RESCATE PELIGROSO
Roma. Italia
19 de enero del 2020
HORUS
Seguimos el rastro de Sergio hasta una vieja escuela de dos pisos abandonada. Al llegar, vimos varias camionetas estacionadas frente a la entrada principal de la escuela vigiladas por dos soldados, así que estacionamos nuestra camioneta varios metros antes. Unos minutos después, otras dos camionetas llegaron con Hermes y un grupo de soldados.
– Capitán, lleve a sus hombres a la parte de atrás del complejo y espere mis instrucciones – Ordenó Hermes sacando un maletín del baúl de la camioneta. – Toma Horus, espero que sepas utilizarla – me dijo sacando una pequeña empuñadura del maletín.
Tomé la empuñadura y la apreté ligeramente. Instantáneamente, una espada dorada se armó.
– Wow, es hora de pelear – dije sorprendido.
– ¿No hay una para mí? – preguntó Jennifer.
– Toma – dije dándole una pistola.
– Horus, espera. Jennifer no puede pelear con nosotros, es muy peligroso –
– ¿Por qué? Puedo ser de gran ayuda, Dile Horus –
– Hermes, ella es muy fuerte y veloz, además de tener una gran técnica de pelea –
– Lo siento Jennifer, muerta no salvarás al mundo. Te quedarás aquí y nos cubrirás en caso de que lleguen refuerzos enemigos –
– Bien, luego no me pidan ayuda – respondió encerrándose en una de las camionetas.
Luego de eso, avanzamos hacia la puerta, Hermes les disparó a los dos guardias y entramos sigilosamente al complejo. Buscamos por los diferentes cuartos acompañados de dos soldados matando a todo guardia que se cruzara por nuestro camino hasta que llegamos a lo que parecía ser el centro de la escuela en donde estaba Sergio amarrado a una columna y con un golpe en la cara, a su alrededor, había varios soldados fuertemente armados al parecer liderados por un hombre que me resultaba familiar. Ese era el mismísimo dios de la guerra.
Es hora de la acción.
– ¡Ares! ¡Es hora de rendirte! – grité mientras que todos nuestros soldados aparecían apuntándoles a Ares y sus hombres.
– ¡Mátenlos! – gritó Ares mientras que me disparaba, afortunadamente logré esquivar la bala, la cual impacto a unos pocos centímetros de mi cabeza. Inmediatamente un gran tiroteo comenzó.
Hermes y yo cambiamos nuestra forma humana por nuestra forma original y salimos a pelear. Ares hizo lo mismo y cargó contra mí, pero en un rápido movimiento, lo agarré con mis patas y salí del complejo destruyendo una parte del segundo piso y el tejado, durante el ascenso, Ares intentó soltarse de mi agarre teniendo una pequeña pelea, así fue hasta una altura de quinientos metros en donde lo solté dejándolo caer impactando directo con el tejado para luego atravesar el segundo piso y, por último, creó un pequeño cráter en el suelo. Supongo que eso lo debe dejar fuera de combate por algún tiempo.
Descendí justo frente a él y desenfundé mi espada.
– Es hora de acabar con esto Ares – le dije preparándome para dar el golpe final.
– No lo creo Horus. ¡Mátelo! – gritó Ares mientras que varios de sus soldados con espadas se agrupaban en la puerta del salón de clases en donde estábamos listos para un combate cuerpo a cuerpo.
– Un clásico tuyo Ares, ser salvado por tus lacayos al último segundo –
– Sabes que las tradiciones nunca se pierden – me dijo con una sonrisa de satisfacción.
Inmediatamente, los soldados cargaron contra mí, pero logré bloquear cada uno de sus ataques con facilidad. Luego de un corto combate, todos los soldados estaban muertos.
– Eso fue muy fácil Ares, debo decir que me siento muy decepcionado por la falta técnica y habilidad de tus hombres –
– No te adelantes a los hechos viejo amigo, ellos solo eran una distracción– me dijo con una sonrisa macabra.
Justo después de eso, escuché un grito que venía del corredor justo a unos pocos metros de nuestra posición.
– ¡Qué es eso! – gritó un soldado.
– ¡Retrocedan! – gritó otro.
En el pasillo se escuchaban los gritos de los soldados que eran presas de aquella criatura que se acercaba. Luego de unos segundos, un ser, de aspecto humanoide, pero deforme y con tres brazos en los que sostenía dos espadas y un hacha y el fuego era apreciado en su boca y ojos
– Te presento a los seres más letales de todos, son los guardianes del palacio de Hades –
En ese momento, aquella criatura me lanzó su hacha que logré desviar con dificultad con mi espada cayendo a un lado del cuarto e inmediatamente me atacó entablando un muy difícil combate, sus golpes eran rápidos y con una impresionante fuerza los cuales lograba esquivar y bloquear con dificultad hasta que logré cortar uno de los brazos dándome una cierta ventaja que logré aprovechar para clavar mi espada en su pecho matándolo.
– Nada mal Horus, pero aún no has terminado – me dijo mientras señalaba la puerta en donde un grupo de diez de estas criaturas esperaban pacientemente su turno. – ¡Ataquen! –
Inmediatamente todos cargaron contra mí. En una acción desesperada, lancé mi espada a uno de ellos clavándose en su pecho dejándolo sin vida frente a la puerta haciendo que todos. De inmediato, saqué la empuñadura de mi lanza de doble filo que se materializó justo cuando dos de los seres me atacaban por los lados clavándose en la cabeza de ambos. Un gran combate empezó mientras que entre golpe y golpe, uno por uno caía. Pero mi fuerza disminuía y mis movimientos eran cada vez más lentos y débiles hasta el punto que uno de ellos logró golpearme con la empuñadura de su espada aturdiéndome, mientras que otro lograba herirme en mi pierna derecha haciendo que cayera de rodillas. En ese momento, dos de ellos me agarraron mis brazos inmovilizándome, pero logré soltarme por unos segundos, tiempo suficiente como para agarrar y lanzar mi lanza contra uno de los guardianes que estaban delante de mí lanzándolo hacia el corredor matándolo, luego de eso mi lanza se convirtió de nuevo en una simple empuñadura, este era mí fin. Ahora estoy desarmado e inmovilizado, justo con un guardián frente a mí preparándose para matarme. Solo un milagro me sacaría de esta situación.
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