Ben y Cerbero Vs The Vees

De vuelta en el Hotel Hazbin, Charlie acababa de terminar de mostrarle todas las instalaciones a EmberWolfer. Ambos se encontraban ahora solos en una habitación apartada, lejos de oídos curiosos.

Charlie, con una expresión seria que contrastaba con su habitual alegría, se giró hacia EmberWolfer:

"Creo que es hora de que hablemos con sinceridad," dijo, su voz suave pero firme. "Sé que tú y Ben son la misma entidad."

EmberWolfer se tensó visiblemente, sus orejas echándose hacia atrás en señal de alarma. Charlie continuó:

"No fue difícil darme cuenta. Hay ciertas... similitudes en sus almas que son inconfundibles para alguien que sabe qué buscar."

Con un movimiento de su mano, Charlie conjuró una luz dorada que rodeó brevemente a EmberWolfer.

"Es una técnica de análisis de almas que solo mi padre y yo podemos hacer," explicó. "Ahora, te pregunto directamente: ¿quién eres realmente?"

Por primera vez desde que llegó al Infierno, Ben se sintió verdaderamente intimidado. La princesa del Infierno había visto a través de su disfraz con una facilidad desconcertante. Tras un momento de duda, respondió:

"Charlie, lo que estoy a punto de mostrarte debe permanecer en secreto absoluto. Nadie más puede saberlo, ¿entiendes?"

Charlie asintió solemnemente. Ben, tomando una respiración profunda, llevó su mano al símbolo verde en su pecho y lo golpeó. En un destello de luz verde, la forma de EmberWolfer desapareció, revelando a un joven humano.

Ben se quitó la capucha, mostrando su rostro a Charlie. Los ojos de la princesa se abrieron de par en par, una mezcla de asombro y confusión inundando su rostro.

"Eres... ¿un humano?" susurró Charlie, su voz apenas audible por la sorpresa.

Ben asintió:

"Mi nombre es Ben Tennyson. Y sí, soy humano."

Charlie, recuperándose lentamente de la sorpresa, preguntó:

"Pero, ¿cómo? ¿Cómo es posible que un humano vivo esté en el Infierno? Y esas transformaciones..."

Ben levantó su muñeca, mostrando el Omnitrix:

"Este dispositivo, el Omnitrix, me permite transformarme en diferentes formas alienígenas. Y en cuanto a cómo llegué aquí... es una larga historia."

Charlie, fascinada, se acercó para examinar el Omnitrix:

"Esto es... increíble. Nunca había visto nada igual."

Ben, con una pequeña sonrisa, respondió:

"Supongo que ambos tenemos nuestros secretos, ¿eh, princesa del Infierno?"

Charlie, recordando súbitamente la gravedad de la situación, adoptó una expresión seria:

"Ben, esto cambia muchas cosas. Un humano vivo en el Infierno... si los ángeles se enteran..."

Ben, notando la preocupación en su voz, la interrumpió:

"No creo que cambie mucho las cosas, pero de momento prefiero mantener esto lo más oculto posible, y me refiero a lo del omnitrix, lo de ser humano no me importa que se revele tan pronto pero el omnitrix es otra historia, Por eso nadie más puede saberlo, Charlie. Ni siquiera tus amigos más cercanos ¿Puedo contar con tu discreción?"

Charlie, tras un momento de reflexión, asintió:

"Tienes mi palabra, Ben. Tu secreto está a salvo conmigo. Pero a cambio, espero que me cuentes toda tu historia. Creo que tenemos mucho de qué hablar."

Ben sonrió, sintiendo que por primera vez desde que llegó al Infierno, había encontrado a alguien en quien podía confiar plenamente, le dijo lo del omnitrix porque sentía que ella debía saberlo, le dio la misma sensación que Cerbero:

"Trato hecho, Charlie. Es una larga historia, así que ponte cómoda."

Mientras Ben se preparaba para revelar su increíble travesía a Charlie, ambos sabían que este momento marcaría el inicio de una alianza que podría cambiar el destino del Infierno para siempre.

Ben, sentándose cómodamente, comenzó a narrar su historia a Charlie:

"Todo empezó cuando tenía 10 años, durante unas vacaciones de verano. Encontré el Omnitrix, un dispositivo alienígena que me permite transformarme en diferentes especies del universo."

Mientras hablaba, Ben activó el Omnitrix, mostrando hologramas de algunas de sus transformaciones.

"Desde entonces, he enfrentado amenazas de todo tipo: conquistadores intergalácticos, monstruos interdimensionales, incluso versiones malvadas de mí mismo de realidades alternativas."

Charlie escuchaba atentamente, sus ojos abiertos de par en par con cada nueva revelación.

"Recientemente," continuó Ben, "evité una guerra a escala universal entre una raza llamada Highbreed y prácticamente todas las demás especies del universo. Logré encontrar una solución pacífica, salvando incontables vidas."

Ben hizo una pausa, su expresión volviéndose más seria:

"Y luego, de alguna manera, terminé aquí. En tu Infierno. Aún no sé cómo o por qué, pero estoy determinado a encontrar una forma de volver a casa."

Charlie permaneció en silencio por un momento, procesando toda la información. Cuando finalmente habló, su voz temblaba ligeramente:

"Ben, si todo lo que me has dicho es cierto... tu poder es abrumador, tu alma..." Charlie se detuvo, como si le costara encontrar las palabras adecuadas. "Tu alma es increíblemente pura y poderosa. Nunca había sentido nada igual."

Ben la miró con curiosidad, sin comprender completamente el alcance de lo que Charlie estaba implicando.

"Y tu poder," continuó Charlie, su voz apenas un susurro, "podría ser incluso mayor que el de mi padre... no, mi padre no creo que tenga oportunidad alguna contra ti si lo que dices es verdad."

Ben parpadeó sorprendido: "¿Tu padre? ¿Te refieres a...?"

Charlie asintió: "Lucifer, sí. El Rey del Infierno."

Un silencio pesado cayó sobre la habitación mientras ambos contemplaban las implicaciones de esta revelación.

"Charlie," dijo Ben finalmente, su voz cargada de determinación, "no estoy aquí para causar problemas o desafiar a nadie. Solo quiero encontrar una forma de volver a casa. Pero mientras esté aquí, haré lo que pueda para ayudar a mejorar la vida de todos."

Charlie lo miró fijamente, una mezcla de miedo y esperanza en sus ojos:

"Ben Tennyson, tu presencia aquí podría cambiar todo. El balance de poder en el Infierno, el proyecto de redención... todo."

Ben sonrió suavemente: "Bueno, siempre me han dicho que tengo talento para sacudir las cosas. ¿Qué te parece si trabajamos juntos? Tal vez entre los dos podamos hacer algo bueno aquí."

Charlie, recuperando algo de su entusiasmo habitual, sonrió:

"Me gusta cómo suena eso. Pero Ben, debemos ser extremadamente cuidadosos. Si otros Overlords, o peor aún, mi padre, descubren quién eres realmente. A decir verdad temo más por la seguridad de ellos que la tuya..."

Ben asintió, comprendiendo la gravedad de la situación:

"Lo sé, Charlie. Confía en mí, sé cómo mantener un secreto. Ahora, ¿qué tal si me cuentas más sobre este proyecto de redención tuyo?"

Mientras Charlie comenzaba a explicar con entusiasmo renovado sus planes para el Hotel Hazbin, tanto ella como Ben sabían que estaban al borde de algo grande. Un héroe del universo y la princesa del Infierno, unidos por el destino. Las consecuencias de esta alianza inesperada estaban aún por verse, pero una cosa era segura: el Infierno nunca volvería a ser el mismo.

Varios días habían pasado desde la revelación de Ben a Charlie. EmberWolfer se había integrado sin problemas en la vida diaria del Hotel Hazbin, ganándose poco a poco la confianza de sus habitantes, aunque siempre bajo la mirada vigilante de Alastor.

Una tarde, mientras todos estaban reunidos en el lobby del hotel, el comunicador de EmberWolfer emitió un pitido urgente. Al activarlo, la voz preocupada de Cerbero resonó:

"EmberWolfer, tenemos una situación crítica. Vox, Velvet y Valentino han comenzado a movilizar un ejército. Su objetivo parece ser nuestra ciudad. Ben requiere su presencia inmediatamente."

El silencio cayó sobre la sala, todos los presentes mirando a EmberWolfer con una mezcla de sorpresa y preocupación.

Vaggie fue la primera en reaccionar: "¿Un ejército? ¿Qué demonios está pasando?"

Angel Dust silbó bajo: "Vaya, parece que las cosas se van a poner interesantes."

EmberWolfer se puso de pie, su postura tensa y decidida: "Tengo que irme. Mi gente me necesita."

Charlie, consciente del verdadero alcance de la situación, asintió con comprensión: "Ve, EmberWolfer. Haz lo que tengas que hacer."

Alastor, con su sonrisa enigmática, comentó: "Oh, qué giro tan fascinante de los eventos. Me pregunto cómo se desarrollará este pequeño drama."

EmberWolfer se despidió rápidamente: "Gracias por su hospitalidad. Espero volver pronto con buenas noticias."

Con eso, salió corriendo del hotel, dejando atrás a un grupo de demonios confundidos y preocupados.

Charlie, siguiendo su instinto, corrió hacia la puerta justo a tiempo para ver un destello de luz verde. Cuando salió, no había rastro de EmberWolfer por ninguna parte.

Mientras tanto, Ben, transformado en Jetray, surcaba los cielos del Infierno a una velocidad vertiginosa. Sus pensamientos eran un torbellino de estrategias y preocupaciones.

"Tengo que llegar antes de que las cosas se salgan de control," pensó. "No puedo permitir que esos Overlords destruyan todo lo que hemos construido."

Mientras volaba, Ben no pudo evitar reflexionar sobre cómo su vida había dado un giro tan dramático. De héroe intergaláctico a defensor de una ciudad en el Infierno. La ironía no se le escapaba.

"Sea lo que sea que Vox y los demás estén planeando," se dijo a sí mismo, "no saben con quién se están metiendo. Es hora de mostrarles de lo que Benjamin Kirby Tenyson es capaz."

Con determinación renovada, Ben aceleró aún más, dejando tras de sí una estela de energía verde en el cielo rojizo del Infierno. La batalla que se avecinaba prometía ser épica, y Ben estaba listo para enfrentarla con todo lo que tenía.

Mientras tanto, en el Hotel Hazbin, Charlie miraba al cielo con preocupación. Sabía que lo que estaba a punto de suceder podría cambiar el equilibrio de poder en el Infierno para siempre. Solo podía esperar que Ben estuviera a la altura del desafío.

Ben, aún en su forma de Jetray, se acercó a gran velocidad a la ciudad. Al llegar al campo de fuerza verde, lo atravesó sin esfuerzo, como si fuera parte de él. Una vez dentro, descendió rápidamente hacia su base de operaciones, transformándose de vuelta a su forma humana en un destello de luz verde justo antes de aterrizar.

Con la capucha cubriéndole el rostro, Ben entró apresuradamente en la base. Cerbero lo recibió de inmediato, su expresión normalmente estoica ahora teñida de preocupación.

"Señor," dijo Cerbero, inclinando sus tres cabezas en señal de respeto, "la situación es crítica. Vox, Velvet y Valentino han reunido un ejército masivo. Nos superan en número veinte a uno."

Ben frunció el ceño bajo su capucha: "¿Cómo es posible que hayan reunido tantas fuerzas tan rápido?"

Cerbero respondió: "Parece que han estado planeando esto durante algún tiempo. Han reclutado mercenarios, demonios descontentos, e incluso han prometido recompensas a cualquiera que se una a su causa."

Ben asintió, procesando la información: "¿Cómo estamos nosotros? ¿Cuántos combatientes tenemos?"

"Contando a todos los habitantes de la ciudad que pueden luchar, apenas llegamos a un 5 porciento sus fuerzas, en números porsupuesto," respondió Cerbero. "El campo de fuerza nos da una ventaja defensiva, pero eventualmente encontrarán una forma de penetrarlo o simplemente esperarán a que nos quedemos sin recursos."

Ben permaneció en silencio por un momento, su mente trabajando a toda velocidad. De repente, una sonrisa se dibujó en su rostro, una sonrisa que Cerbero había aprendido a reconocer como señal de que su líder tenía un plan.

"Cerbero," dijo Ben, su voz cargada de determinación y un toque de diversión, "creo que es hora de mostrarles algo MUY GRANDE."

Cerbero inclinó una de sus cabezas, confundido: "¿Señor?"

Ben se dirigió hacia la salida, su capa ondeando tras él: "Reúne a nuestras fuerzas. Quiero que todos estén listos para defender la ciudad si es necesario, pero que nadie ataque hasta que yo dé la señal.

Cerbero, entendiendo que su líder tenía un as bajo la manga, asintió: "Como ordene, señor. ¿Qué hará usted?"

Ben se detuvo en la puerta, girándose para mirar a Cerbero con una sonrisa confiada: "Voy a darles la bienvenida personalmente a nuestros 'invitados'. Y créeme, será una recepción que nunca olvidarán."

Con eso, Ben salió de la base, dirigiéndose hacia el borde del campo de fuerza donde el ejército enemigo se estaba reuniendo. Mientras caminaba, sus dedos jugaban con el Omnitrix, deteniéndose en una forma específica.

"Muy bien, Overlords," murmuró para sí mismo, "querían ver de lo que soy capaz. Prepárate para una demostración que hará temblar al Infierno mismo."

El aire alrededor de Ben parecía cargarse de energía mientras se preparaba para enfrentar la mayor amenaza que su ciudad había visto hasta ahora. La batalla por el control del Infierno estaba a punto de comenzar, y Ben estaba listo para demostrar por qué era conocido como el héroe más grande del universo... sin embargo...

P.V Ben

Mientras observaba el ataque incesante contra el campo de fuerza, no pude evitar sentir una punzada de decepción. Los miles de demonios, liderados por los supuestamente temibles Overlords, descargaban toda su furia contra el domo... sin lograr siquiera rasguñarlo.

"¿Es esto realmente lo mejor que pueden hacer?" pensé, arqueando una ceja bajo mi capucha. El campo de fuerza, una maravilla de nivel tecnológico de nivel 5, ni siquiera parpadeaba ante los ataques de armas que, en el mejor de los casos, eran equivalentes a la tecnología terrestre de nivel 2.

Había considerado usar a Muy Grande, pensando que necesitaría toda mi fuerza para enfrentar esta amenaza. Pero ahora, viendo la patética exhibición frente a mí, casi me sentía avergonzado por haber sobrestimado tanto a mis oponentes.

Con un suspiro de resignación, puse mi mano sobre el hombro de Cerbero. "Saquen las armas pesadas Strun," ordené, mi voz cargada de una calma que rayaba en el aburrimiento. "Ataquen el flanco izquierdo del ejército. Yo me encargaré del derecho y Cerbero, prepare algo para ti está en el, taller, espero que lo uses para este encuentro considéralo un regalo.

Cerbero asintió, sin cuestionar mis órdenes. En cuestión de segundos, las azoteas de los edificios circundantes se llenaron de cañones tecnológicos masivos. Comenzaron a disparar esferas verdes cargadas de electricidad, que, al impactar contra los demonios, los dejaban inconscientes por cientos sin matarlos.

"Al menos intentemos ser humanitarios," murmuré para mí mismo, activando el Omnitrix. En un destello de luz verde, me transformé en Frío.

Volviéndome intangible, atravesé el campo de fuerza y me dirigí hacia el flanco derecho del ejército enemigo. Mientras sobrevolaba las filas de demonios, exhalé una poderosa ráfaga de aire gélido, congelando a cientos de ellos en cuestión de segundos.

"Esto es demasiado fácil," pensé mientras continuaba mi ataque. Los demonios, tomados por sorpresa por mi repentina aparición y poder, apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de quedar atrapados en el hielo.

Mientras congelaba a otro grupo de enemigos, no pude evitar reflexionar sobre la situación. Aquí estaba yo, Ben Tennyson, héroe del universo, luchando contra demonios en el Infierno. La ironía no se me escapaba.

"Supongo que incluso en el Infierno, algunos necesitan que les enseñen una lección," murmuré mientras continuaba mi avance imparable a través de las filas enemigas.

A medida que el ejército invasor se desmoronaba ante nuestro contraataque, no pude evitar preguntarme qué harían los Overlords ahora. ¿Tendrían algún as bajo la manga? ¿O esta sería otra decepcionante victoria fácil?

P.V de Vox unos momentos antes.

Observábamos desde una distancia segura cómo nuestro ejército se preparaba para el ataque. Valentino, Velvet y yo nos habíamos asegurado de tener la mejor vista sin arriesgarnos a "ensuciarnos las manos". Después de todo, ¿para qué ser Overlords si no puedes disfrutar del espectáculo?

"Mírenlos," dije, mi pantalla facial mostrando una sonrisa de suficiencia. "Esos perros sarnosos no tienen idea de lo que les espera."

Velvet, sin apartar la vista de su teléfono, soltó una risita. "Oh, esto va a ser épico para mis seguidores. '¡Overlords arrasan con distrito rebelde!' Ya puedo ver los likes."

Valentino, recostado en su silla de lujo que había insistido en traer, exhaló una bocanada de humo. "Honestamente, ¿por qué nos molestamos en venir? Podríamos haber enviado a cualquiera de nuestros secuaces a manejar esto."

"Porque, mi querido Val," respondí, mi voz cargada de estática de emoción, "quiero ver la cara de ese tal Ben cuando se dé cuenta de que ha desafiado a los verdaderos gobernantes del Infierno."

Velvet finalmente levantó la vista de su teléfono. "no es la gran cosa, más o menos es del tamaño de un demonio normal, aunque...."

Valentino se encogió de hombros. "Probablemente está escondido detrás de sus muros, temblando de miedo. Patético."

No pude evitar reír. "Oh, vamos. Démosle algo de crédito. Al menos tuvo las agallas de desafiarnos. Aunque, claro, eso solo hace su caída más satisfactoria."

"Hablando de caídas," interrumpió Velvet, "¿qué haremos con el distrito una vez que lo tomemos? Tengo algunas ideas para un nuevo centro comercial infernal."

"Centro comercial, nightclub, estudio de televisión," me encogi de hombros "¿Por qué limitarnos? Tendremos todo un distrito para jugar."

Valentino sonrió maliciosamente. "No olviden mi nuevo burdel de lujo. Esos Hellhounds podrían ser una adición... interesante a mi colección."

Estábamos tan absortos en nuestros planes de victoria que casi no notamos cuando nuestro ejército comenzó el ataque. El sonido de explosiones y gritos de batalla llenó el aire.

"Ah, música para mis oídos," comenté, ajustando mis controles para capturar cada detalle del asalto.

"Esto será más rápido de lo que pensé," dijo Valentino, bostezando teatralmente. "¿Alguien quiere apostar cuánto tiempo les tomará rendirse?"

Velvet levantó su copa. "Por la caída de Ben y el ascenso de un nuevo imperio en el Infierno."

Con una sonrisa de suficiencia en mi pantalla facial, di la orden que creí sería el principio del fin para ese tal Ben y su patético distrito.

"¡Ataquen con todo lo que tengan! ¡Sin piedad!" Mi voz resonó a través de los comunicadores, cargada de estática y anticipación.

El espectáculo que siguió fue impresionante, incluso para mis estándares. Miles de demonios desataron un infierno de balas, fuego y poderes oscuros contra el domo que protegía la ciudad. Era una sinfonía de destrucción que habría hecho temblar a cualquier otro distrito del Infierno.

Sin embargo, a medida que pasaban los minutos, mi sonrisa comenzó a flaquear. Diez minutos de ataque incesante, y el domo seguía intacto. Ni siquiera un rasguño.

"¿Qué demonios...?" murmuré, ajustando los controles de mis drones para obtener una mejor vista.

Fue entonces cuando lo vi. El encapuchado Ben, acompañado por un Hellhound de tres cabezas. Parecían estar teniendo una conversación casual, como si no hubiera un ejército tratando de derribar sus defensas.

"¿Qué están tramando?" pensé, frustrado por no poder escuchar su conversación.

De repente, el Hellhound chasqueó los dedos y se retiro de la escena dejando solo al encapuchado. En cuestión de segundos, enormes cañones emergieron de los edificios, como si la ciudad misma estuviera despertando.

"¡Imposible!" exclamé, mi voz cargada de estática por la sorpresa.

Pero lo que vino después me dejó verdaderamente estupefacto. Ben, el enigmático líder que habíamos subestimado, se transformó ante mis ojos en una criatura que parecía una polilla azul gigante.

"¡Valentino!" grité, girándome hacia mi compañero Overlord. "¿Estás viendo esto?"

Valentino, quien normalmente mantenía una fachada de desinterés, ahora miraba la pantalla con una mezcla de horror y rabia. "¿Qué clase de truco es este?"

Antes de que pudiéramos procesar lo que estábamos viendo, mis drones comenzaron a fallar. Las imágenes se volvieron borrosas y luego... nada. Estática pura.

"¡No!" rugí, golpeando los controles en un intento fútil de recuperar la señal.

Cuando finalmente logré restablecer algunas imágenes, lo que vi me heló la sangre (si es que tuviera sangre). La mitad de nuestro ejército estaba siendo sistemáticamente congelado por esa criatura en la que Ben se había transformado y la otra era bombardeada sin peidad.

"Esto... esto no puede estar pasando," murmuré, mi voz apenas audible sobre el caos que se desarrollaba frente a nosotros.

Velvet, quien hasta ahora había estado pegada a su teléfono, finalmente levantó la vista. "Uh, chicos... creo que tenemos un problema."

Valentino, su usual compostura completamente desvanecida, gritó: "¡¿Tú crees?! ¡Estamos siendo humillados por un maldito insecto gigante!"

Mientras observábamos impotentes cómo nuestro "invencible" ejército era diezmado por fuerzas que apenas podíamos comprender, una realidad aterradora comenzó a asentarse: habíamos subestimado gravemente a nuestro enemigo. Y ahora, estábamos a punto de pagar el precio por nuestra arrogancia.

Por primera vez en mucho tiempo, sentí algo que creía haber olvidado hace eones: miedo. Miedo de lo desconocido, miedo de haber despertado a un gigante dormido. Y sobre todo, miedo de que nuestro reinado en el Infierno pudiera estar llegando a su fin.

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