Capítulo 19

Morket

Ese aroma inunda toda la sala y me vuelve loco. Me muerdo el labio inferior al verla. Sus cabellos rizados tiene bonitas perlas que crean un hermoso peinado y ese vestido me hace sentir una sensación cálida, que me reafirma donde necesito estar.

Blus se acerca a Aerix y da una vuelta alrededor de ella, analizando su atuendo.

—Muy bonito, ¿pero por qué te cambiaste? —consulta intrigado cuando se detiene—. Tú no vistes así, ni siquiera es tu color.

Se dispone a responder animada:

—Conocí a unas humanas y dijeron que serían mis amigas. Estoy emocionada, nunca creí caerles bien a unas féminas. Mi perspectiva del mundo está cambiando, y yo que pensé que solo podía sentir miedo.

—Tienes a las ninfas —le recuerda Blus.

Bosque frunce el ceño.

—Ellas no me quieren. —Se cruza de brazos—. Ni hablar podemos.

—¡Para eso estoy yo! —proclama con altanería.

—¡Pero quiero amigas! —expresa levantando las manos indignada—. ¡Y no soy Veinticuatro! —le recuerda, alza el vestido y se va corriendo.

—¡No te alejes, es peligroso! —le grita—. ¡Las humanas son peligrosas!

—¡Exageras! —Cierra la puerta con fuerza.

—¿Pero qué le pasa? —se queja.

Me río.

—Iré a hablar con ella —sugiero y me mira de mala manera—. Le explicaré lo que le quisiste decir —agrego.

Bufa.

—De acuerdo.

Me dirijo al pasillo en el que se fue Aerix, entonces la alcanzo.

—Espera un momento ahí —pido y se detiene.

Nos quedamos parados mirándonos unos segundos.

—¿Qué quieres? —expresa y se nota afectada.

—Lo que quiso decir Blus, es que no te fíes y que te cuides. Algunas personas pueden ser amigables para obtener algo a cambio. Mírate, cambiaste tu vestimenta por otros, y aunque me encanta verte así, no está bien. Esas personas se aprovecharon de tu buena voluntad y deseo.

Mantiene su mirada enojada y se refriega uno de sus ojos, luego baja su mano para aclarar.

—Pues hubiera empezado por ahí, en vez de gritarme.

—Tú también gritaste.

—Estoy frustrada. —Hace puchero.

—Eres muy linda.

Se sonroja.

—¡Cállate! Ya arruinaste la conversación.

—Nunca es malo recordarle al otro lo bonito que es, si tuviera una copa brindaría por tu belleza interna y externa.

—Ya me cansé de discutir. —Se gira para irse y la tomo de la mano, así que me mira—. ¿Y ahora qué quieres?

—No estés triste, encontrarás buenas amigas.

Su gesto de enojo desaparece.

—¿Tú crees? —Acaba de bajar la guardia.

—Por completo. —Suelto su mano—. ¿Qué es eso de que solo puedes sentir miedo? Yo creo que eres una mezcla de muchas facetas que te hacen única.

—Porque en lo único que pienso es en escapar, para que tu padre no me encuentre, nunca había tenido otro pensamiento como buscar lo que realmente quiero para mí. —Suspira—. ¿Por qué tengo que estar todo el tiempo con miedo? No quiero —dice triste—. Es como si todo fuera restringido para mí.

La abrazaría, pero de seguro me golpearía.

—Es porque solo te concentras en tu miedo. —Apoyo mi dedo índice en su frente—. Mira ese carácter, mira esa inocencia, mira esas ganas que tienes de conocerlo todo, entonces el miedo ya no tendrá lugar en tu vida. —Me observa sorprendida, entonces alejo mi mano de su rostro—. ¿Sabes con quienes tienes cosas en común? Con tus hermanas Bellezas, deberías conocerlas, serían buenas amigas.

—Ah, ¿sí? —Me mira incrédula.

—Por supuesto, te recomiendo que empieces por Desierto, o como aquí la llaman "Jaelyne".

—Mm, de acuerdo —expresa tímida.

—Ve y búscala —sugiero y cuando se está por ir la detengo con un argumento más—. No te acerques a Océano por ahora, en esta época se llama Rebecca, a ella le gustaría viajar como a ti, pero en estos momentos no se encuentra bien esclarecida, no es buena para ti.

—Entiendo. —Asiente y se retira.

Camino por otros pasillos, abro una puerta y me encuentro con las concubinas, estas se van, dejándome a solas con Rebecca.

—Te descubrí. —Sonrío y me mira de mala manera.

—¿En qué? Si se puede saber.

—Jugar con la ilusión de una pobre chica. —Suspiro—. Siempre tan mala, por eso me encantas, pero no te metas con Aerix.

—Intento descubrir lo que tú no averiguas. A esa chica la trajeron para espiarnos, estuve ahí cuando Blus la desenmascaró. Cielo nos trajo aquí a todos y estoy segura de que tiene que ver con esa mujer.

—Esa chica es tu hermana, y si Cielo es la culpable de que estemos aquí, la que nos espía, o sea Isela, no tiene nada que ver, deberías investigar a Irina en todo caso. Atacas al eslabón más débil porque no tienes como averiguar sobre el otro lado, te creía más inteligente.

—Isela tiene solo una carta y es Aerix, Cielo nos está moviendo a todos nosotros, ¿cómo pretendes que la enfrente? No sé ni lo que planea.

—Yo creo que tú también podrías ser una carta de Isela —opino.

—¿Disculpa?

—Isela también mueve todas sus piezas, pero las mueve más lento y de forma metódica. Ella sabe que Cielo te odia, ella te va a buscar a ti, lo hace a propósito.

—No digas disparates —expresa disconforme, pero en su mirada se nota que sabe que tengo razón.

—Dejemos esto en claro, ¿de qué lado estás, Rebecca? Te recuerdo que Jaelyne tiene una tregua conmigo, así que ya sabes de qué lado está ella ¿Te pondrás del lado de Océano o en esta guerra al fin elegirás a Desierto?

—Es claro que elegiré a Jacky, pero no creo que Cielo esté de acuerdo en tenerme en su equipo.

Sonrío.

—Entonces vamos a tener que arreglar eso. 

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