"Bella Soñadora"

Capítulo Unico


La campanilla resonó por todo el lugar indicando que alguien había entrado, pero aún así, Rose no levantó la mirada de su laptop y continuó tecleando con rapidez.

La música que resonaba en sus oidos se detuvo, frunciendo el ceño volteó a ver a su teléfono, se quitó los audífonos.
Alguien la estaba llamando.
En la pantalla aparecía el nombre de su prima y mejor amiga, Dominique Weasley. Rose Sonrió.

— ¡Dom! ¿Qué tal España? —saludó la pelirroja, se podía escuchar el aire golpeando la bocina del celular de su prima.

— ¡Rosie! está genial, de maravilla, Blake y yo llevamos sin dormir más de 20 horas ¿puedes creerlo? España de verdad tiene muchos lugares que visitar... —dijo la rubia. Su voz emocionada hizo a su prima sonreír.

—Eso es estupendo Nique.

—¿Cómo estás, R? —La voz de Dominique tembló un poco al preguntar aquello, Rose hizo una mueca y carraspeó, tratandode disimular un poco.

—Perfectamente. —Mintió

—Es que... —balbuceó —No me siento cómoda de estar en este viaje cuando eras tú la que-

—¡Estoy bien Dominique! —
Rose apretó los parpados, había gritado y algunas de las personas que estaban en la cafetería se le quedaban mirando curiosos—Estoy bien, Dominique. — repitió, esta vez con voz queda, escuchó como su prima suspiraba— James vino a verme esta mañana... —comentó con algo de diversión— También hizo la misma pregunta que tú, Nique.

Rose escuchó unos pasos acercarse a su mesa, pero los ignoró, tenía la vista clavada en su laptop más no la miraba en realidad, estaba en blanco.

— ¿De verdad no quieres que vaya? Si te sientes sola, puedo tomar un vuelo y estaría en Londres hoy por la noche.

— No, estaré bien. —respondió la chica de ojos azules negando con la cabeza, aunque sabía que Domimique no podía verla — Tú y Blake sólo quédense ahí y disfruten, será como la luna de miel que no tuvieron.

—De acuerdo, pero por favor llámame si necesitas algo, lo que sea...

Rose dejó de escuchar lo que su prima le decía, porque ahí parado frente a su mesa estaba un hombre alto, rubio, con el cabello largo y la barba de unos días.
No lo reconoció al principio, pero luego de observarlo unos momentos, se quedó sin aliento al ver quién era. Parpadeó varias veces y entreabrió los labios, las palabras no salían.

Scorpius Malfoy sonrió.

— Nique... Te llamaré luego. —E ignorando las protestas de la chica, colgó la llamada.

Clavó sus ojos azules en los grises del hombre, quien aún sonreía.

— Eres tú, de verdad… —logró decír ella, el rubio se sentó, sin dejar de verla, parecía igual de impresionado. — Mira tu cabello... Dios, te ves tan diferente.

—Lo soy... Tú no haz cambiado nada, Weasley... — comentó risueño. — ¿Trabajando un sábado por la mañana?

Si el hecho de verlo la ponía mal, el escuchar su voz era como matarla. Había olvidado lo mucho que le gustaba escuchar esa voz.

— No es trabajo... — respondió, refiriéndose a la computadora. El alzó una ceja.

— Estas escribiendo. — afirmó el chico, ella sonrió en respuesta y cerró la tapa de su laptop.

Juntó sus manos en el centro de la mesita, tomando su taza de té. Él se quedó viendo sus dedos al rededor de la taza, estaban llenos de pintura azul.

— Y también estas pintando... retiró lo dicho, tú sí que haz cambiado. —ella se sonrojó un poco ante la fuerte mirada de él sobre ella.

— Por mucho tiempo me faltó la inspiración para hacerlo... — respondió. Luego soltó una risa amarga.—¿Quién iba a decír que lo que necesitaba era un corazón roto? —

Él también se rió encogiéndose de hombros.

— Los caprichos de la vida, Rosa... —

La pelirroja dejó de reír, escuchar ese apodo salir de nuevo de sus labios sin duda hacía que su corazón saltara.

Después frunció el ceño, por un momento volvió a la realidad, y millones de preguntas la inundaron;
¿Esto es real? ¿Él de verdad esta aquí? y la mas importante ¿Qué hace aquí?

Nada de eso tenía sentido, aunque debía admitir, que mucho de lo que pasaba en su vida últimamente parecía no tener sentido o coherencia alguna.

— ¿Por qué volviste Scorpius? — sus palabras flotaron en el aire, Scorpius sólo la miró a los ojos, buscando quién sabe qué. Y ella sólo quería que él le respondiera.

—Me necesitabas. —casi por inercia, ella bufó.

—Vamos Malfoy, puedes inventar algo mejor. — el ojigris se carcajeo, tirando la cabeza hacia atrás.

—De acuerdo, tal vez yo te necesito...

— Eso sí te lo creo.

— Siento no haber estado aquí cuando todo paso... yo lo intente, pero...

— Lo sé. — interrumpió la pelirroja, le sonrió. Pero aún asi, él negó con la cabeza.

— Yo debí venir... debí partirle el rostro... debí venir a matarlo con mis manos. —

Rose lo tomó de las manos, acto que sorprendió al hombre, mas no se movió.

— No debiste, ni lo hiciste... —ella se rió un poco. —Además, escapó antes de que James, Hugo o Albus se acercaran a él... —

Scorpius se acercó todavía más a ella, la pequeña mesa de café no los separaba demasiado y cuando él se inclinaba mas hacia delante, la distancia era casi inexistente.

—Quiero preguntarte como estas Rose. — susurró viéndola a los ojos. —Pero quiero que me respondas con la verdad, no como a Dominique hace rato... a mi respóndeme con la verdad. —

Rose dejó de verlo a los ojos, mirando sus manos aún entrelazadas con las de Scorpius, las apretó.

— De acuerdo...

—¿Cómo estas Rose?

—Mal, enojada... demasiado enojada. —respondió, aún sin verlo a los ojos.

— ¿Y que quieres hacer al respecto? — la pregunta la extraño un poco. Pero aún asi respondió.

—No lo sé...

— ¿Qué quieres hacer? — insistió.

—Quiero arrancarles la cabeza a ambos, quiero golpearla a ella hasta que suplique piedad, quiero gritarles hasta que la garganta me arda. Quiero que lloren toda la noche, que lloren hasta quedar secos y que no sepan que carajos fué lo que hicieron para terminar asi, quiero que sientan lo que yo sentí.

A pesar de que se lo había pedido, Scorpius quedó sorprendido por tanto odio, pero luego lo entendió completamente.

Estaba herida, demasiado lastimada y con el corazón completamente roto.

Rose levantó la mirada, y le sonrió, por primera vez Scorpius notó que su sonrisa ya no era la misma, era triste, sin una pizca de sinceridad.

—Pero, ese tipo de cosas son las que una quiere cuando tu prometido escapa con tu prima el día de tu boda... ¿no? —

A pesar de la acidez con la que lo dijo, se rio, seguida por el rubio.

—Tú estas loca Weasley...

— Tal vez... pero ahora todo esta resuelto, devolví los regalos y Dom esta en la que sería mi luna de miel  — respondió y bebió de su té. — Ahora tú respóndeme ¿por qué volviste? ¿Dónde esta Lea?

— Lea y yo terminamos... —se pasó una mano por el cabello. — Ella quería quedarse en Haití construyendo casas, pero necesitaba volver... cuando me enteré lo que te hizo Lorcan... tenía que venir, Rose

— Y ella no estaba de acuerdo... — él asintió.

— Dijo que si venía a Londres me olvidará de ella. — la miró a los ojos de nuevo. — Pero yo tenía que venir Rosa. Así que cambié mi viaje redondo, a uno, sólo de ida. —

Rose se alejó, soltando las manos del hombre y recargándose en su silla.

—Vaya...

— Sí... —se miraron por unos largos minutos, sin saber que decír.

Hasta que le celular de ella volvió a sonar, Rose se fijo en la pantalla y rápidamente colgó la llamada, apretó los labios en una fina línea. Scorpius alzó una ceja.

— ¿Era ella? — Rose asintió, aún con los labios apretados.

—Me llama todos los días, Lorcan también, no estoy lista para lidiar con ellos...

— ¿Qué dicen todos?

— ¿Te refieres a los Weasley? bueno... mamá y papá están muy molestos y tristes, mis tíos no pueden pasar mas de dos segundos sin preguntarme como estoy... mis primos son un poco más discretos, aunque me ven como si fuera un corderito asesinado o algo peor... — Soltó una risita ante esto ultimo. — Tío Harry no pará de pedirme disculpas y tía Ginny no puede ni mirarme a la cara. —

Scorpius tenía que admitir que la nueva sonrisa de Rose le helaba la sangre, era tan... fría.

—Como si tuvieran la culpa de que su hija fuera una zorra. — bufó.

Aunque lo parecía, en realidad Rose no estaba triste, es decir, no como ellos creían, por supuesto que lo estuvo, Lorcan y Lily la destruyeron, habían matado su confianza, la hicieron añicos al igual que su esperanza, la habían quebrado sin piedad.

Pero ya no estaba triste, ahora toda esa tristeza se había convertido en dolor, en enojo, demasiada ira y furia.

Rose no dejaba de pensar que ellos pudieron evitar todo eso, pudieron decirle, Lorcan pudo decír que no quería casarse con ella, que no era la indicada, y ella hubiera estado bien con eso, pero no.
Tenía que haberse escapado, frente a todos. Corrió fuera de la iglesia junto con Lily, dejándola ahí parada como una idiota, como si no valiera ni siquiera una maldita explicación.

— ¿Creés que algún día los perdonarás? —esa pregunta se la había hecho un millón de veces, y siempre llegaba a la misma conclusión.

— Sí, por supuesto... pero no significa que va a ser lo mismo. — levantó su taza de té y la dejó cerca de su boca, apoyando los codos en la mesita, Scorpius se recargó en su silla, alejándose y cruzándose de brazos.

—Cuando rompes algo y lo reparas no vuelve a quedar igual, siempre hay algo distinto.— Scorpius asintió, comprendiendo.

—Pues yo quiero romper el rostro de Lorcan... — lo dijo de una forma tan sería, que a ella le divirtió, haciéndola reír tan fuerte que algunos de los comensales se le quedaron mirando.

— Definitivamente te dejaría que lo hicieras Scorp... — se quedó mirando un punto fijo, con el ceño fruncido. —Sabés... a veces pienso que, si ellos me lo hubieran dicho, tal vez hasta estuviera agradecida con él.

— ¿Por qué?

—Por haber impedido que cometiera el error mas grande de mi vida.

—¿Lo amabas realmente Rose? — ella negó con la cabeza y una lágrima bajó por su mejilla.

— Para nada.. digo, yo creía que sí, estaba convencida de ello... ¡Dios, yo realmente lo creía! —se mordió el labio. —Me creí mi propia mentira...

— Y ¿Por qué querías creerlo? — él ya sabía la respuesta.

—Porque era la única manera de convencerme de que no estabas... era como mi forma de sanar. —

Scorpius tragó saliva, de nuevo estaba ese cosquilleo, ese que sentía cuando la veía, ese que jamás se había ido.

—Y luego, cuando pierdo a mi mentira, cuando perdí a eso que me aferraba, a eso que me salvaba de caer de nuevo. Me destruyó, estaba en caída libre, constante.

—Y ¿funcionaba? el mentirte. — de nuevo lo miró.

—No del todo... Aunque Lorcan estuviera, aunque yo lo quisiera, porque lo hacía, yo lo quería demasiado. —parpadeo varias veces. — Aunque Lorcan estaba, yo a veces pensaba en tí. — Scorpius sonrió ligeramente y fué él quien la tomó de las manos.

—¿Ya no más? —Rose se sonrojó un poco.

— Sí, bueno... tal vez... —vió como el rubio volvía a acercarse a ella.

— ¿Tal vez qué, Rosa? — susurró cerca de su boca.

—A veces pienso en tí.

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