trentadue

Fiorella se encuentra leyendo un libro en su habitación cuando escucha que su puerta es golpeada un par de veces.

Ni siquiera alzó la mirada, quien sea que esté al otro lado de la puerta, no es de importancia en su vida.

Aquellos solo eran sus hijos y ahora ellos la han abandonado.

Después de unos segundos, la puerta fue tocada de nuevo.

«No me abriste la puerta cuando te supliqué que lo hicieras porque le tenía miedo a la oscuridad y no lo hiciste ahora, que te di una última oportunidad para despedirnos.»

En el momento en el que el recuerdo de Taehyung apareció frente a sus ojos, una voz hizo acto de presencia a través de la gruesa madera que la separa de la cruel realidad que debía afrontar.

—Señora Marcini — se escuchó a JiEun —. Le traje su merienda.

—Pasa. — Dijo lo suficientemente alto para que la joven le escuche.

Ignoró el atisbo de esperanza que ese toque le causó.

La puerta se abrió y JiEun Da Costa entró con un poco de dificultad a la habitación, traía una bandeja de plata con la humeante comida de Fiorella y, bajo ella, su gran vientre abultado llamaba más la atención que su inigualable belleza.

—¿Hasta cuándo vas a trabajar aquí?

La pregunta descolocó a la joven, quien la miró con sorpresa mientras dejaba la comida en una mesita de centro cerca de la mujer.

—El señor Marcini me permitió quedarme aquí hasta que lo desee o hasta que usted lo haga, señora.

—¿Planeas trabajar mientras estás en labor de parto? Niña, estoy preguntando cuándo tomarás tu descanso por maternidad, debiste tenerlo desde hace algunos meses.

—Oh.

Fiorella dejó el libro de lado y vio a la sirvienta, sus mejillas habían aumentado de volumen y no estaba usando el uniforme completo por el tamaño de su barriga. Ni siquiera estaba usando los zapatos que se les brindó, sino unas sandalias que dejaban a la vista sus pies hinchados.

—Supongo que pronto... Aún me encuentro en perfectas condiciones para trabajar, no se preocupe.

Pero Marcini negó.

—Que esta sea tu última tarea, ve a descansar a tu caseta.

—No, por favor. Quiero seguir trabajando, de verdad, estoy bien.

—¿No estás cansada, niña? Yo en mis embarazos casi no pude levantarme de la cama... — Fiorella volteó los ojos y suspiró —. Seguirás manteniendo el mismo sueldo. Me imagino que mi hijo habló contigo y Berenice con respecto a sus pagos y su ausencia, ¿verdad? — JiEun asintió, eso estaba ya saldado —. Entonces, ve a descansar. Solo debo contratar a alguien más por el momento...

—Hablando de eso, Berenice y yo queríamos comentarle el tema hace un par de días. La residencia es muy grande para nosotras dos. Con su permiso, queríamos llamar a un hombre y una mujer conocidos y confiables para que nos puedan ayudar con el mantenimiento de la casa.

—¿Y quién les pagará?

—La persona a cargo de nosotras, señora.

Taehyung anticipó cualquier movimiento imprevisto, ese fue su trabajo por años. Fiorella asintió resignada, su hijo la desligó de cualquier autoridad de esa casa.

—Está bien, avísame con anticipación la llegada de ambos y sus papeles de vida. Aunque yo no esté a cargo y todo sea una farsa... yo deberé responder como su patrona.

—¡Sí! — JiEun asintió emocionada, la verdad, ese descanso no le vendría nada mal —¡Le prometo que me reincorporaré lo más rápido que pueda!

—¿Y quién cuidará y criará a tu hijo? — Fiorella preguntó, tomando por sorpresa a la joven — ¿Qué? ¿Se lo piensas dar a tu madre para que ella lo crie?

—Señora Marcini... Espero que no me juzgue, pero yo no quiero a este niño.

La mayor la miró con el ceño fruncido.

—Es tu hijo, fruto de tu vientre. Tener hijos es la mayor satisfacción de una mujer.

—No para mí — ella susurró —. Este niño en mi vientre solo es fruto de algo que nunca quise.

Marcini suavizó sus gestos, no esperaba tal declaración.

—No abandonaré al niño, pero tampoco lo criaré. Por eso necesito seguir trabajando, para que alguien más lo haga por mí.

Y ella lo llamó bastardo tantas veces. La hipocresía en su paladar está ardiendo.

—¿Tienes una partera? — la joven asintió, indicando que es su madre —. Prepara una habitación de invitados y que tenga todo lo que necesitas para cuando entres en labor de parto.

—Señora Marcini...

—Incluso si no te quedas con el niño, tú deberás tener cuidados — dijo, apartando la mirada —. Tu madre puede quedarse contigo en esa habitación o darle otra, la residencia está muy vacía ahora... Y avísame si debo llamar al doctor Abati por si presentan alguna complicación.

—¡Muchas gracias, señora Marcini! — JiEun soltó un suspiro lleno de agradecimiento —. Trabajaré arduamente para recompensar su ayuda.

—Mantente sana — pidió —. Y lamento... haber llamado a tu hijo bastardo.

Da Costa asintió con una sonrisa y un par de lágrimas acumulándose en sus ojos.

Fiorella Marcini pidió que se retirara y se dispuso a probar la sopa de verduras que ya no se encontraba humeante, pero ni siquiera pudo llevar una cucharada a su boca porque un llanto inesperado nació en su pecho y se extendió por todo su cuerpo.

Dolía.

No sabía qué, pero dolía.

La noche.

La noche es temeraria, la noche es una oportunidad, la noche es una agonía, la noche es la espera para el amanecer.

Todo depende de la perspectiva de quien la sienta.

Taehyung nunca pensó que volvería a sentir una noche gélida.

¿Era su culpa? No lo sabía.

Se encontraba acostado encima de la cama de Yoongi, con el mismo al lado y casi abrazándolo, pero la calidez de su cuerpo no llegaba hasta sus huesos como lo hacía Jungkook, era muy diferente compartir la cama con las personas que más ama en su vida y sabe que el cambio se debe a que experimenta diferentes tipos de amor con cada uno. Aún así, pensó que podría dormir a gusto con su mejor amigo e ignorar el sentimiento ajeno que se posó en su pecho desde que su prometido le tocó.

Muchas veces, Taehyung Salvatore se ha encontrado perdido en la penumbra. Casi toda su vida sintió como si lo hubiesen lanzado al extenso mar sin siquiera saber nada y en completa soledad, pues nunca hubo una persona con la suficiente experiencia y paciencia para responder cada una de las dudas que han nacido en su cabeza desde la infancia hasta ahora la adultez.

En varios aspectos, podría considerarse hasta ignorante su falta de conocimiento.

Pero no quiere creer que ha sido su culpa en su totalidad, quiso preguntar, pero no hubo a quién.

Lo intentó, su mayor referéndum era Yoongi Cetti, quien como él, ha pasado por viento y marea para construir su identidad mientras desgarra su cuerpo en el camino a la aceptación propia; sin embargo, él no tenía las respuestas que necesita porque sus palabras son dichas con base a sus propias vivencias, diferentes a las de él.

Después, se encontraba NamJoon Galli, con quien su relación varias veces colgó de un hilo y por sus palabras y acciones, comprendió que él no tenía la paciencia que requiere para que su voz sea pronunciada con delicadez y lentitud. Muchas veces fue estoico.

Y, por último, Jungkook Rossi llegó a su vida. Quien, como hace unas horas se evidenció, no tiene la menor idea de lo que sucede con él.

¿La respuesta está en él? ¿Y cómo la encuentra? Nunca nadie le enseñó a hacerlo.

¿Qué era lo siguiente? ¿Buscar a Dios?

Pero Dios no le dio lo que pidió y no lo encontró cuando lo buscó; muchos menos le abrió la puerta cuando llamó y cuando pidió pan para saciar su hambre, lo único que recibió fue una piedra.

¿Qué esperaba su incertidumbre, entonces, si la máxima autoridad y ser lleno de sabiduría no escuchó sus plegarias? ¿Fue su culpa? ¿No juntó sus palmas lo suficiente para rogar? ¿Debió gritar al cielo en el alba para que le pudiera escuchar?

Dejó de creer en el poder de Dios poco después que el caos arrasó con fuego su hogar.

Fue igual que su madre, no le abrieron cuando era un niño que le temía a la oscuridad y tampoco lo escucharon ahora que le teme a las acciones de los hombres ante el amor que floreció no sólo en su corazón, sino también en sus pulmones, en su estómago, en su garganta.

No tuvo una buena relación con la religión, de todas maneras, el trabajo era lo único en lo que pensaba y puede que ahora eso le haya ayudado a no sentir tan grande la traición que, según la palabra de Dios, cometió con atrocidad a su cuerpo tal templo sagrado que no cualquiera debe de tocar.

De todas maneras, la fe que le implantaron y con la que quiso seguir, se consumió con el pasar de los años como una vela que cada vez se volvió más débil y ya no entrega luz, sino pena.

Puede que ahora piense que esa sea la razón por la cual Dios decidió abandonarlo desde muy temprana edad y quería arrepentirse de todo lo malo que ha cometido en el nombre de Jesús, pero no quiere ser hipócrita, mucho menos despojarse del amor que prevalece hacia Jungkook.

No sabe qué hacer y, otra vez, se encuentra perdido.

Si tan solo alguien pudiese enseñarle a nadar.

Pero no hay nadie, ni siquiera Dios.

Si él no le enseña, ¿quién lo hará? ¿Quién será más amoroso, bondadoso y paciente para pasar horas contestando las preguntas que nacen en lo más inhóspito de su cabeza?

Piensa en su madre.

A ella tampoco la entiende y, aunque está seguro que su lugar está lejos de ella, es inevitable no llorar al recordarla y a sus últimas palabras, por saber que la muerte le alcanzó aún en vida como su presencia que ya no estará más en la vida de Fiorella; en la incertidumbre de no reconocer el amor verdadero que decía tener y que ahora parece que siempre fue una vil mentira, una apariencia falsa que se presentó ante él para beneficiarse de su esfuerzo y el rechazo que sintió cuando comenzó a dar indicios de su propia identidad y autonomía.

¿Por qué su amor con otro hombre es considerado pecado y atrocidad, mientras su madre no es condenada como pecadora al traicionarlo de esa manera?

No tenía sentido. Y no era quién para cambiar las normas que han conocido desde que tiene memoria.

Tal vez, si Fiorella hubiese dejado de lado su interés, los recuerdos agrios que tiene con ella ahora serían dulces. Los abrazos nunca hubiesen faltado y la necesidad de huir de su lado porque le hace daño jamás hubiese existido, no tendría que haber abandonado todo lo que conoce para aventurarse a un rumbo desconocido y lleno de baches.

Si tan solo... ella hubiese sido una verdadera madre, ahora no estaría llorando.

En la oscuridad se siente tan perdido que no sabe a dónde ir, no sabe cómo volver, no tiene idea de cómo acabará, ni cómo comenzar.

La incertidumbre se vuelve tan grande que busca acabar con su vida, la ignorancia se convierte en miedo de lo que le espera una vez salga de la burbuja en la que vivió toda su vida, aquella que le lastimaba, pero que el dolor lo abrazó hasta transmitirle una calidez falsa y engañosa para creer que siempre le iba a necesitar.

Siguió llorando y gimió de dolor, fue suficiente para que Yoongi se despierte de repente con el corazón en la mano.

—¿Mia? ¿Estás bien? — preguntó aún sin abrir sus ojos, como si ya estuviera acostumbrado a la situación — ¿Taehyung?

Yoongi no lo pudo ver, pero sintió la cama temblar por la fuerza que ejercía su amigo al intentar acallar sus sollozos.

—T–Taehyung... — susurró, abatido. Hace mucho que no lo ve llorar con tanta fuerza y ni siquiera estaba emitiendo tanto ruido —. Espera, déjame prender una vela.

Cuando quiso levantarse de la cama, su brazo fue apresado, aún sin emitir una palabra y con los sollozos silenciosos golpeando su rostro.

—No me iré, estoy aquí. Estoy contigo — le dijo —. Te da miedo la oscuridad, ¿verdad? Te daré luz.

Sin contestar, Taehyung aflojó su agarre y el mayor hizo lo que propuso con rapidez, pues se cercioró antes de dormir que todo lo que necesite está al alcance de sus manos, cuando se dio cuenta que el menor lo acompañaría esa noche en su cama como solían hacerlo en su niñez y adolescencia cuando algo no estaba bien y ninguno quería decir qué estaba pasando realmente.

Al tener un poco de luz, Yoongi pudo ver el rostro afligido de su amigo que solo le causó tristeza y angustia.

Lo que pudo hacer fue acunar su rostro en las palmas de sus manos porque las palabras no solían sus labios, no pasó ni un segundo cuando el castaño bajó la mirada y se derrumbó en llanto cuando pudo percibir un lugar seguro en el cual ser vulnerable.

Yoongi lo abrazó con la fuerza que sonaban sus sollozos y gimoteos, así con la misma fuerza con la que su corazón estaba siendo oprimido por cosas que desconocía, pero consciente que eran suficiente para lograr derribar a una de las personas más fuertes y valientes que ha conocido.

Taehyung Marcini Salvatore lloraba para regar las flores que habían nacido por todo su cuerpo, mantenerlas era duro y debía de regarlas con constancia, mas se había olvidado de ese detalle.

Que su alma necesitaba un respiro y un desahogo por todo lo que sentía y ha vivido en los últimos meses.

No supo por cuánto tiempo estuvo creando cascadas en sus mejillas, pudo haber sido una hora o diez minutos, y él lo sintió como la eternidad que le dijeron que iba a sufrir por ser un pecador.

Lloró por su madre, a quien extraña con dolor. Lloró por sus hermanas, de quienes sólo volvería a casa para recibir un abrazo de ellas. Lloró por HoSeok Donati, a quien le hubiese gustado llevar con ellos porque también pertenecía a su hogar y sin él estaba incompleto. Lloró por su padre, Aurelio Marcini, por su muerte que se sintió como un abandono cruel y detonante de su soledad. Lloró por NamJoon Galli, quien lo sacó de su vida sin mirar atrás. Lloró por madre Berenice y JiEun DaCosta, quienes aguardan su hogar a pesar de no compartir ni una pizca de sangre. Lloró por SeokJin Parisi, a quien nunca conoció, pero a quien le guarda respeto y le entristece los acontecimientos terribles que le pasaron en vida y su muerte trágica. Lloró por Yoongi Cetti y su miserable vida, por no poder hacer más por él para aminorar la tristeza en su alma. Lloró por Jungkook Rossi, por su Noche, por amarlo tanto.

Y, por último otra vez, lloró por él.

Lloró por no saber recibir todo el amor que se ha manifestado de manera espontánea frente a él por la desconfianza e incertidumbre, por no reconocer si aquel amor es genuino porque no puede amarse a sí mismo.

Taehyung atraviesa un enorme mar de incertidumbre y desconfianza, una de las peores combinaciones de olas que azotan su cuerpo.

Yoongi optó por darle palmadas en su espalda porque el nudo de su garganta también arrasaba con él, siempre fue muy susceptible al llanto ajeno. No sabía qué estaba pasando, pero su papel era estar ahí por si su amigo necesitaba su ayuda, conocía su papel.

Horas antes, le sorprendió verlo en su cama cuando volvió a la posada para descansar. No encontró a la pareja en el comedor, por lo que optó cenar solo e irse a dormir, no esperó ver a Taehyung en su habitación, sin cenar y, a sus palabras, con una discusión en la mano con Jungkook.

No hizo más que callar y dormir a su lado como si estuviesen haciendo colecho.

Ahora cree que algo grave pasó para que su amigo estalle en llanto de manera repentina.

El pelinegro empezó a balancearse de un lado a otro sin decir nada, simulaba estar en una pequeña marea para intentar brindar calma. El cuerpo de Taehyung estaba rígido, como si moverse provocará que su frágil corazón terminará por romperse.

A partir de unos minutos, el temblor de su cuerpo fue desapareciendo y sus sollozos eran más silenciosos, aunque sus lágrimas seguían cayendo sin ninguna intención de detenerse. Yoongi se separó de él para poder ver su rostro, con sus dedos borró sus lágrimas ya derramadas y, con su manga, sus fosas nasales.

Taehyung apenas podía verlo por la oscuridad en la que estaban sumidos, aún con sus ojos entrecerrados, su cabello desordenado fue apartado de su frente para luego recibir un beso en ella de unos finos y fríos labios, sus mejillas fueron acunadas y quiso que así pudiesen sostener su corazón.

—¿Por qué... — susurró, hablar dolía — ¿Por qué... me o–odio tanto?

Yoongi volvió a atraerlo hacia su cuello y repartió un par de besos suaves en sus mejillas y cabello. A él también le dolía.

—Ni siquiera sé quién soy... — volvió a murmurar con un hilo de voz —. Ni siquiera tengo alma... — tocó su pecho con su diestra, un poco fuerte —. No siento nada a–aquí. Nada. No soy nada.

Su madre ya no estará para darle valor a su persona. Y, aunque la libertad tenga un buen concepto y reconozca que debería ser feliz por tenerla, la verdad es que nunca ha estado más aterrado que en ese momento.

—¿Quién soy, Yoongi? — preguntó en voz baja —. Por favor... dime quién debo ser.

Pero Yoongi se quedó callado. Esa era una pregunta que no debería responder.

—Ni siquiera sé si estoy viviendo... Si de verdad estoy vivo.

Y, en ese momento, Taehyung empezó a cuestionarse su existencia, su labor de vivir. Su propósito.

¿Qué debería hacer ahora? ¿Cuál es su papel?

Sus brazos se sienten vacíos, aunque esté abrazando un cuerpo cálido. Teme cerrar sus ojos porque la oscuridad estará listo para arrastrarlo por sus pies con sus filosas garras. De repente, su cuerpo se siente tan pesado que no cree poder dar un paso para avanzar y el camino que deja atrás le parece tan tentador y saborea en su paladar la falsa sensación se seguridad que le brindará dar media vuelta y gatear hasta su madre.

Porque, aunque él sabe que no debe volver, no ha pasado un día en el que no pensó en hacerlo.

Y todo este viaje le ha traído un pensamiento que no se atreve a decir en voz alta.

—Extraño a mi... mamá.

Él, desde hace mucho, ha extrañado a su madre.

Tan distante y frívola, amorosa por momentos espontáneos. La sentía como una estrella fugaz, le deleitaba su cariño si aparecía de repente y por suerte, debía de aprovechar cada segundo de visibilidad para entregar su corazón en bandeja de plata; o sino, se iría y desaparecería de su vista sin siquiera regresar a mirarle.

Yoongi no puede decir alguna palabra, solo opta por seguir entregando continencia y varias palmadas y besos en la piel contraria.

—Oh, Gi — se lamentó —. C–Cuánto la extraño...

Y siente que aquello quema su alma.

Parece que la ha perdido también.

De a poco, el llanto se vuelve controlable. Los espasmos no son tan violentos y sus sollozos están muertos, sus ojos inundados logran ver por la tenue luz el rostro preocupado de su amigo y sus mejillas mojadas son limpiadas otra vez.

—Ojalá pudiera arrebartar todo tu dolor — el pelinegro suspiró mientras le arreglaba el cabello —. Y hacer pagar a todos quienes te hayan lastimado.

—¿Por qué, Gi? — el menor gimió de dolor, pero las lágrimas ya no caían — ¿Por qué a mí?

—No hay una respuesta para eso. A veces, la vida... es injusta. Es malvada y muchas personas son tan... ruines al ver a alguien vulnerable — negó con su cabeza —. Tae, fuiste vulnerable y te hiciste valiente ante las adversidades que encontraste. Permítete ser vulnerable de nuevo, nadie volverá a hacerte daño.

—N–No... no, no. No soy... débil.

—Claro que no lo eres. Soportaste tanto por tantos años... tanto dolor, tanta soledad, tanto maltrato, responsabilidades que no eran tuyas, una familia... Débil no es una palabra que deba usarse para describirte — Yoongi se sinceró —. La verdad, ya te habías tardado en derrumbarte. Supongo que lo has hecho porque sientes libertad y seguridad con nosotros, tu madre no está más para que te diga cómo es que tienes que vivir.

¿Y si él, realmente, eso es lo que quiere?

—Quiero volver a casa...

La expresión del pelinegro permaneció impasible, sin sorprenderla tal declaración.

—Quiero estar con mi madre y mis hermanas... — siguió hablando —. Nunca d–debí venir. Esto fue un... error.

—Nos iremos al amanecer — Taehyung calló sus sollozos y le miró incrédulo —. Si eso es lo que quieres, volveremos a Florencia.

—Jungkook...

—Le daré indicaciones a Jungkook para que pueda llegar a Stigma, no falta mucho para que esté allá — el castaño soltó un quejido, su corazón dolió —. No puede volver a Rocce y tampoco creo que él quiera hacerlo, no después de haber sido capturado por segunda vez; además, ya esparcimos el rumor de que se fue después de ese suceso. Si vuelve... la iglesia o cualquier loco que conformen los Oficiales de la Noche, pueden apelar por una nueva condena y, esta vez, no creo que sean tan considerados solo para quitarle los bienes y una multa.

—Podría vivir conmigo... Sin que nadie sepa.

—No sería justo para él vivir encerrado en la residencia.

—La residencia es grande, podríamos... no lo sé, podríamos...

—Estarías en peligro y tu familia también.

—¿Podría aparentar mi matrimonio? — preguntó con un hilo de voz — Por favor... Eso debería f–funcionar.

—Y después no solo los acusarán por sodomitas, sino también por adúlteros — el menor quiso recitar más ideas, pero Yoongi le cortó acunando su rostro para que pueda verlo con la tenue luz —. Taehyung, ¿de verdad quieres volver?

—Podríamos esconderlo...

—Y cuando se sepa, podrían condenarlos a muerte — Marcini soltó un suspiro cansino y el mayor volvió a preguntar: —. ¿De verdad quieres volver?

No supo qué responder.

Tanta libertad le abruma.

—S–Solo no quiero... No quiero a–avanzar. — Susurró.

Y Yoongi entendió lo que le estaba pasando a su mejor amigo.

—¿Tienes miedo?

—¿Y si todo esto termina? — preguntó lo que tanto temía, alzando su mirada y con voz temblorosa — ¿Por qué no pudimos detenernos cuando Jungkook me confesó su amor? Estábamos bien cuando yo iba a su establo por la noche y él iba a la residencia en el día... Estábamos bien cuando tú estabas en Bari siendo un buen padre... Estaba bien trabajando... ¿Por qué tuvimos que avanzar?

—¿Y eras feliz?

—No era feliz, pero tampoco infeliz — admitió en voz baja —. Debimos quedarnos como estábamos, todo era mejor... Jungkook tendría su establo, a Stella y a Carina... Podría haber detenido la boda de Francesca... Seguiría en contacto con mi tío Galli y su familia.

—¿Te arrepientes de haberte ido o de haber conocido a Jungkook?

Taehyung suspiró, eso era lo que temía.

—A veces... De verdad, solo a veces.

Solo un poquito. ¿Estaba mal?

Yoongi lo atrajo hasta sus brazos de nuevo cuando empezó a llorar y el castaño se escondió en la curvatura de su cuello y hombro.

Quería esconderse, pero la noche volvió a ser temerosa porque, aunque trate de ocultarse, la culpa siempre lo encontrará y parecerá un ciclo sin fin.

Era un cobarde. Un cobarde que no merece a nadie, no merece ser amado, no merece amar, no merece las lágrimas que otros derraman por él, no merece el perdón ni la ayuda de Dios, no merece... vivir.

Dios lo juzgará cuando fallezca y su ida al infierno está asegurada, cree, no hay ser bondadoso que pueda salvar su alma fragmentada y profanada por el sentimiento mundano que creció en sus pulmones y se extendió hasta su corazón: amar a un hombre.

Incluso si a veces, solo a veces, se arrepiente de amarlo.

El arrepentimiento llega y pedir perdón no sale de su boca, no se atreve y piensa que no lo hace porque no merece un perdón, pero no lo hace porque no se arrepiente de amar, sino se arrepiente de todo el sufrimiento que ha aceptado a causa de ese amor.

El dolor se evidencia en sus alas marchitas que fueron arrancadas hace mucho tiempo de su espalda. Si alguna vez conociera a los ángeles, le juzgarán y recriminarán por dejar que sus alas dejen evidencia todo el sacrificio que pasó para llegar hasta su hogar, y la satisfacción falsa de haber sufrido quedará escondida en su corazón.

No se arrepiente de conocer a Jungkook. A veces... piensa en cómo hubiesen sucedido las cosas si nunca lo hubiese conocido.

Sería miserable.

Pero ese qué hubiese pasado si... carcome su cabeza ante la reciente duda que ha aparecido frente a sus ojos.

—¿Y si... me deja de amar?

Pronunciar esas palabras dolieron más que sus alas arrancadas de su espalda.

—¿Y si lo dejo de amar? — murmuró más fuerte, aún escondido —. ¿Y si nunca lo amé y nunca me amó?

—Taehyung...

—Antes de confesar nuestros sentimientos, hicimos un juramento — susurró, queriendo hacerse más pequeño —. Y cuando le pedí matrimonio, lo volvimos a hacer.

—¿Qué... juraron? — Yoongi se temía lo peor.

—Llorar en nuestras muertes.

La muerte. El temerario destino que algunos esperan y otros, aterra.

Taehyung acarició el anillo de compromiso en su dedo anular, la piedra preciosa tenía irregularidades lisas que le permitían distraerse. No la había portado en el camino en carreta, pues temía que un asaltante apareciera y se la arrebatara, por ello, cuando llegó a aquel pueblo y posada, se la volvió a poner sin importarle nada.

—Fiorella siempre me atormentó en que creceré y me quedaré solo si no hacía lo que ella quería — el menor suspiró y se escondió más si era posible —. Eso era manipulación, ¿verdad?

—Sí, Tae.

—Jungkook me enseñó esa palabra... Ni siquiera la conocía, no sabía que era... que eso me afectaba.

—Que eres una víctima, Taehyung.

Pero pasará un tiempo aún para que él pueda llamarse a sí mismo como tal o con cualquier otro adjetivo que le hicieron creer que eran de debilidad.

—Al principio, no quería a Jungkook. O Notte como lo conocí en ese entonces — el mayor se quedó callado y atento, nunca había escuchado cómo Taehyung conoció y afrontó sus sentimientos cuando el pintor llegó a su vida —. Nadie me había llamado la atención, nunca nadie me gustó.

» Desde hace muchos años, Fiorella quiere que despoje a una joven de buena familia y siempre me salía con la mía, me excusaba con el trabajo o con mis hermanas. Últimamente el tema se me estaba saliendo de las manos, ¿por qué no entendía mi no? No quería casarme. Y después... vi a esa mujer.

—¿La bella mujer? — Tae asintió — Los cuadros de Notte...

—Admitiré que me pareció linda, pero no fue la primera vez que alguien lo hacía. Rosé me contó de Notte, de ese pintor arisco que nadie conoce y alaban sus cuadros, después escuché a hablar sobre quién podría ser esa mujer, era muy hermosa...

—¿Y quién es? Al final, ¿te lo dijo?

Taehyung asintió.

—Me acerqué a él solo por ella.

Eso fue en un principio que no duró mucho tiempo.

—Le conté a mi madre que la haría mi esposa. Se emocionó mucho y dijo que estaba orgullosa de mí, me dejó tranquilo por un tiempo y ya no me importaba nada, solo debía encontrarla — Taehyung suspiró —. Pero fue difícil, nadie sabía quién era y Jungkook, desde un inicio, también fue reacio a contarme más de ella que mentiras. Que su nombre era Antonella y vivía en Ravello.

—¿Para que no la encuentres? Ravello no está muy lejos de Florencia..

—Sí, pero no me importó, debía de encontrarla — obvió la parte en la que el pintor dijo que era su prometida, quiere olvidar ese instante en el que sintió que estaba metiéndose en una relación ajena sin ningún tipo de remordimiento —. Quería hacer lo que siempre hago cuando quiero obtener algo, aunque me avergüence de ello.

—Tae, eso no es...

—¿Ganarme la confianza de una persona y traicionarla no me hace un pecador? — Yoongi se quedó callado.

—Hiciste lo que tuviste que hacer, no te atormentes más con eso. Te lo pido.

¿Creen que Taehyung obtuvo todo lo que tiene ahora de manera honrada?

Era solo un niño cuando se adentra en este ajetreado y cansino mundo laboral. Tan ingenuo para hombres con experiencia que lograron engañarlo una y otra vez, tan inocente y poco meticuloso para poder escalar de poco a poco y protegiendo su puesto como dueño de su primer viñedo como herencia de su padre contra otros aprovechadores que no veían la hora de pisotearlo y arrebatarle el legado de su padre.

Fueron incontables las veces en las que le vieron la cara de estúpido, como decía su madre. Que prometió devolver cada una de ellas.

Engañó porque fue engañado. Robó porque fue robado.Y puede que el resentimiento de su vida miserable haya influido bastante en su toma de decisiones.

Recuerda con exactitud esa época de vida, estaba en sus veinte y su apellido y marca estaba tomando más fuerza. Reconocían a Marcini como un apellido fuerte y próximo a ser influyente en el mercado si el dueño del mismo tomaba las decisiones y estrategias correctas.

Y así fue, Taehyung Marcini hizo un gran trabajo y colocó su nombre en lo alto, a pesar de estar solo en la cima.

No siempre fue honrado. Y esos recuerdos no están presentes la mayor parte de su día, pero cuando aparecen, no es fácil soltarlos.

La culpa que ahora lo carcome vivo, no es más que aquel demonio y sombra que ha arrastrado desde hace mucho años. Su huida de Florencia solo terminó por alimentarlo de más hasta que se volvió más grande que toda ambición, egoísmo y estigma.

—De alguna manera, siempre supe que Jungkook no me diría más de lo necesario sobre ella, así que tampoco fui muy insistente — Taehyung se removió un poco en su puesto, pero aún no dejaba ver su rostro —. Supongo que dije que me casaría con ella porque sería difícil de encontrar.

—Y no la encontraste.

—La mujer nunca existió.

Tampoco le dijo que la mujer era Jungkook, no cree que es algo que debería decirle a alguien más si no lo dice él mismo.

Yoongi abrió ligeramente su boca por la impresión y frunció su ceño. Esperaba todo, menos eso.

—Me enamoré de Jungkook y ahora estoy aquí. Yo no me gané su confianza, él se ganó la mía al igual que mi corazón. O eso creo.

—La bella mujer... — aún no lo procesaba.

—Una vez fui hasta Ravello a buscarla, eso le dije. Pero, la verdad, fui a verla para saber si podría sentir más que una atracción más allá de su belleza. No la encontré, así que supuse que lo que crecía en mi interior hacia Jungkook, era amor.

—¿No crees que sea así?

—Ahora... no tengo idea.

Taehyung se enderezó y pudo dejar a la vista su rostro mojado y el miedo que alberga en sus ojos. La incertidumbre plasmada en su mirada al encontrarse tan perdido y lejano con las personas a su alrededor.

—Yoongi, estoy enfermo... Estoy muy enfermo.

—¿Qué? ¿Qué tienes? — el pelinegro lo agarró por los hombros y, con la tenue luz, quiso ver algún atisbo de brote en su piel — ¿Dónde te duele? ¿Cómo te contagiaste?

—No debí venir porque estoy enfermo...

—Existen doctores, no me importa. Te vas a curar.

—Mi cabeza está mal, al igual que mi corazón y mi... — susurró, no podía decirlo —. Mi cuerpo. Están mal, estoy enfermo.

—Tae...

—¿No crees que es muy raro que a nadie me haya gustado? — preguntó en un murmuro —. Ninguna mujer... me interesó más que su belleza.

—Ninguna mujer te gustó porque no te gustan las mujeres. Te gustan los hombres.

—Ningún hombre me interesó tampoco — el mayor quiso ver a través de los ojos de su amigo para saber por qué estaba sufriendo —. Nadie... Hasta que llegó Jungkook.

—Que tampoco te haya interesado ningún hombre no significa que estás enfermo. Tal vez... tu corazón estaba esperando por él. No lo sé... ¿Es el destino?

—¿Y si creo amar a Jungkook solo porque él fue la primera persona que me amó? ¿Y si algún día... deja de amarme?

Su mente era un torbellino de pensamientos que lo arrastraban a un abismo de incertidumbre y confusión.

Nunca creyó que este tipo de dudas vinieran con la libertad que debe de tener. Cada paso parecía un salto al vacío, y la sensación de estar perdido lo consumía. Era aterrador siquiera pensar que Jungkook podría alejarse y eso hacía doler su corazón.

Pero su alma se rompía cuando pensaba que, tal vez, él sea quien no lo ama.

Amar fue una revelación que había sacudido los cimientos de su identidad. Durante años, había ocultado sus sentimientos, negándose a aceptarlos incluso ante sí mismo. Pero ahora, con la libertad en la palma de su mano, se enfrentaba a un nuevo dilema: ¿era realmente amor o solo el deseo desesperado de ser amado?

Recuerda todo lo que han pasado juntos y parece genuino; sin embargo, los dos están conscientes que su relación tiene raíces en su falta de compañía, en su falta de amor. Tal vez... solo eran dos personas sedientas de amor que se saciaron mutuamente al no encontrar a nadie más.

Estaba solo en ese inmenso mar de emociones, sin brújula, sin ningún atisbo de ver tierra firme.

Yoongi no supo qué contestar. ¿Quién era él para hablar sobre amor?

—Una vez, hablé con HoSeok sobre la veracidad de sus sentimientos — dijo y Taehyung le miró con intriga —. No cualquiera se arriesga a darse la libertad de amar a una persona de su mismo sexo, no en este momento de la historia — repitió —. Hablé por los dos. ¿No dijiste que lo condenaron en Roma por sodomía? No creo que no sepa cuán verdaderos son sus sentimientos hacia ti como para arriesgarse de esta manera.

» No solo él, tú también. Ambos han hecho grandes sacrificios para estar juntos, la verdad, no entiendo cómo puedes tener dudas... ¿A qué le tienes miedo, Taehyung? Puedes decirme... Nunca te juzgaré, solo quiero que estés bien...

¿Siquiera acaso era miedo lo que sentía? ¿Miedo a ser herido, miedo a perder a Jungkook, miedo a enfrentar la verdad?

¿Ama a Jungkook Rossi o ama la idea de ser amado por él? ¿Jungkook Rossi lo ama o ama pensar que lo hace para que todo el amor que ha guardado sea, por fin, liberado?

—¿Y si mi cuerpo... no ama a Jungkook?

¿Cómo funciona el amor?

Jungkook Rossi es el primer pensamiento que tiene al despertar y el último al dormirse. Sus labios pronuncian su nombre con deleite y abraza los suyos como elixir que necesita para vivir. Es la luz que encontró en la penumbra y transformó sus noches solitarias a noches estrelladas cada vez que mira sus ojos, medialunas con destellos brillantes que le hipnotizan con solo existir.

No tenía dudas únicamente del amor que recibe, sino también del amor que entrega.

¿Cómo estar seguro, entonces, si se encuentra tan... perdido?

—Estoy enfermo — volvió a repetir y Yoongi negó con su cabeza —. Mi cuerpo no quiere a Jungkook porque...

—¿Por...?

Taehyung suspiró, debía decirlo.

—No siento... deseo — susurró —. Mi cuerpo... no quiere a nadie, ni siquiera a Jungkook, pero su cuerpo sí... quiere al mío.

El pelinegro se quedó callado sin saber qué decir porque no sabía si sus suposiciones estaban en lo cierto.

—Una vez, escuché que entregas tu cuerpo y alma cuando amas a alguien... — siguió susurrando, como si aquello fuera lo más vergonzoso que ha dicho en su vida y así lo creía —. Pero no puedo entregar mi alma porque siento que no tengo una y no puedo entregar mi cuerpo porque... no quiere.

—¿Te refieres a tener sexo?

Y los ojos del castaño volvieron a acumular lágrimas cuando asintió.

Cerró sus ojos y agachó la cabeza, se sentía tan avergonzado y admitirlo en voz alta era muy bochornoso. Y volvió a llorar cuando sintió un silencio eterno, la oscuridad volvía a abrazarle.

Susurros negativos se alojaban en su cabeza y ponían en duda su virilidad y su persona en general. Debía estar enfermo, no había más conclusión que pudiera sacar de eso.

No le gusta que toquen su cuerpo y tiene un amante que sí. No servía como esposo, no servía como compañero si no podía hacer algo tan banal y carnal que es acostarse con la persona que amas. Puede ser que esa falta de deseo haya escarbado en su cabeza hasta dudar de sus sentimientos porque, ¿cómo amarlo si no podía entregarse en cuerpo y alma?

Pero Yoongi solo acarició su cabello con parsimonia, con sumo cuidado. Temía de sus movimientos, era la primera vez que veía a Taehyung tan frágil que parecía que con un abrazo podría romperse.

—No vuelvas a hacer algo que no quieres.

El castaño sollozó fuertemente, sentía que podía deshacerse en brazos de su amigo.

—Ahora eres libre, pudiste decidir abandonar Florencia y puedes decidir no acostarte con Jungkook si ambas opciones solo velan por tu bienestar — el mayor dejó un casto beso en su cabellera —. No vuelvas a hacer algo que no quieres — repitió —. No vuelvas a dejarte a la merced de otros por complacerlos, primero estás tú.

—Jungkook me va a dejar... — murmuró entre gemidos lastimeros.

—Tienes que hablar con él — Yoon no creía que fuera así; pero, de todas maneras, decidió agregar: — Y si lo hace o te obliga a algo que no quieres... no valdrá la pena.

—Pero yo sí quiero querer, ¿por qué no puedo ser normal?

El pelinegro bufó y preguntó: —¿Qué es ser normal?

—No lo entiendes...

—Es cierto, no lo entiendo porque no me pasa. Pero, si es algo que no quieres, no debes de hacerlo, más si se trata de tu autonomía corporal.

Taehyung suspiró y siguió sollozando hasta que fue rodeado de nuevo por los brazos de su amigo.

—Es mentira, no quiero volver a Florencia — admitió —. Por favor, no dejes que vuelva nunca allí...

—Mientras yo viva, no volverás a ese lugar.

Que así sea.

—¿Vas a quedarte a dormir aquí? — el castaño asintió.

—Solo un poco más...

—Está bien — susurró el mayor —. Recuerda que aquí siempre tendrás un lugar para refugiarte. Yo te cuido.

—Gracias, Gi.

Y Yoongi, ¿quién podrá cuidar de ti si te dedicas a cuidar a los demás?

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