EL JARDIN DE LOS SUEÑOS

Jardín de los sueños. Monte Olimpo.

20 de enero del 2020

MARIA

Las palabras de Esteban llegaron a lo más profundo de mi corazón. ¿Cómo puede alguien ser tan desagradecido? Me sorprende que ni siquiera reconociera algo de todos los sacrificios que he hecho por él. Eso me da rabia y una tristeza inmensa.

Caminé por varios minutos hasta que encontré una fuente hermosa con un árbol en la mitad, el cual provee sombra a todo el lugar. A su alrededor, un sin fin de arbustos llenos de flores de todas las formas y colores. Además, el árbol en una de sus ramas estaba sujeto un columpio artesanal.

Me senté en el columpio y comencé a balancearme ligeramente mientras se me escapaban algunas lágrimas por culpa del dolor que me invadía.

– ¡Te odio Esteban! ¡Me arrepiento de haberte conocido! – grité con todas mis fuerzas.

– ¿En serio te arrepientes de conocerme? – dijo una voz familiar detrás de un arbusto.

– ¿Qué haces aquí? ¿No te bastó con todo el daño que me has hecho en estos días? – dije con rabia mientras las lágrimas comenzaban a viajar por mi rostro hasta caer en el suelo.

– Yo solo venía a disculparme y a llevarte a casa – dijo con la cabeza baja y con un tono apagado.

Me estaba sintiendo la peor persona del universo por juzgarlo sin saber el por qué me había seguido. Aunque a la vez se lo merecía, no tiene derecho a tratarme como hace un rato.

– Perdóname, no sabía que venías a disculparte. Es solo que estoy muy enojada por la forma en que me...– dije siendo sorprendida por la acción menos probable que pudo haber realizado y en el momento más extraño posible, algo que creía imposible. Él me estaba besando.

Cerré los ojos y me dejé llevar por sus suaves labios. Una explosión de sentimientos se apoderó de mí, el roce de nuestros labios solo aumentaba la intensidad del momento.

Luego de unos cuantos segundos él retrocedió manteniendo la mirada baja. No sabía que hacer o decir, todo pasaba muy rápido y mi cerebro luchaba para poder encontrar la respuesta correcta a esta acción tan osada. Pero en ese momento, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Algo andaba mal, algo más nos miraba.

Giré mi cuerpo ciento ochenta grados y lo que vi aumentó aún más la confusión del momento. ¿Qué está pasando?

– ¡Roberto! ¡¿Qué haces aquí?!– dije con rabia.

– ¿Acaso eso importa? El hecho de que esté aquí no lo hace más interesante que ver cómo él juega contigo –

– ¡Cállate! Eres la persona menos indicada para hablar de este tema –

– ¿En serio crees que él sí la es? María no seas ingenua, tú más que nadie sabe que ese beso no fue real, que es falso, así como su amistad. ¿Para qué te preocupaste por él si ni siquiera él se preocupa por ti? –

– Eso no es cierto, nada de lo que dices es cierto. ¿Verdad Esteban? – dije girando mi cabeza de nuevo hacia la posición de Esteban. Pero para mi sorpresa, él había desaparecido.

– Te lo dije, te abandonó igual que como lo hizo hace un rato, así como también te cambió por su patético y débil amigo durante el ataque en Roma –

– Eres un bastardo. Un ser repugnante –

– Pero no creo que él me gane – dijo con un tono burlesco. Sin duda disfrutaba esto.

En ese momento apareció Helena por el camino que estaba a mi izquierda, mientras que Esteban reaparecía desde el que estaba a mi derecha.

– ¿Helena? ¿Qué haces aquí? – pregunté confundida.

– Nada importante amiga. Solo vine a liberar a mi novio de tus garras –

– ¿Tu novio? –

– Lo siento María. Pero ella es a la que amo – dijo Esteban.

Estaba en shock. No sabía qué estaba pasando.

– ¡Te odio Esteban! ¡A ti y a tu "Noviecita"! –

– ¿Ves María? No eres importante para él, no eres importante para nadie –

– Esto no se va a quedar así Roberto. Te juro que me la pagarás – dije con rabia.

– Has lo que quieras. De todas formas, no es mucho lo que alguien tan débil como tú puede hacer –

Salí corriendo por uno de los caminos a toda velocidad. Ahora solo quería irme a casa, ya no aguanto más esto.

Mientras corría, mis ojos se llenaron de lágrimas dificultando mi visión provocando que chocara contra Jennifer.

– ¿Qué haces aquí? – pregunté mientras quitaba las lágrimas de mi cara.

– Rescatándote por si lo querías saber –

– Gracias – respondí abrazándola fuertemente tomándola por sorpresa.

– No hay de qué. Ahora salgamos de aquí – dijo oprimiendo un botón rojo integrado a su brazalete.

Comenzamos a avanzar tranquilamente por un camino que parecía infinito. No intercambiamos palabras, solo se escuchaba el movimiento de los árboles por culpa de las corrientes de viento y el crujir de las hojas secas luego de pisarlas.

– Espera – dijo Jennifer frenando en seco.

– ¿Qué pasa? –

– Tenemos compañía–

– Eh, ¿Segura? –

– ¡Cuidado! – gritó jalándome del brazo salvándome de que una flecha me alcanzara.

– ¡Qué fue eso! –

– No lo sé ¡Corre! – dijo mientras tomaba mi mano y comenzaba a correr.

En ese momento, algo empezó a perseguirnos a través de los árboles sin perdernos de vista. Jennifer no soltó mi mano en ningún momento, sin importar cuantas curvas o caminos tomáramos. Pero con el tiempo, comenzó a ser una desventaja ya que ella corría mucho más rápido que yo y eso hacía que tropezara frecuentemente. Todo eso conllevó a que mientras recorríamos una pequeña colina tropezara con una roca haciendo que las dos cayéramos colina abajo hasta un camino con una intersección en "Y".

– Vamos, levántate – me dijo tirando de mi brazo.

– Espera, me lastimé el tobillo –

– Eso no es nada, tenemos que escapar –

– No, puedo –

– Luego te preocupas por eso, no tenemos tiempo – dijo tirando con mucha más fuerza mi brazo.

– Espera, me haces daño –

De repente, Jennifer cambió su atención a un árbol cercano.

– Ya es tarde, nos encontraron –

De aquel árbol, cayeron dos monstruos deformes con múltiples brazos y armados con múltiples armas de combate cuerpo a cuerpo tomando posición de ataque.

– ¡Imposible! – exclamó Jennifer. – María, escúchame. Toma el camino de la izquierda y corre lo más rápido que puedas, yo los distraeré y tomare el camino de la derecha. Por ninguna razón te puedes detener, no importa qué escuches, no pares. Pronto nos volveremos a ver –

– Jenny, yo...–

– No pierdas el tiempo ¡Corre! –

– Gracias –

Me levanté rápidamente y comencé a correr lo más rápido que pude con un cojeo intermitente por el dolor. No me preocupé por cuál dirección tomaba, solo seguía las órdenes: "Por ninguna razón te puedes detener". Pero a pesar de todo, por alguna extraña razón, terminé llegando a aquella intersección, solo que esta vez había una diferencia que me preocupo. Había rastros de sangre en el suelo y una espada abandonada a un lado del camino. ¿Qué había pasado? ¿La sangre es de los monstruos o de Jennifer? Muchas preguntas rondaban por mi cabeza, solo espero que mi heroína esté con vida en algún lugar de este enorme jardín.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top