TEPT Mágico


Izuku miró a la autoproclamada diosa, y sus ojos denotaban lo incrédulo que estaba. No quería creer lo que ella hizo, y lo mucho que estaba dudando de sus capacidades. Cuando decidieron poner una petición para nuevos miembros en el equipo, Aqua demandó que le permitiera escribirla, apelando a su conocimiento superior sobre el mundo.

Sin embargo, esta decisión probó ser una idea muy, muy mala...

- ¿En serio? ¿Clases avanzadas solamente? – preguntó Izuku con preocupación obvia, pues sus requerimientos iban más allá de la estupidez.

- ¡H-hey! ¡Yo tengo la clase avanzada más poderosa, y no quiero verme rodeada de debiluchos! Además, ¿no se supone que necesitamos miembros fuertes en el equipo para enfrentarnos al Rey Demonio? – Aqua trataba de defender su razonamiento, perdiendo fuerza ante la mirada amenazadora e inquisitiva del joven Druida peliverde.

- Primero que nada, no existe tal cosa como una clase más poderosa; si así fuera te llevaría directo con el Rey Demonio para que hicieras todo el trabajo. Segundo, ni siquiera llegamos al nivel cinco; ¿qué clase de guerrero poderoso querría unirse a nuestro equipo si no podemos siquiera ofrecerle cooperación apropiada? – Izuku comenzó a refutar el argumento presentado por la antigua diosa, sin molestarse en ser cordial con ella a causa de la desesperación.

- Yo... bueno... ¡soy una Arcipreste! ¡Cualquiera mataría por tenerme en su grupo! – Aqua volvió a intentarlo, solo para caer ante la mirada seca que Izuku le lanzaba.

- Pusiste el anuncio hoy temprano en la mañana, y ya casi es mediodía... no veo que nadie se aproxime para unirse a nuestro grupo, o que venga a pedirte que te unas al suyo. – replicó Izuku, antes de comerse una de sus bayas como si quisiera hacer obvio que ya no podía tomarla en serio.

Mientras Izuku y Aqua seguían discutiendo los contenidos de la petición, alguien se vino a aproximar a su mesa.

- Sucede que noté su aviso de reclutamiento.

La voz de una niña atrapó la atención del par, haciéndoles darse la vuelta para ver lo que parecía ser una hechicera. Era una chica bajita de estatura, llevaba un vestido corto rojo vibrante que parecía más una túnica que servía como falda, botas de cuero negro suave y un sombrero puntiagudo con ala ancha (un sombrero clásico de bruja) y sobre los hombros una capa negra con borde amarillo, que le daba un aire de misterio e importancia. Un solo ojo rojo era visible en su cara, pues el otro estaba cubierto por un parche con un símbolo de cruz adornándolo.

- Es obvio que el destino dictaba que nos encontraríamos. He esperado ansiosamente la llegada de personas como ustedes. – dijo la niña con el parche, empezando como una aventurera seria, pero perdiendo toda credibilidad cuando Izuku notó que estaba posando.

El chico podría jurar que esa pose la vio en un anime, pero no recordaba con exactitud cuál. La niña agitó dramáticamente su capa, cambiando su pose como para verse intimidante o sexy, pero en los ojos de Izuku no pasaba de verse adorable, aunque tuvo que admitir que esas poses eran algo importantes para los héroes.

- ¡Mi nombre es Megumin! ¡Soy una archimaga, una que controla la magia de Explosión, la más poderosa de las magias ofensivas! – Megumin se presentaba de la manera más dramática posible, posando todo el tiempo como un héroe tras una operación exitosa. A Izuku le habría encantado el show debido a la nostalgia, pero el énfasis en la palabra "Explosión" hizo que le bajara un escalofrío por toda la espina.

Hubo un momento de silencio, en el cual tanto Izuku como Aqua se quedaron perdidos; la diosa se estaba mordiendo el labio para que no se le saliera la risa, tratando al menos de tener un recluta hoy para mostrarle a Izuku que estaba equivocado, mientras que él intentaba suprimir todas las memorias de haber sido atormentado por cierta persona también muy explosiva...

- ¿Desean mi fuerza prohibida, tan poderosa que ha sido rechazada por el mundo entero? – Megumin continuó con su discurso, ya fuese ignorante de lo que el par estaba pensando, o pensando que los había deslumbrado con su presentación.

Izuku, sin embargo, tenía un mal presentimiento sobre esto, especialmente la parte de ser rechazada...

- ¡Entonces muéstrenme su decisión para enfrentarse al abismo más profundo junto conmigo! ¡Cuando el hombre mira el abismo, el abismo mira de vuelta! – Megumin concluyó su discurso, obviamente satisfecha y muy orgullosa de sí misma.

Izuku supo en ese momento que estaba lidiando con una chuunibyou, lo que le daba pocas esperanzas de no tener que lidiar con otro Kacchan.

- Entonces... ¿nos estás diciendo que quieres unirte a nuestro grupo? – inquirió finalmente, confundido por lo largo del discurso, y a la vez preguntándose por qué alguien con una clase avanzada querría hacer equipo con ellos.

- ¡Sí! ¡Quiero decir, ustedes son los que deberían suplicarme a mí unirse a su grupo! – Megumin finalmente se salió de su personaje, sonando tan infantil como su apariencia, lo que la arrancó una sonrisita a Izuku.

- Ese ojo rojo... ¿No eres una de los Demonios Carmesís? – preguntó de pronto Aqua, señalando el extraño color de su ojo, el cual Izuku había achacado simplemente a la genética.

- ¡En efecto! ¡Soy Megumin, usuaria de la mejor magia que poseen los Demonios Carmesís! –Megumin retornó a su personaje volviendo a posar, obviamente orgullosa de su herencia. – Mi magia letal es capaz de destruir rocas, demoler montañas...

Megumin habría continuado con su obvio discurso de ventas, pero Izuku se dio cuenta entonces que el cuerpo empezó a tambalearse, y que las piernas le temblaban.

La niña de pronto colapsó antes de terminar, dejándose caer como si todas sus fuerzas la abandonaran. Izuku reaccionó rápido, atrapando su delgado y pequeño cuerpo antes que cayera al suelo, sujetándola como si fuese una princesa... para molestia de Aqua.

- ¡Hey! ¿Qué te pasa? ¿Estás herida? – preguntó rápidamente Izuku muy preocupado. Extraña o no, era alguien que necesitaba ayuda, un concepto que no dejaba de poner de los nervios a Aqua.

La niña, o más bien su estómago, produjo un fuerte gruñido, sacando a la luz su condición.

- No he... comido nada... en tres días. – replicó Megumin entre bocanadas de aire.

Izuku pudo ver que no estaba mintiendo, porque se sentía muy ligera para alguien de su tamaño.

- ¿Tienen algo que pueda comer? – La pregunta de Megumin recibió de respuesta una cálida sonrisa del joven Druida, que estaba más que listo para usar uno de sus boletos de almuerzo para ayudarla... aunque había un pequeño problema con eso.

- Con gusto te invitaría algo, pero has pasado hambre por tres días. Si te doy algo sólido en este momento solo te vas a enfermar, así que... toma, come algunas de estas primero. – replicó Izuku, mostrándole su brazalete lleno de jugosas bayas.

Megumin rápidamente le agarró el brazo y se engulló las bayas como si su vida dependiera de ello, sorprendiendo al chico con el contacto físico, y ganándose algunas risitas de la diosa, que probablemente estaba pensando en usar esto como material de burlas más tarde.

(-0-)

Un rato después...

Le tomó unos diez minutos a Izuku lograr que la niña le soltara el brazo, y para entonces ya se había engullido todas las bayas disponibles, incluyendo aquellas que habían crecido en el intermedio, mejorando más su aspecto a como se veía hacía unos minutos, pero todavía no estaba llena. Hacer que se sentara con ellos en la mesa no fue difícil, ya que se mostró más cooperativa luego de ser alimentada, y más dispuesta a hablar normalmente... bueno, tan normal como podría ser en este mundo.

- Entonces... sobre tu ojo; ¿por qué no le pides a Aqua que te lo sane? Tiene magia curativa muy poderosa, así que no debería ser un problema para restaurarlo. – preguntó Izuku mientras esquivaba a la niña, que intentaba coger otra dulce baya. Aqua realmente quería decir que era muy poderosa en muchas otras cosas, pero temía que el chico le recordase la embarazosa cacería de sapos.

- ¿Mi ojo? Oh, claro. – Megumin parecía confundida al principio, pero rápidamente se puso de pie, obviamente volviendo a meterse en su personaje y soltando una explicación exageradamente dramática. – Este es el objeto mágico que suprime mis asombrosos poderes mágicos. Si lo remuevo, una gran catástrofe caería sobre este mundo...

Aunque Izuku sabía que estaba lidiando con una chuunibyou, también sabía que la magia era una realidad en este mundo, por lo que la niña podría estar diciéndole la verdad.

- Entonces, ¿tus poderes necesitan estar sellados? No sé si podamos lidiar con algo tan peligroso... – murmuró Izuku, pensando en encontrar alguna manera de hacer un mejor sello o ayudar a la niña.

Megumin tomó los murmullos como un acto de rechazo, por lo que decidió actuar rápido... por las bayas.

- Bueno, en realidad mentí; solo lo llevo porque se ve genial. – confesó Megumin en un tono de disculpa, haciendo que el chico se golpeara la frente, pero no hubo gritos ni rechazos.

- Sabes... los Demonios Carmesís nacen con gran inteligencia, y poseen increíbles poderes mágicos. Generalmente hacen grandes hechiceros. Y todos tienen nombres muy raros. – dijo Aqua, hablando del último punto como si estuvieran haciendo burla de algún rasgo racial, lo que le ganó una mirada enojada de la niña bajita.

- ¿Raros? A mí no me parece que su nombre sea raro. – Izuku rápidamente cortó la diversión de la diosa, sabiendo que era inapropiado decir que un nombre era raro solo porque no sonaba local.

Megumin rápidamente le lanzó una sonrisa, sintiendo alivio de encontrar a alguien que no se burlara de su nombre.

- ¡Sí! Así es como yo me siento. Quiero decir, desde mi perspectiva, todos aquí tienen nombres raros. – añadió Megumin, asegurándose de hacer que sonara como una observación general, y no un insulto para sus futuros compañeros de equipo.

- Entonces, ¿cuáles son los nombres de tus padres? – preguntó Aqua en lo que claramente era una acción de represalia, sabiendo que al menos uno de ellos tendría que hacer cambiar de opinión a Izuku.

- ¡Mi madre se llama Yuiyui, y mi padre Hyoizaburo! – respondió Megumin, aparentemente orgullosa de los nombres de sus padres, pero sacándole una risa ahogada a la Arcipreste.

- Aqua, no seas mala con otras culturas... digo, no es como que tu nombre sea mejor, que te llames a ti misma "Agua"... – Izuku, harto ya de lo grosera que estaba siendo la diosa, decidió mostrar algo de apoyo a la recién llegada, algo que obviamente hizo enfurecer a la diosa.

»Como sea, mi nombre es Izuku, y estaré feliz de que te unas a nuestro grupo. Tenemos una misión pendiente por completar, y eso servirá para dispersar cualquier duda que tengamos entre nosotros. – Izuku finalmente le dio la bienvenida a la niña a su equipo, haciéndola sonreír de verdadera felicidad... hasta que su estómago volvió a gruñir, pese a la enorme cantidad de bayas que se había comido a estas alturas.

»Después de almorzar, por supuesto... – añadió al instante, haciendo que Megumin derramara lágrimas de gratitud.

(-0-)

Dos horas después...

Izuku y las dos chicas ahora estaban de pie en una pequeña colina fuera del pueblo, donde conectaba con el bosque cercano. El plan era simple: buscar a un sapo gigante aislado, y luego poner a prueba la cohesión del equipo o la magia de Megumin, según el nivel de amenaza...

Megumin no tuvo problemas en ver a este Druida como un erudito, pues pensaba primero y peleaba después.

- ¡Hay uno en esa colina! – señaló Aqua rápidamente, lista para vengarse de los anfibios, y deseando algo de dinero rápido... estaba muy molesta con Izuku por no compartir más el dinero de las misiones.

- Todavía no nos ha visto, mantengan sus posiciones. Megumin, ¿tú qué opinas? – preguntó Izuku en una voz moderadamente baja, queriendo minimizar el riesgo de ser vistos por su objetivo.

- La distancia es perfecta; puedo hacerlo explotar con seguridad. Necesito que los dos permanezcan vigilantes, ya que la magia explosiva es extremadamente poderosa. Sin embargo, tal poder requiere tiempo para acumular e invocar. – respondió Megumin, explicando los pasos para asegurar una invocación perfecta.

- Entendido. Aqua y yo te mantendremos a salvo hasta que estés lista. – respondió Izuku sin titubear, algo que Megumin realmente apreciaba.

Izuku rápidamente llegó a apreciar la velocidad de su clase elegida, pues las habilidades pasivas siempre estaban activas, y la mayor parte de las que requerían activación tardaban poco en invocarse... quedar como presa fácil lo pondría extremadamente nervioso.

- ¡Izuku! ¡Por allá hay otro! – le gritó Aqua a su compañero, haciendo que Izuku y Megumin temblaran por su voz chillona; por suerte, el primer sapo todavía no los había notado, pero el que acababa de llegar ya venía directo hacia ellos.

- Dos al mismo tiempo... Megumin, ¿crees poder dispararle al que todavía está inmóvil? – preguntó Izuku rápidamente, sabiendo que podía enfrentarse a uno mientras el otro no estuviera enfocado en él.

- Está a una distancia segura, así que sí; solo acaba con el otro rápido para que no te pierdas mi glorioso poder. – declaró Megumin con confianza, ya reuniendo el maná necesario para invocar su gran hechizo.

- Bien. Aqua, esta vez tenemos que... ¡AQUA! – Izuku no pudo evitar gritar cuando vio a la diosa cargando contra el sapo gigante.

Izuku lanzó una última mirada al sapo que todavía no los había notado antes de salir corriendo detrás de Aqua, sabiendo muy bien cómo iba a resultar esto, y que tenía que ser rápido salvando a la diosa si quería volver a tiempo para proteger a la Demonio Carmesí que ahora era su compañera.

Aqua estaba usando su bastón para invocar su magia divina, poniendo todo su corazón en vengarse por la humillación del día anterior. Su bastón comenzó a brillar de poder, y apuntó directo al centro de la panza del sapo.

- ¡REQUIEM DIVINO! – Aqua gritó el nombre de su ataque al conectarlo... solo para terminar siendo engullida por el sapo.

Izuku tuvo que repetir el mismo movimiento que utilizó el día anterior, usando sus vides para destruirle los ojos y luego empalarle el cerebro al monstruo. Esta vez lo hizo más rápido y más fácilmente que antes, y no sabía si eso era algo bueno.

- ¿Estás bien? – preguntó Izuku mientras ayudaba a Aqua a ponerse de pie. Fue entonces que sintieron el cambio en el viento, y la obscena cantidad de poder que se reunía en un solo lugar; echándole una mirada a Megumin, Izuku decidió correr hacia su posición, sin saber cuánto tiempo permanecería el sapo ignorante de este cambio.

- ¡Oscuridad más negra que la noche y más profunda que el inframundo, yo te invoco, combínate con mi profundo carmesí!

Megumin comenzó a recitar el hechizo mientras Izuku alcanzaba a ver la enorme cantidad de maná convergiendo a su alrededor en espiral, formando un pequeño tornado.

- La hora del despertar se acerca. ¡Justicia, caída sobre los limites infalibles, aparece ahora como una distorsión intangible!

Megumin continuó recitando su cántico mientras el viento cambiaba, centrando la espiral de maná en el sapo gigante en la distancia que ahora se veía intimidado, e indispuesto a moverse.

- ¡Danza, danza, danza!

La voz de Megumin comenzó a aumentar de intensidad, justo cuando el torrente de maná comenzaba a rodear al sapo que ahora estaba congelado de miedo. Izuku ya casi había llegado hasta ella, y aun así, no podía evitar que su instinto le dijera que tenía que correr en la dirección opuesta.

- Deseo para mi torrente de poder una fuerza destructiva: ¡Una fuerza destructiva que no tenga igual!

Megumin llegó a un crescendo mientras el torrente de maná se volvía caótico, haciendo que Izuku detuviera su marcha ante la vista obvia de inminente peligro.

- ¡Regresa toda la creación a las cenizas, y surge de entre el abismo!

Las palabras de Megumin parecieron activar el maná para que empezara a reaccionar, pues Izuku podía ver destellos aquí y allá, algo que se veía realmente inestable.

- ¡Este es el medio de ataque más poderoso conocido por el hombre, la magia suprema de ataque! ¡EXPLOOOOOOOOOSIÓN!

Megumin lanzó el grito antes de disparar una explosión detonante desde su bastón. Izuku observaba cómo la relativamente pequeña explosión hacía que aparecieran destellos de luz por todos lados en el vórtice de maná, ganando intensidad y velocidad con cada segundo, y entonces, colisionaron al mismo tiempo alrededor del sapo.

La reacción en cadena resultante creó una explosión continua que generó ondas de choque lo bastante fuertes como para sacudir los huesos de Izuku; el calor fue tan intenso que lo hizo sentir como si se quemara, y la luz que emanaba era poderosamente cegadora. Izuku sintió como si Kacchan lo estuviese atormentando de nuevo con toda su fuerza... pero no había Kacchan... y la explosión había ocurrido demasiado lejos...

- Esto... esto es... ¿lo que puede hacer la magia? – preguntó Izuku a nadie en particular, mientras observaba el cráter dejado por la explosión. No quedaba nada, ni rastro del sapo, ni siquiera del suelo donde el sapo antes estaba parado... solo un cráter humeante lleno de rocas carbonizadas.

Izuku quedó horrorizado por la visión... ese era demasiado poder para una tarea tan simple, demasiada destrucción para un objetivo tan pequeño, era... un horrible recordatorio de en lo que Kacchan se podría convertir... de en lo que él se podría convertir si Kacchan lograba hacerse demasiado fuerte. Izuku casi quiso decirle a la chica que se fuera por su lado, que no anduviera por un camino tan destructivo...

Y entonces escuchó que el suelo se movía, y a Aqua gritando.

- ¡IZUKU! ¡IZUKU! ¡Ahí viene otro! – exclamó Aqua mientras retrocedía para alejarse del sapo que venía acercándose, aparentemente despertado por la explosión... y demasiado cerca de la niña explosiva.

- ¡Megumin! ¡Retírate de inmediato! – ordenó Izuku, sabiendo que los hechiceros eran físicamente débiles, incapaces de soportar castigo...

... y estaba también el problema de que Megumin se había desplomado en el suelo, inmóvil.

- Lo siento, pero no puedo. Mi arte, por muy poderoso que sea, requiere mucho más maná del que yo... – Megumin comenzó a explicar su debilidad, tratando de sonar tan genial como fuera posible mientras buscaba la frase correcta para pedir ayuda... aunque realmente no hacía falta.

- ¡Después me lo explicas! – gritó Izuku mientras la envolvía con sus vides, alejándola del sapo que ya estaba a punto de tragársela entera.

Megumin tuvo que admitir que el Druida era bastante cálido, mientras se la echaba a la espalda amarrándola con sus vides.

- ¡Izuku! ¡Esa cosa ahora me está siguiendo! ¡AYUDA! – gritó Aqua, capturando su atención.

- ¡No vas a comerte a nadie! ¡NUNCA MÁS! – gritó Izuku al darse cuenta que este sapo en particular era demasiado terco respecto a comer carne humana, probablemente por el resultado de que le gustó dicha carne tras una cacería exitosa.

Izuku corrió detrás del sapo, sin lograr alcanzar una buena velocidad debido a su condición normal y tener que cargar a la pequeña niña en su espalda; optó entonces por crear aún más vides, moviéndolas para interceptar al monstruo y logrando enredarle una de sus patas. Luego comenzó a invocar más vides, pero esta vez las hizo brotar de la que ya había creado antes para enredarle las dos patas, haciéndolo tropezar.

- Te habría dejado irte en paz si te hubieras retirado... ¡pero en vez de eso intentas comerte a mis amigas! – Izuku estaba más que furioso, como si no hubiera sido suficiente haber visto a la diosa casi ser comida una vez... aunque fuera fastidiosa, ser devorada no era algo que se mereciera.

Más y más vides comenzaron cubrir al sapo que forcejeaba, antes de comenzar a perforarle el cuerpo por cualquier hueco que pudieran encontrar. El sapo redobló sus esfuerzos, pero en menos de un minuto ya estaba muerto, con la mayor parte de sus órganos empalados como brocheta o convertidos en puré. A Izuku no le gustaba este nivel de violencia, mucho menos por lo fácil que le estaba resultando... pero de nuevo, era como un juego de cacería, pues la carne de este enorme animal podía usarse para hacer la especialidad local: sapo frito extra crocante.

- Bueno, con eso ya son cinco... – dijo Aqua al ver el resultado, sonando como una celebración de victoria agridulce.

- ¿Misión completada? – preguntó Megumin, sintiéndose bastante cómoda en su cálido nido.

- Misión completada. – replicó Izuku, sintiéndose muy cansado... mentalmente hablando. Esto había salido mal en muchas formas, obligándolo a trabajar dos veces más duro, y tres veces más de lo necesario, pero al menos estaba aprendiendo sobre este mundo, sus habitantes, y más importante aún, sobre sí mismo.

- Hey, Izuku, si compartimos la recompensa podríamos... – Aqua comenzó a hablar con una voz dulce, tratando lo mejor que podía de transmitir buena voluntad y cooperación, mientras iba siguiendo a Izuku de regreso a la ciudad.

- Puedes hacer lo que quieras con el dinero que te ganaste. Voy a guardar el mío para buscar algún refugio. – dijo vehementemente Izuku mientras interrumpía a la diosa, que no se veía nada contenta.

- ¡¿QUÉ?! ¡¿Qué tiene de malo pasar algunas noches en los establos?! – preguntó Aqua rápidamente, al ver que su oportunidad de conseguir más vino caro se esfumaba en un segundo.

- Y bien, ¿qué te pasó allá, Megumin? ¿Por qué colapsaste? – le preguntó Izuku a la niña que llevaba en la espalda, obviamente ignorando los quejidos y lloriqueos de la antigua diosa.

- ¡Ah, sí! La magia explosiva es la magia más poderosa que hay, y por lo tanto, requiere la mayor cantidad de maná; cuando la invoco, utilizo todo lo que tengo. En resumen, excedo mis límites al invocarlo lo cual me deja... indispuesta. – replicó Megumin sonando algo tímida al final.

- Eso me suena a un mal trato. No me gusta... no la utilices a menos que sea una emergencia, o un ataque táctico bien planeado. – le ordenó Izuku con una voz algo más firme de lo que quería, a lo cual la Demonio Carmesí respondió asintiendo. Luego agregó, sintiendo que tenía que ser específico para ganar resultados útiles. – Mejor utiliza otra cosa mientras yo trabajo en estrategias donde se requiera Explosión.

Detrás de ellos, Aqua le insistía a Izuku que compartiera su dinero con ella, sin poder entender que su pequeño truco no iba a resultarle dos veces.

- No puedo. – dijo Megumin secamente, haciendo que Izuku se detuviera, girándose para verla al ojo. La niña tuvo que admitir que, por todo lo que había dicho, esos ojos verdes no parecían enojados con ella.

- ¿Por qué? – le preguntó Izuku, más por preocupación que por otra cosa; si la magia era real en este mundo, seguramente también lo eran las maldiciones.

- Porque... solo me gusta la magia explosiva. – replicó Megumin con su mejor cara seria, tratando de prepararse para la usual perorata que recibía en este tipo de situaciones.

- ¿Es la única razón? – preguntó Izuku, sonando decepcionado más no enojado; aunque a ella le gustaran las explosiones tanto como a Kacchan, al menos ella no tenía su horrible disposición.

- Es la única razón. – replicó Megumin, preparada para agarrarse del Druida con fuerza, y suplicarle que no la echara de su equipo... esas bayas eran divinas, y podría también acostumbrarse a su calor corporal.

- Podrías haber dicho que tenías una maldición, o que la línea de sangre de tu familia te tiene restringida... – dijo Izuku reanudando su caminata, sin aflojar su agarre sobre la maga explosiva.

- ¡Eso suena genial! ¡No puedo creer que no se me ocurriera antes! ¡Déjame cambiar mi explicación! – Megumin se sintió emocionada ya que, no solo el Druida no la dejó caer en el acto, sino que además no se enfureció con ella.

- Ya no puedes cambiarla, porque conozco la verdad... y vamos a tener que trabajar en lo que puedes hacer. – añadió Izuku, sabiendo que no tenía sentido tratar de hacerla cambiar de parecer; después de todo, las personas con Quirks en su mundo a quienes conocían se rehusaban a usar otra cosa.

Aun siguiéndolos, Aqua estaba echando humo de la rabia, incapaz de lidiar con esa actitud de hacerse el importante del chico, y cómo le estaba dando más atención a la recién llegada... si no redirigía pronto su atención hacia ella, probablemente tendría que recurrir a decir que era un lolicon.

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top