La primera misión de rescate
Aela pensaba que el líder de su nuevo grupo no podía traer más caos a la mesa del que ya había traído. Estaba absolutamente segura de que debía existir un límite de lo absurdo en la ilógica fuerza del Druida. Kyouya era apuesto, fuerte y rico, y les había echado mano a dos mujeres. Era natural que el joven guerrero fuese exitoso... y aun así, este hombre...
- ¡Déjame unirme a tu grupo! – Yunyun, una recién llegada Demonio Carmesí, ahora le estaba suplicando al líder del equipo.
¿Un líder que buscaba verse rodeado por miembros del sexo opuesto? Sí, Aela ya lo había visto antes, de hecho, era una ocurrencia bastante común. Los aventureros más poderosos a menudo caían en la tentación de crear un harem, pero pocos lograban hacerlo y mantenerlo apropiadamente. Por eso fue que Kyouya se había detenido en dos... y probablemente la razón de haberla abandonado...
- Personalmente, yo no tengo ningún problema, pero... – Izuku dejaba ver de manera muy obvia que estaba feliz de tener más miembros en su equipo, pero una mirada rápida a la pequeña Archimaga reveló que al menos alguien no estaría tan feliz con este curso de acontecimientos. – Megumin, ¿tienes alguna objeción?
Aela echó un vistazo a la pequeña maga, cuyos ojos miraban enojados. Sabía cómo se sentía en ese momento. Justo cuando declaró que el líder del grupo era suyo, le llegó competencia. La chica nueva era bonita, tenía un cuerpo mejor desarrollado, y una personalidad en apariencia más fácil de manejar. La pequeña niña tenía razones para temerle a la recién llegada; su respuesta era muy obvia.
- Solo personales... – La respuesta honesta de Megumin sorprendió a todos, ya que la mayoría se esperaba algo mucho más dramático. – Lo único que temo es que solo venga tras mis secretos, o peor, tras mi novio.
Aela parpadeó confusa, pues no se esperaba una respuesta tan controlada. Ciertamente ella no había actuado con esta madurez cuando Kyouya aceptó en el grupo a la Ladrona.
- ¡Megumin! – gritó Yunyun desesperada, obviamente tratando de poner alguna excusa o explicación para unirse a este grupo de monstruos humanoides. – Es cierto que quiero obtener tu conocimiento prohibido. ¡Pero no soy una rompehogares!
En este punto, Aela decidió ignorar la conversación. Era muy doloroso observar el romance floreciendo en este grupo, cuando el suyo había fallado tan miserablemente con el Espadachín.
Izuku, sin embargo, no tenía ese lujo.
- ¿Puedes por favor no decir eso a gritos aquí, en el salón del gremio? – Izuku se sentía mortificado, por no decir menos.
No estaba avergonzado en absoluto de su relación con la pequeña Archimaga. De hecho, era plenamente consciente de la imagen que se estaba formando. Nunca había sido su intención, pero había terminado rodeándose de chicas extremadamente hermosas. No necesitaba que la gente hablara sobre sus interacciones con ellas, especialmente ya que la mitad de los rumores sobre que dormía con ellas eran parcialmente ciertos. Aunque se limitara solo a dormir en el mismo cuarto... y a abrazarse, de acuerdo.
- Izuku tiene razón. – se unió Darkness a la discusión, poniéndose del lado del Archidruida. – No nos está tratando como si fuéramos su harem, sin importar cuánto lo queramos. Él solo quiere a Megumin.
Izuku tenía sentimientos encontrados sobre esa declaración.
- Por mi parte, yo no tengo problemas en que te unas al grupo. – continuó Darkness, pausando para tomar un trago de su bebida. – Aunque seas tan inútil como nosotras solíamos serlo, estoy segura que Izuku te podrá enseñar cómo ser de utilidad.
Megumin y Aela dieron un respingo al unísono. Megumin no pudo evitar recordar los días en los que su obsesión con la magia explosiva la volvió indeseable a todos, y cómo Izuku la convirtió en probablemente la Archimaga más famosa de su generación. Aela todavía estaba tratando de superar el hecho de que, en solo tres días, sus habilidades subieron de mediocres a aceptables. Era como si se estuviera convirtiendo en una mejor aventurera solo por estar en proximidad con el Archidruida... o simplemente lejos de Kyouya.
- Ya veo... – Izuku adoptó una pose pensativa, antes de volverse hacia las esclavas. – Chika, Liza, ¿ustedes qué opinan?
Ahora fue el turno de Yunyun de sincronizarse con la pelirrosa. Ver al peliverde pedirles su opinión a las esclavas era, bueno, desconcertante. Sabían que los esclavos podían pensar por sí mismos, pero era su deber estar de acuerdo con los deseos de su amo sin importar qué, lo que volvía irrelevantes sus opiniones.
- A Chika no le molesta una nueva amiga... – Los susurros de la harpía hicieron que todos, excepto Yunyun, se sintieran incómodos. – Mientras no intente lastimar al amo o a Megumin, Chika está bien con que se quede.
Ver a Chika rodear de manera protectora a la pequeña Archimaga con sus alas era algo realmente conmovedor, especialmente para Izuku.
Volviéndose para ver a la chica cocodrilo albina, Izuku simplemente recibió un gruñido y un encogimiento de hombros. Liza no tenía opinión al respecto. Si Izuku decía que estaba bien que la chica nueva se quedaba, o que se fuera, no era su lugar cuestionarlo. Su única preocupación era no volver a llegar tarde en proteger a su querido amo, o ser más rápida en arrancarle la cabeza a cualquier agresor que amenazara al hombre que amaba.
- Ya veo, ya veo. – repitió Izuku, apretando la mano de Megumin bajo la mesa. – Aela, tu turno.
Aela se sorprendió. Aunque técnicamente era parte del grupo, era algo temporal, y estaba en deuda con este chico por una cantidad ridícula de dinero. En su posición, de haber sido cualquier otro grupo, o líder, su opinión no solo no habría sido solicitada, sino que le prohibirían tener una.
- ¡¿Huh?! – Aela decidió que quedarse callada no ayudaría en nada. – ¡¿Por qué me preguntan a mí?!
- Porque también eres parte del grupo. – replicó Izuku con una sonrisa honesta.
Le llevó mucho esfuerzo a la Cazadora controlar su corazón. No porque se estuviera enamorando de este chico, sino porque, por primera vez, se sentía bienvenida y querida en un grupo. También había tenido que luchar contra el horrible pensamiento de volver con Kyouya, especialmente tras pensar en todo lo que experimentaba a su lado.
- Yo... bueno... – Aela se enredó por un momento, tratando de pensar en lo que era mejor, en qué clase de potencial querría el Archidruida para quienes le rodeaban.
La Cazadora pelirrosa se tomó un momento para mirar al grupo reunido. La Paladín que se había enfrentado a Beldia, un General del ejército del Rey Demonio, con quien peleó de igual a igual. La chica cocodrilo que había derrotado a un caballo Nightmare con las manos. La pequeña Archimaga que había vaporizado a dicho General. Incluso la harpía negra era un peligro, con esa voz destructora y garras afiladas.
- Quizás... – Aela casi dijo algo estúpido, pero rápidamente se detuvo de sugerir una competencia de poder. – ¿Deberíamos tomar una misión para probar... compatibilidad? ¿Trabajo en equipo?
Por un momento, Aela mantuvo las miradas de todo el grupo. Por ese mismo momento, sintió que iba a ser ignorada, o regañada. Entonces, Izuku le sonrió.
- ¡Esa es una gran idea! – La respuesta de Izuku terminó dejando en shock a la Cazadora. – Darkness, ¿quieres llevar a Aela y Yunyun al tablón de misiones?
- Seguro. – replicó Darkness sonriente, realmente le gustaba que confiaran en ella. – Vamos, seguro podremos encontrar algo que sirva de prueba.
Mientras las tres chicas se movían hacia el tablón, Izuku y Megumin fijaron miradas uno en la otra.
- No vas a rechazarla, ¿verdad? – preguntó Megumin con los ojos en rendijas.
- Solo si tú me dices ahora que hay una buena razón para hacerlo. – replicó Izuku, manteniendo una mirada expectante en su rostro.
Megumin suspiró, y procedió a rascarse la cabeza. Estaba, debido a su poco desarrollado cuerpo, muy reticente a dejar que Yunyun y su irracionalmente grande par de pechos se acercaran a su novio. Sin embargo, Izuku había demostrado ser digno de confianza y fiel. Aún no demostraba ese tipo de atención hacia alguien como Darkness, que de hecho hacía avances con él, o en la recientemente reclutada Aela, que tenía todas las marcas de una chica que podría atrapar la atención del Archidruida.
Para ser honesta, Megumin pensaba que las únicas que representaban un peligro para su posición eran Chika y Liza, pero ellas le caían bien.
- Solo recuerda que yo soy tu novia... – concedió finalmente Megumin. Izuku le dio una palmadita en la cabeza y le sonrió cariñosamente; su puchero era demasiado adorable para ignorarlo.
- Me parece justo. – replicó Izuku, asegurándole a su novia que no tenía nada de qué preocuparse. – Ahora, ayúdame con esto. No quiero volver a cometer los mismos errores.
Con eso, Izuku finalmente reveló por qué había enviado a las otras chicas a buscar una misión. De su bolsa, sacó las tarjetas de esclavas de Chika y Liza. Inmediatamente, Megumin notó por qué la necesitaba.
Los esclavos no podían tener clases. Eso era solo para los aventureros. Sin embargo, y debido a que las tarjetas de ambos estaban hechas con los mismos hechizos, Chika y Liza habían desbloqueado la habilidad de seleccionar clases. Sin duda era como resultado de su interferencia con los sellos de esclavos, y de que Izuku se había convertido en una clase que fácilmente podía dictar cómo funcionaba la naturaleza.
Ser dueño de esclavos con clases de aventureros era doblemente una herejía. Primero, porque los aventureros no podían ser esclavos, y segundo, porque los esclavos no debían tener otra clase que no fuera su propio bajo estatus en vida.
- Entonces... – Había un montón de posibles preguntas sobre esta situación, y Megumin no sabía por dónde empezar para atacar la montaña de problemas que podrían derivar de esto. – ¿Cuál es tu pregunta?
- Lo que necesito saber es... ¿qué hacen estas clases con exactitud? – Izuku dejó en la mesa las tarjetas para que Megumin las pudiese ver claramente. – Mi selección de clase fue más o menos un accidente, y aunque pude ajustarme a ella, preferiría saber las bases para las de Chika y Liza.
Megumin tuvo que tomarse un momento para procesar la situación y la petición. Por supuesto, a su novio no le iba a importar un comino las repercusiones y las consecuencias. Por supuesto que no le iba a importar ganarse la ira de dos religiones mayores. ¿Por qué iba a hacerlo? Considerando su estatus como alguien de otro mundo, y que veía dichas instituciones como barbáricas, ¿por qué debería importarle? Su clase de Archidruida no tenía por qué reconocer las leyes impuestas por la naturaleza misma.
- De acuerdo, esto es lo que pueden hacer. – comenzó a hablar Megumin, pero se detuvo para mirar a las semihumanas. – También ustedes deberían poner atención. Tengo el presentimiento de que Izuku les dejará a ustedes la decisión.
(-0-)
Diez minutos después...
No tenían muchas opciones, pero las que poseían eran muy problemáticas para considerar, al menos para aquellos fuera del grupo de Izuku. Chika tenía todas las opciones disponibles que requerían de destreza o inteligencia, e incluso las híbridas; eso la dejaba con las clases de Pícaros, Magos, e híbridos de ambas. Liza, sin embargo, demostró tener no solo una cantidad obscena de fuerza y constitución, sino también una sabiduría inusualmente alta. Esta mezcla le daba opciones de las clases variadas de Bárbaros, Luchadores, e incluso Cazadores.
Izuku tuvo que luchar contra el impulso de resoplar, ante la idea de que Liza tuviera más sentido común que la mayoría de aventureros...
- Entonces... – comenzó a hablar Izuku, mirando fijamente a las semihumanas – ¿qué clases quieren tener?
Megumin rodó los ojos. Por supuesto que su adorable idiota les daría la libertad de elegir.
Ambas chicas ladearon sus cabezas con aparente confusión. Ninguna podría entender la pregunta ya que, aunque técnicamente eran libres de elegir su propio camino en la vida, no querían nada que no fuera estar al lado de su amo.
- Ummm... – Chika dudó por un momento, pero hizo acopio de valor para hablar rápidamente. – ¿Cuál clase ayudaría más al amo?
Izuku se dio una palmada en la cara con eso. Realmente quería que Chika y Liza fueran libres, independientes y felices. Sin embargo, tuvo que recordar que tras ser esclavas durante toda la vida, esa meta requeriría mucha reeducación y adaptación. Era muy tonto esperar que fuesen completamente independientes en un tiempo tan corto.
Megumin riéndose entre dientes a su lado tampoco le estaba ayudando.
- Bueno... – Izuku dudó por un momento.
Decirles lo que necesitaba era el camino fácil, pero eso lastimaba sus sentimientos. Chika y Liza eran personas, no personajes en un juego donde podía elegir para ellas lo que era mejor para él. Aunque eligiera para beneficio de ellas, lo hacía sentirse horrible.
- A nuestro grupo podría venirle bien alguien con muchas habilidades. – comentó Izuku, notando los ojos esperanzados de la harpía negra. – Pero fuera de eso, podrías elegir algo que te permita hacer cualquier cosa que quieras.
Chika ladeó su cabeza por un momento, y entonces sonrió de una manera tan pura y radiante que le alegraba el corazón de solo verla.
- Chika quiere usar muchas habilidades para el amo. – respondió Chika, y luego se inclinó más cerca para bajar su voz aún más. – ¿Hay alguna clase con habilidades que también permita usar magia? A Chika le gustaría... usar magia para el amo también.
Megumin se congeló. Por un lado, permitirle a una harpía aprender magia significaría que la iglesia de Eris los marcara como hereje. Por el otro... sería tan genial que casi no pudo evitar presionar a Izuku para que buscara una clase de ese tipo.
- ¡De hecho, si la hay! – respondió Izuku, feliz de ver que Chika tuviera deseos propios. – Mira esto, la clase Bromista combina el uso de habilidades de los Pícaros junto con algunos hechizos de la clase Mago.
Chika dio algunos saltitos en su lugar, feliz de que su amo realmente quería cumplir sus deseos.
- Entonces, si el amo lo permite... – Chika susurró con una linda y gran sonrisa – ¡Chika quiere ser una Bromista!
Izuku estaba más que feliz de seleccionar una clase para la chica aviana, sintiéndose grandioso de encontrar algún deseo para cumplirle. Luego se giró hacia Liza.
- Liza... – Izuku hablaba suavemente. La chica cocodrilo albina permanecía atenta, pero era difícil leerle la cara. – ¿Hay algo que quieras hacer, o lograr?
Contrario a lo que decían los libros, o las muchas advertencias que había recibido, Liza había sido sorprendentemente fácil de tratar. La chica reptiliana solo quería comida y abrazos. Pero Izuku sabía que también era una persona, y no un animal. Ella tenía sus propios deseos y metas, cosas de las que tenía necesidad, algo...
- Fuerte. – replicó Liza tras unos segundos. – Yo... más fuerte. Amo... a salvo...
Izuku parpadeó algunas veces.
- Tú quieres... – Izuku hacía un esfuerzo por transformar esas palabras en algo que tuviera sentido para él – hacerte más fuerte... ¿para poder protegerme?
Liza asintió.
- Los hombres lagartos tienen el instinto natural de proteger lo que aman, o las cosas a las que tienen apego. – comenzó a explicar Megumin, sonriendo de una manera claramente provocadora. – Los hombres cocodrilos son más simples; ella siente que te pertenece, lo que te vuelve irremplazable. Aunque no creo que necesite volverse tan fuerte, la verdad.
Izuku lanzó una sonrisa tímida a la pequeña Archimaga. Muchos habían invocado estúpidamente el gran poder de Liza, luego de ver su cola y garras despedazar paredes de ladrillos, pero Izuku sabía que tales cosas no eran nada comparadas con su arma principal. Igual que los cocodrilos, sus mandíbulas eran su arma más fuerte. Si Liza realmente quería volverse más fuerte, al punto que incluso la madera de hierro reforzada no tendría oportunidad contra ellas...
Pero ¿quién era él para denegar los deseos de sus amadas chicas?
- Bueno... – Izuku comenzó a leer algunas de las clases disponibles para Liza. – Los Guerreros Tótem pueden hacerse aún más fuertes cuando se enfurecen...
Los Guerreros Tótem, una forma avanzada de Bárbaros, les permitían a los aventureros ganar rasgos del animal tótem elegido. Estos rasgos solo tomaban efecto al activar su furia. En la mente de Izuku, esto significaba que Liza podría sacar mucho de esta clase, pues su raza tenía un rasgo llamado Furia de Hielo, que hacía que sus impulsos violentos fueran más difíciles de leer. Se imaginó que si se enfrentaba a oponentes que podían leer los rostros, no sabrían cuando Liza se encontraba en modo furioso.
- Yo... ¿más fuerte? – El semblante de Liza se tornó radiante, y su cola comenzó a ondear delatando su felicidad. – Yo... ¿Dragón?
Izuku se rio, encontrando la felicidad de la chica reptiliana adorable.
- Seguro. – replicó Izuku, para desesperación de Megumin. – Si eso es lo que quieres ser, estoy seguro que podrás lograr esa meta.
Megumin sintió el repentino deseo de advertirle al Archidruida. Tener una "esclava" tan fuerte sin duda sonaría algunas campanas de alarma de los guardias reales y del gremio... pero de nuevo, la simple posibilidad de que Liza se volviera tan fuerte y por extensión fuese su guardaespaldas... ¡era demasiado genial para dejarlo pasar!
- ¡Yo Tótem! ¡Yo Dragón! – Liza se sentía muy feliz ante el prospecto de ser aún más capaz de proteger a su querido amo.
Con un solo toque de su dedo, Izuku seleccionó la clase. No había necesidad de seleccionar el tótem; aparentemente la voluntad y deseos de Liza eran suficientes para que la tarjeta mágica entendiera qué clase de animal había seleccionado en su corazón. En la tarjeta, la ominosa palabra "Dragón" apareció.
Los cambios en Chika al seleccionar su clase fueron sutiles; sus plumas se volvieron menos brillantes, aunque no menos hermosas, y podía ver que sus extremidades se sentían más ligeras, más diestras. Para Liza, sin embargo, los cambios fueron más obvio; sus escamas se volvieron más grandes, fuertes, duras y pesadas. Sus manos y pies reptilianos, que ya de por sí tenían garras, obtuvieron una apariencia todavía más amenazadora con el incremento de masa muscular y la longitud de las garras. Incluso su piel humana parecía haberse vuelto más gruesa.
- Al menos te ves feliz... – murmuró Izuku nervioso, notando cómo Liza agitaba su cola, y cómo Chika no dejaba de saltar.
- Buena suerte controlándolas... – murmuró también Megumin, sabiendo demasiado bien que no estaba a punto de abandonar a su novio. – ¿Crees que esas tres se tarden mucho en conseguir una misión?
Izuku, agradecido de una oportunidad de distraer su mente sobre obsesionarse con los cambios de Liza, se giró para ver a las chicas, que todavía estaban discutiendo en el tablón de misiones. Y de repente, las puertas del gremio se abrieron violentamente.
*¡BAM!*
Entrando al salón, jadeando y sudando, estaba una mujer joven mirando a todos lados. Los ojos llenos de lágrimas de la castaña denotaban desesperación, y parecía a punto de sufrir un colapso mental.
- ¿Lean? – preguntó el aventurero musculoso con un Mohawk a la ahora identificada castaña. – ¿Qué te pasó? ¿Dónde están Dust, Keith y Taylor?
Ya habían empezado a soltarse los rumores, incluso algunos que lanzaban términos como "Grupo totalmente exterminado". Izuku no conocía a este grupo, pero se sintió horrorizado de pensar que un grupo de aventureros tan jóvenes ahora estuvieran... muertos.
Finalmente, la castaña se giró para mirarlo, y así nada más, se lanzó hacia él.
- ¡IIIZZZUUUUKKUUUUU! – bramó Lean en completa desesperación, cayendo de rodillas enfrente del Archidruida. – ¡TIENES QUE AYUDARME! ¡POR FAVOR, SÁLVALOS!
- ¡¿Q-qué?! – Izuku no estaba listo para que la gente se le arrodillara enfrente para... pedirle lo que fuera. – ¡¿Qué pasó?!
Izuku dejó de lado el shock una vez que se dio cuenta de lo que le estaban pidiendo. Alguien necesitaba ayuda, así que no había tiempo para sentir vergüenza. Darkness, Aela y Yunyun dejaron la búsqueda de una misión al darse cuenta que la joven maga le estaba suplicando ayuda a Izuku. Cerca detrás de ellos, Luna también se aproximaba para entender lo que estaba pasando.
- ¡Mi grupo! Los chicos... – trataba de explicar Lean, todavía descontrolada.
Izuku le puso una mano suavemente en el hombro, tratando de calmarla, para que se relajara lo suficiente para poder explicarles lo que pasaba.
Que los aventureros, incluso grupos completos, murieran en el campo o dentro de mazmorras no solo era una realidad en este mundo, sino una ocurrencia común. El gremio solo ofrecía desbloquear el poder y la capacidad de obtener habilidades, pero no había garantía de sobrevivir, ni cláusula que diera suficiente valor para que un grupo de búsqueda fuese a rescatarte si desaparecías. En este mundo, te registrabas como aventurero a tu propio riesgo, por lo que eras tú quien aceptaba todas las implicaciones.
- Tomamos la misión anual de explorar la mazmorra de Keel. Solo íbamos a revisar el primer piso en busca de los cofres que se rellenaban. Era solo una misión de conseguir dinero rápido, no más que eliminar a un zombi o dos... – comenzó a explicar Lean, al tiempo que empezaba a soltarse en lágrimas.
La mazmorra de Keel era una estructura extraña de tiempos antiguos. Supuestamente, era el lugar de descanso final de un Nigromante que había muerto hacía mucho, uno que no se había convertido en Lich debido a que su amada murió antes que se completaran los rituales. Al menos, así era como describían las historias antiguas. Había diez niveles conocidos en la mazmorra, y cada año, los cofres volvían a rellenarse. No era una cantidad de oro que pudiera cambiar la vida, pero era bueno para los aventureros de nivel bajo, y a menudo, usado como una especie de tutorial para los aventureros que decidían abandonar la ciudad para empezar su propio viaje.
Eso tenía, por supuesto, sus peligros. La mazmorra tenía algunos monstruos no-muertos de nivel bajo, y una cantidad nada desdeñable de insectos enormes y otras plagas. Dado que el grupo de Lean no era exactamente el más débil del pueblo, no deberían haberse topado con nada tan peligroso que no podían manejar.
- Descubrimos que los cofres del primer nivel ya estaban vacíos, así que decidimos echar un vistazo en las primeras salas del segundo... – continuó Lean, con la voz ahora temblándole.
Atrás, Luna inmediatamente empezó a sospechar que algo andaba mal.
La mazmorra era terreno libre para que cualquiera entrase, eso era obvio, pero cualquier aventurero que entrase sin tomar la misión tenía al menos que reportar que lo iba a hacer. La cuota que el gremio tomaba por entrar a la mazmorra estaba destinada a mantener los sellos en la entrada de las catacumbas; si los aventureros entraban para saquear los cofres rellenados, y no pagaban una fracción de ese dinero, los sacerdotes dejarían de renovar los sellos, lo que arriesgaría a que los no-muertos salieran hacia los bosques, y eventualmente podrían amenazar la ciudad.
- Nos encontramos... a Keel... – reveló finalmente Lean, haciendo que todo mundo en el salón se quedara en silencio por la revelación. – Estaba furioso. Con nosotros... con todo el mundo. No paraba de hablar de cómo su amada le fue arrebatada y sellada...
Luna y las otras recepcionistas rápidamente empezaron a tomar notas. Estos acontecimientos debían ser reportados inmediatamente, pues eran noticias terribles. Si Keel era real, entonces debía ser un Lich, un no-muerto realmente poderoso que ahora estaba acechando demasiado cerca de la ciudad de principiantes.
- Fuimos capturados. Dijo que nos usaría para romper el sello. Dust entonces lo convenció de que había alguien en el pueblo, alguien tan poderoso que podía deshacer el sello en cuestión de segundos... – Lean comenzaba a llorar, e Izuku ya podía adivinar lo que había sucedido. – El grupo me eligió a mí para que viniera a buscarte, Izuku. Por favor... sálvalos. Antes de que... antes de que...
Izuku la interrumpió poniéndose de pie. Sus ojos se habían vuelto de acero, y su cara de piedra.
El Archidruida no tenía obligación alguna con este asunto. Nada lo forzaba a intervenir para salvar a este grupo. Izuku no les debía nada, ni siquiera los conocía más allá del hecho de que eran aventureros igual que él. Ellos no le debían nada, lo que significaba que tampoco tenía nada que perder dejándolos enfrentarse a su destino. Ni siquiera tenían riquezas o recursos que él necesitara o deseara, lo que significaba que no obtendría nada a cambio.
- No digas más. – declaró firmemente Izuku, haciendo que todos los aventureros retornaran a sus platos y sus oídos a sus propios asuntos.
Lean sabía que no había mucho más que hacer. Izuku, él héroe de Axel, no tenía obligación con un equipo de aventureros que, a lo mucho, eran sus conocidos. En efecto, pedirle al Archidruida que entrara en la mazmorra y arriesgara su vida por absolutamente nada era tal vez lo más estúpido que podía hacer; quizás hasta los miembros de su grupo supieran esto de antemano, lo que significaban que solo querían que ella sobreviviera.
Aun así, ella no podía rendirse. Ella y Dust todavía tenían que arreglar su situación. Taylor todavía tenía que declararle sus sentimientos a Luna. Keith tenía esa competencia de arquería en un mes. Tenía que convencer al Archidruida de salvar a su grupo. Tomó aplomo, preparando su mente y su corazón para ofrecer su cuerpo como pago, para ofrecerle...
*¡SLAM!*
Izuku golpeó su bastón contra el suelo. El impacto, que provocó un sonido casi sobrenatural, interrumpió todo ruido e incluso los pensamientos de todo mundo adentro del gremio.
- ¡Megumin, Liza, Chika, Darkness! ¡Tenemos que salvar a este grupo! – declaró Izuku, fuerte y firme. – Aela, Yunyun, son bienvenidas si desean venir, pero ninguna de las dos tiene obligación de seguirnos.
Con eso, Izuku cogió la mano de la todavía arrodillada Lean. No necesitaba ninguna orden o petición para saber que era su turno guiar al héroe de Axel hacia donde lo necesitaban.
- ¡Izuku! ¡Espera! – Luna trató de interceptarlo, sabiendo que poner a Izuku en peligro era un no-no si quería asegurar la prosperidad en su gremio. – ¡Eso no está sancionado oficialmente como una misión! ¡No habrá ninguna...!
- ¡No me importa! – interrumpió Izuku, sin detenerse un centímetro. – ¡No me voy a quedar aquí parado mientras hay personas en peligro!
Y con eso, el Archidruida abandonó el edificio, con todo el grupo siguiéndolo sin titubear. De hecho, muchos podrían atestiguar que cada una de las chicas mostraba una mirada de determinación que pondría a la mayoría de héroes en vergüenza.
(-0-)
Un par de horas después...
Llegar a la entrada de la mazmorra de Keel había sido... educativo... para Izuku.
La maldita cosa no estaba muy lejos de la ciudad. Si los no-muertos adentro atravesaban los sellos de la puerta, lograrían llegar a la ciudad en cuestión de horas, atacarían a los pocos guardias por sorpresa, y causarían un montón de muertes antes que se pudiera organizar una defensa apropiada. Se suponía que los sacerdotes de las dos religiones mayores eran quienes debían mantener fuertes los sellos, pero tomaban esto como un negocio. Izuku se tomó un momento para refrenar su ira, incapaz de creer que estas religiones de imbéciles se enfocaban más en el dinero que en la seguridad de los civiles.
- Dos centinelas. – reportó Aela, aferrándose a la ballesta ligera en sus manos con su vida. Ella NO estaba lista para esto... pero si no enfrentaba el desafío ahora, ¿cuándo lo estaría? – Son no-muertos, por lo que parece.
Aela sabía que la información era innecesaria. Las figuras humanoides montando guardia en la entrada de la mazmorra se veían como cadáveres descompuestos. Aun así, Izuku le había pedido la información, porque tenía la habilidad Vista a Distancia, que le permitía ver a los objetivos lejanos con mayor facilidad.
- Esos no son zombis sin cerebro. – agregó Megumin, haciendo su mejor esfuerzo por ver a los objetivos distantes. – Están sosteniendo sus armas como soldados entrenados, y no como cadáveres deshuesados y reanimados.
Izuku asintió ante la nueva información. Rápidamente entendió que estos centinelas no-muertos debían ser lo bastante inteligentes que necesitaban llevarlo ante su líder. Necesitaba saber ahora si sería posible razonar con ellos.
- Espectros. – añadió Yunyun, sorprendiendo al grupo. – Miren sus ojos brillantes, tienen conciencia.
- La chica mágica tiene razón. – añadió Chika, posada sobre una rama de árbol, y mirando adelante sin tener que entrecerrar los ojos. – Chika puede ver que los muertos pueden pensar.
Aela no sabía qué era peor, enfrentar el hecho de que sus habilidades volvían a parecer redundantes, o que los murmullos rasposos de la harpía negra parecían ahora más dañinos.
- Eso es lo que necesitaba saber. – murmuró Izuku, y se volvió hacia su grupo, que ahora se había vuelto grande. – Darkness, Aela, Chika, Lean, quédense aquí y permanezcan en guardia. Si no volvemos pronto, vuelvan al pueblo para conseguir un grupo de rescate. El resto, vengan conmigo.
Asentimientos graves siguieron a las órdenes del Archidruida. A Darkness y Chika no les gustaba nada este plan, pero entendían que era necesario.
Izuku, Megumin, Yunyun y Liza salieron de los arbustos y hacia el claro que marcaba la entrada de la mazmorra. Los centinelas no-muertos les apuntaron sus espadas a los intrusos, pero fuera de eso no se movieron.
- ¡Mi nombre es Izuku Midoriya! – declaró Izuku firmemente, por dentro aterrado de la idea de hablar de frente con un par de no-muertos inteligentes... aparte de Wiz. – ¡Se me solicitó venir aquí a cambio de liberar a un trío de aventureros!
Los centinelas intercambiaron miradas por un breve momento, y luego se asintieron uno al otro.
- No esperábamos que vinieras tan pronto. – dijo uno de los espectros. Su acento sonaba mal, pero aun así era entendible. – Síguenos. El amo te está esperando.
(-0-)
Varios minutos después...
Izuku no esperaba que esto fuese la guarida de Keel el Nigromante... o más bien, el Lich. Estaba oscura y llena de polvo como se suponía que fuera, pero las decoraciones eran muy humanas, y no estaban centradas en muerte y rituales oscuros. El pasillo final también llevó hacia una escena muy anticlimática. En lugar de llevar a un gran salón o sala de trono, llevaba a un cómodo dormitorio.
Justo afuera de dicho dormitorio, Izuku podía ver la forma de un cadáver momificado con ropas de mago. Y adentro de la habitación, podía ver a los tres aventureros... ¿sufriendo por limpiar el piso?
- ¡Háganlo con cuidado! – gritaba el lich al trío. – ¡No me importa si se tardan mil años! ¡Quiero que esa barrera desaparezca y que las cenizas de mi amor queden intactas!
Los tres aventureros dentro de la habitación dieron un respingo, pero no se quejaron.
- ¿Keel? ¿El... Lich? – preguntó Izuku, dando algunos pasos tímidos hacia el poderoso y antiguo no-muerto.
Keel giró su cabeza, mirando a los recién llegados. Quería seguir gritando, hacer caer su ira en todo y todos. Pero el chico frente a él tenía unos ojos tan claros que parecían pertenecer a un ángel. Esto derritió totalmente su ira, y ver a otras dos chicas ocultarse tímidamente detrás de su espalda no ayudó con el sentimiento cálido.
La chica reptiliana era un caso diferente, sin embargo.
- Sí... – replicó Keel, tratando de leer al grupo frente a él. – Me disculpo por la rudeza, pero unos canallas pensaron que destruir los restos de mi amada y separarme de ella sería divertido.
Tres hechiceros y una luchadora física. Era un grupo muy extraño. Al menos el chico resonaba con magia muy poderosa.
- ¿Debo asumir que tú eres ese joven tan poderoso que es capaz de deshacer cualquier sello? – La pregunta de Keel hizo que Izuku tomara una expresión sombría.
- Depende del sello. – replicó Izuku con tanta confianza como podía, y aun así, todavía no aceptaba nada. No tenía idea de qué tan poderoso era este lich, y quería evitar poner a Liza y Megumin en peligro si era posible.
- Por supuesto, sería desconsiderado de mi parte pensar que eres todopoderoso. – replicó Keel de manera bastante razonable, para alivio de Izuku. – Esta parece ser una barrera sagrada de variedad de muy alto nivel. Si no hubiese sido colocada de manera tan torpe, podría haber creído que fue hecha por manos divinas.
Mientras Izuku seguía la dirección donde apuntaba la mano del lich, se volvió bastante obvio que los símbolos dibujados en el suelo estaban dibujados con... tiza barata. Era como si un idiota inútil hubiera tratado de vandalizar el lugar. ¿Por qué querría alguien hacer algo así, en vez de purificar este lugar? ¡Alguien con poderes sagrados de ese tipo debería haber visto que mandar a los no-muertos al más allá era mejor que sellar el área a la larga!
- Eso es tiza... – Izuku señaló lo obvio. – ¿Has probado con agua?
- Eso es imposible. – respondió Keel rápidamente, sin culpar al aventurero por recurrir al sentido común. – Ese polvo que cubre el lugar en realidad son las cenizas de mi amor. El imbécil que nos atacó destruyó su cuerpo, y no dejaré que las cenizas se pierdan. Habría invocado un hechizo para reconstruir su cuerpo, pero no puedo entrar por culpa de esta horrible barrera.
Izuku sintió pena por el lich. Era fácil de imaginar que este sujeto, estando no-muerto, solo quería pasar el resto de su no-vida con su amada.
- ¡Chicos! – Izuku le estaba hablando al trío de prisioneros. – ¿Han intentado reunir primero las cenizas dispersas?
Era algo tonto de preguntar. Debería haber sido lo primero que estos aventureros deberían haber intentado. No había manera de que...
- ¡¿Estás loco?! – Dust fue el primero en responder con un grito.
- ¡No hay manera de que usemos una escoba aquí adentro! – secundó Keith. – ¡Terminaríamos respirando las cenizas si lo hiciéramos!
Izuku les lanzó una mirada seca. Necesitó mucha fuerza de voluntad para no llamarlos idiotas. Sin embargo, antes de darse una palmada en la cara, una idea golpeó su mente.
- Megumin. – El llamado de Izuku fue respondido inmediatamente por su novia, que ya estaba a su lado. – ¿Tienes Ráfaga de Viento en tu lista de habilidades?
Megumin no solo asintió, sino que rápidamente tomó su tarjeta de aventurera, e inmediatamente deslizó su pequeño dedo por su superficie.
- ¡No es posible! – gritó Yunyun, incapaz de creer lo que estaba viendo. – ¡MEGUMIN! ¡NO PUEDES GASTAR PUNTOS DE HABILIDAD EN MAGIA BÁSICA!
- Tú la llamas básica. – espetó Megumin, sonriendo como si fuera un verdadero demonio al terminar de aprender el hechizo básico. – ¡Pero mi novio lo convertirá en algo de locura!
Izuku soltó una carcajada adorable. Ya estaba sujetando un trozo de tela, que rápidamente dobló dándole forma de saco.
- No estoy seguro de si será súper loco. – declaró Izuku, ganándose la atención del lich y los otros aventureros. – Pero esto resolverá nuestro problema de hoy.
Dándole la bolsa a Megumin, Izuku adoptó una pose que su novia reconoció como su postura de "voy a explicarles algo complicado".
- Ráfaga de Viento permite que el invocador manipule la dirección del flujo de aire. Esto es algo que puede usarse para mover nubes, dispersar la niebla, o levantar cosas ligeras. – comenzó Izuku, ganándose asentimientos de todos los presentes al entender. – Megumin, quiero que coloques el punto focal del hechizo adentro de esa bolsa, haz que el aire fluya desde adentro y a través del fondo, mientras apuntas el hueco de la bolsa hacia el suelo.
Yunyun observó cómo Megumin, la más terca de los miembros del clan de los Demonios Carmesís de su generación, obedecía sin protestar. Era surreal ver a la pequeña niña que nunca gastó ni un solo punto en otra cosa que no fuera Explosión hacía lo que le ordenaban. Ya era imposible creer que la pequeña Archimaga gastaba puntos en algo tan inútil...
*¡FFOOOOOOSSHHH!*
Yunyun y Keel observaban en un silencio estupefacto cómo el hechizo hacía su efecto. La bolsa de tela se infló, y el aire era succionado adentro... junto con las cenizas esparcidas en el suelo... la cama... y las paredes. Era como si les estuvieran dando órdenes de reunirse en un solo lugar, fuesen atraídas hacia la bolsita improvisada. En cuestión de minutos, ya no quedaban más cenizas por recoger.
- Eso fue un efecto de aspiradora. – explicó Izuku a los hechiceros del grupo que seguían en shock. – Al forzar el aire a salir fuera de la bolsa, obligamos el aire de afuera a ir adentro. Ya que la abertura de la bolsa ofrece menos resistencia que la tela que hace la bolsa, el aire pasa a través de ella, y como la abertura es muy pequeña, la presión diferencial hace que la fuerza de succión se vuelva más fuerte. Esto hace que sea fácil arrastrar partículas pequeñas, como polvo y cenizas, que no atraviesan la tela al fondo de la bolsa.
Yunyun estaba... sin habla. Con un hechizo inútil, y un objeto inútil, Megumin y su novio acababan de crear una técnica muy útil. Esta innovación podría reducir el tiempo al reunir recursos, limpiar áreas, ¡o incluso para esconder desórdenes!
Keel estaba estupefacto. Pese a su gran conocimiento y alta inteligencia, ¡debía admitir que nunca se le habría ocurrido combinar hechizos y objetos para crear efectos tan útiles como éste!
- Aquí están las cenizas. – dijo Megumin entregándole la bolsa al lich. – No fue de locos, pero sí efectivo.
La sonrisa arrogante en la cara de Megumin estaba prendiendo en llamas los nervios de la linda castaña. ¡Ella también quería crear cosas locas!
- Gracias... – dijo Keel mientras cogía la bolsa con las cenizas, apretándola cerca de su pecho. – No saben lo feliz que me hace esto...
- ¿Ya nos podemos ir? – preguntó Dust, interrumpiendo groseramente el conmovedor momento.
Keel se giró para ver al trío de aventureros, con su cara de no-muerto fácilmente fingiendo una mirada asesina. Sin embargo, Izuku podía ver surgir su amabilidad.
- Mil monedas de oro si limpian esa barrera. – les dijo Keel de pronto, sonando más amigable. – Para cada uno.
- ¡SÍ SEÑOR! – replicaron los tres idiotas, y rápidamente fueron a buscar baldes de agua y mopas para limpiar la tiza del suelo.
- En cuanto a ti, mi buen hombre – dijo Keel, dándose la vuelta para ver a Izuku – ¿hay alguna manera de pagarte por tu amabilidad?
Izuku solo le sonrió. Ya había recibido su recompensa sabiendo que todos podrían volver a casa hoy mismo. Un rescate exitoso, con un toque de amabilidad. Pero, por otro lado, había otra cosa que seguía molestándolo.
- No necesito recompensa material. – replicó Izuku, ganándose reacciones sorprendidas tanto de Yunyun como del propio Keel. – Pero tengo curiosidad. ¿Por qué permaneces aquí como un no-muerto? Tu amada se siente purificada, y su alma no está encadenada a este plano terrenal.
Él no era un sacerdote, pero podía sentir las energías malignas que ataban a Keel y a sus soldados a este lugar, energías que estaban ausentes de las cenizas en la bolsa.
Keel suspiró, pero en lugar de rehusarse, decidió explicarle todo al Archidruida.
Le llevó una hora completa, pero en ese tiempo, el lich había relatado toda su historia. El reino antiguo, su escape con su amada, la creación de la mazmorra... cómo ella murió mientras él se convertía en un no-muerto, el hecho de que ella seguía esperándolo en las puertas del cielo, aguardando a ser purificado para poder cruzarlas juntos...
- Y es por eso que sigo aquí... – concluyó Keel, sintiéndose liberado tras contar su historia, con un sentimiento cálido en su ser al ver los ojos en lágrimas de las dos magas que acompañaban al Druida. – Es por eso que permanezco en este lugar, esperando a que algún sacerdote amable venga y me purifique.
- Ya veo. – dijo Izuku, suspirando con tristeza. – Cómo desearía poder purificarte. Realmente me gustaría ayudarte a que te reúnas con tu amada.
Keel sonrió tanto como podía, sabiendo que este chico era honesto.
- Así son las cosas. – replicó. – Ya me has ayudado lo suficiente. Pedirte más, pedirte lo imposible, sería un abuso de mi parte.
- Keel... – lo llamó Izuku, atrayendo la atención del lich. – No puedo purificarte como lo haría un sacerdote. Pero... ¿te gustaría ser reencarnado?
Le llevó unos segundos asimilar las palabras, pero cuando lo hizo...
- ¡¿EEEEEHHHHHHHHH?!
Esta historia continuará
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Omake – El viaje por carretera de Aqua
El camino hacia Alcanrentia se volvía más difícil cada día. No era que se estuvieran quedando cortos de dinero, o que hubiera batallas constantes por el camino. Era que Aqua cada vez tenía menos espacio para respirar.
- ¡NO TE NECESITO EN MI CAMA!
El grito de Aqua atrajo mucha atención, más de lo que habría querido el espadachín rubio.
- ¡Lady Aqua! – Kyouya hizo su mejor esfuerzo por bajar la voz tanto como pudo. – ¡No quise decirlo así!
Aqua estaba muy segura de que no estaba equivocada. Cuando el tipo propuso que los tres compartieran un cuarto por esa noche, los sentidos de la ex-diosa sonaron todas sus alarmas internas. Su actitud escalofriante que se intensificaba con cada día no ayudaba en nada.
- ¿En serio? – preguntó la Ladrona en tono seco. – Pensé que por fin la ibas a incluir esta noche.
- ¡¿Lo ves?! – Aqua seguía gritando escandalizada, haciendo que la gente de la posada mirara al trío asqueada. – ¡La ramera ésta delata tus intenciones!
- ¡Hey! – Ahora fue la Ladrona la que se enfureció, y así comenzó también a gritar. – ¡¿Cómo te atreves a llamarme así cuando llevas esa excusa de falda?! Prácticamente estás suplicando que te vio...
- ¡Cálmense! – Kyouya se esforzaba por interrumpir la pelea antes de que comenzara. – No hay necesidad de juzgar las ropas de nadie.
- ¡MI FALDA SÍ ES UNA FALDA! – Aqua no iba a echarse para atrás. ¿Por qué lo iba a hacer? ¡Las diosas no se retractaban!
- ¡Esta ropa me pone en buena gracia con nuestro valiente líder del grupo! – declaró la Ladrona con orgullo. – Si me visto así, es por él. A diferencia de ti, que dices que no lo quieres, ¡y aun así le enseñas todo a todo el mundo!
- En serio... por favor... – Kyouya podía sentir las miradas lascivas de los que lo rodeaban. Lo estaban juzgando como a un pervertido.
- ¡Hey, ustedes tres!
Un grupo de rufianes de feo aspecto se aproximó a su mesa. Kyouya rápidamente agarró su espada, aunque sabía que no podía golpear primero.
- ¿Cuánto por una noche de diversión?
La pregunta iba acompañada de una enorme bolsa de monedas de oro que fue puesta sobre la mesa.
- Realmente necesitamos aliviar el estrés. – agregó otro de los rufianes, sonriéndoles a las chicas de manera horrible. – No se preocupen, solo lo normal. Nada raro o que haga daño.
- Yo tal vez sí quiera algo raro, pero les pagaré extra. – se unió un tercero, y los tres comenzaron a soltar risitas pervertidas.
- ¡NO SOMOS PROSTITUTAS! – gritaron de horror Aqua y la Ladrona.
- ¿No lo son? – preguntó el líder honestamente sorprendido. – Pero por cómo andan vestidas, creímos que...
- Váyanse... – siseó Kyouya, realmente molesto por cómo se tornó la situación. – Antes de lo que haga algo de lo que todos nos arrepentiremos...
- ¡Cielos, cálmate, niño bonito! – dijo uno de los rufianes. – Solo cometimos un error.
- Diablos... yo que quería que el tipo me chupara hasta dejarme seco... – dijo el último, y el grupo se marchó para buscar su diversión en otro lado.
- ¡TODO ESTO ES POR TU CULPA! – se gritaron las chicas una a la otra, haciendo que Kyouya bajara la cabeza derrotado. Esto no iba como pensaba que iría.
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