Capítulo 22

Ankor

Corro por la plataforma, me detengo al aire libre, hasta las barandas y miro el horizonte. Otra horda de demonios se acerca, acompañados de una niebla negra, mientras unas pequeñas luces azules destellan detrás.

Esto es nuevo.

—Su majestad. —Se aproxima Duret—. Será mejor que retroceda.

—Hay que preparar los dragones —informo sin dejar de ver la tormenta que se viene a toda velocidad.

El viento ya se siente hasta aquí.

—Nosotros nos encargaremos —extiende su indirecta.

Me volteo a verlo.

—No voy a quedarme sin hacer nada, mi gente me necesita.

—El pueblo lo necesita vivo y en estos momentos no está habilitado para luchar. —Observa la venda.

—Por los dioses, tengo otra mano y no es para tanto.

—Me va a disculpar, pero no puedo permitirlo.

—Si muero tengo otros hermanos para suplirme, pero no te preocupes, no va a pasar, así que tengo que estar al frente para proteger a mi pelotón.

—Nadie está dudando de sus habilidades, pero es mejor que se mantenga al margen y se encargue de otras tareas, no me haga ir a sus consejeros.

Bufo.

—Duret, estás siendo un maldito dolor de cabeza. —Presiono los dientes—. No me amenaces.

—Solo cuido de mi rey. Su padre murió en batalla, no podemos arriesgarnos a nada en tan poco tiempo. El reino no puede cambiar de monarca a cada momento, menos en circunstancias de guerra.

—Entiendo lo que dices pero...

—Muchos tienen altas expectativas en usted, no las arruine.

Golpe bajo.

—Pues... —Trago saliva—. De acuerdo.

Sonríe.

—No se preocupe, yo cuidaré de sus guerreros.

Ignoro su acotación y voy a adentrarme en el castillo, pero me detengo cuando alguien viene corriendo de la edificación. Es un mensajero, el cual avisa que tenemos dos huéspedes más.

Fared

Nos abren las compuertas del Castillo del Cielo, se oyen trompetas y entramos. No entiendo el motivo de tanta presentación, pero nos quedamos esperando al recibimiento, cuando nos dicen que nos quedemos en la sala.

—No puedo creer que hayamos dejado a Rebecca atrás —se queja Irina, la cual bajé cuando estuvimos a una distancia prudente del inframundo—. Y eres un desvergonzado, me levantaste sin mi permiso, respétame.

—Este desvergonzado es el que te gusta, así que te calmas, y además es el plan de Rebecca, a mí no me culpes, yo solo hice lo que me pidió.

—¿Te crees capaz de hacer lo que se te dé la gana ahora que admites tus sentimientos? Así no funciona esto —expresa indignada.

Me sonrojo.

—¿Admitir? ¿Admitir qué?

—No lo niegues, no empieces otra vez.

—No estoy negando nada. —Miro para un costado—. Solo que...

—Su majestad. —Nuestra conversación es interrumpida por una voz que enseguida reconozco.

Alzo la vista y lo visualizo.

—Andur. —Frunzo el ceño—. No es necesario que me llames así, yo no soy rey de nada, eso déjaselo a Kael.

—Por lo que sé, Kael fue poseído por el Dios de las Tinieblas, así que no está calificado para ese puesto, sin contar que usted sigue siendo el hijo mayor del rey Francis.

—Qué asco, me da tanto asco como recordar que me mandaste a matar.

—Su majestad, fue todo cuestiones políticas, no se lo tome personal.

—En realidad discriminatorias, pero no importa, ¿a qué viene el interés?

—Política —se limita a decir.

—Pues búsquese a otro, para hacer su "política", porque a mí no me interesa. —Avanzo por su lado y lo esquivo, Irina me sigue.

—Su majestad, no podrá entrar sin ningún título real, el de general no le basta.

No sé qué tan cierto será eso pero me giro a mirarlo y le sonrío.

—Bien, nos instalaremos en el pueblo, es mejor que con tanta chusma.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top