El torneo de Satán parte 2
Aclaracion importante, estos capítulos los tenia hechos desde hace tiempo incluyendo prácticamente toda la linea argumental ya hecha, por desgracia me equivoque en muchas cosas con el canon, ahora que salieron los nuevos caps de hellua algunas de mis teorias se fueron al caño, en especial por la jerarquía de los pecados capitales y el hecho de que el pecado del orgullo fuera lucifer y no Belial como en la biblia, lo cual en lo personal me pareció tremenda estupidez por parte de vivpzie, pero eso es punto y aparte, ya es tarde para retractarme con mi lore, por lo que no cambiare muchas cosas, en especial, un dato importante que se diferencia mucho del canon actual en este capitulo con respecto a Satán y como ya dije antes la jerarquía, ya que al menos en esta historia los 7 pecados están al mismo nivel entre si y ninguno gobernaba sobre otro, bien empecemos.
Cerbero y Ben intercambiaron una mirada cargada de significado. La manifestación repentina de poder angelical en un demonio común no era algo que pudiera pasar desapercibido, ni siquiera en el caótico ambiente del Infierno.
"Esto apesta a trampa", murmuró Ben, su voz apenas audible sobre el rugido de la multitud enloquecida.
Cerbero asintió, sus tres cabezas moviéndose al unísono. "Sin duda. Pero acusar a Satán en su propio territorio sería suicida."
Ben frunció el ceño, su mente trabajando a toda velocidad. "Tienes razón. Debemos jugar su juego por ahora, pero mantener los ojos bien abiertos."
"concuerdo," gruñó Cerbero, sus ojos escaneando la arena en busca de cualquier otro signo de irregularidad. "Esto podría ser solo la punta del iceberg."
Mientras observaban al demonio "bendecido" pavonearse por la arena, Ben no pudo evitar sentir que estaban siendo arrastrados a una trampa mucho más elaborada de lo que inicialmente pensaron. La pregunta era: ¿quién estaba realmente detrás de todo esto?
"Sea quien sea el responsable," murmuró Ben, "está jugando con fuego. Mezclar poderes celestiales en el Infierno... es como agitar un nido de avispas con un palo en llamas."
Cerbero soltó una risa gutural. "Una analogía apropiada. Y me temo que nosotros estamos justo en medio del enjambre."
Ben asintió, su determinación fortaleciéndose. "Entonces haremos lo que mejor sabemos hacer, amigo mío. Patear traseros."
Con una sonrisa desafiante, Ben y Cerbero se prepararon para lo que fuera que el torneo les deparara. Fuerzas celestiales o infernales, estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.
Ben emergió victorioso de su encuentro sin siquiera sudar, asegurando su lugar en la semifinal. Cerbero, por su parte, ni siquiera tuvo que levantar una garra; su oponente, aterrorizado por la mera presencia del imponente hellhound, se retiró antes de que el combate comenzara. El misterioso demonio con poderes angelicales también avanzó sin dificultad, dejando a todos los espectadores en un estado de inquietud y expectación.
Cerbero salió victorioso de la semi final, sin ningún esfuerzo asegurándose un lugar en la final del torneo.
Cuando llegó el momento de la semifinal de Ben, la tensión en el aire era palpable. El joven héroe se encontró cara a cara con el enigmático demonio "angelical", pero su atención fue captada por una figura familiar entre la multitud: Alastor, el Demonio Radio, observaba desde las gradas con su característica sonrisa maliciosa.
En ese instante, todas las piezas encajaron en la mente de Ben. "Así que fuiste tú", murmuró, sus ojos entrecerrados fijos en el overlord.
Como si hubiera escuchado las palabras de Ben, Alastor chasqueó los dedos con un gesto teatral. El efecto fue inmediato y aterrador.
El collar blanco que adornaba el cuello del demonio comenzó a brillar con una intensidad cegadora. Su portador, tomado por sorpresa, se llevó las manos a la garganta, luchando desesperadamente por respirar.
"¡P-por favor!", suplicó el demonio entre jadeos. "¡Piedad!"
Pero sus ruegos cayeron en oídos sordos. El collar, como si tuviera vida propia, empezó a expandirse, cubriendo cada centímetro del cuerpo del demonio con un material blanco y mecánico. En cuestión de segundos, la transformación se completó.
Donde antes estaba un demonio común, ahora se erguía una figura completamente blanca, casi etérea. Una máscara del mismo color cubría su rostro, dejando visibles solo sus ojos, que brillaban con una mezcla de terror y poder sobrenatural.
Ben, testigo de esta macabra metamorfosis, se preparó para lo peor. El espectáculo de Alastor acababa de comenzar, y él estaba atrapado en el centro del escenario.
Desde su trono sin dudarlo un segundo Satan se quito su capucha y dio un salto en dirección al centro del coliseo.
De repente, una figura imponente aterrizó frente a Ben con un estruendo que hizo temblar la arena. Era una mujer demonio de proporciones colosales, que se alzaba a unos tres metros de altura. Su cuerpo musculoso y femenino estaba apenas cubierto por un atuendo de bárbaro clasico, dejando a la vista una complexión que rivalizaba con la de los más fuertes alienígenas de Ben.
Lo más impactante era su rostro: un cráneo de cabra con llamas rojas ardiendo en las cuencas de sus ojos. Su presencia exudaba poder y autoridad, haciendo que incluso los demonios más aguerridos retrocedieran instintivamente.
Cerbero, actuando por puro instinto protector, saltó al cuadrilátero para posicionarse junto a Ben. Sin embargo, al ver a la imponente mujer demonio, el feroz hellhound quedó completamente paralizado. Sus de ojos se abrieron de par en par, y su mandíbula cayó en una expresión de asombro y admiración que rayaba en lo cómico.
La mujer demonio, ignorando la reacción de Cerbero, fijó su mirada ardiente en el demonio angelical. Su voz retumbó por todo el coliseo, cargada de furia y autoridad:
"¡Miserable escoria! ¡Has manchado el honor de mi sagrado torneo con tus poderes blasfemos!" rugió, señalando acusadoramente al demonio transformado. "¡Tu destino es la ejecución inmediata!"
Sin dar tiempo a reacción alguna, la mujer demonio dio un salto que desafió toda lógica. En el aire, su puño se envolvió en llamas infernales. Con un grito de batalla que hizo estremecer hasta el último rincón del Infierno, descargó todo su poder en un solo golpe devastador.
El impacto fue apocalíptico. El demonio angelical ni siquiera tuvo tiempo de gritar antes de ser completamente pulverizado. Donde antes estaba la criatura, ahora solo quedaba un cráter humeante y algunas partículas de polvo blanco flotando en el aire.
Alastor, viendo cómo su plan se desmoronaba literalmente ante sus ojos, soltó un gruñido de frustración. Con un chasquido de sus dedos, el Demonio Radio se desvaneció en las sombras, dejando tras de sí solo el eco de su risa estática.
Ben, aún procesando la escena surreal que acababa de presenciar, miró alternativamente entre el cráter, la imponente mujer demonio, y Cerbero, quien seguía en un estado de embelesamiento total.
"Bueno," murmuró Ben, rascándose la nuca, "supongo que esto cambia un poco las cosas."
Satan, en un gesto inusual de diplomacia, se acercó a Ben con una expresión que mezclaba irritación y una pizca de respeto.
"Ben Tennyson," retumbó su voz, "me disculpo por los... inconvenientes en mi torneo. Si deseas alguna compensación por estas molestias, estoy dispuesta a escuchar."
Ben, notando la mirada embobada de Cerbero hacia Satan, vio una oportunidad única. Con una sonrisa astuta, se acercó a la imponente figura de Satan y comenzó a susurrar en su oído. La conversación, inaudible para el resto, duró varios segundos, durante los cuales la expresión de Satan pasó de la sorpresa a la intriga.
Finalmente, Satan se apartó, sus ojos llameantes fijos en Ben. Con voz lo suficientemente alta como para que otros la escucharan, preguntó:
"¿Estás diciendo que este... Cerbero es tan poderoso?"
Ben asintió con confianza. "Mi amigo derrotó a Stolas, el príncipe infernal, en combate singular."
Los ojos de Satan brillaron con un interés renovado. Después de un momento de consideración, asintió. "Muy bien, acepto tu propuesta."
Volviéndose hacia la multitud expectante, Satan alzó su voz para que resonara por todo el coliseo:
"¡Escuchad todos! En honor al amo del Círculo del Orgullo, y para restaurar la integridad de mi torneo, he decidido enfrentarme personalmente a Cerbero, la mano derecha de Ben Tennyson, en un combate uno a uno y será contada como la final de este torneo."
El anuncio fue recibido con jadeos colectivos y murmullos de asombro. Pero nadie estaba más impactado que el propio Cerbero. El poderoso hellhound, que momentos antes se pavoneaba con confianza, ahora parecía a punto de desmayarse. Se giró hacia Ben, una mezcla de pánico y emoción en sus ojos.
Ben, por su parte, le dio a su amigo una sonrisa alentadora y un pulgar arriba. "Lo harás genial, amigo," susurró. "Solo recuerda todo lo que hemos entrenado."
Mientras Cerbero luchaba por recobrar la compostura, la anticipación en el coliseo alcanzó niveles febriles.
Tras un breve intermedio de cinco minutos, la tensión en el coliseo alcanzó su punto máximo. Satan y Cerbero se encontraban frente a frente en el centro de la arena, el contraste entre ambos era notable.
Satan se erguía imponente, sus músculos tensados y listos para la batalla, sus ojos ardiendo con la anticipación del combate. Cerbero, por otro lado, presentaba una imagen menos formidable. A pesar de su impresionante físico, era evidente que el hellhound luchaba por mantener la compostura. Sus ojos, en lugar de enfocarse en su oponente con determinación, parecían perderse constantemente en la figura de Satan, un detalle que no pasó desapercibido para los espectadores más atentos.
El anunciador, un demonio con voz estruendosa, se elevó sobre la arena y proclamó con grandilocuencia:
"¡Damas, caballeros y abominaciones del Infierno! ¡Bienvenidos al combate final del Torneo de la Ira! En este rincón, la indiscutible soberana del Círculo de la Ira, la encarnación misma de la furia infernal, ¡SATAN!"
Un rugido ensordecedor se elevó de la multitud, haciendo temblar las paredes del coliseo.
"Y en este otro rincón," continuó el anunciador, "el guardián, la mano derecha del amo del Círculo del Orgullo, ¡CERBERO!"
Otra ovación resonó, aunque notablemente menos entusiasta que la anterior.
"¡Que comience el combate final!"
Con estas palabras, un gong infernal retumbó por todo el recinto, marcando el inicio de la batalla. Satan adoptó inmediatamente una postura de combate, sus puños envueltos en llamas de ira pura. Cerbero, por su parte, pareció salir de su trance momentáneamente, su cabeza central y las de los hombros de su armadura como si intentara aclarar sus pensamientos.
La multitud contuvo el aliento, esperando ver quién haría el primer movimiento. La batalla entre la encarnación de la ira y el guardián de tres cabezas estaba a punto de comenzar, y nadie en el Infierno quería perderse ni un solo segundo.
Satan se detuvo momentáneamente, sus ojos llameantes fijos en Cerbero con una mezcla de decepción e irritación. Su voz retumbó por toda la arena:
"Me decepcionas, guardián del orgullo. Ben Tennyson me prometió un combate digno, me aseguró que eras un guerrero formidable. Estaba emocionada por sentir la adrenalina de una verdadera batalla. Pero esto..." hizo un gesto despectivo con la mano, "esto no es más que un calentamiento."
Esas palabras penetraron la niebla de confusión que nublaba la mente de Cerbero. De repente, como si un rayo hubiera iluminado su comprensión, el hellhound entendió. Satan no buscaba admiración ciega o adulación; ella anhelaba un desafío, un oponente digno.
Las tres cabezas de Cerbero se irguieron, sus ojos brillando con una nueva determinación. "Me disculpo, Señora de la Ira," gruñó, su voz cargada de resolución. "Le mostraré el verdadero poder que poseo."
Con un rugido que sacudió los cimientos mismos del coliseo, Cerbero liberó su forma completa. Una explosión de energía verde envolvió su cuerpo, haciendo retroceder incluso a Satan. Sus músculos se hincharon, su pelaje se erizó con poder, y de su espalda brotaron majestuosas alas de un verde brillante.
La transformación dejó a la audiencia sin aliento. Donde antes estaba un hellhound impresionante pero distraído, ahora se erguía una bestia de leyenda, emanando un aura de poder primordial.
Satan, lejos de intimidarse, sonrió con feroz alegría. "Ahora sí, perrito. Muéstrame lo que tienes de verdad."
Cerbero, completamente enfocado y serio, adoptó una postura de combate. Sus tres pares de ojos, ahora brillando con determinación, se fijaron en Satan.
"Con gusto, mi señora," respondió, su voz un gruñido bajo y amenazante.
La arena se convirtió en un torbellino de poder desatado. Cerbero y Satan intercambiaban golpes a una velocidad vertiginosa, cada impacto resonando como truenos en el coliseo.
Satan lanzaba puñetazos envueltos en llamas infernales, mientras Cerbero contraatacaba con sus garras reforzadas por energía verde. El choque de sus poderes creaba ondas de choque que hacían temblar las gradas.
Pero a medida que la batalla se intensificaba, quedó claro que Satan aún tenía la ventaja. Fue entonces cuando Cerbero, consciente de que necesitaba más para igualar a la Señora de la Ira, decidió liberar su habilidad más poderosa.
Con un aullido que pareció rasgar el tejido mismo de la realidad, Cerbero desató sus Llamas del Purgatorio. Fuego verde y etéreo brotó de sus fauces y envolvió su cuerpo, elevando su poder a niveles nunca antes vistos.
El impacto fue inmediato. Los ataques de Cerbero ganaron una ferocidad y potencia que igualaban a los de Satan. Cada choque entre ambos titanes infernales generaba explosiones de energía que iluminaban todo el coliseo.
Y entonces, algo inesperado sucedió. Satan comenzó a reír. No era una risa de burla o desprecio, sino una carcajada de pura alegría y éxtasis. Sus ojos brillaban con un fuego que iba más allá de la ira, reflejando una emoción que no había sentido en eones: el placer de un verdadero desafío.
"¡Sí! ¡SÍ!" rugía Satan entre risas y golpes. "¡Esto es lo que he estado esperando durante siglos!"
Cerbero, aunque concentrado en la batalla, no pudo evitar sentir una chispa de orgullo ante la reacción de Satan.
"Belial era un aburrido," continuó Satan, esquivando un zarpazo y contraatacando con una patada. "Rara vez peleaba conmigo, y cuando lo hacía, se dejaba ganar. Pero tú... ¡tú estás sacudiendo mi mundo como nadie lo ha hecho jamás!"
La batalla se intensificó aún más. Cada movimiento, cada ataque, cada defensa estaba cargado no solo de poder, sino de una pasión que trascendía la simple competencia. Era un baile violento y hermoso, una sinfonía de destrucción.
Los espectadores, incluido Ben, observaban boquiabiertos. Estaban presenciando no solo un combate, sino el nacimiento de una leyenda.
A medida que la batalla épica continuaba, los espectadores, incluyendo a Ben, observaban maravillados el despliegue de poder y habilidad. Sin embargo, conforme avanzaba el combate, una transformación sutil pero innegable comenzó a ocurrir.
Los golpes feroces empezaron a perder intensidad, reemplazados por roces que parecían durar una fracción de segundo más de lo necesario. Los rugidos de batalla se convirtieron gradualmente en gruñidos de un tono completamente diferente.
Los rostros de los espectadores pasaron de la admiración a la confusión, y finalmente al disgusto. Ben, en particular, parpadeó varias veces, como si no pudiera creer lo que veían sus ojos.
De repente, en medio de lo que debería haber sido un intercambio brutal de golpes, Cerbero y Satan se detuvieron. Se miraron fijamente por un momento, la tensión en el aire palpable pero de una naturaleza completamente distinta a la de antes.
Y entonces, para horror y vergüenza de todos los presentes, Cerbero y Satan se abalanzaron el uno sobre el otro, pero no para pelear. Sus bocas se encontraron en un beso apasionado y salvaje, digno de las criaturas infernales que eran.
Un jadeo colectivo recorrió la arena, seguido rápidamente por sonidos de asco y disgusto. Ben, con los ojos como platos y la boca abierta en una expresión de shock, fue el primero en reaccionar.
"Oh, por el amor de... ¡Vámonos de aquí, gente!" gritó, haciendo gestos frenéticos hacia las salidas.
Como si sus palabras hubieran roto un hechizo, la multitud comenzó a evacuar apresuradamente la arena. Demonios de todos los rangos y tamaños se empujaban para salir, algunos cubriéndose los ojos, otros incapaces de apartar la mirada del espectáculo frente a ellos.
Ben, siendo el último en salir, echó una última mirada a la pareja, que parecía completamente ajena al éxodo masivo que habían provocado. Sacudiendo la cabeza con una mezcla de incredulidad y resignación, cerró las puertas de la arena detrás de él, dejando a Cerbero y Satan solos en su recién descubierta pasión
Unas horas más tarde, Cerbero y Satan emergieron en el área de espera del coliseo, ambos visiblemente agitados y sudorosos. Ben y Mefistófeles los esperaban allí, este último con una expresión de shock que aún no lograba procesar los eventos recientes.
Satan, recomponiéndose, se dirigió a Ben con una mezcla de diversión y respeto en su voz. "Lo admito, Tennyson, tenías razón."
Cerbero estaba a punto de hablar, pero Ben lo interrumpió rápidamente. "Le dije que eras fuerte," explicó, lanzando una mirada significativa a su amigo. "Y como vi cómo se te salían los ojos por ella, le sugerí que si le ganabas, ella aceptaría una cita contigo."
Satan tosió ligeramente, llamando la atención de todos. Su semblante se tornó serio mientras tomaba asiento. "Dejando todo eso de lado," comenzó, su voz recuperando su tono autoritario, "he decidido renunciar a la alianza contra ti, Tennyson. Después de lo que he visto... y experimentado," añadió, lanzando una mirada fugaz a Cerbero, "estoy de tu lado ahora."
La atmósfera en la habitación cambió sutilmente, volviéndose más tensa. Satan continuó: "Sin embargo, hay algo que me preocupa. Ese extraño poder angelical que vimos... ¿tienes alguna idea de su origen?"
Ben asintió gravemente. "No sé mucho, pero estoy casi seguro de que Alastor está detrás de esto. Es el único Overlord que no enfrenté en mi círculo. Y por lo que vi hoy, es posible que se haya aliado con los ángeles."
Satan se quedó pensativa, procesando la información. Su mente, aguda y estratégica, comenzó a tejer posibilidades basadas en lo que Ben le había dicho y en su propio conocimiento del Infierno.
"Esto es preocupante," murmuró finalmente. "Una alianza entre Alastor y las fuerzas celestiales es algo muy extraño Y si tiene acceso a poder angelical, significa que alguien arriba lo respalda, alguien con poder..."
El silencio que siguió fue pesado, cargado de implicaciones. Mefistófeles, que hasta ahora había permanecido en silencio, se aclaró la garganta nerviosamente.
"Mi señora," comenzó, "¿qué sugiere que hagamos?"
Satan miró a Ben, luego a Cerbero, y finalmente a Mefistófeles. Una sonrisa feroz se dibujó en su rostro. "Prepárense," declaró. "Parece que tenemos una guerra en ciernes, y esta vez, estaremos del mismo lado. Ahora no es solo Alastor sino Mammon y Beelzebub. En el peor de los casos los 3 estan aliados."
Ben y Cerbero se disponían a partir cuando, de repente, Satan extendió su mano y agarró firmemente el hombro de Cerbero. Su mirada, intensa y decidida, se fijó en Ben.
"Tennyson," anunció con un tono que no admitía discusión, "me quedo con tu guardián por dos semanas. Te lo devolveré... eventualmente."
Los ojos de Cerbero se abrieron de par en par, una mezcla de sorpresa, emoción y un toque de pánico reflejándose sui rostro. Antes de que pudiera articular una palabra o siquiera procesar lo que estaba sucediendo, Satan ya lo estaba arrastrando consigo.
"¡Espera! Yo... ¡Ben!" alcanzó a balbucear Cerbero, mientras era arrastrado por la poderosa Señora de la Ira.
Ben, atónito, solo pudo observar cómo su amigo desaparecía en la distancia, llevado por una Satan con una sonrisa que mezclaba diversión y determinación. Sacudiendo la cabeza con una mezcla de incredulidad y resignación, Ben murmuró para sí:
"Bueno, supongo que tendré que tendre que volver solo."
Con un suspiro, Ben emprendió el camino de regreso a su ciudad. La ausencia de Cerbero a su lado era notoria, pero sabía que tenía responsabilidades que atender.
Al llegar a su base de operaciones, encontró a Gwen y al resto del equipo esperando ansiosamente noticias. Sus expresiones de anticipación se tornaron en confusión al ver a Ben regresar solo.
"¿Ben?" preguntó Gwen, su voz cargada de preocupación. "¿Dónde está Cerbero? ¿Qué pasó en el torneo?"
Ben tomó aire, preparándose para explicar los eventos surreales del día. "Chicos, tienen que sentarse para esto. Les prometo que lo que voy a contar es 100% verdad, por más loco que suene..."
Y así, Ben comenzó a relatar los acontecimientos del torneo, la batalla épica entre Cerbero y Satan, el giro inesperado en su relación, y las nuevas alianzas y amenazas que se perfilaban en el horizonte del Infierno.
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