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Elizabeth Thompson. 9 de febrero del 2017, el Olimpo.
Las bendiciones de un dios, Evan alguna vez había dicho que estaba bendecido por Afrodita y Dionisio, pero nunca le había hablado más sobre el tema, así que no sabía para qué eran o en qué ayudaban.
La pregunta debió de verse reflejada en sus ojos ya que Zeus continuó hablando, Evan a su lado mantenía la barbilla en alto, miraba al frente con el rostro neutro y sus brazos estaban tras de su espalda.
—La bendición de un dios es cuando uno cede una parte de su poder al semidiós en cuestión, puede ser en cualquier momento de la vida pero es mejor cuando nace ya que tiene tiempo de fortalecerlo y perfeccionarlo.
Elizabeth se preguntó porqué le decía aquello.
—Claro que también se podría bendecir a un humano, pero únicamente antes de nacer y con una razón justificable, no podemos andar dando magia por ahí sin saber cuál será su uso —declaró—. Y tú, humana, estás bendecida por los dioses.
Elizabeth no pudo hacer nada más que parpadear, sus labios se entreabrieron y supo que, de no ser por la blancura de su piel –literalmente blanca–, pudo haber palidecido tres tonos.
—Tú estás destinada a ayudarnos en esta guerra —reprimió las ganas de decir “o a destruirnos”—, eres la única que puede salvarnos y para ello debes entrenar tus dones.
Los dioses se mantuvieron en silencio, esperando más reacción que la leve muestra en el rostro de Elizabeth.
Querían que hablara, necesitaban que lo hiciera, saber que pese a la presión sobre sus delgados hombros ella iba a hacer todo lo que estaba a su alcance para ganar y que no se perdieran más vidas.
Pero ella retrocedió dos pasos, sus manos a sus costados se cerraron en puños y su entrecejo se frunció.
—Esto… —empezó, tragó saliva al sentir su boca seca—. Esto no era parte del trato. Yo solo iba a formar una parte insignificante en su ejército ya que no tenía nada que perder, ¿pero esto?
—Elizabeth —susurró Evan, suplicante, pero Elizabeth negó con la cabeza. Los dioses lo notaron.
—Necesito tiempo.
Después de una leve reverwncia y con pasos dudosos, Elizabeth salió del salón y caminó por las escaleras y pasillos hasta llegar a su habitación, necesitaba pensar, era demasiada información reunida en su cabeza de golpe, hacía cinco minutos solo era una chica de dieciocho que iba a pelear para ayudar como pudiera.
Ahora era una chica de dieciocho, bendecida por los dioses y con todo un imperio que salvar, incluso el mundo.
Se tiró en su cama, escuchando atentamente cómo empezaba a llover, cómo los relámpagos empezaban a partir el cielo nublado.
Y por primera vez, analizó los movimientos de la enmascarada en sus sueños cuando se durmió. Cómo movía la espada, qué tan veloz era...
Evan. 9 de febrero del 2017, habitación de Elizabeth.
La puerta de su habitación sonó con insistencia sacándola de su sueño, y cuando se sentó en la cama con el cabello desordenado, Evan entró.
—¿Qué vas a hacer? —cuestionó apenas cruzaron miradas.
—Voy a hacerlo —dijo decidida con la voz ronca y un tanto adormilada—. Sólo quería pensar, es muy rápido todo esto, incluso los entrenamientos son algo que nunca consideré que quería hacer y al final pasó, ¿salvar al mundo? Jamás quise ese peso sobre mis hombros.
Ya estaba más despierta cuando habló y cuando Evan se sentó a su lado con la mirada baja.
—Perdón —susurró Evan, Elizabeth lo miró—. Perdón —dijo de nuevo pero un sollozo lo acompañó.
Sabía lo difícil que era para ella, él había sido afortunado al saber cuál era su destino desde que nació, pero Elizabeth no contó con esa ventaja, todo estaba siendo demasiado rápido y repentino. No podía ni imaginarse lo grande que era saber que el mundo dependía de ti.
Y él no había sido de mucha ayuda, presionando tanto y sientiéndose tan... superior.
Unas lágrimas solitarias resbalaron por las mejillas de Evan y Elizabeth movió su cabello dorado para mirar su perfil.
—Hey, no es tu culpa, ¿bien? —empezó—. No sé por qué te disculpas, no llores.
Era la primera vez que lo veía así, no sabía cómo consolarlo y tampoco sabía qué decir para que dejara de llorar, pero dejó de buscar soluciones cuando Evan volteó su rostro hacia ella, sus ojos se desviaron a sus labios cuando los relamió y luego volvió a dirigirlos hacia los diamantes frente a él.
Y la besó.
Los labios de Evan se movían de forma experta sobre los de Elizabeth, mientras ella intentaba seguirle el ritmo un tanto confundida por la acción.
Evan chupaba, lamía y mordía los labios ajenos, y pronto introdujo su lengua en la boca de Elizabeth para empezar un vaivén lento y seductor.
Se inclinó para adelante haciendo que Elizabeth se recostara en la cama, puso sus manos sobre las mejillas de su contraria y se posicionó entre las piernas de la misma para tener una posición más cómoda.
Elizabeth enrolló sus brazos en el cuello de Evan, totalmente controlada por las sensaciones que experimentaba por primera vez en su corta vida. Sus dedos pasaron por los cabellos largos y dorados de Evan, intentando fusionarlo con ella.
Se separaron unos segundos con las respiraciones agitadas, se vieron a los ojos, ambos nublados por una repentina lujuria que parecía poseerlos, vieron nuevamente a los labios del otro y se volvieron a besar entre jadeos.
Evan puso sus manos en las caderas de Elizabeth, haciendo presión entre ambas intimidades por sobre la ropa, frotándose y simulando embestidas lentas y gloriosas con el objetivo de hacerla pedir por más.
Apretó los glúteos de Elizabeth y sus labios bajaron al cuello de la misma, lamió y mordió suavemente evitando dejar marcas que pudieran ser visibles ante los ojos de los demás. Escuchó los jadeos y suspiros agitados por parte de Elizabeth en su oído.
Su piel se estremeció cuando escuchó un pequeño y agudo gemido, sus manos temblaron por la excitación cuando subieron hacia los pechos de Elizabeth para apretarlos por sobre la ropa blanca que los cubría, sacándole un gemido más a la chica debajo de él.
—¿Quieres hacerlo? —preguntó Evan en un suspiro, sin alejarse de su cuello.
—Yo no quiero… compromisos —jadeó en respuesta apretando los cabellos de Evan cuando él succionó—. No ahora...
—¿Quién dijo que yo sí?
Sin más palabras se volvieron a besar.
[ EDITADO ☑️ ]
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