ventisei

Jungkook suspiró cuando se montó sobre Stella – o hizo el intento de por cuarta vez en la mañana –.

—Mierda.

Cerró sus ojos y apoyó su frente en la montura, escuchando un bufido por parte de la yegua.

—Lo sé, lo sé — susurró, mirándola —. Es que estoy nervioso.

¿Qué haría? Fácil, quería ir al mercado para comprar tela y agujas.

Desde que Jin murió, no volvió a coser. Ni siquiera pensó en hacerlo de nuevo, puesto a que dicha actividad se sentía tan íntima y sensible si de él se hablaba. Su maestro nunca compartió una de sus muchas pasiones con nadie, mucho menos con Namjoon y ahora sabe por qué.

Jin es como una llaga en su corazón que parece que nunca sanará, con gotas de limón cada tanto que le provoca más dolor con el pasar de los días, pero aun así, admite que es una punzada en sí que vale la pena el sufrimiento, le hace recordar que el mayor sigue vivo en su memoria.

Volver a ello será difícil. Y tiene miedo, no va a negarlo. Pero piensa que Jin estará orgulloso de él, como siempre lo estuvo.

—Bien. Uno, dos... ¡tres!

Sin pensarlo más de lo que ya lo había hecho, se subió encima de Stella y arrancaron con un trote suave por la carretera. El animal podía sentir la angustia de su dueño por la manera en la que jugaba con su cabello, lo enreda entre sus dedos y hace pequeñas trenzas para evitar escuchar las voces en su cabeza.

Jungkook alza su vista hacia el cielo, entrecerrando un poco sus ojos por el fuerte resplandor que recibe directamente, no puede verlo, mas sabe que el sol está allí, acompañándolo, recordando a Taehyung.

Desde que lo nombró su Día, no hay momento en el que no mire a aquella gran esfera de fuego cuando está en soledad, misma que antes aborrecía con toda su alma y ahora le da un cálido consuelo por la manera con la que está relacionada con su amante. De esa manera, le da confort imaginar al castaño con su apoyo tal río pacífico que fluye entre sus pensamientos para calmarse a sí mismo.

El camino al pueblo fue más corto como de costumbre o así lo sintió, de inmediato percibió miradas extrañas en su cuerpo y no supo identificar por qué, en vez de pensar más de la cuenta en ello, se dispuso a hacer lo que quería desde un principio con la mirada gacha.

No sin antes aflojar el nudo de su velo, estaba empezando a asfixiarse.

Hace algunas semanas que no iba a Rocce, puesto a que Namjoon ni siquiera quiere verle y Taehyung y Hoseok van a su establo cuando pasan juntos. No tiene necesidad de convivir con más personas.

Fue hasta la tienda donde Jin compraba sus materiales, encontrarla no fue difícil, estaba una calle principal para ir al mercado. Una vez allí, bajó de Stella y dejó amarrada su cuerda donde pudo, intentando no estorbar a nadie, y entró al lugar después de darle una caricia en su cabeza.

Suspiró.

—Bien... — murmuró, pasando por las telas expuestas, viendo sus colores y texturas.

Suspiró de nuevo.

Se sintió un poco nervioso, allí la mayoría eran mujeres y él, aunque intentara esconderse o pasar desapercibido, no lo iba a lograr. Ahora le da curiosidad saber cómo Jin siempre tuvo un gran repertorio de materiales y nadie nunca le llamó la atención.

Detuvo su andar cuando vio algo que le llamó la atención.

—¿Le gusta? — preguntó una mujer a su lado, claramente mayor que él.

—El color es lindo.

—El rojo y el morado son muy usados por mujeres de la alta sociedad — la señora sonrió, invitándolo a tocar las telas frente a él —. Estas son de un material más barato a lo que ellas usan, pero su calidad sigue siendo buena. ¿Son para su esposa, jovencito?

Jungkook negó de inmediato y susurró, con un poco de temor: —Son para mí.

La verdad, aún no sabe qué es lo que hará con la tela, pero su enfoque está en el viaje a Roma.

Aún no está seguro sobre lo que hará allí, su precipitada decisión va desglosando pros y contras en tal aventura, pero la sed de ver a todos los que le hicieron sufrir llorar sangre es más que él mismo y no puede competir contra eso. Al menos, si no ejecuta una venganza que todavía no planea, necesita buscar respuestas que le han atormentado desde hace mucho.

No le parece justo todo lo que él ha sufrido si ve que los demás ni siquiera se arrepienten de sus actos.

—Oh, entonces creo que otro color te favorecerá.

—No, así está bien.

El rojo es el color favorito de Taehyung, puede que le haga algo también. Vaya, vestir a Taehyung. No cree poder hacerlo porque lo más seguro es que se distraerá, así como ha pasado con su retrato.

—Abuela, la señora Marino está buscando su pedido de pedrería y... — una joven se les acercó y calló abruptamente al verle, lo notó —. Abuela, te dije que no hables con los clientes.

—Niña irrespetuosa, esta es mi tienda y trabajaré aquí hasta que me muera.

—Ve con la señora Marino, mamá les va a servir té — la señora, un poco refunfuñando, accedió a irse, dejándolo con la nueva desconocida —. ¿Necesita algo?

—Quiero cinco metros de esta tela roja, por favor.

—Es usted Notte, ¿verdad? — él asintió, un poco confundido — Amigo... del señor Marcini.

—Supongo que sí.

—Bien, vaya al mostrador. En un momento le daré su pedido.

Sin más, Jungkook caminó hasta donde se le indicó y aprovechó en observar varias piedras preciosas – o imitaciones de –, eran realmente lindas, pero ya no le alcanzaba el dinero para comprarlas y utilizarlas.

Maldijo en voz baja cuando recordó que debe de comprar más comida para Hoseok y sí mismo. No quería que Taehyung lo hiciera, realmente le daba mucha vergüenza.

Cuando se dio cuenta que pasaron varios minutos desde que la chica lo atendió y empezó a divagar con las piedras, alzó su cabeza y el frío recorrió por toda su espalda, delineando cada una de sus cicatrices que se sentían tan vivas como el momento en el que se las hicieron.

Un aviso.

Un aviso con su nombre, sus ojos retratados y una etiqueta que odiará hasta el fin de sus días.

Notte. Sodomita.

Y de pronto, a sus espaldas, entraron con rapidez varios gendarmes en busca de su captura.

Mientras tanto, dos hombres se encontraban hablando con mucha concentración en el despacho de cierto viticultor.

—Cinnia no puede dejar el bar, pero en su lugar irá Milán. Y Taehyung, por favor, cuiden lo que dicen o hacen, al menos los primeros días. Milán es muy perfeccionista y es quien se encarga de la cocina, no digan nada fuera de lugar si no quieren quedarse sin cenar y posada, porque aunque ella no sea capaz de echarlos, Cinnia lo hará. Bien, junto a Milán iremos primero a Salice para ver a otro collettore, Adriano, y después llegaremos a Stigma si no se presenta ningún inconveniente.

—¿Cuándo sé que debo de cuidar lo que diga?

—Cuando seas ignorante en un tema — Yoongi suspiró —. Escucha. En Stigma no solo hay hombres que les gustan los hombres ni mujeres que les gustan las mujeres. Hay mucho más. Así que, primero aprende y luego hablas.

—De acuerdo.

—Prosigo. La comunidad se basa en equidad e igualdad, pero hay varios puestos importantes, por llamarlos de alguna manera, para que todo esté en orden y cuidar la seguridad de todos.

El pelinegro tomó un lápiz y escribió varias cosas en una hoja de papel que tenía en la mano, para que a su amigo no se le olvidaran.

—Primero están los líderes. Son siete en total y cada uno está a cargo de sus propias pequeñas comunidades, las otras seis están esparcidas por Italia y solo ellos conocen el paradero de las otras. Cinnia es la que lidera Stigma, Milán le ayuda con lo que pueda, pero al ser su esposa, muchos la consideran co-líder.

—Espera, ¿esposa? Pensé que no nos podíamos casar así.

—No se puede, aún. Es lo que siempre dicen, hacen sus propias ceremonias. Son divertidas, ya he estado en varias.

Vaya.

Entonces... ¿Su sueño podrá hacerse realidad en Stigma? Parece estar escuchando sobre la tierra prometida.

—Después va el consiliare, trabajo de una sola persona donde le dice a Cinnia cualquier petición o problema que Stigma tenga — Yoongi siguió hablando —. Uhm, están los informatore. Que, como su nombre lo indica, son quienes se encargan de informar cualquier situación que ponga en peligro a la comunidad, usualmente son los que más pasan viajando y hay diferentes categorías de ellos, yo estoy en la más alta por mi recorrido por Italia, pero no aporto mucho a Stigma porque no soy bueno con obtener información, solo doy avisos.

—Eso no lo sabía.

—Se supone que es secreto, no le digas a Cinnia que te dije.

Taehyung rio, asintiendo. Su amigo tenía la boca floja.

—También están los collettore como Milán que se encargan de la entrada y salida de personas de la comunidad, aunque no hay mucho movimiento en ese campo. Ya no creo que haya algo más importante que aclarar. Cada uno tiene su puesto de trabajo aparte de éstos, a excepción de varios colletore porque no pasan mucho tiempo en la posada.

—No lo tomes a mal, pero a veces sentí que hablabas de una mafia...

—Somos una especie de mafia para la iglesia. Ah, otra cosa más. Si se van a quedar más tiempo de lo planeado, deben empezar con labor comunitaria, no pueden solo estar allí sin hacer nada.

—Entiendo, aún no sé cuánto estaremos allí — admitió el menor —. Pensé en establecernos dos o tres semanas, pero ahora... Quiero ir y no volver.

—¿Por qué no lo haces?

—Mi familia...

—Tus hermanas apoyan tus decisiones y no te van a detener si te vas, es más, se alegrarán con saber que ustedes están felices. No te debes preocupar de la comunicación, como no eres fugitivo como tal no hay por qué esconderte. Solo di que te quedaste en Roma por una excusa y listo.

—A veces no sé si eres un buen mentiroso por supervivencia o gusto.

Yoongi se encogió de hombros, comiendo más de su arroz crudo.

—Veo soluciones rápidas a problemas, es todo.

—No solo es por mis hermanas, mi madre también — el pelinegro volteó los ojos, que nombren a esa mujer le da jaqueca —. No la odio como para abandonarla sin más. La amo, de verdad, y sé que me ama también. Debo ser un buen hijo.

—Pero te odias lo suficiente como para seguir pensando en los demás en vez de pensar en ti — dijo Cetti, obteniendo un ceño fruncido —. Taehyung, ¿no quieres quedarte en Stigma porque tu madre lo impide o porque tú mismo lo impides?

—Yo no me impido nada, sé lo que hago.

—Parece que solo pones excusas a lo que realmente quieres.

—No lo hago. Mejor decidamos el día de partida, estuve pensando en salir el primer día del onceavo mes.

—¿Vas a esperar hasta el onceavo mes? Pensé que querrías irte la próxima semana.

—Creo que Jungkook quiere organizar varias cosas antes de ir, necesita tiempo. También parece que quiere visitar a su hermana, pero aún no sabe cómo.

—¿No sabe dónde está? Los collettore también buscan a personas, pueden pedirles ayuda.

—No, no. No es eso. Él sabe que está en Roma, o así era hasta que se fue de allí — Yoongi frunció su ceño sin entender —. Jungkook es romano, la iglesia lo condenó, escapó y huyó hasta aquí, Rocce.

—Aun así, ¿quiere volver? — Taehyung asintió — Es extraño, ¿por qué lo condenaron? ¿Herejía?

—Sodomía.

—He escuchado sobre la condena a los sodomitas en Roma, pero nunca de uno que logró escapar. Y él... solo te lo dijo, ¿y tú le creíste? ¿Así sin más? — Taehyung asintió con naturalidad — Bien, tengo que averiguar más de él, hay que ser cuidadosos.

—Solo es Jungkook.

—No, es un sodomita condenado.

Al castaño no le agradó escuchar eso. Solo era Jungkook, quien le enseñó sobre el amor, pinta y no sabe escribir.

—Si escapó significa que su condena nunca se cumplió y sigue vigente. Puede que lo estén buscando, puede que no, sigue siendo riesgoso. ¿Por qué no me dijiste esto desde un inicio? ¿Qué parte de proteger a la comunidad es lo primordial no entendiste?

—Jungkook es parte de esa comunidad.

—De Stigma no.

—Yoongi, ayúdanos, por favor — suplicó Marcini —. No te había dicho nada porque es un asunto de él que no me corresponde revelar. Lo dije ahora porque creí ya me di cuenta que es importante, lo siento.

—No dije que no los iba a ayudar, pero esto presenta un problema. No lo vayas a mencionar con nadie más — el mayor suspiró —. ¿Hace cuánto pasó esto?

—Diez años, quizás.

—Eso es una buena señal. Si no lo han encontrado hasta ahora, puede ser que no lo están buscando y solo estoy siendo paranoico. Roma es un poco... despiadada con cualquier cosa que esté en contra de las escrituras bíblicas, sobre todo con esta nueva influencia de la ola de poder sin nombre de la iglesia católica.

—Si es así, ¿por qué Stigma está ubicada cerca de allí?

—Sería igual si estuviera ubicada en otro lugar. Mira Florencia, ahora aparecieron los Oficiales de la Noche, estupideces. Cada día siento que vendrá otro católico a jodernos a todos solo porque su librito mal escrito lo dice.

—Jungkook suele decir que estamos en un mal momento en el tiempo, tal vez... Después de algunos años, va a ser diferente — Yoongi se encogió de hombros, él también esperaba que así sea —. Sabes mucho del tema.

—Cinnia es una gran amiga y me ayudó cuando lo necesité. Al principio quería que yo tomase el puesto de líder si es que a ella le llega a pasar algo, pero no creo que me de el tiempo — Taehyung frunció su ceño —. Fui testigo del amor que le tiene a su esposa, estuve en su boda. Es una gran mujer, se merece todo lo bueno del mundo.

—Vaya, ahora tengo deseos de casarme, ¿también serás mi testigo?

Cetti asintió, sonriendo, pero la comisura de sus labios fue decayendo

—Taehyung, voy a ser honesto contigo desde ahora porque eres mi hermano, ¿bien? — el nombrado asintió — Sabes que ambos están en constante peligro, ¿verdad?

—Lo sé, Yoon. No soy tan tonto como para no haberme dado cuenta.

—Me alegro. Porque quiero que sepas que, si algo les llega a pasar como pareja, siempre buscaré primero tu bienestar — el castaño frunció su ceño —. Reitero que no estoy diciendo que no los voy a ayudar, solo quiero que sepas que tú serás mi prioridad y elegiré salvarte antes que a él. Jungkook me agrada, no sé si me considera su amigo o familia, pero no es más importante que tú.

—No lo acepto.

—No te estoy preguntando si lo aceptas o no, te estoy avisando.

—Yoongi...

—¡Señor Marcini!

La puerta del despacho fue golpeada por pequeños golpes fuertes junto a la voz asustada de Jieun. Ambos hombres, sobresaltados, fueron rápidamente a abrirla. Frente a ellos, la joven sostenía su barriga con varios meses de embarazo, mientras jadeaba con fuerza y el sudor bajaba por su frente, traía su uniforme sucio.

—Jieun, ¿qué sucede? ¿Estás bien? Pasa, por favor. Ven.

Taehyung la sostuvo de su brazo derecho para guiarla al sofá, Yoongi salió al pasillo en busca de otra sirvienta para pedir agua y un pequeño bocadillo.

—Respira, le puede hacer mal a tu bebé.

—Mi bebé no importa, señor Marcini — respondió la menor cuando recuperó el aliento —. Estaba... Estaba en el mercado, la señora Fiorella me mandó a comprar algo que ya no recuerdo. ¡Los gendarmes llevaron a Notte a la iglesia y no han salido a dar explicaciones!

Gendarmes. Noche. Iglesia.

—¡¿Qué?! — exclamó el pelinegro, Taehyung se quedó petrificado.

—Me asusté cuando escuché gritos y me aterroricé cuando vi a Notte... Señor Marcini, debe de ir a verlo, lo estaban arrastrando en el suelo por su cabello. — Jieun soltó un par de lágrimas que había retenido durante su trayecto del mercado a la residencia Marcini, una distancia no muy corta para una mujer embarazada.

Notte... Iglesia.

—D-Decían cosas horribles sobre... ustedes.

Notte. Notte y Él. Noche y Día.

—El pueblo está confundido e indignado, dijeron que Notte estaba comprando telas y los gendarmes llegaron de la nada, ¡simplemente se lo llevaron!

Amor. Iglesia.

—¡Señor Marcini, debe ir a por él!

Amor.

—¿Taehyung? — susurró Yoongi, acariciando su hombro y sobresaltándose al instante en el que volvió a tener los pies sobre la tierra.

—Tranquila, tranquila. Iré ahora mismo, quédate aquí mientras tanto y gracias por avisarme — dijo el castaño, un poco pálido y con mucho terror —. Yoon, cuídala.

—¿Qué? — exclamó Cetti, viendo que en un abrir y cerrar los ojos su amigo desapareció por la puerta — Discúlpame, enviaré a alguien. ¡Taehyung, espérame!

Amor. Iglesia. Noche. Día. Eclipse.

—¡Traigan mi caballo!

—¡Taehyung, por el amor a Dios! — con un poco de dificultad, el pelinegro logró alcanzar al menor, nunca tuvo como fuerte correr, por esas razones es que siempre acaba emboscado en caminos desolados — No seas impulsivo, primero hay que pensar las cosas con claridad.

—¡¿Qué claridad?! Yoongi, no puedo dejar que Jungkook sufra más.

—Mierda, ¡pero no puedes presentarte en la iglesia como si nada! — Marcini exhaló con fuerza al término de las escaleras, con fuertes deseos de llorar — Escucha, si Jungkook fue capturado por su relación, ¿qué te hace pensar que no lo harán contigo también? O, ¿qué si también buscan apresarte?

—No puedo quedarme con los brazos cruzados — siguiendo su paso, caminó por los pasillos de la residencia hasta llegar con Raggio y la mueca de preocupación de todos los sirvientes —. Jungkook es mi vida.

—Y tú eres la mía, yo tampoco puedo quedarme de brazos cruzados.

Taehyung le miró, el miedo recorriendo cada parte de su cuerpo mientras escuchaba el bufido del caballo. Intercalaba su mirada entre el mayor y la salida a la residencia, era víctima de ojos acusadores que parecían juzgar hasta su forma de respirar, a la espera de cualquier movimiento en falso para señalar.

¿Así debió sentirse su amada Noche?

Él siempre ha creído que es una persona muy empática, pero la verdad es que no lo es mucho. Siente lástima, tristeza y pena por eventos desafortunados de otras personas, la empatía no es una sensación muy familiar, por mucho creyó que aquello lo hacía débil.

Pero fue diferente cuando conoció a Jungkook.

Las cicatrices en sus manos las sintió como propias. Puede sentir el látigo con el que lo golpearon en su espalda en la propia. Sus brazos pesan por haber sostenido durante horas la biblia y santas escrituras. La humillación la ha vivido mediante pesadillas y el abandono de sus padres más en carne propia.

No es solo que su cuerpo duela. Su corazón también lo hace. Y no sabe cuál es más doloroso.

—Lo siento. — susurró, de inmediato montando su caballo.

—¡Taehyung! — Yoongi gritó, pero él ya se encontraba galopando en busca de su amor.

El desespero, la angustia y el terror provocaron una laguna mental en Taehyung, pues cuando se dio cuenta, ya estaba frente a la iglesia.

Y no lo dejaban pasar.

—Mira, inútil — Yoongi casi escupe en el rostro de los gendarmes que les prohibía la entrada —. Déjanos pasar, cualquiera puede entrar a la iglesia.

El hombre frente a él no contestó, ni siquiera lo miró.

Varias personas se estaban reuniendo a su alrededor, algunos para también exigir que a los dos se les permita pasar, otros solo a juzgar con miradas y palabras que no logra captar y unos cuantos a mirar lo que sucede.

Pero Taehyung no escuchaba ni sentía aún lo que estaba pasando, en el trayecto de su casa hasta la iglesia cayó en cuento lo que realmente estaba sucediendo.

—¡Taehyung! — gritaron en su rostro, Yoongi también estaba preocupado — Taehyung, reacciona.

—¿Qué? — susurró — Necesito entrar...

—Lo sé, pero ellos no nos dejarán y aún hay luz del día y muchas personas como para intentar entrar a fuerzas.

El castaño, con la respiración errática y escuchando el latir de su corazón, volvió a mirar la edificación.

—Tengo que hablar con Namjoon, él es el único quien puede ayudarnos.

—¿El tío Galli? — Tae asintió, empezando su paso en medio de la multitud con su amigo siguiéndolo — ¿Qué tiene él que pueda ser de ayuda?

—Tenía a alguien muy importante. Alguien que pensó en muchos escenarios como estos y se preparó para cuando llegaran.

—¡Devuélvanme a mi yegua! — exclamó Jungkook con todo el miedo y dolor que sentía en el cuerpo — ¡¿Quién te crees que eres, maldito idiota?!

—¡¿Tú quién te crees que eres para exigir, enfermo sodomita?! — el gendarme que cuidaba su celda le respondió de vuelta, junto a un asqueroso escupitajo — Mejor cierra la boca antes que te coloquen en una estaca desde tu trasero, aunque no creo que te moleste, ustedes disfrutan esas barbaridades. Me repugnan.

El pintor gritó de frustración, sus manos estaban encadenadas a la pared, su velo fue arrancado con fuerza ni bien ese grupo de hombres inútiles lo interceptaron en la tienda de telas y su cuerpo dolía por haber sido arrastrado desde el mercado hasta la iglesia.

Le habían arrebatado a Stella, el animal pateó a otro hombre cuando se la llevaron al ver que su dueño estaba gritando totalmente histérico. Las voces distorsionadas en su cabeza le dieron una jaqueca y le molesta más aún no saber el por qué de las acciones de los demás.

Aunque es predecible la causa, el dejavu es escalofriante.

—¡No hice nada! ¡No pueden encerrarme aquí porque sí!

El guardia lo ignoró mientras iba a ver a otros reclusos, no eran muchos, pero la mayoría eran ancianos que parecían solo esperar la muerte tal cura para su desgracia y él no quiere lo mismo. El dolor se convierte en ira y Jungkook ya tuvo mucho de eso.

Quiere llorar, pero quiere más golpear a diestra y siniestra.

—¿Qué van a hacerme? — preguntó, más calmado, al hombre frente a él, quien volvió a vigilarlo como le fue ordenado.

—Lo que merecen pseudo hombres como tú.

—Quiero ver al padre Conte.

—Por supuesto que lo verás, después de haber declarado tu castigo. O condena, como quieras llamarle.

Suspiró.

Estaba muriendo de miedo, no va a negarlo, era muy evidente si te fijabas en cómo temblaban sus piernas aún si estaba arrodillado. El calor de las celdas, guardias a su alrededor y golpes en su rostro no hacían más que enviarlo hasta las peores pesadillas que enterró hasta hace poco, mas no quiere recaer en un bucle de miseria como la última vez, ahora tiene a personas en quién pensar.

Tiene a Taehyung y le aterra más lo que le vayan a hacer a él, a él quien no necesita saber las consecuencias de su amor.

Es tan lamentable pertenecer a un día oscuro cuando las personas le temen a lo desconocido.

—André — llamaron al inicio del pasillo de las celdas, otro guardia se asomó por la puerta —. Lleva al sodomita a la sala de confesión, lo esperan.

—Llegó tu hora, condenado.

Sus muñecas quedaron libres cuando André quitó las cadenas con las que lo habían atado, ni siquiera pudo pensar en hacer algún movimiento cuando el nuevo gendarme que dio el aviso le estaba apuntando con un arma de fuego, lo cual le hizo sudar frío, solo había visto una en su vida y fue manos de Jimin.

Maldijo que todo le remonte a esos episodios catastróficos de su vida.

—Camina, sodomita — ordenó André, por molestia pura, detuvo su andar —. ¿Estás siendo altanero a estas alturas? Tu vida ya acabó, el infierno te espera, mujercita.

Con más enojo, le escupió en la cara, recibiendo de inmediato un golpe a puño cerrado en su pómulo derecho que lo hizo tambalearse.

—¡Muévete!

Nuevamente, fue tomado de su cabellera para ir con rapidez a la sala de confesiones, tenía que inclinarse para que no sea arrastrado mientras que varias personas – miembros de la iglesia, claro está – lo veían con indiferencia. Nada nuevo en ellos.

Cuando llegó a su destino, le fue inevitable no desearle la muerte al hombre frente a él.

—Te recomiendo no ser altanero con quienes estamos aquí, que somos hijos de Dios.

—Claro, ¿y yo no? — respondió, intentando levantarse y fallando en el intento — Ustedes no deciden quiénes son hijos de Dios.

—Todos lo somos, pero nosotros vamos por buen camino — dijo el Padre Conte, revisando unos papeles que tenía a sus manos —. Llegaste a Rocce de la nada y te estableciste con SeokJin Parisi, ¿es así?

Jungkook se quedó callado.

—Veamos... Parisi murió un par de años después de tu llegada por su edad.

—No fue por su edad. Enfermó, ¡y nadie de este maldito pueblo quiso atenderlo!

—¡No maldigas en la casa de Dios! — exclamó el mayor, azotando la mesa con su palma — Igual a ese enfermo... Parisi desde hace mucho tenía entrada directa al infierno, no había mucho que hacer por él.

—Eso es mentira, pudo haber vivido más.

—¿De dónde eres? ¿Por qué llegaste a Florencia?

Nuevamente, silencio.

—¿Quién te hizo esas cicatrices?

El pintor bufó y dijo: —Unos de ustedes.

—Te las debiste merecer, entonces — Jungkook volteó sus ojos, hastiado —. ¿Es verdad que practicas sodomía con el señor Marcini?

Este fue el peligro inminente que los ha estado acechando.

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