XI.
Los informes que recibía le servían para saber quién era Jimin, conocía cada pequeño detalle de su vida; desde sus raíces hasta el más insignificante amigo que pasó por su vida, aún así, toda esa información no le serviría de nada si no jugaba bien sus cartas. Aunque supiese de todas sus pecas era un completo extraño para Jimin, la persona que más lo conocía solo era un simple familiar político.
Eso tenía que cambiar, tenía que volverse la primera persona en la que piense al despertar y la última al dormir, un pilar indispensable en su vida, el aire que respire. Sería así, estaba confiado. Había sido criado para ser un ganador, un luchador que vence a sus adversarios para conseguir lo que quería; aunque ese adversario fuese su hermano, no le importaba. Taehyung había cometido el peor de los pecados al entrometerse en su camino y ahora tendría que hacerlo pagar, con tiempo y una mente tan fría como Alaska.
Supo que las flores favoritas de Jimin eran las campanillas y por aquello pasó toda una tarde recorriendo todas las florerías de Seúl para encontrarlas, tras encontrarlas las compró junto con otro ramo. Las campanillas recibieron un trato especial, las sostuvo junto a su cuerpo y las impregnó en su aroma, todos los pétalos contenían un poco de él, sería un buen regalo para su pequeña presa, así cada vez que olisqueara dichas flores se acordaría de él y todo lo que le hacía sentir. Metiéndose en su cabeza. Volviéndolo un poco loco.
Volver al hospital donde su padre perdió la vida debería de darle escalofríos o un mal sabor de boca, pero no era así, solo sintió ansias por llevar a cabo su plan. Se hizo al tonto, se quedó en el pasillo para esperar a Jimin, fingió que le preguntaba a las enfermeras y que estaba confundido, como un gran actor, el omega a quien iba dirigida su actuación le creyó en todo. Sintió la mirada del castaño a lo lejos y quiso sonreír.
“Hola, Jungkook.” Le saludo acercándose hacia él. “¿Qué haces aquí? ¿Vienes a visitar a alguien?”
“Hola, Jimin.” Le saludo sonriéndole, demostrando que era un alivio el poder encontrarlo. “Sí, venía a visitar a alguien pero no puedo encontrar la habitación.”
“Déjame ayudarte, yo conozco muy bien está ala y puedo llevarte, ¿qué número es?”
“No lo sé, ¿en qué habitación está tu papá?”
Hubo sorpresa en el rostro de Jimin, sorpresa y gusto.
“¿La habitación de mi papá?”
“Vengo a visitar a tu papá.” Dijo sonriéndole. “Tú… me acompañaste en mi momento más vulnerable y quise hacer lo mismo.”
“Oh… no tenías porqué.” Susurro, ruborizado por la reciente atención. “Pero lo agradezco mucho, gracias por tomarte el tiempo.”
“No tienes porqué agradecer, solo hago lo que tengo que hacer. Después de todo, seremos familia.” Sonrío. “Bueno, ya no perdamos el tiempo, llévame donde tú papá, así me conoce y yo también a él.”
El omega asintió, mirándolo con una sonrisa y distrayendo su mirada en los dos ramos de flores, tras inspeccionarlos en segundos comenzó su recorrido guiando a Jungkook.
El alfa se sentía enorme caminando detrás del omega, lo observaba de pies a cabeza y sentía su boca salivar. Veía al pequeño omega como un bocadillo que pronto iba a devorar, el más dulce de los manjares sería aquel que tarde en saborear.
“Es aquí, habitación 417.” Señaló con la cabeza. Entraron en silencio, primero el omega para asegurarse que su padre no estuviese durmiendo. “Hola papá, ya volví y vine con visitas.”
El olor de medicina inundó su olfato, era tan fuerte que frunció el ceño; al igual que el olor del deceso del hombre. Se posicionó al lado de Jimin y sonrió al padre del omega, el señor se veía cansado pero con ojos brillosos mirando a su único hijo, era tierno.
“Jimin, hijo.” Sonrió tomándole la mano, su aura moribunda se iluminaba por la presencia de su hijo, era como si viera a su mundo. “¿Es Taehyung? Hace mucho que no viene a visitarme, ¿es él?”
Cada palabra era como una mina de oro para Jungkook, saber que Taehyung se había ausentado para el hombre más importante de su omega. Él podría llenar aquel vacío.
“No papá, es su hermano, mi cuñado Jungkook. Quiso venir a verte y conocerte, ya que… pues somos familia.” Explicó.
“Oh…” Asintió mirando a Jungkook. “Claro, se parecen.”
“Yo no diría eso.” Dijo Jungkook, no era nada parecido a su hermano, ni física, ni internamente. “Buenas tardes señor Park, un gusto poder conocerlo.” Estrecho su mano con firmeza, mostrándole respeto y amabilidad. “Traje esté presente, espero sea de su agrado.”
Extendió el ramo de flores, estos siendo rosados luciendo como campanas colgantes, con los pétalos denotando suavidad y luciendo aterciopelados que se curvaban hacia adentro. Su color rosa pálido contrastaba con el centro, el cual era un tono púrpura intenso. A Jimin le gustó el presente y lo demostró con una sonrisa brillante.
“Ah, belladonna.” Dijo el hombre mirando las flores. “Muchas gracias, son flores preciosas, a mi parecer, pero de muy doble filo ¿no?”
“¿Cómo?” Pregunto Jungkook con un ceño fruncido.
“Si las consumes puedes envenenarte, para algunos puede ser mortal incluso. Muy bellas pero muy dañinas, siempre me fascinaron, ¿cómo una flor podría portar veneno en esos pétalos tan bonitos? Es inaudito, una creación grandiosa.”
“Lo siento mucho, yo no sabía que eran venenosas.” Dijo Jungkook, apresurandose para alejarlas del padre de Jimin.
“Su consumo, pero no te preocupes.” Sonrío. “Puedes dejarlas allá, me encantan estas flores.”
El alfa asintió, colocando el ramo dentro de un florero posicionado en una mesita, también dejó reposando el otro ramo de flores que traía consigo. Se sentó al lado de Jimin a un costado de la cama del hombre moribundo.
Aquella fue la única conversación que pudo tener con el padre de Jimin, el omega y su papá hablaban de vez en cuando, pocas palabras y pocos momentos de lucidez. Cuando el señor Park se durmió la visita terminó. El alfa y el omega salieron de la habitación para conversar en el pasillo.
“Mi papá sabe mucho de botánica, cuando estaba sano tenía un jardín hermoso, ahora por la enfermedad descuido sus preciadas flores, yo trato de cuidarlas pero no sé me da bien, supongo que mis manos no son buenas para las plantas.” Contó con una sonrisa y cierta pena en sus pupilas, sus palabras eran arrastradas por nostalgia y dolor.
En el informe había leído que era hijo único, sus madre había fallecido y su padre iba por el mismo camino, sabía el dolor profundo que acarreaba en su corazón con tan solo de verlo hablar. Estaba vulnerable y no tenía a su destinado para que le brindará consuelo.
“Puedes contratar a algún jardinero para que se haga cargo del jardín de tu padre, a él le encantará que cuides algo que le gusta, bueno, le apasiona.” Le dijo con una sonrisa, brindándole aquel consuelo que Taehyung no le daría, también soltó un poco de feromonas para tranquilizar su pena.
“Ah, tienes razón.” Le sonrió de vuelta. “Pero dime, ¿qué harás después? Ya que fuiste tan amable en visitar a mi papá y traerle un presente déjame invitarte un café.”
“Dejémoslo para otro día, hoy iré a hablar con Taehyung para quedar sobre la sede de Seúl.”
“Ah, Tae me dijo que te había ofrecido que sigas a cargo de la sede pero que necesitabas pensarlo.”
“Sí, no quería cometer algo malo, consulté con mis abogados y es algo que puedo hacer, tener el cargo pero que Taehyung sea el dueño.” Rió genuinamente, sonaba tan estúpido, pero tenía que tener a su cargo la sede.
“¿Y qué pensabas hacer si no aceptabas?”
“Supongo que mudarme, no lo sé, tal vez vender lo que mi papá me dejó en Japón y con ese dinero cumplir con mi sueño de vivir en Portofino.”
“Pero ustedes tenían una villa en Italia.”
“Si, pero solo era para vacaciones, y eso, cuando mi padre tenía ganas de viajar hasta allá. Una cosa es visitar por días y otra vivir, ¿no crees?”
“Claro, siempre quise ir, todos los vídeos que me aparecen son muy bellos, espero un día estar por allá.”
“Podrás estar por allá, yo sé que si.” Si el inútil de mi hermano no pudo darte aquel pequeño sueño yo podré, pensó. “Y bien, dime, ¿cómo llevas todo este cambio? Porque algo debió cambiar en tu rutina después del testamento de mi padre, ¿no? Veo a mi hermano más ocupado, como nunca, parece que vive en la sala de juntas.”
“Es difícil para él, toda una vida alejado de los negocios familiares y de un día para el otro siendo el dueño neto de todo, nos tomó de sorpresa, ya teníamos planes y todos se vinieron para abajo.” Suspiro. “Todo cambio es para bien, pero…” Se cortó, Jungkook no hubiera querido que lo hiciera.
Pero suponía a qué se debía, se sentía solo, muy solo por la situación tan pesada que vivía al lado de su padre enfermo y la ausencia de Taehyung entre sus brazos consolándolo, lo podía leer como una historieta.
“Todo cambio es bueno, eso sí.” Le sonrió. Soltando un poco más de feromonas, haciéndole creer al omega que aquel sentimiento de calma se debía por su sonrisa. “El café lo dejamos para otro día, ahora tengo que ir con mi hermano.” Se levantó del asiento siendo seguido por Jimin.
Fue ahí que le extendió el ramo de flores, el omega le miró sorprendido, pero las recibió con una sonrisa tímida.
“¿Por qué?”
“Bueno, es mi forma de agradecerte el consuelo que me diste aquel día, no sé qué hubiera sido de mi si no hubieses estado a mi lado. Gracias, quiero que sepas que puedes contar conmigo, somos familia después de todo.”
“No sé qué decir.” Sonrió sonrojado, acariciando cada flor, asombrado por su belleza. “Gracias, son muy bellas.” Acercó su nariz hacia una de las flores y… sus pupilas se dilataron, Jungkook quiso sonreír.
“Me voy, nos vemos Jimin.” Dijo sin más, dándose la vuelta satisfecho del paso significativo.
Darle un hombro para llorar y unos brazos a los que correr, se plantaría entre sus pulmones y echaría raíces que luego se extenderían por todo su cuerpo. Lo comería desde adentro, desde sus órganos y tomaría su alma entre sus manos.
Y así, le arrebataría todo a Taehyung.
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