otto

Todo volvió a la normalidad, eso parecía.

Jungkook tenía frente a él a Francesca, quien mantenía una sonrisa falsa en su rostro, se veía cansada, sin muchos ánimos de estar allí. Sus manos descubiertas hacían delicados trazos en el lienzo, en completo silencio y en una tensión evidente que nadie podía ignorar.

Regresó a la residencia Marcini un par de días después de que Taehyung tenga esa especie de declaración que dejó a ambos más confundidos que esclarecidos. ¿Qué iba a pasar? Ni siquiera lo sabía. El hombre siguió con su usual comportamiento, con un par de sonrisas dirigidas sólo a él y un atrevido, pero inocente roce con sus manos que le hace delirar.

—Tengo miedo, pero... no podría vivir sin haberlo intentado.

¿Intentar qué? Iba a volverlo loco.

A su lado, un par de sirvientas descansaban en las paredes, también con notables signos de cansancio al esperar un par de horas sin hacer nada, solamente vigilando que no hiciera ningún movimiento sospechoso o peligroso. Eso había indicado la señora Fiorella. Esa mujer empezaba a ganarse de a poco su odio.

—¿Podemos parar un momento? No me siento bien.

Alzó su mirada, Fran le miraba con súplica. Sus característicos ojos joviales no se encontraban más con ella, ahora sólo era una adulta un poco mayor a él con agotamiento extremo.

—Por supuesto, ¿necesitas algo?

Ella negó. Solo quería respirar un poco. Cerró sus ojos y dejó de mantener una postura recta, su espalda se vio apoyada en el sofá donde estaba sentada y las joyas que adornaban su rostro empezaron a caer al suelo con ayuda de sus manos.

La forma en la que llegó para ser pintada era extraña, demasiado arreglada a comparación de Rosé, con un gran vestido en tonos amarillos claros y bisutería en sus manos, cuello y orejas. Mas no dijo nada, no le incumbía.

—Señorita — de inmediato, otra mujer corrió hacia donde ella para volver a retocar su aspecto. También su peinado se vio afectado con la frustración de la mayor —. Su madre quiere que lleve puesto esto para el retrato, lo ordenó.

—Ahora no, Caramella. Mi cabeza no da para mi madre justo ahora.

Algo está mal.

A pesar de las advertencias de las sirvientas, se acercó a paso lento después de ver con extrañeza a la joven, sus cachetes empezaban a tomar color de una mala forma, no parecía natural y saludable. Las pequeñas gotas de sudor que resbalaban desde su frente hasta sus cejas indican calor en su cuerpo, mismas que iban desapareciendo cuando se limpiaba con sus manos.

No quería tocarla, no debería.

Con cuidado, casi como si fuese a ser devorado, acercó su mano a su frente y temió por un segundo que Francesca rechace el tacto, pero estaba tan perdida en sí misma que no le dio importancia. Seguido a esto, acunó su mejilla con un poco más de seguridad y, después, rozó sus dedos en la parte superior de su cuello, casi por sus orejas, notando rápidamente la elevada temperatura que emanaba su piel.

El jadeo colectivo hizo que se alejara con rapidez.

—Tiene fiebre.

Las sirvientas se callaron para escucharlo mientras volvía a esconder sus brazos detrás de su espalda, sin apartar la mirada de Francesca.

—¿Está enferma?

—Muy probablemente, debe descansar.

—Sí, eso. Debe hacerlo.

Caramella, como la habían llamado, una mujer que aparentaba la misma edad que la señora Fiorella, se giró hacia sus compañeras, quienes pusieron sus ojos en ella con la máxima concentración-

—Preparen la habitación de la señorita, paños con agua fresca y llamen al doctor Abati.

Le fue inevitable no hacer una mueca, conocía al doctor, claro que lo hacía. Un hombre mayor, siempre con una mirada discriminatoria, fue el mismo que se rio en su cara cuando le intentó explicar su situación y sus estudios en medicina, pero el señor no sabía que él era aquel chico lleno de suciedad desesperado en construir su vida.

Puede que sea un poco rencoroso.

También conocía a su esposa, ella era demasiado agradable para estar con tal hombre.

—¿No se le avisa a los demás? — opinó, refiriéndose a Taehyung, él siempre estaba preocupado por sus hermanas hasta en lo más mínimo. Sin embargo, fue ignorado —. Lo siento, me iré ahora.

Apretó sus labios a la par que suspiraba. Tendría que esperar a que la mujer esté bien para poder seguir yendo a la residencia, puesto a que el castaño no quiere que se haga su retrato hasta que el de todos esté hecho, eso significaba verle únicamente en sus tardes cortas, lo cual le ponía un poco nervioso.

Se despojó de su delantal para guardarlo en la bolsa que traía consigo, de la misma manera un par de brochas que necesitaría para una clase con Hoseok en unos días. Ahora iría al despacho de Tae que, si mal no lo recuerda, quedaba en el segundo piso del lugar, al final del pasillo.

Apenas se vieron ese día, le había indicado que vaya después de terminar con su hermana para recibir el dinero por el retrato de Rosé, algo que esperaba con ansias al verse un poco limitado de dinero ante su capricho de tener animales que le hagan compañía, aun así, utilizaría los florines para adquirir a Stella.

Los días en los que molestaba a Namjoon para que le preste un caballo terminarían, después de todo, si sobrevivió algunas semanas con apenas comida, puede hacerlo unas cuantas más a base de pan, manzanas y agua.

Un grito a sus espaldas hizo que se asustara y tirara sus herramientas al suelo, cuando dio media vuelta, vio a Francesca en el suelo.

—¡Señorita! ¡Señorita, levántese! — Caramella estaba angustiada, sostenía vagamente los brazos de la mayor. Vio a Notte estático, con sus ojos bien abiertos y le señaló con su índice —. ¡Ayúdame a llevarla a su habitación!

Rápidamente, Jungkook regresó al lado del par de mujeres y tomó en brazos a la pelinegra, un brazo debajo de su cuello y otro, detrás de sus rodillas, agarrándola con firmeza para no soltarla. No pesaba mucho, eso le permitió moverse con facilidad hasta fuera del salón, donde más empleados lo miraban con sorpresa y preocupación.

—Las habitaciones están en el segundo piso.

Le indicaron, el pasillo hasta llegar a las escaleras no era muy largo, en el camino, se encontró a Taehyung, quien lo miró con extrañeza que su ceño fruncido podía indicar más de lo que su rostro suele expresar.

—¿Qué pasó? ¿Por qué sostienes a mi hermana así?

—Se desmayó.

—¡Señor Marcini! ¿Sabe qué es lo que le pudo causar la fiebre a la señorita? — preguntó la sirvienta a su lado, abriendo la puerta de su pieza —. Esta mañana se encontraba perfectamente, aunque no quiso comer el desayuno, ¿podría ser eso?

—La fiebre se da cuando el cuerpo se intenta proteger de otra infección — habló el pintor antes que alguien más pudiera hacerlo. Cuando la joven ya estaba acostada, volvió a tocar su rostro, haciendo una mueca —. Sigue caliente.

—¿Algún otro malestar? — Taehyung cuestionó y rodeó la cama para subirse, atrajo a su hermana con sus brazos.

En cambio, Jungkook, quedó al lado de la orilla, inspeccionando sus ojos en un intento de ayudar a saber qué tenía, sus pupilas estaban dilatadas.

En realidad, la escena era menos dramática de lo que parece,

—Dolor en su cuerpo, garganta y cabeza.

Caramella estuvo a punto de alejar al pelinegro de la Marcini, con la excusa de que no debería estar allí, pero sus acciones se vieron interrumpidas por las señas del castaño.

—Puede ser el cambio de estación.

Dijo, pero fue ignorado.

—¿Los paños de agua? ¿Dónde está el doctor Abati?

— ¡Voy a buscarlos!

La mujer salió de la habitación, junto a ella, la demás servidumbre para dejar cerrar la puerta. Taehyung empezó a despojar a su hermana de prendas y accesorios innecesarios que portaba, como sus zapatos y pulseras en sus muñecas.

—La ropa y las joyas pudieron asfixiarla un poco.

Su vestido era de tela fina y tenía muchas capas, sus largas y voluminosas mangas le fastidian siempre, era un atuendo que usualmente utilizaría en un evento importante con más personas dentro de su círculo social.

—Pérdida de apetito, escalofríos, dolor de cabeza, garganta y posible inflamación — murmuró el pintor dándose un poco de tiempo en retroceder para observar más detenidamente a la mayor —. El desmayo puede ser por no haber desayunado, lo demás puede ser un cambio en el clima. O agotamiento.

—No es nada malo, ¿verdad?

Pero cuando el pintor quiso responder que no, que no había nada de qué preocuparse, alguien irrumpió por la puerta.

—¿Qué hace él tocando a mi hija?

Fiorella apareció junto a un par de sirvientas, con los ojos inundados de preocupación e impaciencia a la espera de que llegara un médico. Tenía a Rosé agarrada de la mano, ninguno era propenso a enfermarse tan seguido y, cuando lo hacían, no era más que un simple dolor en alguna parte de sus cuerpos.

Ver a Notte cerca de Francesca no hizo más que alterar sus nervios, logró ver sus manos llenas de cicatrices al igual que gran parte de sus brazos cuando alzó las mangas de su camisa. Soltó un grito cuando Caramella le dio un par de paños húmedos para que se los coloque en la frente.

—Madre, no empieces ahora.

Taehyung, en cambio, sigue sosteniendo el cuerpo de su hermana con el miedo irracional a que se caiga inconsciente y acercando un pedazo de tela con un fuerte olor a un tipo de alcohol.

—Parece agotamiento, estará bien — Dijo Jungkook y miró a la familia Marcini —. Necesita descansar, de verdad. Recomiendo reposo un par de días y...

—¡¿Quién eres tú para decirme qué hacer con mi hija?! — Apuntó con su dedo índice al pintor, quien hizo caso omiso a sus gritos.

—Por favor, preparen una infusión de manzanilla para tomar. Una taza después de la cena por un par de días. Procuren que tenga horas de sueño adecuadas — Caramella asintió, saliendo de la habitación un poco desconfiada a lo que decía el artista —. Está despertando.

El pelinegro acunó el rostro de la pelinegra entre sus manos para que no sufra ningún mareo al abrir sus ojos. Rosé también se acercó hasta los tres, a un lado de Jungkook, para saludar a Francesca con una sonrisa triste y preocupada, sus mejillas aún seguían rojas y la fiebre no bajaba.

—¿Qué... pasó?

—Nada grave, te desmayaste — dejó ir su rostro con delicadeza y no tardó mucho en apoyarse en su hermano, aún cansada —. Lo mejor es que se cambie de ropa por una más cómoda y, como dije, reposo.

Francesca le vio con desconfianza, pero solo bastó un asentimiento de Taehyung para que ella pudiera susurrar: —Está bien...

—¡Aléjate de ella! — Fiorella fue con pasos fuertes hacia el pelinegro, posicionándose entre él y la cama, totalmente enfurecida. Notte retrocedió con sus manos alzadas —. ¡Te he dicho que te alejes! ¡No eres quién para tocarla!

—Mamá — la tenue voz de su segunda hija acarició sus oídos como la seda —. No es necesario que grites.

—¡Sí lo es! Este pintor de tercera se ha creído la gran cosa por estar bajo mi techo, yendo de un lugar a otro, aprovechándose de la bondad de mis hijos pasando pena por una canasta de comida y un poco de compañía — esta vez, vio a Taehyung, quien permaneció estático por un momento —. No eres amigo de este hombre, deja de tratarlo como tal. ¡Suficiente osadía tuviste para abrirle las puertas de esta casa para un trabajo mediocre!

—¡Madre!

El grito de Rosé alertó a todos, su voz calmada se había desvanecido y sus ojos se encontraban llenos de lágrimas. Se colocó frente a la susodicha, con el pintor detrás de ella, aun sujetando su brazo.

—Deja de armar un escándalo que puede deteriorar más a Francesca, ¡él sólo intenta ayudar!

—¡Ayudar, nada! ¡Ayudará si empieza a mantener distancia sobre nosotros!

—Madre, silencio, por favor. Respeta a tu hija enferma y a Notte, no ha hecho nada malo.

—¡Claro que lo hizo! — exclamó y apuntó con su índice al pintor, quien quería irse de allí lo más pronto posible —. Puede ser que hayas pensado que eres bienvenido aquí, pero no es así. No eres quién para dirigirle la palabra a mis hijos, saber de sus secretos o recibir su ayuda, tu posición aquí siempre debió ser únicamente laboral y está cambiando, ¡es mejor que desaparezcas antes de que todo se torne peor!

¿Qué?

—¡¿De qué mierda estás hablando?!

Taehyung gritó, cansado y dejó con delicadeza a su hermana, quien solo podía ver la escena con lágrimas en sus ojos. Se colocó entre medio de su madre y Jungkook, Rosé se posicionó detrás de él de inmediato.

—Rosé, diles lo que me pediste hace algunas semanas.

—¿Qué? M–Mamá, no.

—¡Diles!

—¡No lo haré!

—¿Decir qué?

Taehyung miró a su hermana, con el rostro sonrojado y con la amenaza de un posible llanto. Después miró a Jungkook, quien también está pendiente de sus hermanas sin saber muy bien que hacer y, luego, vio a su madre, quien solo parecía importarle sus reclamos.

—Tu hermana pidió formar una relación con Notte.

Jungkook frunció el ceño, asombrado mientras tocaba su pecho con sus dedos, ¿hablaba de él? Vio a la joven con intriga, pero ella ni siquiera se atrevía a alzar su mirada, avergonzada.

¿Por eso lo odia tanto?

—Un hombre sin familia, viviendo en un mugriento establo, sin nada en esta vida más que unos pinceles, ¡¿cómo no alterarme cuando piensa que está viviendo en una fantasía en la que podrá ser feliz con cualquiera?!

—¡No es cualquiera! ¡Es una persona igual a nosotros! — gritó. El rostro de la dulce menor al que estaban acostumbrados se volvió sombrío, cargado de culpa y enojo — ¡Incluso puedo llegar a creer que es mejor, mejor que tú!

Fiorella le vio indignada, pero antes de que pudiera decir algo, el mayor le dio la espalda para centrarse únicamente en Rosé.

—¿Quieres? — Taehyung buscó la mirada de la menor sin mucho éxito, luego vio al pintor quien se veía igual de asombrado y un poco asustado — ¿Quieres estar con él? ¿Lo quieres?

No obtuvo respuesta.

—Taehyung, no sé de qué está hablando. Lo juro.

—Sólo debías hacer pinturas porque es lo que se supone que sabes hacer, pero en vez de eso, llegaste a confundir a mi hija y hacerla creer que podría conformarse contigo.

—Madre, detente — habló sin siquiera mirarla —. Escucha, linda. No ha pasado nada malo, ni pasará. Sólo estoy preguntando para saber si es cierto.

La castaña no pudo hacer más que llorar más fuerte, tapó su rostro con sus palmas y sollozó cuando sintió los cálidos brazos de su hermano rodear su cuerpo. Vio con recelo a Fiorella., después a Francesca quien se mantenía pálida y preocupada.

El ruido de la habitación siendo abierta llamó la atención de todos, Caramella veía todo sin mucho que decir y con un poco de pena.

—El doctor llegó.

—Que pase — dijo y con una mirada rápida y un movimiento de cabeza fugaz, le indicó a Jungkook que salga del lugar para seguirle el paso al lado de Rosé —. Con permiso...

El ambiente estaba tenso, sentía la cruda mirada de su madre en su espalda y encima de los otros. Cuando salieron al pasillo, gran parte de la servidumbre intentaban mantener un perfil serio y ajeno a lo que ocurrió, fallando en el intento.

El pelinegro se sentía mucho más cohibido que antes, los deseos de volver a pisar esa casa sólo lograban disminuirse cada vez más, ahora sólo quería tomar sus pertenencias y esconderse entre sus lienzos para no volver a ver la luz del día nunca más.

Cuando estuvo a punto de dirigirse hacia las escaleras, la voz de Taehyung logró hacerlo detener en seco.

—Vamos a mi despacho.

Sin que ninguno pudiera rechistar, le siguieron el paso cuando abrió la puerta con detalles dorados sin hablar. Los segundos fueron eternos y el silencio se volvió ensordecedor cuando Rosé se sentó en un sillón y Taehyung frente a ella.

Jungkook no supo a dónde ir, hasta que el castaño palmeó un lugar a su lado.

Taehyung le pasó un pañuelo color vino para que secara sus lágrimas, mismas que no dejaban de salir a medida que la vergüenza que sentía se iba haciendo más grande ante la humillación que recibió. Intentaba ocultar su rostro con sus frágiles manos, veía entre sus dedos que los contrarios esperaban con paciencia que algo saliera de su boca, una explicación.

Logró conectar sus ojos con los del artista, quien la miraba con mucha incertidumbre y confusión. Rápidamente, apartó su mirada.

Suspiró.

Notte, un pintor altanero y egocéntrico, con talento, pero sin amabilidad, eso había escuchado de él por el pueblo. Cuando se escabulle de su madre para ir a comprar un poco de pan. Su fama no era la mejor allí, si bien existían personas que refutan esas declaraciones, nadie las creía porque era conocido que no le gustaba relacionarse con nadie.

Decir que no creyó en estas habladurías sería mentir, lo veía desde lejos cuando, así como ella, intentaba pasar desapercibido por las calles de tierra. Intentaba averiguar cómo dedujeron tantas cosas de él, sin tener algún tipo de contacto, ella no percibía a alguien arrogante, más bien, alguien que buscaba desaparecer de las miradas que lo acechaban.

Su espalda siempre se mantenía erguida y sus manos escondidas en el mismo delantal que ahora portaba, la primera vez que lo estuvo cerca, fue cuando decidió atreverse en seguir su camino para llegar hasta una tienda de pintura y poco más, al parecer, un paraíso para él.

Tuvo que comprar un poco de carboncillo para que su presencia allí no sea extraña, mientras el encargado del lugar buscaba lo que pidió, intentaba ver a Notte con sutileza mientras esperaba en el mostrador, pero él se mostraba concentrado en un par de grandes paletas para pintar.

—Tomaré esta.

Su voz grave le asombró, más al encontrarse frente a ella mientras ojeaba algo más. Tragó grueso y cubrió su rostro con sus manos, una manía que llevaba haciendo desde que tiene memoria cuando los nervios se apoderaban de su cuerpo.

Alzó su mirada y allí fue cuando pudo notar aquellos hermosos y brillantes ojos que nunca salieron de su cabeza.

—¿Necesita algo? — no supo darse cuenta que se quedó estática ni bien le escuchó nuevamente, no fue hasta que él volvió a hablar — ¿Está bien?

¡Sí! — su respuesta, muy ambigua, fue un poco más fuerte de lo que esperaba, alertando también al otro hombre que tenía su pedido en sus manos, a un lado —. No necesito nada, estoy bien. Sí, gracias.

Estaba segura que el pintor la miró con extrañeza, murmuró algo más que no logró escuchar y salió casi corriendo del lugar. Pagó su pedido e imitó las acciones del contrario, salir despavorida de allí, después de llegar a casa, no supo qué hacer más que llevar a la basura lo que compró al no verle alguna utilidad desde su postura.

Decidió seguir viéndolo desde las sombras, sin la necesidad de volver a la tienda, una que otra vez intentó que sus caminos se cruzaran para llamar su atención, pero el pintor no veía más que el suelo. Enterneciendo a su corazón.

Lamentablemente, días después, su madre descubrió lo que hacía a sus espaldas y le prohibió salir sin su compañía, pidiéndole a los guardias de la residencia que tuviera más cuidado con ella o se tendrían que ir despidiendo de su trabajo.

Todo eso sucedió hace un par de años, la presencia de Taehyung era nula al igual que la de Francesca, quien también era obligada por su progenitora a conocer a otros hombres de familias de su misma posición económica para decidir un matrimonio.

Rehén de su propia familia, la tristeza no dudó en hacerle compañía.

No supo más del pintor como le hubiera gustado, las sirvientas que notaron su malestar y conocían la causa, le daban alguna que otra noticia de él de vez en cuando, con simples oraciones sobre que lo vieron, más nada. Una vez más, su madre arruinó algo más que le gustaba.

Hasta el día de hoy, seguía bajo la tutela de Fiorella, con sus veinte años, le avergonzaba no haber podido hacer nada por las restricciones que le imponían y siguen vigentes. Le encanta soñar que se libraría de ella en un futuro, tal vez, no muy lejano.

Se emocionó en demasía cuando su hermano dio la noticia que Notte trabajaría para ellos, su estómago empezó a doler por una emoción que nunca antes había sentido. Le aterraba.

Fue amable con ella desde un inicio, siempre con cierta distancia ante su puesto como un empleado, pero después de su primera extraña desaparición donde los problemas familiares fueron la causa, junto al castaño, empezaron a convivir un poco más de cerca.

Sus charlas eran casuales y rápidas, en medio de descansos donde le ofrecía agua y Notte se negaba, aunque al final terminaba accediendo. También, cuando fue su turno en ser retratada, vio aquella oportunidad para hablar aún más con él, pero su madre siempre estuvo presente en esas sesiones y no le quedó de otra que cerrar su boca, cuidar sus movimientos y sufrir en silencio.

Nunca fue una persona que quisiera llamar la atención, prefería quedarse quieta con tal de pasar desapercibida, pero realmente quiso que Notte la viera, al menos, por un segundo.

Ahora que él la estaba mirando, ni siquiera podía alzar su cabeza.

—¿Ya dejaste de llorar?

Escuchó preguntar a su hermano, seguido de un pequeño ruido. Miró con timidez y notó que el artista había propiciado un golpe hacia el mayor y este sólo le miraba con el ceño fruncido.

—¿Por qué lo hiciste?

—Por Dios, es tu hermana. Ten un poco de tacto.

Murmuraron como si ella no pudiera escucharlos.

—Siento si causé alguna incomodidad — terminó de limpiar sus mejillas y corrigió su postura, suspiró con fuerza para que su voz no saliera frágil —. Y también siento mi comportamiento erróneo.

—Está bien, tranquila — los ojos del pintor se hicieron más pequeños, como si una sonrisa estuviera posada en su rostro, estaba casi segura que así sucedía —. Cada quien reacciona diferente en cada situación, usted estaba alterada, Taehyung confundido y yo sorprendido.

—Confundido y asustado, también — agregó el castaño —. Hace mucho no teníamos este tipo de peleas en casa.

—Sí las teníamos, sólo que no estabas aquí.

Lo dicho causó tristeza y decepción por parte de Taehyung. Se odiaba tanto en ese momento, por no haber podido hacer nada y dejar que sus hermanas salieron lastimadas, su madre se comportaba como los villanos de cuentos infantiles que solían llevar desgracia a la vida de todos por razones absurdas.

Sintió la mano de Jungkook sobre su hombro, intentando dar un poco de apoyo cuando una mueca se mostraba en su rostro. Quiso tomar su mano con delicadeza, pero la mirada de Rosé se posó sobre ellos con más atención y rompieron todo tipo de contacto.

—Ahora hablemos sobre lo de Notte.

Dijo Taehyung al recordar lo que más le intrigaba, ambos apartaron desviaron sus ojos a cualquier parte de la habitación, menos a él. Rosé suspiró con miedo, jamás había afrontado ese tipo de problemas. Vio a Notte y se dio cuenta que su corazón palpitaba con fuerza, ¿por qué?

Era extraño.

Ninguno de los hermanos Marcini conocía el amor, en realidad.

Veía al pintor como una fantasía inalcanzable, que le daba cierto espacio para ser un poco más feliz y soñar cosas que nunca antes lo había hecho, como imaginar sus ojos llenos de satisfacción después de haberle cocinado una deliciosa cena o verlo portar con orgullo alguna prenda que tejería con cariño.

Pero todo eso nacía y moría rápidamente, dejándola con únicamente deseos puestos en el mar para que las corrientes se los lleven y así no puedan provocar dolor en ella.

¿Estaría mal aclarar su sentir desde ahora? ¿Podría ocultarlo por un poco más de tiempo?

Lo que terminó de acabar con una pequeña esperanza que quería guardar, su hermano abrió nuevamente la boca.

—Está comprometido.

¿Por qué su pecho duele de esa manera?

Sus lágrimas cesaron y sus ojos se abrieron con sorpresa, sintió sus manos gélidas cuando las atrajo a ella misma. Miró en dirección al artista, quien ni siquiera se inmutó, entonces, ¿era verdad?

—Así es, lo estoy.

Se sintió tan pequeña en ese momento, la sensación de estar siendo regañada pasó a ser una en la que parecía ser que daba lástima. Notte rascó su cuello con nerviosismo, en busca de ayuda de Taehyung.

—Disculpa si mostré algún interés en ti, sólo intentaba ser amable.

Y ese era el problema de ambos Marcini, no estaban acostumbrados a que las personas sean bondadosas con ellos, a sentir un poco de cariño. Un gran problema.

—Notte no lo había dicho porque es algo complicado y personal, pero creí que era bueno que lo supieras.

Rosé suspiró y sonrió falsamente, con el corazón en la mano.

—No estoy interesada en él.

—¿No? — preguntaron ambos — ¿De verdad?

—Sí, no sé por qué mi madre dijo tal cosa — soltó una risa fingida y pudo levantarse del sillón bajo la confundida mirada de los mayores — Está tan arraigada a la idea de que, lo que es un buen hombre para ella, me despose. Quise saber qué podría ocurrir si quisiera casarme con alguien que es buen hombre para mí y puse a Notte de ejemplo.

—¿Te parezco un buen hombre?

Rosé asintió, sacándole una sonrisa que no pudo ver. Aunque un poco de culpabilidad, si tan sólo supiera quién es en verdad.

—Fue mi error involucrarte en ese asunto, sólo logré que se enojara con todos.

—Entonces, ¿no sientes nada por él? — Taehyung esperó con paciencia una respuesta, para volver a asegurarse — ¿Todo fue un malentendido?

Sí, podría soportar guardar su pequeño secreto por un tiempo más.

—Todo fue un malentendido — aseguró —. Lo siento.

Se podría decir que Taehyung se asombraba con muy pequeñas cosas.

Era amante de observar, analizar y admirar. Para él, Jungkook, era alguien digno de maravillar porque, aunque desconozca gran parte de su larga historia y pasado, sabe que ha podido afrontar cada problema de manera eficaz. Tal vez no como le hubiera gustado, el dolor que venía con su vida aún está vigente y lleno de marcas, pero le gustaba verlo.

Admirar, incluso se puede decir que le gusta admirar a Jungkook Rossi.

Empezaba a conocerlo a más profundidad, le gustaba cada día más y el camino de este querer se volvía un poco más peligroso, algo lo cual lo hacía sentir vivo.

Rosé había salido del despacho hace algunos minutos con la excusa de volver con su hermana y dejó al par de hombres sumergidos en un incómodo silencio.

Jungkook miró a su alrededor con mucho más detenimiento, con sus manos escondidas en el delantal, con sus piernas moviéndose ligeramente de un lado a otro. Tenía su rostro y manos al descubierto tras trabar la puerta.

Se estaba asfixiando.

Aunque todo volvió a una falsa normalidad, aún se sentía extraño la declaración de Taehyung y cómo le aterra la idea del amor, no de amar a otro hombre, lo cual le parece ilógico y catastrófico.

Y la reminiscencia de su corto abrazo sigue presente. Ambos, sin saberlo, ansían que se repita.

—Taehyung — el castaño le miró con muchas palabras en su boca, con la incapacidad de decirlas —. Lo mejor será que me vaya... ¿Puedo pedirte un favor?

—Claro, dime.

—¿Puedes pagar por el retrato de Rosé?

Taehyung asintió y se levantó hacia su mesa de trabajo, con un ademán, invitó al pintor a sentarse en las sillas frente a él. No tardó mucho en abrir un pequeño cajón y sacar un par de billetes para contarlos.

—Quinientos, seiscientos... Setecientos. Todos tuyos.

Jungkook sonrió y tomó la paga entre sus manos para volver a contarla. Estaba un poco emocionado, Stella sería suya, compraría más comida para sus gallinas y podrá vaciar más la tienda de Namjoon para seguir con las clases de Hoseok, quien cada día avanzaba cada vez más como artista y, aunque intente dar una apariencia desinteresada en eso, se le veía más emocionado por ello.

—Gracias por lo que has hecho hasta ahora — Taehyung buscó las manos que ya conocía más por estar mirándolas desde lejos, hasta que pudo tomarlas entre las suyas para dar repartir varias caricias en ellas, con una mueca triste —. Perdón por todo lo que has pasado aquí, mi irresponsabilidad, falta de compromiso en el trabajo y el problema en el que te ha metido mi hermana.

—No te preocupes... No la he pasado tan mal.

—¿Alguna vez quisiste irte de aquí por lo que te he hecho pasar? — Jungkook no lo pensó mucho, su respuesta fue afirmativa con un asentimiento de cabeza — ¿Qué te detuvo?

También tuvo una respuesta rápida ante dicha pregunta, sin embargo, murió en su garganta.

Él, su mirada lo decía todo.

Desde muy temprano se dio cuenta que había caído en la perdición con lo que respecta su relación con toda la familia Marcini, sobre todo con quien esperaba pacientemente su respuesta, quien había admitido en voz alta que le gustaba su compañía y disfrutaba de él.

Gustar, aquella maldita palabra que parecía tener más peso que cualquier otra cosa, aun así, sin ganarle al amor, del cual se sentía aterrorizado porque sólo había un paso de una palabra a otra y temía que ambos den aquel pequeño paso pronto.

Sabía que Taehyung podía hablar de ese tema con total valentía y seguridad porque nunca ha pasado por algo desastroso por admitir amar a alguien más, y no lo culpaba, es más, lo agradece desde el fondo de su alma. Saber que nunca recibió golpes o amenazas de muerte por lo que sentía, le hacían sentir feliz, un poco envidioso, pero afortunado de que, quien le gustaba también, no ha tenido que sufrir lo mismo que él.

Y haría lo que fuera para que eso siga así.

Pero sus sentimientos nublan su juicio y el poder ver la realidad en la que estaban, permitiéndole disfrutar la siempre cálida manera en la que el contrario tocaba su piel, con una sonrisa frágil, sin poder evitar la oleada de miedo que se apoderaba de su cuerpo.

—¿Qué quieres de mí?

—Quiero estar contigo, me gusta estar contigo. — Respondió Taehyung con suma seguridad.

Jungkook bufó, encontrando un poco de desilusión en sus palabras, esperaba un poco más.

Y se deshizo del agarre en sus manos.

—Cuando estaba en Roma, quise estar con otro hombre — empezó diciendo —. El amor que le tuve era más grande que el miedo que sentí cuando me descubrieron... No sabes cuántas noches pasé en vela pidiéndole a Dios que cambie esos sentimientos. No sabes... qué tan doloroso es saber que eres todo lo que dicen, menos el bien.

Taehyung intentó volver a agarrar sus manos, lo necesitaba, pero Jungkook estaba reacio a volver a tocarlo.

—Mis padres lo descubrieron cuando tenía dieciséis, desde el día en que supieron que amaba a otro hombre, se encargaron todos los días de hacerme saber que era una abominación. Eso era, un pecador.

—No lo eres... No lo somos.

—¿Te ha gustado algún hombre antes? — el castaño negó —. Creo que estás confundido.

¿Puede ser?

—¿Qué hago con lo que siento por ti?

—Será mejor que lo olvides. No quiero que pases por lo mismo que yo. Tu madre... tiene razón, debo de alejarme antes de que algo malo suceda contigo, no podría vivir al saber que has sufrido por mi culpa.

—No. No quiero. Juré que no me volvería a alejar de ti.

Rodeó la mesa y extendió sus brazos hacia el pintor, mismo que fue recibido con un amargo sabor que eso está mal.

—¿No sientes nada por mí?

Jungkook quiso alejarse, pero ni siquiera hizo el atisbo de hacerlo.

—No debería... No deberíamos.

—No me importa que estés comprometido, Jungkook. Pero sé que sientes lo mismo, yo lo siento. Yo lo sé.

—No es eso, Taehyung... — murmuró y quiso quedarse allí por lo que le resta de vida —. Somos hombres... Esto está mal. Dios no...

—No me importa Dios, me importas tú.

Porque Taehyung nunca tendrá miedo a sí mismo por los sentimientos nacientes en tus pulmones que pronto van a asfixiar tu corazón, ni siquiera era una persona creyente como para ir a pedirle perdón a Dios de rodillas por el mero hecho de existir. No sabrá el rechazo y la culpa que sientes al mirar tu reflejo, incluso si afirmas que ya te aceptas como eres o quién eres. Y que, por favor, nunca sepa qué es lo que es recibir abuso y maltrato solo por amar a otro hombre.

—Creo que... Creo que debería irme — intentó soltarse del abrazo, sin éxito —. Por favor... Déjame ir.

—No. No me voy a alejar de ti. Te lo prometí — y él siempre cumple sus promesas —. Por favor... No me alejes.

—No puedes hacerme esto — Jungkook susurró —. No puedes... Eres cruel.

—Déjame amarte, por favor. Enséñame qué es el amor. Enséñame a... amarte.

—Ni siquiera sabes qué implica estar con un hombre...No sabes nada y es mejor así.

Piedad. Solo pide piedad.

Sus piernas tiemblan y un par de voces se escuchan en el pasillo. No era justo para Jungkook, no cuando su corazón late con tanta fuerza porque empieza a ahogarse. El amor también es cuidar del otro. El amor es soltar. El amor es avanzar.

—No mereces a alguien como yo, Taehyung. Mereces... una buena mujer, una esposa leal y una madre amorosa — murmuró con los labios apenas separados, incapaz de alzar la mirada—. Quisiera protegerte de todo...

—Que estés a mi lado es lo único que necesito.

—Pero no podré hacerlo si estoy a tu lado. — Terminó de decir e intentó alejarse nuevamente.

Taehyung ni siquiera dio el atisbo de romper el abrazo, no se atrevía. Y sí, puede que él no haya pasado por todo lo que Jungkook sufrió. Incluso si no sabe qué es el amor, reconoce con certeza lo que su corazón siente tal fuego interno que se extiende por todo su cuerpo que necesita exteriorizar en cada toque, en cada abrazo y en cada roce de labios que ansía.

El amor es paciente y sufrido. La espera del amor fue el suplicio y el sufrimiento es una mera formalidad. No hay marcha atrás.

—Entonces, no quiero que me protejas.

Solo bastó un pequeño impulso para que sus labios se junten. Al menos, por un segundo.

No supo cuánto tiempo lo había deseado hasta que lo hizo.

No supo cuánto lo necesitó cuando volvió a unirlos y cerró sus ojos, pudo saborear una lágrima solitaria que derramó Jungkook y un suspiro ahogado cuando colocó sus manos en su cuello. Sus latidos erráticos pudieron haber sonado en toda la residencia y su cintura fue apresada por los brazos del pintor, su piel fue tomada por sus manos lastimadas hasta el comienzo del hueso de su cadera y por encima de su ropa.

Retrocedió un par de pasos por la gran carga de emociones y sensaciones que siente, hasta que chocó con la mesa. Y se separaron cuando recordaron que necesitan el aire para vivir y no sus labios.

Taehyung lo miró. Sus ojos, normalmente brillantes, perdieron su brillo al darle una mirada que desconocía. Dopado, parecía drogado y no se hacía una idea tan equivocada, porque el pintor había olvidado cuán perdido puede estar por besar a la persona que amas.

En cambio, Jungkook lo vio nervioso y aflojó un poco su agarre, pero de inmediato, sus labios fueron tomados y reclamados ajenos.

Dios, perdona a estos pecadores. Es tu culpa haber puesto el cielo en sus bocas.

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