uno




Extrañaba las profundidades del mar. El oleaje de la corriente, las más oscuras esquinas donde la luz no podía penetrar. Extrañaba la frescura en su piel y la calidez de la sangre viajando a través de ella.

Pero más que extrañar su hogar, amaba la casa. Los gritos en el aire, estridentes y desesperados mientras clavaba sus garras profundo en la carne. La frenética lucha y la pelea que se desvanecían a medida que tiraba de su presa bajo el agua.

El olor de sangre y piel que hacía que su boca se aguara, y sus caninos dolieran.

Era el sentimiento más emocionante. Él y su grupo se alzaban hasta la superficie, sus colas fuertes, cabezas rompiendo el agua. Flotaban en las olas por un momento, antes de nadar más cerca, hacía los botes solitarios. Eran pequeños, tal vez del largo de tres de ellos.

A veces había comida suficiente para todo el mundo, pero a veces peleaban por sobres, separando brutalmente a la víctima.

Sus garras dejaban profundos surcos en el bote a medida que escalaba a bordo. Sus músculos contraídos pero poderosos, sentidos agudizados con adrenalina cursando a través de él. Ese reflejo en sus ojos, vidriosos y despojados de emoción.

Agua salpicaba sobre la popa, y él se mecía con el bote, a medida que el océano lo sacudía. Deslizándose y arrastrándose a sí mismo hacia la cabina. Ansioso en su sed de sangre. La lluvia caía sobre él, nubes negras, sobre la noche. A veces se escuchaba el rugido de los truenos a la distancia. La luz de la luna caía en fragmentos destrozados, oscurecidos por la oscuridad parchada sobre ellos.

Nunca cazaban en una noche despejada.

Molestaba a sus víctimas una vez que les tenía. Arrastrándolas debajo de las olas por algunos metros antes de dejarlos ir. Observando como comenzaban a patalear y agitar su camino hacia el bote, boyante en el agua. Los seguía de cerca. Cuando comenzaban a tirar hacia la seguridad, ahí era cuando envolvía sus frías manos alrededor de sus tobillos, arrastrándoles de vuelta.

A veces esto podía durar minutos si no se aburria. Pero una vez que se cansaba de molestar, finalmente se envolvía alrededor de ellos, y se hundía nuevamente hacia las profundidades que llamaba su hogar.

Sus ropas eran pesadas y saturadas alrededor de ellos, pero sus garras trabajaban rápidamente en la tela. Rompiéndola y triturándola con facilidad para llegar a la tan deseada carne.

Comían en grupo, un frenesí, sangre opacando el agua y sus mentes. Ninguna otra criatura se atrevía a acercarse, por el bien fundamentado miedo de convertirse en el próximo plato.

Devorando todo, a veces surgían peleas, gruñidos viciosos y dientes a la vista, a medida que se volvían en contra del otro. La mayoría del tiempo, no eran una especie totalmente caníbal. En algunos momentos, sin embargo... los accidentes pasaban.

Cuando estaban llenos, y el hambre les dejaba, abandonaban los huesos para que se hundiesen.  Una señal de su festín. El tinte rojo en el agua disipándose.

Algunos se iban juntos, muchos, como él, se iban solos.

Además de las cazas, vivía una vida solitaria. Completamente solo.

Luego regresarían a las partes más profundas del océano. Las partes más frías. Las partes más oscuras.

___


Park Jimin no frecuentaba la playa muy seguido. No tenía necesidad. No era un ávido coleccionista de conchas de mar, o un corredor entusiasta. No le importaba mucho salir durante el verano, prefiriendo en su lugar mantenerse en lo fresco, o dormir.

Aunque vivía en una de las agotadas, rebajadas casas cercanas a la costa, no se aventuraba muy lejos.

No podía nadar, y además, el agua era peligrosa.

Debajo de la superficie existía todo tipo de cosas. Dagas escondidas. Plantas que podían envolverse en tus tobillos, rocas afiladas, mareas altas y corrientes repentinas, todas representaban una amenaza, pero la cosa más peligrosa de todas, eran las criaturas que esperaban por él.

Las sirenas.

La gente desaparecía, arrastrados fuera de sus botes durante la noche. Muchas playas eran cerradas apenas el sol caía y se escondía en el horizonte. Las criaturas nunca salían de día. Sólo de noche. Se decía que vivían en el mar profundo, muy rara vez acercándose a las playas, pero niños habían sido raptados antes, mientras jugaban en la arena y las aguas poco profundas.

Sus probabilidades actuales de ser devorado eran aparentemente bajas, según las estadísticas. Era más propenso a morir en un accidente de auto que ante la garras de un monstruo marino. Pero de cualquier forma, esto no vendía a Jimin el prospecto de ser despellejado y comido por criaturas del mar.

O, sirenas. Había una diferencia supuestamente. Las ninfas de mar, o mermaids en inglés, eran sus contrapartes amigables, pero eran ficticias.

Sólo había visto fotos de los monstruos elusivos, y lucían mucho como personas. Bueno, exceptuando la cola y las agallas. Aparentemente, se suponía que eran muy inteligentes también. Manadas de animales que trabajaban juntos. Criaturas que vivían en solitud, sólo uniéndose para cazar y reproducirse.

Sus amigos le habían dicho que habían visto una vez, merodeando por las rocas de la bahía, pero Taehyung y Jungkook mentían todo el tiempo.

Como sea, el hecho era, que Jimin no era fan del mar. No era un gran amante de la arena. Se pegaba a lo largo de toda su ropa, aunque sólo caminara por la playa. Pero esta mañana era una brillante y clara, el cielo azul e infinito sobre él, ni una nube a la vista, y había sido encomendado con la tarea de pasear al perro de la familia.

La tormenta de anoche había destrozado la ventana de la habitación de sus padres, así que se encontraban ahora mismo llamando alrededor, tratando de repararla.

El mar lucía lo suficientemente calmo ahora.

El pequeño maltes blanco trotaba tras él, manteniéndose en sus talones.

Jimin había hecho todo el camino hasta el otro lado de la ensenada, donde pudo ver algo revolviendo y tirando agua por entre un grupo de rocas. Cuidadosamente, se abrió paso hasta allí. Sus pies descalzos crujiendo en la arena, perro trotando detrás de él. No tenía permitido estar sin correa cuando se encontraba cerca del agua por obvias razones.

Mientras se aproximaba, el revolvedero cesó antes de comenzar de nuevo. Había un olor pungente en el aire. Metalico como la sangre, pero también algo como pescado. La sal del mar se mezclaba con ello, confundiendo los sentidos de Jimin.

A unos cuantos metros, pausó. Cualquier cosa que fuera, seguía luchando, varado en una de las piscinas de rocas. Desde esta distancia, podía ver las líneas de pesca y red atrapadas y atascadas en las puntiagudas rocas. Los garfios enredados, no aflojándose, a pesar del tironeo del cautivo.

Las rocas oscurecían todo lo demás, igual.

Jimin se paró sobre ellas, la correa del perro en una mano, la otra sosteniendo las rocas para balancearse. Esta era el área más recluida de la playa. No podía ver ninguna de las casas desde aquí.

Estaba del otro lado del acantilado sobresaliente.

Hubo más salpicadero y agitación, después un siseo.

Jimin pausó. ''Hey'' llamó suavemente, tratando de calmar al animal.

Firmemente, casi en cuatro, se arrastró por las rocas, acercándose a la piscina de rocas, dando su mejor esfuerzo por evitar los fragmentos filosos. El perro aún lo seguía por detrás. El mismo hacia su camino hasta allí, tratando de navegar la superficie desigual con la mayor seguridad posible.

''Hey'' arrulló Jimin de nuevo, a medida que se acercaba. Empujó su cabello fuera de su frente.

Esta vez, la criatura se quedó quieta completamente. Después, dejó salir un largo siseó de advertencia.

Jimin pausó. Miró hacía arriba y se congeló, casi dejando ir la correa del perro. Se aseguró de apretar su puño más fuerte.

Ahí, enfrente de él, enredada en líneas de pesca y redes, había una sirena.

No había otra palabra. El torso humano y el rostro, la larga, escamada cola, brillando y reflejando en el sol. La criatura se encorvó hacia atrás, hombros jorobados, mostrando los dientes. Sus garras rasguñaban contra las rocas.

Jimin tomó tentativamente un paso hacia atrás.

La criatura tenia piel pálida, casi traslucida. Sus venas azules y marcadas bajo la superficie. Su cabello tan pálido que era casi blanco, y las escamas no eran diferentes. Ellas también, eran de un crema pálido, parecían suaves, y delicadas, no acostumbradas a los ásperos rayos del sol.

Jimin sintió que de alguna manera debió esperarlo. Había visto fotos en clase. Cómo cualquier otro pez de aguas profundas, las sirenas rara vez veían la luz del día, por lo que se encontraba muy sorprendido de encontrarse cara a cara con una en la brillantez de la mañana.

La criatura lo veía a través de pálidos, entrecerrados ojos. Todo acerca de ella estaba deslavado. Sus pupilas casi del mismo color que sus globos oculares. Colmillos largos y puntiagudos. Pero a diferencia de otros peces de profundidad, no era grotesco ni deforme. No en la misma manera, o a la misma escala que un pez de abismo lo era.

No había espinas o huesos extras saltando de su piel, no. Era continua y lineal. Las únicas características anormales siendo, las agallas. Dos en cada lado de su cuello, y tres a cada lado de su estómago, justo debajo de las costillas.

A pesar de estas, la criatura era indiscutiblemente hermosa, en una forma etérea.

La cosa le mostró los dientes, labios estirados hacía atrás en un gruñido.

La red la había atrapado y aprisionado contra la roca. Anzuelos de la línea de pesca se habían atascado, escarbando en su piel, con sangre manando de sus heridas.

Jimin no sabía que hacer, por lo que, en una voz suave, trato de calmarla. ''Hey...'' Debió estar corriendo en la dirección opuesta, teléfono en mano mientras llamaba por ayuda. Ayuda para él, no la sirena.

Su voz tembló.

Pero la criatura comenzó a suavizarse, y supuso que los libros tenían razón en cierta manera cuando decían que eran seres inteligentes. Jimin no estaba seguro por que lo había dicho, pero se agachó despacio.

''Déjame ayudarte.''

Tal vez era la suavización de la increíblemente pálida cara, o los caninos residentes. Tal vez era el entendimiento que se había extendido a través de las facciones de la criatura mientras ladeaba la cabeza y abría y cerraba la boca.

Jimin no estaba seguro de donde empezar. No tenía tijeras, asi que tendría que usar un pedazo de las rocas filosas. Pero tal vez no funcionaria. Si la sirena no había sido capaz de romper la red con sus propias garras, entonces, ¿Cómo haría Jimin para liberarla con un guijarro puntiagudo?

La criatura lo vio cautelosamente, mientras comenzaba a serruchar las delgadas cuerdas. Se alejó levemente cuando Jimin se acercó a levantar la red de la piscina de rocas.

Era trabajo duro, especialmente mientras Jimin debía balancearse precariamente para evitar caer en las rocas, o incluso peor, caer en la sirena. El sol proveía un calor incómodo.

La cola se liberó, y esta la envolvió rápidamente cerca de su cuerpo, y clavó su vista en Jimin. El final de su cola sacudiéndose como la de un gato.

Jimin dejó la red rota de lado.

Las líneas de pesca aún se encontraban rodeándolo apretadamente, enterrándose dolorosamente en su piel. Los anzuelos se encajaban mas profundo cuando se movía.

''Mira'' dijo Jimin. Imitó el sacar uno de los ganchos, usando la red para demostración, repitió sus acciones. ''Ayuda'' dijo simplemente.

Para su completa sorpresa, la sirena asintió. El shock de Jimin debió reflejarse en su rostro, y la sirena registró aquello.

En una voz grave, habló. ''Ayuda,'' las palabras le fueron devueltas a Jimin, en una manera calma. Un entendimiento pasó entre ellos.

Jimin sólo asintió sencillo, acercándose más.

El sol había alcanzado el mediodía ahora, pero estaba seguro de que sus padres no estarían muy preocupados. Era de día de todas formas. Y probablemente ellos seguían apurados en reparar la ventana.

Sintiendo su indecisión, la sirena estiró lentamente un brazo hacia él. La línea había escarbado profundo en la piel, lacerando algunas partes. Jimin no estaba seguro de como liberaría a la criatura sin lastimarla, y definitivamente no era muy fan de lo cerca que estaba de sus garras y dientes.

El perro se había mantenido atrás y alejado. Por lo menos él tenía buen juicio.

Cuidadosamente, Jimin tiró de la cuerda tan lejos de la fría piel como podía, antes de intentar serrucharla. Era fácil, viendo que era relativamente delgada y débil. Entonces, ¿por qué la sirena no lo había hecho por él mismo? Tal vez era difícil cuando estaba adolorido y enredado.

Jimin continuo, tomando mas confianza con cada línea que cortaba. Sangre fresca había goteado de algunos de los cortes, un contraste chocante contra la piel pálida. El pequeño charco de agua en la piscina de rocas se había tintado de rojo.

Peló lo último de la línea de la piel de la criatura, un acallado chapoteo acompañando la liberación de esta. Esto trajo un escalofrío para ambos.

Ahora, todo lo que quedaba, eran los anzuelos, incrustados en la carne de la sirena.

''¿Cómo?'' Jimin murmuró bajo su aliento.

La criatura lo estaba viendo cautelosamente. Estaba sentada ahora. Se veía bastante pequeña comparada a las fotos que Jimin había visto. O tal vez era sólo de tamaño promedio, y las fotos las habian hecho verse más grande.

Su piel de porcelana se había enrojecido bajo el sol, y sus ojos estaban permanentemente entrecerrados para evitar la luz.

Estirando una mano, Jimin le dio a uno de los ganchos un tirón experimental. La criatura gruñó, una mano envolviéndose alrededor del brazo de Jimin, garras hundiéndose en su piel. Incluso si hubiese usado una sudadera y no una camiseta, como había planeado, estas hubieran igual penetrado su carne. Bueno, al menos de esta forma ningún articulo de su ropa había sido roto.

''Ayuda'' dijo Jimin lentamente, tratando de calmarlo. Parecía ser una palabra que la sirena entendía. El agarre en su brazo disminuyó levemente, pero no lo dejó ir.

''Duele.''

Jimin alzó la cabeza de golpe cuando la criatura habló. Sorprendido, pasó saliva.

''Necesito sacártelos'' explicó, inseguro de si la sirena entendería. Pero lo hizo. Tal vez ella podría incluso hablar coreano fluidamente. Jimin no estaba seguro, pero estaba sintiéndose fascinado rápidamente. Después de todo, parecía haber aprendido varios tratos humanos, tales como asentir.

La mano que sostenía su brazo lo suficientemente fuerte como para hacerle un morete, por fin se aligeró. La criatura se giró y dobló unas cuantas veces. Lo miró de arriba abajo por un segundo, como tratando de decidir si seria sabroso o no. Jimin encontró que estaba aliviado, pero también algo insultado cuando la criatura no se lamió los labios ni trató de darle una mordida ahí mismo.

¿Acaso no era lo suficientemente bueno para ser comido? Sabía que no debería estar pensando asi, pero igual tomó ofensa.

Sostuvo su brazo extendido de nuevo, y permitió que Jimin lo tomase delicadamente.

''Lo siento, sólo...'''Jimin balbuceó en concentración mientras registraba el anzuelo y su daño en el brazo de la criatura. Había empezado a sangrar cuando Jimin había tirado de él, pero ya tenia sangre sobre él después de remover la línea atascada, así que no estaba del todo preocupado.

Jimin mordió su labio, mientras lentamente, tomaba el anzuelo y comenzaba a girarlo. Un gruñido bajo vino de la sirena, pero no se movió. Tomó un montón de cuidadosos meneos y agitación, pero eventualmente el metal se deslizó fuera con el menor daño posible, además del que ya había causado.

Una línea fresca de sangre corrió por el pálido brazo. Un rojo brillante.

Aún estaba el olor metálico de ella en el aire, y el aroma dominante a pescado, todo revuelto con la sal.

La marea estaba baja ahora, pero Jimin tendría que cuidarse de no quedarse atrapado en esta roca y ser eventualmente sumergido. Era especialmente peligroso ahora que estaba a la distancia de un zarpazo de una criatura marina no muy plácida.

La sirena parpadeó hacia él cuando alzó la vista, así que Jimin procedió al siguiente gancho, justo debajo de su codo.

El sol había viajado casi toda su ruta a través del cielo, para el momento en que Jimin alcanzó la cola de la sirena. Había estado estratégicamente evitando tocarla hasta este punto. Tambaleó.

El perro tiró de su correa, atrayendo su atención a la playa. Maldijo. La marea alta estaba llegando cada vez más rápido. Aún no había terminado de remover todos los ganchos de pesca, pero definitivamente no quería acabar atrapado.

Se volvió hacia la sirena que lo veía atentamente.

''Tengo que irme ahora'' dijo.

La criatura vio su cola y luego a él. Jimin sacudió su cabeza.

''El agua se volverá muy alta'' gesticuló flojamente detrás de él. ''¿No puedes sacártelos tu solo?''

''No.''

''Ah...'' Jimin se puso de pie. Trataba desesperadamente de pensar en algo. Empujó una mano a través de su cabello marrón.

''Ven mañana'' dijo la lenta y grave voz.

Jimin no estaba seguro de querer hacer eso. Había estado alerta todo el día, sus dedos temblando. Seguían temblando todavía. Su pecho se sentía ligeramente apretado. La criatura le ponía los nervios.

''Yo esperar'' añadió la criatura, como si supiera que necesitaba convencerlo. Pero Jimin era muy sensible. Aun con todo su miedo e inseguridad internos, no abandonaría a la criatura con garfios enganchados a su cola. Volvería mañana.

''Oh, okay'' tartamudeó. Comenzó a caminar de vuelta a la playa, inseguro de que más hacer. El perro estaba ansioso por volver también, o tal vez solo quería alejarse tanto como fuese posible de la criatura.

Jimin entendió eso. Aunque hasta ahora, la sirena no había hecho ningún esfuerzo por comerlo, y parecía lo suficientemente inocente, seguía teniendo algo inquietante.

''¿Qué nombre?'' preguntó la voz. Jimin frenó de golpe y se volvió para mirar a la criatura. Se había levantado en sus delgados, pálidos brazos y lo veía hacia abajo. El rojo corriendo de sus brazos y torso eran una vista alarmante. El agua roja de la piscina de piedras salpicó hacia un lado.

Jimin hubiera estado más alarmado si:

1)      El día entero y los eventos de dicho día, no hubieran pasado y,

2)      Si no supiera de donde había salido la sangre.

Pero si lo sabía. Y la verdad, no era mucha sangre. Sólo se veía como mucha, porque se había mezclado con el agua, y mucho de ello se había manchado desordenadamente sobre la sirena.

Jimin se apuntó a si mismo lentamente. ''¿Mi nombre?'' dijo confundido.

La criatura asintió.

''Jimin.''

''Ah'' y después sonrió. Sonrió. Sus labios un poco temblorosos, como si estuviera intentando con todas sus fuerzas. Pero era de hecho una sonrisa.

Jimin estaba impactado simplemente porque no había pensado en una sirena mostrando las mismas expresiones faciales de un humano, a pesar de su casi idéntica anatomía. Nadie había dicho nada acerca de ello, asi que había asumido que las expresiones les eran conceptos extranjeros y desconocidos. Pudo tener razón, sin embargo, pues a pesar de estar sonriendo, se veía inseguro, como si estuviese copiando algo que había visto.

''Yoongi.''

''¿Qué?'' Jimin podía sentir las olas en sus tobillos ahora. Escudó sus ojos del sol con su mano mientras alzaba la vista hacia la sirena. Las lavaría en el mar antes de irse a casa.

''Mi nombre'' dijo él. Dientes afilados a la vista mientras sonreía confiado. Se veía más realista. Cambiando su peso hacia un lado, levantó una mano, apuntando una garra a su pecho. ''Yoongi.''

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