Nuevo Orden

Datos post guerra. 2 semanas después de los hechos

Ben Tennyson y Cerbero no solo derrotaron a Vox y Valentino, sino que también asumieron sus títulos de Overlords, re definiendo la jerarquía de poder en el Infierno. Esta transición fue más que simbólica; implicó la anexión de vastos territorios anteriormente controlados por Vox, Valentino y Velvet.

La caída de Vox dejó un vacío en el control de los medios de comunicación infernales, una oportunidad que Alastor aprovechó con gusto. Los territorios anteriormente dominados por las pantallas y la tecnología digital de Vox cayeron bajo el control del Demonio de la Radio.

Con la caída de Valentino y la captura de Velvet, la industria del entretenimiento para adultos y la industria de la moda en el Infierno sufrió una re estructuración masiva. Bajo el control de Ben y Cerbero, Cerbero y sus allegados que fueron a quienes Ben dejo a cargo de ese asunto por incomodidad, implementaron regulaciones más estrictas para proteger a los trabajadores, eliminando las prácticas abusivas que eran comunes bajo el régimen de Valentino. Esto llevó a un cambio cultural significativo en cómo se percibe y opera esta industria en el Infierno.

La caída de tres Overlords poderosos y el ascenso de Ben y Cerbero creó un vacío de poder que provocó la formación de nuevas alianzas entre demonios menores y pecadores. Grupos que antes estaban oprimidos por los Overlords caídos comenzaron a organizarse, buscando protección bajo el nuevo régimen de Ben o tratando de establecer sus propios mini-imperios en los márgenes de los territorios recién redistribuidos.

La redistribución de territorios y recursos llevó a una agitación económica en todo el Infierno. El control de Ben sobre los antiguos territorios de Velvet y Valentino, combinado con su filosofía de justicia, resultó en la implementación de políticas económicas más equitativas. Esto provocó una migración masiva de demonios y pecadores hacia los territorios controlados por Ben, buscando mejores condiciones de "vida" y mayor protección. Al mismo tiempo, los territorios controlados por Alastor experimentaron una recesión debido a la prohibición de la tecnología moderna, lo que llevó a tensiones económicas y sociales en esas áreas.

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Ben y Cerbero se detuvieron frente a la imponente Torre Pentagrama, sus siluetas contrastando contra el cielo carmesí del Infierno. La estructura, un monumento a la jerarquía demoníaca, parecía observarlos con sus innumerables ventanas ardientes.

"Bueno, aquí estamos," dijo Ben, ajustándose el Omnitrix con un gesto casual que ocultaba su tensión interna. "¿Listo para nuestra primera reunión oficial como Overlords, amigo?"

Cerbero, ahora en su forma imponente de Overlord, asintió con sus tres cabezas. "Siempre listo, mi señor. Aunque confieso que preferiría estar patrullando nuestros nuevos territorios."

Detrás de ellos, Velvet caminaba con pasos cortos y tensos, su uniforme blanco y verde con el sello de los Plomeros contrastando dramáticamente con su habitual estilo gótico. La ex-Overlord, ahora reducida al papel de secretaria, hervía internamente de rabia y humillación.

"Muévanse, par de idiotas," gruñó Velvet, su voz cargada de veneno. "Cuanto antes terminemos con esta farsa, mejor."

Ben se giró, arqueando una ceja ante el tono de Velvet. "Vaya, alguien se levantó del lado equivocado de la jaula esta mañana. Recuerda, Velvet, podrías estar en una celda en lugar de aquí."

Velvet apretó los dientes, sus ojos brillando con un odio apenas contenido. "Oh, perdóname, 'gran Overlord'," escupió con sarcasmo. "¿Preferiría su majestad que le besara los pies mientras camina?"

Cerbero gruñó amenazador amente, pero Ben lo calmó con un gesto. "No es necesario, Velvet. Aunque un 'por favor' y 'gracias' de vez en cuando no te matarían," bromeó Ben con una sonrisa despreocupada.

Mientras se acercaban a la entrada, Ben adoptó una expresión más seria. "Recuerden, esto no es solo una reunión. Es una declaración, estamos aquí para mostrar que las cosas han cambiado en el Infierno."

Cerbero asintió solemnemente "Entendido, mi señor. Mostraremos que el poder puede coexistir con la justicia, incluso en este reino de caos."

Velvet, rodando los ojos dramáticamente, murmuró: "Ugh, me van a hacer vomitar con tanta nobleza. ¿Podemos terminar con esto de una vez?"

Ben sonrió, ignorando el comentario de Velvet. "Adelante, entonces. Hagamos historia... otra vez."

Con eso, el trío entró en la Torre Pentagrama. La tensión era palpable, pero también lo era la determinación de Ben y Cerbero de traer un cambio real a este reino de eterna condenación.

El ascensor se detuvo con un suave tintineo, y las puertas se abrieron revelando un pasillo opulento. Ben, Cerbero y Velvet avanzaron hacia la sala de reuniones, sus pasos resonando en el silencio tenso.

Cerbero, con un gesto de deferencia, abrió la puerta permitiendo que Ben entrara primero, seguido por Velvete. El joven héroe, aún encapuchado, ingresó con una confianza que ocultaba su nerviosismo interno.

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La sala estaba dominada por una mesa oval de obsidiana pulida. Alrededor de ella, los Overlords más poderosos del Infierno observaban con una mezcla de curiosidad y recelo. Alastor, con su eterna sonrisa enigmática; Rosie, elegante y peligrosa; Zestial y Zeezi, observando con ojos calculadores; y los Von Eldritch, Frederick y Bethesda, emanando un aura de nobleza infernal.

Velvet, sin decir palabra, se deslizó hacia su asiento habitual, su expresión una máscara de desdén. Ben y Cerbero tomaron los lugares que antes pertenecían a Velvet y Valentino, un cambio simbólico que no pasó desapercibido para nadie.

Carmilla Carmine, con su porte regio, se puso de pie. Su voz, suave pero cargada de autoridad, rompió el silencio:

"Ben Tennyson," comenzó, sus ojos fijos en la figura encapuchada, "has sacudido los cimientos de nuestro reino. Creo que es hora de que nos muestres quién eres realmente. Por favor, quítate la capucha."

Un murmullo recorrió la mesa. Ben, consciente de que este momento era inevitable, y de que anteriormente ya sabía de esta petición ya que Carmila lo contacto días antes, asintió lentamente. Con un movimiento deliberado, llevó sus manos a la capucha y la echó hacia atrás, revelando su rostro joven pero determinado.

Hubo un momento de silencio atónito. Alastor fue el primero en romperlo, su risa resonando en la sala. "¡Oh, vaya! ¡Qué giro tan delicioso! Un niño... no adolescente humano, esto es inesperado."

Rosie inclinó la cabeza, estudiando a Ben con interés. "Fascinante. Tan joven y ya tan poderoso. Me pregunto qué secretos guardas, querido."

Los Von Eldritch intercambiaron miradas de sorpresa y preocupación. Frederick, con voz grave, habló: "¿Cómo es posible que un mortal haya llegado a nuestro reino y obtenido tanto poder?"

Ben, manteniendo la compostura, respondió con calma: "Mi presencia aquí es tan sorprendente para mí como para ustedes. Pero estoy aquí, y he hecho lo que creía necesario para traer un cambio positivo."

Carmilla, observando las reacciones, asintió. "Bien, Ben Tennyson. Has mostrado tu rostro. Ahora, es hora de que nos muestres tus intenciones. ¿Qué planes tienes para el Infierno bajo tu nuevo estatus de Overlord junto tu allegado?"

La tensión en la sala era palpable. Todos los ojos estaban fijos en Ben el humano de 16 años, esperando su respuesta. El joven héroe sabía que sus próximas palabras podrían determinar el futuro del Infierno y su lugar en él.

Ben respiró hondo, su mirada recorriendo los rostros de los Overlords presentes. Con una voz clara y firme, pronunció una palabra que resonó en la sala como un trueno:

"Orden."

El silencio que siguió fue ensordecedor. Los Overlords intercambiaron miradas de incredulidad y shock. Alastor, por primera vez, perdió su sonrisa característica, reemplazándola por una expresión de genuina sorpresa.

Zestial, recuperándose primero del impacto, entrecerró los ojos con sospecha. "¿Acaso nos estás jugando una broma, muchacho?" Su voz era baja, peligrosa. "El Infierno existe precisamente para escapar del orden."

Ben, imperturbable, sostuvo la mirada de Zestial. "No es una broma. Es una necesidad."

Antes de que alguien más pudiera intervenir, Cerbero se levantó con un movimiento fluido. De una bolsa cuántica que llevaba consigo, sacó un artefacto que causó más de una mirada curiosa, un pizarrón plegable de alta tecnología. Con una eficiencia que hablaba de preparación previa, lo desplegó y activó.

"Permítanme explicar en nombre de mi señor," comenzó Cerbero, su voz resonando con autoridad. "Lo que proponemos no es una tiranía, sino un sistema de orden que beneficie a todos."

El pizarrón cobró vida, mostrando gráficos y datos complejos. Cerbero continuó:

"Primero, estableceremos un código de conducta básico. No para limitar el libre albedrío, sino para proteger a los débiles de la explotación desmedida. Segundo, implementaremos un sistema de justicia que sea justo incluso para los estándares infernales."

Los gráficos cambiaron, mostrando proyecciones económicas. "Tercero, regularemos la economía infernal para prevenir monopolios abusivos y fomentar una competencia más equitativa. Esto no solo aumentará la productividad general, sino que también reducirá el caos improductivo, esto beneficia el bolsillo de todos incluyéndolos a ustedes, quizás a corto plazo se generen perdidas ,peroa largo plazo las ganancias están aseguradas"

Mientras Cerbero hablaba, las expresiones de los Overlords pasaron de la incredulidad al interés cauteloso. Incluso Alastor parecía intrigado, su sonrisa regresando con un matiz de curiosidad.

"Por último," concluyó Cerbero, "proponemos un consejo de Overlords con poderes equilibrados. Nadie, ni siquiera Ben, tendría un control absoluto. El objetivo es crear un Infierno más estable, y de paso arreglar el problema de la sobre población a través de modificar los cimientos del infierno.

Tras la explicación detallada de Cerbero, un breve silencio llenó la sala. De repente, como una ola rompiendo contra las rocas, la habitación estalló en un coro de carcajadas y burlas.

Alastor fue el primero en romper en una risa estridente, su voz distorsionada por la estática. "¡Oh, qué delicia! ¡Qué absoluta y maravillosa broma! ¡qué concepto tan hilarante!"

Rosie se unió con una risa elegante pero burlona. "Querido, eres encantadoramente ingenuo. ¿Orden? ¿Aquí? Qué adorable locura."

Los Von Eldritch intercambiaron miradas antes de soltar risas condescendientes. Frederick, entre risas, comentó: "Joven Ben, claramente no comprendes la naturaleza misma de este reino."

Zeezi, golpeando la mesa con su puño mientras reía, exclamó: "¡Mierda! Esto es lo más divertido que he escuchado en siglos. ¿Orden? ¿Justicia? ¡En el puto Infierno!"

Las burlas y los insultos volaron por la sala, cada Overlord expresando su incredulidad y desprecio por la idea de Ben de diferentes maneras, algunas más coloridas que otras.

Sin embargo, en medio del caos de risas y burlas, dos figuras permanecieron en silencio. Zestial y Carmilla observaban la escena con expresiones indescifrable, sus ojos fijos en Ben y Cerbero.

Carmilla, con un gesto sutil, hizo callar a la sala. Cuando el ruido se apagó, se dirigió a Ben con una voz calmada pero cargada de intensidad:

"Ben Tennyson, tu propuesta es... interesante. Pero dime, ¿realmente crees que puedes cambiar la naturaleza misma del Infierno?"

Zestial, asintiendo levemente, añadió: "Has demostrado ser poderoso, eso es innegable. Pero el poder no es suficiente para cambiar milenios de caos. ¿Qué te hace pensar que puedes lograrlo?

La sala quedó en silencio, todas las miradas alternando entre Ben y los dos Overlords que parecían tomar en serio su propuesta. La respuesta de Ben podría determinar si su audaz plan tenía alguna posibilidad de ser considerado o si sería descartado como la fantasía de un recién llegado ingenuo.

Ben reflexionó en silencio, consciente de la ironía de su situación. Al igual que con los Highbreed, se encontraba forzando un cambio drástico para lograr la paz. La hipocresía de sus acciones no escapaba a su comprensión, pero la urgencia de la situación demandaba medidas extremas.

Los Overlords, a excepción de Ben, Cerbero, la desinteresada Velvet, y los pensativos Zestial y Carmilla, abandonaron la sala con declaraciones beligerantes. El aire se cargó de tensión mientras el eco de sus amenazas se desvanecía.

Ben con una mirada determinada dijo "que él podía lograrlo entre más personas cooperaran seria mejor para todos, el infierno debía cambiar, para bien por su propia supervivencia"

Tras un momento de silencio opresivo, Zestial tomó la palabra, su voz cargada de siglos de experiencia:

"En mis siglos de existencia," comenzó, sus ojos fijos en Ben, "he aprendido a reconocer cuando un adversario sobrepasa mis capacidades. Tu demostración de poder, confianza y control es... inquietante. Una guerra sin bajas es un oxímoron en el Infierno, y sin embargo, lo has logrado."

El antiguo Overlord hizo una pausa, como si las siguientes palabras le costaran un esfuerzo físico. "Mi orgullo sufre al admitirlo, pero la supervivencia exige pragmatismo. Me someto a tu visión, Tennyson, por desgastante que resulte."

Carmilla, con una elegancia que contrastaba con la tensión del momento, asintió lentamente. Sus ojos, llenos de cálculo y preocupación maternal, se posaron en Ben.

"Mis hijas son mi prioridad absoluta," declaró con voz firme pero suave. "En tu propuesta, veo una oportunidad para ofrecerles un futuro más prometedor. Por ellas, estoy dispuesta a forjar esta alianza."

La sala quedó en un silencio cargado de expectativas, con las miradas de todos convergiendo en Ben, esperando su respuesta a estos inesperados aliados.

Horas después de la reunión, los medios infernales estallaron en un frenesí de información. Las pantallas de todo el Infierno parpadeaban con noticias urgentes, anunciando la inminente guerra y desglosando los bandos en conflicto.

Los presentadores, con una mezcla de excitación y terror, detallaban las alianzas que se habían formado. "En un giro sin precedentes," anunciaba una demonio con cuernos de carnero, "el recién llegado Ben Tennyson ha conseguido el apoyo de Zestial y Carmilla Carmine. Por otro lado, los Overlords Frederick y Bethesda Von Eldritch encabezan la oposición."

Las declaraciones de los Overlords anti-Ben se transmitían en bucle, sus voces cargadas de indignación y amenazas resonando por todo el Infierno.

En el Hotel Hazbin, el ambiente era de shock total. Charlie, con los ojos abiertos de par en par, miraba fijamente la pantalla, incapaz de procesar la magnitud de lo que estaba ocurriendo.

"Esto... esto no puede estar pasando," murmuró, su voz apenas audible.

Justo en ese momento, Alastor entró al lobby, su sonrisa característica en su lugar pero notablemente tensa. Inmediatamente, fue bombardeado por preguntas de los residentes del hotel.

"¡Alastor!" exclamó Vaggie, su ojo visible entrecerrado con sospecha. "¿Qué demonios está pasando? ¿Estás involucrado en esto?"

El Demonio de la Radio levantó una mano, silenciando el caos con un gesto. "Queridos amigos," comenzó, su voz impregnada de estática, "les aseguro que he optado por mantenerme al margen de este... interesante desarrollo. De hecho, sugiero encarecidamente que todos en este establecimiento hagan lo mismo."

Sin dar tiempo a más preguntas, Alastor se dirigió a su habitación con pasos rápidos pero medidos. Una vez dentro, la fachada se desmoronó. Cayó de rodillas, su sonrisa transformándose en una mueca de frustración y, por primera vez en décadas, miedo.

"Maldición," siseó entre dientes, su voz perdiendo su tono jovial. "Esto es un desastre. Todo mi trabajo, mis planes... Lilith..."

El poderoso Overlord, por primera vez en mucho tiempo, se encontraba genuinamente preocupado. El caos que se avecinaba amenazaba con desbaratar años de cuidadosa planificación, y la incertidumbre de lo que Ben Tennyson podría lograr le llenaba de un terror que creía haber olvidado.

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