trentasei

La pareja de prometidos salió de su habitación después de haberse dado una corta ducha y haberse vestido.

El ambiente seguía siendo un poco extraño fuera de su cama.

Se sentía impropio, el sentido de identidad estaba confuso al tener que proclamar una pequeña habitación como su hogar y convivir con personas que nunca han visto, era muy diferente a la residencia; pero se tragaron sus palabras y sonrieron cuando Cinnia apareció frente a ellos, no había lugar para opinar cuando los recibieron con los brazos abiertos y comida caliente.

—Buenos días, los iba a dejar dormir un poco más, Yoongi aún no se levanta — ella les saludó con calidez, tras darles un corto abrazo —. Estamos justos para el desayuno, ¿gustan comer conmigo y con mi esposa?

De inmediato, Jungkook quiso negarse, pero desistió ante la negativa. Tampoco hay cabida para sentimientos incómodos para con otros.

—Nos encantaría. — En cambio, respondió y empezaron el corto trayecto al comedor.

—¿Pudieron descansar?

—Sí, dormimos bien.

—Me alegro, no se sientan obligados a empezar por aquí. Quiero disculparme de nuevo por mi esposa; es verdad que estamos pasando por un momento un poco difícil, pero lo solucionaremos.

—Gracias, Cinnia — Taehyung respondió —. Yoongi ha hablado muy bien de ti, ¿desde cuándo se conocen?

—Oh, hace algunos años ya, antes de que yo dirigiera Stigma. Yoongi también ha hablado bien de ti, de su mejor amigo en Florencia. Cuando suele tener sus viajes al norte, pasa una o dos noches por aquí y también es querido por todos, en especial los niños, es bueno con ellos.

—¿Ese es su trabajo aquí?

—Ah, no. El suyo es otro fuera de Stigma, estoy segura que les habló sobre ello — Taehyung asintió —. Sí, eso. Cada uno tiene un oficio aquí y con mi esposa nos encargamos de que incluso los que trabajan solos reciban su paga en alimentos y demás, es difícil, no les voy a mentir, pero esto es mejor que seguir aparentando ser alguien que no somos. ¿A ustedes les pasó igual?

Solo bastó una mirada entre ambos para que la mujer supiera de qué estaban hablando.

—Reitero, no se sientan presionados por aportar con su trabajo. Sabemos lo que han atravesado hasta llegar aquí y nos importa su bienestar. No se sientan incómodos tampoco si se dan cuenta que mi esposa y yo conocemos de ustedes más de lo que ustedes conocen de nosotras, fue una formalidad que necesitábamos antes de su llegada. De todas maneras, eso quedará únicamente entre nosotros.

Bueno, a Jungkook eso no le reconforta mucho.

—Y Jungkook...

—¿Sí?

—Me apena mucho pedirte esto, pero si sales de la posada... ¿Puedes volver a poner tu velo? Podrías asustar a los niños y hoy en la mañana me llegaron algunas... inconformidades.

Oh.

—¿Qué? — respondió Taehyung por él, casi bufando al no creer la absurda petición —. ¿Es en serio?

—Sí, perdón.

—Discúlpame, Cinnia, pero...

—Está bien — Jungkook interrumpió a su amado antes de que éste pudiese reprochar —. Lo dejé en el carruaje, después lo iré a ver.

—Gracias.

Los tres llegaron al comedor con el ambiente tranquilo de una mañana temprana, había varias personas desayunando y, en la misma mesa de la noche anterior, Milán esperaba a su esposa mientras escribía en una libreta de cuero un poco desgastada y está decir de más que no pudo ocultar su propia inconformidad cuando vio con quiénes compartiría la mesa.

—Buenos días. — Saludó la pareja de hombres, antes de sentarse.

Milán solo les respondió con un asentimiento de cabeza y el ambiente se puso incómodo cuando Cinnia los dejó un momento para ir por otro par de platos.

—El velo está en los asientos, ¿verdad? — Taehyung optó por preguntar en un susurro —. Aún no desempacamos nada.

—Sí, mi Día.

—Tus cicatrices son muy bellas, no tienes por qué ocultarlas.

—Sé que pueden ser grotescas a la vista de cualquiera.

—No para mí.

Jungkook sonrió en lo amado que puede sentirse con unas simples palabras y, con una valentía que la libertad les estaba otorgando, se inclinó solo un poco para capturar en un destello los labios de su amado, quien se maravilló por el acto.

—No hay mucho por aquí, pero tratamos que sea suficiente la primera comida del día — Cinnia volvió con sus desayunos y, con una sonrisa, saludó a su esposa con un casto beso en la mejilla —. Espero que les guste.

La pareja agradeció en silencio y se dispuso a comer, era un poco incómodo estar con la pareja de mujeres; en realidad, era incómodo y extraño ser una pareja frente a otras personas y la petición del velo les dejó un mal sabor de boca.

—¿Cetti aún no se levanta?

—No, querida. No lo desperté.

—Está más cansado que nosotros — Taehyung dijo, ni bien vio el disgusto en el rostro de Milán, era una persona muy expresiva —. Fue quien más tomó las riendas de los caballos a la hora de partir.

—Uhm, Raggio y Chiaro deben estar hambrientos.

—¿Quiénes?

—Nuestros caballos — el castaño asintió a lo que dijo su amado —. Aún nos queda comida para un par de días.

—Qué lindo que les pongan nombre a sus animales, Milán también lo hace.

—Es una costumbre que yo adopté de Jungkook, en realidad.

—¿Todos los de Roma hacen eso? — preguntó Cinnia, sin ningún afán de insinuar algo más.

—¿Eres de Roma también? — Jungkook, en cambio, susurró sorprendido ante esa información —. Visconti... ¿De la familia de Victor Visconti?

—Sí, Rossi.

Oh.

Victor Visconti fue un conocido de su padre hace muchos años, aunque lo recuerda bien. Era un hombre serio, hasta un poco intimidante. Nada relevante en su vida, más que ser un hombre de negocios con una familia tradicional.

¿De dónde salió Milán Visconti?

—No me llames Rossi.

—Eres el hijo de Alessandro Rossi, ¿no es así?

—Querida...

—¿Conoces a mi familia? — preguntó, en cambio de su molestia inicial por el apellido que se le fue arrebatado —. ¿Quién eres tú?

Milán sostuvo su mirada con el ceño fruncido, estaba muy confundido.

—¿De verdad quieres saber de tu familia?

—Milán, basta. — Dijo su esposa.

—Tiene derecho a saber — la morena se encogió de hombros, sin despegarle la mirada —. Siguen siendo una familia poderosa en Roma, cualquiera se entera de lo que hacen.

—Mi Noche, creo que deberías pensar bien esto.

—¿Están... vivos?

No sabe qué pensar.

Roma es aquella que parte de su corazón que dejó enterrado, no tiene palabras para expresar el deseo de volver aún inherente en su pecho que ignora la gran parte de su tiempo, a pesar de no haber deseado nunca saber cómo siguieron su vida ante su ausencia.

—Sí, todos.

No supo saber si eso le reconfortó o le hirió.

Por supuesto, su ausencia no es más que una insignificante victoria para ellos.

—La familia D'Luca, en cambio, solo Jimin sigue vivo.

Oh.

—Milán, basta. Por favor...

—¿Por qué... me cuentas eso?

—La noche que huiste de Roma, él lo contó todo — soltó sin más —. Se volvió desquiciado y mató a sus padres, después incendió su casa.

Su corazón se detuvo por un momento para volver a latir con fuerza.

—¿Qué? ¿Por qué?

—¿No lo sabes?

Él negó, un poco impaciente por la respuesta al no saber qué esperar.

—Sus padres lo prostituían desde que tenía uso de razón.

Oh, mierda.

—Quiero ser pintor.

Emma miró a su esposo con detenimiento, sus palabras sinceras fueron como un arrullo en su alma y también una puñalada en su corazón.

—¿Sí? — fue lo único que pudo decir.

HoSeok, en cambio, vio sus manos entrelazadas y deseó, realmente pidió sentir una calidez reconfortante al tacto de su esposa, pero no había más que rechazo que ha aprendido a disimular. La cama en la que están acostados a una distancia considerable se siente de piedra y el aire parece asfixiarlo, su mano delicada con las uñas bien cuidadas no eran más que ásperas y veneno para su piel.

—No quiero vivir una vida en la que solo he hecho lo que me dicen.

Eso le sorprendió un poco.

—¿Esto es por tu maestro?

La joven pareja de esposos iba por buen camino, lento y seguro, buen camino a lo que puede ser y llevar el par de adolescentes, hijos que solo han hecho lo que se les ha dictado. Emma ha compartido de a poco su secreto por la agricultura y los conocimientos que ha adquirido a escondidas, mientras que HoSeok le contó vagamente lo que vivió junto a Jungkook Rossi.

—Lo extraño — admitió en un susurro, como si fuese algo prohibido —. Suena estúpido, pero... fue como un padre para mí.

La joven suspiró y no pudo decir nada, de a poco también ha empezado a conocer la dinámica de la familia Donati y que no era tan pacífica como se veía a simple vista.

—¿Y el señor Marcini?

El rubio la miró y su respiración se detuvo por un segundo. Desde que se fue, ni siquiera ha pronunciado su nombre.

—¿Es verdad lo que dicen? — ella insistió un poco y afianzó el agarre en sus manos —. Puedes confiar en mí, HoSeok. Soy tu esposa.

No digas eso, por favor.

Emma pudo respirar tranquila cuando su esposo asintió levemente.

—Fue verdad, se amaban — susurró y espera no arrepentirse de esto, pero no tenía con quién más hablar al respecto —. Se amaban tanto... Era hasta cálido revolotear alrededor de ellos por lo que inspiraban.

—¿Sabes dónde están?

—No — respondió, tajante —. No lo sé.

HoSeok cerró sus ojos un momento mientras recibía caricias de la joven a su lado. Aunque esté acompañado, siente cómo el frío lo abraza desde esa noche de despedidas en las que se quiere aferrar para todo lo que dure su vida.

No quiere ser doctor, quiere ser pintor. No quiere vivir con su padre, quiere vivir con Jungkook Rossi y Taehyung Marcini. No quiere una esposa, quiere a Yoongi Cetti. No quiere su matrimonio, quiere estar presente en el matrimonio de su maestro.

¿Por qué ha sido el único que Dios no ha escuchado para ayudarlo?

¿Por qué lo ha abandonado?

—Podemos buscarle...

Esa propuesta lo tomó desprevenido, como un deseo que no se ha atrevido a pronunciar en voz alta.

—No tengo problema con que hayas vivido con sodomitas. Si tú... Si tú dices que son tu familia, también son mi familia.

—No tienes que...

—Soy tu esposa, es mi deber — esta vez, se miraron a los ojos con decisión —. Está mal y Dios nos va a castigar, pero soy tu esposa y mi obligación es estar contigo, quiero estar contigo.

Los ojos de HoSeok se llenaron de lágrimas y preguntó en un susurro: —¿De verdad?

Ella asintió con una sonrisa.

Él deshizo el agarre entre sus manos y la tomó por los hombros de una manera en la que temía romper su cuerpo, Emma se escondió en el pecho de su esposo y escuchó con atención los latidos del corazón que tanto deseaba que le pertenezca.

—No debías ser tú quien le dé esa información, Milán.

Cinnia cerró la puerta de su oficina cuando estaba dentro con su esposa, quien la miró sin ninguna expresión en su rostro y los brazos cruzados encima de su pecho.

—Tiene derecho a saberlo. — Repitió.

—Pero no ahora que recién llegaron, acordamos hablar con Yoongi y Taehyung primero y rompiste nuestro trato.

La morena suavizó sus cejas, el resentimiento pudo con ella.

—Escucha, sé que Jimin es alguien importante para ti, pero actuaste mal.

—¿Y Jungkook Rossi es un santo?

—No estamos hablando de santos, estamos hablando de un miembro de nuestra comunidad que vino a nosotros por cobijo y así lo recibimos. Tú viste lo que le hicieron a Jungkook por Jimin, lo condenaron a la horca.

—Y Jimin lo salvó, ¿qué hizo él? Huyó y dejó a Jimin sin nadie que lo apoyara.

—Tiene a Palmeri y a ti.

—¡Es parte de nuestra comunidad!

Cinnia no pudo objetar contra ello.

—No debías ser tú quien le dé esa información — repitió —. Yoongi nos contó cuán delicado es el asunto con ellos dos y no te importó. No todos tuvimos la suerte de pasar desapercibidos por los gendarmes y llegar hasta aquí. ¿Viste sus marcas? ¿Viste lo profundas y dolorosas que se veían? Ni siquiera las tuyas se ven tan mal.

Milán, por instinto, tocó con delicadeza su espalda, lugar en el que cicatrices de látigos le recuerdan de dónde proviene.

—Lo que hiciste... Estuvo muy mal.

—Solo quiero que se haga cargo de lo que destruyó — Cinnia suspiró, cansada —. Jimin se pudre solo en esa cabaña destruida, ni siquiera puede venir y vivir plenamente lo que le queda de vida aquí mientras Rossi llega con otro hombre a gozar todo lo que a él se le ha negado.

—Sabes que Jimin no puede venir aquí por el riesgo que supone su sola existencia y le ayudamos en todo lo que podemos.

Cuando Milán estuvo a punto de objetar, la puerta intentó abrirse con brusquedad, pero la traba en la misma se lo impidió. Aun así, las dos estaban seguras de quién se trataba.

—Abran.

Cinnia, sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y vio a Yoongi con la ropa mal arreglada y con aspecto de haberse levantado por un susto.

En silencio, se adentra a la oficina y cerró de nuevo con traba.

—Quiero saber qué mierda está pasando, cómo diablos y desde cuándo ustedes saben sobre Jimin D'Luca.

—¿Desde cuándo tú sabes que Jungkook Rossi fue el hombre que condenaron hace casi nueve años en Roma? — atacó Milán —. ¿Creías que no lo reconocería?

—No responderé tus preguntas hasta que respondas las mías. Cómo y desde cuándo conocen a ese hombre.

—Fue una casualidad — respondió Cinnia, en cambio —. Tú lo conoces, es el hombre que ayudamos y que no puede venir aquí, así que le llevamos alimentos y una curandera lo visita regularmente.

—¿Él es Jimin D'Luca?

—Fue una casualidad — respondió —. Cuando ustedes ya estaban viniendo, nos enteramos de la relación entre Notte y Jimin por la última carta que enviaste con su nombre. Jimin nos ha hablado de él... Y Milán vivió cerca a esas familias cuando era joven. Ni siquiera sabíamos que Rossi fue el que condenaron hace años en público de no ser por ella.

—Si lo hubiésemos sabido, les hubiésemos negado la entrada.

Yoongi miró con los ojos inundados de resentimiento a la esposa de su amiga.

—A Jungkook estuvieron a punto de condenarlo en Florencia — optó por decir —. Lo escribí en una carta que aún no llega, le quitaron todos sus bienes y lo multaron. A Taehyung solo lo multaron, pero es un hombre importante en la región, aunque sólo conocen su apellido Marcini, estuvo a punto de perderlo todo también.

—Yoongi... Traerlos fue muy arriesgado.

—¿Qué querías que hiciera? ¿Los hubieses dejado a la deriva con una vida infeliz?

—Proteger a nuestra comunidad, esa es la prioridad. Pero ya veo que tú no lo entiendes y sigo sin saber qué haces aquí, no perteneces aquí.

—Milán. — Cinnia vio a su esposa, cansada por todo el resentimiento que hay en su corazón.

—No puedo creer que en un día nos hayan echado — bufó con sorna —. También escuché de que le pediste a Jungkook que se volviera a colocar su velo, ¿es en serio?

—Lo hice por los niños...

—Un par de días les pido para que mi familia pueda descansar, como verán, no podemos ir a Roma por otra posada. Después de eso nos iremos.

—No los estamos echando.

—Tu esposa ya lo hizo.

Cuando el sol iluminó el pueblo de Rocce, NamJoon Galli estaba terminando de limpiar las cenizas del hogar de SeokJin Parisi.

Siente el cansancio en su cuerpo y su sudor se lo lleva la brisa, tose un poco cuando inhala polvo y sacude sus manos para que no se manchen con la madera quemada. Se queda un momento quieto para ver en lo que ha estado trabajando, lleva varios días limpiando el lugar.

Le costó algunas lágrimas y esfuerzo que su cuerpo no debía hacer, los recuerdos inundaron su mente como si estuvieran impregnados en las maderas rotas que recogía y en cada paso que daba, en cualquier momento pensó que se volvería loco al escuchar la voz de su amigo con los besos delicados del viento que lo arrullan como si supieran que no tiene ningún tipo de paz.

Su cabeza agoniza, su corazón se ahoga y su alma se fragmenta.

—Nunca pensé que este lugar acabaría así.

Le dijo en voz alta, una costumbre que adquirió aquellos años en los que pasaron separados, incluso si SeokJin aún vivía. Desde que Jungkook se fue, volvió a retomar estas pequeñas conversaciones o murmullos en completa soledad porque, si alguien lo escuchaba, lo acusarían de brujería.

Otra vez.

Suspiró cuando se acercó al viejo y fuerte árbol cerca, había una gran mancha en la tierra y maldice en un estruendoso grito lleno de frustración porque cualquier que viera esa mancha, pensará que algo trágico ocurrió allí y ni siquiera se les ocurrirá que pasó los mejores años de su vida allí, mucho menos que ahí vivió una persona tan noble como SeokJin Parisi.

Con otro grito pateó las gruesas raíces que iban escondiéndose de la tierra y poco le importó el dolor de sus pies, golpeó con sus puños cerrados la corteza una y otra vez hasta que sus nudillos sangraron. Sabe que, si pudiera, el árbol se reiría de su situación, de ser un hombre adulto llorando como un niño que le han arrebatado un juguete, pero no le importa, ahora ya nada le importa más que descargar su ira y triste con lo único que le queda del primer hombre que le amó.

—¡Eres tan cruel! — señaló al cielo y sus lágrimas agrias descendieron hasta sus labios resecos —. ¡No tuviste suficiente con arrebatármelo, me arrebataste lo único que me quedaba de él!

Qué fuerte es la palabra arrebatar.

Tomar, despojar, arrebatar.

Quitar, extraer, arrebatar.

NamJoon creía que la única vez que pronunciara esa palabra, sería en el arrebatamiento.

No cuando está retando a Dios.

—¡SeokJin no te pertenece!

Tampoco a ti.

Escupe un poco de sangre cuando nota que cortó su labio inferior con sus mismos dientes, ¿acaso eso importa ahora? No. Ya nada importa.

—¡Háblame! — trató de gritar más alto —. ¡Dime que no lo hiciste porque querías a SeokJin para ti!

Qué desquiciado, diría cualquiera. SeokJin se estaría riendo.

—¡¿Por qué tomas todo lo que amo solo para ti?!

¿Solo a SeokJin?

—¡SeokJin tenía razón, eres cruel! ¡Cruel, cruel, cruel! — cayó de rodillas al suelo, pero siguió señalando al cielo —. ¡Cruel, mil veces cruel! ¡Cruel, cruel, cruel!

La agonía no nace de su corazón destrozado, ni de su cuerpo magullado o su alma fragmentada, ni siquiera él sabe de dónde proviene, pero el dolor que le provoca es tan grande que abarca todo su ser y tan pequeño para verse insignificante a los ojos de cualquiera.

No se atreve a pronunciar a Jungkook, puesto a que reconoce y la culpa lo asesina vivo al él mismo haberlo alejado porque, de alguna manera, SeokJin también era parte de él, de sus enseñanzas y legado, de su fuerza de voluntad y su pasión.

—¿Por qué... — sollozó con la voz rota —. ¿Por qué... todo lo que amo, lo tomas?

NamJoon tampoco conocía el amor. O había olvidado de qué se trataba cuando falleció SeokJin.

SeokJin, SeokJin... No lo juzguen por susurrar su nombre tantas veces, lo hace para no olvidarlo. Ya no quiere olvidarlo.

Ya no más.

Se acabó el hombre devoto y de familia, el hombre que se arrodilla varias veces al día para cumplir con sus rezos, el hombre que busca el bienestar de su iglesia y pueblo, el hombre que vivía del juzgar de los demás, el hombre que ignoró a otro cuando más lo necesitó.

Sus lágrimas caen a la tierra y el sol termina por cubrirlo. A lo lejos, pudo escuchar a varios caballos galopar y, por esta vez, no huye ni busca una forma de escapar cuando varios gendarmes le rodean, mucho menos cuando sus manos son sujetadas con una gruesa cuerda y lo atan a un caballo para volver al pueblo a pie, no alza la mirada ni un segundo cuando escucha a las personas juzgarlo, tampoco cuando empezaron a amenazar con apedrearlo.

Ni siquiera cuando su familia pidió piedad al cielo, después de que los tres habían sido arrastrados a las celdas de herejes.

Solo ahí, en la oscuridad y juzgado, atado y criticado, pudo alzar su mirada porque era libre.

Libre.

Y nadie nunca lo entendería, solo SeokJin.

En silencio, la pareja de prometidos ve el techo sin atreverse a hablar.

¿Qué debían hacer con esa información?

Jungkook se encuentra muy callado, después del desastroso desayuno, fueron con Yoongi a despertarlo y a contarle vagamente la historia que el pintor tiene con Jimin D'Luca. El maltrato, el abuso y cómo llegó a ser condenado por culpa de ese hombre.

Taehyung tampoco sabe qué decir, sino más que entregar su compañía con leves caricias.

—Jimin solía tener muchos problemas con sus padres — murmuró el pelinegro y rompió el silencio extraño en el que estaban sumidos —. Su padre era un tirano y conocí a su madre años después de enamorarme de él. Eran una familia extraña.

Salvatore le vio con intriga, pero su amante no le devolvió la mirada.

—Sabía que eran muy estrictos con él. En el estudio, en el mercado, con lo que decía y cómo se comportaba, en cómo se vestía, hubo muchos problemas con ello, siempre le gustó vestirse cómodo y desprolijo. Cuando coincidíamos en celebraciones, nos escabullíamos solo para ayudarle a quitarse el jubón o su sombrero.

» Era su único amigo, me lo recalcó muchas veces y Romeo D'Luca también, decía que era el único que tenía permitido acercarme a su hijo porque mi padre era su socio y no me veía como una distracción. Su madre, en cambio, era tan... ausente que nos olvidábamos que existía, hasta él.

—¿Nunca sospechaste lo que le estaban haciendo?

De inmediato, sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Siempre creí que algo debió convertirlo en el monstruo que fue, pero... nunca pensé que sería eso.

Taehyung lo sabía, sabía que Jimin D'Luca no siempre fue una bestia que no debe de ser pronunciada ni por error. Está al tanto de los inicios de una relación inocente que tenía con su ahora prometido, en la forma en la que se escapaban de sus casas para estar juntos, en cómo el desconocido para él elogió su apariencia y cómo su tacto dejó de ser cálido a quemar su alma con solo verlo.

Jungkook, aún aturdido, empezaba a recordar cosas que ahora tienen mucho sentido.

—Era muy bello — murmuró con la voz ahogada —. De verdad... Era muy bello. Su rostro no era redondo, pero sus mejillas abultadas le daban una apariencia jovial. Sus labios eran grandes y voluminosos, brillantes y muy atrayentes. Su cabello era rubio y era tan sedoso que podías pasar horas acariciándolo y nunca te ibas a cansar. Su piel era suave, debía haber usado aceites para ello.

El castaño trató de recordar si de casualidad lo vio en alguna pintura, pero no. Jungkook tampoco nunca retrató su rostro, más que con sombras.

—Y siempre recibió elogios sobre ello.

Ahora tiene náuseas recordar.

—Hombres, mujeres... Muchas personas admiraron su belleza. Algunos lo llamaron, el joven más bello de Roma. Decían que ni una mujer se comparaba con él.

Todo el tiempo siempre habías ojos sobre él, habían manos en su cuerpo acariciando su cabello o tocando sus mejillas, dándole un apretón en el hombro o palmadas en su espalda, palmadas en sus muslos cuando estaba sentado al lado de otras personas y en cómo sostenía su barbilla para que alzara la mirada, pues era un chico un poco bajo al promedio.

Era asqueroso.

Taehyung tragó saliva con dureza, a él también le provocaba arcadas imaginar a un niño siendo el centro de atención por su belleza con lo que ahora conoce. Era enfermo.

—A manos de cuántas personas debió someterse...

Por eso siempre era a él quien sometía. Él era el único al que podía someter y no al revés.

—¿Qué piensas hacer, mi Noche?

Esta vez, Jungkook le miró con sus lágrimas aún sin derramar.

No sabía qué decir. No sabía qué hacer.

Y no sabe qué hacer con el dolor de saber eso y la recriminación que no justifica ninguna acción de Jimin D'Luca para con él.

—Mi familia sigue viva — murmuró —. ¿Cómo siguen viviendo, sabiendo lo que me hicieron?

¿Cómo podía responder esa clase de pregunta?

Él también siguió con su vida, sí, pero casi no lo logra. Fue a él quien condenaron dos veces, no a sus padres. Fue él quien tuvo que vagar de ciudad a ciudad hasta encontrar un lugar seguro, no su madre, ella fue quien azotó el látigo contra su piel. Fue él quien tuvo que curar y sanar sus heridas en soledad, no su padre, él fue quien acudía a la iglesia y le pedía al Padre Moretti que destierre los demonios de su alma. Fue él quien tuvo que sobrevivir esta última década, no ellos, ellos siguieron su vida como si nada hubiese pasado. Fue él quien tiene el cuerpo marcado por un pecado con el que nació, no sus padres, nadie más que él.

Fue él quien tuvo que perdonarlos para poder vivir, pero ellos nunca fueron los que pidieron perdón.

Y, aunque un tiempo tuvo aquel deseo de devolver con la misma moneda el trato de sus padres, sabe que nunca podrá hacerlo.

Nunca podrá azotar un cuerpo ajeno hasta manchar con sangre su látigo. Nunca podrá juzgar a otra persona por amar a alguien de su mismo sexo. Nunca podrá arrastrar del cabello a otro. Nunca podrá exigir sexo cuando otra persona se niegue, mucho menos obligarlo. Nunca podrá... O nunca querrá hacer nada de lo que le han hecho.

Porque sabe qué doloroso es.

Y aquella diferencia entre él y esas personas, le da un poco de calma.

Su vida fue una mierda, pero él nunca querrá hacer un mal injustificado. Aunque a algunos les parezca justificado.

Todo en esta vida se devuelve, todo vuelve a su lugar de origen. Pues polvo somos y al polvo seremos tornados.

Nunca tuvo que tener miedo de convertirse en todo lo que lo destruyó porque su alma está tranquila, incluso después de toda la bruma que atravesó. Algunos lo llamarán resilencia y otros, idiota, pero créanle cuando dice que eso le da paz y, tal vez, eso es lo que ellos no tienen y no lo saben, paz.

—Lo que pienses o no, lo que decidas o no, yo te apoyaré.

Ambos querían solo abrazarse y llorar por lo que restaba del día.

—Estoy contigo.

—Estás conmigo.

Jungkook cerró sus ojos cuando un beso fue depositado en su frente y suspiró con cansancio. A pesar de no haber hablado mucho, sentía un nudo en su garganta que parecía querer cortarla. Sus hombros se sentían pesados y su cuerpo entumecido, ni siquiera era mediodía y él sentía el cansancio de un arduo día de trabajo.

Su cabeza era lo que más pesaba. Su corazón y su alma más.

Ambos detuvieron el próximo abrazo en el que se iban a acurrucar cuando la puerta de su habitación fue tocada con sutileza.

—Soy yo. — Dijo Yoongi en el pasillo.

—Pasa.

La pareja se sentó con lentitud mientras veían a su amigo entrar, limpiaron el rastro de sus lágrimas sin pudor y entrelazaron sus manos.

—Perdón por interrumpir, pasaba a ver cómo estaban...

—¿Hablaste con Cinnia?

—Sí. Uhm... Jimin D'Luca también forma parte de Stigma — eso les sorprendió a ambos, también les asustó un poco —. No creo en las coincidencias, pero... lo conozco. Traté con él algunas veces, nunca pensé que sería parte de tu vida, Jungkook. Perdón.

—¿Cómo es que es parte de Stigma? ¿Dónde está?

—No vive aquí, reside en el norte de Roma muy alejado de cualquier persona. Aún no sé el revuelo que causó lo que dijo Milán, sobre que asesinó a sus padres e incendió su casa, puede que tu huida haya tenido algún impacto. De alguna manera, Milán afirma haber sido cercana a las familias Rossi y D'Luca y no lo entiendo, porque hasta donde sé, Milán es hija de una esclava.

—Milán Visconti — murmuró Jungkook, recordando —. Había, había un círculo de socios en Roma en nuestra sociedad que lo conformaban los dueños de minas y exportadores. Mi familia exportaba productos de cobre, los D'Luca tenían minas de plata y los Visconti, de oro. Victor Visconti tenía esclavos... Lo conocí en su momento, sí, nuestras familias eran cercanas y convivían juntas.

—¿Por qué tiene su apellido? ¿El tal Victor la reconoció?

El pintor se alzó de hombros.

—Hasta que escapé, no supe de una hija fuera de su matrimonio.

—Solo pudo haber tomado el apellido — Taehyung opinió —. Los esclavos suelen solo tener nombres y su apellido es de... como símbolo de propiedad. No necesariamente tiene que ser hija de Victor Visconti, puede ser solo Milán de Visconti.

—Tienes razón — dijo Yoongi, aún pensativo —. El punto es que Jimin D'Luca ha recibido el apoyo de Stigma. Se le otorga comida porque es incapaz de conseguirla y una curandera lo visita con regularidad.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Por qué es incapaz?

El mayor de los tres vio a su amigo con rapidez, no estaba muy seguro de soltar lo que sabe, pero Taehyung solo asintió y afianzó el agarre de sus manos para lo que sea que vaya a decir.

—Jimin está muy enfermo, Jungkook.

—¿Qué?

—Está... Está postrado en cama. No sé qué tiene con exactitud, pero está enfermo. No tiene fuerzas para estar de pie por mucho tiempo y se ha visto muy demacrado, aparenta más edad de la que tiene y creo que tiene la edad de Taehyung.

—No, es dos años mayor que Taehyung — respondió de inmediato —. ¿Sabes... ¿Sabes dónde está?

De nuevo, Yoongi vio a su amigo, el cual volvió a asentir.

Confía en su prometido y él estará a su lado pase lo que pase.

—Sí, conozco el camino.

La pregunta sobre si podría llevarlo quedó atascada en su garganta.

—Venía por otra cosa también — dijo el mayor, después de un silencio incómodo. Vio al suelo con nerviosismo y pateó una pelusa —. No creo que lo mejor sea quedarse en Stigma...

—¿Qué? ¿Por qué? — preguntó Taehyung.

—No somos bienvenidos — pronunciar esas palabras fue difícil —. Perdón por haberlos traído hasta aquí y el viaje que hicimos, perdón por haberles hecho perder el tiempo.

La pareja se quedó callada, sin ningún plan. ¿Ahora qué deberían hacer?

—Podemos quedarnos aquí por un par de días y después... después veré qué hacemos, algo se me ocurrirá.

Si no tenían lugar en la tierra, ni en el cielo y no merecían el infierno, ¿a dónde van los que no son bienvenidos? ¿A dónde fue Moisés cuando la entrada a la tierra prometida se le fue negada?

Yoongi quería que la tierra se abra y se lo tragara, la pesadez de la culpa aplastó por completo su cuerpo. Se siente avergonzado por creer que allí, todo estaría bien y, desde el primer día, su familia estaba siendo rechazada, y eso le hastiaba en sobremanera.

—Podemos ir a Bari... — propuso en voz baja —. Y luego, no sé. Buscar por la costa, ir al norte o... No sé, no sé qué hacer.

—Algo se nos ocurrirá. — Dijo Jungkook, después de varios segundos de silencio.

—Sí, no te preocupes, Yoongi.

El mayor suspiró un poco más tranquilo, pero la incomodidad a primera hora del día no pasaba por su garganta.

—Perdón, de nuevo.

La pareja se movió un poco sobre la cama para dejar un espacio libre en esta y, con un par de palmadas, Taehyung invitó a su amigo a sentarse a su izquierda, lo cual hizo sin pensarlo. A su diestra, su prometido le sonrió débilmente.

—Serán unos días incómodos, pero... estaremos bien — dijo Yoongi, aunque no supo si lo decía para convencerse a sí mismo o a su familia —. ¿Piensan hacer algo en Roma?

Los dos vieron al pintor en busca de una respuesta, ambos a la expectativa que tenía muchas cosas que digerir y decidir.

—Quiero... Quiero ver a mi hermana — Jungook susurró, sin alzar la mirada —. Se llama Alda Rossi, no recuerdo su apellido de casada.

—Lo averiguaré.

Taehyung sonrió enternecido porque, aunque sabe que es probable que lo tenga que averiguar de Milán –por el, al parecer, tan conocimiento que tiene de la familia Rossi –, con quien su enemistad ha durado un par de años, a Yoongi no le importaría recurrir a ella si eso implica ayudar a su amado y es tan cálido cuando Yoongi, en un inicio, rechazaba cualquier tipo de acercamiento con el pintor.

—También quiero ver a Jimin.

Eso no le sorprendió, ni objetó nada cuando su Noche le miró. En cambio, solo sonrió y asintió.

—Estamos contigo.

Los tres nunca se habían sentido tan acompañados que en ese momento.

siento que fue un cap corto, pero pasaron muchas cosas JAJAJA
pan les tqm, gracias por seguir leyendo.

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