Capítulo 44
Blus
—Y uno, y dos, paso, paso y vuelta —dirijo la coreografía de mis ninfas.
—¡¡Blus!!
Y ya me interrumpieron.
—¿Qué? —Miro a Morket y Aerix—. ¿Desde tan temprano juntos? —digo molesto.
—Olvida tus celos y ahuyenta a papá —pide mi hermano, luego señala en una dirección, entonces veo una masa negra acercarse y destruir todo a su paso.
¿De nuevo?
Necesito entrar más hondo en su cerebro y descubrir sus pesadillas más profundas. A ver si se asusta se una vez por todas y se larga, pero es papá, eso no va a pasar.
Cambio a mi estado de Dios de las Pesadillas. Mi personalidad se vuelve más sombría y menos alegre. Por eso no me gusta estar así, no necesito amargarme la existencia más de lo que ya la tengo. Una vez que mi cabello celeste se vuelve negro, alzo la mano y ahuyento a papá lo más rápido que puedo, para salir de este estado pronto.
—¡Uf! —digo cuando se va, entonces mi cabello vuelve a su estado más feliz y colorido.
—Gracias —expresa Morket.
—¿Cuándo nos vamos? —se queja Aerix y corre hasta mí, toma mis manos—. ¡Regresemos al mundo de los sueños, no quiero estar más aquí! —me ruega angustiada—. Por favor.
Abro la boca para contestarle, pero Morket interfiere cambiando el tema.
—Creo que empiezo entender las motivaciones de Isela —me aclara—. Es obvio que es todo por Cielo, yo estoy de su lado y por eso me ataca, tú estás bien conmigo, así que eso no le conviene, porque una de sus cartas es papá y si tú estás con nosotros, padre no puede hacer nada.
—Hay un error en tu cálculo. —Suelto una de mis manos de las de Aerix y la señalo—. Imposible que me vaya a su bando si la lastiman a ella, es como una de mis ninfas, no tiene sentido. Isela sabe que la protejo como a las demás, eso es seguro.
—Sí, pero Bosque no está de nuestro lado —expresa de manera fría—. Aunque no quiera, está del otro.
—¿Y qué se supone que hace en nuestra contra? —Enarco una ceja.
Morket se ríe.
—Para Isela que ella exista es suficiente, porque no es lo que ella hace, sino lo que nosotros hacemos ¿No te das cuenta? Isela sabía que sentiríamos atracción por Bosque —explica luego observa con tranquilidad a Aerix—. ¿No es así? ¿Ese es su secreto, verdad? Isela quiere que nos peleemos por ti —afirma.
Ella traga saliva, pero no suelta mi mano en ningún momento.
—Sí —expresa con sus labios temblando.
—¿Y ahora qué? —consulto—. Ya que descubriste lo que intenta, ¿qué hacemos?
Nuestra conversación es interrumpida por unas trompetas, unas que suenan celestiales y conocidas para nosotros.
—¿Es lo que creo que es? —susurra mi hermano.
Trago saliva.
—Creo que sí, es la caravana de las Esencias.
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