LAS CONSECUENCIAS DE LA AMBICION
Ruinas del Gran Salón. Monte Olimpo
12 de enero del 2020
ZEUS
Desperté encima de una mesa en el Gran Salón, al parecer la batalla había terminado y estaban utilizando el salón para atender a los heridos, esto parecía una pesadilla.
El Olimpo, hogar de los dioses griegos, destruido por un ejército de traidores.
Me levanté, miré a mí alrededor y sólo vi muchos hombres con varias heridas quejándose de sus dolencias.
Me asomé por uno de los hoyos del salón, la ciudad estaba destruida y llena de cadáveres, se parecía mucho a Troya después de su destrucción hace más de dos mil años, la ira y la tristeza me invadieron, no creía que el Olimpo sería atacado de esta forma.
– Zeus, al fin despertaste– me dijo Hermes.
– ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? –
– seis horas creo. El daño en el Olimpo fue grave, igualmente la cantidad de muertos–
– ¿Cuántos murieron? –
– Hasta ahora van dos mil muertos de nuestras fuerzas, entre ellos está Temístocles y Teseo y en heridos multiplica esa cifra en 4. Eso sin contar las numerosas bajas civiles–
– Por los dioses, esto es una pesadilla–
– Si, también murieron Dionisio y Hestia. Deméter y Hera están heridas, pero fuera de peligro–
– Maldición, ¿Cómo está el Concilio? –
– Relativamente bien, perdimos a Tláloc, Pachamac y a Ganesha. El resto están vivos, algunos están heridos, pero nada grave–
– Nunca creí que un ataque de estos pudiera ocurrir–
– Si, hemos recibió ataques, pero ninguno como este, ni siquiera como el de hace algunos siglos–
– Tienes razón, ni siquiera el gran asedio pudo crear este caos. Una pregunta, ¿ellos cuantos hombres perdieron? –
– Se estima que perdieron entre dos mil y tres mil hombres en las fuerzas de invasión, además de todas las catapultas y gran parte de su fuerza aérea. En total, entre dos mil doscientos y tres mil cuatrocientos hombres–
– Wow, esos son muchos–
– Si, aun así, se retiró gran parte de su ejército. Se estima que cayó menos del cinco por ciento de las fuerzas invasoras, así que no creo que esto acabe pronto–
– Bien, pero primero quiero que hagan un funeral para todos nuestros caídos–
– Si señor, ¿Qué hacemos con los caídos de Hades? –
– Mándalos al inframundo con su amo–
– Si señor, ¿Otra cosa? –
– Si, ¿Dónde está mi esposa? –
– En su casa señor–
– Gracias hijo, eres el único en el que confío en este momento–
– No hay de qué padre, ahora descansa–
– Espera- Antes de que se me olvide, te necesito para una misión especial–
– Dime padre–
– Creo que para esta guerra necesitaremos de toda la ayuda posible, así que creo que tenemos que proceder con el Código Siete–
– Padre, ¿Estás seguro? Acuérdate de lo que pasó hace varios siglos–
– Lo sé, pero no tenemos más opción, es la única forma para ganar–
– Puede que sea nuestra única esperanza, pero el Concilio no lo aprobará–
– El Concilio aprobó el código en la reunión antes del ataque–
– Muy bien padre, ¿Qué quieres que haga? –
– Revisa los archivos de mi computadora. La contraseña es diez, once, dieciséis, siete, nueve, veinte, tres. Busca y escoge a seis humanos, jóvenes si es posible, intenta buscar jóvenes buenos, de corazón noble y con el coraje de un león, además necesito que tengan algún vínculo que los conecte, necesito que se esfuercen en esta lucha sin importar si su única prioridad es proteger al otro–
– Bien, partiré hoy mismo–
– No, descansa, mañana partirás–
Hermes asintió con la cabeza, después salió del lugar.
Salí del salón Buscando a Eneas, que afortunadamente estaba cerca.
– ¡Eneas! – le grité.
– Mi señor, veo que ya está mejor–
– Si, necesito que me hagas un favor–
– Diga señor–
– Necesito que inicies el protocolo de modernización en todo el ejército, las armas antiguas ya no son la mejor opción, también necesito que actives el SDAO. Además, necesito que aumentes la seguridad en los puestos de control en las capitales lo antes posible–
– ¿Y eso por qué? –
– Necesitamos evitar nuevos ataques, no quiero volver a ver este lugar así–
– Pero señor, el Concilio se enterará de nuestro arsenal–
– No importa, es un riesgo que estoy dispuesto a correr con tal de salvar este lugar–
– Muy bien señor, enseguida comenzaré a desplegar los escuadrones preparados y a comenzar el entrenamiento de las tropas–
– Bien, gracias, una cosa más, necesito que despliegues tus mejores escuadrones para que acompañen a Hermes en su misión–
– Bien, informaré al equipo alfa, beta y bravo para que lo acompañen–
– Gracias–
Eneas partió con destino al cuartel general a unos ochocientos metros dentro de la montaña al oeste de esta.
Mientras caminaba por la plaza central, sentía el calor de los incendios y el olor a carne quemada invadía el lugar, el humo del fuego dificultaba la visibilidad y el sonido de gritos y quejidos por el dolor era ensordecedor.
Llegué a mi casa unos minutos después, al entrar en mi habitación la vi acostada y acompañada por Afrodita y Atenea, tanto Atenea como mi esposa y Afrodita tenían vendajes y algunos moretones por todo el cuerpo.
– Mi reina, ¿Cómo estás? – le pregunté preocupado.
– Bien, esto no es nada, solo algunos rasguños–
– Como siempre la mujer más valiente que conozco y la mejor guerrera, por eso es que te amo y siempre serás mi reina–
– Espero que no le hallas dicho lo mismo a todas tus amantes–
– Nunca. Además, eso fue cuando era joven y tonto–
– Eso no significa que no sigas deseando a las mortales–
– Esos eran otros tiempos–
– Pero no tan diferentes que los de ahora. Seguimos con los mismos problemas desde que destronamos a nuestro padre–
– Lo diferente es que la amenaza es mayor y tiene nuevos aliados igual o más poderosos que él–
– ¿Qué vas a hacer entonces? –
– Voy a terminar con esto de una vez por todas–
– Eso era lo que debiste haber hecho cuando éramos más poderosos–
– Lo sé, ahora una gran cantidad de guerreros, dioses y civiles han muerto por mi misericordia–
– Esto tampoco es tu culpa, tú no los mataste–
– Pero mis decisiones si–
– Ahora solo tenemos que prepararnos para lo que viene– decía mientras agarraba mi mano. – Afrodita, ¿Será que me puedes traer algo para el dolor de cabeza? –
– Claro mi señora, ya vuelvo– dijo afrodita saliendo de la habitación.
– Bien, ahora estamos los tres solos, cuéntanos tu plan–
– Bien, sólo hay un modo fiable de vencerlos–
– ¿Cuál? –
– Otorgarle a un grupo de humanos nuestros poderes–
– ¿En serio vas a darles a los humanos nuestros poderes? Ahora no tenemos la misma fuerza que hace dos milenios, además, ¿Ya olvidaste el desastre ocurrido hace unos siglos? – replicó Atenea.
– Lo sé, es arriesgado, por eso necesitamos buscar a los humanos con las intenciones más buenas–
– ¿No has visto sus corazones llenos de odio, ambición y poder? Eso será como buscar una aguja en un pajar–
– No hay otra opción, es eso o la completa destrucción–
– Bien, si es la única forma de ganar lo haremos, pero prométeme que acabarás con Hades de una vez por todas– comentó Hera.
– Está bien querida, ahora descansa, muy pronto tendremos que usar todas nuestras fuerzas para acabar con esta amenaza y no será fácil derrotarla –
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