice la pelirroja.

— ¿Eso es cierto?

— Sabemos que lo tienen, oímos que pueden ser sobornados.

El castaño a su lado comenzó a dejar el dinero sobre la mesa, demostrando que así era.

— Son $50.000 por Derek— afirmó al terminar de ubicarlo.

— Ahora, ¿de dónde saca un adolescente tanto dinero? — pregunta luego de un largo silencio—. ¿De la mafia japonesa?

El sonido de las armas siendo cargadas los alertó provocando que miraran a los hombres y mujeres a su alrededor, quienes los apuntaban esperando la orden de su jefa.

» No fue inteligente venir solos. «

— ¿Qué le hace pensar que vinimos solos?

La cara de la mujer cambió drásticamente.

— ¿Trajeron un lobo a mi casa?

— Trajimos a una Argent.

La habitación volvió a silenciarse, todos expectantes a la reacción de Araya ante la clara mención de la hija de Kate Argent, quien se levantó de su asiento para mirarlos fijamente.

— Mis amigos, no creo que sean conscientes del mal momento que eligieron— finalmente habló—. ¿Saben lo que es la Luna Negra?

— La parte de la fase lunar cuando la Luna es menos visible en el cielo— contestó Lydia rápidamente.

— Pero, ¿saben qué significa?

— Algunos dicen que es un momento de reflexión o duelo.

— Duelo y pérdida, mija— siguió mostrando el cuchillo en sus manos—. Me pregunto por qué cuando ustedes y sus amigos han sufrido tantas pérdidas, se arriesgarían de nuevo por alguien como Derek Hale.

— Porque no nos gusta perder— contestó Stiles antes de que la radio del jefe de seguridad se activara.

"Puerta del frente despejada."

"Sur despejada."

— ¿Y Norte? — pregunta Severo sin obtener respuesta.

"Stiles", la voz de Scott se escucha. "Retira diez de la mesa."

El castaño lo hace ante la atenta mirada de todos.

— Tal vez deberías aceptar el trato— sugiere Lydia.

— Aunque me siento inclinada a seguir la advertencia de una Banshee, voy a tener que rechazarla— contesta la líder sin bajar los brazos.

Por otro lado, Scott, Maya, Kira y Malia peleaban contra los hombres y mujeres mandados a detenerlos; obviamente saliendo victoriosos, mientras salían de la pista de baile hacia los pasillos del lugar.

— Solo denos a Derek, no lo quiere de todos modos— dice Stiles—. ¿No notó lo deprimente que es? No tiene sentido del humor, mal conversador. Vamos, acepte el dinero.

La mujer tan solo agarra la radio.

— Severo, muéstrales cómo negocian los Calaveras— ordenó antes de salir de la habitación.

Un extraño humo comenzó a salir intrigando al resto de la manada que se encontraba en los pasillos.

— ¡Es Acónito! — gritó Maya antes de caer al suelo junto a Scott y Malia.

— ¡Kira sal de aquí! — siguió Scott tratando de salvarla, al ser la única a la cual el humo no afectaba. Pero uno de los hombres Calavera la sujetó impidiéndoselo, mientras Araya se ubicaba frente a ellos.

— Alguien que ha sido Alfa solo por un par de meses debería ser más cuidadoso cuando enfrenta a un cazador de cuarenta años— dice con burla antes de mirar a Maya—. Y tú deberías saberlo más que nadie, querida.

— Sólo queremos a Derek— la interrumpe Scott.

— Mi lobito, estás muy lejos de casa.

La realización llegó al muchacho, mientras Malia y Maya no tardaron en desmayarse.

— Tú tampoco sabes dónde está— le dijo antes de ser electrocutado.














[...]

— ¡Despertaron! — exclamó Kira cuando los Alfas abrieron sus ojos confundidos. Se encontraban en una clase de baño completamente sucio y abandonado.

— No saben dónde está Derek— Scott contesta rápido tratando de no olvidar su último recuerdo antes de caer.

— Lo sabemos, pero ahora tienen a Lydia.

— ¿Lydia? ¿Qué quieren con Lydia? — pregunta Maya preocupada, mientras intenta levantarse, pero falla siendo sujeta por Malia. Quien vuelve a colocarla en el suelo lentamente.

Cuando ambos Alfas se recuperaron, no tardaron en ir hasta la puerta tratando de abrirla a la fuerza, más ésta no se movió de lugar provocando que Maya diera un grito de exasperación, antes de golpear uno de los adoquines de la pared con su puño. Claramente, rompiéndolo en mil pedazos y dejando una marca de sangre.

No podía perder a Lydia, no podía perder a nadie más.

— Tranquilízate— le dijo Stiles, sorprendiendo a Scott y Kira, después de todo, no se habían dirigido la palabra desde el aeropuerto.

— No me digas qué hacer— contestó de mala manera aun mirando la pared con sus manos estiradas en ella.

— Tu mano está sangrando.

— Se curará en unos segundos— y dicho y hecho así fue, ante la atenta mirada de Malia.

— Ya buscamos una manera de escapar— habla Kira tratando de ignorar la tensión que comenzaba a crecer—. Creo que mucha gente lo ha hecho.

— Yo digo que cuando esa puerta se vuelva a abrir, eliminemos a quién sea que esté en medio y corremos— sugiere Malia provocando que todos la miraran con el ceño fruncido.

— ¿Y Lydia?

— ¿Qué hay con ella?

— No nos iremos sin ella— le dice Scott acercándose junto a Maya.

— ¿Por qué no?

— Porque no abandonamos a las personas, ya hablamos sobre esto— Stiles se acerca a ella susurrando, como si olvidara que todos en la habitación tienen oídos sobrenaturales—. Las reglas del reino salvaje no aplican a los amigos.

Su cercanía incomodaba a la castaña, más no dijo nada. Después de todo ellos ya no estaban juntos y si Stiles decidía estar con otra persona, ella no era nadie para impedirlo. Pero igual dolía.

— ¿Eso es lo que harías como coyote, dejarla para que muera? — le pregunta Kira.

— Si estuviera débil y herida, sí— contestó sin saber el peso de sus palabras—. Si la cacería hubiera sido mala, me la comería y luego me iría.

— Buen trabajo, chicos— se burló Maya—. La chica nueva es una caníbal.

— Créanlo o no, eso es un progreso— señaló Stiles abatido.




— Chicos, aún no estamos muertos— trató de animarlos el Alfa—. Y eso significa que Araya quiere algo.

— Y no me sorprendería si es que quiere verme muerta— siguió Maya llamando la atención de la manada—. Ya saben... El código de cazadores.

— Pero si los Calaveras no saben dónde está Derek, significa que no se lo llevaron del piso, ¿cierto? — habla Kira, nuevamente llenando el silencio provocado por Maya.

— Tal vez se fue por su propia cuenta— sugiere Stiles.

— Tal vez alguien más lo encontró.

Apenas Scott dijo la última palabra los Calaveras entraron llevándose a Kira y Scott, dejando a aquel extraño trío solo en aquella habitación.

Los minutos pasaban, más nada podía oírse. La incertidumbre de no saber a dónde los habían llevado los carcomía, bueno, a todos menos a Malia.

— ¿Los escuchan? ¿Pueden escuchar a Scott? — les pregunta Stiles.

— No puedo concentrarme, hay demasiados sonidos y voces— responde Malia inmediatamente.

La mirada de Stiles pasa a Maya, cuando de repente esta empieza a sentir un gran dolor por todo su cuerpo haciéndola caer.

— ¡Maya! — exclama el castaño corriendo hacia ella—. Está bien, sólo respira. ¿Qué ocurre?

La Alfa intenta respirar como el muchacho le indica, más el dolor volvía con más fuerza cada vez.

— L-Le están hacie-endo algo a S-Scott— contesta como puede preocupando al Stiles, quien se dirige rápidamente a Malia.

— Practicaste esto con Scott antes, ¿recuerdas? — le pregunta a Malia desesperado por saber qué estaban haciéndole a Scott, además de impotencia por no poder ayudar a Maya.

— Lo estoy intentado.

— Está bien, solo concéntrate en algo— le sugiere—. Mira mis ojos, concéntrate en mi voz, concéntrate...

Ambos dejaron de hablar de repente, provocando que Maya girara a mirarlos, pero lo que encontró le destrozó el corazón. Malia se encontraba besando a Stiles, antes de separarse iluminando sus ojos al azul característico de los Omegas. El muchacho se separó incómodo, mientras las luces comenzaron a parpadear intensamente.

— Lo están matando.

Apenas Malia terminó de hablar, el fuerte grito de Maya fue escuchado por todo el lugar, llegando a oídos de Scott, quién se encontraba en la misma situación. Ambos Alfas iluminaron sus rojos ojos intentando sobrevivir al intenso dolor de la electricidad.

Stiles se acercó lentamente cuando el cuerpo de Maya dejó de convulsionar frente a él, cayendo en la cuenta del color de ojos de la chica.

— Eres una Alfa...— murmuró sorprendido, pero Maya sólo pudo escuchar unas pocas palabras.

"Di el nombre, Scott."

"Kate."
















[...]

— Entonces, ¿nos dejará ir? — pregunta Scott saliendo junto al resto de la manada, mientras sujeta a Maya por los hombros, después de todo, enterarse que su madre sigue viva, realmente la había dejado un tanto ausente.

— Envié cuatro hombres adonde se rumoreaba que se había visto a Kate— explicó Araya—. Ninguno de ellos volvió. Veamos si a ustedes les va mejor.

— Pudiste haberme dicho que estaba viva— habló Maya, sorprendiendo a ambos de que decidiera hacerlo.

— No me habrías creído— siguió la mujer—. Ahora sé qué tipo de Alfas son y cuál es su próximo paso.

— ¿Cuál próximo paso? — pregunta Scott.

— Cuando muerdan a un inocente, cuando conviertan a alguien en lobo, cuando hagan eso— explicó—. Cruzaré sus límites e iré a tocar su puerta.

Araya se dio la vuelta, pero la voz de Maya la frenó.

— ¿No vas a matarme? — le preguntó con la frente en alto—. Ya sabes, quiero estar segura de que no vendrás a matarme por tu código de cazadores.

La mujer rió.

— El código no aplica en ti, mija— se acercó a ella—. El gen lobuno ya estaba en ti desde que naciste, que tu madre haya querido convertirte en cazadora no te hace una. Ve a buscar a tu padre, Hale.

Araya se aleja, al igual que los Alfas, los cuales se acercan a su manada a un lado del Jeep de Stiles.

— Entonces, ¿ahora qué? — pregunta Stiles aún incómodo por el beso robado de Malia.

— Ella cree saber dónde podemos encontrar a Derek— le contesta Scott.

— ¿Va a decirnos dónde?

— De hecho, nos va a dar una guía.

Todos se miran confundidos, hasta que una motocicleta se aparca junto a ellos para luego sacarse el casco.

— Braeden— murmura Maya.

— ¿Quién es Braeden? — pregunta Malia.

— Una mercenaria— sigue Lydia.

— Ahora soy la única que los va a llevar a la Iglesia— habla la mujer de tez oscura.

— ¿Qué es la Iglesia?

— No es un lugar dónde encontrarán a Dios.

— Entonces tengo suerte de no creer en él— comentó Maya.

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