NO TODO ES COLOR DE ROSA

Atenas. Grecia

18 de enero del 2020

SERGIO

Han pasado cuatro días desde esa extraña visita que podría mejorar mi vida y estoy muy ansioso de saber lo que va a pasar de ahora en adelante, pero primero debo visitar a mi padre antes de mi gran aventura.

Llegue al hospital a las nueve de la mañana. Al llegar a la habitación, la tristeza me invadió, es duro ver a tu padre en una cama de hospital con la desgracia de no saber si él te escucha o no. La habitación estaba adornada con toda clase de flores y un grupo de globos estaban sujetados al espaldar de una silla, además de una foto de mi padre con su escuadrón firmada por todos sus integrantes y con algunas frases de aliento, debo reconocer que ellos son como de nuestra familia. Me senté al lado de mi padre y le tomé la mano.

– Padre, creo que encontré la forma de sacarte de esto – le dije mientras que un par de gotas se escapaban de mis ojos. Pero algo sorprendente ocurrió, el pulso de mi padre se aceleró y logré sentir un ligero apretón de su mano, la alegría me invadió, era la primera reacción en más de siete meses de coma.

– ¡Doctor! – grité con alegría.

En unos pocos segundos un doctor acompañado de dos enfermeras llegó al lugar.

– Impresionante – dijo el doctor mientras veía el monitor de electrocardiogramas. – tenemos que hacerle una resonancia magnética pronto, necesitamos saber qué está pasando dentro de su cerebro –

– Alto, no se lo pueden llevar – dije un poco asustado.

– Tranquilo, tu padre está bien, es más, estas pueden ser muy buenas noticias, solo lo llevaremos que le hagan un examen para saber qué pasara a futuro – dijo el doctor mientras salía de la habitación escotado de las enfermera que llevaban la camilla de mi padre. Unos segundos después, quede solo en la habitación. Entonces, sonó mi celular.

– ¿Hola? –

– Hola Sergio, hablas con Horus, ¿Cómo estás? –

– Bien, ¿Cómo obtuviste mi número? –

– Eso ahora no en relevante. Te acabo de enviar a tu casa un boleto de avión con destino a Roma, allí es donde nos encontraremos –

– ¿Qué? Ahora no puedo viajar, mi padre ha reaccionado y se lo acaban de llevar a unos exámenes. Tengo que quedarme –

– Lo siento Sergio, pero es necesario que estés presente. Además, si quieres envío a uno de los mejores médicos a mi disposición para que supervise personalmente el tratamiento de tu padre –

– Te agradezco, entonces me prepararé para partir rumbo a Roma –

– Bien, cuando llegues te estarán esperando un grupo de soldados que te llevarán al punto de encuentro –

Después de colgar, salí rumbo a mi casa para preparar todo para el viaje. Cuando llegué, vi un sobre en el piso del corredor, lo tomé y lo abrí. En él estaba el boleto de avión, pero lo peor es que la hora de salida del vuelo era dentro de una hora. Así que rápidamente empaqué mis cosas y salí corriendo al estacionamiento por mi auto.

Veinte minutos después de salir de mi casa llegué al aeropuerto. Ya solo me quedaban diez minutos.

Entré y busqué la puerta de abordaje de mi avión, un par de minutos después la encontré y entré justo a tiempo. Me senté en mi silla asignada al lado de la ventana y coloqué una película en la pantalla.

Después de despegar apareció el hermoso paisaje del atardecer europeo, el cielo estaba despejado y se podía ver el mar Mediterráneo y parte de Europa de forma majestuosa e imponente.

Un par de horas después ya estaba en Roma. Al salir del aeropuerto la noche cubría el cielo y una cortina de luces adornaban el firmamento. Entonces, un grupo de soldados se acercaron a mi posición dándome la bienvenida a la ciudad y llevándome al hotel. Luego, subí a mi habitación en el quinceavo piso, al entrar, dejé mi maleta al lado de la cama y salí al balcón a apreciar la vista, la cual observé hasta el amanecer. Sinceramente, es uno de los días más felices de mi vida.

Después de dormir por varias horas, me preparé para ir al aeropuerto en donde me encontraría con Hermes para luego reunirnos con los demás elegidos.

Al llegar, noté que había llegado más temprano de lo acordado, así que aproveché y fui a visitar los alrededores mientras esperaba. Eso sí, siempre vigilado a la distancia por los hombres que Horus había puesto a mi cuidado. En eso, un grupo de soldados se me acercaron.

– Sargento, infórmele al comandante que encontramos al chico – dijo uno de los soldados.

De repente, un mal presentimiento invadió mi cuerpo. Aquellos soldados no llevaban los mismos uniformes que los que me habían recibido ayer. Entonces, registré el lugar rápidamente. Aquellos asignados a protegerme habían desaparecido. Mi pulso se aceleró y lo único en lo que pensé fue en correr. Justo eso hice dirigiéndome hacia el aeropuerto. De inmediato, los soldados empezaron la persecución.

– Oye, niño, queremos hablar contigo – decían los soldados durante la persecución. Pero todo terminó cuando otro soldado apareció de repente frente a mí dándome un fuerte golpe en la cabeza con la culata de su arma haciéndome caer al instante.

– Excelente trabajo soldado, ahora lo llevaremos con el comandante – fue lo único que escuché antes de desmallarme.

Al despertar, noté que estaba atado a un poste en el centro de una habitación, un gran dolor de cabeza me invadió, al parecer estaba en lo que parecía ser una escuela abandonada llena de soldados fuertemente armados. El lugar estaba muy descuidado, los casilleros estaban oxidados y llenos de maleza y en el techo ya había algunos agujeros.

– Valla, despertó el bello durmiente – dijo un hombre que parecía ser el jefe de todos por su apariencia.

– ¿Quién eres y qué quieres de mí? –

– Soy Ares, tu peor pesadilla, a no ser que me digas dónde están los demás elegidos –

– No sé dónde están, ni siquiera lo conozco –

– ¡Mientes! – me dijo Ares mientras me golpeaba en el estómago sacándome el aire.

– En serio, no los conozco – dije con gran dificultad.

– Bien, digamos que te creo. Ahora dime, ¿Dónde están Horus y Hermes? –

– Tampoco sé dónde están, lo único que sé es que están aquí en Roma –

– En serio eres decepcionante muchacho – me dijo mientras me daba un segundo golpe, esta vez un mi cara haciendo que sangrara. – Él no sabe nada, así que elimínenlo –

Inmediatamente tres hombres se acercaron y me apuntaron con sus armas.

Se suponía que así no era como debía terminar mi aventura, se suponía que no le fallaría a mi padre.

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