Ben y Cerbero vs The Vees el desenlace
Ben, aterrizó con frio, a escasos metros de los tres Overlords. Su mirada, una mezcla de indiferencia y diversión, recorrió a los atónitos líderes infernales.
"Vaya fiesta que han organizado," comentó con una sonrisa ladina, su voz cargada de sarcasmo. "supongo que es hora de iniciar el segundo acto."
Velvet, con los ojos inyectados en sangre y los dientes apretados, no pudo contener más su furia. La humillación de su derrota anterior ardía en su pecho como un hierro al rojo vivo.
"¡Tú!" rugió, lanzándose hacia Ben con la velocidad de un relámpago.
En un instante, su cuerpo quedó envuelto en una prisión de hielo, salvándose solo su cabeza. Sin embargo, para alguien de su calibre, esto apenas representaba un inconveniente. Con un grito de rabia, hizo añicos su confinamiento helado.
Desatando todo su poder, Velvet invocó una tormenta eléctrica desde su teléfono, al tiempo que convocaba una legión de espectros digitales. El aire chisporroteaba con energía maligna, y el suelo temblaba bajo sus pies.
Ben, lejos de mostrarse intimidado, pareció sumirse en sus pensamientos por un momento. Un destello de reconocimiento cruzó su rostro, seguido de una sonrisa traviesa.
"¿Sabes? Creo que es hora de ser un poco más duró" murmuró, tocando el símbolo en su pecho.
En un resplandor de luz verde, su forma se transformó, dando paso a una criatura humanoide de roca sólida. Piedra se irguió ante Velvet, el ser hechod e roca no intimido a la Overlord.
"Oh, querida," dijo Ben con voz grave y burlona, "si fuera tú, reconsideraría eso de usar energía contra mí. Podría resultar... chocante."
Cegada por la ira, Velvet ignoró la advertencia y ordenó a sus espectros atacar con toda su fuerza. El aire se llenó de destellos y chillidos espectrales mientras la energía maligna se precipitaba hacia Ben.
Piedra recibió la descarga eléctrica, pero para consternación de la overlord, este le devolvió el ataque noqueándola al instante sin siquiera darle la oportunidad de defenderse
Un estruendo ensordecedor sacudió el campo de batalla, haciendo que todos los presentes se tambalearan. A la derecha de Ben, una imponente figura descendió del cielo, aterrizando con un impacto que dejó grietas en el suelo.
Era Cerbero, el leal Hellhound estaba enfundado en una armadura robótica de un blanco resplandeciente, adornada con líneas de luz verde que pulsaban con energía. En el centro de su pecho, el símbolo de los Plomeros brillaba con orgullo. La armadura no solo duplicaba su tamaño, sino que emanaba un aura de poder tecnológico avanzado.
Las tres cabezas de Cerbero se giraron hacia Ben, sus ojos ardiendo con determinación y lealtad. "Mi señor," resonó su voz, amplificada por la armadura, "permítame encargarme de esa asquerosa polilla." Señaló con desdén hacia Valentino, quien retrocedió instintivamente. "No dejaré que su sucia sangre manche su honor. Es hora de vengar a todos los Hellhounds que han sufrido bajo su tiranía."
Ben, impresionado de que el Overlord Buster fuera más intimidante de lo que pensó, asintió con gratitud. "Adelante, Cerbero. Muestra a ese rufián lo que significa verdadero poder."
Antes de que Vox pudiera siquiera parpadear, Cerbero se movió con una velocidad sobrenatural. En un instante, sus garras metálicas se cerraron alrededor del cuello de Valentino, levantándolo del suelo como si no pesara más que una pluma.
"¡Suéltame, perra sarnosa!" chilló Valentino, pataleando en el aire.
Cerbero gruñó, sus colmillos brillando bajo la luz infernal. "Con gusto, pero no aquí." Y con eso, activó los propulsores de su armadura, alejándose a toda velocidad con Valentino, dejando tras de sí una estela de energía verde.
Ben se volvió hacia Vox, quien ahora se encontraba solo y visiblemente perturbado por el giro de los acontecimientos. "Parece que tu pequeño trío se ha desintegrado bastante rápido," comentó Ben, cruzando sus masivos brazos de piedra. "¿Listo para reconsiderar tus opciones?"
Vox vio como parte de la energía de Velvet iba a su cuerpo y otr parte iba dirigida hacia la ubicación de Valentino, los 3 sin que Ben lo supiera habían hecho un contrato desde hace mucho tiempo, donde si uno era vencido o Moria el poder de este se iría directamente a los otro dos lo mismo si solo quedaba uno en pie.
Vox, por primera vez en su existencia, sintió algo que había olvidado hacía mucho: miedo. Pero el Overlord de los medios no iba a rendirse sin dar pelea. Con un grito de rabia, comenzó a canalizar todo el poder que había absorbido de Velvet, preparándose para un enfrentamiento que prometía sacudir los cimientos mismos del Infierno.
El aire crepitó con energía mientras Vox, con una sonrisa maniática en su pantalla facial, comenzó a recitar un conjuro en un latín antiguo y corrupto. Sus palabras resonaron con un poder oscuro, haciendo temblar la tierra bajo sus pies.
De repente, el suelo se abrió en una grieta colosal. Emergiendo de las profundidades del Infierno, un coloso mecánico de proporciones titánicas se alzó ante ellos. El robot, de al menos diez metros de altura, brillaba con un fulgor antinatural, su estructura una mezcla grotesca de tecnología avanzada y símbolos demoníacos grabados en cada superficie.
Vox, riendo con una mezcla de locura y triunfo, comenzó a contorsionarse de manera antinatural. Su cuerpo se licuó, transformándose en una masa de cables y pixels que fluyó hacia el gigante mecánico. En un instante, Vox se fusionó con la máquina, su rostro digital expandiéndose para formar la cabeza del titán tecnológico.
"¿Impresionado, Ben?" La voz de Vox retumbó, amplificada mil veces por los altavoces del robot. Cada palabra hacía vibrar el aire con estática maligna. "Este es el verdadero poder de un Overlord. ¡Prepárate para suplicar por tu miserable vida!"
El coloso alzó sus brazos, revelando un arsenal de armas futuristas y cañones de energía demoníaca. Los ojos de Vox, ahora del tamaño de automóviles, brillaron con una luz roja sangrienta.
Ben, en lugar de responder con una transformación igualmente imponente, tocó el símbolo del Omnitrix. En un destello de luz verde, su forma cambió drásticamente, pero no de la manera que Vox esperaba. Donde antes estaba el ente de pidra, ahora se encontraba una pequeña criatura blanca con auriculares verdes: Eco Eco.
Vox, desconcertado por esta elección aparentemente inofensiva, titubeó por un momento. "¿Qué es esto? ¿Una broma?" Su voz resonó con una mezcla de confusión e indignación.
Ben, con su voz aguda característica de Eco Eco, respondió con una sonrisa astuta: "Oh, Vox, ¿nunca te han dicho que las mejores cosas vienen en paquetes pequeños?"
La confusión en el rostro digital de Vox era palpable. El titán mecánico se inclinó ligeramente, como si intentara obtener una mejor vista de su diminuto oponente. El contraste entre el colosal robot y el pequeño Eco Eco era tan absurdo que por un momento, el campo de batalla quedó en silencio, la tensión mezclada con una pizca de incredulidad.
A una distancia considerable del enfrentamiento principal, Cerbero arrojó a Valentino al suelo con desdén, como si el Overlord no pesara más que una pluma. El impacto hizo que el suelo se agrietara bajo el cuerpo del demonio polilla.
Valentino, consumido por la rabia y la humillación, se levantó con un rugido bestial. Su cuerpo comenzó a retorcerse y expandirse, transformándose en su forma demoníaca final. Alas de polilla gigantes brotaron de su espalda, su piel se volvió un caparazón quitinoso, y sus ojos se multiplicaron, brillando con un odio incandescente.
Cerbero, sin embargo, permaneció imperturbable. La armadura que Ben había creado con la ayuda de Materia Gris brillaba con un poder tecnológico que rivalizaba con la magia demoníaca de Valentino.
"Sabes," gruñó Cerbero, sus tres cabezas hablando al unísono, "Ben es un ser demasiado benevolente para su propio bien. Respeto sus métodos, su deseo de redención incluso para las almas más oscuras." Hizo una pausa, sus ojos brillando con una determinación fría. "Pero con seres como ustedes, los Overlords, no existe piedad lo suficientemente grande."
Valentino soltó una carcajada burlona, su voz distorsionada por su transformación, al sentir parte del poder de Velvet entrando en su cuerpo justo en ese momento. "¿Piedad? ¿Benevolencia? Palabras vacías de un perro sarnoso. He aplastado a cientos como tú, todos jurando ser mi perdición."
Cerbero activó los sistemas de armas de su armadura, el aire a su alrededor zumbando con energía contenida. "Quizás," respondió, su voz cargada de una calma letal. "Pero ninguno de ellos tenía el respaldo de Ben Tennyson. Hoy, Valentino, tu reinado de terror llega a su fin."
El Overlord extendió sus alas, listo para lanzarse al ataque. "Inténtalo, mascota. Te mostraré por qué soy temido en todo el Infierno."
Los dos titanes del Infierno se miraron fijamente, el aire entre ellos crepitando con tensión. En un instante, ambos se lanzaron el uno contra el otro, chocando en una explosión de energía que iluminó el cielo infernal. La batalla que determinaría el destino de uno de los Overlords más temidos del Infierno había comenzado, y solo uno saldría victorioso.
El choque entre Cerbero y Valentino fue breve pero brutal. Con un rugido de furia, el Overlord lanzó un puñetazo con toda su fuerza demoníaca, apuntando directamente al corazón de Cerbero a través de la armadura. Sin embargo, lo que siguió dejó a Valentino en shock.
En el momento del impacto, su brazo explotó en una nube de carne y quitina. La armadura de Cerbero ni siquiera se había abollado. El Overlord retrocedió, aullando de dolor y mirando con incredulidad el muñón sangrante donde antes estaba su brazo.
Aprovechando la conmoción de su enemigo, Cerbero se movió con una velocidad sobrenatural. Sus garras metálicas se cerraron alrededor del cráneo de Valentino, levantándolo del suelo. El cañón en el pecho de la armadura comenzó a brillar con una intensa luz verde, cargándose de energía.
"¿Sabes? Hice una pequeña modificación a esta arma," gruñó Cerbero, sus ojos fijos en los de Valentino. "Normalmente, solo te dejaría inconsciente, pero para ti... este es tu final."
El rostro de Valentino, otrora una máscara de arrogancia y crueldad, se contorsionó en una expresión de puro terror. Lágrimas comenzaron a brotar de sus múltiples ojos mientras su bravuconería se desmoronaba completamente.
"¡No, por favor!" chilló, su voz quebrándose en un sollozo patético. "¡Piedad! ¡Haré lo que sea! ¡Lo que sea, te... chupare el pene!"
Cerbero permaneció impasible ante las súplicas. Con un movimiento fluido, lanzó a Valentino al aire. El Overlord, ahora reducido a poco más que una masa temblorosa de miedo, apenas tuvo tiempo de gritar antes de que el rayo de energía lo alcanzara.
El cielo del Infierno se iluminó con un resplandor verde cegador. Cuando la luz se disipó, no quedaba ni rastro de Valentino. Ni cenizas, ni polvo, nada. El Overlord que una vez había aterrorizado a incontables almas había sido borrado de la existencia.
Cerbero bajó su brazo lentamente, sus ojos fijos en el punto donde Valentino había desaparecido. "Justicia servida," murmuró, su voz cargada de una mezcla de satisfacción y solemnidad.
Con la amenaza eliminada, Cerbero se giró, preparándose para regresar al lado de su señor. La batalla contra Valentino había terminado, pero sabía que la guerra por el futuro aun no terminaba.
En el otro extremo del campo de batalla, Ben, en su forma de Eco Eco, se enfrentaba al colosal mecha de Vox. Con una sonrisa desafiante, el pequeño alienígena provocó al Overlord:
"Vamos, grandullón. Te concedo el primer golpe. Muéstrame lo que tienes."
Vox, irritado por la aparente arrogancia de su diminuto oponente, no se hizo esperar. Los ojos del mecha brillaron con una luz roja intensa antes de disparar un láser devastador, tan veloz que pareció rasgar el aire mismo.
El rayo impactó a Eco Eco, partiéndolo limpiamente por la mitad. Las dos partes del alienígena cayeron al suelo con un ruido sordo.
Una carcajada estruendosa emanó del mecha de Vox, haciendo temblar el suelo. "¿Eso es todo? ¡Patético!" Su voz resonó con desdén. "¡Contempla, insecto, el poder de un verdadero Overlord! Tu ciudad caerá, tus seguidores serán esclavizados, y tu nombre será olvidado en las profundidades del Infierno."
Sin embargo, la risa de Vox se apagó abruptamente cuando escuchó otra risa, esta vez proveniente del suelo. Para su asombro, las dos mitades de Eco Eco se levantaron, regenerándose en dos alienígenas idénticos.
"Oh, Vox," dijeron al unísono los Eco Eco, "apenas estamos calentando."
Ante los ojos incrédulos del Overlord, los Eco Eco comenzaron a multiplicarse rápidamente, creando un ejército de pequeñas criaturas blancas que rodearon al mecha por completo.
Vox, recuperándose de la sorpresa inicial, preparó sus cañones láser. "¡Da igual cuántos sean! ¡Los erradicaré a todos!"
Pero antes de que pudiera atacar, todos los Eco Eco inhalaron profundamente y, en perfecta sincronía, liberaron un grito ensordecedor. La onda sónica resultante golpeó al mecha de Vox desde todas las direcciones, creando una cacofonía devastadora.
El impacto fue brutal. Las ondas sonoras reverberaron a través de la estructura del mecha, haciendo que cada tornillo, cada circuito, vibrara con una intensidad insoportable. Para Vox, cuya esencia estaba ligada a la máquina, el dolor era indescriptible.
El grito de los Eco Eco se expandió más allá del campo de batalla, resonando a través de toda Ciudad Pentagrama. Los edificios temblaron, las ventanas se hicieron añicos, y cada demonio en kilómetros a la redonda se vio obligado a cubrirse los oídos.
El mecha de Vox, incapaz de resistir el asalto sónico, comenzó a desmoronarse. Grietas aparecieron en su estructura, los sistemas fallaron en cascada, y la imagen de Vox en la pantalla facial se distorsionó en una mueca de agonía.
"¡No! ¡Esto es imposible!" gritó Vox, su voz ahogada por el estruendo de su propia creación colapsando.
Mientras el colosal mecha se desplomaba, reducido a poco más que una pila de chatarra humeante, los Eco Eco cesaron su ataque. El silencio que siguió fue casi tan ensordecedor como el grito que lo precedió.
Ben, reunificando a sus clones en un solo Eco Eco, se acercó a los restos del mecha. "Y eso, Vox, es lo que pasa cuando subestimas a alguien por su tamaño."
Cerbero regresó al lado de Ben, su armadura aún brillando con energía residual. "Misión cumplida, mi señor," informó con una mezcla de orgullo y solemnidad en su voz.
Ambos dirigieron su mirada hacia el montón de chatarra humeante que antes era el imponente mecha de Vox. De entre los escombros retorcidos, una figura maltrecha emergió arrastrándose. El otrora poderoso Overlord de los medios ahora no era más que una sombra patética de sí mismo, su pantalla facial agrietada y chisporroteando.
Vox, en su agonía, comenzó a soltar una retahíla de maldiciones e insultos. Su voz, distorsionada por el daño, escupía veneno hacia todos: Ben, Cerbero, incluso hacia Belial, el pecado capital encargado de ese círculo del Infierno. Pero la mayoría de su ira estaba dirigida hacia Ben, a quien culpaba por su humillante derrota.
De repente, Vox se estremeció. Una energía rosácea comenzó a fluir hacia él, la esencia de Valentino. Sus ojos se abrieron de par en par, comprendiendo el significado de esto. "No... Valentino..." murmuró, la realización de que su compañero había sido derrotado golpeándolo con fuerza.
Con un esfuerzo sobrehumano, Vox se puso de pie, temblando. Su mirada se posó en Ben y Cerbero, y por primera vez en eones, el Overlord sintió verdadero miedo. Abrió la boca, preparándose para pronunciar palabras de rendición, sabiendo que no le quedaba otra opción.
Sin embargo, antes de que pudiera hablar, una sensación aguda y fría lo atravesó. Vox bajó la mirada, sorprendido al ver la punta de un bastón familiar sobresaliendo de su pecho. Con un movimiento lento y doloroso, giró la cabeza para encontrarse con una sonrisa demasiado amplia y ojos brillantes de color rojo.
"Alastor..." jadeó Vox, la estática en su voz mezclándose con un gorgoteo húmedo.
El Demonio de la Radio, con su eterna sonrisa radiante, saludó alegremente. "¡Vaya, vaya, Vox! Parece que has tenido un día bastante agitado, ¿no es así?"
Ben y Cerbero, tomados por sorpresa por la repentina aparición de Alastor, se pusieron en guardia. La tensión en el aire se volvió palpable mientras el campo de batalla, que hace momentos bullía con el caos de la lucha, ahora quedaba en un silencio sepulcral, interrumpido solo por el chisporroteo de la pantalla moribunda de Vox.
Con un giro fluido y cruel de su bastón, Alastor terminó con la existencia de Vox. El Overlord de los medios se desvaneció en un estallido de estática, sin siquiera la oportunidad de pronunciar unas últimas palabras.
En el momento en que Vox desapareció, una energía brillante y caótica emanó de donde había estado su cuerpo. Esta esencia, el poder acumulado de Vox y de Valentino, comenzó a fluir hacia el cuerpo inconsciente de Velvet.
Alastor, con su sonrisa eternamente inquietante, extendió su mano hacia la energía, sus ojos brillando con una codicia apenas contenida. "Oh, ¡qué festín tan delicioso!" exclamó con júbilo macabro.
Sin embargo, antes de que pudiera reclamar todo el poder para sí mismo, Cerbero, actuando por puro instinto, se lanzó hacia adelante. Las tres cabezas del Hellhound abrieron sus fauces, absorbiendo una parte significativa de la energía flotante.
La escena se congeló por un instante: Alastor con su mano extendida, Cerbero brillando con poder recién adquirido, y el cuerpo de Velvet envuelto en un aura pulsante.
Cuando la luz se disipó, quedó claro que el poder se había dividido equitativamente entre los tres: Velvet, aún inconsciente pero visiblemente fortalecida; Alastor, cuya aura demoníaca parecía haber intensificado; y Cerbero, cuya armadura ahora brillaba con una mezcla de energía tecnológica y demoníaca.
Ben, observando toda la escena con una mezcla de asombro y preocupación, finalmente rompió el silencio:
"Bueno, esto ciertamente no estaba en el plan," murmuró, su voz aún con el tono agudo de Eco Eco. "Alastor, ¿te importaría explicar qué demonios acaba de pasar?"
Alastor giró hacia Ben, su sonrisa más amplia que nunca. "¡Oh, mi querido amigo! Simplemente estaba... limpiando un poco el tablero. Ya sabes, ¡manteniendo las cosas interesantes!"
Cerbero gruñó, sus tres cabezas enfocadas en Alastor. "Mi señor," dijo, dirigiéndose a Ben, "no confío en las intenciones de este demonio."
La tensión en el aire era palpable. Ben, aún en su forma de Eco Eco, miró de Alastor a Cerbero y luego al cuerpo inconsciente de Velvet. La situación había dado un giro inesperado, y ahora se enfrentaba a un nuevo equilibrio de poder que podría ser aún más peligroso que el anterior.
"Parece," dijo Ben finalmente, "que tenemos mucho de qué hablar, Alastor. Y algo me dice que esta conversación va a cambiar las reglas del juego en el Infierno."
Alastor golpeó el suelo con su bastón, el sonido resonando con un eco sobrenatural. Su sonrisa, siempre presente, adquirió un matiz más serio.
"Ah, mis queridos amigos," comenzó, su voz cargada de una teatralidad siniestra, "creo que merezco este pequeño... obsequio de poder. Después de todo, ¡estamos a mano!"
Ben y Cerbero intercambiaron miradas de confusión. Alastor, notando esto, continuó:
"Verán, nuestros queridos Overlords tenían un último recurso, un as bajo la manga, si se quiere. La inmolación del alma." Sus ojos brillaron con un resplandor rojo intenso. "los overlords, Cuando están derrotados, pueden optar por destruirse a sí mismos en una explosión de energía demoníaca. Y Vox, oh, el astuto Vox, planeaba hacer exactamente eso."
El Demonio de la Radio hizo una pausa dramática antes de continuar: "Imaginen, si lo permiten, el poder combinado de tres Overlords explotando de repente. Medio círculo del Infierno habría sido borrado del mapa. Una tragedia que, afortunadamente, he evitado."
Con un movimiento fluido de su mano, Alastor trazó un símbolo en el aire. Un resplandor púrpura lo envolvió brevemente. "Juro por los poderes oscuros que gobiernan este reino que no miento en lo que he dicho."
Cerbero, reconociendo el juramento demoníaco, se inclinó hacia Ben. "Mi señor," murmuró, "el juramento que ha hecho es vinculante. No puede mentir bajo este pacto."
Ben, aún en su forma de Eco Eco, frunció el ceño, procesando la información. "Entonces, ¿dices que salvaste medio círculo del Infierno?"
Alastor asintió enérgicamente. "¡Exactamente, mi joven amigo!"
Sin embargo, Cerbero, siempre cauteloso, añadió: "Aunque dice la verdad sobre el método de inmolación, no podemos estar seguros de si Vox realmente planeaba usarlo. Alastor ha presentado un argumento que no es objetivamente falso, pero tampoco necesariamente cierto en este caso específico."
Ben miró fijamente a Alastor, evaluando la situación. El Demonio de la Radio mantuvo su sonrisa, pero había un brillo calculador en sus ojos.
"Bien jugado, Alastor," dijo finalmente Ben. "Has evitado una potencial catástrofe, sea real o no. Pero esto plantea una nueva pregunta: ¿qué planeas hacer con ese nuevo poder que has adquirido?"
La sonrisa de Alastor se ensanchó aún más, si es que eso era posible. "Oh, mi querido Ben, ¡las posibilidades son infinitas! Pero no temas, tengo la sensación de que nuestros caminos seguirán cruzándose de maneras muy... entretenidas."
La tensión en el aire era palpable. Ben sabía que acababa de presenciar un cambio significativo en el equilibrio de poder del Infierno, y que las consecuencias de este día se sentirían por mucho tiempo.
Mientras Alastor y Ben conversaban, Cerbero comenzó a retorcerse violentamente en el suelo. El poder del Overlord que había absorbido fluía a través de su cuerpo, provocando una transformación dolorosa pero impresionante.
Las tres cabezas de Cerbero se fusionaron en una sola, más grande y poderosa. Llamas verdes, reminiscentes de las de EmberWolfer, brotaron de su cuello, creando una melena ígnea que danzaba con vida propia. Su cuerpo creció, volviéndose más musculoso y emanando un aura de poder palpable.
Cuando la transformación terminó, Cerbero se levantó, jadeando. Abrió y cerró sus manos, sintiendo la nueva fuerza que corría por sus venas. Sus ojos brillaban con una inteligencia incrementada, y cada movimiento irradiaba un poder que antes no poseía.
Alastor, observando la escena con evidente deleite, aplaudió. "¡Bravo! ¡Bravo!" exclamó, su voz cargada de emoción genuina. "Parece que hemos sido testigos del nacimiento de un nuevo Overlord. Y no cualquier Overlord, sino el primer Overlord no pecador en siglos. ¡Qué giro tan fascinante de los acontecimientos!"
El Demonio de la Radio volvió a golpear el suelo con su bastón, el sonido resonando con un eco sobrenatural. "Dos Overlords menos y dos Overlords más. El equilibrio se mantiene, aunque las piezas en el tablero han cambiado drásticamente. ¡Oh, cómo amo cuando las cosas se ponen interesantes!"
Cerbero, aún adaptándose a su nueva forma y poder, se dirigió hacia el cuerpo inconsciente de Velvet. Con un movimiento fluido, sacó un collar de control de un compartimento en su armadura. Este dispositivo, más robusto y complejo que los anteriores, era una creación especial de Ben, diseñada para contener a demonios de alto nivel.
Con cuidado, Cerbero colocó el collar alrededor del cuello de Velvet. El dispositivo se activó con un zumbido bajo, asegurando que la Overlord, cuando despertara, no pudiera usar sus poderes libremente.
Ben, aún en su forma de Eco Eco, observó toda la escena con una mezcla de asombro y preocupación. "Bueno," dijo finalmente, "parece que este día ha traído más cambios de los que esperábamos."
Alastor, con su eterna sonrisa, se acercó a Ben. "Mi querido amigo, creo que acabamos de presenciar el comienzo de una nueva era en el Infierno. Y tengo el presentimiento de que tú estarás en el centro de todo."
Ben miró a Cerbero, luego a Velvet inconsciente, y finalmente a Alastor. La situación había dado un giro inesperado, y ahora se enfrentaba a un panorama completamente nuevo en el Infierno. Con dos nuevos Overlords en juego y el equilibrio de poder alterado, sabía que los desafíos que le esperaban serían aún más grandes que los que acababa de superar.
Ajenos a ellos, la transmisión de Vox había alcanzado cada rincón del Infierno. Lo que el Overlord de los medios había planeado como una demostración de poderío, se había convertido en el espectáculo de su propia caída. Los noticieros infernales bullían con una histeria sin precedentes, sus presentadores demoníacos luchando por procesar la magnitud de los eventos que acababan de presenciar.
En los estudios de 666 News, Katie Killjoy y Tom Trench se encontraban en un estado de shock apenas disimulado.
"Damas y caballeros, pecadores de todas las edades," comenzó Katie, su voz temblando ligeramente bajo su fachada profesional, "acabamos de ser testigos de un cambio sísmico en la estructura de poder del Infierno. Valentino y Vox, dos de los Overlords más temidos, han sido... eliminados."
Tom Trench, visiblemente nervioso, añadió: "Y eso no es todo, parece que tenemos nuevos jugadores en el tablero. Ben Tennyson, el forastero que ha estado causando revuelo, y su compañero Cerbero, ¡ahora son considerados Overlords por derecho propio!"
En otro estudio, más exclusivo y resguardado, Carmilla y Zestial observaban la transmisión en silencio, sus rostros una máscara de calma que apenas ocultaba la tormenta de emociones y cálculos que se desarrollaban en sus mentes.
Zestial fue el primero en romper el silencio. "Debo admitir, Carmilla," dijo, su voz suave pero cargada de tensión, "que tu trato de no agresión con Ben ha resultado ser... providencial."
Carmilla asintió lentamente, sus ojos nunca dejando la pantalla. "Una decisión nacida de la necesidad," respondió. "Aunque confieso que ni en mis sueños más salvajes imaginé que las cosas se desarrollarían de esta manera."
"Ni tú, ni nadie," concordó Zestial. "Dos Overlords caídos, Alastor fortalecido, y dos nuevos jugadores en el campo. El equilibrio de poder ha sido completamente trastocado."
Carmilla se giró para enfrentar a su compañero, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y determinación. "Zestial, seamos honestos. Ni siquiera nosotros dos juntos podríamos enfrentarnos a Ben ahora. La humillación que siento al admitir esto es... considerable."
Zestial asintió, su rostro sombrío. "Tienes razón. Nuestro poder, que una vez creímos absoluto, parece insignificante en comparación. Ahora solo nos queda una opción: aprender a coexistir con estos... monstruos en poder."
"Adaptarnos o perecer," murmuró Carmilla. "Como siempre ha sido en el Infierno.
Mientras tanto, en las calles de la Ciudad Pentagrama, el caos reinaba. Demonios de todos los rangos corrían en pánico, otros celebraban la caída de los temidos Overlords, y algunos ya comenzaban a jurar lealtad a los nuevos poderes.
"Vaggie," susurró Charlie a su novia, "parece que Ben lo logró. Realmente lo hizo."
Vaggie, con los brazos cruzados y una expresión de reluctante admiración, asintió lentamente. "Tengo que admitirlo," dijo, su voz mezclada con un toque de amargura y respeto, "el tipo hizo un buen trabajo. Defender su territorio y acabar con esos dos desgraciados... no es poca cosa."
Charlie notó la tensión en la voz de Vaggie y le tomó la mano suavemente. "Sé que ha sido difícil para ti, con Ben llegando y cambiando tanto en tan poco tiempo. Pero recuerda, estamos del mismo lado."
Vaggie suspiró, apretando la mano de Charlie. "Lo sé, lo sé. Es solo que... es difícil no sentirse un poco celosa, ¿sabes? Ustedes dos conectaron tan rápido..."
Mientras tanto, en el otro lado de la habitación, Angel Dust estaba de rodillas frente al televisor, lágrimas corriendo por su rostro. Pero estas no eran lágrimas de tristeza; eran de pura y absoluta alegría.
"¡Está muerto!" exclamó entre sollozos. "¡El hijo de puta está muerto!" Angel se abrazó a sí mismo, su cuerpo temblando con una mezcla de alivio y incredulidad. "El contrato... ya no existe. Soy... soy libre."
Husk, desde detrás del bar, observaba la escena con una expresión de sorpresa poco característica. "Maldita sea," murmuró, tomando un largo trago de su botella. "Ese chico Ben realmente lo hizo. Cambió las reglas del juego."
Niffty, moviéndose a su velocidad habitual, limpiaba frenéticamente mientras balbuceaba: "¡Cambios! ¡Grandes cambios! ¡Tenemos que estar preparados! ¡Tantas cosas que limpiar, reorganizar, replantear!"
Charlie se acercó a Angel, arrodillándose junto a él y poniendo una mano reconfortante en su hombro. "Angel, esto es... esto es increíble. Eres libre ahora. Realmente puedes empezar de nuevo."
Angel miró a Charlie, sus ojos brillantes con lágrimas y una esperanza que no había sentido en décadas. "Princesa," dijo con voz quebrada, "creo que... creo que ahora realmente puedo intentar ser mejor. Sin él arrastrándome hacia abajo... tal vez tenga una oportunidad."
Vaggie, observando la escena, sintió que su reticencia se derretía un poco. Ver a Angel, usualmente tan despreocupado y cínico, tan vulnerable y esperanzado, le recordó por qué estaban haciendo todo esto en primer lugar.
"Bueno," dijo Vaggie, uniéndose al grupo, "supongo que tendremos que agradecer a Ben cuando regrese. Parece que nos ha dado una verdadera oportunidad de hacer que este loco plan de redención funcione."
Charlie sonrió, sus ojos brillando con determinación renovada. "Así es. Y con Ben como aliado, quién sabe lo que podremos lograr. El Infierno está cambiando, chicos. Y nosotros vamos a estar en el centro de ese cambio."
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