LOS ELEGIDOS
Roma. Italia.
12 de enero del 2020.
MARIA
Después de que arrestaran a Pablo nos llevaron a la estación de policía para hacer el informe, luego de todo eso, el oficial le dio a Pablo y a Camila un día en la celda de la comisaría, además de una multa. El cumpleaños de Pablo había terminado muy mal.
– Lo siento Pablo, no debí haberme comportado así – dijo Camila arrepentida por lo sucedido.
– Tranquila, fue un gran cumpleaños, disfruté con mis amigos, tuve una buena pelea y al final, voy a saber que se siente dormir en una celda – respondía Pablo alegre intentando calmar a Camila.
– Definitivamente estás loco Pablo – le decía Esteban.
– Creo que ese golpe que me dio Roberto me afectó –
Después de eso comenzamos a reír.
– Ustedes dos, vengan conmigo – ordenó un oficial arruinando el momento.
– Bueno muchachos, nos vemos mañana – decía Pablo dándole un abrazo a Esteban.
– Cuídate – le dije a Camila preocupada.
– Tranquila, menos mal está Pablo para hacerme compañía –
– Suerte hermano, nos veremos mañana – dijo Esteban.
Pablo se limitó a asentir con la cabeza, luego volteó a verme y me guiñó el ojo. Después de eso desaparecieron detrás de una gran puerta custodiada por dos oficiales.
Salí con Esteban unos minutos después y fuimos a comer un helado para despejar nuestras mentes, hoy ha sido un día largo y extraño, espero que nada más ocurra.
– Oye Esteban, ¿Por qué llamaste a Roberto para que nos acompañara? – le pregunté con gran curiosidad.
– Bueno, Roberto es buen amigo mío, y pues no sabía que tú y él tenían problemas –
– ¿No sabías? Esteban, te lo he dicho más de una vez – le dije algo furiosa.
– ¿En serio? En realidad, no recuerdo algo así – me respondía confundido.
– Claro, como no me escuchas – le repliqué.
– Lo siento, te prometo que pondré más atención en lo que me digas –
– Eso me lo has dicho varias veces y no has cumplido –
– Perdón, juro que de ahora en adelante no volveré a olvidar mis promesas –
– Espero que esta vez cumplas o perderás mi confianza –
Luego de terminar el helado nos dirigimos a su casa en donde pasé la noche. Al otro día, fuimos junto a Helena a la estación de policía a recoger a Pablo y a Camila.
– Buenas tardes, ¿En qué les puedo ayudar? – nos preguntó uno de los oficiales.
– Venimos a recoger a dos amigos – dije.
– Así que ustedes vienen por os chicos de ayer. Bien, se los pueden llevar después de que paguen la multa –
– Bien, ¿Cuánto sería? –
– Seiscientos euros por los dos –
– ¡¿Qué?! – dijo Esteban sorprendido. – Por ninguna razón pagaré toda esa cantidad. Esto es un robo–
– Dile eso al gobierno. Si no la pagan, sus amigos no podrán salir ahora –
– No será necesario– dijo un hombre de traje negro y gafas de sol. – DIGOS, me llevaré a estos chicos y a sus amigos para una investigación –
– Muéstrame tu placa – dijo el oficial.
El hombre la sacó de su bolsillo y se la mostró al oficial, acto seguido, un guardia apareció escoltando a Pablo y a Camila.
– Bien, que tengan un buen día oficiales – dijo el hombre mientras sus guardias escoltaban a Pablo y a Camila a una camioneta negra con los vidrios polarizados.
– Ustedes dos, los necesitamos para la investigación – dijo un segundo hombre con traje y gafas de sol señalándonos a Esteban y a mí.
– ¿Helena no puede venir? – preguntó Pablo.
– No, solo me dieron autorización para llevármelos a ustedes cuatro –
– Tranquilo Pablo, luego nos veremos – comentó Helena.
– De acuerdo, nos veremos luego –
– Bien. Sargento, lleve a la señorita a su casa – ordenó uno de los hombres.
– Sí señor. Señorita, sígame – dijo el soldado llevando a Helena a otra camioneta igual a la primera.
– Muchachos, entren en la camioneta – ordenó un soldado.
Aquellos sujetos venían escoltados por dos camionetas del ejército que llevaban diez hombres en total.
– ¿A dónde nos llevan? – preguntó Camila.
– A un lugar seguro –
– ¿Seguro? – preguntó Pablo confundido.
– Cuando lleguemos les contaré todo –
Todos estábamos confundidos, no sabíamos qué estaba pasando, todo cambió muy rápido, primero fue normal, sin nada fuera de lo común, pero luego comenzaron los problemas al ver a Helena y a Sofía, luego, la llegada de Roberto y su posterior pelea con Pablo y Camila, después la estadía de ambos en una celda y por último esto. Espero que no pase algo más extraño.
Después de media hora de viaje llegamos a lo que parecía ser una base militar dentro de un bosque a las afueras de Roma por su cantidad. El portón estaba hecho de madera y con algunas plantas que lo cubrían dándole un aspecto rústico y antiguo, además de tener un escudo dorado muy extraño en el centro.
El chofer hizo una señal con las luces y de inmediato abrieron el hermoso portón. Al entrar, vimos que todos los edificios estaban hechos de madera y tenían algunas plantas que lo cubrían igual que el portón.
El auto se detuvo en el centro del complejo en donde una fuente rodeada de algunos pinos y unas plantas llenas de flores de diferentes colores adornaban una gran cabaña que parecía ser el centro del complejo.
Un soldado se acercó y nos abrió la puerta. Los cuatro bajamos del auto con gran curiosidad y asombro por la belleza del lugar.
– Síganme muchachos– dijo uno de los sujetos entrando en aquella cabaña.
Los cuatro lo seguimos hasta una gran sala que tenía una gran mesa con una pantalla con la imagen del mapa mundial y algunas capitales más importantes marcadas en esta además de otros puntos. Pablo fue el único al que le llamó la atención aquel mapa.
– ¿Qué hacemos aquí? – preguntó Esteban.
– Han sido escogidos para una misión especial. Mañana se les darán los detalles y se les responderán todas sus dudas. Hasta entonces, no pueden salir de este complejo por su seguridad –
– Esto debe ser una broma –
– Me gustaría que lo fuera. Pero la humanidad depende de ustedes.
– ¿Qué? – pregunté confundida.
– Lo siento, no puedo decirles más –
La intriga y la frustración nos invadió. Al parecer el único que disfrutaba estar ahí era Pablo ya que estaba embobado observando el mapa. Así terminó el día, impacientes y enojados por lo ocurrido, recluidos en un complejo fuertemente protegido y arrumados en un cuarto en donde habían cuatro camas y un estante con varios libros.
Al día siguiente, llegó un grupo de camionetas con más soldados y un par de hombres con trajes muy elegantes. Minutos después, fuimos citados a la sala de control.
– Chicos, es hora de que sepan el por qué están aquí – dijo uno de los sujetos de traje.
Camila, Esteban y yo nos sentamos en un gran sofá, Pablo, por otra parte, se quedó analizando aquel mapa de nuevo.
– Mi nombre es Horus y él es mi compañero es Hermes. Los necesitamos a los cuatro para una misión especial –
– Así que ahora trabajaremos con el gobierno – dijo Esteban sarcásticamente.
– No trabajarán con el gobierno, ni con ninguna otra fuerza, la misión a la que serán asignados va más allá de cualquier nación –
– ¿Y cuál sería? – preguntó Camila dudosa.
– Salvar al mundo –
– ¿Acaso es una broma? Nos encerraron en esa asquerosa celda toda la noche, nos dieron un desayuno miserable y ni siquiera nos dejan llamar a nuestras familias por cuestiones de "seguridad". Es hora de que nos dejen en paz – dijo Esteban furioso.
– Sé que este lugar no es un hotel cinco estrellas, pero si no nos creen todo lo que quieren será destruido. Seguro de que no quieres que eso pase. ¿O si Esteban? –
– ¿Cómo sabes mi nombre? – preguntó Esteban asombrado.
Hubo unos segundos de silencio.
– Muchachos, será mejor que les crean– dijo Pablo asombrado mientras miraba algo en la pantalla.
A todos nos dio curiosidad lo que él veía, así que nos paramos y nos dirigimos hacia la posición de Pablo, lo que vimos nos asombró aún más. En la pantalla se encontraban las biografías y datos personales de los cuatro.
– Ahora miren esto– dijo Pablo mientras abría un archivo que decía "Olimpo bajo Fuego".
El archivo era una lista de grabaciones de cámaras de seguridad que nos daban la imagen de una gran batalla en lo que era una ciudad griega antigua en donde varios de los guerreros tenían vestuario y forma diferente, por suerte, las cámaras tenían un sistema de reconocimiento facial y nos daban los datos personales de varios de los sujetos diferentes.
– Todos son nombres de dioses– decía Pablo.
– ¿Dioses? – pregunté con confusión, no sabía que era todo esto, me sentía una tonta. Por suerte Camila y Esteban no entendían mucho tampoco.
– Si, eso que están viendo ocurrió hace tan solo un par de días– dijo el sujeto de nombre Horus.
– Eso significa que tú eres ese dios egipcio–
– Si, no fue fácil ganar–
– ¿Quién es él? – preguntó Camila señalando a un hombre que asesinaba fácilmente a varios guerreros mientras ayudaba a caminar a un hombre de mayor edad.
– Él es Ares, dios de la guerra griego, es uno de los dioses que se revelaron–
– ¿Hubo una revolución? – Pregunté.
– Muchachos, sé que tienen muchas preguntas, pero todo se responderá a su tiempo–
– Al menos explícanos cómo podemos salvar al mundo– dijo Esteban disgustado.
– Les explicaré cuando nos reunamos con el resto de los elegidos–
– ¿Hay más? – pregunté.
– Si, una chica y un chico –
– Horus, hay noticias de Buenos Aires, debemos irnos ahora – comentó un soldado.
– Bien, muchachos, Por ahora podrán volver a su vida normal. Pero por su seguridad no le comenten sobre esto a nadie. Ni siquiera sus familias. Nos, volveremos a ver dentro de cinco días, ahora será mejor que se mantengan juntos hasta que nos volvamos a ver. Sargento, lleve a estos chicos a la casa de Esteban, también lleve a un grupo de soldados para que los protejan –
Un Soldado entró y nos dirigió a la camioneta negra. Un rato después llegamos a la casa de Esteban, ya había anochecido y la vista de la ciudad era espectacular.
– Bueno muchachos, ellos cuatro serán sus guardaespaldas hasta la reunión – dijo el conductor señalando a un grupo de soldados que parecían ser de las fuerzas especiales.
Acto seguido, la camioneta salió con destino a la ciudad. Entramos a la casa y Esteban nos indicó que dormiríamos en la habitación de invitados.
– Bueno, volvimos a la "vida normal" – dijo Esteban sentándose en una de las sillas de la sala.
– ¿Acaso crees que va a hacer normal de ahora en adelante? – dijo Camila.
– Camila tiene razón, si todo esto es real no creo que volvamos a tener una vida normal – Comentó Pablo en defensa de Camila.
– ¿En serio creen que esto es real? Eso se notaba que era una broma –
– Bueno, si crees que esto no es real ¿Por qué nos dejaron guardias? Además, esa es demasiada tecnología como para ser de un programa de bromas, de verdad parecía ser del gobierno o de una fuerza independiente de mercenarios –
– En fin, sabremos la verdad dentro de algunos días –
– Si, vamos mejor a dormir, hoy fue un día extraño y ya extraño una buena cama – Dijo Pablo dirigiéndose a su habitación.
– Yo apoyo a Pablo. Buenas noches muchachos – comentó Camila dirigiéndose a la habitación de invitados.
Unos segundos después quedamos Esteban y yo solos.
– ¿Tú crees que sea verdad todo eso? – me preguntó mientras salía al balcón.
– No lo sé, solo espero que sea un simple sueño ¿Y tú? ¿Sinceramente piensas que es una broma? – le dije colocándome al lado derecho de él.
La noche era fría y una brisa constante hacía que mi pelo se moviera hacia mi cara.
– No sé, todo esto de una guerra divina y dioses antiguos que nos eligen para salvar al mundo es algo extraño para mí –
– Creo que lo mejor será esperar hasta que ellos hablen con nosotros, así sabremos mejor lo que ocurre –
– Tienes razón, ahora ve y descansa, porque tenemos mucho trabajo para mañana – me dijo dándome un tierno beso en la frente.
Después de eso me dirigí al cuarto de invitados y me acosté en mi cama mientras pensaba en todo lo que ocurrió hoy. Solo espero que esto sea solo un sueño.
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