Eddard Stark

Eddard Stark - DORNE - 283 d.C.

Mientras cabalgaba junto a sus abanderados, sintiendo intensamente la ola abrasadora que irradiaba el caluroso sol de Dorne, se concentraba en lo que estaba por delante: una imponente construcción llamada la Torre de la Alegría. 


Si lo que dijo Ashara era cierto, era donde se encontraba su hermana. Mientras seguía cabalgando, empezó a notar figuras. Estas tenían una armadura con el símbolo del dragón, reconociéndolos de su breve tiempo en el torneo de Harrenhal. Supo que eran la Guardia Real, liderados por el que solo podía ser Gerold Hightower.


"Los busqué en el Tridente", dijo Ned a los tres hombres que estaban frente a ellos.


"No estábamos allí", respondió Ser Gerold.


"Ay del Usurpador si lo hubiéramos sido", dijo Ser Oswell.


"Cuando cayó Desembarco del Rey, Ser Jaime mató a tu rey con una espada dorada, y me preguntaba dónde estabas".


"Muy lejos", dijo Ser Gerold, "o Aerys aún se sentaría en el Trono de Hierro y nuestro falso hermano ardería en siete infiernos".


"Bajé a Bastión de Tormentas para levantar el asedio", les dijo Ned, y los señores Tyrell y Redwyne bajaron sus estandartes, y todos sus caballeros doblaron la rodilla para jurarnos lealtad. Estaba seguro de que estarías entre ellos."


"Nuestras rodillas no se doblan fácilmente", dijo Ser Arthur Dayne.


"Ser Willem Darry ha huido a Rocadragón, con tu reina y el príncipe Viserys. Pensé que podrías haber navegado con él".


"Ser Willem es un buen hombre y sincero", dijo Ser Oswell.


"Pero no de la Guardia Real", señaló Ser Gerold. "La Guardia Real no huye".


"Entonces o ahora", dijo Ser Arthur. Se puso el yelmo.


"Hicimos un voto", explicó el viejo Ser Gerold.


Los abanderados de Ned se situaron junto a él. Eran siete contra tres.


"Y ahora comienza", dijo Ser Arthur Dayne, la Espada de la Mañana. Desenvainó a Dawn y la sostuvo con ambas manos. La hoja era blanca como la leche, luz hacia que pareciera tener vida.


"No", dijo Ned con tristeza en su voz. "Ahora esto termina."


Fue una dura confrontación, de eso estaba seguro. Se dijo a sí mismo mientras continuaba danzando en un baile de espadas con un Arthur Dayne. Ya había perdido a todos sus aliados, al igual que su contrincante, dando como resultado que solo quedaran ellos dos. Siempre se había creído un hábil espadachín, pero nunca se imaginó tener que competir con la Espada de la Mañana en un verdadero combate y eso lo estaba poniendo en aprietos, puesto que por cada segundo que pasaba estaba perdiendo terreno.


De un momento a otro, mientras continuaba luchando, Ser Arthur pudo arrebatarle su espada y, mirándolo, supo que había sido derrotado y no había nada que pudiera hacer para lograr ganar. Sabía que su hermana se encontraba en esa torre y habiendo sido derrotado ya no tenía ninguna oportunidad de salvarla.


"Ríndete, Lord Stark, has perdido. Ya se ha derramado suficiente sangre hoy, y si no lo haces, me veré obligado a hacer algo que no quiero hacer."


Como podría rendirme, sa-


Fue interrumpido por la impresión que fue ver a su abanderado Howland Reed atacar por la espalda a Arthur Dayne.


Pero antes de que pudiera formar otro pensamiento, escuchó un fuerte grito directamente de la torre y, como si ese grito le diera fuerzas, se levantó solo para ir corriendo lo más rápido que pudo.


Si bien fue un grito, estaba seguro de que pertenecía a la voz de su hermana y por cada segundo que se encontraba subiendo los escalones para dirigirse hacia el origen del grito, solo podía pensar en si su hermana estaba segura.


Habiendo llegado finalmente a lo que solo podía ser la habitación del origen del grito, entró solo para ser recibido con la vista de su hermana ensangrentada. Pudo escuchar su voz llamándolo, pero solo podía concentrarse en lo que estaba en sus brazos: un bebé que tenía la apariencia del dragón. Y pensando horrorizado de lo que Rhaegar le había hecho a su hermana.


Ned escuchó a su hermana llamándolo, por lo que se apresuró a estar a su lado.


"Ned, prométeme que lo protegerás prométemelo.


Sabes que es lo que pasará si Robert se entera, sabes que lo hará.


Sabes que Robert lo matará, sabes que lo hará.


Ned, prométeme que lo protegerás.


Su nombre es Aemon Targaryen.


Pero Rha-


Nuevamente fue interrumpido por la voz de su hermana.


"No me secuestró Rhaegar, nunca me secuestró. Me fugue con él enun principio solo nos escapamos para que pudiera protegerme de su padre, pero con el tiempo nos enamoramos y luego me enteré que había anulado su matrimonio y nos casamos en la Isla de las Caras. Todo está explicado en ese cofre", dijo señalando a una esquina de la habitación.


Mientras me explicaba, su rostro parecía palidecer por segundo. Mirándola, me encontraba desesperado. No sabía qué hacer. En la habitación solo estaban ellos junto a una mujer, pero no se encontraba ningún maestre. Nuevamente, su hermana le volvió a hablar, notando lo que él estaba pensando.


"No sobreviviré, Ned. No hay forma de que sobreviva. He perdido demasiada sangre en el parto, pero no me arrepiento. En mis años de vida, él ha sido mi mayor orgullo, aunque solo lo conociera por un breve momento", dijo solo para cerrar los ojos y no abrirlos nunca más. Se permitió derramar una sola lágrima, a pesar de que sentía que podía derrumbarse en cualquier momento. Pero tenía que mantenerse fuerte, no solo para sí mismo sino también para el niño que esta noche había perdido a su madre.


Sabía las dificultades que implicaban criar a un niño y todavía más al verse como se veía el chico sus ojos morados y aunque pequeño su pelo blanco fácilmente lo identificarían como Targaryen y puesto que no lo podía hacer pasar como un niño de Lys por las sospechas que traerían tenerlo como su hijo justo después de encontrar a su hermana muerta que había sido "secuestrada" por Rhaegar.


Pero cuando volvió a dirigir la mirada a el objeto de su preocupación se dio cuenta de algo inaudito aquel chico que alguna vez tuvo los ojos de un profundo color amatista y un pelo plateado ahora tenía los ojos de un muy reconocible gris Stark y el pelo del inconfundible negro norteño.


Dudando si sus ojos le fallaron por un segundo volvió a mirar al chico y no cambio nada seguía con la apariencia del norte miro la sabana que envolvió a el niño y donde antes no había nada ahora tenía un papel así que se acercó para poder leer lo que estaba escrito.


Stark esta es nuestra bendición hacia el niño puesto que debe de crecer sano y salvo y su apariencia en este momento lo pondrían en grave peligro nos decidimos por otorgarle años de protección en forma de su apariencia puesto que debe sobrevivir después de todo suya es la canción de hielo y fuego.

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