ventiquattro

Jungkook no quiere perdón, quiere venganza.

Al ver su rostro y cuerpo marcado, es inevitable.

Frente a él, un espejo – que estuvo guardado un tiempo en el cobertizo – yace a un lado del lienzo que está utilizando, puesto a que se animó a hacer un cuadro de él y Taehyung juntos, sonriendo como si fueran una pareja libre y que no se esconde, como si todo estuviera bien.

Evidentemente, necesita ver su rostro para poder pintarlo, pero ha pasado mucho desde que vio su reflejo que hasta olvidó la manera en la que su piel estaba manchada, sin oportunidad a que vuelva a ser la misma.

Y es injusto.

No es justo el cómo ha tenido que sufrir por ideales de otros, tampoco por aprovechar las posiciones de poder para abusar de su persona. Antes, sí se hubiera conformado con un sencillo perdón, perdón de sus padres, de los miembros de la iglesia, hasta de Jimin, pero ahora eso no parece importante. Un par de palabras no podrán borrar todo lo que han causado.

Quiere ver sus rostros contraerse del mismo dolor que le causaron, que sean rehenes de sus propios pensamientos como él lo sigue siendo a la actualidad, anhela tanto torturarlos hasta que ellos mismos deseen la muerte como única salvación y que se retuerzan al suplicar por ella cuando no se les sea concedida.

Sabe que su ética es cuestionable al pensar de esa manera, pero el daño debería de pagarse de la misma forma en la que se infringe. Sin excepciones.

Porque no cree en excusas, tampoco en justificaciones. Sólo quiere devolver todo lo que le han hecho.

Y la posibilidad de intentarlo se presentó cuando Taehyung le propuso ir a aquella posada en Roma.

La idea se descarta tan rápido como viene.

Aunque aceptara ir, no podría porque toda la ciudad lo conoce. Claro, porque no bastó con humillarlo frente a sus padres y la familia D'Luca, sino que tuvieron que exponerlo como un maldito sodomita frente a toda la ciudad al momento que leyeron su condena a la hoguera. Sólo pensarlo le da escalofríos.

Se supone que Jungkook Rossi está muerto allá, sufriendo en el infierno donde dicen que pertenecen. Sería una completa insensatez presentarse allí como si nada hubiera pasado porque, aunque duela aceptarlo, no podría hacer mucho de nuevo contra las órdenes de la iglesia.

A menos que...

—Qué estupideces estoy pensando. — Murmuró, sacudiendo su cabeza para seguir con su tarea.

Embarra un par de dedos en pintura amarilla y café de su paleta para pintar el cabello del mayor, pero sus ojos se desvían cada tanto a su figura dibujada.

Duda mucho en volver a tomar el carboncillo para hacerle algunos arreglos, sin embargo, lo hace.

El lápiz se mancha, aunque eso no amerita su atención por el momento – después sí, porque va a renegar el hecho de que, al tomarlo, la textura de la pintura seca se sienta extraña en sus manos – y empieza a remarcar más sus ojos, haciéndolos más pequeños.

Sigue con sus hombros, escondiéndose más entre su ropa para hacerle una contextura más delgada y fina. Con su mano derecha, agarra gotas del color vino para esparcirla en los labios que volvió a hacer, dejándolo un poco desordenado. De igual manera, perfiló más sus cejas.

Su cabello, que en un inicio estaba recogido en una coleta baja, lo hizo como si estuviera suelto y más ondulado, como los leves rizos que Yoongi tiene.

Por último, cambió la camisa de lino que llevaba por un lindo vestido de mangas largas y adornos no muy detallados.

—Mierda.

¿Qué diablos estaba pasando por su cabeza?

—Definitivamente, voy a volverme loco.

Se dio media vuelta para tomar entre sus manos el cuenco con agua, que usa para lavar sus pinceles, y, antes de echárselo al lienzo, vuelve a pensar con mucho cuidado.

¿Es una idiotez o una oportunidad? ¿Demasiado arriesgado o demasiado astuto? ¿Qué tan coherente es tener la idea de presentarse en Roma como una mujer, sólo para hacer sufrir a quienes le hicieron sufrir?

Ahora tenía un nuevo dilema.

Taehyung estaba en una situación... extraña.

La mañana era fresca, el cielo mantenía un agradable resplandor y un par de aves cantaban a su alrededor. El jardín de la residencia Marcini se ve radiante, sus hojas bien cuidadas y brillosas evidencian el arduo trabajo de quienes se encargan de ellas, al igual que las flores que florecen de poco a poco.

Era un paisaje perfecto para descansar al aire libre, así como lo hacía la hija menor de la familia, Rosé, quien a su vez comía fruta picada y jugo de naranja.

Ah, también viendo a su hermano trabajar.

Quien maldice cuando hace el amago de caerse del árbol en el que está trepando.

—Ten cuidado. — Dice la menor, escondiendo su sonrisa y acompañando a los sirvientes que se encuentran alrededor a aguantar la risa.

—Ten cuidado... — Arremedo con voz chillona, quitando el sudor de su frente mientras seguía buscando una rama firme para sujetar el columpio que él mismo hizo.

El día transcurría de manera tranquila, al igual que el desayuno y almuerzo después de haber pasado toda la noche junto a Jungkook. Fue hasta el viñedo que está en Florencia y acababa de regresar a casa cuando una castaña con mucha ilusión le pedía hacer un columpio para ella.

Un maldito columpio.

—¿Qué? — Al principio, no entendió a lo que se refería su hermana.

—La madera que se cuelga de un árbol por dos cuerdas y se balancea de adelante hacia atrás.

—¿Un columpio?

—¡Sí, eso! — exclamó, para hacer que el alma se le vaya del cuerpo al decir lo siguiente —¡Como lo que tiene Notte en su establo!

Aunque no lo creía del todo, mencionó que en el pueblo todos hablan de la cosa extraña que Notte tiene en el árbol cerca de donde vive, puesto a que un hombre que pasó por la carretera que conecta Rocce con varios pueblos y vio la tabla de madera colgada. Y, cuando quiso preguntarle al pintor al respecto, él lo ignoró.

Después, lo más lógico que pensó en hacer fue ir a preguntar al pueblo al respecto, aunque no muchos tenían conocimiento del columpio.

Las habladurías llegaron a los oídos de la castaña cuando regresaba de visitar a su hermana. Rápidamente, dedujo que el mayor tenía algo que ver y él terminó por confirmarle que era así, terminando así por reclamarle que ella también quería tener uno igual y hecho por su hermano porque se escuchaba divertido.

Y Taehyung... Bueno, complacer un capricho como este no le hacía daño.

—¡Ay!

No mucho.

—¿Estás bien? — preguntó Rosé, más alarmada y yendo hasta su hermano.

—Me duele la espalda.

—Es la edad. — Se encogió de hombros.

El castaño optó por bufar y terminó por hacer el último nudo en las cuerdas. Podría haber usado una escalera, pero las ramas de ese árbol se veían tan frágiles que temían a que el Marcini se cayera con todo y escalera cuando haya apoyado todo su peso en ellas. Por lo que, no le tocó otra que ir tanteando a la suerte una buena rama hasta que la encontró y se posó sobre ella, alejada del tronco para evitar posibles accidentes.

—Bien, ahora baja.

Él negó con su cabeza, aferrándose más a la rama.

—Dame un descanso — suspiró —. ¡¿Desde cuándo es tan difícil trepar un árbol?! — preguntó, y eso que él solía hacerlo mucho desde niño.

En realidad, actividades como esas las hizo a menudo con toda su familia hace algunos años.

Vio hacia el suelo, Rosé le miraba, expectante y preocupada. Su padre debería estar riéndose por haber estado haciendo una travesura de la cual ya no sabía escapar mientras que Francesca iba corriendo con su madre, pidiéndole ayuda y para que le mirara con regaño.

Bueno, Rosé seguía allí y pudo ver a Fiorella minutos antes mirarle con desaprobación, así que la nostalgia de sus recuerdos no era tan grande, solo un poco notoria.

—¿Vas a bajar o no?

—Espera un segundo — exclamó, de pronto, el suelo parecía estar más lejos de su cuerpo —. ¡No sé bajar!

—¡Así como subiste!

—¡No puedo!

De a poco, varias jardineras rodearon el árbol y el rostro de Taehyung no pudo estar más rojo de la vergüenza, por lo que se escondió entre sus brazos. Mierda, su espalda y brazos dolían, a su edad ya no debería estar haciendo esas cosas, pero no podía negarse a los brillantes ojos de su hermana.

La situación era una rara mezcla de reacciones entre la servidumbre. Divertida porque todos estaban buscando maneras de que el señor Marcini logre bajar sin hacerse daño. Pena ajena por la manera en la que éste se abrazaba a la rama como si su vida dependiera de ello. Y con una pizca de ternura porque han estado presenciando la interacción de ambos hermanos y cómo parecía ser lo que necesitaban, tras unas semanas llenas de tensión y desacuerdos.

Mientras tanto, un pintor con un bolso a la mano llegaba en encima de su yegua a la residencia Marcini, donde saludó a los guardias que estaban en la entrada con un asentimiento de cabeza y dejaba a Stella en manos del mozo de cuadra, tras permitirle el paso sin mucho cuestionamiento.

Después de todo, su estadía allí estaba siendo más y más normal para los empleados, quienes no hablaban al respecto de lo evidente que pasaba con aquella familia y el único hombre de la misma, ya sea por miedo a que sus puestos de trabajo se vean afectado, por respeto a su superior o por el mero hecho de ignorar asuntos que no les incumben, aunque éstos últimos eran muy pocos.

Caminó por el sendero de tierra del jardín delante con la mirada puesta en el techo, habían pasado varios días desde que la descabellada idea de ir hasta Roma, vestido a cómo una mujer lo haría, se le atravesó por la cabeza.

Le dio muchas vueltas al asunto, en realidad, hasta le fue difícil hablar con Taehyung sin soltar esta opción para el viaje, puesto a que también se le había ocurrido ir con su vestido favorito por otras ciudades, al menos, por el día para poder actuar con más libertad y visitar en un mañana de nuevo estos sitios. Por la noche, podrían escabullirse por las calles con su habitual vestimenta.

Además, no le hacía ningún inconveniente esto, puesto a que, para él, la ropa es tela y más tela, solo la debes amoldar a tu cuerpo.

Obviando la parte en la que pensó en esto para encontrar a quienes le hicieron sufrir, claro. Esos son detalles.

Una vez dentro de la casa, un grito le asustó.

—¡Taehyung, ten cuidado!

Frunció su ceño, estaba seguro que se trataba de la voz de Rosé.

—¡Estoy teniendo cuidado!

Esa era la voz de su Día.

—¡Alguien traiga una escalera, por el amor a Dios!

Y esa fue Fiorella.

Con curiosidad – y preocupación, más que nada –, siguió el rastro de los gritos, lo cual no fue muy difícil porque hasta las cocineras iban en fila hacia el jardín trasero.

Lo vio colgado de un árbol y a varias personas a su alrededor.

Fue inevitable no reírse.

Mordió su labio inferior y trotó hasta Taehyung, aunque éste aún no se haya percatado de su presencia, dándose cuenta que estaba más alto de lo que parecía, pues debía estirar su cuerpo si quería alcanzarlo. La servidumbre le abrió paso hasta que quedó al lado de las mujeres Marcini, viendo hacia arriba.

Dedujo con rapidez por qué había encontrado a su amante colgado de un árbol por el bello columpio que estaba a su lado.

Y la escena le pareció cómica hasta que todos escucharon a la rama crujir, anunciando que está próxima a romperse.

—¡Maldición, Rosé! ¡Es la última vez que te hago–

El castaño vio al lado de su hermana, donde un par de ojos que conoce a la perfección se toparon con los suyos.

—Notte– — susurró, intentando sentarse para no verse tan mal, es que hasta respirar le da vergüenza ahora —. ¿Q-Qué haces aquí?

—Uhm, tengo que hablar contigo — respondió, dándose cuenta un segundo después que parecía que el mundo les había otorgado el silencio para que pudieran hablar. Carraspeó, incómodo —. Sobre... Sobre el trabajo que me pediste.

—T-Trabajo, sí. Está bien — murmuró. Sus uñas estaban enterradas en la corteza y dolían, pero le dolía más que su Noche le esté viendo en esa situación —. Ve–. Ve a mi despacho, iré ensegui–. ¡Ay!

La rama se quebró un poco más

—Aquí está la escalera. — Habló un guardia con el objeto entre sus manos, rápidamente, la apoyó en el tronco y animaron al mayor a deslizarse hasta ella.

—¡Me voy a caer! — gritó, sin hacer el atisbo de moverse.

Bueno, ahora ha caído en cuenta que las alturas no son de sus cosas favoritas.

—Oh. Buenas tardes, Notte — saludó por mientras Rosé, regalándole una sonrisa que fue correspondida por un asentimiento de cabeza —. Disculpa que tengas que presenciar esto, pero quería un columpio y mi hermano se ofreció a hacerlo.

—¡Me obligaste! — exclamó Taehyung, moviendo su cuerpo con mucha lentitud y mucha desesperación.

—Uhm, estoy casi seguro que él mismo se ofreció — y así fue como sucedió, por lo que la castaña soltó una pequeña risa —. ¿Desde cuándo está ahí?

—Hace un par de minutos — ambos volvieron a mirar al mayor, con la camisa desacomodada y sucia, al igual que su cabello —. ¿No vas a ayudarlo?

—¿Puedo? — preguntó en voz baja, cohibido.

—Por favor, contigo creo que tendrá más confianza — la castaña asintió repetidas veces y esperó a que lo haga, pero Jungkook sólo pudo ver a su alrededor, mostrando su incomodidad. Captando de inmediato, se interpuso entre la servidumbre y Taehyung, adoptando un rostro y postura seria —. Por favor, vuelvan a sus labores.

—Me voy a morir — susurró el hombre encima del árbol una vez solo estuvo con su familia —. Por la caída o la vergüenza, una de dos.

—Tae, ¿estás bien? — preguntó Notte, acercándose más a su amante y extendiendo sus manos, queriendo alcanzarlo — Vamos, trata de bajar con cuidado.

—E-Eso hago — la rama crujió un poco más —. ¡Mierda!

—Yo te sostengo, ven — el pelinegro extendió más sus brazos, todo bajo la atenta mirada del par de mujeres —. ¿De verdad te subiste ahí solo? — preguntó lleno de gracia, sin llegar a ser burlesco.

—Ugh, cállate.

Rosé mordió su labio cuando escuchó a su madre bufar, aunque ninguna intentaba destruir la burbuja en la que ambos hombres se habían metido, riendo en voz baja hasta que los dos tuvieron sus pies en el suelo.

Algo en ella dolía, lo ignoró.

—Lo siento, Tae. No volveré a pedirte cosas como estas — se disculpó a la par que se acercaba a ellos, inclinándose más de manera disimulada al pintor —. Pero gracias por el columpio, me encantó.

—No es nada, linda. No me molesta que me pidas algo por el estilo, solo que, para la próxima, procura que no atente contra mi salud física — y la rama volvió a crujir —. Aunque, lo mejor será que no te subas allí.

—Para la próxima, Notte estará a tu lado por si sufres un accidente — el nombrado se sonrojó y sonrió. Taehyung se sonrojó y carraspeó. Fiorella bufó y se acercó a ellos — ¡Tus ojos se vuelven chiquitos!

—Ustedes dos, compórtense.

Los tres se quedaron callados cuando Fiorella se dirigió a sus hijos.

—¿Qué creen que hacen? Deben cuidar sus apariencias, ¿qué dirán los demás ahora?

—Madre, tranquila — dijo el mayor—. No pasó nada, solo me dio un poco de vértigo y mi reacción fue muy dramática.

—Sí, además, no es como si lo que digan los demás nos tenga que afectar. — Rosé se cruzó de brazos, estaba al lado de su hermano y Notte, eso le daba cierta valentía.

—Pues les afecta. Y mucho — tal vez, su reacción estaba siendo exagerada, pero la presencia de cierto pintor le exaltaba —. Suficiente tengo con las habladurías de ustedes dos — le habló a la pareja —. Lo mínimo que pueden hacer es disimular y no avivar más el fuego del infierno en el que están metidos.

—A mí no me importa. — dijo Notte, encogiéndose de hombros, a lo que Taehyung le correspondió con una sonrisa.

—Debería. Y más a ti — le dirigió la palabra a su hijo —. ¿O crees que alguien tomará en serio a un sodomita?

—Mamá, no — pidió Rosé —. No ahora.

—¿Crees que lo harán? — volvió a preguntar y, antes de que el castaño pueda responder, ella lo interrumpió — ¿Y crees que tus acciones no afectarán a nadie más que ustedes dos?

Tae frunció su ceño.

—¿Crees que tus hermanas y yo no seremos víctimas de tus acciones inmorales?

Ugh, punto débil de nuevo. Esa mujer sabe manejar muy bien sus cartas.

—No me hable de moralidad cuando usa a sus hijos de esta manera.

—¿Usarlos? — la mujer rio — Solo me encargo que cumplan sus obligaciones, tanto socialmente y para con nuestra familia, a la cual no perteneces. Dime, ¿te harás cargo si el trabajo de Taehyung es estropeado por tu culpa y nos veamos afectados por ello?

—Usted no es mi responsabilidad. Ni siquiera Taehyung, aunque esté enamorado de él. Lo apoyaría porque lo amo y los dos mantenemos nuestra relación, pero usted no merece lo mínimo de mí después de cómo me ha tratado.

—Él sí tiene sus responsabilidades — señaló al castaño, quien no sabía si debía hablar o no, temía usar las palabras incorrectas —. Deberes que le corresponden como el hombre de esta casa, deberías saberlo. Pero oh, cierto, que en sus supuestas relaciones uno se comporta como una mujer, ese debes de ser tú.

¡¿Qué estaba diciendo esa mujer?! ¿Qué clase de rechazo está escuchando Taehyung?

—¿No tienen remordimiento al decir ese tipo de cosas enfrente de sus hijos? Quienes, claramente, están siendo manipulados por su propia madre — los hermanos Marcini vieron al pintor con un notable ceño fruncido, antes de ubicarse delante del par de hermanos para cubrirlos por su cuerpo — Me enferma todo lo que sale de su boca.

—¿Tú quién piensas que eres para hablarme de esa manera? Insolente.

—La pareja y familia de su hijo, creí que es lo suficientemente lista para ya tenerlo en claro.

Jungkook se cruzó de brazos, tensando todo su cuerpo cuando las manos de Taehyung se posaron en sus hombros en un vago intento de evitar una discusión. Al menos, ya nadie se encontraba a su alrededor como para preocuparse de oídos curiosos.

—Notte, no hables así, por favor. — pidió el castaño, no quería que le falten el respeto a su madre, aunque no estaba conforme con lo que ella decía.

—Lo siento, pero no puedo dejar que te traten más así y en mis narices — bufó —. Taehyung ha hecho todo para que ustedes vivan bien. Sacrificó su infancia, adolescencia y hasta adultez para que sean felices, ¡¿y así le paga?! ¡¿Diciendo tanta estupidez se le pasa por la cabeza?!

—Jungkook, no le grites a mi madre.

—No son estupideces — exclamó Fiorella, algo sorprendida por la confrontación e ignorando el nombre con el que llamaron al pintor — Has traído desgracia a mi familia — recalcó el sentido de pertenencia —. Engatusaste a mi hijo para saciar tu falta de virilidad, ¡él no es como tú! ¡Él sí es un hombre de verdad!

—Mamá... — susurró Rosé, quien a su vez, estaba escondida detrás de su hermano — Por favor, no otra vez. — Y es que hasta ella estaba cansada de la actitud de su progenitora.

—Si no fuera por ti, él ya habría extendido la familia que tiene conmigo, una moralmente correcta y no lo que tú dices ser.

—Mamá, sabes que no es así — Taehyung suspiró, aún sin poder quitar a su amante del frente —. Ya hemos hablado de esto, no quiero casarme con ninguna mujer.

—Y debe de respetar su decisión. ¿Usted qué cree que es, obviando lo que sus hijos quieren? Ya son lo suficientemente mayores como para decidir por su cuenta.

—Cállate, tú no sabes nada.

—Ma, de verdad, no quiero casarme.

—Pero lo harás y será más pronto de lo que imaginas — la señora se acercó más al más joven, quien mantenía su postura recta y luchaba con no agachar la cabeza —. Los señores Vitale y yo hemos estado hablando al respecto.

—¡¿Sin nuestro consentimiento?!

—Sin el tuyo, porque Irene está más que dispuesta a casarse contigo — ante lo dicho, Jungkook miró al mayor de reojo, mas no dijo nada —. Y, cuando eso suceda, desecharás a este pintor como la basura que es.

—Vaya forma de demostrar su amor.

—¡Mamá! No le digas así a Notte — dijo Rosé, aunque el pelinegro esperaba que su propia pareja le fuera a defender —. Vámonos, ¿sí?

Fiorella no se movió.

—Es lo mejor, madre... No quiero que discutan, por favor.

—Taehyung, ve lo que este intento de hombre trata de hacer — el menor bufó —. Va a separar la familia que tanto has protegido.

—No lo hará. — declaró, tratando de sonar firme, pero el que siga oculto detrás de su Noche no le ayudaba.

—Él llegó a tu vida a persuadirte para que nos dejes a la deriva como tu padre lo hizo — el castaño mordió las caras internas de sus mejillas, sintiendo de inmediato el sabor a sangre —. No dejes que lo haga, te va a quitar tu felicidad.

—Él no es feliz así.

—¡Lo soy! — exclamó con rapidez — S-Sí, lo soy. Lo siento, nos iremos nosotros.

Cuando Tae hizo el amago de moverse, Fiorella lo detuvo solo con un ademán de su mano.

—Escúchame bien, pobre y sodomita pintor — dijo ella, hablándole directamente y sin vacilar —. No lograrás alejar a mi hijo de mí, mucho menos convencerlo que su felicidad no somos nosotras.

—¿Está segura de eso?

—¿Que sí estoy segura? — la pelinegra rio con burla — Aprende a reconocer tu lugar. Yo soy su madre, quien le dio la vida y a quien le debe la misma. Tú podrás ofrecerle una falsa idea de lo que es una familia, darle tu mundano y manchado cuerpo, cualquier cosa, pero jamás estarás por encima de mí. Taehyung conoce sus prioridades.

—¡Yo no quiero estar por encima de usted, maldición!

—¡Es así! El lugar de Taehyung está a mi lado, siendo feliz hasta que mis días aquí se terminen, ¡y tú quieres arrebatármelo!

No, Jungkook sabe la importancia que su Día le da a su familia y está bien con eso, lo respeta y acepta, así como también espera que a él lo - mínimamente - lo respeten como su pareja, no estaba pidiendo un lugar en la mesa donde los Marcini comen todos los días, solo quería respeto a su persona, ¿acaso era muy difícil?

—¡Él no es un objeto con el que puede decidir si retenerlo para siempre o no!

Aunque los gritos fueran pocos, eran muy ruidosos, tanto que algunas jardineras se asomaban con discreción para averiguar lo que estaba sucediendo. De la misma manera, quienes trabajan dentro de la casa, se asomaron por los pasillos y se sorprendieron a ver las dos figuras más problemáticas de la residencia, no era común ver a la señora Marcini perder los estribos en una discusión, puesto a que sus hijos terminaban por resignarse a sus posturas ni bien veían el rostro de su progenitora.

Y es que la mayoría estaba consciente de lo que sucede en la familia, la manera en la que Fiorella trata a su familia, las veces en las que el señor Marcini empezó a perderse en las noches para regresar antes de comenzar el día, también las ocasiones donde Rosé y Francesca pedían que le mientan a su madre sobre su paradero para no tener que afrontarla.

En silencio, todos veían lo fragmentada que estaba la familia.

Más aquellas sirvientas que llevan casi toda su vida allí, como Berenice y Caramella, siendo Berenice más unida a Taehyung y Caramella, al par de hermanas.

Nadie estaba de acuerdo con Fiorella, pero mucho no podían hacer. Siempre iban bajo su yugo y se acostumbró a acatar sus órdenes con rapidez.

Pero esto era nuevo.

La presencia de Notte era característica e igual de silenciosa y discreta que los demás, escuchar su voz, su nombre y ver sus ojos surgió de manera lenta, como cuando las flores abren sus pétalos. Eran más lo que estaban en desacuerdo con aquella especulante relación - que acaba de confirmarse por la situación - y su desagrado con ella, pero deben de admitir que les sorprendió ver a aquel hombre que se esconde detrás de un velo, ser el único que ha podido confrontar a la señora Marcini.

—¡Es mi hijo! ¡Respétame!

—¡Soy su pareja! ¡Usted respete ese hecho!

Rosé tragó grueso, mientras sostenía un brazo de su progenitora con el fin de largarse de una vez de allí, no pudiendo soportar más los gritos.

—¡Basta! ¡Jungkook, no le grites a mi madre! — también gritó el motivo de su discusión, colocándose en medio de ambos — Y tú, mamá, por Dios. Cálmate.

—¡No puedo calmarme si un cualquiera quiere arrebatarme a mi hijo!

—¡Usted no ama a su hijo!

—¡Ya, cállense los dos!

Taehyung bufó, también alterado por los gritos y comenzando a presentar dificultad para respirar. El nudo en su garganta se volvió insoportable al igual que el dolor en su cabeza al no saber de qué lado ponerse.

—Solo-. Cállense — pidió nuevamente, abrumado porque nunca creyó que su Noche sea capaz de pelear con su madre y que ésta le conteste —. Vámonos, Notte. — decidió al ver a su progenitora la intención de volver a gritar.

—¿Qué? No, espera. Aún no he terminado con ella — pero Tae no lo escuchó, tomando así el bolso que se le hacía familiar en el suelo y agarró el brazo de su amante, quizás, con más fuerza de la que debería — ¡Suéltame, me estás lastimando!

—Vámonos, dije.

—¡Taehyung!

La primera vez que Taehyung estuvo en contra de su madre, aconteció después de un par de meses de la muerte de su padre.

También, terminaba de cumplir doce años.

Fue difícil afrontar la idea que su progenitor no se encontraba más por lo pasillos de su hogar, ni tampoco pensar que lo vería más por el viñedo que compró hace unos años, mismo del cual estaba aprendiendo su funcionamiento y que, milagrosamente, no sufrió tantos daños por el incendio provocado por el mismo Aurelio Marcini.

Parecía como si el fuego solo les hubiera visitado para llevar desgracia a su vida, incinerando todas sus esperanzas y dejando el olor a humo que tanto odia.

Le teme al fuego, tiene pesadillas.

Francesca recién entendía el significado de la muerte, llorando todos los días y noches hasta caer dormida, su inocente mente de niña olvidaba el suceso, por lo que el dolor parecía ser repetitivo y cansino.

Taehyung trataba de darle consuelo, pero... ¿Cómo hacerlo si nadie se lo daba también?

Su hogar empezaba a romperse conforme los días pasaban, su madre no le dirigía la palabra y, a veces, no la veía en absoluto. Y él trató de entender, maldición que intentó comprender su comportamiento desde aquel entonces hasta ahora. Comprendió que Rosé debía de tener más cuidado que su hermana y él, pues apenas y podía ponerse de pie, sabe que necesita supervisión al ser una bebé, pero ellos también eran sus hijos y la extrañaban.

—Ahora eres el hombre de la casa, no puedes llorar en mi puerta — había dicho Fiorella cuando un pequeño castaño fue a rogarle a la puerta de su habitación, en medio de la noche, que duerma con él porque tenía miedo —. Ve con tu hermana, debió despertar por tus gritos.

¿Por qué no podía llorar si estaba triste? ¿Por qué debía cuidar a su hermana cuando nadie cuidaba de él? Tampoco quiere que lo malentiendan, él ama a sus hermanas y daría su vida por ellas, pero... ¿Por qué parecían ser más importantes que él?

¿Acaso era así? ¿Su existencia pasa por desapercibido?

La muerte de su padre solo era el comienzo de todas las responsabilidades que caerían sobre sus hombros. En realidad, fue el hecho de usurpar el papel que él tenía en su familia.

—Mamá... — murmuró, viendo el despacho de su progenitor, había libros inmensos, hasta la silla donde Fiorella lo hizo sentar lo era, casi no tocaba el suelo — ¿Por qué me trajiste aquí?

—El viñedo está descuidado, debes hacerte cargo.

Taehyung la miró, también a la pequeña que cargaba en brazos y que nunca la dejaba sola.

—Pa–. Papá dijo que–.

—Él ya no está aquí — ambos querían llorar por razones distintas —. Es tu obligación seguir con su trabajo, por nosotras.

No, no lo era. Él lo sabía.

Sin embargo... Ver a su madre en ese momento, lastimó su corazón.

Fiorella se veía cada vez peor. Su delicada y joven piel estaba descuidada, al igual que su cabello y vestimentas, ya no era la típica hermosa esposa que sonreía junto a su marido. Sus manos temblaban, su caminar era inseguro y se negaba a alejarse de su hija menor, temiendo que ésta también le sea arrebatada.

Todo se estaba desmoronando y apuntaban a su dirección como el único en poder evitarlo.

—Tú puedes hacerlo, ¿sí? — ella dejó un beso en su frente y, oh, había extrañado eso — Tu padre estaría orgulloso de ver que sigues sus pasos.

—¿D-De verdad?

Fiorella asintió con una sonrisa y dijo: —Estoy segura. Y vas a poner todo tu esfuerzo para que él y yo estemos orgullosos de ti.

No era una pregunta, sino una afirmación. Aun así, Taehyung asintió sin pensarlo mucho.

—Te amo, ma.

—Y yo a ti, mi amor.

Con el tiempo, el amor que recibió equivalía a sus logros.

Se volvió normal.

Normal que su madre ni siquiera le mire cuando fallaba en un examen con un profesor particular que tuvo. Normal que su hermana deba de refugiarse en sus brazos sin importarle su bienestar y normal que ella se moleste cuando no quiera abrazarla. Normal haber perdido comunicación con lo que sucedía fuera de su cuarto de estudio y que varias personas se enojen con él cuando quería volver a hablarles.

Normal que haya perdido el interés por varios pasatiempos que tenía. Normal no tener palabras de aliento si es que antes no obtenía buenos resultados. Normal que pasen días sin recibir un abrazo sincero sin esperar nada a cambio. Normal que tenga que esperar una puñalada en la espalda de nuevas personas que conocía.

Normal fue empezar a adoptar una personalidad ajena a la suya, solo para crear apariencias. Porque seguía siendo el mismo niño que iba a esconderse en su habitación y lloraba para llorar.

Ni siquiera conocía la palabra manipulación.

De pronto, Taehyung empezó a ver las relaciones fraternales como uno de los muchos intercambios que se hacen en el mercado.

Antes, ni siquiera le interesaba dicho sentimiento si no venía por parte de su familia, las personas más importantes en su vida y, muy probablemente, puede que el castaño haya reducido sus anhelos a las tres mujeres que le rodeaban hasta crear cierta dependencia.

—¡¿Era necesario arrastrarme por las escaleras?! — gritó Jungkook, una vez estuvieron en la habitación de Taehyung.

—No vuelvas a gritarle, a nadie de mi familia.

—¡¿Eso es lo único que te quedó de todo lo que ella me dijo?!

Taehyung suspiró mientras cerraba la puerta de su habitación, no sin antes haber pedido a cualquier persona que se le encontrara enfrente que abandonara los alrededores, quienes lo hicieron de inmediato por la persona histérica que iba detrás del señor Marcini.

—¡No soy yo quien ve a sus hijos como un objeto del cual puede beneficiarse!

Molesto, Jungkook sacó su velo con un poco de agresividad y lo tiró por donde sus ojos no miraron. Empezó a caminar de un lado a otro, como si estuviera dispuesto a hacer un hoyo en el suelo.

—Tenía una vaga idea de cómo te trataba, ¡pero no pensé que lo haría hasta ese punto!

El enojo del pintor estaba justificado, es decir, ¿a quién le gustaría que traten así a su pareja como si fuera de lo más común? Pensar que así ha sido su convivencia con esa mujer le calienta la sangre, llenándolo de impotencia al no poder hacer mucho.

Porque se acabó el Jungkook Rossi que se queda callado ante cualquier tipo de humillación, está cansado de que otros se crean con el poder suficiente para manejar a los otros a su antojo.

Él ya fue hijo de la espuma de mar que nace en las olas del dolor, harto de la manera en cómo el viento lo ha tratado para llevarlo a cualquier lugar. Y, ahora, está estupefacto con la vida a la que el contrario ha estado sometido.

Quiere llorar.

Taehyung... Taehyung no sabe cómo sentirse o qué decir.

—Mi Día, sé que tú sabes lo que ella está haciendo — sí, Taehyung lo sabía —. No puedes permitir que te siga tratando así.

Él negó con su cabeza.

—Déjala ser, por favor — pidió, sin atreverse a voltearse —. D-Después se le pasará el e-enojo y será como si nada hubiese pasado.

Lo normal.

—Oh, ¿será así? ¿Y tú olvidarás que te ha rechazado y menospreciado? Además de hacerte ver como un objeto y fuente de estabilidad económica, que no tienes voz ni voto porque habla de un compromiso que no quieres, ignorando tu relación e insultándome. ¿Eso también vas a ignorar?

A Taehyung le duele el pecho.

—No me importa cómo me trate a mí, pero me duele verla de esa manera tan... soez contigo. ¡Eres su hijo! Me estaba preparando para un muy posible rechazo, pero no creí que sería tan grosera con nosotros, menos dirigirse así hacia ti, no después de vomitar cuánto ama a su familia y quiere lo mejor para ellos.

Jungkook sabe que está siendo brusco con sus palabras, pero no las puedes discernir de manera correcta.

—Tu madre te está manipulando. ¿Por qué– ¿Por qué se lo sigues permitiendo?

¿Por qué?

Puede que sepa la respuesta a esa pregunta, pero... ¿Cómo se logra arrebatar el pensamiento egoísta que siente de sí mismo cuando quiere contestar?

—Siempre ha sido así...

Le da vergüenza que su Noche haya escuchado la manera en la que su madre le hablaba, si bien era común dentro de la residencia Marcini, es extraño cuando otra persona se da cuenta de lo que sucede en la familia, en cuán rota está y la manera en la que se termina por destruir con lentitud.

Como si... estuviera viviendo en una casa de cartas.

Inestable y frágil

Es injusto.

Porque Taehyung se acostumbró a ver al amor como un intercambio comercial, mismo que a veces no se respetaba, tanto que llegó a ver que su esfuerzo siempre era inútil e insignificante ante los ojos de su madre por las migajas de cariño que recibía.

Quería rogar por un abrazo sin interés, él tenía tanto amor para dar y lo entregó todo para recibir miserias, dejando así huellas en su corazón. Empezó a sentirse estúpido e ineficiente, insignificante para la gente que le rodeaba, pero importante e imponente si dejaba en evidencia los frutos de su esfuerzo.

Desde hace mucho que está confundido en cómo se maneja ese tipo de relación de dar y recibir.

Está en desacuerdo con muchas cosas con Fiorella, pero la primera vez que la enfrentó, todo se volvió un caos.

—¡No puedes hacer eso! — exclamó un pequeño castaño de quince años, tratando de proteger a su hermana con su propio cuerpo — ¡Estás loca!

Su madre le dio una rápida bofetada, aún así, no se movió de su puesto.

—Yo a su edad, ya me había casado con su padre.

Francesca soltó más lágrimas de las que iba soltando desde la mañana.

Los viñedos no producían tanto como la familia – la única adulta allí y su primer hijo, en realidad – esperó. No dirían que causaban más pérdidas que ganancias, pues recientemente el menor logró comprar otro viñedo, lo cual le enorgullece. Sin embargo, su progenitora pensaba todo lo contrario.

—Taehyung, créeme que es lo mejor. Ya te he dicho que las relaciones laborales funcionan de esta manera.

Ha pasado mucho desde la muerte de Aurelio.

El trabajo era duro, pero Taehyung no se rendía, no cuando su madre lo esperaba con los brazos abiertos al final del día o pasaba tiempo con Francesca divirtiéndose, el amor que lo esperaba en casa valía todo el esfuerzo que estaba haciendo. Rosé estaba creciendo sanamente, siendo criada por su madre y una de las pocas sirvientas a las que le podían pagar – Caramella –.

También se dio cuenta del trato diferente que Fiorella le da a cada uno.

Siempre mantenía a su lado a Rosé – y, de cierta manera, lo entendía, era la menor de la familia y necesitaba más cuidados –. Aunque, en ocasiones, la mandaba a callar con dureza si se le ocurría llorar. A veces, solía ignorar a Francesca, ambos hermanos pensaron que no lo hacía a propósito, pero el castaño ya no lo creía así, él realmente veía cómo una madre ignoraba a su propia hija.

Con él, era todo lo contrario.

Con el tiempo, Taehyung dejó de sentirse un hijo del matrimonio Marcini, sino... un miembro de la familia Marcini.

Sentía mucho peso sobre sus hombros al darse cuenta la manera en la que iba reemplazando a su padre de a poco. En su trabajo, en el trato que le daban los demás, en el hecho de que se dirigían «Señor Marcini» o, simplemente, «Marcini». Ya no «Joven Marcini» o «Niño Taehyung».

Incluso ha usurpado su puesto en la mesa, quedando así en la cabecilla de la familia.

Se convirtió en un adulto más rápido de lo esperado.

Su madre le hablaba de manera cruda y sin mucho tacto, siendo así explícita de cómo funciona la sociedad, según ella, de lo inmoral que puede llegar a ser la gente con tal de conseguir sus objetivos y que él debía de ser igual. Sin escrúpulos o corazón, sin sentir empatía o siquiera pensar en ella.

La ambición por el dinero empezó a florecer de a poco en su torno, no como una bella flor, sino como una maleza. Una que se arrastraba por el suelo, intentando atraparlo, mientras que él corría con todas sus fuerzas para evitar ser devorado.

Por ello, es que la idea de que Francesca, su dulce hermana de doce años, contraiga matrimonio con un hombre adulto y de buen apellido.

—Fran, ven con mamá — la niña negó, escondiéndose más detrás de su hermano —. Es por nuestro bien.

—¡Cállate! ¡Fran, no la escuches!

La pequeña salió corriendo cuando el mayor se lo indicó, yendo a esconderse en la primera habitación que encontró, dejando a madre e hijo discutir en el pasillo.

—Taehyung, ya hemos hablado de esto.

—¡Pero nunca involucraste a mi hermana!

Fiorella suspiró, su rostro demacrado iba en mejoría, pero no lo suficiente para decir que está recuperada del duelo. Sin embargo, eso no era lo que más le atormentaba, no, era el hecho de estar sola.

Necesitaba a otro adulto a su lado, uno que también se haga cargo de ella.

Porque creía amar a Aurelio, si bien su matrimonio también fue arreglado, aprendió a disfrutar su compañía con el pasar de los años, también con la llegada de sus hijos. Siempre fue una mujer que tenía a la soledad como única amiga, nada más, nada menos. La figura de un hombre fuerte a su lado le hacía fuerte también, totalmente dependiente.

Ahora que no la tiene, se siente perdida.

Sabía que, en algún momento, su hijo debería saber cómo funciona el mundo de los adultos. Pero ese no era su trabajo, era el de su padre y, a falta de éste, a ella le tocó hacerlo y más pronto de lo esperado.

Usualmente, las familias buscaban aliarse mediante matrimonios forzados – puesto a que era muy difícil disolverlos una vez eran concretados –. Madre e hijo ya lo habían discutido, incluso Fiorella contó su experiencia y lo que sintió cuando la comprometieron con un extraño que terminó amando.

Taehyung terminó con un mal sabor de boca y disgusto hacia cualquier relación amorosa. Pero lo que él no sabía, hasta ahora, era el por qué su progenitora le contaba todas estas cosas.

—Debemos hacer esto antes que el apellido de tu padre sea más bajo que el suyo, mi amor — trató de convencerlo —. Si sigues así con los viñedos, el dinero no nos alcanzará para más.

—Pero–. Pero no puedes... No puedes obligarla. Es–, Fran es una niña aún.

—Los hombres las prefieren así.

El castaño negó con su cabeza y sollozó.

—Mamá, por favor–. Por favor, no hagas esto — la mujer suspiró —. ¡Mamá! ¡Por favor!

—¡Tengo qué, ¿de acuerdo?! — Tae no se inmutó ante sus gritos, últimamente eran más comunes de escuchar — ¡¿Crees que, después, alguien querrá a dos huérfanas de apellidos banales?!

—¡Yo las querré!

—¡Son tus hermanas! Francesca tiene que casarse ahora para que las otras familias no murmuren sobre nuestra ruina, ¡creí que tú más que nadie entendería mis acciones!

Cuando Fiorella intentó avanzar, el menor bloqueó el paso con sus brazos extendidos, a lo que optó por desplomarse en el suelo, llena de impotencia, más consigo misma.

—Taehyung, todo en esta vida es el dinero — ella murmuró, después de unos segundos para respirar mientras cubría su rostro con sus manos —. Y solo tú puedes ayudarnos, pero no eres capaz.

—¡Lo seré!

—¡No lo has demostrado!

—¡Solo dame tiempo! — exclamó, derrotado y sin pensar que su vida cambiaría tanto a partir de la promesa que hizo — Conseguiré tanto dinero que ellas ni tú van a necesitar otro hombre que ocupe mi lugar.

A estas alturas, a Taehyung le da dolor de cabeza cualquier cosa relacionada a los florines.

Solloza y, rápidamente, es rodeado por un par de brazos. Jungkook lo atrajo hacia su hombro para que pudiera llorar tranquilo.

¿Cómo escapar de algo a lo que estás tan acostumbrado?

—D-Disculpa no haberte defendido... — murmuró el castaño una vez calmó sus suspiros —. Debí hacerlo.

—Sé cuán difícil es imponerte ante tu abusador, yo no debí seguir discutiendo con tu madre. Lo siento, mi Día.

Ambos, arrepentidos por sus acciones, se dedican a consolarse.

El día y la noche pueden ser tan cambiantes e impredecibles.

Por lo general, el día suele llegar lleno de la luz del sol y nubes radiantes, con un cielo azulado y hermosos pájaros que se desplazan de un lugar a otro. En las mañanas, las ráfagas de viento son como un delicado abrazo a tu cuerpo mientras que, en la tarde, te hacía saber que estabas vivo por ver a las flores salir de sus capullos.

Las noches son más enigmáticas y frías, la oscuridad es un miedo repetitivo y gélido en el corazón. Si bien las estrellas logran verse en lo alto del horizonte, a veces, la luna ni siquiera aparece para dar más luz de la que fue arrebatada. También, sentirte solitario en medio de la noche es más común de lo que parece.

Algunos aman el día por la calidez que sientes. Y, otros, odian la noche por la soledad que la acompaña.

Jungkook ama a su Día por la calidez que siente en sus brazos. Taehyung ama a su Noche por la calma que el frío da a sus ruidosos pensamientos.

Pero, ¿qué sucede cuando el día está frío?

—Tengo miedo — admitió —. Jungkook, tengo mucho miedo...

—Lo sé, lo sé — susurró el pintor —. Pero estoy aquí, aquí por y para ti.

—N-No me d-dejes, por favor. No lo hagas.

—No lo haré. Lo prometo.

Los días, donde el sol se esconde, son tristes y llenos de melancolía. Estamos tan acostumbrados a verlo radiante que, ver la lluvia caer mientras hay luz natural o percibir nubes oscuras, es tan raro como las veces en las que la luna y el sol se abrazan y cubre a las personas con una oscuridad radiante.

Y él estaba tan adiestrado a ignorar todo el daño que su madre le ha hecho. Es doloroso, pues se supone que es una de las personas que más debería velar por su bienestar, pero ella parece estar convencida de hacer todo lo contrario.

Taehyung solía ser un falso día lleno de vida, ayudando a las flores de su jardín con su máximo esfuerzo para finalmente... apagarse.

Los días tristes son los más difíciles de sentir.

Y la noche solo quería dar una calidez que no tenía.

Juntos, el menor los guió hasta sentarse a la orilla de la cama, sintiendo de inmediato la suavidad de las telas. Jungkook se encargó de mimar y limpiar cada lágrima que su Día derramaba.

El castaño lo agradece, el peso de su familia sobre sus hombros estaba próximo a hacerlo desfallecer. Notte fue aquel rayo de luz en medio de su penumbra.

Llorar por su madre es doloroso y cansino. Usualmente, ni siquiera podría llegar a sollozar sin tener en mente la sensación de que no está cumpliendo con sus obligaciones y es un hombre débil por sucumbir ante sus emociones.

Pero, ahora, Jungkook le daba la calma que tanto anhelaba, misma por la cual obtuvo su apodo como su Noche. Las noches eran el único momento donde podía ser él mismo.

Las caricias en su cabello se lo hicieron saber, así como también la manera en la que su cuerpo era sostenido y en la que su respiración se volvía más pacífica.

—¿Ya estás mejor? ¿Quieres que te traiga un poco de agua?

—No... — el pelinegro asintió, afianzando más su agarre en la cintura contraria —. Quédate conmigo.

—Lo haré, estoy aquí. Me iré solo cuando me lo pidas.

—Nunca te irás.

Jungkook sonrió, besando el cuello de su amante y, al girar la cabeza, vio el bolso que llevó en un inicio, el motivo de su visita.

—Creo que deberías descansar de todo esto. De ser el Taehyung que tu madre desea y solo perseguir lo que quieres sin pensarlo dos veces. Necesitas distancia.

—Trataré de poner límites...

—Bien, mi vida. Pero hablo de distancia física. Quiero que el viaje, que tú planeaste porque querías, sea un respiro para ti y dejar por un momento al Taehyung Marcini que Fiorella ha creado.

Rápidamente, deshizo el abrazo que tenían, provocando que el mayor sintiera de inmediato lo frágil que era cuando lloraba y la necesidad que nunca tuvo presente de abrazar a alguien esos momentos.

Notte recogió sus pertenencias, dejándolas en su regazo para tomar las manos contrarias y entrelazar sus dedos con los suyos.

—Vayamos a Roma.

El castaño le miró, estupefacto.

—¿Estás seguro?

—Lo más pronto posible. Querías ir al lugar donde seremos bien recibidos, entonces lo mejor será ir planeando cómo y en qué iremos. Fiorella no podrá hacerte daño allí — con la mirada gacha, abrió su bolso, dejando ver su contenido —. Sé que ir a Roma es arriesgado, pero podría pasar desapercibido usando esto.

Taehyung abrió su boca con sorpresa al ver un vestido rojo.

—No quiero abandonar a mi madre.

Aún después de todo el daño, él tendría paciencia porque la ama.

Quiere aferrarse a la idea de que ella no es una mala persona, solo... estaba haciendo las cosas mal.

Pero es difícil.

—Mi Día, las personas como tu madre nunca cambian — Jungkook decidió ser sincero —. Por más que intentes, pidas o esperes.

Lo decía por experiencia, en los tres años que estuvo sufriendo a manos de sus padres y clérigos, lo menos que vio fue el arrepentimiento de sus acciones. Incluso, hasta la actualidad, estaba seguro que seguían enorgulleciéndose de lo que hicieron.

Su Día ha pasado así toda su vida, él merece apaciguar su dolor.

—Además, podríamos acortar la ruta y tardar menos en regresar. No hay necesidad de visitar la costa o llegar a Grecia. Con ir a este lugar... es suficiente para ambos — Marcini no estaba del todo convencido —. Tendremos toda una vida para seguir yendo a otros sitios y así sentir que no abandonas a tu familia.

—¿Sería un... descanso?

Jungkook asintió.

—Es bueno darte un descanso de vez en cuando. No eres de piedra, puedes decir que estás cansado y descansar, te lo mereces.

Oh, Taehyung y la palabra merecer no se conocen mucho.

Pero está bien, ¿no? De todas maneras, él fue el que armó y planteó la idea del viaje. Y, aunque la idea principal era escapar de todas las miradas acusatorias por su relación, alejarse de su madre no sonaba tan mal si sabe que va a volver con ella.

—De acuerdo, iremos.


































Jin amaba la luna.

Para él, era la única figura que podría ser adorada ante la promesa de la iglesia de que Dios siempre está presente y cuidándonos, pero nunca lo podremos ver.

Él no creía en algo que no pudiese ver.

La luna, en cambio, siempre estaba allí. Él lo sabía.

Tantas noches sin dormir le dio la oportunidad de ver, adorar y dibujar a la luna, aunque esté tan lejos de un insignificante humano como él. La vio en el día, más clara a lo acostumbrado. La vio en la penumbra, en diferentes porciones como cuando su padre compraba comida y él debía repartirla con sensatez para que dure tanto como pueda.

Hubo ocasiones en las que no se dejó ver. Pero él sentía que seguía allí.

Y claro, como así mismo tenía la necesidad de pintar gran parte de su vida, también tuvo la costumbre de escribirlo.

Namjoon ve a los dos lados de la calle de tierra antes de cerrar la puerta de su tienda, sabe que no debería hacer esto en una hora del día que cualquier podría verlo, pero la curiosidad e intuición son más fuertes.

Una vez se aseguró de tener todo cerrado, fue hasta la parte trasera del lugar, donde movió un mueble lleno de utensilios extras y tocó la superficie de la madera en el suelo, hasta dar con una tabla que sacó del piso.

En sus manos sostuvo uno de los muchos cuadernos donde SeokJin plasmó su vida.

Sentándose ahí mismo, abrió una página cualquiera y empezó a buscar lo que necesitaba.

Septiembre, 1421.

La Luna siempre será digna de mi adoración.
Escuchó mis plegarias y trajo hacia
mí un chico, alguien como yo, lo sé.
Ver sus ojos llenos de incertidumbre y
miedo fue como ver un temeroso
reflejo. Gracias, Luna. Cuidaré a tu
hijo como tú has cuidado de mí.

Tragó grueso y pasó de página, no estaba buscando eso.

Marzo, 1422.

Luna, ¿por qué me has dado a tu hijo,
si alguien más quiso ya arrebatártelo?
¿Cómo pensaste que alguien como yo,
un inútil que sufre solo por existir,
podría cuidarlo mejor?

—Jin... No digas eso.

Avanzó muchas más páginas, su respuesta se encontraba muchos años después.

Abril, 1429.

Luna... Es difícil cuidar a tu hijo, tan difícil
cuando hay personas destinadas a cazarlo.
No creo poder cuidarlo tan bien como si
hubiese querido, estoy muriendo y quedará
solo de nuevo. Pero no te angusties,
sé quién podrá cuidarlo
cuando yo no esté.

Mayo, 1429.

Oficiales de Noche, Padre Conte.
Persecusión de la sodomía.
Hoguera.

¿Hoguera? Mierda.

Namjoon maldijo cuando no encontró más de lo que buscaba. Las páginas se escurrían por sus dedos y no había más de esos malditos Oficiales de Noche.

Tiene que hablar con Taehyung.

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