REFUERZOS

Roma. Italia

19 de enero del 2020

ESTEBAN

Logré pasar a la otra habitación con María mientras que Hermes nos cubría. Luego, una granada destruyó la barricada a la mitad haciendo que Pablo se dirigiera hacia la habitación principal.

El enemigo nos tenía prácticamente rodeados, un helicóptero en frente de la puerta principal junto a un número desconocido de soldados enemigos que están avanzando hacia la casa y un segundo helicóptero en frente de lo que era el balcón. Eso, sin contar que ya habíamos perdido otro hombre y dos más heridos. Estábamos acabados.

– Sargento, ¿Dónde están los refuerzos? – preguntaba Horus desesperado.

– Deberían ya haber llegado –

Mientras tanto, Sergio y yo le disparamos al Helicóptero que estaba frente al balcón haciendo que se ladeara hacia la derecha intentando evitar nuestras balas, cuando de pronto, un misil que salió de detrás de nosotros impactó en la cola del helicóptero haciendo que perdiera el control hasta que terminó chocando contra la colina creando un gran estruendo. Inmediatamente, el helicóptero que estaba frente a la casa tomó una posición de combate, pero también fue alcanzado por un misil justo en la cabina, cayendo cubierto de una bola de llamas. Eso fue asombroso.

En eso, aproveché el desorden para dirigirme a la habitación principal, pero fui interceptado por dos soldados enemigos que lograron impactar dos tiros en mi espalda pero sin ningún daño, que suerte que me coloqué el chaleco antibalas. De inmediato, me oculté en la habitación de al lado y con ayuda de Horus los eliminamos.

– Gracias – le dije

– No hay de que, ahora ve y busca a Pablo –

Asentí con la cabeza y seguí mi camino. Al llegar, noté un rastro de gotas de sangre que apuntaban hacia el baño, temía lo peor. Abrí suavemente la puerta y por unos cuantos milímetros me salvé de que una bala impactara mi cabeza.

– ¡Maldita sea Esteban! ¡Que te he dicho sobre tocar antes de entrar! – me dijo Pablo muy enojado.

– Creo que de ahora en adelante seguiré cada uno de tus concejos – le dije con una sonrisa. – ¿Qué te pasó en tu pierna? –

– Solo un pequeño rasguño, nada grave–

– Aquel rastro de sangre me dice lo contrario –

– Tranquilo, de verdad estoy bien –

– ¿Cómo está Camila? –

– No sé, aún no recupera la conciencia –

– Bien, cárgala para llevarla con los demás, allá estará más segura –

– Bien, solo dame un segundo – respondió intentándose levantar. En seguida lo ayudé.

– ¿Seguro que puedes con ella? – le pregunté algo dudoso por su estado.

– La traje hasta aquí cuando tenía ese pedazo de madera mi pierna siendo una agonía de camino a este lugar ¿Por qué crees que no la podría sacar? –

– Espera, ¿Cuál trozo de madera? –

– No hay tiempo que perder. Andando –

– Bien, yo te cubriré –

Pablo cargó a Camila y salimos del baño con dirección a la habitación de Pablo, pero antes de que saliéramos, dos soldados entraron rompiendo la puertaventana y disparándonos a Pablo y a mí obligándonos a volver al baño.

– Cúbreme mientras me preparo– me dijo Pablo mientras colocaba a Camila de nuevo en la bañera.

De repente, escuchamos un par de disparos.

– Pueden salir muchachos – respondió Horus.

Al salir de nuestro escondite, vimos a Horus acompañado de uno de los hombres. En ese momento el ruido de los motores de varios helicópteros se volvieron cada vez más intensos, hasta sonar justo arriba de nosotros. El ruido era ensordecedor. Al salir de la habitación, vi a varios militares con un uniforme con camuflaje de color gris hablando con Horus y Hermes. Esto era confuso.

– ¡Esteban! ¡Pablo! ¡Él es Eneas, comandante de las fuerzas del Olimpo! – nos gritó Hermes para que escucháramos.

– ¡Es un placer Elegidos! ¡Veo que no la pasaban nada bien! –

En ese momento los helicópteros se alejaron dejando atrás a varios soldados.

– ¿Por qué tardaron tanto? – pregunto Jennifer.

– Encontramos algo de resistencia en el camino, no creerían la cantidad de tropas que Hades desplegó en Grecia, y en el sur de Italia, perdí un par de helicópteros en el trayecto –

– Ya nos estaban esperando– dijo Horus pensativo.

– Lo bueno es que los Elegidos están a salvo, es hora de llevarlos al Olimpo para iniciar el entrenamiento–

– Si, llamaré a un helicóptero para que nos recoja–

– Chicos, no quiero interrumpirlos, pero ¡Corran! – gritó Jennifer asustada.

En ese momento de confusión, vimos aterrados como dos misiles estaban muy cerca de nuestra posición ya sin oportunidad de buscar protección. 

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