Día 3 | ¿Chocolate o café?


A primera hora de la mañana, Jungkook despertó a Jimin que dormía acurrucado en el sofá de la sala principal. Aunque Jungkook le había insistido en que lo hiciera en el cuarto de huéspedes, Jimin se negó aludiendo excusas tontas pero JK sabía que era porque quería tener a la vista su autito rojo. En algún momento eso le había parecido tierno pero cuando lo analizó fríamente pensó que Jimin estaba mostrando un patrón de comportamiento un tanto extraño hacia ese objeto.

Lo despertó con una propuesta por demás irresistible.

—¿Quieres desayunar conmigo? He hecho café y chocolate caliente?

Se desplegó a lo largo del sofá, extendió sus brazos, se desperezó para un lado, después para el otro y luego se sentó para dar aplausos pequeñitos ante la invitación al desayuno.

Jungkook no sabía de dónde había salido este “duende”, pero sí sabía que nunca había visto a nadie que se viera tan hermoso recién levantado y con la cabeza despeinada.

—¿Chocolate o café?

—En ese orden —respondieron él y sus ojos de media luna.

Jungkook volvió a mirarlo, no se cansaba de hacerlo.

—Pues que sea un desayuno doble para ambos…

Chocolatada de por medio, ambos iniciaron una ronda de relatos en torno a sus vidas.
Jungkook le contó que desde hacía un año vivía allí y que daba clases de filosofía en la escuela del pueblo más cercano. Se había separado en malos términos con su ex y prefirió poner una distancia considerable entre ambos. Restauró esta cabaña que había pertenecido a sus abuelos y se mudó sin más compañía que sus libros y sus plantas.

—¿No te sientes solo?

—No, nunca. A veces, la soledad es una buena compañera.

—En unos días será navidad, ¿regresas a la ciudad en esas fechas?

—No, Jimin, ya me ves aquí, solo, no pienso ir a ningún lado. Bueno sí, hasta tu auto rojo iré a ver si podemos hacerlo andar.

Jimin hizo un gesto cómo si de golpe hubiera recordado algo que no debería haber olvidado.

—Mi auto —susurró y se levantó a mirar por la ventana— sigues allí —Le habló al escarabajo que ya estaba prácticamente bajo la nieve.
Regresó a la mesa y continuó la charla como si nada. Jungkook quedaba atónito ante esas reacciones del chico.

Jimin era distinto, pero un distinto lindo.

Era su turno de hablar de sí mismo y Jimin contó con lujo de detalles hacia dónde se dirigía cuando la tormenta lo sorprendió.

—Mi novio debe estar como loco por lo que no llego. Y lo peor es que mi teléfono está muerto.

—Aquí no hay señal. Pero en cuanto la tormenta amaine podemos ir al pueblo y allí podrás comunicarte con él.

—¿Ahora?

—Jimin ¿no ves que la nevada no ha parado ni un segundo? —Era la primera vez que Jungkook interactuaba con alguien tan peculiar—¿Cómo crees que podríamos ir ahora?

Tenía la sensación de que Jimin entendía todo de manera muy literal y la mirada del chico le daba la razón.

—Nieva —comentó bajito— es verdad, qué tonto soy —. Llevó sus manos a su boca para sonreír bajo ellas.
Jungkook se enamoró de esas hermosas manos pequeñas.

La charla y el café continuaron por un largo rato, cada tanto Jungkook se levantaba para echar leña a la chimenea.

—¿Te gusta la Navidad, Jimin?

—Sí, amo las fiestas.

—¿Me ayudarías a armar un árbol de Navidad?

—¡Sí! —gritó saltando y aplaudiendo.

En tan pocas horas de conocerse, Jungkook ya podía afirmar que el ángel despeinado tenía las manos más adorables, una sonrisa endiablada y que la soledad, su eterna compañera, se estaba diluyendo frente al chico más "diferente" que él haya conocido.









Cositas que me gustan aclarar.

¡Hola! Quería contarles que esa actitud que tiene Jimin con su auto, no me surgió de la nada, sino que me inspiré en algo que a mí me sucede y que trato en terapia, no porque sea malo sino porque no sabía cómo lidiar con los apegos.

De niña no podía dormir porque sufría de pensar que mis muñecas pasaban frío en invierno (El autito rojo de Jimin).

Descubrí, de mano de mi psicóloga que no se trata de un trastorno ni nada parecido, pero sí es un patrón de comportamiento en el que se desarrolla un apego emocional intenso hacia objetos inanimados.

Mi amada madre, por ejemplo, se sentía triste por el año que se iba...

«Pobrecito el 2018» —me dijo la noche de año nuevo del 2019.

Ahí entendí que ella igual que yo tenía lo que se conoce como empatía simbólica que es una conducta que nos permite conectar con ideas, objetos o conceptos de manera más profunda y desarrollar un apego significativo.

¿A alguien le pasa?

Cuéntenme, porfi

Les dejo besos de colores 🌈

Lola Caracola 🐌 🧉















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