ventitré

Si a Taehyung le preguntaran sobre temas en específicos hace algunos meses, él estaría muy seguro de responder.

Taehyung Marcini, treinta y tres años de edad y, afortunadamente, ningún pelo blanco habitaba en su cabellera. Le gusta trabajar en el campo y piensa que es de persona fuerte hacerlo, aunque eso vuelva más oscura su tez y reciba ciertas críticas sobre ello, trataba de no darle importancia.

La administración no es algo que le encante, pero es el deber al que tanto aspiró desde un inicio, inconsciente o conscientemente. Quienes trabajan en su viñedo lo podrían describir como un hombre normal y noble, no es el típico jefe que asciende al poder por mero capricho, la gran mayoría sabe cuánto esfuerzo ha hecho para estar donde está, por lo que se ha ganado el respeto de todos.

Su familia se reduce a sus dos hermanas menores, Francesca y Rosé, junto a su madre, Fiorella. Conformaban el apellido Marcini, no tenía conocimiento de primos o tíos, puesto a que su progenitora es hija única y su padre no era entusiasta de hablar sobre él, así que, sí, sólo eran los cuatro contra los demás.

Su mejor amigo se llama Yoongi Cetti, se conocen desde su niñez y solían hacer muchas travesuras en compañía cuando se presentaba la oportunidad, lo cual se interpreta como una vez cada año. Soporta sus quejas y Yoongi soporta las suyas, es una amistad ganar – ganar.

Buen jefe, leal hermano, amoroso hijo, fiel amigo.

Eso es todo lo que se podría conocer de Taehyung Marcini, ni más, ni menos. Incluso hasta él estaba conforme con su vida así.

Aunque, aceptaba que había ciertas cosas de sí mismo que desconocía.

¿Pasatiempos? Uh, no tenía muchos. En realidad, no tenía ni uno. ¿Pasiones? No sabe qué es eso. ¿Color favorito? Puede que el rojo. ¿Estado emocional? Siguiente pregunta. ¿Situación sentimental? En una orgullosa relación estable con los frutos de su esfuerzo, es decir, su dinero.

¿Era importante conocer todo aquello?

Al parecer, sí. Y mucho.

Forma una mueca con sus labios y frunce su ceño, las caricias en su cabello parecen ser destinadas a disipar cualquier pensamiento errante que se le haya atravesado.

—¿Qué sucede, mi Día?

La voz de Jungkook se convierte en una caricia para él mientras busca un escondite en su cuello, un lugar apartado para Taehyung Marcini de manera exclusiva, provocando risas al pintor por unos dientes intrusos que buscaban jugar con él.

—Nada importante — responde el castaño, acomodándose mejor en el pecho contrario y suspirando una vez siente esa calidez característica de cuando ambos amantes se juntan —. Sólo... cuánto he cambiado desde que te conocí.

—¿Y cambiaste mucho?

Dios, Taehyung ahora dudaría de responder hasta cuántos años tiene.

Pero no por una mala razón, al contrario, todo es de una buena manera. Admite tener miedo del cambio, le generaba un gran sentimiento de incertidumbre, pero también le resulta fascinante la forma en la que su jardín fue cambiando de colores de a poco, entre más conocía a Notte, puesto que las flores del lugar se volvían cada vez más vívidas y su tamaño iba variando.

Porque, para él, la vida misma era un jardín. Y, antes, el suyo era tan monótono y frío, pensando que era normal tenerlo así. Hasta que llegó cierto pintor a encargarse de llenarlo de vida.

—Sí, pero me gusta.

Deja arrullarse con calma, puesto a que estaban el establo del menor y casi en completa oscuridad, a excepción de dos faroles que alumbraban sus cuerpos semidesnudos – ya que, nuevamente, su rutina de besos se había extendido un poco más – mientras descansaban un poco.

—Tú me gustas a mí.

Sus labios se encontraron de inmediato con movimientos delicados, movimientos que segundos después se volvieron demandantes, lo cual ambos amaban y disfrutaban. Nada era mejor para ellos que estar compartiendo ese tipo de caricias a la par que sentían sus pieles hacer fricción entre sí.

Pero también, en esos momentos, Taehyung entendía cuán importante es conocerse a uno mismo.

Puesto a que tragó grueso cuando Jungkook abandonó su boca para dirigirse a su cuello, eso no le molestaba, pero sí le incomodaba al estar consciente de las intenciones a las que querían llegar de manera silenciosa.

El pelinegro se alejó de aquel cuello que llamaba su atención para deshacer el extraño abrazo al que estaba sometido, para después hacer que su amante quede boca arriba mientras él se subía a su regazo, justo en la zona de su entrepierna para comenzar a hacer movimientos con su pelvis sin dejar de besarlo.

El castaño cerró sus ojos con fuerza, tratando de pensar en algo más que no sea el menor tocando su miembro, aunque éste fue quien le dijo que le haga saber cuándo parar si es que así lo deseaba, pero sus pensamientos iban y venían recriminándole cuán inútil es, en todos los aspectos posibles.

Y es que Taehyung, en toda su vida, nunca se planteó el sexo como algo que le atrajera.

Es decir, ¿por qué pensar en eso cuando tenía cosas más importantes que hacer? Por lo que ha escuchado en boca de otros, el sexo le parecía lo más balurde que hayan podido inventar, no sabía por qué lo practicaban – no era idiota, sabe que así una pareja puede tener hijos –, pero no entendía a aquellos que lo hacían por simple placer.

Excitación es lo último que puede sentir en ese instante.

Pero sus labios se sellan y callan su incomodidad porque, maldición, quiere hacerlo por Jungkook.

Si bien sus encuentros íntimos se habían vuelto un poco más recurrentes desde la boda de Francesca acontecida hace algunas semanas, lo máximo que han llegado es a que Taehyung toque al pelinegro hasta que éste se venga y termine por cambiarse de ropa. Después dormían acurrucados para que el castaño parta a la residencia con el amanecer.

En una de esas noches, Kook le preguntó si acaso él no quería sentir placer o qué era lo que sucedía.

—Creo que hay algo malo en mí. — Había sido su respuesta, algo desilusionada y temerosa ante aquello que ha querido ignorar desde que se dio cuenta de ese detalle.

Su falta de atracción sexual hacia otras personas. En realidad, hacia Jungkook, pero es cierto que nunca sintió ese tipo de atracción con alguien más.

Tampoco es como si haya tenido una pareja formal antes, de todas maneras. Por lo que las relaciones y todo lo que respecta a ello quedaron en un plano aparte de su atención, olvidadas hasta haberse llenado de polvo.

Y es que, ¿acaso eso podía ser posible? ¿Cómo es que le faltaba algo que, para algunos, era importante? Porque si bien tocarse era un pecado y muchos hombres fueron sometidos a una penitencia leve de recitar oraciones y hacer ayunos tras haber admitido esto, muchos otros lo hacían y se jactaban de ello.

Era confuso.

El pintor fue quien también le propuso experimentar con su compañía y cuerpo, puesto a que ambos lo sabían, él no era de piedra y su cuerpo respondía a los estímulos externos, como cuando tocaban sus costillas y se reía.

Y aceptó, pero siempre terminaba arrepentido de su decisión.

—E-Espera, no — Jungkook detuvo cualquier movimiento propio, aunque ya había notado que el cuerpo bajo suyo correspondía a los estímulos —. No quiero, no quiero.

Tomó asiento rápidamente, dejando de lado al pelinegro que se incorporó de inmediato para tomarle la mano.

—¿Te sientes incómodo? — preguntó el menor, a lo que no tuvo respuesta — ¿Molesto? ¿Asqueado? ¿Asustado?

—No es eso. — Susurró.

Bueno, tal vez sí estaba un poco molesto consigo mismo y asustado al no hallar la solución a sus problemas. Pero se sentía inútil, un completo inútil.

—¿Esto debería ser así? — le preguntó de vuelta a su pareja, quien le vio con una mueca de impotencia al ver su angustia y no saber qué decirle — ¿De verdad crees que hay algo mal en mí?

—No hay nada malo en ti, Taehyung — mordió su labio, buscando entrelazar sus dos manos —. N-No sé qué pasa, pero... Lo averiguaremos. El sexo no es lo más importante, después de todo. Está bien que no quieras tenerlo.

—Pero tú sí quieres. Y te gusta.

Jungkook no respondió, era verdad. A él le encantaba tener ese tipo de toques y más con el castaño porque se podía sentir más amado que nunca, pero también estaba en una constante preocupación por el bienestar de su amante.

—Pero tú no — habló bajito —. Y debo respetar eso.

—Perdón.

—No hay nada que perdonar, Día mío — atrajo el cuerpo del mayor hasta poder esconderlo en su pecho —. Sé lo que se siente que nadie respete tus palabras, no quiero que pases por lo mismo.

—Aun así, siento que debo disculparme — de a poco, ambos fueron cayendo de espaldas nuevamente, siendo arropados por su propio calor corporal y hogareños —. N-No es que no me guste q-que me toques, creo que hasta me daría igual. Sólo–, sólo no quiero.

—Está bien, mi vida. No tienes que dar explicaciones.

—Pero yo quiero saberlas — miró hacia arriba, topándose con los esponjosos labios del pintor —. Son muchas preguntas en mi cabeza y no tengo respuesta para ninguna, esto no me gusta.

—Es cansado, ¿verdad? — Taehyung asintió — Es el camino para la aceptación propia.

Marcini se quejó en voz alta y el menor rio divertido.

—¿Quieres hablar sobre eso? — preguntó, un poco más serio y es que hablaba muy en serio cuando le propuso al mayor empezar a priorizar su bienestar, por más egoísta – lo cual no era así – que sonara.

Pero Tae sólo negó.

—Ahora quiero quedarme aquí — enterró su rostro más en el cuello de Notte, provocándole leves risas al sentir su respiración —. Aquí me siento bien, muy bien.

—Me alegra oír eso.

Como pudo, tapó ambos cuerpos con una sábana y miró por sobre su hombro los faroles, los cuales estaban a punto de apagarse. Se acomodó mejor en su propio puesto, acariciando el cuerpo junto al suyo.

—Duerme bien, mi Día. Yo velaré tus sueños.

Y con caricias en su cabellera, Taehyung se durmió.

Un par de cosas cambiaron en la casa de la familia Marcini.

Francesca fue a vivir con su esposo, lo cual le entristecía, pero que no podía cambiar. Su ausencia se sentía en todos lados y la residencia parecía más grande que de costumbre, puesto a que, con su mudanza, Rosé ha ido a visitarla gran parte del día desde la boda con la excusa de que Santino sólo hacía acto de presencia por la noche.

Por lo que, le dejaban a solas con su madre más tiempo del que está acostumbrado.

Su relación también se volvió más intensa, ya que era evidente que Fiorella ignora el hecho de que ya le dijo explícitamente que no le gustan las mujeres. Y es algo que tampoco piensa ocultar más, al menos, en su presencia.

Y se lo seguía haciendo saber estos últimos dos días, en los que llegaba justo para el desayuno, la razón de su tardanza.

—Disculpa, es que estaba con Notte y su establo queda un poco lejos de aquí.

Su rostro era todo un poema.

—¿De nuevo con él? — preguntó indignada y en voz baja, aunque la servidumbre a su alrededor podía escucharla perfectamente.

—Lo hago cada noche. — Y, aunque sus acciones se mostraron seguras, mordía con mucho disimulo su lengua al esperar la reacción de su progenitora.

También, agradeció seguir estando extremo a extremo de la mesa con ella, así no veía a sus manos temblar mientras cortaba un pedazo de pan por el arreglo frutal que se encuentra en el centro.

Fiorella suspiró, sintiendo sus ojos picar.

—Cuando te cases, debes dejar esas estúpidas e inapropiadas visitas. Qué dirá Dios al verte de esa manera — Taehyung no respondió, se dedicó a seguir comiendo en silencio —. Ocupa ese tiempo en hacer algo más productivo, como visitar a tu hermana o qué sé yo. Ese pintor no te traerá nada bueno.

El castaño optó por ignorarla esta vez.

—¿Yoongi no vendrá a comer? — preguntó al azar, esperando a que cualquier le pudiera responder.

Jieun fue quien contestó: — Aún está dormido.

—Eso no es sorpresa — exclamó Fiorella —. No sé por qué aún no lo echas a la calle o se queda en casa de sus padres, que ya no tiene quince años como para que venga a esconderse aquí.

—Mamá, Yoongi es mi amigo. Ni siquiera te molesta o trata de toparse contigo, no hables de él de esa manera y menos a sus espaldas — le reclamó —. Está pasando por una situación delicada en su vida, necesita apoyo.

—¿Cuánto apoyo? Cada vez que viene se encierra en tu despacho que parece más suyo que tuyo.

—Para que veas cuán mierda puede ser la vida de alguien.

Suspiró y se recostó en su asiento, masticando su desayuno. La verdad es que no entendía por qué su madre detestaba al pelinegro, en un principio creyó que era por el tema de las estafas de vino en Bari, pero esa opción quedó descartada porque ella no conocía mucho sobre cómo se trabajaba en los viñedos y tampoco es como si tocara mucho el tema.

—Es una mala influencia.

—Según quién. — La miró con una ceja alzada, de repente, el apetito desapareció.

—Según tu madre, Taehyung Marcini — habló fuerte y claro —. Te he dicho tantas veces que debes alejarte de él.

—Por Dios, no puedes pedirme cosas de ese estilo, madre. Ya soy un adulto, no un niño al que obligaste a crecer.

Y es que Fiorella tenía una gran culpa en lo que respecta a su cruel vida.

Porque fue ella quien tenía aquellas ideas en la cabeza que debía hacerse responsable de toda la familia por ser el único hombre que quedaba. Porque fue ella quien lo obligó a seguir con el sueño de su padre. Porque fue ella quien apartó a sus hermanas de su lado y de los posibles estudios que tenían al alcance. Porque fue ella la causante de tantas cosas, pero nada a la vez porque eso es lo que parece que hizo, absolutamente nada.

—No te lo pediría si actuaras como el adulto que dices ser, en vez de un completo inmaduro y egoísta.

—¿Egoísta? — rio sin gracia — ¿De verdad piensas que soy egoísta?

Ugh, cuanto odia esa palabra. Quiere sacarla de su vocabulario.

—Sí, yendo con ese pobre pintor infeliz en cambio de estar con tu familia — la pelinegra le miró seria, haciendo un ademán con su mano para que la servidumbre abandonara el comedor —. Ese es tu lugar, aquí. Con Rosé y a mi lado.

—Estoy intentando hacer mi vida. Una vida que tú me has arrebatado — la señaló con su índice —. ¿Cómo puedes llamarme egoísta cuando estoy intentando ser feliz?

—¡¿Acaso no eres feliz con nosotras?!

Punto débil.

—L-Lo soy, pero... — Tragó grueso, la valentía se le iba yendo de a poco — Quiero mi propio hogar.

—¿Y crees que ese pintor podrá dártelo? ¿Crees que Dios lo permitirá? — Taehyung suspiró, cansado — No lo necesitas, no necesitas a nadie más. Aquí tienes tu hogar.

—Entonces, ¿por qué insistes tanto en casarme? ¿Tú no crees que también podría formar mi hogar con otra persona?

—Porque sé que no te vas a alejar de mí — el castaño la miró confundida —. ¿O piensas que dejaré que te vayas como los Cetti echaron a tu amigo? No, eres mi hijo, por lo que tu lugar es y siempre será a mi lado.

—Mamá, mamá– — Tae frunció su ceño, no le gustaba a qué lado iba esa conversación —. Tú lo dijiste, soy tu hijo–.

—Tienes que estar junto a mí. — Repitió pausadamente, como si esa fuera la última palabra.

—Tengo derecho a hacer mi vida.

—Lejos de mí, no.

¿Qué era aquello en lo que madre e hijo se asemejan? El miedo a la soledad.

—Es imposible hablar contigo. — Exclamó el menor, tirando a un lado sus cubiertos y taza donde tomaba té.

—Sé lo que es mejor para ti. — Dijo, con voz calmada, pero llena de una calma nerviosa y exasperante.

Marcini la miró limpiar las comisuras de sus labios, para luego retirarse sin más del salón. También estaba cansado de ella.

—Sería mejor si me apoyas.

No fue hasta minutos después en los que la servidumbre volvió a hacer acto de presencia, sólo para empezar a levantar los platos de la mesa y limpiarla.

—El señor Cetti no está dormido, está en su despacho desde el amanecer — volvió a hablar Jieun una vez estuvo a su lado —. Pidió que, cuando la señora Fiorella pregunte por él, digan que está dormido.

—Oh, gracias, señorita Da Costa — murmuró, levantándose de su asiento —. Lleva mi desayuno al despacho, junto a un cuenco con arroz crudo, por favor. — La pelinegra asintió, empezando a colocar la comida en una charola que llevaba consigo.

Con un suspiro, finalmente, salió del comedor. Los pasillos se sentían vacíos y es que hasta la presencia de Jungkook en la residencia había disminuido, gran parte por el temor a que todos allí ya conocían lo que los dos traían entre manos, aunque también se debía a que ahora él es quien le iba a acompañar todo el día al establo.

—¡Señor Marcini!

Alzó la mirada cuando dio su tercer escalón en dirección al segundo piso. Frente a él, Jieun llegó trotando con un poco de dificultad por su abdomen abultado, ya era más notorio y, debía admitirlo, se veía adorable a la par que el sonrojo en sus mejillas y pupilas brillantes.

La joven se detuvo un momento en el primer escalón, viéndole fijamente. Hasta donde Taehyung tenía conocimiento, ella no debía tener más de veinte años. Es agradable y respetuosa, aunque no hayan hablado de temas triviales, parecía de aquellas personas que lograban cautivarte con su compañía.

—¿Necesitas algo? — preguntó, esperando una respuesta que no se esperó.

Un abrazo, le había dado un abrazo rápido y torpe.

Al ser más baja, la cabellera negra quedó apoyada en su pecho y él, rápidamente, alzó ambos brazos para no tocarla de más, alejándose un poco también.

—Sea feliz.

Y, tan rápido – no tanto – como vino, se fue.

«¿Qué acaba de pasar?» Se preguntó, con el ceño fruncido y parado como un tonto en medio de las escaleras.

—Taehyung — llamaron nuevamente, pero ahora Yoongi quien le veía con una ceja alzada desde el pasillo del segundo piso —. ¿Qué esperas? Ven aquí, tengo que decirte algo urgente.

—Yoon, te lo repito, no saber qué obsequiarle a tu hija para su cumpleaños no es una urgencia. Puedes darle una piedra y ella la atesorará. — Dijo mientras subía el tramo que faltaba hasta llegar a su amigo, quien lo tomó fuertemente del brazo.

—Cállate, esa sí es una urgencia — empezó a empujarlo hasta su despacho —. Pero no es eso, es algo mucho peor.

—¿Peor? — cuestionó.

Pero no tuvo respuesta hasta que el pelinegro se dio cuenta que la puerta estaba bien cerrada y ellos se alejaron hasta la ventana abierta para que sus voces queden opacadas por el ruido de la naturaleza de afuera.

—No estoy de humor y tengo sueño — el castaño suspiró, asustado por la actitud sospechosa de mayor —. Mamá acaba de llamarme egoísta y, prácticamente, cree que me puede obligar a estar junto a ella toda la vida como si estuviésemos encadenados. Le amo mucho, pero su actitud me está desesperando y, además–.

—Esto, mira — le extendió un papel arrugado y sucio, sacado de su camisa de lino, el cual aceptó para quedarse sin habla —. Pensé que debía hacértelo saber–. No, necesitaba que estés al tanto para que tengas cuidado, tú y... Jungkook.

Ufficiali di Notte.

—¿Q-Qué es esto?

—Lo encontré en el centro de Florencia ayer que estuve por allí. Al parecer, los Oficiales de Noche es una especie de organización fundada aquí hace poco que se dedica a la persecución de la sodomía — el pálido se situó junto al menor, leyendo también el aviso que trajo —. Colocaron urnas en la plaza pública para que los demás hagan sus denuncias anónimas.

Y condenar a los pecadores. — Leyó, a lo que Yoongi asintió con el labio entre sus dientes.

El cuerpo de Jungkook lleno de cicatrices le hizo acumular lágrimas en sus ojos.

—Por lo visto, esta organización aún no ha dado con Rocce — ahora, ambos hombres agradecen las pésimas circunstancias de vida de su pueblo al saber que nadie los tomaba en cuenta —. A-Aun así, es peligroso, traté de averiguar sobre qué tipo de condenas se aplicaban, pero no me dieron respuesta.

Taehyung maldijo una y otra vez mientras leía y volvía a leer el maldito papel, ¿un grupo fundado sólo para oprimir? ¿Quién mierda aprobaba este tipo de cosas?

Oh, claro. La iglesia.

—Las condenas me asustan — admitió el más bajo —. Pero preguntaré sobre esto por ti, sólo dame algunas semanas — Cetti se alejó de su lado para ir hasta el escritorio —. ¿Recuerdas aquella posada donde personas como ustedes se cuidaban entre sí? La dueña de un bar cercano a eso es amiga mía y aún hablamos de vez en cuando, ella debe de tener otro tipo de información, y si no es así, estoy seguro que la conseguirá.

—No, no. Joder, esto no puede estar pasando.

—Asumo que las condenas no son nada extremas, de ser así, creo que se hubiera sabido de estas personas desde un inicio — Yoongi tomó asiento cuando encontró lo que estaba buscando, tinta y papel limpio para redactar una carta —. Aunque también se llaman Oficiales de Noche porque suelen actuar en la noche... Tengo esperanza de que no es nada grave y que tengan c-compasión.

—¡¿Nada grave?! — gritó, totalmente asustado — ¡Las condenas de esa maldita iglesia siempre son graves! ¡Jodidamente crueles! — el contrario tragó grueso — Tú viste cuando quemaron en la hoguera a esa mujer frente al jodido Padre Conte, esa gente lo último que tiene es compasión.

—Pero eso pasó hace mucho, de igual manera, tú estuviste cuando el pueblo le pidió al Padre Conte que deje de autorizar torturas en la plaza y él accedió.

Rocce, al ser un pueblo conformado mayoritariamente de ancianos y niños, la violencia dejaba un mal sabor de boca.

El acontecimiento de la última condena que se presenció fue de una joven mujer, quien murió de manera cruel y despiadada al haber sido acusada de bruja y de llevar al hijo de Satanás en el vientre, quien se había casado con un hombre conocido en el mercado por sus trueques, pues mintió cuando declaró ser virgen y por haber quedado embarazada antes de su matrimonio por otra persona que nunca delató.

Si bien los pueblerinos aún mantenían su fe en Dios intacta, no creían necesario tanta crueldad y, al ser una pequeña población, rápidamente se llegó a un acuerdo de no ver más ese tipo de condenas allí.

—¿Por qué? — preguntó con un hilo de voz, y es que esas dos sencillas palabras le empezaban a molestar en demasía — ¿Esto es realmente necesario? ¿Qué mal les estoy haciendo sólo por amar a Jungkook?

Maldición, ¿cómo reaccionará su Noche ante la vil noticia?

Quería llorar, quería llorar y mucho. La mezcla de emociones en su interior se sentía tan desagradable e insoportable.

Y el hecho de que Taehyung últimamente se sienta tan miserable, es porque ha caído de cara a su realidad. Esa en la que a su madre no le interesa su persona, sino lo que obtiene de ella. Esa en la que los demás esperan su sacrificio para su felicidad. Esa que estuvo evitando para vivir como una persona moldeada al antojo de otros, sin aficiones o metas.

Esa en la que es perseguido.

A veces, preferiría volver a vivir en la ignorancia.

La noche era fría, lo cual era habitual en esa época del año, por lo que Taehyung deseaba con todas sus fuerzas estar entre los brazos de su pintor.

Pero no, estaba lejos de él en ese momento, viendo salir vaho de su boca mientras esperaba a que una última persona saliera de una tienda ya conocida, frotando sus manos entre sí en busca de calor y paciencia.

—Ya puedes pasar. — dijo con voz gruesa, haciéndolo sobresaltar.

Entró y la calidez de las velas hizo su trabajo. Se quitó su sombrero tras pasar el mostrador para ir a la parte trasera del lugar, donde una mesa y un par de sillas le dieron un pequeño descanso.

—Gracias. — Susurró cuando el mayor le tendió una taza de té, tomando asiento.

Namjoon se sentó frente a él, con una mirada difícil de descifrar. Y que le intimidaba, debe de ser honesto.

—¿Qué sucedió ahora?

—Si hablas así, parece que sólo te busco cuando tengo un problema — susurró mirando el vapor del líquido —. ¿Cómo están Mar y Alessia?

—Bien — respondió cortante, aunque él mismo frunció su ceño ante sus palabras tan escuetas y se apresuró en agregar: —. Mar ha estado sintiéndose mal estos últimos días, le duelen los huesos.

—Puede deberse al frío — Galli asintió, esperando que así sea —. ¿Es muy grave?

—Dios no quiera — murmuró —. Alessia en cambio ha querido aprender alfarería, pero teme a intentarlo porque es muy torpe y debe de tener cuidado con las cosas delicadas — ante dichas palabras, sonrió —. ¿Ya te acostumbraste a la ausencia de Francesca?

Taehyung negó.

—Hoy fue a visitarnos — relató —. La convivencia con Santino no es tan mala porque no se ven la mayor parte del día. Viven juntos, pero cada uno está por su lado. Los Vitale les dejaron esa casa para ellos dos, es mucho más pequeña que la suya y siguen teniendo sus comodidades.

—Por el momento, no hay de qué preocuparse — dijo Nam, a lo que el castaño suspiró —. ¿Hay algo malo?

—No–. Es decir, sí, lo hay. Fran lo hizo sólo para complacer a nuestra madre y no quiero que viva infeliz hasta que muera — frunció su ceño, tomando más té al sentir un nudo en su garganta —. S-Siento que no la protegí lo suficiente y que... Rosé irá por el mismo camino. Soy un pésimo hermano–.

Namjoon golpeó su frente con sus dedos.

—Deja de responsabilizarte por la vida de todos — le advirtió —. Es entendible que quieras lo mejor para ellas porque eres su hermano, pero no te mortifiques si la situación sobrepasa tus capacidades. A algunas personas les toca una vida de mierda.

—¿Y Dios está de acuerdo con eso? — El mayor le miró con los ojos entrecerrados antes de asentir.

—Él da sus peores batallas a sus mejores guerreros.

—Vaya forma de ver el sufrimiento como algo lindo — chasqueó su lengua —. Tienes razón, acepto que no puedo estar lamentándome todo el día por eso, pero me es inevitable. A este punto, empiezo a creer que todas las personas que se relacionan con Jungkook son sabias en el aspecto emocional.

—Ah, ¿sí?

El menor asintió y dijo: — Él me ha estado enseñando tantas cosas que parecen lógicas, pero que nunca se me habría pasado por la cabeza pensar. Tú eres igual.

—En realidad, somos igual a Jin — Tae le miró con sorpresa —. Notte ha cambiado tanto estos últimos años y todo gracias a él, no sé cómo lo hizo, pero logró transformar a un temeroso y violento niño a un hombre seguro de sí mismo. Aunque, tuvo una recaída después de su muerte hasta ahora, ya se ve mejor.

—¿Violento? — Namjoon asintió.

—Conocí a Notte unas semanas después que él le haya dado asilo en el establo — aún no se acostumbraba a llamarlo por su nombre —. Jin comenzó a actuar de manera extraña, es decir, su persona era muy peculiar, pero en ese tiempo lo era aún más. Supe de inmediato que me estaba ocultando algo.

» Nos distanciamos por unos años en ese momento, pero seguía pendiente de él. No fue hasta que un día decidí sorprenderlo con una visita que lo vi. Estaba indefenso y totalmente desprotegido y Jin siempre quiso formar una familia — su vista se desvió hasta la pared, recordando —. Quería casarse y tener un hijo al que le daría todo el amor que se le privó. No me sorprendí cuando noté que se había encariñado con ese chico que tanto escondía.

» Pero Notte... Él también ocultaba algo — volvió a ver al menor —. Ambos quisieron ocultar demasiado.

—¡Jungkook, Jungkook! — exclamó un SeokJin agitado y con lágrimas en sus ojos, tomando entre sus manos las muñecas ensangrentadas del contrario — Por f-favor, para de hacerte daño... Estoy aquí, mírame. Estoy aquí y no te voy a d-dejar.

—¡No, suéltame! — trató de zafarse el Jungkook de diecinueve años recién cumplidos — ¡Suéltame, ya no quiero! ¡Por favor, y-ya no quiero!

—Dime, ¿qué ya no quieres? — preguntó con desesperación, atrayéndolo hacia su pecho para revisar las heridas en su rostro, cada una de ellas se sentía como si se las hubiesen hecho a él — Koo, cariño. S-Si no me dices qué c-cosa ya no quieres, no podré ayudarte. Por favor, d-déjame ayudarte.

Pero él sólo podía intentar alejarse y sufrir con sus pesadillas.

—Varias veces lo vi con moretones en su cuerpo — y, como siempre sucedía cuando recordaba a su amigo, un sentimiento espantoso de nostalgia se presentaba a él como una maldita enfermedad —. Y él es delicado, ¿entiendes eso? Debes tener cuidado al tratar con él.

—No me duele — mintió SeokJin cuando Namjoon vio las manchas moradas en sus brazos —. ¿Puedes prestarme un par de florines? Por favor.

—¿Tu padre volvió a no darte dinero? — aunque su rostro y voz grave denotaba la molestia que sentía, no hacia el mayor, sino hacia otra persona, le entregó unas monedas.

—No, pero ya no me alcanza... — murmuró, puesto a que ahora tenía una boca más que alimentar —. Nos vemos más tarde, debo apurarme, es peligroso que Koo esté solo tanto tiempo — con un abrazo, se despidió —. ¡Ve al establo cuando puedas, te haré de cenar! — dijo mientras empezaba a caminar al mercado.

—Llegué a odiar a Jungkook por un tiempo — admitió, lamentándose al instante al ver el rostro de aquel castaño entre sus memorias —. Y Jin me llegó a odiar por lo mismo.

—¡En tu maldita vida vuelvas a insinuar algo como eso, Namjoon Galli! — su cuerpo fue empujado con delicadeza, a pesar que esa no era la intención — Mucho menos se te ocurra pensar en aparecerte por aquí con tus estúpidos comentarios innecesarios, ¡nunca más!

—¡¿Realmente vas a seguir dejando que te trate así?! — le gritó de vuelta, tomándolo de sus hombros sin medir su fuerza e ignorando el quejido que salió de los labios contrarios — Mírate, nunca en mi vida te he visto tan lastimado, t-tan triste o desesperado, ¡todo es culpa de ese bastardo!

—Es mi vida, jodido hipócrita. ¡Deja de meterte en ella! — trató de alejarlo, golpeando el pecho con sus palmas y, nuevamente, odiando el cuerpo con el que nació — ¡Suéltame, maldición!

Namjoon lo dejó ir, pero inmediatamente recibió dos dedos hincando sus ojos que le hizo alejarse más.

Y hubiera recibido una cachetada, pero SeokJin ya empezaba a sentir un cansancio enorme.

—J-Jungkook tiene s-suficiente consigo mismo como para que tú, un completo desconocido, v-venga a reclamar en mi nombre algo sobre lo que no tienes una mísera idea — varias lágrimas bajaron de sus mejillas, tratando de regular su respiración —. Basta d-de creerte el dueño de mi vida. Eres un hipócrita, maldito e i-incompetente hipócrita, ¡me tienes harto!

El pelinegro lo sabía, sabía que él era todo lo que le decía, pero Jin es y siempre será una persona difícil de olvidar.

—Se está aprovechando de ti — volvió a afirmar lo mismo que le dijo a ese niño de mirada perdida —. Haces todo por él, ¿y así te paga? ¿Maltratandote? ¿Manchando tu cuerpo y–?

—¡Tú eres el que se está aprovechando de mí! — gritó, con el rostro y orejas enrojecidas — Ni siquiera debes estar aquí, elegiste tu lugar junto a tu esposa e hija, ¡vete con ellas y deja de hacer como que te importa cuánto dolor pueda aguantar!

—¡Sí me importa! ¡Siempre me ha importado!

—¡Si te importara, sabrías que tú me has lastimado tanto!

Namjoon abrió sus ojos en demasía, viendo al mayor tambalear un segundo ante su último grito. Intentó tocarlo y que se apoyara en su cuerpo, como antes lo habría hecho, pero Jin se encogió de hombros a la par que negaba con la cabeza.

—¿Por qué sigues sin ver que tú... eres el que más daño me hace? — preguntó en un susurro y el pelinegro habría preferido escuchar cualquier tipo de insultos en vez de eso — P-Prometí que te esperaría, pero... ¿Vale la pena esta espantosa espera mientras tú sigues sin cambiar?

—SeokJin–.

—No, n-no quiero volver a verte — su garganta dolió al decirlo —. No quiero que te acerques más a m-mí o a Jungkook, no cuando a-aún puedes lastimarnos.

—Jungkook es violento cuando entra en una crisis — Namjoon le hizo saber, Taehyung escuchaba atentamente —. Su respiración empieza a fallar y se siente desorientado. Olvida dónde está, quién es o quiénes se encuentran a su alrededor. Supongo que empieza a revivir su pasado porque se asusta, tiembla demasiado.

—Nunca lo he visto así — murmuró el castaño, dejando de lado el té que ya se enfrió —. Ha llorado conmigo y hemos discutido, pero nunca–, nunca algo como lo que me estás contando.

—Los primeros meses desde su llegada, Jin dormía con él y con un ojo abierto por si necesitaba de él — él también dejó en la mesa su taza, estaba llena —. Y sí, en varias ocasiones llegó a golpearlo, pero luego supe que las manchas en su piel también se debían a que... estaba empeorando.

Marcini tragó grueso, honestamente, él había conocido de nombre al maestro de su Noche, pues Rosé era la encargada de mantenerlo informado de lo que sucedía en el pueblo.

Pero las únicas palabras que se escuchaban sobre él era su estado de locura y el por qué los niños debían de huir si se atrevía a dar la cara por el mercado o la plaza.

—Eventualmente, le pedí perdón a ambos, pero era demasiado tarde. Jin murió unos meses después de habernos reconciliado por una pelea de hace mucho — por último, suspiró, no le gustaba hablar de esto —. Me aterra pensar en el pasado de Jungkook, mi corazón se rompió cuando m-me contó sobre su condena.

Taehyung vio a su mayor con los ojos lagrimosos, sorprendiéndole, pues Namjoon Galli siempre solía mostrar una fachada de hombre fuerte y verle así de vulnerable era tan extraño.

—Y yo lo traté tan... mal — cubrió sus ojos con sus palmas, totalmente frustrado consigo mismo —. Mierda, ¿qué me diría Jin si me ve a-ahora?

» Me hizo prometer que cuidaría de Jungkook — susurró, limpiando su nariz con su manga —. Y lo arruiné, lo arruiné. Estaría tan decepcionado de mí — se lamentó, pero ya de nada servía —. Siempre tuve mis sospechas sobre él y creí que le haría un favor si evitaba lo mismo que le trajo problemas a SeokJin.

—A él también le gustaban los hombres. — Afirmó y Namjoon dio un pequeño asentimiento. Cubrió su boca con su diestra.

—Tuvo problemas con su padre por lo mismo y también fui arrastrado con él. Me casé con Mar cuando nos acusaron de mantener una relación.

Taehyung abrió más sus ojos, sorprendido.

—No digo que la tuvimos, fuimos amigos, éramos como hermanos — rascó su nuca, un poco incómodo por hablar algo que ha callado por tanto tiempo —. P-Pero pasábamos mucho tiempo juntos y él... De alguna manera, debió haberse confundido y una cosa llegó a la otra hasta que mis padres leyeron que la capilla me había citado con una orden de condena, un matrimonio fue la salida más rápida que pensamos.

—Oh, mierda. ¿Cuándo? Es decir, ¿y a él no le hicieron nada?

—Recibió una reprimenda, nada más. Él era mayor, por lo que asumieron que la culpa era mía — Namjoon le vio serio y, con voz grave, advirtió —. Nuevamente seré hipócrita, pero de verdad espero por Dios que nadie los descubra. Porque lo más probable es que sea él quien lleve la peor parte de su castigo.

—Uhm, hablando de castigos... — aclaró su garganta para luego sacar el volante que le dio Yoongi en la mañana y lo dejó extendido en la mesa — Un amigo vio esto en la plaza pública.

El pelinegro frunció su ceño mientras leía, maldiciendo en susurros.

—Jungkook una vez me contó que tienes conexiones en la iglesia — Nam murmuró en leve , se supone que nadie debería saber eso, mientras se recuperaba de su llanto —. Q-Quería preguntarte si sabes sobre e-esto o qué puedes hacer al respecto.

—Ufficiali di Notte persiguiendo a Notte, hasta parece un chiste mal contado. — bufó —¿Él ya sabe de esto?

—Planeaba decírselo más tarde, iré al establo después de esto.

—Es la primera vez que escucho de ellos.

—Yoongi va a ayudarme a conseguir información, tiene conocidos por algunas ciudades de Italia, pero no sé cuánto tarde esto y debo de resolver unos asuntos importantes — dijo, refiriéndose al viaje que tenía planeado y su respuesta ante la propuesta de matrimonio con Irene, lo cual había olvidado — Tampoco sé cómo vaya a reaccionar Jungkook, no me parece justo que tenga que enfrentarse a esto después de todo lo que pasó en Roma.

—No se lo digas aún — pidió el mayor —. No ha de ser algo grave si aún no tengo conocimiento de dichos oficiales.

—¿Estás seguro? — porque él no lo estaba.

—La iglesia los protegerá — Taehyung le miró con el ceño fruncido, buscando la ironía en sus palabras —. Yo me aseguraré de ello, alguien allí me debe toda una vida de favores.

Favores no sería la palabra adecuada de usar, pero era más ético de decir en vez de que, prácticamente, él acudía a la extorsión por buenas causas.

—Aunque, creo que una opción más a esto es irse de Florencia — el castaño le miró, asustado —. No estoy seguro.

—Siento que debo decírselo.

—Hazlo, si te hace estar en paz contigo mismo. ¿Puedo quedarme con el volante? — el castaño asintió — Y, uh... Avísale a Notte que también ayudaré en esto.

—Jungkook no te tiene recelo o rencor, tío Nam — el nombrado suspiró, un par de palabras y ya podrían debilitarlo, se sentía patético —. Está dispuesto a convertirte en una parte de su hogar, la decisión está en sus manos.

Pero es difícil, por lo que sólo niega con la cabeza.

—No se preocupen, los protegeré desde aquí.

Porque la sombra del pasado es muy grande y él, tan pequeño.

—¿Dónde estabas?

Fue lo primer que escuchó cuando llegó al establo y Taehyung detuvo sus movimientos ante la delicada voz que preguntó.

Vio al pintor dormido con unas cuantas velas alrededor. Sin camisa y casi cayéndose porque solía dormir en la orilla de la cama, le fue inevitable no acercarse para darle un beso en la frente que lo despertó.

—En la tienda de Namjoon. — Respondió en susurros mientras se adentraba a las sábanas, con su ropa puesta porque hacía frío, mientras se escabulle al pecho del menor, quien emitió un murmullo que hizo vibrar su cuerpo.

—Te estaba esperando — le hizo saber junto a un casto beso en su cabeza —. Te extrañé.

—Nos vimos hoy en la mañana, mi Noche — el castaño soltó una leve risa cuando el contrario le jaló un poco su cabello —. ¿Esa es tu forma de declararme que me necesitas todo el día junto a ti?

—Ujum — murmuró el pintor, atrayendo más a su amante —. Pienso en ti siempre, deberías ser responsable y hacer algo al respecto.

—Oye, tú también hazte responsable de lo que causas en mí. ¿Acaso crees que puedo trabajar recordando tus besos?

—Oh, así que recuerdas mis besos — Taehyung asintió, levantando la cabeza para que sus labios queden a escasos centímetros de los otros —. ¿Qué más?

—Tus ojos, son brillantes — Notte sonrió a más no poder porque podía sentirse amado con esas palabras y en las manos del mayor acunando su rostro —. Me pierdo mucho en tu mirada y en lo que hemos hecho t-todas las noches y–, y... Ugh, me distraes mucho.

—No me arrepiento de nada.

—Dios mío, ¿seguro que eres el mismo hombre que encontré detrás de la iglesia? — el castaño estaba orgulloso, admiraba mucho a su menor. Trató de unir sus labios, pero Jungkook se lo impedía a ambos por una razón que le hacía estar en las nubes — ¿Puedes dejar de sonreír? Intento besarte.

—Lo siento, es que estoy muy feliz y enamorado.

Las mejillas de Taehyung se tiñeron de rojo, mismas que fueron besadas.

—N-No digas esas cosas así de la nada.

—Me siento muy libre en este momento, puedo decir lo que sea — suspiró con alivio —. Ah, de verdad nunca antes me he sentido así y no pienso dejar que me arrebaten esto.

Con un pequeño movimiento, ahora Jungkook fue el que quedó en el pecho de mayor, casi encima de él para acariciar su cintura y recibir mimos en su cabello, lo cual le hizo sonreír aún más. A ese paso, sus cachetes dolerán de tanta felicidad acumulada en su cuerpo.

—Tengo que contarte algo... — susurró con la voz amortiguada, Taehyung le miró, esperando a que siga hablando — Por la tarde, no encontré a Carina. Me asusté por unos segundos hasta que la vi detrás del cobertizo. Va a tener pollitos.

—Oh, va a ser una mamá gallina. ¿Cuánto alimento le queda? ¿Y a Stella?

—Un poco para ambas, se está acabando.

—Mañana compraré más — el pelinegro agradeció en voz baja con un poco de vergüenza, a veces olvidaba que su Día podía decir con facilidad lo que quería comprar mientras que él debía de rezar para que no muera de hambre, aunque últimamente no lo ha hecho y gracias al hombre que lo abraza —. Por cierto, no he visto si a ti te falta comida.

—Aún tengo, ahora que Hoseok no me visita seguido, ha durado más...

Suspiró, a él también lo extrañaba, puesto a que su ausencia se debía a que estaba ocupado con su padre en asuntos que no le quiso decir para no preocuparlo, pero había logrado el efecto contrario a lo que quería, estaba preocupado, y mucho.

—Igual debería comprar, supongo que podría venir aquí antes de cenar e irme después de desayunar.

—Me gusta cómo suena eso — admitió, aunque un miedo fantasma aún le perseguía, decidió ignorarlo —. Quiero vivir contigo.

Tae sonrió, triste y dijo: —Yo también lo deseo.

—Si fuera una mujer, ¿te casarías conmigo?

—Jungkook–. — El mayor frunció el ceño.

—Sólo digo... — se acurrucó más — Sé que no soy una mujer, pero si lo fuera, estaríamos casados.

—Si fueras una mujer, no nos hubiésemos conocido.

—Mejor contéstame, ¿es probable que ya estuviéramos casados?

Taehyung, con lágrimas amenazando con salir de sus ojos, asintió.

—Seríamos un matrimonio muy lindo, con una linda casa — siguió torturándose el menor —. Incluso creo que hasta tendríamos hijos, ¿has pensado en tener hijos? — preguntó, aunque no esperó una respuesta para volver a hablar — Mis padres no fueron los mejores al final de mi estadía en Roma, pero pude sentir su amor en mi niñez y parte de mi adolescencia, eso hizo que deseara formar mi propia familia hace muchos años.

—Jungkook...

—Quería tener una hija y ponerle de nombre Nicoletta, se me hace un nombre tan lindo.

—Mi Noche–.

—Tengo una fascinación con ponerle nombre a todo lo que no tenga, ya debes de saberlo por Carina, Carlo y Stella — el castaño le escuchó reír, pero también le escuchó sollozar —. Dante o Vincenzo si tenía un hijo. Claro, eso hasta que antes de caer en cuenta que me gustan los hombres.

—¿Por qué te haces esto? — sujetándole las mejillas, le obligó a mirarlo — ¿Por qué nos haces esto?

Y es que, últimamente, Jungkook ha buscado refugio en soñar despierto en aquello que anhela tener, lastimando a ambos.

—¿No quieres tener una familia conmigo? — Taehyung tragó grueso.

Pero el pintor admite que esto no es sólo un últimamente, porque lo ha hecho desde hace mucho y, el haberle contado la parte más oscura y temerosa de su pasado, sólo le ha traído recuerdos que quisiera incinerar.

—Sí quiero — contestó en susurros —. Dante es un lindo nombre también.

—Tengo que pensar en los nombres de los pollitos de Carina.

—Llamarlos pollito uno, pollito dos, pollito tres... Sería más fácil.

Kook le mordió el pecho como modo de regaño.

—Ahora, por eso, me ayudarás. Para mañana quiero una lista de posibles nombres y apodos.

El castaño asintió, sonriendo y suspirando, aún con un extraño sabor de melancolía, tristeza y alegría en el paladar.

Casarse con Jungkook, parecía una fantasía que sólo quedaría en eso. Un sueño, así como el hecho de encontrar un lugar donde pudieran ser felices juntos.

Pero, ¿realmente era así de difícil?

—Mi Noche — le llamó, después de unos minutos sumergidos en silencio —. Oye, no te duermas.

—Estoy despierto. — Pero su voz adormilada lo delataba.

—Si te dijera que hay un lugar en la tierra en la que podemos ser nosotros mismos... ¿Irías conmigo?

Jungkook alzó su cabeza con rapidez.

—¿Hablas del viaje a Grecia? — Taehyung vaciló su respuesta — Porque ya dije que iré contigo, sólo avísame cuándo para prepararme.

—El viaje puede tener varias paradas — el pelinegro se acomodó mejor para prestarle atención —. Si te dijera que existe un lugar sólo para personas como nosotros, ¿me creerías?

—¿Existe? ¿Dónde? ¿Desde cuándo?

—No sé mucho al respecto, pero podría preguntarle a Yoongi — el menor le miró con sorpresa —. Dice que funcionan como posadas y es una pequeña comunidad que se busca proteger mutuamente. Es amigo de la dueña de una de estas casas hogares y hoy se contactó con ella por otro inconveniente.

Decidió esperar para darle la noticia sobre los Oficiales de Noche. Las palabras de Namjoon rondaban por su cabeza, no la parte en la que huir es una opción para ellos – puesto a que está convencido que no puede abandonar Rocce por el momento –, sino cuando le mencionó la parte en la que él ayudaría.

Si todo sale bien, puede que incluso dichos oficiales sólo sean un dolor de cabeza sin importancia.

—¡¿De verdad?! — Jungkook exclamó, ilusionado que hasta logró sentarse en la cama de un solo salto. Taehyung asintió — ¿Tú crees que sea así? ¿Cómo supo sobre la posada? ¿Él también–

—Aún no sé cómo dio con ella, pero podríamos preguntarle — el pelinegro asintió, dando cortos y pequeños aplausos, su sed de ser libre se llenó con esas simples palabras. Además, su Día se las estaba diciendo, por lo que tenían mucha validez —. Además, es Yoongi. Puede ser lo que sea, menos un mentiroso.

—Bien, bien. Te creo, sí. ¿Cuándo nos vamos? ¿Está muy lejos?

—Uhm, ese es otro problema... — Marcini también tomó asiento, tomando las manos contrarias para evitar cualquier reacción violenta, estaba un poco paranoico —. La posada queda en Roma.

Notte creyó haber escuchado mal.

—¿Qué?

—En Roma, e-está en Roma — repitió —. Sé que todo esto está en los límites de la ciudad y escondida, muy escondida, debes de conocer a alguien de adentro de la comunidad para dar con ella.

Jungkook no supo qué responder. La sed volvió tan rápido como se fue.

—Mira, sólo es una posibilidad, no hay que hacer esa parada. Quería que vayamos por la costa este, ¿no querías ver la playa? — preguntó, haciendo como que nunca mencionó a Roma — Dijiste que te gustaría ir a la playa, podemos ir desde Pisa hasta Saturnia o Nápoles y luego al puerto de Bari que es donde tomé el barco hasta Grecia la anterior vez.

—¿Tú quieres ir a Roma?

—No es cuestión si quiero ir o no —suspiró —. He pensado en este viaje desde hace un tiempo porque quiero darnos un respiro de lo que nos atormenta, de las miradas y lo que pueda pasar. Sólo seríamos tú y yo, pisaremos lugares donde nunca hemos estado y, si alguien sospecha de nosotros, no importaría porque nunca más volveremos.

» Tú lo dijiste, tienes pensado estar conmigo lo que te reste de vida, así que tenemos toda una vida para poder seguir buscando nuestro lugar en el que podamos estar juntos — y, con esas palabras, pudo deshacer la mueca que se pasó en el rostro de su Noche, reemplazándola por una leve sonrisa —. Si no se puede en esta vida, lo haremos en la siguiente o en la siguiente hasta que podamos hacerlo.

—No creí que creyeras en la reencarnación.

—¿Tú no?

—No es algo en lo que pienso a menudo — Taehyung lo atrajo a un abrazo hasta que ambos volvieron a quedar recostados en la cama.

—Conocí sobre esta creencia cuando fui a Grecia, así que tampoco era algo en lo que pensaba a menudo, pero desde que tuve en claro mis sentimientos hacia ti, se ha convertido en una pequeña esperanza.

—Así que, en otra vida... — murmuró, pensándolo bien, tenía un poco de sentido — Entonces, Taehyung Marcini, esperaré tu propuesta de matrimonio en nuestra próxima vida.

—¿Uh? ¿Por qué yo? — Jungkook se encogió de hombros.

—Porque, en esta, yo te la habría pedido — el mayor volvió a quedarse sin habla —. En la otra, te tocará a ti.

Riéndose, se resignó y dijo: — De acuerdo, pero más te vale decir que sí.

No sabían cómo describirlo, pero la sensación de dolor y desilusión se sentía tan bien en sus pechos. Era un calor ardiente y agradable, a sabiendas que podrían hacer mucho por ellos mismos, pero las circunstancias no se lo permiten.

—Ah, ¿sí? ¿Por qué?

—Porque, en esta... — le arremedó — Yo te habría dicho que sí.

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