CAMILA

Roma. Italia.

7 de enero de 2020

CAMILA

Gané una beca para estudiar en una de las mejores universidades de Roma para estudiar ingeniería civil. Es duro dejar a mi madre sola en Los Ángeles, pero me había esforzado mucho para lograrlo, además, mi madre está buscando una casa en Roma para mudarse y así estar juntas.

El avión hizo escala en Madrid, en donde recogió a algunas personas. Durante todo el vuelo sentí frío, así que me puse un suéter que me había regalado mi madre de navidad.

Un par de horas después llegamos a Roma. Al salir del avión sentí una corriente de aire tibio, lo que hizo que me quitara el suéter. Luego me dirigí directo a la zona de espera del equipaje, al llegar vi que aún no salía mi maleta así que me senté en una de las sillas de espera dejando mi suéter en la silla de al lado, de reojo vi a un chico que me miraba de vez en cuando, en mi opinión eso es algo raro y ya me estaba incomodando un poco, pero algo hizo que perdiera el interés de saber por qué aquel chico me miraba, era mi mejor amiga que me estaba llamando.

– Hola – dije contestando la llamada.

– Hola Cami, ¿Cómo estás? –

– Bien, ¿Y tú? –

– No muy bien– dijo mi amiga.

– ¿Y eso? ¿Qué pasó María? – pregunté preocupada.

– Varias cosas malas– me contestaba con una notable tristeza en su voz.

– ¿Cómo? ¿Dónde estás? –

– Voy de camino al hospital –

– ¿Al hospital? ¿Qué fue lo que sucedió? – le pregunté preocupada.

– Cuando nos veamos te cuento todo, te lo prometo –

– Bien, ¿Puedes recogerme? Estoy en el aeropuerto –

– Si, nos vemos en la entrada principal –

– Bueno, mientras esperaré a que salga mi maleta –

– Bien, ya estoy cerca, así que apresúrate en salir –

– Si, solo espera a que salga mi maleta –

– Ok, tengo que colgar –

– Muy bien. Todo va a salir bien –

Cuando colgué mi maleta apareció, rápidamente la tomé y salí corriendo hacia la terminal. Para mi sorpresa, la terminal estaba llena de personas que esperaban poder abordar los vuelos atrasados por culpa de una nevada la noche anterior. Por medio de la fuerza bruta logré llegar a la entrada principal.

Al salir, una ola de aire frío invadió mi cuerpo, en ese momento me di cuenta de que había perdido mi suéter. ¿Cómo pude ser tan descuidada? En fin, ya no hay tiempo de lamentarse.

Vi el auto de María esperándome, rápidamente coloqué mi maleta en el puesto de atrás y subí al auto. Cuando la vi, noté que su mirada expresaba tristeza, además de que algunas lágrimas brotaban de sus ojos.

– Todo va a estar bien – le dije mientras colocaba mi mano en su hombro.

De inmediato ella me abrazó estallando en llanto, quedé en shock por tal acto, pero al final respondí devolviéndole el abrazo. Después de un rato nos separamos y emprendimos el viaje al hospital mientras me contaba lo sucedido en el camino. Solo espero que no sea nada grave.

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