ventidue

Jungkook siente la hipocresía en el paladar.

Las decisiones impulsivas no lo caracterizan, es común que piense y analice con minucioso detalle cualquier pensamiento, por ello es que, a veces, su propia mente es considerada su mayor enemiga, sabe que es vil y no dudará en destruir sus esperanzas en pequeños pedazos de vidrio roto.

Sin embargo, y aunque le dé cierto recelo admitirlo, es la misma que le da aquellos pequeños anhelos. Es confuso, hasta el momento, sigue siendo confuso y cansino.

Pero ahora más que nunca, sus pensamientos son tan contradictorios. Siente muchas miradas sobre su cuerpo, ojos, manos y todo de sí. Después de que Yoongi le haya recalcado mil y un veces que el castaño quería hablar con él, se armó de valor en aceptar ir a la boda de Francesca, aunque hace mucho estaba en planes su asistencia. Sabiendo que este tipo de celebraciones no eran para cualquiera, la preocupación en su apariencia se incrementó hasta llegar a las nubes hasta alcanzar el sol al que tanto teme.

Sabe que aparecerse en la residencia Marcini, específicamente, ese día, dejaba mucho qué desear. Por ello entendía un poco que los demás presentes – en su mayoría, personas de clase alta – lo veían con sorpresa porque, aunque su nombre esté sonando por todo el país, eso no cambia que siga siendo de clase baja, convirtiéndolo en un hombre ajeno a ese ambiente.

Conoce que las fiestas en dicho círculo social son importantes, agradece y odia que nada haya cambiado en dicha sociedad como para saber comportarse, puesto a que la última celebración a la que asistió fue a la boda de su hermana.

Siente un frío recorriendo su espalda mientras juega con sus manos a su espalda, alguna que otra persona se le ha acercado con la intención de saludarlo. Inesperadamente, han sido muy amables al interesarse en su trabajo y, aunque ese no era el plan, la tarde transcurría junto con uno que otro interesado en contratarlo para que les hicieran unos retratos, después de escuchar el rumor de que la familia Marcini tenía un regalo especial para Santino y que él lo había hecho.

Traga grueso y acomoda un par de mechones tras sus orejas, puesto a que ha ido con el cabello al descubierto, pero atado a un improvisado pedazo largo de tela, simulando ser un rodete. Aun así, su boca y parte de la nariz se mantienen ocultas con parte de su velo, el cual está amarrado en su nuca sin mucha seguridad, en cualquier momento podría caerse.

A su lado, su pupilo come frutas picadas que agarró de una mesa, ambos se encontraban más apartados que el resto de los invitados ante la sensación de no pertenecer allí.

—¿Dónde está Taehyung? — preguntó el rubio en voz baja, viendo todo a su alrededor sin su característica actitud relajada e irónica. Ahora parecía más alerta a su entorno.

—Yoongi dijo que regresó a aquí después de dejar la iglesia, pero no he visto a ninguno de los dos. — Respondió en el mismo tono.

La misa en la capilla ya había pasado, por obvias razones, Jungkook no quiso asistir y Hoseok... Hoseok sólo le siguió. Los dos llegaron a la residencia sólo para la celebración, que consistía en comer y bailar todo el día.

—Más les vale que aparezcan, la señora Fiorella me está dando miedo.

El pelinegro regresó los ojos hacia la persona que ha estado intentado evitar, porque aquella mujer parecía querer arrancarle la cabeza con una simple mueca.

Honestamente, Jungkook no sabe qué ha hecho como para ganarse el odio de ella. Al principio, pensó que su descontento con su presencia se debía a ser un simple pintor que puede tener el estómago lleno cada tanto, pero luego se le hizo raro cuando Taehyung le contó que ellos tampoco tenían buenos recursos hace muchos años, por lo que su hipótesis se volvió extraña.

Aunque hoy, específicamente hoy, puede afirmar que su mala mirada se debe a que está usando ropa del castaño, esa que le prestó justo para ese día. Después de todo, ya le había hecho unos ajustes al jubón porque le quedaba un poco pequeño. Ahora, las prendas quedan etiquetadas como suyas, un acuerdo entre ambos amantes porque, para qué mentir, así sentían que su relación se volvió más íntima de repente.

—Notte, Donati. Bienvenidos.

La suave voz de Rosé les hizo saltar sobre su sitio, pues estaban sumergidos en sus propios pensamientos, lo que logró sacarle una sonrisa a la joven. Ella vestía un hermoso vestido amarillo y de mangas largas. Coincidentemente, iba a juego con el jubón que él usaba – y que la castaña también se dio cuenta, aquello no le pertenecía – del mismo color.

—Francesca de seguro también está encantada con su presencia. — Aseguró.

—¿De verdad? — Jungkook preguntó, inseguro. A lo que ella asintió.

—Tu madre no parece muy feliz con ello. — dijo Hoseok, ganándose un golpe disimulado en sus costillas.

—Lo lamento... Es–. Es complicado. Aunque no lo parezca, está nerviosa porque quiere que todo salga perfecto. Hace mucho que no va a eventos como éstos.

«Bueno, tenemos algo en común.»

—Sé que no le agrado — la castaña se avergonzó por las palabras de Notte —. Tranquila, no me molesta. Sólo quisiera saber por qué.

La compañía de Rosé es extraña, Jungkook debe de admitir. Sigue intimidando, pero ya no tanto a comparación de los primeros meses en los que se conocieron. Ahora, había una vibra agradable entre ellos y carismática, para qué negarlo, la joven tiene el don de que todo a su alrededor se ilumine con su sencilla sonrisa.

—Ya me aburrí — ambos miraron al menor entre los tres, quien torcía su boca con desdén y miraba todo a su alrededor —. ¿Has visto a Yoongi? — le preguntó directamente a la muchacha — Necesito burlarme de su edad.

—Puede que esté en la cocina, suele pasar mucho tiempo allí desde que vino.

—Iré a buscarlo, me llaman cuando la comida y el vino esté servido o por si pasa algo interesante. Nos vemos.

El pelinegro sonrió, algo incómodo porque hace mucho no se quedaba a solas con Rosé, además de seguir teniendo uno que otra mirada aún sobre él.

—Taehyung nos dijo que estás trabajando con él — ella comentó, sin tampoco saber de qué hablar —. ¿Es muy pesado? Una vez quiso enseñarme a sacar cuentas, pero fracasé. Soy muy tonta para eso y muchas cosas más.

—No digas que eres tonta... — susurró —. Algunos, simplemente, no son tan buenos en diferentes ámbitos, pero sí en otros.

—Oh, pero tú eres bueno pintando, tienes mucho talento. ¿En qué se supone que eres malo?

Jungkook pensó un momento antes de responder: —A veces, no sé escribir — la castaña le miró con el ceño fruncido —. Taehyung me contrató para transcribir textos y ahí lo descubrí. Sólo pasa, me olvido de alguna que otra palabra y necesito que alguien me corrija. Tu hermano... Tu hermano me ha estado ayudando con eso.

—¡Yo también sé escribir muy bien! — exclamó emocionada — Puedo ayudarte.

—S-Si quieres.

—Taehyung es una buena persona, ¿verdad? — el pintor asintió, con un ligero y familiar sonrojo en sus mejillas que pasaron por desapercibido — Aunque, hay que admitir que suele ser un poco difícil de tratar, a veces.

—Supongo...

—Siempre trata de atribuirse todo el trabajo para él solo — Rosé le miró, esperando alguna reacción —. No de una mala manera, sino que piensa que todo es responsabilidad suya y no deja a los demás contribuir. No es bueno dejarse la carga toda una vida.

—En eso tienes razón.

—Y es un poco idiota.

—No es un idiota.

El pintor hizo un notorio puchero como muestra de insatisfacción y la castaña lo notó, puesto a que sus cejas se fruncieron y su velo se abultó en donde deberían ir sus labios

—Lo sé, sólo lo digo para molestarlo — ambos sonrieron y vieron a su alrededor al mismo tiempo, tal vez, buscando a quien es su tema de conversación en común —. Lo a-admiro mucho.

—Él te ama — afirmó Jungkook con total seguridad —. Él las ama. Su familia es un todo para él.

—¿Incluso mi madre? — Rosé preguntó con una mueca, el hombre asintió — No lo dudo, pero sé que es difícil hacerlo. Es mi–. Es mi madre también, pero a veces no estamos de acuerdo en muchas cosas.

—La señora Fiorella... le hace daño, inconscientemente — buscó con la mirada a la susodicha —. No sé mucho sobre sus conflictos anteriores, pero supe que está incómodo y en desacuerdo con la idea de contraer matrimonio. Él no quiere eso, sin embargo, lo hará para complacerla.

—Ninguno de nosotros lo quiere. Ni siquiera Francesca, por lo que Taehyung se ha encargado de consolar su llanto durante toda la noche y día — la menor murmuró con pesar, haciendo que Notte la vea a los ojos —. Pero mamá–. Sé qué hace todo esto por un falso bienestar que ella misma creyó, siempre ha pensado que los matrimonios nos hacen más fuertes, por eso... por eso ella se volvió débil después de que mi padre muera.

Aunque debe de admitir que, a veces, parece que sólo los está castigando.

—En parte, tiene razón — Jungkook susurró, divagando en su propia relación —. Un matrimonio perdurará si ambas partes se complementan y apoyan entre sí. Debe haber un balance... — con sus propias manos simuló una balanza —. Tiene que haber equidad y estabilidad, por el bien de los dos.

—Es lo que aspiro a mi matrimonio — Rosé suspiró —. Pero sé que ahora no va a ser posible.

—¿Por qué?

—Porque nadie es como tú, Notte.

El pintor se sonrojó, sintiéndose perdido ante la sonrisa y mirada triste de la contraria, quien sólo se encogió de hombros ante sus palabras.

—Al menos, puedo soñar con mi hombre perfecto mientras veo a los demás.

—L-Lo lamento.

Se sintió mal por la situación porque él estaba al tanto de lo que ser una persona como ella implicaba en ese entonces, no porque lo haya vivido o tampoco es como si quisiera apropiarse de las vivencias de los demás, sino porque fue testigo de ello por su hermana, quien perdió aún más su voz y opinión luego de casarse.

—¿Y tú? ¿Qué aspiras a tu matrimonio?

Jungkook no pensó mucho y, con rapidez, dijo: —Felicidad. Quiero ser feliz.

—Esa es una respuesta muy escueta — Rosé sonrió, tocando el brazo del mayor con una intención juguetona hasta que quedó agarrada del mismo —. Vamos, dime. Supongo que ya estás en edad de casarte. ¿Cuántos años tienes? ¿Veinticinco? ¿Veintiséis?

—En realidad, hoy cumplo veintiocho.

—¡¿De verdad? — él asintió, de pronto sintiéndose aturdido y sorprendido por el inesperado abrazo que se le dio — Oh, de haberlo sabido, te habría dado un regalo. Taehyung no me dijo sobre tu cumpleaños.

—No se lo dije, además, no le doy mucha importancia a esta fecha.

—¿Por qué no? — se encogió de hombros — Hay que celebrarlo. Debe tener importancia, es el día en el que naciste.

—Eso se escucha muy banal.

—La vida también, pero a todos les parece importar mucho lo que harán, como si eso cambiase el resultado.

Entonces, de a poco fue arrastrado – no literalmente, puesto a que no ponía resistencia hacia donde la Marcini le llevaba – hasta el centro del jardín, ganando un par de miradas y, por un momento, puede jurar haber sentido la dura reprimenda que le daba la señora Fiorella.

—E-Espera.

—La música está por sonar, ¿bailamos?

Jungkook tragó saliva.

—No sé bailar.

—Sí sabes.

El pintor la miró con extrañeza en lo que ella colocaba sus brazos en lo alto, así como lo hizo con Taehyung. A su alrededor, más parejas lo hacían y no era nada raro, después de todo, aquellos simples movimientos eran típicos de celebraciones y muchas personas lo sabían.

—Tu madre me va a matar. — Murmuró en lo que guardaba su brazo izquierdo tras su espalda.

—Taehyung y ella son iguales, hablan, pero no actúan en este tipo de casos — Rosé sostenía una parte de su vestido, alegrándose al ver cuán armoniosos estaban juntos —. A mí me gusta actuar.

Y la música empezó.

Yoongi recibió un golpe en su mano.

—¡Ay! ¡Madre Berenice!

—Deja de comer arroz crudo. — Le regañó.

El pelinegro atrajo su mano hacia sus labios y sopló, como si eso pudiese disminuir el dolor y formó un puchero. La cocinera le vio con una ceja alzada mientras seguía trabajando, vestida con su típico gran delantal blanco y cabello recogido mientras servía la comida en muchos platos.

—Tengo antojo de arroz crudo. — Dijo, tratando de excusarse, pero sólo se ganó miradas curiosas y burlescas de la señora y más cocineras a su alrededor.

—Yoongi, no estás embarazado.

Se resignó, soltando un suspiro a la par que se sentaba en un banco de madera, al lado de la mesa. No hizo más que ver a las mujeres trabajar, yendo de un lugar a otro y se sintió un poco inútil, reconociendo que no sabe cocinar y ni siquiera podría ayudar a cargar las cajas de vegetales que yacen a su lado por su inexistente fuerza.

No es la primera vez que se da cuenta que sobra en un lugar.

Avanzó hasta su madre Berenice para darle un corto abrazo y beso en la cabeza, haciendo sonreír a la mayor, pero aún concentrada en lo suyo y se dispuso a salir por la puerta trasera, la cual lo dirigiría a una parte del jardín que no se di acceso a los demás invitados, con una leve sensación de que estaba olvidando algo.

Mas una voz le detuvo.

—Uhm, ¿Yoongi está por aquí?

Dio vuelta en sus talones, conectando miradas con Hoseok.

—Disculpe, joven. No puede estar aquí. — Dijo alguien, cuyo nombre no le interesaba saber.

—Está bien, viene conmigo — con un ademán, llamó al menor y éste atravesó la cocina como si fuese su propia casa, para nada aparentando que es la primera vez que entraba allí —. Es amigo mío y del señor Marcini.

No esperó a que nadie se lo cuestionara, sólo avanzó, teniendo seguridad de que Donati le seguía. A su vez, el rubio tenía seguridad en que el mayor no le llevaba a ningún mal lugar. La confianza entre ambos iba creciendo de a poco.

Juntos, caminaron por un pasillo largo y en silencio, de esos en los que te sientes cómodo sólo por la compañía que tienes. Y, cuando llegaron a su destino, Hoseok abrió su boca en señal de asombro.

—Es lindo.

Se maravilló por esa parte de la residencia, puesto a que simple vista parecía un jardín, pero éste estaba dentro de la misma estructura de la casa, por lo que las paredes estaban cubiertas de enredaderas al igual que las ventanas, que estaban abiertas, y por donde la luz solar daba aparición.

También, un poco de música, haciéndoles saber que la celebración había comenzado.

—Taehyung me permite estar aquí cuando de vez en cuando — explica, tomando asiento en el suelo e invitando a su acompañante a que haga lo mismo —. No me gusta estar rodeado de muchas personas.

—A mí me da igual — Hoseok se estiró una vez sentado y soltó un gran bostezo lleno de cansancio —. Aunque he de admitir que el ambiente en esta casa es pesado, Jungkook también estaba incómodo afuera.

—¿Podrías dejar de hablar de Jungkook? Parece que es el único tema de conversación que tienes.

—Es que es así.

—Háblame de ti — el rubio le miró con el ceño fruncido en una mueca, bufó —. Si quisiera saber de él, habría ido con Taehyung. Desde que me contó sobre su caótico romance, no ha dejado de preguntarme sobre relaciones y esas cosas.

—¿Y qué le respondes?

—Que soy un patético hombre de, pronto, treinta y seis años. A punto de divorciarme, creyendo que mi hija me ama. Al cual una pareja sexual que tuvo le contagió de sífilis y tiene una expectativa de vida de cinco a siete años. No soy la persona que busca saciar sus dudas.

Hoseok le miró con los ojos más abiertos que de costumbre, dejando de lado cualquier rastro de mofa.

—Mentira, no le digo eso, pero quisiera. Sólo le dije que cada uno es diferente y no puede esperar que mis experiencias sean similares a las suyas.

Yoongi se ganó un golpe en su hombro que le hizo sonreír, después, sintió el peso de una cabeza en el mismo lugar y vio la cabellera rubia antes de acariciarla con su diestra.

—Mierda, es verdad que sólo hablamos de ese par — ambos rieron —. Lo siento, pero me da tanta ilusión que sean felices.

—Ya les toca, ¿verdad?

—Sí... Creo que ya es hora — el mayor recostó su propia cabeza encima de la contraria y cerró sus ojos, tratando de disfrutar la pequeña paz que el lugar les permitía tener —. ¿Vas a dormir?

—Sólo si prometes no irte.

Hoseok sonrió, dejándose relajar también y dijo: —Tú no lo hiciste, así que yo tampoco lo haré.

Taehyung suspiró en la soledad de su habitación.

Limpió sus manos en la ropa que llevaba, aunque no estaba muy convencido de la misma al momento de verse en el espejo. Se dio cuenta que su abdomen ha crecido con el pasar de los meses, lo cual está empezando a odiar, aunque a Jungkook le encanta recostar su cabeza allí. Ahora sólo piensa en la vergüenza que sentirá cuando éste quiera abrazarlo por la cintura, ya no se sentiría cómodo.

No importa, sacudió su cabeza y caminó un momento en círculos.

Está nervioso.

Hace unos minutos que se alejó de Francesca porque solicitaban su presencia en la fiesta, permitiéndole darse unos segundos para la conversación que planeó en su cabeza con Jungkook. Le había pedido a Yoongi ayudar al pintor hasta llegar al segundo piso, el cual ya se encuentra desolado – a excepción de algunas sirvientas que, sinceramente, no les dio mucha importancia si les veían juntos –.

Porque él, definitivamente, no pensaba presenciar cómo los demás celebraban lo que, para su hermana, era el mismísimo infierno. No tenía sentido y se sentía más que culpable por no impedirlo, creyendo que era su culpa, pero a su vez, trataba de convencerse que no era así.

Es difícil.

Encontrarse allí también les daba la posibilidad ser totalmente sinceros – o ese era el plan – y no privarse si querían que sus labios se encuentren. No podrían aclarar todo lo que deben si tenían personas viéndolos. Además, se conocía más que antes, las palabras no saldrán con facilidad de su boca y, lo más probable, es que se vea como un tonto enamorado – lo cual sí era – diciéndole a Jungkook cuánto lo ama.

Escuchó la música, un poco fuerte para su gusto, aun así, se permitió tararearla mientras esperaba.

Pero la primera canción terminó, así mismo como la segunda y la tercera.

Empezó a pensar lo peor.

¿Y si no quería verlo? ¿Y si ni siquiera fue a la residencia? ¿Y si su madre no le permitió el paso? ¿Y si le pasó algo grave como-

Sacudió su cabeza, no, no es hora de pensar.

Mordió su labio inferior cuando se dirigió a la puerta y sintió el sabor metálico de la sangre al abrirla. Caminar por el pasillo fue una odisea porque sabía que arrastraba sus pasos, no sabe si fue por miedo o algo más, pero su corazón empezó a latir con fuerza, mucha fuerza. Las encargadas de la limpieza lo veían con incertidumbre, ya no era secreto para nadie en esa casa que el único hombre de la familia es... un poco extraño y muy problemático, o así lo decía su madre a los cuatro vientos dentro de cuatro paredes.

El trayecto de las escaleras no fue tan desagradable en su paladar, lo que sí le hizo soltar una mueca fue cuando un par de hombre – que, desgraciadamente, conocía – le saludaron ni bien llegó a la recepción.

—¡Señor Marcini! — el hombre, si no se equivoca, de la familia Caputo extendió su mano, la cual aceptó con recelo — ¿Cómo se encuentra? No pudimos hablar en la capilla, lo estaba esperando.

—Bien, gracias — respondió, aún con los ojos a su alrededor, buscando una cabellera larga o una que esté completamente cubierta —. Y estoy ocupado por ahora, lo lamento.

—¿Trabajando incluso en la boda de su hermana? — asintió, forzando una sonrisa — Ya sabemos de dónde viene tanto éxito, para usted. Trabaja sin descanso.

—Ya es lo que me tocó hacer.

Y Caputo siguió hablando, pero él dejó de escuchar al encontrarlo.

Estaba de espaldas y su cabello se veía más radiante, movía su cuerpo ante la melodía suave que interpretaban los músicos y sintió cálido su corazón al verle portar su ropa, no pensó que lo haría.

Tragó grueso al disculparse con quienes le veían y caminó con paso lento hasta él, pero mordió su lengua con fuerza al ver que alguien más se acercaba desde su frente.

Rosé.

Su hermana se veía feliz, con una sonrisa mientras se encontraba con la pareja de baile que escogió, danzando con pequeños saltos hasta él y así reunirse con más personas en un pequeño para bailar juntos, era común que en ese tipo de ocasiones se realicen ese tipo de coreografías, lo que no sabía es que Jungkook supiera hacerlas todas.

Si bien bailó con él aquella vez mientras pintaban su retrato, los pasos que hicieron fueron los básicos y simplemente caminaron en círculos. Pero ahora, aunque sus pies se muevan de manera torpe, le veía disfrutar el momento con risas que pudo escuchar.

Con él nunca podría divertirse así en público.

Rosé parecía estar extasiada, ambos llamaban la atención de los demás y se contagian de su alegría. Parecía como si fueran–.

No, maldita inseguridad.

—¡Ya no más, estoy cansado! — dijo el pelinegro, tratando de recuperar aire — No respiro.

—Sería más fácil si te quitaras el velo — negó con su cabeza con rapidez, la castaña lo llevó hasta una esquina de la improvisada pista de baile —. A todo esto, ¿por qué siempre lo usas?

—Soy horrible — Jungkook se rio e hizo un ademán, queriendo no darle importancia. Puede que haya estado bebiendo una que otra copa que le ofrecían —. No quiero espantar a nadie hoy.

—Has de ser muy atractivo — y, aunque ella haya querido murmurar eso, él la escuchó —. D-Digo, tus o-ojos son muy lindos y grandes, por eso...

Tuvo un pequeño déjà vu.

Pensó en–. Pensó en Taehyung.

Oh, mierda, tenía que reunirse con Taehyung.

—Lo siento, d-debo irme — recobró su compostura y se aseguró de que su velo estuviese sujeto bien —. Tu hermano dijo que quería hablar conmigo, p-pero no lo he visto, ¿sabes dónde está?

—Uhm, está–.

—Notte.

Atrás suyo.

Jungkook saltó sobre su propio puesto antes de girarse a verlo y maldijo, maldijo porque sus pensamientos quedaron en nada al creer que ese hombre no parecía real como para ser un ser humano. Es demasiado, demasiado hermoso.

Y el castaño pensaba igual de él.

—¿Lo necesitas? — preguntó la menor, atrayendo la atención de los dos hombres — Estábamos bailando, podrías hablar con él luego y–.

—No — su hermano rápidamente le cortó —. Es importante.

—Sí... Eso — murmuró el pintor, sonriéndole a la joven —. Gracias por bailar conmigo y enseñarme, fue divertido.

—S-Si te desocupas, podemos hacerlo de nuevo, ¡si quieres!

—Está bien, aún debo perfeccionar la Gallarda.

—¡Pero ese es el baile más fácil! — Rosé sonrió y el menor le siguió — Sólo es dar saltos.

—Aún no logro memorizar el orden de las vueltas, es difícil.

—Pero te mueves bien, eh.

Jungkook bufó, sin creerlo, aun así, sonrió y dijo: — Gracias, tú igual.

Taehyung se mordía la lengua para no hablar cosas incoherentes y que podrían resultar fuera de lugar.

¿Estaban...? ¿En su cara?

La Marcini hizo una corta reverencia cruzando sus pies por detrás y agachándose un poco, misma que fue correspondida por los otros dos para, finalmente, marcharse. Quedándose a solas – no literalmente porque seguían en el jardín –, no les tomó mucho tiempo para sentir un ambiente tenso, no muy característico de ellos.

—No sé qué quieres decirme — empezó susurrando Kook —. Pero quiero que sepas... N-No pienso cambiar. S-Soy firme en–, en lo que tú ya sabes.

El mayor sintió cálido en su pecho, era orgullo.

—Lo sé — susurró de igual manera, viendo a su alrededor —. ¿Vamos a mi habitación?

Y Notte, sonrojado y temeroso, asintió.

Su camino a la habitaciónde Taehyung fue silencioso y, una vez estuvieron allí , él no sabía qué decir.

Lo cual es irónico porque, antes de tener a Jungkook a tan sólo dos pasos de él, practicó toda una conversación, incluso las posibles respuestas del pelinegro y estaba más que confiado.

Pero nada, ni un sonido salía de su boca y sus labios ni siquiera estaban separados.

El pintor le veía con incomodidad, tratando de descifrar qué es lo que le quería decir el mayor. No se había quitado su velo y declinó la oferta de sentarse en la cama que el contrario le ofreció, haciéndolo dudar más de sí mismo.

Este tipo de silencio era un desconocido para ellos y no sabían cómo llenarlo, hacer que desaparezca. Porque este era diferente a los demás, como si alguien más estuviera al frente para juzgar cada uno de sus movimientos y palabras, no es como los anteriores en los que sus miradas están conectadas y sus cuerpos juntos, simplemente disfrutando de sus compañías y desbordando cariño sin la necesidad de decirlo explícitamente.

—Es extraño, ¿verdad? — preguntó el menor en un susurro — Pero no creo que sea así. No creo que sea algo malo. T-Tampoco creo ser el único en que hace e-este tipo de cosas, aun así, puede ser desagradable para ti, ¿no?

Oh, Taehyung, ¿por qué no respondes?

Jungkook suspiró pesadamente, antes de seguir hablando.

—A Jin le gustaba mucho la ropa — había añoranza en su voz —. Él no se lo dijo a nadie, ni siquiera a mi abuelo Galli que decían ser amigos de toda una vida, pensó que le iba juzgar y tan equivocado no estaba. Yo sólo aprendí de él, hacer ropa es l-lindo y expande tu conocimiento porque sólo ves tela, y así como las prendas de vestir, las personas somos tela suelta que se va moldeando en manos de otros.

Tragó grueso, sintiéndose orgulloso de que el nudo en su garganta no fuera tan doloroso como creyó que sería al hablar de este tema.

—Taehyung, y-yo sé que soy un hombre. Pero también–, también me gusta ser... así, vestirme y pensar así. Sigo confundido por los conceptos que tienen los demás de ser un hombre y una mujer, pero yo–, por fin, sólo sé quién soy, incluso si eso significa estar en contra de lo que han tratado de imponer.

Tiene miedo, no va a negarlo, pero siente que debe ser más fuerte y valiente que otras veces. Por él, ahora, por los dos.

—No quiero seguir ocultándolo más. No puedo, ya no puedo, mucho menos contigo — se despojó del velo que tapaba su rostro, como queriendo hacerle saber que hablaba desde el alma —. No sabes cuán cansado estoy de e-esto — su voz se quebró un poco —. Tan, tan cansado.

El castaño tragó grueso, sus manos picaban para tomar las contrarias.

—Y sé que para ti también puede ser cansado, pero... ¿No es mejor estar juntos en esto?

Jungkook también se quedó sin qué decir.

En realidad, no había mucho que explayar. Tampoco es como si quisiera arrastrar a su amante a un pozo de duda constante, uno en el que ha estado por muchos años y, aunque ya tenía conocimiento vago a que Tae también se afrontaba a diversas preguntas existenciales y propias, era un notorio cambio sí lo incluía en las suyas.

Pero quería que él fuese su apoyo, su hombro donde llorar por las noches y recibir leves caricias de consuelo en sus mejillas. Así mismo, quería ser el apoyo de Taehyung, quien le abrace con fuerza cuando el llanto se vuelva tan pesado en su pecho y toque su piel como si estuviera pintando un lienzo.

A pesar de haber compartido momentos tristes, sabe que no han sido totalmente sinceros dentro de su relación sin nombre.

Él sabe que a su Día se le dificulta expresar sus sentimientos con palabras, ¿y qué más? Nada, no sabía absolutamente nada él.

Cree que ese es un gran problema.

—Puedo explicarte, si quieres — volvió a hablar, con tono bajo y voz dulce —. Hacerte saber cómo empezó t-todo esto. Pero si no quieres, e-está bien. No importa... — empezó a divagar — La verdad, es que hasta yo mismo me consideré repulsivo por como soy, l-lo s-sigo pensando, sin embargo, ya no creo tener tiempo para pensar así. Además–.

Ambos se sorprendieron cuando uno de los dos sollozó.

—¿Tae...?

La noche se acercó hasta su día para recoger la lluvia que caía de sus blancas nubes.

—¿Q-Quieres callarte...? — preguntó el castaño, sin saber la verdadera razón por la cual su garganta se cerró, impidiéndole hablar.

Antes de conocer a Jungkook, no creyó que expresarse sería un problema. Afortunadamente, siempre impuso una imagen de autoridad por la falsa confianza que adoptó hace mucho, era común para él simular una mueca frente al espejo y un grave tono de voz para que no cuestionen sus acciones y funcionó, siempre funcionó.

¿Por qué ahora no?

No pensó, mucho menos alguien le dio importancia, declamar sus propios sentimientos.

Así como Notte se presentó ante Namjoon como una persona totalmente diferente, ya no como el chiquillo que buscaba protección, él también lo hizo.

Jungkook lo tomó en brazos tan rápido reaccionó a su llanto porque aquel que veía ya no era Taehyung Marcini, el hombre con cierto poder en dinero y estatus, complaciendo a los demás y haciendo como si su vida fuese perfecta, y tal vez lo parecía a los ojos de otros, pero él sabía que todo era una vil farsa.

Porque, en ese momento, sólo arrulló a... Taehyung.

No Taehyung Marcini, sólo Taehyung.

—E-En tu vida v-vuelvas a–. Vuelvas a pensar te juzgaré p-por ese tipo de cosas, ¿de acuerdo? — dijo, hincando el pecho del pelinegro con su dedo índice para recalcar sus palabras — Son cosas nuevas para m-mí, pero yo quiero... Yo quiero aprender de ti, yo a-aprendo mucho sobre y por ti.

Jungkook soltó una pequeña risa llena de alivio, también con un par de lágrimas y abrazó fuerte al castaño.

—P-Pensé que me ibas a–. Pensé que ya no querrías saber más de mí.

—Me tomaste desprevenido — murmuró el mayor, escondiendo su rostro en el cuello de su amante —. Estábamos tan bien en tu cama como para que m-me soltaras una noticia como esa, no supe reaccionar. Es decir, ¿Antonella es una mentira? ¿Tu compromiso? Me sentí–. — se cortó a sí mismo, ni siquiera él sabía cómo se sentía en ese momento.

El pelinegro acarició su cabeza con duda.

—¿Cómo te sentiste? — preguntó en un susurro, también dejando leves caricias con la yema de sus dedos en la cintura a la cual se había vuelto adicto de tomar. Taehyung negó — Dime, mi Día.

—¿Por qué mentiste? ¿Por qué tuviste que crear esta farsa del matrimonio? — le encaró — Fui hasta Ravello a ver si podía dar con ella.

—¿Qué? — Notte frunció su ceño, tomando cierta distancia del otro cuerpo — ¿Cuándo? ¿Por qué?

—Cuando fui a Grecia — dijo con timidez —. Acorté mi estadía allí para quedarme unos días en Ravello, estuve como un idiota recorriendo las plazas para dar con una mujer de quien sólo sabía su nombre y rostro.

—Nadie te mandó a buscarla, Taehyung — y el nombrado iba a discrepar, pero Jungkook se le adelantó con el ceño aún más fruncido —. Espera, ¿fuiste a ver a mi prometida? ¿Con qué intenciones ibas?

—¡No le digas así! — el menor no supo a lo que se refería — No es tu prometida, nunca lo fue. No la llames más así.

—De acuerdo. Entonces, Antonella, ¿para qué fuiste a verla? — Marcini suspiró y quiso volver a esconderse en ese blanquecino cuello, pero el dueño del mismo se lo impidió — Estamos hablando, responde.

—Estaba confundido. Confundido, asustado y presionado. Mi madre no tenía otro tema de conversación que sea un escenario donde yo tenía una esposa e hijos, también estaba cansado y pensé que la única solución, para que me deje en paz, era darle lo que quería.

—Así que, querías encontrarla a toda costa. — Aunque el pintor ya lo sabía, se le hizo de mal sabor que el mayor haya ido tan lejos para verla con sus propios ojos.

—¡No! ¡Sí! ¡En un inicio! — agachó su cabeza — Estaba confundido — intentó excusarse —. No sabía por qué un matrimonio era tan importante. Aun así, esa no fue la razón principal para ir hasta allá. M-Me da un poco de vergüenza.

—Tengo planeado pasar lo que me queda de vida junto a ti, Taehyung Marcini. La vergüenza es algo que debemos de ir eliminando de a poco.

La piel del castaño era más morena que la del pintor, aun así y debido a la cercanía que mantenían, pudieron ver sus sonrojos tímidos.

—Fue cuando empezaba a tener sentimientos por ti — murmuró Tae, con la mirada gacha —. Cuando no sabía por qué una mujer nunca me llegó a atraer por completo y por qué era tan importante formar una familia aparte de la que ya tenía. Eres... la primera persona que amo en un plan romántico y no sabía por qué o qué se debía.

—¿Soy tu primer amor?

Jungkook sonrió ladino, apresando más la cintura de quien asintió hacia su pregunta. Algo cálido se instaló en su pecho.

—Quería respuestas. Antonella me intrigó, eso lo sabes — claro, ya lo habían hablado —. Pero ese no fue el motivo principal para buscarla. Solo... quería hacerme una idea de qué o por qué la amabas. Por alguna razón, estaba triste porque tus ojos estaban puestos en ella — Notte frunció su ceño —. No tiene sentido lo que hablo, ¿verdad?

Y es que ni él mismo se entendía, lo malo de no saber expresarte ni hablar de un solo tema en una misma conversación.

—Es un poco confuso — admitió —. Es chocante saber que te sientes así desde ese momento o incluso antes. Yo–, yo supe que me gustabas desde ahí también, cuando lloré porque te extrañaba y me había vuelto adicto a tu compañía.

Pero al pelinegro algo no le cuadraba.

—Mi Noche, eres la primera persona que me ha atraído, gustado y enamorado — habló el castaño con un muy notorio sonrojo —. En un principio, traté de negarlo, eso fue cuando te ignoré por dos semanas.

—Ni me lo recuerdes, lloré más al no saber qué había hecho mal.

—Pero luego volví para hacerte saber mis dudas — tragó grueso —. Yo... nunca hago eso.

—¿Volver?

—Hablar sobre mí — Notte suavizó sus facciones —. No me gusta. Sé que soy una persona difícil de amar, no quisiera que, quienes lo hacen, dejen de hacerlo porque soy una molestia — su tono de voz fue bajando hasta convertirse en un susurro, como si estuviese besando la mejilla de su amante sin usar sus labios —. No quiero que dejes de amarme, no en ese entonces cuando recién entendía lo que me pasaba, mucho menos ahora que te amo de vuelta.

—¿Cómo...? — bufó, casi indignado, pero con un toque suave que les hacía estar sumergidos en su propio ambiente — ¿Cómo podría dejar de amarte por eso, Taehyung Marcini?

«No me gusta quien soy.» Quiso decir, pero las palabras quedaron ahogadas en su garganta.

—No soy una persona tan grata de conocer. — Optó por murmurar.

—Eso ya lo veremos.

Jungkook empezó a balancearse de un lado a otro, inconscientemente, al mismo ritmo de una suave melodía que entraba por la ventana mientras aún mantenía en brazos al mayor.

Era un lindo eclipse que nadie se atrevía a ver.

—Me vas a dejar cuando lo veas.

—Uhm, eso está difícil.

—Prefiero que mantengas una versión feliz y fuerte de mí.

—Pero, mi amor, sabes que hasta la luz del sol se ve opacada por nubes llenas de lluvia. Y eso está bien porque las plantas necesitan de luz, sombra, agua y demás. Los días funcionan así y tú eres mi Día.

A él le preocupaba que su amante no tuviera ningún tipo de apoyo en sus momentos más difíciles. Al menos en su momento, él tenía a Jin y, parcialmente, a Namjoon, pero, ¿y Taehyung? ¿Cuánto ha estado ocultando para creer que le dejaría tras conocerlo por completo?

Taehyung nunca tuvo tiempo para ver por sí mismo, mucho menos de conocerse.

Porque, aunque no lo haga, puede asegurar que no es una persona tan fácil de tratar o con la que puedas convivir con facilidad, aquella parte de él que se niega a darse la debida importancia para conformar su propia persona porque aún cree que es egoísta.

Sin figura paterna o materna que le pueda guiar, por sí solo recorrió el primer camino que le dio la vida, rezando a que la suerte esté de su lado para que pueda darle a su familia una vida que se merezcan.

Trabajo y familia. Familia y trabajo. No había cabida en sus opciones para pensar en su felicidad cuando pensaba que ésta dependía de otros.

Un rastro de sangre recorre su espalda por haber arrancado cada pluma de sus alas para complacer a los demás, no se había dado cuenta de cuánto dolor ha estado sintiendo hasta ahora.

—Tienes que dejar de verte así — habló serio el menor, dejando un casto beso en la mejilla de su amante —. Y ver que otros pueden sobrevivir sin tu completa ayuda.

—Pero mi hogar–.

—Tu hogar funciona siempre y cuando tú estés bien — se separaron un poco, sólo un poco para que puedan verse a los ojos, aquellos que brillaban cada vez que se tenían al frente —. Entiendo que quieras ayudarlo, pero, mi vida, también debes de ver por ti mismo.

«Siento que soy un completo inútil así.»

—¿Qué te parece si... empezamos a priorizar tu bienestar? — Taehyung le miró con las cejas curvadas, iba a llorar y muy pronto — ¿Tu familia es importante para ti? Está bien, apóyalas en lo que puedas, pero no dejes que te consumen por completo.

—Soy lo único que tienen.

—No, se tienen a sí mismas, nunca estarán solas — porque Jungkook ya lo había entendido, por fin lo entendió —. Uno nunca está solo, siempre con su propia compañía.

El castaño mordió su lengua, no le gustaba esa idea. No, no y no.

—Debemos dejar de imponer a otros antes de ti mismo, ¿sí?

—¿Debemos? — el pintor asintió.

—Así es, los dos. Porque desde el momento en el que me besaste, somos uno solo. El día y la noche juntos, como esos cuentos de cuando los días se volvieron oscuros y nadie supo el por qué — ambos sonrieron, dejándose llevar por el leve balanceo de sus cuerpos —. Ellos no lo sabían, pero éramos nosotros, siempre fuimos nosotros.

—Los días oscuros asustaban a todos. — Respondió Taehyung, risueño y totalmente enamorado por tal analogía que, antes, hubiese pensado como ridícula. Ahora la amaba con locura.

—Y nosotros hacemos que la iglesia tiemble, por eso nos persiguen.

Las leves risas no lograron ser opacadas por la música, la cual tampoco le estaban prestando mucha atención, de todos modos. Porque, y aunque ellos no lo supieran en ese entonces, se encontraban bailando como había anhelado y soñado.

Taehyung suspiró profunda y sonoramente.

—Lo intentaré. — Susurró, manteniendo la mirada gacha.

Estaba consciente que, a sus prontos treinta y cuatro años de edad, debería empezar a ver por su felicidad. Y eso incluía a Jungkook, junto a su familia apoyándolo, ya no exigiéndole en demasía.

—Sin mamás que te estén preguntando todo el día cuándo vas a casarte y sin la idea que tus hermanas no pueden valerse por sí mismas.

—Y sin ninguna bella mujer. — Sentenció el mayor, puesto a que creía que esa era la parte más importante.

—Sin ninguna bella mujer — repitió —. Sólo el día y la noche. Mi día y yo.

—¿Rosita?

Rosé alzó su mirada cuando escuchó una voz conocida, llamándole por un apodo que no le agrada ni desagrada por completo. Sonrió una vez Yoongi se sentó a su lado, ambos quedando así al pie de las escaleras.

—¿Gigi? — preguntó de vuelta, ganándose una mueca de indignación — Dios, amas cuando te llaman así.

—Blasfemias.

—Cuando estás borracho lloras si te llaman Yoongi — puede que uno de los pasatiempos favoritos de la castaña sea molesta a Cetti, mejor amigo de su hermano y a quien también considera uno más de su familia —. Eres un borracho adorable.

—Pero hace mucho que no tomo, eh. Felicítame.

—Felicidades, señor Gigi.

A Yoongi le resultaba fácil tratar a la hermana de su amigo, pues congeniaban bien y casi siempre pasaban molestándose como un par de niños, a pesar de tener una diferencia de edad de casi trece años. Es cierto que se ven de vez en cuando, pero mantienen una amistad que perdura con el tiempo.

—Te vi triste — admitió el pelinegro, viendo a la puerta que daba al salón del lugar y luego al pasillo donde se encontraban, el cual estaba desolado a petición de Taehyung —. ¿Sucedió algo?

—Sólo–. Sólo es... — suspiró — mamá.

—Cuándo no–. ¡Ay! — Rosé le golpeó el hombro — Sabes que tengo razón.

—Sí, pero sigue siendo mi madre después de todo — Yoon frunció sus labios, aquel lema de familia es familia nunca le agradó, parecía ser una excusa perfecta para que otros te traten como se les da la gana sólo por tener el mismo apellido —. Está histérica porque Francesca no había dejado de llorar, pero ya está más tranquila.

—Lo siento mucho por Fran. — Murmuró con pesar.

—Tengo miedo que a mí también me obliguen a casarme — dijo la castaña, buscando consuelo en las leves caricias que el mayor dejaba en su cabeza —. El matrimonio no me desagrada, pero quisiera hacerlo con un hombre que realmente ame.

—Si lo encuentras y se lo presentes a tu madre, tal vez, muy tal vez, lo acepte.

—No lo hará — respondió de inmediato —. Sé que no lo hará.

¿Qué tan patética debe verse a sí misma pensando en eso y en Notte? Por Dios, ni siquiera conoce su rostro y nombre real, ya debe de ser hora que deje de pensar en él.

Pero es que bailar con él sólo aumentó sus esperanzas, imaginando que esa boda no era la de su hermana, sino suya. Pensando que la pieza que interpretaban no era más que el baile principal que hacían por tradición. Porque las manos cubiertas de tela se sintieron tan bien contra las suyas propias y sabe que está siendo estúpida por haberse enganchado con un amor tan platónico.

—Supongo que debo aceptar mi destino.

—Lo siento.

—No hay por qué disculparse, Gigi — le dolía, claro que le dolía —. Iré con mamá, debe de estar buscándome.

Yoongi solo pudo pensar en lo arruinada que estaba esa familia por culpa de Fiorella Marcini.

En el jardín de la residencia Marcini, Fiorella junto a sus dos hijas les sonreían a sus invitados.

—¿Su hermano no bajará? — preguntó la mayor, a lo que las menores negaron con sutileza. Todos se habían dado cuenta de la ausencia del único hombre de la familia, pero lo mencionan en susurros no muy bien disimulados.

—Desde la mañana te dije que no lo haría — dijo Francesca, un poco incómoda con su vestido —. Aún está molesto contigo.

—¿Por velar por su bienestar?

—Por no escuchar nuestras decisiones. — Le respondió la pelinegra.

Rosé, como siempre, se encontraba callada ante su presencia.

—Y mucho más por no escuchar sus propias decisiones. Sabes que no quiere casarse y es lo único en lo que has insistido desde que llegó — la miró con reproche —. Se volverá a ir por meses y tú serás la única culpable.

—Tu hermano ni siquiera sabe qué comer, ¿qué va a saber de la vida a comparación de mí?

—Acéptalo, le gustan los hombres — Fran habló en murmullos, sólo para que su familia escuche algo que ya sabían —. Y lo sabes, desde un inicio lo supiste.

—¡Francesca Marcini! — regañó su madre, intentando disimular su notable enojo.

—Sabes que no aceptará casarse con una mujer. Sabes que, muy probablemente, esté con Notte. Sabes que ha cumplido con cada capricho que hemos tenido, pero también sabes que no dejará que le arruines la vida de esta manera.

Rosé sabía que su hermana estaba dolida y resentida con su madre, por lo que no le extrañó que ésta saliera de su campo de visión con los ojos lagrimosos.

Porque Francesca ha estado notando de a poco el cambio de su hermano, en cómo ni siquiera se trata de disimular sus sentimientos cuando está con ellas y el pintor que aún desconoce su rostro. Está al tanto de cuántas cosas Taehyung ha sacrificado para que ellas sean felices, ¿y así se lo agradece su madre?

Por un momento, también quiso aportar con mejorar su familia y complacer a su madre, pensando que así estaría orgullosa de ella, con la idea del matrimonio. Pero lo único que ha recibido desde que aceptó la noticia son inconformidades y más inconformidades.

Fiorella vio a su hija menor, quien sólo suspiró para alejarse de ella completamente, yendo con dirección al salón de la residencia.

Al parecer, quien no tendrá alguien que llore su muerte, no será Taehyung Marcini.

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