⚔️ 20 ⚔️
Elizabeth Thompson. 17 de febrero del 2016, el Olimpo.
—¿Porqué estaba desmayada, el fuego me afectó? —preguntó Elizabeth un tanto intranquila.
Evan intentaba convencerla de que todo era cierto, pero se estaba complicando bastante y él no era paciente así que había decidido dejar que creyera que era una broma hasta el entrenamiento.
—Tú causaste el fuego, tu magia se salió de control muy rápido y terminaste agotándote, por eso quedaste inconsciente durante tanto tiempo —quedaron en silencio, y Evan notó que la albina estaba distante—. Perdón por lo de tu madre.
Silencio. Elizabeth miró sus manos que jugaban entre ellas, el cabello le cayó por los costados y sus ojos se humedecieron, pero parpadeó para evitar las lágrimas.
A fin de cuentas, ella no tenía una relación muy cercana con su madre, pero Rosalía era eso, su madre. Por ello era inevitable sentirse tan triste por la pérdida, pero había aprendido a ocultar sus sentimientos lo mejor posible.
No iba a llorar, o al menos no frente a ese desconocido.
¿Podría ser cierto lo que decía? Era una locura, pero nadie conocía el mundo por completo, los secretos que se ocultaban en cada esquina, así que si había una oportunidad de que todo eso fuera real, ella la tomaría.
Era mejor estar dentro de una fantasía.
—Deberías ir a asearte, apestas —le dijo Evan en un intento de alivianar el ambiente.
Elizabeth frunció el ceño.
—Eso pasa cuando no te bañas por tres días luego de un incendio, es un poco difícil oler bien si has estado… —detuvo sus palabras y rodó los ojos mientras él sonreía de forma burlona.
Se iban a llevar bien.

Con unos pantalones de cuero, blusa sencilla blanca y botas hasta la rodilla, Elizabeth estaba frente a los dioses, Evan estaba unos pasos detrás de ella con el semblante serio.
La albina parecía lo que siempre había sido, un cordero asustado frente a lobos hambrientos, y lo único que quería hacer era salir corriendo de ahí.
—Te preguntarás qué haces aquí —empezó Zeus luego de un momento al notar que nadie tomaba la palabra—. Te hemos reclutado para ser parte de nuestro ejército.
Habían optado por no decirle toda la verdad a Elizabeth, al menos no hasta que tuviera un poco más de entrenamiento.
Evan elevó levemente las cejas por la mentira pero no dijo nada.
—¿Su ejército? Lo lamento, pero no entiendo qué podría hacer yo con ustedes —Elizabeth negó, rehusándose indirectamente a estar en ese lugar.
Tenía cosas más importantes que hacer, como buscar al asesino de su madre, hacer un funeral… llorar. No había podido llorar libremente, aunque mientras se bañaba, unas lágrimas habían salido de sus ojos, pero no era suficiente.
Quería gritar, llorar, descargarse. Era la única heredera de la fortuna familiar, y por ende, de la empresa. En toda su vida, nunca supo que se hacía en la empresa, y su lista aún no terminaba como para tener que formar parte de un equipo de algo que ni conocía.
—Te investigamos, Elizabeth —confesó Hera—. Notas perfectas, sobresaliente en todo, tres idiomas y tu idioma natal, sin familia y heredera de una empresa multimillonaria de Orlando. Perdón, pero tienes mucho que ofrecernos —pese a las palabras dichas, no necesitaban nada de eso, una mentira más—. Eres una niña genio que pasó de la pobreza a la vida de una princesa en menos de una hora, eres todo lo que necesitamos.
—Soy una chica que acaba de perder a la única persona que tenía como familia, y ustedes quieren que me meta a su increíble ejército de la noche a la mañana sin decirme absolutamente nada más. No lo considero muy moral para personas que se hacen llamar dioses —murmuró lo suficientemente alto para ser escuchada por todos, con los dientes y puños apretados.
Zeus resopló echándose para atrás hacia el respaldo de su asiento.
—Como tú dices, somos dioses, y por ello estamos haciendo lo mejor para la humanidad, un grupo de personas poderosas, mental y físicamente para lidiar con una guerra que se aproxima. Una guerra que definirá el futuro de todo lo que conoces. Así que si no quieres ser la única mundana que se quede completamente sola en este maldito mundo, yo te recomiendo que reconsideres tus prioridades.
Elizabeth se mantuvo en silencio unos minutos, pensando seriamente en lo próximo que diría.
—Este maldito mundo no me ha dado nada, no entiendo porque yo debería hacer algo por él. Que ustedes, dioses, se encarguen de esa supuesta guerra —se dio media vuelta y salió por la gran puerta.
—Evan, convéncela, por favor —Elizabeth escuchó a lo lejos antes de notar los pasos del rubio detrás de ella.
—¿Porqué no lo piensas? —cuestionó Evan—. Talvez el mundo no haya hecho nada por ti, pero hay siete billones de personas que tampoco te han causado ni un mal. Inocentes masacrados por puro egoísmo, eso es lo que causarás.
—¡Soy solo una humana! —giró y le gritó a Evan en la cara—. ¡¿Porqué no se encargan de todo esto ustedes?! No lo entiendo.
Se dejó caer de rodillas e hizo lo último que quería. Cubrió su cara con sus manos y lloró.
Lloró por la presión sobre sus hombros que la perseguía incansablemente, lloró por la soledad que la tenía presa, lloró por la pérdida de su única familia. Simplemente lloró por lo que nunca había llorado en la vida.
Evan la observó desde arriba, se agachó frente a ella y le acarició los cabellos para atraerla a su pecho en una invitación silenciosa a descargarse con él. Ella no se opuso, y él simplemente se mantuvo así hasta que Elizabeth volvió a desmayarse.
Zeus. 17 de febrero del 2016, el Olimpo.
En el salón del trono, los dioses discutían. Elizabeth no parecía querer pelear esa guerra con ellos, y por lo que había dicho, habían posibilidades de que se aliara con la Sombra.
—Les dije que esto era una posibilidad —dijo Artemisa masajeando el puente de su nariz.
—Yo opino que hay que matarla —Hades se cruzó de brazos—. No va a pelear con nosotros, pero tampoco tendrá oportunidad de pelear contra nosotros.
—No hay que irnos a esos extremos —gruñó Zeus.
Hades estaba por hablar pero la puerta se abrió repentinamente con un gran estruendo.
—¿No te enseñaron a tocar? —regañó Hades a Evan.
El rubio lo ignoró y se dirigió a Zeus.
—Va a hacerlo.
[ EDITADO ☑️ ]
MARATÓN 3/4
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