venti
El establo entero olía a alcohol.
Jungkook yace en la mesa de la cocina y, junto a él, dos botellas vacías de vodka. Amaneció hace unas horas, no sabe cuánto tiempo ha estado sentando, pero no es posible pensar en algo más que la reacción de Taehyung al secreto que ha estado guardando desde hace años.
—Necesito que alguien me abrace. — sollozó, sintiendo el frío de la noche y soledad repentina.
El efecto de la bebida se le va pasando de a poco, trayendo consigo un dolor de cabeza intenso y unas cuantas arcadas. Sabe que sus acciones no son las correctas, está consciente que no debió de tomar lo que Hoseok compró para usarlo de brindis algún día, que no debió extrañar la sensación de perderse en el mar que el alcohol le daba.
Porque estar borracho parecía ser, de nuevo, una fácil salida a los problemas que podrían surgir en cualquier momento.
Jin estaría decepcionado al verlo, o tal vez no, conociéndolo, sostendría su cabello para que pudiera vomitar después de una caótica noche para luego abrazarlo. Quiere llorar, pero ni una lágrima sale de sus ojos, aun así, siente una profunda tristeza que logra oprimir su pecho.
Y no quiere que nadie sienta lo mismo que él, ni siquiera su peor enemigo, ni siquiera Jimin.
En sus manos sostiene con fuerza aquel vestido que su amante vio en primer lugar, era uno de sus favoritos y el más difícil de hacer, aunque cree que ya no le queda la talla, últimamente, ha estado comiendo bien gracias a la preocupación de Taehyung.
Aprendió a coser con su maestro, pues así decía que sólo se gastaba en la tela y herramientas y no en varias prendas a la vez, una opción económica que el mayor aprendió desde muy temprana edad. Cuando tenía un poco dominado aquel arte, empezó a confeccionar con lo que se vestiría. Incluso, él fue quien arregló su velo con la misma manta con la que Jin le cubrió cuando se conocieron.
Era útil, pues podía remendar lo que sea sin la necesidad de un tercero, es más, incluso hasta planeó trabajar como sastre, pero desistió al preferir la pintura, le era más interesante.
Y esa fue la razón por la que comenzó a hacer ropa de mujer. Como muchos la llamaban, lo que se hacía específicamente para los hombres lo encontraba repetitivo y aburrido, incluso si trataba de imitar ropas de alta costura con un solo estilo de tela y un par de agujas.
Veía a las mujeres pasar por el pueblo y dibujaba sus vestidos, si Marcini hubiera indagado más en aquella caja, encontraría muchas hojas de lienzo con diferentes diseños, tantos que dejó de contarlos cuando dejó de hacerlos.
Pero, para él, todo no era nada más que tela.
¿Qué era, entonces, aquello considerado hecho por y para mujeres u hombres? No lo entendía y cree que es una maldición que esté cuestionando ese tipo de cosas, su cabeza sufría intensos dolores de cabeza tras preguntarse: ¿Por qué? Ante cada ideología en los roles de género.
Es confuso, incluso después de años. Es como una batalla interminable.
Suspira para mantener su mente en blanco, lo que menos necesita ahora es otra crisis donde son protagonistas las preguntas: ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Está bien o mal?
Lleva la botella a sus labios y maldice al olvidarse que está vacía. Suspira y, por un segundo, ve la cicatriz en su muñeca, aquella en la que intentó quitarse la vida desesperadamente frente a Hoseok – y la cual, aún le apena recordar –. Es la primera marca que se ha hecho por cuenta propia.
Al menos, en los brazos.
Acaricia sus muslos con sus palmas, allí se encuentran varias – muchas – líneas que se hizo tiempo después en el conoció a Jimin. Es más, él fue quien le incentivó – de alguna manera – a hacérselas después de notar cómo éste también se hacía daño por toda la extensión de sus extremidades, decía que le ayudaba a aliviar el dolor que sentía en su corazón.
Y puede que tenga razón.
Era tanta la presión de su pecho que debió buscar alternativas para amainar la misma y la encontró en las gotas de sangre que escurría por sus piernas, tal cascada roja y armoniosa para un pobre e infeliz joven.
Paulatinamente lo fue dejando, nuevamente, gracias a Jin. La pintura le ayudó a colocar todo lo que pensaba en lienzos, puede decirse que se lastimó al pasar tanto tiempo intentado perfeccionar sus técnicas, pero – y así como dijo Taehyung – el amor es paciencia. Su maestro, con calma, le enseñó a ser una mejor versión de sí mismo, un poco más segura que la anterior.
La punta de sus dedos pica en ese extraño y familiar pensamiento intrusivo de volver a hacerse daño tan drásticamente, pero muerde el interior de sus mejillas para no escuchar esas asquerosas voces que gritan mil y un cosas inservibles. Se lo había prometido al mayor.
Porque Jin es... la luna que lo acompaña todas las noches.
Distante, brillante y encantadora, como lo fue en vida. Una razón más por la cual eligió Notte como pseudónimo, fueron las últimas palabras de él.
—Si me extrañas, búscame en la luna — le dijo con dificultad mientras sostenía sus manos y le daba los ya rutinarios masajes para apaciguar el dolor, pero ya nada parecía funcionar en ese momento —. Es la única que no te abandona, por más enojado que estés con ella. Yo nunca te abandonaré, Jungkook. Y siempre iluminará tus noches, por más oscuras que estén.
¿Cómo no sentirse una completa mierda al saber que ha roto más de una promesa que le ha hecho? Y, aún peor, ¿cómo no hacerlo cuando tienes la corazonada que él, ni siquiera se decepcionará, sino que te incentivará a seguir intentándolo?
—Maestro Jin, maestro Jin — le llamó, nadie contestó —. Por favor, v-ven a abrazarme...
Lo necesita tanto.
Sus sollozos se vuelven fuertes y una corriente de frío pasa por su pecho, aún no amarra los huecos del cuello y el rocío de la mañana le estaba jugando una mala pasada.
Quiso ver las únicas marcas que amará por siempre, el rastro de besos que su amante dejó.
Ahora ni siquiera sabe por qué su llanto es tan fuerte y doloroso. Si por el dulce recuerdo de Jin o el amargo recuerdo de Jimin, si por Taehyung o él mismo, por el miedo que le mantiene vivo o la vida en sí. Sólo sabe que quiere llorar, llorar mucho, gritar hasta que su garganta se desgarre o golpearse hasta que sus nudillos sean bañados de sangre y su piel, de hematomas.
Pero no hay fuerza para hacerlo. Es confuso.
Todo él es confuso.
Así como la manera en la que unos brazos le rodean.
Mira por sobre su hombro y, aunque quiera callar sus gemidos lastimeros, no lo logra. Siente vergüenza, pero a la vez, agradecimiento ante el inesperado consuelo de su pupilo.
—Está bien, maestro Notte — murmuró el menor, acariciando el cabello de su mayor —. Estoy aquí.
Hoseok no sabía lo que pasaba, pero aun así mantenía unas cuantas lágrimas en las esquinas de sus ojos. Llegó hace poco al establo, hace unos minutos él y Yoongi se separaron en el camino porque iban en direcciones opuestas, ya era una costumbre suya caminar juntos hacia donde deben.
Esperaba encontrar al mayor dormido como usualmente pasaba o bien a punto de irse a la residencia Marcini, sin embargo, supo que algo andaba mal cuando vio la puerta abierta, al igual que el cobertizo. Jungkook ni siquiera las había cerrado tras arrastrarse para ir hasta la cocina.
Por un momento, cuando escuchó los primeros sollozos, pensó que sería buena idea esperar y darle su espacio mientras se balanceaba por el columpio, pero después desistió y entró al recordar la última vez que vio al pelinegro en un estado tan deprimente, esa noche lloró tanto al curar sus heridas y fue en busca de Taehyung, no sólo por la preocupación en el pintor, sino también por el miedo que le causaba estar con un desconocido.
La muerte es irremediable y dolorosa, es como una herida que nunca logra cicatrizar y duele como el mismo infierno. El pequeño pensamiento de perder nuevamente a una persona que ama, le destruye el corazón en pedacitos que, muy difícilmente, volverán a estar juntos.
Por ello lo abrazó tan fuerte ni bien lo vio, sin aquel porte seguro y fresco que suele tener, al menos, dentro de las conocidas paredes de madera. Parecía indefenso y con mucho miedo, su cuerpo temblaba con fuerza, no supo bien si fue por el llanto o el alcohol.
—No m-me quiero morir. No me q-quiero morir. No me quiero morir. — repetía en voz baja con evidente desesperación. Su garganta se cierra y le cuesta respirar.
El dolor del rechazo es ardiente a un nivel extremo, no como las tazas de té que toma para ahuyentar al frío o los rayos del sol impactando sobre su piel. Es más intenso cuando viene de una persona que amas con la misma fuerza.
Las palabras de Namjoon, en su momento, fueron como piedras arrojadas a su cuerpo. Pero una posible y similar respuesta de Taehyung... Se siente tal fuego en cada pedazo de su piel.
—No morirá, maestro Notte.
Y lo sabe, lo que lo hace aún peor. Está consciente que puede sonar muy dramático, pero poco le importa ahora.
Tal vez, cometió el acto de amor más puro que podrá hacer en su vida. Quizás, cavó su propia tumba. Aún no queda del todo claro si el miedo o la valentía dirige sus acciones, puede que ambas en una muy extraña y caótica combinación, pero... ¿Qué más podía esperar?
Ellos mismos se han llamado Día y Noche, esperanzados en estar juntos y sí, puede que los días y noches se saluden con frecuencia, pero no es lo mismo a estar unidos. ¿Había una diferencia? Para él, sí y es triste. Porque no sólo quiere formar un romance con Taehyung, él quiere formar una vida entera con él, una en la que sean uno solo.
Pero eso no es, ni será posible. No ahora y espera, realmente y de corazón, que las personas puedan amar con libertad en un mañana muy lejano, sin prejuicios que les obligue a mortificarse en sus pensamientos y sin miedo que les haga esconderse.
Ellos son las rocas en el fondo del río y, el mismo, es la maldita sociedad en la que viven, aquella vil y que estaría celosa de su relación, tanto que la impedirán a toda costa. Aun si logran sobrevivir a aquello, el propio peso de sus actos, mentiras y palabras los hará seguir cayendo.
Él seguirá cayendo.
Por sus pensamientos intrusivos. Por no poder amar sin dañar. Por la vergüenza de sí mismo. Por la necesidad de olvidar sus palabras. Por querer pretender que su pasado no existe.
Su llanto cesa con el pasar de los minutos, sintiéndose más liviano, aunque su cabeza llegue a doler a horrores. Es probable que tenga el mismo aspecto en sus primeros meses en el pueblo, con grandes ojeras, rostro demacrado y ropa desaliñada. Desagradable hasta cierto punto.
Sin embargo, el menor no lo ve así, no sí desagradable se podía describir a su mirada brillante a causa de sus lágrimas y sus ojos perdidos, buscando desesperadamente un punto en el cual fijarse para adherirse a la realidad.
Donati se separó una vez el llanto mermó. Recogió la mesa y las tiró a la basura, notó el par de platos, cucharas y vasos lavados y dedujo que Marcini le acompañó, nuevamente, esa noche. También está claro que se dio cuenta de las marcas en el pecho de su maestro, pero prefirió no hablar al respecto.
Optó por idealizar mil y un planes para torturar a aquel castaño, si es que él es el causante de esas lágrimas cristalinas.
—P-Perdón, y-yo... — balbuceó, cerrando por completo su camisa — Lo siento.
—No hay nada que perdonar, Jungkook — respondió el rubio, empezando por limpiar la mesa, pues había un poco de alcohol derramado y un par de cosas no estaban en su sitio —. Habla conmigo cuando te sientas listo. Estoy aprendiendo a tener paciencia, esperaré a que... te sientas cómodo.
«¿Paciencia? ¿Acaso él...?»
—¿Me amas?
Hoseok casi se tropieza con sus pies por la repentina pregunta. —¿E-Eh? Sí... — murmuró con un poco de vergüenza — ¡Es un amor fraternal! — aunque no era necesario, lo aclaró con rapidez, viendo la imagen de Taehyung en su cabeza.
El amor es tan lindo, más cuando es recíproco.
Sin importar de qué color es, es tan bonito cuando dos o más corazones se sintonizan a la par para latir juntos, para darle los ánimos suficientes para salir adelante. Es gratificante porque no es como si esperaras algo a cambio o piensas que la otra persona te querrá sólo por interés, es natural que el amor acompañe a la preocupación para quien te importa, así como la dedicación y... paciencia.
Amar a Taehyung y que él lo ame, es magnífico. Pero no podrá hacer nada si el castaño ya no decide seguir formando parte de su pequeña familia, de su espacio seguro en el que se siente protegido con el simple hecho de corresponder con sus sentimientos.
Está cayendo, pero el amor que le tiene a su hogar, lo hará levantarse.
Él debe levantarse, ¿verdad?
—Yo también te amo.
Por la promesa que le hizo a Jin de mirar a la luna cada vez que tenga ese tipo de pensamientos de nuevo. Por la paciencia que Taehyung le demuestra en aprender para hacerlo sentir amado. Por la manera en la que le quiere enseñar a Hoseok que no se debe sentir apenado por ser quien es. Por la valentía que tomó al hablar con Namjoon, cuando siempre se ha caracterizado por tener algo que decir.
Y por todo el daño que se ha causado al ocultar quién, verdaderamente, es.
La puerta de su habitación fue golpeada un par de veces.
El hombre de cabellos castaños no lo escuchó, seguía mirando el techo con un gran desorden y confusión de sus pensamientos. Las finas y delicadas sábanas que lo tapaban contrastan mucho con la rigidez de su cuerpo, el rostro de Jungkook se asomaba por más que intentase cerrar los ojos y descansar.
Llegó a la residencia después de salir corriendo tras la chocante confusión del menor, había tomado a su caballo para galopar hasta allí. No supo muy bien por qué lo hizo, todo a su alrededor era confuso, pero sintió necesitar aire, parecía como si el cobertizo se hubiera hecho mucho más pequeño de lo que ya era hasta el punto de asfixiarlo.
«—¿Quién es ella?
—Soy yo.»
Aunque Taehyung siempre lo ha intentado ocultar, la verdad es que es una persona muy insegura.
Y lo ha hecho bien, cree, porque su Noche no se ha enterado de las madrugadas – que pasa en su habitación después de darle su rutinaria visita nocturna – pensando en sus acciones. Tampoco de los nervios que le dan al nombrar a Antonella o lo que sea que fuera porque pensó que Jungkook la amó tanto como estar comprometido con ella.
Así mismo, no supo que su fachada de hombre fuerte y cabecilla de la casa era tan frágil como un diente de león. Que, mientras de su garganta salía una voz áspera y firme, sus piernas temblaban por debajo de la mesa; que no le gusta estar solo porque recuerda su niñez y juventud trabajando por las noches, llorando al pensar que no era justo para él que se hiciera cargo de muchas cosas a tan temprana edad.
La soledad llega a ser aterradora. Más para una persona que puede pensar y pensar en el más mínimo detalle en su vida y, aun así, no saber muy bien cómo controlarla. Lagrimear de la frustración al saber que el día y la noche se le van de las manos ante cualquier error que cometía.
Es verdad que ya no es tan ingenuo ante las palabras manipuladoras de otras personas, pero el que siempre le ha tenido bajo su yugo son sus pensamientos de sabotaje hacia él mismo, arrastrándolo y dejando un rastro de sangre oscuro por su camino, creyendo que podría llegar a humillarse por sus propias acciones.
La lista de lo que le causa inseguridad es muy grande y van desde cosas como que no está siendo un buen hermano o hijo; de siquiera imaginar que es un mal amigo o un pésimo amante.
Pero, a esto nunca le dio tanta importancia, incluso si eso le atormenta toda la noche al llorar hasta que su estómago duela por la fuerza que ejerce al no dejar escapar sus sollozos.
Las palabras no son lo suyo y, aunque intentó expresar cuán cansado está de su propia cabeza con acciones, tampoco pudo hacerlo. O bien, nadie pudo notarlo.
Con el tiempo, se dio cuenta que sus problemas podrían ser como el tamaño de una insignificante hormiga comparado al de los demás.
¿Cómo podría decirle a su madre que ya no quería trabajar, cuando ésta lloraba día y noche por la partida de su padre? ¿Cómo podría decirle a Rosé y Francesca cuán cansado estaba, cuando a ellas las obligaban a comportarse como "señoritas" según las mayores del pueblo? ¿Cómo podría decirle a Yoongi que tiene miedo de terminar cediendo ante la presión Fiorella y casarse con cualquier mujer que se le atraviese en frente, cuando él lloraba por su infeliz matrimonio y el temor de ser un mal padre para su hija?
¿Cómo podría decirle a Jungkook cuán feliz y nervioso está de haber encontrado al amor de su vida, cuando él ya había estado con el que creía ser el amor de su vida y terminó con múltiples cicatrices, y no sólo en su piel, sino también en su corazón?
Siente cómo la coraza, que ha construido para ocultar sus miedos, se va rompiendo de a poco.
Y piensa que es egoísta por ello.
Un ser completamente despreciable que no es digno de amar y, debido a eso, les agradece a quienes lo hacen. Porque sabe que, las personas como él, son difíciles de tratar y soportar, no muchos tienen la paciencia de estar a su lado, esperar a que pueda expresarse con naturalidad y tener en orden sus pensamientos.
Las emociones que ahora siente son distintas, confusas y extrañas.
No sabe cómo debió reaccionar ante la declaración de Jungkook, es decir, ¿cómo hacerlo si toda su vida se ha basado en intentar seguir todos y cada uno de los roles que se supone deba de tener, para encajar en la sociedad?
Por un lado, su corazón se siente tan cálido y vivo al saber que su Noche le tiene la confianza suficiente para revelar tal secreto. Le llena de orgullo ver cómo ha ido aceptando quién es con seguridad, es lindo ver su progreso desde aquel joven de mirada brillante y tímida hasta al hombre que acepta haber querido cambiar su forma de ser por las miradas juzgadoras y palabras manipuladoras.
Porque esa es otra cosa que Taehyung tiene que cambiar, dejar de quedarse atrás en la maldita carrera de la vida para cerciorarse que todos avancen, dejar de arrancar las plumas de sus alas para quienes lo necesiten, incluso hasta cuando sus alas se queden completamente desnudas, impidiéndole volar.
Sin embargo, por otro lado... Se siente decepcionado y, de alguna u otra manera, traicionado.
Sus pensamientos intrusivos y silenciosos parecen haber sido una burla para todos, que sus lágrimas derramadas fueron como un insignificante caudal que todos ven al pasar, pero lo ignoran al no ver nada interesante en él. Que su esfuerzo de aprender a expresarse con palabras, para que Jungkook se sienta más amado por él, ha sido completamente en vano.
Entiende la preocupación y miedo que el pintor haya tenido al estar ocultando su secreto, para personas con un romance como el de ellos, la vida misma se podría considerar un privilegio y un peligro andante. Siguen sin gustarle las mentiras, pero puede justificar la que mantuvo su amante.
Pero, ¿dónde quedan sus noches en vela pensando que, en cualquier momento, la bella mujer podría aparecer y volver a cautivar el corazón de su Noche? ¿Dónde queda la desconfianza de su propio cuerpo ante el pensamiento de no verse lo suficientemente lindo para él? ¿Dónde queda la constante inseguridad de no saber amar?
¿Por qué su dolor, nuevamente, parece ser dejado de lado?
Acepta que no debió callarse con las incontables cosas que pasan por su cabeza, aun así, ¿decirlas habría marcado una diferencia?
Sus ojos se llenan de lágrimas cargadas de frustración, mismas que caen por los costados de su cabeza hasta caer en la almohada. Muerde su labio con fuerza para no dejar escapar ningún sollozo cuando la puerta de su habitación sigue siendo tocada con insistencia.
—¡No quiero ver a nadie! — grita sin moverse, hastiado de no tener un momento para desahogarse en paz.
Pero sus peticiones son ignoradas cuando una joven asoma su cabeza, dejando entrar un rayo de luz al oscuro lugar.
—Señor Marcini, disculpe la intromisión... — la voz de Jieun es baja y un poco temerosa, nunca había visto al mayor molesto o usar ese tono. No logra ver su cuerpo al estar cubierto de sábanas, pero ve el movimiento errático que tiene al temblar — ¿Se encuentra bien?
—Sí, ahora lárgate — respondió escueto, aunque se arrepintió después. La muchacha ni nadie tiene la culpa de lidiar con sus problemas —. Por favor.
—Lo lamento, señor. Pero su madre ha estado insistiendo en que venga a despertarlo para que reciba a la señorita Vitale en el jardín, llegó hace poco más de una hora y quiere hablar con usted. Dice que es muy importante.
—No quiero ver a nadie, señorita Da Costa — volvió a decir, sorprendiendo a la nombrada, pues mujeres con un bajo puesto económico y social, no son tratadas como señoritas —. M-Me duele la cabeza.
—Oh, comprendo — la pelinegra sonrió, aun si nadie lo hubiera visto —. Se lo diré a la señora Marcini, ¿quisiera una infusión o un paño de agua caliente para el malestar?
—No es necesario, gracias. — con ello, la menor asintió y, sin decir nada más, cerró la puerta.
Taehyung pudo suspirar tranquilo, su llanto no se detuvo en ningún momento de la conversación, pero ya había aprendido a disimular muy bien cuando se sentía vulnerable.
Desgraciadamente, su falsa paz de nuevo fue interrumpida por la presencia de su madre.
—¿Sabes cuánto tiempo te ha estado esperando Vitale?
—Qué mierda me importa. — susurró el castaño por lo bajo, la mayor no la escuchó.
La mujer se hizo paso en la habitación, yendo directamente hacia las ventanas que eran tapadas por las cortinas, mismas que deslizó para que el lugar se iluminara por completo. El castaño maldijo por lo bajo por la luz que lastimó fuertemente sus ojos, le dio un pequeño mareo y vio a Fiorella con el ceño fruncido y, detrás de ella, a Jieun con la mirada en el suelo tras ver su aspecto.
No dijeron nada por la impresión que daba Marcini, pues algunas lágrimas seguían cayendo por sus mejillas al sentarse para encararlas, sus ojos rojos e hinchados cargaban una tristeza y frustración profunda. Se volvió a sentir como un niño pequeño, sediento de consuelo.
Tae no se sorprendió mucho cuando su madre le ignoró.
—Jieun, busca un atuendo para el señor Marcini. Nada ostentoso, pero elegante. Y fresco que la mañana está siendo un poco calurosa.
—Enseguida, señora.
—¿Por qué no te has levantado? Tienes responsabilidades y debes cumplirlas — habló, esta vez para su hijo, quien la miró con el ceño fruncido mientras secaba sus lágrimas. Él no respondió, no tenía ánimos para enfrentarla —. Irene está dispuesta a casarse contigo. Ella podrá darte los hijos suficientes para que supervisen todos los viñedos que tengas y dejes la absurda idea que tus hermanas debían hacerse cargo de tus cosas.
—Ellas pueden hacerlo.
—Pero no deberían — la mayor le lanzó a la cara una camisa —. La señorita Vitale es la mejor opción que hemos tenido hasta ahora, no creí comprometerte con ella porque, de alguna u otra manera, siempre logra salirse con la suya y ha espantado a cualquier hombre que se le atraviese. Es hermosa y de buena familia, será un dolor de cabeza como nuera, pero te dará hijos competentes. No lo arruines.
Fiorella vio con aprobación el atuendo que Jieun escogió para su hijo. Volvió sus ojos hacia el castaño, quien no se había movido de su puesto. Suspiró y, sin más, decidió salir y esperarlo en el pasillo. En definitiva, no esperó lo que Tae dijo en un susurro.
—Ni siquiera me gustan las mujeres.
Ninguno estaba seguro si querían que esa frase fuera escuchada por todos o no.
Se olvidó que ahí es Taehyung Marcini, quien lleva el peso de una familia completa y todos sus problemas. El hombre que está destinado a tomar una mujer para convertirla en su esposa por encima de todo lo que él quisiese, el que no debe de mostrar la mínima debilidad porque alguien más podría aprovecharse de eso.
La mujer no detuvo sus pasos y arrastró con ella a la chica de servicio, misma que se sorprendió en demasía ante la declaración inesperada. Ambas salieron de la habitación con paso lento, caminando por el pasillo y hacia la escalera para ir al primer piso. Sin embargo, antes de que la pelinegra menor pueda pisar un escalón, un fuerte agarre en su antebrazo se hizo presente.
—Ninguna palabra de esto, ¿me escuchaste? — Da Costa se quejó en voz baja y maldijo para sus adentros al darse cuenta que, nuevamente, tendría otra mancha morada en su piel — O el que pagará las consecuencias será ese engendro que tienes ahí.
Instintivamente, Jieun colocó su brazo libre en su vientre. No es la primera vez que la señora Marcini la amenaza de esa manera.
Fiorella la soltó y siguió con su camino como si nada hubiese pasado, algo común en ella, ignorar a los demás si es que no llegan a atravesarse en sus planes que, bien no serían moralmente aceptados, para ella sí porque sólo buscaba el bienestar de sus hijos.
Minutos después, Taehyung salió de su habitación con un rostro serio, pero sin dar atisbo a que estuviera llorando y no ha dormido nada en toda la noche. Avanzó, no sin antes haber saludado a Yoongi quien salía de su despacho en dirección a la cocina para pasar el tiempo su madre Berenice. Encontró a su progenitora al pie de la escalera y Eun salió corriendo del pasillo ni bien él lo pisó, mas no le dio importancia ahora.
—¿En dónde está? — preguntó, refiriéndose a la pelirroja.
La mayor señaló a sus espaldas, dando a entender que Irene estaba en el jardín trasero. Sin abrir más su boca, fue hasta su encuentro mientras la cabeza le palpita con fuerza. Se arrepintió de haber rechazado esa infusión.
Vio a Irene tomando de una taza, viendo las plantas con su postura recta mientras un par de mechones de cabello se posaban con gracia sobre su rostro. Y él no iba a mentir, la chica es linda y de facciones delicadas, su cuerpo delgado la hacía ver frágil y su voz baja, pero firme, le daban los créditos de ser considerada una candidata perfecta para cualquier hombre que busque comprometerse.
Aún si ella no quisiera.
A las dos familias les sorprendió la insistencia de ella en casarse con Taehyung Marcini, mas no desaprovecharon la oportunidad para todo lo que se benefician mutuamente. Pero el castaño nunca estuvo en más desacuerdo con las personas a su alrededor.
Porque él sabe qué planea – o tiene una vaga idea de – y, bajo ninguna circunstancia, se lo permitiría. Pero tampoco llegaría a juzgarla tan duramente o de frente, porque él también estaría dispuesto a aprovecharse de un matrimonio para un beneficio propio como ser feliz y salir del yugo de tus padres.
—Que sea rápido, ¿qué quiere? — espetó hosco una vez se sentó en la pequeña mesa que los sirvientes armaron. Había unas cuantas galletas y frutas servidos en platos, las cuales tomó para tragarlas con rapidez, pues su estómago ya sufría por la falta de comida.
Sin embargo, Vitale no respondió nada, exasperando al mayor.
Se dedicó a observar, mas no encontró nada extraño que le haga gritar una alerta en todo su cuerpo para indicarle que debe de alejarse antes de entrar a la boca del lobo. Unas cuantas migajas cayeron donde una barba en crecimiento se alojaba, el vello en esa parte de su rostro le daba una apariencia mayor y, por un momento, olvidó que trataba con un hombre de más de treinta años.
Un escalofrío recorrió por su espalda, aunque supo disimularlo.
—Sé que no te agrado — Tae asintió, sin esperar a que terminara de hablar y dándole igual que le haya tuteado. No era un secreto entre ellos el disgusto ante sus presencias —. Y tú tampoco a mí.
—Lo sé, te agradan mis propiedades y lo que obtendrías cuando seas una mujer Marcini.
—Oh, querido. No tengas expectativas tan altas, ser tu esposa no es algo de lo que me podría enorgullecer.
El castaño frunció el ceño, confundiéndose aún más de lo que estaba. —Está bien, estamos sólo tú y yo. Dime qué quieres y deja el teatro de perseguir a mi madre para que empiece a organizar nuestra maldita boda. Tengo cosas más importantes en qué pensar.
Irene se quedó callada y Taehyung maldijo frente a ella. Ambos suspiraron.
El castaño intentó tranquilizarse, pero lo único que quería era volver a encerrarse en su habitación para seguir con la mirada perdida entre sus pensamientos y rogar al cielo a que Dios le mande a alguien que le consuele.
Debería estar pensando en su relación con Jungkook, no en una mujer que quiere robarle lo que tanto le ha costado conseguir.
—Necesito tu ayuda.
Marcini casi se ríe en la cara por creer que era una broma de mal gusto, pero su expresión cambió al ver que la pelirroja parecía hablar muy en serio.
—¿Qué?
—Te voy a confesar algo, aunque he de aclarar que no confío en ti. En realidad, te detesto en demasía, así como a todos los hombres que conozco, incluyendo a mi hermano y padre — había una pizca de odio en la voz de la joven, demasiado obvia para el mayor. Aun así, dio una profunda respiración para seguir hablando —. A veces, pienso que todo sería más fácil si yo fuese... un hombre.
La reminiscencia en todo su esplendor.
—Soy inteligente, aprendo rápido y soy eficiente en las tareas que mi familia me ha dado en las fábricas de cuero que tienen en el país porque son unos incompetentes — prosiguió, mordiendo su labio inferior —. Fácilmente, podría hacerme cargo de todo si ellos tan sólo me dieran una oportunidad.
» Soy hábil, creativa, responsable y un sinfín de cualidades más que se ven completamente opacadas por el simple hecho de ser mujer. Mi desempeño laboral se ve oculto por las manos de mi familia y mi valor como persona se ve pisoteado cuando me catalogan como buena esposa por ser considerada sumisa.
» No cree que es injusto, ¿señor Marcini? — el nombrado asintió, no muy seguro de su participación en el repentino monólogo — Yo no busco el compromiso por mero capricho.
—Yo tampoco, señorita Vitale. — respondió, aun divagando un poco.
Al parecer, existen hombres que quieren ser mujeres y mujeres que quisieran ser hombres.
¿O se sienten del sexo opuesto? ¿O todos han pasado por la ardua tarea de saber quiénes son en realidad? ¿Irene y Jungkook por igual? Él es un hombre, ¿verdad? Pero, ¿qué le asegura que sea así? ¿Quién decide eso? ¿Quién estableció los comportamientos de cada persona? ¿Quién–
Sacudió su cabeza, no quiere que preguntas existenciales le distraigan ahora.
—No digo que ser un hombre es fácil, supongo que estos roles de género nos afectan a todos, aunque no nos demos cuenta. Y no se sorprenda por mis palabras, somos muchas personas las que compartimos un mismo pensamiento.
A Taehyung no le sorprendió en lo absoluto, ha visto en sus hermanas unas estúpidas prohibiciones en la sociedad, así mismo como en él. Que cierto trabajo iba a destinado a las mujeres y otro a los hombres.
Al igual que la ropa.
—Lamentablemente, estoy siendo sometida por mi padre y no hay mucho que pueda hacer... sola.
Una lucha que se volverá constante inicia en su cabeza, donde una balanza equilibra la curiosidad ante nuevos conocimientos y el estigma de su moral conservadora.
A un lado, Jungkook le extiende su mano para enseñarle lo que podría significar la vida misma, así como lo hizo al enseñarle amar, mientras que, en el otro, su madre lo ve un rostro neutro, esperando a que cumpla con todas sus expectativas para poder verle con una pizca de aprobación.
No le molesta, mucho menos le disgusta que su amante decida usar ropa para mujer u hombre, son cosas que no le corresponde opinar. Sólo le enoja un poco que nadie haya visto los atisbos de inseguridad que sus ojos destellaban.
«¿Te parece desagradable? ¿Y-Ya no te parezco lindo?»
¿Cómo su Noche podría preguntar algo así? Él es más bello que la noche que se alza ante sus ojos como un ritual, el cielo tiene sus estrellas, al igual que él las tiene en sus ojos, en aquellas redondas y grandes iris oscuras que brillan como si miles de estrellas se albergaran allí.
Y está consciente que su huida del establo le lastimó, sin embargo, la necesitaba para poder aclarar sus pensamientos.
—¿Qué quieres? — volvió a repetir, un poco más tranquilo.
—Cásate conmigo — Taehyung bufó y la pelirroja siguió hablando —. No quiero tus viñedos, ni tu casa. Nada que venga de ti y sé que no tienes responsabilidad en aceptar ayudarme, pero has sido el único hombre que he conocido y ha hecho respetar a sus familiares mujeres delante de otro hombre.
—¿Cuál es el punto del matrimonio?
—Quiero ser libre — el castaño suavizó su expresión hastiada —. Sólo pido un par de años. Simulamos ser un matrimonio que busca complacer a nuestros progenitores y... Y-Yo sólo tengo p-planeado irme lejos, muy lejos.
» Quiero que nadie minimice mis acciones y valor como persona, como mujer. Ya no quiero que hombres mucho mayores que yo se me acerquen con las intenciones de convertirme en su maldita esposa, preguntándole a mis padres antes que a mí. Estoy cansada de que todos decidan por encima de mi propia palabra. Quiero dejar de ser una Vitale.
» Tengo ahorros y puede que haya direccionado una parte de las ganancias de mi familia bajo un nombre ficticio, si me permites, puedo devolverte el favor con tus hermanas, para que tengan una economía estable sin la necesidad de depender de alguien más.
—¿Cómo podría confiar en ti? — preguntó, ya no disgustándole tanto la presencia de la chica.
—Porque a ambos nos afecta el estigma — Irene respondió con simpleza, aunque un escalofrío recorrió por el cuerpo del mayor —. No sé tus razones por las cuales no quieras casarte, pero la presión que cae sobre tus hombros, al pensar que los hombres complementan a las mujeres, se relaciona directamente que las mujeres sólo están completas cuando tienen un hombre delante suyo.
—Algo absurdo.
—Exactamente — la pelirroja sonrió —. Podemos jugar y engañar a nuestros padres utilizando el propio estigma que nos mortifica. Te ayudaré en lo que pueda, reitero que tengo el mismo o incluso más conocimiento y experiencia que mi hermano en el mercado y administración. A cambio, sólo pido usar tu apellido un tiempo e irme cuando me haya podido establecer en otra parte.
Y Marcini aún quiso negarse, sabiendo que eso podría ayudar a proteger su patrimonio y dejarlo en manos de sus hermanas. Pero debía analizarlo minuciosamente porque ya no sólo eran sus hermanas, madre y él, Jungkook también estaba presente, aunque no lo quiera en ese preciso instante.
—Hazme saber tu respuesta tan pronto puedas, me mantendré alejada del tema mientras tanto — la menor se limpió las comisuras de sus labios con una servilleta de tela y se levantó —. Al parecer, no somos tan diferentes como creemos.
Taehyung tenía muchas cosas en qué pensar y solucionar.
Sin embargo, y aún después de la corta charla que tuvo con la joven, el egoísmo y una irresponsabilidad irracional e injusta se disputan en qué conflicto interno resolver.
Y puede que el egoísmo haya cantado victoria cuando Jungkook apareció en su cabeza, en cómo afirmó alguna vez deseado dejar de ser una roca y en Irene, quien también pensó que todo sería más fácil si fuese un hombre.
¿Él podría dejar de ser un Marcini si eso le ayudaría a dejar que su corazón dejase de doler?
Porque sería una linda experiencia ser sólo Taehyung, un ingenuo en el amor, enamorado de un hombre que, cada día, le enseña algo nuevo.
Quizás, el egoísmo nunca se haya sentido tan bien cuando decidió actuar contra su propio estigma.
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