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Taehyung Marcini camina con paso lento por el pasillo que va a la recepción, siente los estragos de una mala noche sobre su cuerpo y es evidente en su rostro.
Los días pasan y la familia ha tenido varias sesiones con Notte en el que la pintura del retrato familiar cobra vida con esfuerzo. Los hermanos Marcini se han mostrado contentos y satisfechos con el trabajo, sobre todo con la idea de enmarcar un momento de sus vidas para siempre.
Como jefe del pintor, no tenía ninguna queja. Le gusta que esté concentrado en su trabajo y vaya que lo estaba haciendo bien, no tiene ninguna queja sobre él y se ve que es una persona indulgente en lo que se propone.
En cambio, como Taehyung Marcini, tiene una que otra queja.
La principal es que no le ha dejado dormir últimamente. Y no cree que lo pueda culpar, de todos modos. Su mente nunca descansa, inclusive en sueños, pues siente la necesidad de encontrar respuestas a todas las incógnitas que han surgido sobre el hombre desde que vio las cicatrices en sus manos.
Se veían dolorosas.
Él es una persona con un umbral muy alto del dolor, algo que muchas personas no saben, así que solo ver aquellas heridas curadas le provocan dolor en sus propias manos. Y no termina ahí el asunto, pues ahora quiere saber cuáles fueron los problemas que tuvo para haber decidido no volver a tomar, cómo llegó a Florencia, el por qué oculta su rostro y demás.
Las habladurías del pueblo siempre llegaban a sus oídos, en una cadena donde su principal emisor era su propia hermana, Rosé, quien siempre estuvo interesada en tener una vida fuera de la sombra de su madre. Se emocionaba por la más mínima cosa que sucedía fuera de las cuatro paredes de su habitación.
Entre aquellos rumores, claramente se encontraba el artista sin rostro.
En un principio, realmente le interesó poco y nada quién era este hombre y los cuentos sobre él, como persona, los dejaba pasar como el río deja fluir pequeñas piedras.
Hasta ahora, específicamente, la noche anterior.
Su nombre, el cual le parece curioso se escribía frente a él y en completa oscuridad, recapitulando e intentando analizar sus acciones, comportamientos y más, queriendo tener todo lo que esté a su alcance bajo su control como el maniático que era, dándole vueltas al mismo asunto hasta fastidiarse él mismo.
La paranoia incluso le llegó a jugar una mala pasada, pensando que fue un gran error llevarlo hasta su hogar. Sus manos, su misterio, las pequeñas muestras de piel manchadas que ha logrado ver con el paso de los días. ¿Habría hecho bien confiar en él y abrirle las puertas de su hogar?
Necesitaba saber el origen de aquel hombre que le estaba quitando la poca paz que tenía.
Miró sus manos como lo había estado haciendo los últimos días. Eran delicadas y grandes, sus dedos eran finos y sus uñas estaban limpias, pues no las ocupaba para más que hacer papeleo, comer o tocar; no era tan tolerante a la suciedad, pero había algo de sus manos que no le gustaban y era que su piel es muy áspera.
No eran gratas de sentir en una caricia, una vez su madre se lo dijo y ella, a veces, le obligaba a untarse aceite vegetal para suavizarlas, aunque nada servía.
Además, no le gustaba que las personas se fijen en ellas. Ya que confundía la izquierda con la derecha, sobre todo porque recuerda haber nacido con la habilidad que debería tener en su mano derecha, en la izquierda.
Era zurdo.
Su madre, en su infancia, lo obligó a aprender a usar la derecha. Lo cual le confunde hasta el día de hoy.
Las manos de su madre, en cambio, son delicadas y cuidadas, al igual que las de sus hermanas. Se sentían bien al tacto y cuidar de ellas parece una odisea que no estaba dispuesto a seguir.
Después, pensó en alguien más.
En la jefa de las cocineras de la familia.
Su nombre es Berenice y proviene de Grecia, pero ha estado viviendo en Florencia desde que él era un niño. Llegó a la residencia antes de la muerte de su padre y todos le tienen un gran aprecio, podría decirse que incluso él la ve como una segunda madre. A su vez, Taehyung Marcini se convirtió en aquel hijo que la mujer nunca tuvo.
La mujer tenía sus manos más ásperas que las de él, eran pequeñas y con dedos chuecos, arruinadas por su arduo trabajo. Eran iguales y a la vez no, porque Berenice podía cocinar maravillas con sus manos lastimadas, él se siente como un inútil cuando está trabajando y debe de descansar porque le dio un calambre en su muñeca.
La comida de Berenice era sumamente exquisita, es lo que más extraña de la casa cuando tiene que abandonarla por ir a otras ciudades y comparte opinión con todos de su familia, incluso con su progenitora, quien rara vez puede admitir en voz alta lo que los demás hacen bien a su alrededor.
Notte era igual que ella. Ambos con manos arruinadas, pero que aún así, creaban lo más maravilloso que les caracterizaba.
El pintor se ocultaba y su talento era expuesto gracias a las mismas manos maltratadas. Se ve que pasó por un gran dolor, se atrevería a decir tortura. Tal vez, algo que nadie debería experimentar a menos que se haya cometido un gran acto de maldad y por lo cual le causa un gran dolor de cabeza porque, irónicamente, el menor no se veía como alguien ruin.
Aunque, uno nunca sabe.
Nunca dejará de halagar y admirar sus ojos en silencio. Tal vez, con un poco de envidia al compararlos con sus ojos que muchas veces han catalogado como vacíos e inexpresivos. Aquellos grandes y brillantes que lo miraban con atención cada vez que hablaba. No veía ninguna pizca de malicia en estos, en algunas ocasiones sus pupilas se dilataban y eso parecía un espectáculo de danza de estrellas.
Podría confundirlos con medias lunas y hacerte preguntar cómo es posible que salgan a plena luz del día.
También eran raros. Porque no podía ver nada más que eso en sus ojos. Ni siquiera la tristeza que es tan difícil de ocultar.
Era muy observador.
Ni siquiera cuando le preguntó el por qué oculta su rostro y no quiso responder.
Ni un atisbo de duda, confusión y tristeza. ¿Podría catalogarse eso como otra especie de inexpresividad? Así, entonces eran más similares de lo que creía.
—Señor Marcini — le llamó un sirviente frente a él y logró sacarlo de sus pensamientos —. El joven Notte se encuentra esperándolo en la entrada.
Taehyung asintió y no dijo nada cuando vio un par de migajas de pan en la comisura de los labios del hombre.
—¿Y mi caballo?
—También se encuentra listo para montar.
El castaño agradeció en voz baja a la par que apresuraba su paso, no queriendo hacer esperar a su visita. Dejó en un perchero el sombrero rojo que diariamente usaba al ver que la mañana estaba nublada, sin riesgos de lluvia y tampoco de un sol candente.
Invitó al pintor a dar un paseo por el viñedo que tenían a las afueras de Florencia, el primero que su padre adquirió y con el cual empezó la historia del apellido Marcini. Esto no era más que una formalidad que tenía con cada persona con la que había firmado un contrato. Claro, ahora es un poco diferente, pero la intención era la misma. Crear lazos laborales más amenos para que no haya ningún tipo de confusión después.
Cuando llegó a la entrada de la residencia, le fue un poco raro ver a Notte apoyado en su caballo, con una postura y vestimenta más ligera que en anteriores ocasiones.. Su velo y guantes estaban allí, como de costumbre; sin embargo y esta vez, dejaba ver algunos mechones de su cabellera a los costados. Su ropa consistía en una camisa de lino holgada, pantalones cafés y un par de botas desgastadas, sin el delantal de cuero que usaba mientras trabajaba para evitar mancharse de pintura y sin las manchas de carboncillo que se hace por accidente.
Se sintió un poco tanto al no poder verse así de relajado, pues él vestía con su usual jubón rojo que es su favorito, un pantalón negro bien ajustado a su cadera y sus botas de cuero con buena zuela para pisar. Debía usarlo por etiqueta y para hacer notar que era él el superior en la plantación.
Llegó hasta su lado con paso tranquilo y se saludaron con un leve apretón de manos.
—Buenos días, Notte. Es un buen día para ir al viñedo, ¿verdad?
—Creo que sí, nunca he estado en uno.
—¿De verdad? — el pintor negó.
—No, pero los he visto desde lejos. He escuchado que el olor es lo que más los caracteriza, ¿es verdad? ¿Es como si tuviera una uva en la mano?
—No, el olor frutal se pierde un poco por las diferentes secciones de la plantación. No es el mismo aroma de la zona de cultivo, que a la de cosecha, almacenamiento y fermentación. Sin embargo, se asemeja más a estar en un campo de rosas. Aunque no te lo puedo asegurar, he pasado años allí que no noto nada diferente.
—Está bien, me emociona, de todas maneras. Siempre es bueno hacer algo nuevo.
Taehyung asintió cuando le trajeron su caballo, así que lo montó e invitó al pintor a hacer lo mismo. Negó cualquier ayuda y acompañamiento que le ofrecieron los guardias y criados que los rodeaban, mismo que no objetaron nada ante sus decisiones y empezaron a galopar con un trote suave, ninguno tenía prisas.
El recorrido fue corto, sin ninguna charla de por medio entre los dos. Pues uno estaba muy ensimismado en su euforia escondida, sin prestarle demasiada atención a que, su acompañante, lo veía de reojo con una sonrisa, aprovechando y agradeciendo al viento que golpeaba sus rostros por dejarle ver un poco más de los ojos contrarios.
No pasó mucho cuando estuvieron cerca del viñedo y Notte pudo percibir el aroma a rosas golpearlo en su rostro. Se dio el atrevimiento de bajar un poco su velo para poder recibir con más gusto el olor que parecía darle un abrazo. Parecía que eso necesitaba tras unas semanas de trabajo y preguntas que no han dejado de rondar en su cabeza sobre Taehyung Marcini, mismas que dejará en el olvido y que no se atreve a decir en voz alta porque ni siquiera tiene quién las escuche.
Con ese gesto, el castaño pudo ver un lunar en su mejilla derecha y el comienzo de una cicatriz oculta que secó su paladar.
Quién eres, Notte. No dejaba de repetirse en su cabeza.
Qué te pasó.
Al llegar, Taehyung propuso avanzar a pie y lo hicieron, después de dejar a los caballos en la caballeriza. Notte veía maravillado los frutos frente a él, sintió de inmediato la dócil tierra por debajo de sus botas de suave cuero; lo cual no esperaba por creer que la tierra era infértil en ese lado de Florencia, pero tal parece que solo el pueblo había caído en una maldición extraña no ser reacio a cultivar con facilidad.
No había nada extraño a su alrededor, se toparon con varios viticultores que rápidamente pudieron intercambiar un par de líneas con su invitado después de que éste pregunte lo primero que se le venía a la cabeza referente a su entorno como las diferentes plagas que atacan las plantaciones y el proceso por el cual tenía que pasar la cosecha.
Actuó con naturalidad, dándole el debido espacio al pelinegro para que hable cuando se sienta cómodo, cosa que hizo desde un inicio.
—Necesito pintar esto — soltó de la nada —. Vi que hay muchos faroles, debe verse muy bien en la noche.
—Oh, sí. Hay mucha iluminación por aquí, no soy partidario de la oscuridad.
—Me gusta bastante.
—Me alegra. ¿De verdad vas a pintarlo? — el pintor asintió, entusiasta —. Una pintura así se vería bien en mi despacho.
—Te la venderé a buen precio, solo porque es tu viñedo — Taehyung sonrió y buscó la broma en sus palabras, misma que no encontró —. Hablo en serio. Me lo vas a agradecer después cuando veas cuánto han cambiado las vides de aquí a un par de años. Sentirás nostalgia.
—Si es por eso, no lo encuentro necesario, Tengo una buena memoria, recordaré estas tierras en el mañana como si fuese hoy.
—Puede que no, no puedes estar seguro de eso. Es importante capturar el tiempo y por eso me gusta pintar paisajes, más que todo. Es lo mismo que ves todos los días, pero cambiará cuando menos te lo esperes.
—¿Qué hay de los retratos?
—También es una forma de capturar la vida. Las personas envejecen, el tiempo se detiene solo en una pintura. Además, sirve para dejar legados implícitos.
—Con legados, ¿te refieres exactamente a tus hijos?
—No. Oye, aquí hay un bicho extraño.
Taehyung abrió sus ojos y se acercó a la planta con rapidez, maldijo en voz alta cuando se dio cuenta que era la cría de una plaga que no suele presentarse hasta dentro de un par de meses en esa época del año. Aplastó al pequeño insecto y tuvo una nota mental de ordenar de inmediato fumigar el sector.
—Es egoísta pensar que tu legado sólo puede venir de una parte de ti, ¿sabes?
¿Egoísta? No le gusta esa palabra.
—Eso es lo que me han dicho.
—Es posible transmitir un legado con lo que haces o te dedicas. Incluso sin ser algo material y que se pueda sostener en manos. Tu nombre puede ser recordado con admiración, como una leyenda que toda la región conocerá o puede ser recordado por solo una persona.
—La verdad es que no tengo interés a ser recordado — admitió y empezaron a caminar por las plantas, con un poco de molestia ante un inesperado sol encima de ellos —. Supongo que es diferente a cómo nos han enseñado. Para nosotros, lo más importante es la familia. Si eres hombre, conseguir una buena esposa y madre para tener herederos lo más pronto posible. Si eres mujer, pasar la mayor parte de tu vida aprendiendo a ser buena esposa y madre porque eres la encargada de engendrar herederos y si no lo logras, tu valor como persona significa nada.
—Entiendo, fui criado de la misma manera, pero me enfoqué más en estudiar. No tenía tiempo para esas cosas.
—¿Estudiabas algo más que arte?
—Sí, antes de llegar a Florencia. Estudiaba medicina — eso no se lo esperaba y lo hizo saber con la mueca de sorpresa que hizo y que causó una sonrisa divertida en el contrario —. ¿Qué? ¿No me crees?
—No es eso, ¿por qué dejaste la academia? Sé que es difícil entrar, no solo por el aspecto económico, sino por la carga académica que demanda.
Notte se encogió de hombros.
—Supongo que Dios no quería que siga ese camino y me alejó de él.
Taehyung abrió sus ojos, de nuevo con sorpresa. No esperaba aquella mención sobre Dios, el pintor no se veía como alguien creyente.
—Pero te guió al camino del arte y lo haces bien, créeme. Si te reconforta saberlo, mis hermanas y yo pensamos que estás haciendo un trabajo excelente con el retrato. Ahora, gracias a ti, hemos capturado el tiempo juntos.
—¿No pasan mucho tiempo juntos? — preguntó con genuina curiosidad, siguiendo su camino tranquilo.
—No mucho por mi trabajo. Trato de estar lo más presente posible desde hace años. Como puedes notar, solo somos los cuatro, mi padre falleció cuando tenía doce años. Siempre hemos sido ellas y yo, nadie más — se sinceró —. Desde que tengo memoria, he cuidado de ellas.
—Debió ser cansado.
¿Cansancio? Eso era lo que Taehyung veía como una enfermedad que quería curar con hierbas medicinales.
—Pero son lo más importante para mí. Mi familia... está por encima de cualquier mal. Si ellas son felices, yo lo soy aún más.
—Eres devoto, eso es adorable.
Taehyung le vio con una sonrisa cuando el camino entre las plantas se estaba terminando frente a una edificación de cuatro pisos, dijo: —En el último piso está mi despacho, ¿gustas pasar?
—Claro. Ahí tendré una buena vista de la plantación.
—Adelante, entonces. Después de ti.
—Bueno, yo no siempre estuve solo — siguió hablando el pintor mientras seguía el paso —. También fui un devoto, pero me di cuenta que no merecían mi devoción.
—¿Tu familia?
—No solo ellos.
Ambos hicieron una corta pausa mientras subían las escaleras. De nuevo, Notte se maravilló con la estructura en arcos de las puertas y tomó en cuenta para detallar en una pintura. Al entrar al despacho, fue de inmediato al gran ventanal que llamó su atención, donde pudo ver gran parte de la plantación y a las personas trabajando en ella junto al cielo que se despejaba poco a poco.
—Me gusta esta vista.
Taehyung le miró a su lado. Para él, esa vista era la misma cada día. Tal vez, Notte tenía razón en lo que dijo y necesitaría una pintura de eso.
—¿Quién te enseñó a pintar? No hay muchos artistas por aquí.
—Jin Parisi, no sé si habrás escuchado de él. Fue un buen maestro, me acogió cuando recién llegué a Rocce.
—Oh, creo que sí... Pero cosas no muy buenas sobre él.
—Eran mentiras — se apresuró en decir el pelinegro, dándole una fugaz mirada. Denotaba la molestia en su voz; sin embargo, sus ojos se mantenían iguales —. Todo era mentira... Estaba enfermo, más nada. No estaba loco o algo por estilo, enfermó y nadie en este maldito pueblo quiso ayudarlo.
—Lo siento. ¿Qué tenía?
—No lo sabemos aún — y Taehyung quiso saber a quién se refería al hablar en plural —. Era una enfermedad muy degenerativa. En su lecho de muerte... casi no podía moverse.
—Lo lamento, Notte. Debió ser muy duro.
El pintor se quedó callado por un momento hasta que buscó en los bolsillos de su pantalón, sacó una hoja de lienzo doblada y se la entregó al contrario sin mirarlo.
—Es él — dijo cuando Taehyung pudo ver el rostro de la persona plasmada — Me gustan los retratos, traen recuerdos y mantienen viva la memoria de quienes han quedado en un lienzo. Tenía miedo a no poder recordarlo, así que hice esto el mismo día en el que falleció, por ello los trazos son chuecos.
El castaño lo pudo ver, a un hombre de ojos pequeños y labios grandes, de cabello café oscuro. Se veía cansado y le pareció fascinante que Notte pueda capturar no solo a las personas, sino a su alma.
—Está muy bello — le devolvió la hoja y el otro la guardó sin mirar, si lo hacía, podría empezar a llorar en cualquier momento —. Eres bueno, de verdad.
—Sí... algo.
—Si pensamos en que los retratos mantienen con vida a una persona, podemos hablar de inmortalidad.
—Es un buen concepto.
—Vaya, me llama la atención ser inmortal — con eso, Notte pudo reír por el tono de voz empleado —. No sé si a alguien le interese, pero lo seré. Gracias.
—No es nada.
—¿Qué más quieres inmortalizar? — preguntó y el pintor le miró con intriga —. Por ahora he visto dos retratos que has hecho. El de tu mentor y sobre la joven que causa impacto, ¿quién es ella?
—¿Te da curiosidad?
—Mucha, a decir verdad.
—Bien... — él murmuró, sintiéndose impaciente —. No tengo mucho que decir sobre ella. También la he capturado en el tiempo, pero nada más.
—Es muy bella.
—Sí... me lo han dicho.
—¿Y qué relación tienen? ¿Dónde se encuentra?
Y Notte pudo excusar su silencio cuando la puerta fue tocada un par de veces y Taehyung fue hasta ella. Se quedó mirando por el ventanal entre lo que escuchaba un par de murmullos a sus espaldas. Empezaría con la pintura del viñedo después, al menos, tras haber terminado el retrato familiar, tampoco quiere agobiarse con mucho trabajo.
—Sé que me dijiste que no tomas vino — dijo el mayor y Notte volteó a verlo, sostenía una botella y un par de copas a la mano —. Pero esta es una nueva botella que aún está en producción, la lanzaremos al mercado en un par de meses... ¿Quieres ser uno de los primeros en probarla?
—¿Quién más la ha probado?
—Yo, por supuesto.
El pintor no pudo dudar mucho y asintió.
—Está bien, solo un sorbo.
Taehyung se acercó hasta una pequeña mesa del centro del despacho, donde pudo servir el vino con facilidad. No mucho, como le habían dicho, y volvió al gran ventanal con el par de copas en sus manos.
—Quítate los guantes — Notte le miró con el ceño fruncido —. Puedes tirar la copa.
—Eso no...
—Ya vi tus cicatrices cuando pintabas — murmuró sin intenciones de algo más que ser empático, pero todas las alertas en la cabeza del pelinegro se encendieron con la única orden de querer escapar y huir de ahí —. No preguntaré al respecto... Pero puedes sentirte cómodo sin los guantes.
Miró sus manos cubiertas, le tomó una eternidad sacar el guante de su mano derecha y después, de la izquierda. Entonces, tomó la copa sin atreverse a alzar la mirada.
—Supongo que todos tenemos algo que esconder.
Y Jungkook asintió con un suspiro cansado.
—Huele bien — pudo decir en un hilo de voz tras acercar la copa a su nariz —. A uvas y flores.
Y mierda. Olvidó que tenía puesto el velo, no debió aceptar beber un poco porque debería quitárselo.
—La mujer de tus pinturas... ¿También la quieres esconder? — ¿Qué mierda debería responder a eso? — ¿Puedo saber quién es? O siquiera, ¿cómo se llama?
—Antonella. Su nombre es Antonella.
—Es un lindo nombre para una mujer tan bella. Me gustaría saber más de ella. Creo que incluso me gustaría más conocerla, ¿podría?
Notte no respondió, así que después de un par de segundos, Taehyung volteó a mirarlo.
Mal momento.
Jungkook había reunido el valor para bajar su velo y así poder tomar del vino que tanto le estaba llamando la atención, se había confiado lo suficiente en el que el contrario divaga por la mujer en sus pinturas que le pareció buena idea aprovechar el momento para tomar de la copa.
—Oh, Notte...
Claramente, no esperó que justo cuando se dio unos cortos y contados segundo en el que saboreó el olor a flores y frutas, lamió sus labios para capturar toda la esencia del vino y tragó el sorbo que osó tomar, los ojos pequeños de Taehyung se posara no solo él, sino en sus labios, en sus lunares esparcidos en su piel, en su nariz y en aquellas cicatrices repartidas en sus mejillas como trazos hechos por accidente.
—No te espantes... Solo son cicatrices.
—¿Te duelen?
Ante todo pronóstico, Jungkook pudo soltar una risa que hizo que sus ojos se cerraran por un momento.
—Ya no. Ese es el chiste de las cicatrices. Ya no sangran, ya no duelen. Ahora son solo eso, cicatrices.
Y Taehyung Marcini se preguntaba qué tanto dolor había soportado Notte durante tanto tiempo. No se necesitaba ser un adivino para especular que aquellas cicatrices ocurrieron antes de su llegada a Florencia.
—¿Quién te hizo eso? — preguntó, pero lo único que recibió fue un encogimiento de hombros —. Fueron monstruos.
—Te dije que hubo personas que no merecían mi devoción.
—Perdón. Ah, mierda... Me tomó por sorpresa — el castaño se excusó y volteó su mirada al ventanal, temía poner al otro nervioso —. Me doy una idea de cómo esas cicatrices se hicieron y me da escalofríos, tengo un bajo umbral del dolor... Eres fuerte, Notte. No cualquiera lo soportaría. Yo no lo soportaría.
¿Fuerte? Jungkook no lo creía así, aun así, aceptaba el cumplido.
—Ya pasó, que es lo importante.
—Yo no podría...
—Entonces, es bueno que nadie te ha azotado así.
Taehyung quería llorar.
—Tienes muchas cosas que ocultar, ¿verdad? — el pintor asintió, bebiendo el último sorbo de su copa para dejarla vacía —. Eres intrigante.
—Dios, hace mucho no bebía un buen vino — en cambio, dijo —. Y sí, algunas. ¿Qué hay de ti? ¿Qué ocultas, Marcini?
Esa era una buena pregunta sin respuesta.
Si bien Taehyung suele ser cerrado y mantiene una actitud cohibida con desconocidos, la cual disfraza con una postura seria de la que nadie se puede burlar, no tiene muchos secretos porque se desconoce a sí mismo. No sabe el sentido de pertenencia de ciertas cosas que debe guardar para él, puesto a que siempre ha intentado ser transparente en la toma de decisiones y en cuanto a sus sentimientos en su hogar, pero siempre ha sido pasado de largo.
Admite que tiene una que otra mentira; sin embargo, no cree que sean catalogados como secretos tan profundos como los que tiene Notte.
Solo eran eso, mentiras.
—Tal vez, también — Taehyung terminó su copa y vio de reojo donde dejó la botella —. ¿Quieres más?
Jungkook dudó, mucho; mas se negó con mucha fuerza de voluntad y entregó su copa.
—No quisiera excederme.
—Tuviste problemas con la bebida — afirmó, ni siquiera preguntó —. ¿Hace cuánto?
—Desde adolescente, creo. No es algo de lo cual me enorgullece hablar, pero ya pasó. Intento no volver a recaer.
—Eres fuerte — volvió a decir, pero el pintor no lo creía así. Si fuera tan fuerte, en un principio, ni siquiera habría caído en las manos de la adicción —. ¿Cómo lo superaste?
—Mi mentor, gracias a él pude dejarlo. Tuvo mucha paciencia. Aunque, creo que lo dejé más por algo que solía decir. «Me duele más a mí que a ti todo el daño que te haces», antes me parecía extraño, ahora entiendo a qué se refiere.
—¿Cómo puedes sentir el dolor ajeno? Es incoherente.
Y Jungkook lo miró con intriga.
—Me amaba. El amor hace que el dolor ajeno se convierta en el tuyo — explicó —. SeokJin nunca tuvo familia, admitió verme como el hijo que nunca tuvo. Pudimos pasar de desconocidos a familia en poco tiempo. Ambos estábamos solos en esos momentos, creo que Dios quiso que nos encontremos.
—Oh... Entiendo. — Taehyung dijo, aunque le llamó la atención aquella afirmación sobre el amor. Nunca la había escuchado.
—Sí... De todas maneras, tengo problemas con la bebida desde hace mucho. Lo típico, bebía porque tenía muchos problemas. Creo que eso es lo peor que alguien puede hacer, ahogarse en alcohol porque tu vida es una mierda.
—Tu vida debió ser dura... Lo siento.
—Basta, no me tengas lástima. No me gusta — Jungkook se cruzó de brazos y se encaminó hasta los sofás que había en el lugar, donde tomó asiento sin dejar de ver la botella de vino —. Hoy haré el boceto de la pintura de la plantación. Cuando termine el cuadro familiar, empezaré con este.
—¿Te toma mucho tiempo hacer una pintura? ¿Es muy difícil?
Notte pensó antes de contestar: — Depende de qué esté haciendo, suelo demorarme más al hacer rostros. Y no, no lo consideraría difícil.
—Dices eso porque ya eres un experto. Tú, con sólo existir, eres arte y todo lo que hagas.
—El arte es la expresión de belleza en todo su esplendor y, como la belleza es relativa, esto también — murmuró el pelinegro —. Al menos, hablando del ámbito de las pinturas. Cualquiera podría hacer pinceladas al azar en un lienzo y otro lo calificaría como arte.
—Dudo mucho que cualquiera pueda hacerlo — resaltó la dichosa palabra, a lo que Jungkook refutó —. No porque haga un garabato significa que ya sea arte.
—Si yo digo que es arte, lo es para mí y para ti. Que alguien más lo niegue no quiere decir que sea verdad. Las opiniones y percepciones son diferentes, aunque siempre se intente formar una colectiva generalizada, de alguna u otra manera, habrá una diferencia en todo ese grupo.
Taehyung se quedó en silencio, analizando las palabras y encontrando sentido a su lógica, de una manera muy rebuscada, pero cierta.
—Me di cuenta que prestas mucha atención al detalle cuando dibujas personas.
—¿De verdad? — preguntó el pintor, sorprendido por la inesperada declaración —. La verdad, siento que debo dé. El ser humano es muy enigmático como para no capturar su belleza.
—Creo que capturas más que solo su belleza. No lo sé, podría decir que capturas sus almas. Eso es muy especial.
—Espero capturar tu alma en tu retrato, entonces. ¿Qué tipo de alma tienes, Taehyung?
Un alma dormida.
—También lo he visto en tus otras pinturas, como en las que aparece Antonella — ignoró la pregunta —. No le di tanta atención hasta que pude ver cómo su cabello parecía estar hecho uno por uno, con mucha delicadeza y dedicación.
—Vaya, sí que la has visto.
—Solo soy muy observador. Empecé a ver tus otros trabajos y... me gustaron. No voy a negar que Antonella se llevó mi atención de inmediato.
—Sí, suele pasar... — murmuró Notte —. Es una simple mujer, no sé por qué les atrae tanto.
Era mentira, claro que él lo sabía y agradece por ello. Porque, de no ser por el morbo que mueve a las personas en saber todo de la vida de los demás, nadie le regresaría siquiera a mirar.
Aun así, le frustra que se acerquen a él sólo con la mera intención de conocerla o averiguar su paradero. Tiene una relación amor y odio consigo mismo y con ella, en especial.
—No es una simple mujer, es una bella mujer.
—Bella — repitió el pintor, encogiéndose de hombros —. Como digas.
—Quisiera saber más de Antonella — dijo directamente y pudo sentarse al lado del pintor—. O conocerla.
Jungkook se quedó callado un momento, donde su ceño se frunció y dijo: —Esto está siendo incómodo...
—Incómodo, ¿por qué?
—Porque sí. Me parece inapropiado que me preguntes específicamente a mí sobre una mujer, de la cual desconoces mi relación con ella.
—La desconozco porque no me la has dicho.
—Y no tengo por qué. Sólo no preguntes nada — Notte, no gustándole el camino por el cual se iba su conversación, decidió dejar el tema ahí —. Creo que lo mejor será que me vaya, nos vemos el lunes para que pueda seguir trabajando.
—¿Por qué no puedo saber de ella? — preguntó el castaño en lo que el pintor volvía a colocarse sus guantes —. ¿Por qué la ocultas tanto?
—Estoy seguro que ha escuchado algún rumor sobre una relación que me familiariza con ella y no va a ser bien visto que esté preguntando sobre alguien que no conoce.
—Si pregunto por ella... — Jungkook terminó por acomodarse el velo y se dispuso a salir del lugar. Mierda, ya quería irse — Es porque quiero conocerla.
—Señor, está hablando de mi prometida.
Taehyung ni siquiera cambió de expresión facial, como era de costumbre. Y Notte, aunque la molestia se sentía en su voz, no pudo expresarla con sus ojos.
—¿Tu... prometida?
—Por favor, no me haga hablar de mi vida privada. Sé que ninguno de los dos queremos involucrarnos más que en asuntos laborales.
El castaño suspiró y dijo: —Está bien, dejaré el tema hasta aquí.
Taehyung no es una persona obsesiva, ni siquiera tiene aspiraciones que vayan más allá de las metas que ha establecido en el aspecto laboral.
Como lograr tener la seguridad que los capataces de cada uno de sus viñedos y poder pasar más tiempo en casa.
En realidad, no sabe qué hacer con su vida más que trabajar.
El matrimonio, como es de público conocimiento, nunca le ha interesado. No solo por el aspecto en el que no ha encontrado a la mujer ideal o no se ha llegado a interesar lo suficiente en una joven para invitarla a comer.
No cree que la vida de esposo es para él.
No se ve a sí mismo compartiendo su cama y ni siquiera le agrada la idea de tener la posibilidad de tener habitaciones separadas, como las que tuvieron sus padres. No conoce el amor y tampoco le llama la atención conocerlo, lo ve como una pérdida de tiempo, hay cosas más importantes en las qué gastar las horas de luz y un matrimonio no está en sus planes.
Ni hablar de la familia que tiene que crear. ¿Hacer a una mujer, su mujer? Ni siquiera le gusta cómo suena eso.
Suspira en lo que detiene sus pasos por el pasillo de la casa, toda la familia se encontraba en una sesión con Notte y ahora tenían un descanso para comer un bocadillo. Él salió de inmediato de la sala y empezó a divagar por su propia casa que sabía de memoria, pero no quería quedarse más allí en ese ambiente un poco tenso.
Desde que el pintor le dijo que Antonella es su prometida, tiene un mal sabor de boca.
Está consciente que le dijo a su madre una mentira, ¿por qué se molesta, entonces? No se entiende, aunque no es la primera vez que le pasa. Aquella mentira fue sólo para librarse de su madre, no para llevarla a cabo.
¿Debería resignarse y casarse de una vez por todas? Notte se lo dijo, debe ser cansado ser él y puede que tenga razón.
El retrato familiar avanza con parsimonia y su madre, en un par de días, podría ya no conformar las sesiones cuando su rostro esté listo para evitar malos ratos, pues sigue ensimismada en que esto se esté llevando a cabo.
Pero él no era tan estúpido como parece. Sabe que no es que le desagrade la idea del retrato, le desagrada la presencia de Notte.
Fiorella es una gran admiradora del arte al igual que Rosé, Francesca es la única que no ha tenido esta fascinación y, aunque él no sea admirador del arte, puede admirar y observar la belleza que le rodea.
Por ello las paredes rojizas están cubiertas de pinturas, como la que está viendo ahora.
La anunciación de Paolo Veneziano.
Su madre la adquirió en una gran venta y exposición. Paolo Veneziano fue un hombre que murió hace aproximadamente un siglo atrás. La obra, como el título lo menciona, retrata la anunciación del ángel Gabriel frente a María para informarle que concebiría por el Espíritu Santo.
Era una de los pocos productos artísticos sobre la religión que le gustaba, no estaba tan familiarizado con aquel tema como la gran mayoría de la región lo estaba. Quiso acercarse más para verla mejor, pero una suave y ahora familiar voz habló a sus espaldas.
—¿Es la original?
No tuvo que voltearse, pues Notte avanzó hasta su lado con una copa en la mano.
Ese día, había ordenado servir jugo de frutas en vez de vino.
—No lo sé, creo que es una réplica.
—Parece que sí.
Ambos se quedaron callados mientras veían la obra, ¿qué más podían decir después del momento incómodo que pasaron en la plantación?
—Me gusta su historia — dijo el castaño después de un par de minutos silenciosos.
—¿Te refieres al hecho de que un ángel le dijo a una virgen que esperaba a un niño el cual tendría que nombrar Jesús?
—En cierta parte — Notte le miró con intriga —. No lo hizo tan bien como tú, pero me puedo imaginar el miedo y la sorpresa por la que debió pasar María. Era una niña ordinaria que tuvo que casarse con un hombre anciano, alguien quien ya tenía su pasado marcado, con una familia hecha donde la tuvo que integrar y a su hijo como si nada. Tal vez, pasaba las noches llorando en la oscuridad preguntándose por qué específicamente a ella.
—Oh... — el pintor murmuró y volvió su vista hacia el cuadro —. Debió sentir mucho miedo... La hubieran apedreado si José no le creía que iba a engendrar al hijo de Dios.
—Le tuvo que haber dolido en el alma ver a su hijo ser torturado y asesinado. Como tú dijiste, el amor te permite adueñarse de un dolor ajeno. No puedo dimensionar lo que a mí me hubiese dolido. Fue muy fuerte.
—Ser fuerte no creo que sea un gran halago... No tuvo que sufrir de esa manera. Y decir que Jesús murió por nuestros pecados es una acto egoísta. Existen y existirán personas que serán llamados pecadores, incluso si sus pecados son tratados de ocultar o disimular, no se podrán borrar.
El silencio reinó entre ambos por unos cuantos minutos más, Taehyung volvió a mirar al pintor quien se encontraba en una especie de trance cuando, en realidad, batallaba por alejar los recuerdos que empezaban a nublar su vista.
—Todos nacemos siendo pecadores — repitió lo que alguna vez escuchó —. Todos somos pecadores aún.
—No me gusta ser un pecador.
Taehyung se encogió de hombros.
—Es lo que hay... Dicen que lo único que nos libra del pecado de nacimiento es el bautizo. A mí me bautizaron, ¿y a ti?
Sí, pero aún así, el pecado no ha salido de su cuerpo.
—Mis padres solían llamarme así — admitió en voz baja —. Les gustaba recalcar cuán mal estaba, cuánta maldad existe en mí.
—¿Y enmendaste para que dejaran de decirte así?
—No lo hice — volvió a mirar a Tae, quien no se inmutó por sus palabras —. Soy pecador de nacimiento, no hay nada que enmendar.
—¿Qué pasó con tus padres? — preguntó — ¿Dejaron de nombrarte así por obra y gracia del Espíritu Santo?
—Escapé de casa cuando cumplí diecinueve —su mirada se fijó nuevamente en el cuadro de Veneziano —. En poco tiempo llegué a Florencia y... Ya sabes. La adicción, el arte... Me voy recuperando de a poco.
—Huiste y sigues siendo un pecador.
Se sintió expuesto y juzgado, viendo venir un millón de preguntas por su parte sobre lo recién contado, algo lo cual le aterra en demasía.
—Sí, eso creo.
—Sabes, creo Jesús debió ser un poco egoísta — Taehyung dijo de pronto, llamando la atención del contrario —. La hipócrita boca de las personas se llena con su sacrificio al momento de reprender a otros, pero no ven sus propios actos y comportamientos. Su muerte queda en vano.
—No pensé que eras una persona religiosa.
—No lo soy, pero tampoco me gusta la hipocresía. Todos caemos en ella alguna vez, es como un mal que viene con el ser humano. ¿Qué hay de ti? Mencionas a Dios seguido, ¿eres un creyente?
—No, me he alejado de la iglesia en los últimos años... Perdí la fe. Nombrarlo es una costumbre de la cual no me puedo deshacer — Notte se encogió de hombros, a veces usaba el nombre de Dios, pero es que ni él mismo entendía por qué —. Aunque, de todos modos, creo que siempre debemos de tener algo a lo cual creer o aferrarnos.
—Ah, ¿crees en los otros dioses?
—No, me refiero a que las personas necesitamos la fe porque es esperanza. Quienes creen en Dios, saben que estarán bien en sus manos porque cuida y vela por sus hijos. Los que le rezan a la Virgen María, pueden confiar en ella si un problema se presenta. Incluso los que creen en los dioses que se nos han mostrado como paganos y declaran que son los verdaderos, que todos sus males se han disipado por ellos, estarán bien. Pero yo creo que eso no lo hace la figura a quien veneras, sino tu fe.
—Sí... La fe es importante.
Ambos se miraron porque pudieron deducirlo. Ninguno tenía fe, ninguno tenía a qué aferrarse en la penumbra y ninguno tenía quién consuele sus sollozos en la noche.
—Mi mentor no creía en Dios, le tenía fe a la Luna — Taehyung le miró con intriga, nunca había escuchado algo así —. Decía que la Luna le era incondicional, aunque él mismo pensaba que su creencia era tonta. Fue la única que no lo abandonó.
—Solo tenía fe en ella.
—Exacto. En la iglesia te lo dicen, «la fe mueve montañas». Tú mueves montañas, no Dios, no la Virgen, no es Zeus, ni mucho menos es la Luna. Creo que nos han quitado mucho crédito, tu esperanza y creencia es la que ha hecho todo el trabajo.
—Me agrada como piensas, Notte. Tienes opiniones muy interesantes y me pregunto qué es lo que te ha llevado a tener esa postura — el castaño dejó de ver la pintura y giró su cuerpo hacia el pintor —. Creo que te llamará la atención las creencias griegas, las conozco un poco porque he viajado por ahí y me mantengo en contacto con gente de ese lugar. Son politeístas y tienen presentes muchas cosas como Las Moiras, quienes son las encargadas de velar por el destino de una vida.
—Suena interesante. Aunque no quisiera volver a tener una religión, es una historia interesante.
—Puedo hablarte más de ellas, si gustas.
—Sí... Si no hay problema.
Jungkook sonrió cuando Taehyung le siguió hablando sobre Las Moiras y los dioses del Olimpo. Sabe que existe más de un Dios en la tierra, aunque el evangelio afirme que aquellos son paganos.
Las Moiras se trataban de tres hilanderas llamadas Cloto, Láquesis y Átropos. Cloto era la encargada de desenredar el el hilo que representa la vida con un huso y un rueca; Láquesis determina el largo del hilo, el inicio y el final de una vida, pero Átropos, quienes consideraban a la más temida, era quien tenía la tarea de cortar el hilo, suponía a la muerte y decidía cómo sería la misma.
Y era lo mismo que aprendió en su infancia. Dios era el encargado de decidir su vida, cómo comenzaba y cómo terminaba.
No pudieron hablar mucho, pues debía volver a trabajar, pero el mayor le prometió encontrar otra oportunidad para seguir compartiendo información, lo cual aceptó gustoso.
Aunque el sentimiento de arrepentimiento y culpa lo invadió al instante.
Él no debería estar haciendo eso. Él no debería estar compartiendo con Taehyung Marcini de esa manera, mucho menos sentirse a gusto o cómodo con su presencia, lo cual ha estado ignorando desde que empezó a trabajar ahí.
Todo es culpa de Taehyung Marcini.
Todo es culpa de ese rostro que no denota juzgamiento, de esa voz calma con la que ha podido hablar con naturalidad, de esas manos ásperas que mueve con inconsciencia al hablar y es su culpa por permitirle que sea capaz de devolverle la culpa de la cual ha intentado escapar desde que tiene memoria.
Cuando salió de la residencia Marcini al término de su horario laboral, se excusó con el castaño diciendo que tenía que hacer algo urgentemente, pero fue a la iglesia del pueblo tan rápido pudo su caballo galopar.
Son contadas las veces en las que entró allí, son incluso menos las veces en las que pudo arrodillarse y rezar.
Le gustaba la estructura de estas edificaciones, los arcos de piedra que adornaban los pasillos del lugar le fascinaban al igual que las grandes ventanas por donde entraba la luz solar, los candelabros que colgaban de las paredes estaban siendo encendidos un poco antes del anochecer.
Sus manos pican dentro de sus guantes, por los que se despoja de ellos antes de juntar las palmas de sus manos y de alzar la mirada ante la gran cruz de madera al frente de él. No había muchas personas a su alrededor, así que optó por quitarse el velo de su rostro y pudo respirar con dificultad.
—Dios... — Jungkook murmuró.
Un rezo no era suficiente y había olvidado el Padre Nuestro, lo único que pudo salir de sus labios fueron gemidos ahogados
—¿Qué se supone que hago aquí? — preguntó mientras alzaba su cabeza — ¿Por qué estoy aquí?
Fue criado bajo una tutela de creencias católicas como cualquier otra persona a su alrededor. Su adoración debía de ser dirigida hacia el único Dios existente y estar agradecido con el sacrificio que hizo su hijo al morir crucificado, pero ahora se replantea la veracidad de estos seres que sus padres usaban como excusa para justificar su atroz odio hacia él.
«—¡Eres una abominación»
El recuerdo de la voz de su madre hace eco en su corazón.
Sus lágrimas ardían al igual que sus heridas. Podía saborear aún en su paladar la ira, decepción y repugnancia que cada azote marcaba el compás, en la oscuridad de la celda en la que fue encerrado por un par de años.
Monstruos. Solo fueron monstruos con él.
«—¡Preferiría verte muerto antes de haberte engendrado!»
No solo su piel estaba llena de cicatrices, su alma estaba impregnada en heridas frescas que aún no han sanado y cree que nunca lo harán.
¿Quién es Jungkook? ¿Por qué es un hombre sin apellido?
Su apellido fue arrebatado por su propia familia. Era el hijo menor de un matrimonio saludable que, como negocio reconocido en la gran aldea, mantenía un buen fuerte en la producción de objetos de bronce y productos elaborados para inducirlos al comercio de la zona.
Podría decirse que eran un hogar con un muy alto estatus social a comparación de los residentes del lugar.
Como una casa de cartas que se destruyó con una vaga ventisca, una oculta verdad salió a la luz para sus progenitores, quienes afirmaron sentirse burlados por él. Además de echarle la carga sobre sus hombros que él mismo fue quien separó a la hermosa e hipócrita familia que eran antes.
La oleada de regaños, golpes y más fueron su pan de cada día.
Y ahora puede decir que vivió el infierno antes de morir.
El silencio quema en su piel, los recuerdos son nuevos azotes en su memoria y las gotas de sangre son la lluvia de la cual se refugia.
Su familia está destruida por él. No había más culpables que él.
Y seguía sin aprender la lección.
—No quiero ser un pecador... — murmuró sin derramar una lágrima, ni siquiera se veía merecedor de arrastrarse en la casa de Dios —. Todo mi dolor... ¿fue en vano porque no he cambiado?
«¿Dios? ¿Estás ahí? ¿Acaso estás tomando un descanso?
Dime cuándo volverás, por favor. Necesitamos hablar.»
¿Debió haber rezado más alto? ¿Debió postrarse sobre piedras en sus rodillas para que su sufrimiento sea lo suficientemente doloroso para que Dios pueda cambiar su cuerpo? ¿Acaso su fe no fue tan profunda como las heridas que sufrió? ¿Su sangre no valió lo mismo que la de otro hijo de Dios para que Él pueda cambiarlo?
¿Su destino fue siempre ser un pecador? Como Pedro que negó a Jesús y como Judas que lo traicionó, ¿él también estaba siendo una marioneta de Dios para exponer la inmundicia del ser humano?
Y quienes lo veían de lejos se preguntaban, ¿qué cosa tan ruin debió haber hecho para ser castigado de tal manera?
La respuesta era simple, amar a una persona.
Desde su niñez, vio al amor como algo magnífico después de ver cómo sus padres compartían la vida juntos, cuando vio el rostro de completa felicidad de su hermana después de contraer matrimonio con un hombre de buena familia; muchas veces la escuchó decir que aquel era la causa de su felicidad, ¿por qué él no pudo tener lo mismo?
¿Desde cuándo su familia se convirtió en un rebaño y él, en la oveja negra que se guio por un poco de pasto al borde de un acantilado? ¿Cuándo su corta edad plasmó una supuesta ignorancia y confusión en lo que respecta al amor?
—¿Soy un pecador por quién soy?
¿Por qué, cada vez que preguntaba esto, nunca recibía una respuesta afirmativa?
—Por favor, responde. — suplicó entre sollozos.
Su amor lo llevaría a una condena eterna, así como el Padre de la iglesia que antes visitaba se lo había gritado en la cara. No había nada más que hacer que corregir y arrepentirse de sus pecados, pero, ¿cuáles?
¿Querer a alguien? ¿Desear construir un mundo en el que puedan vivir libremente? ¿Esconderse detrás de pastizales para probar los labios de aquella persona, logrando que todo su alrededor desapareciera para transportarse y sentir como si hubieran alcanzado el mismísimo cielo?
No veía nada de malo querer alcanzar las estrellas cuando sus cuerpos descansaban juntos en la tierra, cuando las tardes de estudio se pasaban volando con tan sólo sentirse acompañados y queridos, mucho menos que su tacto sean ardientes como las llamas de fuego en el infierno.
Así como Taehyung Marcini le había dicho, incluso si era tratado de ocultar o disimular, no se podrá borrar.
Fallecerá siendo un pecador, cuando su verdad llegue a oídos de quienes adoran el nombre de Notte, no lo reconocerán como la gran persona que intentó ser, sino como aquel blasfemo que decidió su pase directo al averno.
Como un pintor que escondió su amor hacia otro hombre.
No era justo. Simplemente, no lo era.
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