Capítulo 17
Rebecca
He perdido de vista a Logan, obvio que no hay que confiar en él, pero fue bastante convincente, ya que al parecer estuvo haciendo mal su trabajo, entonces Morket no lo tiene en estima, así que necesita un favor, quizás protección o algo.
Igual no ha sido de mucha ayuda, solo ha servido para encontrar a Fared. Por suerte le ha dado ropa luego de salir de ese calabozo de cristal, porque sino todavía estaría caminando con una tela por ahí.
Veo a Irina venir por el pasillo y dejo de observar cada ventana, de todas no hay ni una abierta.
—¿Encontraste algo? —le consulto.
Se sonroja.
—¿Eh? No, bueno, sí, Morket me contó nuestra historia.
—No dejes que te manipule —aconsejo.
—Está bien. —Baja la vista y pone un cabello detrás de su oreja.
—¿Qué pasa?
—Rebecca ¿Tienes un sueño?
Sonrío.
—Claro, quiero viajar y ser una con el océano, me gustaría estar nadando ahora mismo.
Me mira con emoción.
—Eso suena hermoso.
—¿Por qué la pregunta? —cuestiono curiosa.
—Comparado con tu sueño, el mío parece aburrido. —Hace puchero.
Me río.
—No lo creo, cualquiera que sea, por más diminuto que parezca, siempre será importante.
—Bueno... —dice avergonzada y junta sus dedos índices, poniéndose tímida—. Yo quiero una familia, nunca he tenido una, así que ese es mi más grande deseo.
—Es hermoso.
Sonríe ampliamente.
—¡¿De verdad lo crees?! —Pone las manos en sus mejillas un momento y luego las baja—. Puede parecer algo simple, pero es lo que quiero.
—Claro que sí, viene desde el fondo de tu corazón, así que es precioso.
—Gracias.
—¿Por qué la pregunta? —Inclino un poco la cabeza.
—Es que quiero tener un esposo e hijos, pero tengo problemas con la elección del marido.
Me río.
—Se ve que tienes muchos pretendientes.
—Sabes que me iba a casar con Alisther y no es que estaba enamorada de él, por otro lado se encuentra Fared y me encanta, pero nunca entiendo sus actitudes ¡Me besó hace unos momentos! Solo porque le insinué que podría casarme con Morket.
—Vaya —digo atónita pero manteniendo mi semblante inmutable.
—¡Lo sé! —chilla y se cubre la cara—. ¡Todo es un error!
—¿Quieres que lo ahogue? —Enarco una ceja—. No tengo problema en hacerlo.
Baja las manos y me mira directo.
—¿Eh? ¡No! ¿Por qué dices eso?
Suspiro.
—Con sinceridad no tengo muy buena opinión sobre el género masculino, la mayoría se ha aprovechado de mí, algunos han muerto por esa razón, me deshice de ellos. Si no conociera a Askar, hablaría mal sobre todos, así que a veces hay excepciones, pero bueno, los sentimientos no se eligen, lidiamos con estos cada día. Mi consejo es que te escojas a ti misma, después llegará el indicado, mientras yo desconfiaría.
—Rebecca, qué intenso.
Me río.
—Es que no soy una santa, hay que hacer de todo para sobrevivir.
—Por eso me encantas. —Escucho detrás de mí. Rápido saco el vidrio oculto que tenía bajo mi ropa, entonces me giro y lo apunto con este en su cuello—. Eres inteligente —opina Morket—. Parece que encontraste un fragmento en las ventanas, un punto débil en el bien fortificado castillo.
—No me ando con nimiedades.
—Te creo capaz de muchas cosas, Océano, por eso Desierto siempre te envidió, pero piensa un poco en ella, no querrías matarle a su pareja ahora, Kael no tiene la culpa.
—Kael me da igual. —Aparto el objeto filoso de él—. Solo respeto su vida por Jacky.
—Y te lo agradezco.
—Te aprovechas de la situación.
—Solo tomo las oportunidades, pero sí. —Sonríe.
—¿Por qué sigues aquí? ¿No ibas a la guerra?
—Volví, no puedo estar ni un instante sin ustedes. —Gira su vista hacia Irina, que se ha quedado quieta observando la situación—. No te preocupes, todo saldrá bien. —Le da palabras de consuelo.
Sinceramente no entiendo a este hombre.
—¿Qué pretendes? —cuestiono.
—¿Con qué? —pregunta tranquilo.
—Con todo, el secuestro, la guerra, ¿qué ganas con esto?
—Bueno, tengo dos respuestas para eso, con respecto a Cielo y tú, no pretendo nada, ya las tengo donde quiero. La guerra es culpa de Desierto, yo solo me estoy vengando de ella.
—¿De Jacky? —expresa Irina sorprendida—. ¿Por qué?
—Aeistian es de la bella Jaelyne, lo hizo a mis espaldas, así que estoy tomando lo que por derecho me pertenece. Nadie se burla de mí, ni siquiera mi esposa.
—Jacky no lo recuerda —le aclaro—. No tiene sentido lo que haces.
—Prefiero que no lo haga, Desierto me causaría muchos problemas con memoria, lo que me está impacientando porque no puedo encontrarla.
—Jacky escapó de ti, es genial. —Sonrío—. Ella nunca se rinde, por eso es la mejor.
—No recomiendo que Desierto siga desaparecida, se fue con esa sacerdotisa y yo no confiaría en absoluto en ella.
—¿Qué dices? —expreso preocupada.
—La mujer con la que escapó, era su abuela, la última sacerdotisa del desierto, parece todo normal hasta ahí, hasta alentador. —Sonríe—. ¿Pero qué hace una mujer como ella en el inframundo? ¿No se supone que era una buena persona? La cual protegió a Jaelyne durante tanto tiempo. Raro, ¿no? Yo desconfiaría.
—¿Dices que Jacky está en problemas? —pregunta angustiada Irina.
Morket camina hasta ella y apoya sus manos en los hombros de la castaña.
—Tranquila, Cielo, no dejaré que le pase nada a Desierto, no te preocupes. —La abraza.
—Tu falsa amabilidad no me engaña —opino.
Se aleja de Irina y me mira.
—Océano, sé que no confías en mis sentimientos por ti, pero de verdad me preocupo y por esa razón cumplo mis promesas, traeré sana y salva a Desierto, nadie le hará daño.
Jaelyne
Me duele, me duele el vientre.
Mantengo cerrados mis ojos con fuerza, haciendo presión, sintiendo el dolor en mi abdomen, así que me abrazo a este.
—Jacky... ¡Jacky! —Oigo que me llaman—. Rápido, busca al curandero. —Creo que es Askar, habla con alguien más.
Abro los ojos.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —pregunto confundida.
Entonces me doy cuenta que estoy sobre una cama. No tengo idea de cómo llegué hasta aquí.
—¡Ay! —chillo olvidándome de mis pensamientos de confusión y volviéndome a concentrar en el dolor.
—Ya vienen a ayudarte, intenta respirar con calma —me pide mi amigo.
Un curandero entra al cuarto y me revisa, termina poniendo compresas frías sobre mi vientre.
—Respira, tranquila —me aclara el hombre, luego observa a su ayudante—. Tráele algo de comer y un poco de agua, está algo débil, necesita hidratarse.
El chico asiente y sale corriendo de los aposentos.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —vuelvo a preguntar un poco más calmada—. ¿El bebé está bien? —cuestiono intranquila.
—¡¿Estás embarazada?! —cuestiona Askar.
—Su alteza —pregunta el curandero—. ¿Usted es el padre?
—¡¡No!! —respondemos los dos a la vez.
—Tranquilos, solo consultaba —dice nervioso.
—Jacky ¿Qué pasó? —Askar se concentra en mí.
—¿De verdad quieres que te explique cómo se hace un bebé? —Enarco una ceja.
El pelirrojo se carcajea.
—¡No! Me refiero a cómo terminaste en el desierto.
—¿Eh? —digo confundida.
—Sí, apareciste justo a tiempo a ayudarme.
—¿A ayudarte?
—¿No lo recuerdas? —expresa sorprendido y luego se lo piensa—. ¿Qué es lo último que te acuerdas?
—Pues... escapar de Morket y luego de eso todo está borroso.
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