diciotto
Jungkook ya había aceptado qué era, qué le gustaba y qué quería.
Es un hombre.
Le gustan los hombres.
Y quiere a Taehyung.
Entonces, ¿por qué seguía sintiendo un atisbo de culpa por eso?
Cualquier persona con un mínimo de sentido común sabría comprender todas sus inseguridades, deseos de morir y miedos que no lo dejan tranquilo, aunque éstos sólo atormenten una y otra vez su vida.
Sonaba mal, pero aprendió a vivir con ello.
Odió su rostro y lo ocultó. Odió sus manos y las escondió. Odió su pasado y no dejó que nadie más lo supiera. Odió confiar en las personas y no lo hizo más después de Jin. Odió no tener un hogar. Odió el día y rara vez salió a tomar el sol. Odió la noche y no pudo hacer nada con ella porque era inevitable, hasta poco después que pudo convertirla en su nombre en un intento que le deje de hacer daño.
La respuesta más simple a sus problemas siempre fue evitarlos y lo hizo por unos cortos años, hasta la llegada de Taehyung Marcini.
Besó su rostro, tomó sus manos y respetó la idea de conocer poco a poco su tormentoso pasado. Lo llevó a confiar juntos en las personas, aunque sin bajar la guardia. Terminó siendo su familia. Lo llamó su día y lo convirtió en su noche.
—¿Te gusta? — el castaño vio la manera en la que el pintor le miraba, sus ojos brillaban con lágrimas retenidas en éstos, haciéndolos más brillantes.
Realmente puso su mundo de cabeza.
—¿Lindo?
Amó sus imperfecciones.
—Noche mía, te estoy hablando.
Lo hizo sentir querido con sus palabras.
—¿Jungkook? — Tae dejó las prendas de ropa en sus manos hasta acercarse a su amante sentado en la cama, quien aún no decía ni una palabra. Acunó sus mejillas con sus grandes palmas y las masajeó al ver que empezó a llorar.
Su toque era mágico, parecía ser el llamado de calma a su caudaloso mar.
El pintor dejó caer sus párpados, que fueron besados rápidamente, y se dispuso a disfrutar las caricias que le fueron brindadas. Unos labios se posaron en su frente, tratándole con el cariño que su yo de siete, trece, dieciséis y diecinueve años desearon con todas sus fuerzas. El niño y adolescente que fue, quienes suplicaron al cielo el amor que estaba recibiendo, no podían dejar de sollozar al ver que, después de tanto tiempo, por fin lo obtenía.
Su corazón no deja de romperse al verse a sí mismo arrastrarse en el suelo por aquel hermoso sentimiento que el contrario le daba, olvidando su dignidad y el respeto que merece. El que creyó que sus pensamientos e ideas eran malas, ahora sólo quería volver a ese entonces para consolarse como siempre quiso que alguien más lo hiciera.
Acariciar su espalda con sus manos manchadas, susurrar un» Estaremos bien. «al chico que se resignó a ser un humano sin valor alguno y protegerlo de todo aquello que le hizo daño.
Taehyung no encontró palabras para decir, por lo que optó en seguir dejando suaves roces con la punta de sus dedos en la nuca del otro mientras su diestra se enredaba en sus negros cabellos. La preocupación no dejaba de crecer en su interior, estando ya más consciente que a Kook le daban aquellas crisis de llanto e histeria consigo mismo.
Logra acomodarse encima de sus piernas, invitando al menor a descansar en su pecho.
La cena con los Vitale le había dejado sólo dolores de cabeza, la cual se desarrolló hace tres noches. Su madre ahora estaba empeñada en que Irene y él contraigan matrimonio, esa pelirroja no era de mucha ayuda, puesto a que se la veía interesada en el asunto, más específicamente en la administración de sus viñedos y eso no lo agradaba para nada.
Habían estado probándose ropa del mayor, puesto a que quería que su Noche estuviera presente en la boda de su hermana y éste, al no tener ropa para la ocasión, lo llevó hasta su dormitorio para que busque algo que le quede bien y sea de su gusto.
Notte había sentido aquel momento tan cálido, hogareño y doméstico. Sería perfecto, a no ser de esa diminuta sensación de culpabilidad que alberga su mallugado corazón.
El Jungkook adolescente, a pesar de estar llorando por no creerse digno de amar, también le está gritando en la cara el por qué está con ese castaño. Le escucha reclamarle que para nadie sirvió haber leído la biblia postrado de rodillas, mucho menos los golpes de sus padres y el Padre de la iglesia, tampoco de la humillación que sintió cuando lo condenaron públicamente.
Le desespera y tiene el deseo alzar su clamor hacia las nubes nuevamente, preguntándole a Dios qué debería hacer o pensar.
No se conformaba con que una parte de su alma esté satisfecha con su presente, le dolía ver que todo el sufrimiento que pasó no sirvió de nada al estar en brazos de ese hombre, anhelando cada vez más sus caricias y cálida piel. Aún sin saber si a aquel ser todo poderoso lo había hecho a su imagen y semejanza, como le dijeron, o si sus sentimientos eran válidos para entrar al reino de los cielos.
Aquel niño al cual se le fue inculcada la religión a la fuerza sufre, al igual que el adulto de ahora, quien ya no sabe a dónde debería ir después de su muerte.
—¿En qué estás pensando? — preguntó el castaño, queriendo detener el llanto del menor, quien parecía estar durmiéndose con sus caricias. Jungkook negó con su cabeza, puesto a que no quería hablar al respecto, sólo disfrutar el momento — Amore mio.
Últimamente, Taehyung ha estado ocupando cientos de apodos dulces para referirse a él con más frecuencia. En su propia lógica, para el mayor era una especie de libertad y privilegio llamar con palabras azucaradas a su amante, entusiasta del sonrojo que logra causar.
—E-En nada... — murmuró después de unos minutos. Sus narices quedaron juntas, compartiendo toques suaves y delicados — Sólo i-imaginaba que mi vida sería perfecta si pudiera tenerte así todos los días.
—Así, ¿cómo?
—Así de cerca para hacerme creer que Dios no se equivocó al ponerte en mi camino — el castaño sonrió, sin saber que esas palabras ocultaban más tristeza de la que debían —. ¿Crees en él?
—Pues, sí — declaró de inmediato, pensativo —. No le di tanta importancia en el momento, pero soy fiel creyente a que existe y que es igual a los humanos, cometemos errores, nos arrepentimos y somos perdonados. He de suponer que Dios tuvo un error alguna vez.
—No creo que él haya sido un pecador como nosotros.
—Nadie es perfecto.
—Él sí — y, antes de que el mayor pudiese replicarle, citó: — Mateo cinco, versículo cuarenta y ocho... Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
Taehyung entrecerró sus ojos, extrañado ante el repentino cambio de conversación hacia uno religioso. Aun así, replicó: — Filipenses tres, versículo doce... No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui asido de Cristo Jesús.
—No creí que supieras versículos de la Biblia. — admitió, reconociendo de inmediato las palabras del apóstol Pablo. No pudo objetar nada porque incluso aquel hombre, quien se encargó de trasmitir la palabra del hijo de Dios, aceptaba que las personas no siempre correctas.
—Sólo algunos que me parecieron interesantes — Marcini se levanta del regazo ajeno para sentarse en la cama, a su vez, toma las manos de Jungkook entre las suyas y, con una voz suave, repitió: — Nadie es perfecto, amore mio — juntó sus frentes —. ¿Crees en Dios?
—Sí — no vaciló en decir —. O a-algo así, es complicado. La religión no es linda para mí.
—¿Tan malo fue? — al principio, el pelinegro no supo comprender la intención de dicha pregunta — Tus castigos, l-lo que te hicieron.
Notte rio sin gracia —. Sólo mira mis cicatrices.
Los ojos de ambos fueron hacia sus manos, de piel áspera y aspecto cansino. La mirada del castaño se detuvo en todos los movimientos de su amante, quien empezó a recoger las mangas de su camisa para ver más rastros de heridas en su cuerpo, más grandes y profundas.
Tae iba acariciando cada una de ellas con la punta de sus dedos, las tocaba como si se llegasen a romper con una suave brisa y, con un poco de miedo, acercó sus labios ante dichas manchas.
No hubo otra intención más que calmar el silencioso llanto del pintor, los besos que repartía eran magníficos e inesperados. De pronto, todo de sí comenzó a quemar y anhelar aquellos dulces mimos. Sus hombros, espalda y torso picaban con ser atendidos con tal amor expresado en acciones.
» No lo merecemos. «pensó.
El mayor siguió haciendo un recorrido con su boca hasta llegar a las clavículas contrarias, donde tuvo un mejor acceso tras ir apartando la tela blanca. Jungkook soltaba pequeños jadeos ante sus contradictorios sentimientos.
» Merecemos esto y más. «se contradijo a sí mismo.
—Quiero creer que es perfecto y ser igual que él.
—Jungkook–.
—Y lo intento, realmente lo intento — volvió a soltar lágrimas agrias —. Mateo siete, versículo ocho... Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Por qué a mí a-aún no me ha recibido, ni le he e-encontrado o me ha abierto el reino de los cielos? — lloró más fuerte, aunque con la necesidad de retener sus sollozos por si alguien más los escuchaba — L-Le pedí pan y me d-dio una piedra. Le pedí p-pescado y me dio una serpiente. O simplemente me ignoró.
¿Por qué no respondió a su clamor?
¿Por qué no le quitó el gusto por los hombres?
¿Por qué no le consoló cuando su llanto terminaba por asfixiarlo?
—Creo que Dios me odia.
—Si dices que es tan perfecto, no te puede odiar, Noche mía. No, si uno de sus principales mandatos es amar.
Taehyung no se considera una persona religiosa. Es verdad que tuvo una crianza bajo el régimen católico, mucho menos niega su existencia.
Le agradece por darle un día más de vida a toda su familia, por permitirle ver a sus hermanas crecer, la comida que yace su mesa, el techo que le protege de la lluvia y la buena salud que todos poseen. Hay días malos donde parece que está solo en el mundo, como aquella ocasión que Francesca enfermó, rápidamente y para sí mismo le pidió a aquel ser que la sanara lo más pronto posible, lo cual tardó y creyó que Dios no lo había escuchado, arrepintiéndose cuando vio a la pelinegra sonreír, totalmente sana.
También cuando le suplicó que le quitara las ideas estúpidas a su madre de casar a sus hijos o la vez en la que le imploró que Jungkook desapareciera de su vida, tras haberse dado cuenta de los crecimientos que empezaban a nacer hacia él.
Después de años, mucha melancolía, sensación de abandono, supo reconocer el problema y no era él, tampoco aquel ser omnipresente.
—Es un Padre sabio — comenzó diciendo, con voz aún baja y grave, tratando de arrullar al menor —. Creemos que le pedimos comida para vivir, pero puede que estemos exigiendo lo que termine por destruirnos. No van a poner en riesgo a uno de sus hijos.
—J-Jamás quise nada m-malo... — mintió, pero al instante se retractó — B-Bueno... Sí, he querido que t-termine por matarme y acabar por mi sufrimiento — Taehyung iba a hablar, por lo que se apresuró en decir: — Pero, ¡entiéndeme! S-Sólo lo hice cuando sentí tanto dolor que dejé de sentir.
—Y, ¿por eso crees que te odia?
—No — susurró, sintiendo cómo sus lágrimas eran limpiadas por manos ajenas — C-Creo que me odia por todo lo que tuve que pasar y ahora hacerme disfrutar t-tus besos, caricias... todo de ti, Día mío.
Taehyung calló.
—Veo al pasado y ahí yace u-un niño que no sabe lo que sucede con él, víctima d-de mentiras y violencia, sin entender cómo Dios lo aborrece más que todos aquellos que lo despreciaron tan vilmente. Sólo... pidiendo amor.
Su llanto fue tuene, pero lleno de dolor. No muchas veces le pasaba, pero existían ocasiones en las que la tristeza de su corazón le superaba en demasía que era incapaz de expresarla, siendo algo muy molesto para una persona que tiende a decir cómo se siente cuando está en confianza con alguien.
—Dios es amor, Jungkook. No lo olvides — dijo, tomando las mejillas contrarias con más firmeza para sus ojos se conecten —. Esas personas que te lastimaron y agredieron en el nombre del Señor, no son más que hipócritas escondidos bajo su manto, como si Él fuese a ser defensor de sus almas.
—Quisiera hablar con él... — cerró sus ojos, disfrutando más las caricias que recibía — Preguntarle muchas cosas, reclamarle otras. Saber si es bueno sentir rencor por parecer que me ha abandonado cuando más lo necesité o... si se está burlando de mí. No, y-ya no quiero ser una marioneta que puedan manejar a su antojo.
—¿Le pediste que dejaras de serlo? ¿Le pediste fuerzas para librarte de los hilos que todas esas malas personas te pusieron? — Jungkook negó — ¿Qué era lo que le pedías?
—La última vez fue... nada, no l-le pedí nada. Sólo le pregunté si era un pecador, jamás me respondió.
—¿Antes de eso?
—Que me dejaran de gustar los hombres.
Taehyung sonrió, un poco fuera de lugar —. Y eso jamás pasó, ¿verdad? — el pintor asintió — Porque no le puedes pedir a una roca que deje de ser una roca.
—No... La roca siempre será una roca — repitió, pues eran las mismas palabras que él le enseño al otro, lo cual le hizo sentir orgullo al ver que sigue fiel a eso —. Incluso si se rompe o si está en el fondo del mar.
—Seguirá siendo una roca.
Tae, tal vez, parecía estar abarcando el tema con total naturalidad y confianza, cuando era todo lo contrario.
Su corazón parecía salirse de su pecho al no saber qué palabras usar con su amante, era difícil por el miedo de no poder expresarse correctamente y terminar diciendo algo erróneo. Si bien ya tiene su postura y creencias hacia Dios, vacilaba un poco en sus preguntas y respuestas ante sus propios pensamientos que eran influenciados por lo que sufrió su noche, sin poder evitarlo.
—Te seguirán gustando los hombres. — dijo y, aunque para Kook sonó como una afirmación propia, también fue dirigida para sí mismo.
—Sí, me seguirán gustando... — musitó el pelinegro después de unos segundos — ¿No debí pedir eso? — en susurros preguntó, un poco cohibido por la sensación de que alguien en los cielos le vigilaba.
—Quizás no, yo pedí sabiduría para reconocer mis sentimientos hacia ti.
Porque él también tuvo sus dudas, cortas, pero existieron. Allí mismo en esa cama, rezó por su corazón y cabeza cuando sentimientos desconocidos hacia Notte empezaron a nacer. No lo entendió en su momento y hasta le molestó, buscando de todas maneras librarse de eso hasta que pudo comprender que... no era dañino, es más, lo disfrutaba.
Si aquello le gustaba, ¿por qué debía arrepentirse?
Si le exigió una señal a Dios para saber si lo que hacía era malo, ¿por qué no se lo confirmó?
Así, también tenía muchas respuestas para una simple mortal, por lo que decidió sólo vivir el momento sin preocupaciones por el medio. Tras de eso, fue fácil que el amor hacia el menor creciera y se extendiera como la cantidad de puntos blancos en el cielo.
—¿Te la dio?
—Ahora puedo afirmar que estoy completamente enamorado de un hombre, con cicatrices en su cuerpo y alma que sólo evidencian lo fuerte que es, que guarda las estrellas de la noche en sus ojos como su más grande tesoro. Que me permite amarlo y también... hacerme sentir amado.
Jungkook sonrió con unas cuantas lágrimas cayendo por sus mejillas, una rápida sensación cálida abrigó su corazón al lanzarse en brazos de aquel hombre —. No sé cómo haces para decir lo que necesito escuchar.
—Y-Yo tampoco — ambos soltaron una tenue risa —. Sólo... deja que demuestre mis sentimientos con paciencia y, si decides no creer más en él, estás en todo tu derecho. Estoy seguro que Dios te ama, mi Noche. Y no se burla de ti, pediste ser amado, yo te estoy amando ahora.
—No es que no vaya a creer en él — susurró, acomodándose mejor para esconder su rostro en el cuello contrario mientras sus brazos apresan la ya conocida cintura del mayor —. Es complicado por el rencor que ya no debería de sentir. Estoy seguro que me amo y acepto más desde que te conocí, pero aún debo de lidiar con esa pequeña voz en mi cabeza que me dice que sigo siendo un pecador.
—Yo sólo la ignoro.
—También quiero hacerlo — admite en voz baja, de pronto, siente como si se hubiera cerrado todo el espacio a su alrededor para permanecer y descansar en el día de su vida —. Quiero llorar, pero también quiero reír. Porque no sé si dejar que mi preocupación me consuma hasta que me aleje de ti o llevarte al cielo.
—Estoy seguro que, donde sea que estemos, se sentirá bien porque estamos juntos — Tae dice con los ojos cerrados —. Eres mi noche, amore mio. Me permites estar en paz.
—¿Incluso en el infierno?
—Incluso allí.
Con leve movimiento e impulso, lograron juntar sus labios, más fuertes y dulces que nunca.
Esa tarde, Jungkook decidió rezar cuando estuviera solo. Ya no le pediría a Dios que lo lleve con él para evitar su sufrimiento, tampoco que le dejara de ser él mismo, sino que clamaría por valentía, mucha valentía para seguir afrontando los miedos y monstruos que carga en su espalda, aquellos que le pisan los talones como su propia sombra.
Porque, cada vez más, la necesidad de estar bien para disfrutar más la compañía de Taehyung se volvía más grande.
Pero, sobre todo, quería sanar para poder vivir en calma.
Tal vez, junto al mayor.
Jungkook nunca fue una persona vanidosa.
Aunque sus padres siempre se encargaron de cuidar su imagen, jamás lo sintió necesario. No entendía cómo los demás lo trataban dependiendo de qué vestía o cuánto aclamaba tener, era ridículo, de cierto modo.
Sólo dos personas lo trataron como uno más sin ver su apariencia, el primero fue Jimin.
Recuerda haberlo conocido en un pastizal, aquel que empezó a guardar sus dulces secretos hasta los más horrorosos, escondidos de los ojos de los demás y hasta de sus propios pensamientos. El pasto seco vio sus lágrimas, risas y gritos, no niega que antes atesoró los primeros momentos que pasó junto al rubio, pero ahora los aborrece a todos.
Su ropa estaba llena de tierra, pues estaba jugando, sus progenitores golpearían sus manos al haber tocado el suelo, pero ellos no se encontraban en la ciudad y fue fácil burlar la supervisión de las sirvientes y de su propia hermana. Sólo caminó en línea recta sin observar mucho a su alrededor, hasta que pudo sentir paz por no tener a nadie supervisándolo, se permitió divertirse en soledad.
Al parecer, sí hubo alguien.
La primera vez que lo vio, se encargó de secar sus lágrimas con sus manos un poco sucias. Claramente, se veía mayor, pero también demasiado triste para un rostro tan tierno como el suyo. De pronto, lo empezó a ver más por su entorno, dándose cuenta que ha estado más cerca de lo que creyó, sus padres eran conocidos en común.
Jimin no prestó atención a su ropa si no era para elogiarlo, tampoco le interesó qué estudiaba o cómo contribuiría al estatus de su familia. Él sólo... le preguntaba cuál era su color favorito y qué forma les daba a las nubes cuando se disponían a verlas juntos.
Pero, con el pasar de los años, fue cambiando.
Su comportamiento, sus palabras y tacto. Incluso lo cambió a él, pues no supo ver cuándo pasó de ser su pareja, apoyo, compañero, cuándo dejó de ser una persona para convertirse en un objeto.
Golpes, acusaciones, culpabilidad, fue demasiado para un adolescente, sin contar lo sucedido después con sus padres.
Aún no entiende cómo se pudo librar de toda culpa cuando su padre fue el que los descubrió besándose.
Hace mucho que no tenía pesadillas, y afortunadamente sigue así, pero asegura que eran espantosas. Le provoca náuseas ver sus manos tocando su cuerpo, acariciando y lastimando. El miedo a encontrárselo de nuevo le quitó el sueño por muchas noches.
Y, aunque odie comparar, lo siguió con Taehyung.
Está seguro que lo único que siente por el rubio era asco, no dudaría en golpearlo si es que se le llega a aparecer en frente. En cambio, con el castaño, todo era diferente y se sentía tan bien, demasiado que el miedo de no sé lo que me hará se sustituyó por un no sé lo que le haré.
Porque Jungkook también llegaba a lastimar a quienes le rodean y no quería que su Día se apague por su maldita culpa.
El toque de Tae era suave y delicado, aunque la yema de sus dedos era algo áspera, eso no quitaba el hecho de saber que es amado cuando acunaba su rostro o trazaba sin darse cuenta las cicatrices de sus manos. Esas pequeñas acciones hacían que su corazón respirara a gusto en medio del mar, porque ahora comprende que, de esa manera, es cómo el mayor comunica sus sentimientos.
Sentía a gusto su cuerpo entre los brazos contrarios, hasta el punto de querer verse más... bonito para él. No recibía tantos elogios, pero sí miles de miradas brillantes, admirándolo.
Aunque pocas palabras salieran de su boca, siempre estaba atento de las personas que le importan. Lo vio cuando acariciaba la espalda de Yoongi mientras él se quejaba de su infeliz matrimonio, también la vez en la que tomó las manos de sus hermanas cuando se veían tristes, incluso cuando hacía ademanes y muecas de preocupación en su rostro al hablarle de Hoseok.
Por ello, tampoco es que duda de sus sentimientos. De cuánto, según Yoongi, estaba enamorado de la mujer en sus pinturas porque sólo eso hizo, hablar y él no lo hace para expresar su amor.
Pero podía ver el cambio de Marcini, poco a poco, pero lo hacía. A pasos chiquitos.
¿Y él? Seguía mintiendo.
» Sanar. Sanar. Sanar. «repitió en su cabeza.» Debo de sanar para amar. «
La pregunta seguía siendo: ¿Cómo?
No tenía respuestas para toda incógnita, es tan sólo un joven que creyó en la pintura para ocultar quién es verdaderamente y que ahora quiera averiguar cómo ser una mejor persona para estar al lado de quien ama.
Y, aunque sepa que ya no está solo, quiere creer que recibe el suficiente amor para soportar todo lo que tiene que decir, todas las mentiras que ocultó.
Porque ya lo decidió en silencio, mostraría quién es, qué piensa y qué quiere con total sinceridad ante su amante. No callaría más.
Había invitado a Taehyung esa noche a cenar, lo cual hicieron junto a risas e ignorando los problemas a su alrededor. Concentrándose en la persona que aman, discutiendo sobre lo raro y únicos que son sus amigos o bromeando con la presión de la boda Marcini, pues se llevaría a cabo en tres noches más.
Pero, y de algún modo, después de vacilar entre miradas al lavar los platos, ambos acabaron sentados en la cama, uno encima del otro.
Suspiró cuando sus labios se encontraron con su amante, los saboreaba más dulces que antes, más esponjosos y atrayentes, más tentadores que de costumbre o, quizás, sólo era su imaginación y deseo de probar al mayor como si la noche fuese eterna.
El castaño estaba experimentando sensaciones nunca antes conocidas, le parecían curiosas y para nada repulsivas. Tener a Jungkook encima de su regazo era magnífico, le daba tanta paz y ya no se asustaba con ese tipo de tacto como antes, le intrigaba saber qué pasaría después con cada paso que daba.
—Te amo mucho, mucho, mucho — susurró el pelinegro encima de la boca contraria, su rostro sonrojado y ceño fruncido eran inquietantes y atractivos —. Te amo, mi Día. Nunca me cansaré de repetirlo.
—Yo también te amo, mi Noche.
Kook acunaba su rostro con suma delicadeza, viéndolo a través de su mirada brillosa por unas cuantas lágrimas, sin saber si eran producto de las emociones en su corazón o la excitación de su cuerpo, el cual sentía caliente y ansioso de moverse. Tae le apartó unos mechones que se pegaban a su frente a causa del sudor, colocándolos detrás de su oreja para volver a besarlo.
Las grandes manos del mayor apretaban su cintura y cadera, alternando posiciones al no saber mucho qué hacer. Sus palmas se adentraron por debajo de la camisa de lino, sintiendo algunas protuberancias leves, logrando así unos cortos gemidos ahogados por su lengua.
—T-Tienes un poco de barba... — murmuró Notte al separarse y acariciar con parsimonia su mandíbula, repartiendo varios besos en toda su extensión.
—¿Te gusto con barba?
—Me gustas siempre.
Taehyung siguió repartiendo caricias en las cicatrices, alineándolas con la punta de sus dedos como si así fueses a desaparecer. Las contó inconscientemente, después de diez se detuvo. De pronto, la camisa estaba siendo sacada por su mismo dueño.
—Tus marcas son hermosas — se apresuró en decir, para nuevamente besarse —. No las veas como lo que te recuerda tu dolor. Míralas como muestra de cuán fuerte has sido, de lo valiente que eres al seguir aquí conmigo.
Y Jungkook asintió, desechando con rapidez cualquier pensamiento malo de su cabeza. Porque quiere creer firmemente lo que el otro dijo, que él es fuerte, necesita ser fuerte para todo lo que se viene en su vida.
—No dejes de besarme, por favor — pidió en un susurro, juntando sus frentes —. Bésame como si estuvieses contando las estrellas y piérdete en las galaxias para volver a empezar desde cero.
El artista soltaba pequeños gemidos y jadeos cuando sintió unas grandes manos recorrer todo su torso, su pelvis se movió de un lado a otro y en círculos, con mucha lentitud, pues no tenían ningún apuro y la noche era joven. Sentía cómo su cuerpo clamaba por más contacto, uno dulce y amoroso, como hace mucho no había percibido.
Para Taehyung, ver al menor con ese aspecto tan desaliñado y desesperado le causa emoción. Su piel tiene varios destellos brillosos por la luz y su sudor, sus pezones atraen su atención, por lo que los toca con sus dedos, ganándose más de esos hermosos sonidos que guardará en el fondo de su memoria.
Un revoltijo extraño se posa en su vientre, por lo que baja su mirada con rapidez para ver su miembro casi erecto por las estimulaciones junto al del contrario. Aunque quiso, no pudo verse a sí mismo teniendo sexo con él, ni siquiera sabía de posiciones y eso le tomó por sorpresa, aún no estaba listo.
Sin embargo, eso no quita el hecho de que quiera hacer sentir bien a su pareja.
—No hace falta que me lo pidas, mi Noche — susurró, acercando su rostro al pecho contrario y jamás perdieron el contacto visual —. Pintaré tu cuerpo con suavidad como si fueras una obra de arte. Porque lo eres.
Jungkook suspiró cuando una lengua húmeda acarició su piel, rodeó el cuello del mayor con sus brazos para seguir en esa posición. Acercó más sus cuerpos hasta que estuvo rozando su pene con el torso del otro, deseó tocarse, pero la vergüenza pudo más con él para sólo hacerle soltar gemidos y el nombre de su amante.
Por la fuerza de sus lamidas y succiones, supuso que mañana tendría marcas rojizas, no le importó. Es más, contuvo una sonrisa al saber que Marcini estaba dejando huellas en él para hacerle saber a cualquiera era suyo.
Sus pezones fueron tomados por un par de dientes y arqueó un poco más su espalda, el espacio entre los cuerpos era nulo. El pelinegro dejó que sus mejillas se mojaran con lágrimas, no las podía evitar, no cuando sentía que encajaba tan perfectamente entre esos fuertes brazos con algunos vellos cafés y rubios.
Volvieron a mirarse, Taehyung también tenía sus ojos cristalizados, pero no lloraba. Ambos tenían sus pupilas dilatadas y sus labios rojos, húmedos e hinchados. No se había dado cuenta, pero sus dedos se enredaron en las hebras castañas sin darle la oportunidad de dejarle ir y una mano acariciaba con timidez su trasero.
—Eres hermoso — dijo el mayor en un susurro, el ambiente se tornó cálido aún con una ventisca fría, parecía que el mínimo ruido rompería el sueño en el que creían estar —. Y... siento como si siempre estuviste aquí conmigo. No recuerdo qué hacía en las tardes similares a las de ahora en la que nos besamos.
—Yo siento como si hubiese encontrado un valioso tesoro para mí. Como si lo estuviese sosteniendo en mis manos después de mucho tiempo buscándolo, trayéndome tanta paz y seguridad — unió sus labios con rapidez, pero mucha dulzura —. Quiero estar contigo hasta el final de mi historia.
Porque ahora a Notte le resultaba más fácil y confiado ver una vida entera con Tae. Lejos, muy lejos de allí, en una casa pequeña y cómoda para ambos, cocinando juntos, durmiendo uno al lado del otro, compartiendo caricias día y noche, riendo bajo la sombra de un árbol mientras se balancean en un nuevo columpio.
Bailando, pintando, trabajando en la tierra y muchas cosas más. La espontaneidad y decisiones apresuradas le caracterizaban, siempre queriendo resultados de inmediatos sin haber puesto empeño a sus problemas. Pero ahora, que sabía que su mar estaba en calma, él también lo estaba, por lo que planear su vida con dedicación se convertirá en una linda actividad que le llene de suspiros.
Unieron sus labios nuevamente, deseando más y más cuando sus lenguas se encontraron en un compás lento, un poco inexperto por parte de Taehyung, pero se dejaba guiar por el menor y que éste lo dominara.
Recordó el tiempo en el que se emborracha, cada trago le incentivaba a tomar otro, pues cada toque de su Día no le saciaba por completo y hora quería más. Las sensaciones que tuvo y tiene en ambas circunstancias eran similares, sin embargo, la diferencia radica en los minutos después de los hechos.
Cuando despertaba con dolor de cabeza, náuseas y totalmente desorientado, sólo quería morirse por lo miserable que se veía. Ahora está seguro que, a la mañana siguiente, querrá volver a besar a su amante, intentando que el arrepentimiento de sus acciones se vuelva cada vez más pequeño hasta que deje de existir.
Se separaron un momento para deslizarse por la cama, quedando así Jungkook con la espalda pegada a ésta mientras el castaño se hacía paso entre sus piernas con nerviosismo.
—TaeTae — le llamó en tono bajo, viendo a sus manos temblar encima de su abdomen, pero éste siguió con su mirada en su piel —. Mi amor.
Taehyung sonrió sin poder evitarlo. Sacó su lengua para lamer a su amante desde el ombligo hasta sus clavículas, despacio y tortuoso, pero intrigado cuando vio varias manchas rojas en su pecho.
—¿Yo hice eso? — preguntó en susurros, el pintor asintió — L-Lo siento, no sabía.
—Está bien, vida mía — le tranquilizó, acariciando sus mejillas con delicadeza a la par que alineaba sus labios con la punta de sus dedos —. Hazme más, si quieres. Me hacen creer que soy tuyo y me gusta, porque quiero ser tuyo, así como quiera que seas sólo mío.
Nuevamente, el castaño negó e hizo algo inesperado, aunque acorde a su personalidad.
—Eres mío — hubo firmeza en sus palabras al igual que sus acciones, pues se había quitado la camisa también e hizo que no existiera espacio entre ellos —. Y también quiero ser tuyo.
El toque de sus pieles desnudas se sintió más íntimo y cálido, al igual que la boca de Marcini en su cuello hasta el lóbulo de su oreja, el cual mordió con sutileza. Tomó la invitación que le puso en frente, aquel cuello de color canela adornado de lunares se vio atacado por sus labios.
Enrolló con sus piernas la cintura ajena, de una manera muy posesiva y siguió con su labor, alternando entre besos, lamidas y mordiscos, gimiendo y disfrutando de las maldiciones que su amante suelta de vez en cuando. Sus uñas se enterraron en los hombros sobre él con sorpresa, cuando una mano empezó a masturbar su miembro por encima del pantalón.
Y, aunque sea él que esté casi llorando de la estimulación, preguntó: — ¿E-Estás bien con esto, T-Tae?
—No lo sé — admitió, escondido en la almohada donde reposaba Jungkook —. Pero se ve que te gusta, así que con eso me basta.
—Pero t-tampoco quiero qu–. ¡Ah, joder!
—Te gusta mucho. — afirmó con un poco de burla inocente.
—Mierda, sí. S-Sigue, por favor.
Los minutos pasaron con mucha lentitud o así lo sintieron ambos hombres, mientras uno se dedicaba a hacer sentir bien a su compañero, éste no sabía qué pensar por la carga de emociones que invadía su cabeza.
En parte, cree que tener ese tipo de acercamiento no hizo más que fortalecer la confianza en ambos. Notte se siente bien al saber que es la primera persona en estar con Taehyung, aunque también se preocupaba por él ante su falta de deseo sexual, no como algo extraño o malo, sino peligroso en atentar contra la seguridad de su Día y timidez en su relación. Lo único que quería era que ambos estén cómodos entre sus brazos mutuamente.
También, es agradable volver a sentir ser tocado con tanto amor y dedicación, saber que está en buenas manos sólo hace que quiera quedarse allí y ser protegido por siempre, o bien proteger al que es su hogar, lo que le da calor tal fogata y calma su mar con un suave beso.
Tener al mayor no era parte de su plan, en realidad, lo que iba a hacer era hablar y contarle absolutamente todo sobre su pasado, sus padres, Jimin, la bella mujer y contestar todas las preguntas que se le ocurran. El miedo al rechazo se hizo vigente en su cabeza por días, pero eran desechados por él mismo o una mirada llena de amor.
Quiso desnudar su alma y terminó desnudando su cuerpo, aunque tampoco se quejaba.
Sería difícil, sí, lo haría por él y su pareja, debía de ser fuerte como siempre lo fue. Llevar el peso de su nombre era agotador, tal vez, compartirlo con alguien más puede que aligere el dolor en su espalda, tenía fe en ello.
Jungkook terminó corriéndose en su pantalón, ninguno se movió en unos segundos para estabilizar su respiración, a su vez, procesando lo que acaba de pasar.
Taehyung se enderezó y se apoyó con sus manos en los laterales de la cabeza contraria, su frente estaba bañada de una ligera capa de sudor y sus mejillas se pintaron con un rojo casi invisible. Sus ojos brillaban con curiosidad, sin saber qué decir o hacer.
—¿T-Te gustó?
—Te amo.
El pelinegro lo atrajo hasta juntar sus labios, ambos se acariciaban mutuamente sus cabellos y mejillas, extasiados del otro, con sus cabelleras ligeramente alborotadas y sonrisas cómplices, como si hubiesen hecho una travesura.
—Yo también te amo, mi Noche.
El castaño dejó caer su cuerpo encima del suyo, avergonzado hasta las orejas, pero feliz al mismo tiempo. No lograría expresar en palabras su confusión, aunque cree que el pintor lo acompañará siempre, sabe que debe de buscar las respuestas a sus millones de preguntas con un poco más de independencia.
—Amor, no quiero que te sientas presionado a tocarme o verme en este estado — Tae asintió con un leve movimiento, él no lo sintió así —. No creas que es una responsabilidad tener sexo conmigo.
—¿Tú no quieres?
—¡Claro que quiero! — se apresuró en decir — Desde hace mucho quiero que tus manos me toquen... Pero no quiero que te veas obligado a hacer cosas que no quieres. Sé cuán espantoso es eso y no me perdonaría si te llego a incomodar.
—Estoy bien, Noche mía — el menor quiso replicar, pero no le dio la oportunidad —. Es cierto que no sé casi nada del tema, pero soy un adulto y sé qué quiero o no hacer. Tampoco creas que el sexo no me gusta, sólo no me llama la atención como a la mayoría.
Con eso, Jungkook pudo estar más tranquilo, aunque casi se atraganta con su saliva después de escucharlo de nuevo.
—Además, no quiero tener sexo contigo. Quiero hacerte el amor.
Las caricias siguieron sin cesar, aún con la incomodidad del pelinegro en sus pantalones. Vio la vela dentro del farol, se consumía cada vez más y su llama era más opaca. La respiración calmada del contrario sobre su pecho le hizo suspirar, parecía dormido, pero de vez en cuando abría y cerraba sus ojos hasta que volvió a hablar.
—Ven conmigo a Grecia.
La petición, claramente inesperada, le confundió. Miró a su amante en busca de alguna señal de broma o algo por el estilo, lo cual no encontró —. ¿Es por trabajo?
—No, es por ti y por mí — Taehyung se enderezó en su puesto y almohada improvisada para darle más seriedad a sus palabras —. Tú lo dijiste, puede que allá nos reciban mejor que acá. Sólo iremos a visitar, ver si nos gusta y devolvernos. También quiero llevarte a otras ciudades, Grecia no es nuestro único destino y eso debes elegirlo también, que conozcas a la hija de Yoongi y disfrutar de paisajes nuevos, siendo Jungkook y Taehyung simplemente, dos amigos que parecen irse de vacaciones para luego besarse cuando nadie les ve.
Notte guardó silencio, mirando un punto fijo en el techo.
¿Irse? ¿Paseo? ¿Visitar? El dato de Grecia que soltó su boca fue dado por el mismo Jimin y había quedado como un insignificante rumor, nunca se le pasó por la cabeza ir hasta esas tierras y probar la veracidad de sus palabras.
Marcini es un hombre decidido, sabe que no bromea con ese tipo de cosas, aun así, un escalofrío le recorrió por la espalda al pensarlo.
—Últimamente has estado más triste, lo he notado. El viaje sería por diversión para distraernos de nuestros problemas, quiero que dejes aquí todo lo que te atormente y gozar de mi compañía, los dos, solos. Sin ningún abuelo que te rechace sólo por amar a un hombre o sin una madre que te recrimine por no querer casarte.
—¿De verdad? — preguntó, pues todavía no puede creer ciegamente en sus palabras.
—Tracé rutas, lugares y sitios donde podríamos quedarnos. Le diría a mi familia que me voy por trabajo, pero estaré contigo en todo momento. Haremos locuras, no sé, cosas que hacen los adolescentes porque no pudimos vivir nuestra adolescencia, hacer recuerdos para contarlos cuando estemos viejos y arrugados.
—Escapar de nuestros problemas.
—Sólo por unos meses, luego volvemos y veremos cómo aprender a llevar una vida juntos — el castaño se quitó de encima y se sentó en la cama, Kook copió su acción —. También quiero estar contigo hasta el final de mi historia, hacer una historia juntos y que quede guardada para las próximas vidas que tendremos.
Jungkook tragó grueso y rascó su brazo sin saber qué decir.
El plan se escuchaba tentador, para qué negarlo. Puede que esa oportunidad sea la única que tendrán para poder estar un tiempo a solas sin que nadie más les conozca, hablando sin cesar en la calle sin que los demás piensen en patéticos rumores sobre su persona.
Extrañó a su amante cuando se tapó las orejas con las manos. Pero no lo hizo para no escucharlo a él, sino que ya no quería prestarle atención a la voz en su cabeza.
» Algo saldrá mal. «
» No te puedes fiar del todo aún. «
» No te ilusiones tanto, aún no sabe tu secreto, cuando lo sepa puede que se vaya. «
—Lamento haberte dicho esto así tan de repente, pero quiero que descanses. Eres fuerte, pero hasta los soldados más temerarios en la guerra duermen por las noches.
Sus labios fueron besados con parsimonia, al igual que sus manos, justo en sus cicatrices. Taehyung buscó con la mirada su camisa, dispuesto a irse ante la idea de no afrontar un rechazo. Se vistió, el menor seguía con la mirada perdida.
—Te amo, duerme bien.
Pero cuando estuvo a punto de levantarse, una mano rodeó su muñeca.
Jungkook le miró, aún sin decir nada, pidiéndole silenciosamente que se quede. En sus ojos albergaba la curiosidad, espíritu aventurero con una pizca de miedo. ¿Quería decir que sí? ¡Claro! Quiso hacerlo desde que escuchó la propuesta.
» Pueden atraparlos en cualquier lugar y condenarlos. «
» Te reconocerán y asesinarán una vez pongas un pie fuera del pueblo, recuerda cuando los golpearon en el bar. «
Sacudió su cabeza con fuerza, harto de esa maldita voz que aún no sabe de dónde salió.
—¿Mi Noche? — el nombrado no respondió — No es necesario que me des una respuesta ahora, puedo darte el tiempo que quieras.
» Al diablo con las voces. «pensó, antes de colocarse nuevamente en el regazo ajeno.
—Acepto, iré contigo.
—¿De verdad? — Taehyung no pudo ocultar su emoción, en su imaginación, ya se veían juntos tomando una buena copa en el bar que le mencionó Yoongi, aún debe de sacarle más información de ello.
—Tengo miedo, no voy a negarlo, pero... — hizo una corta pausa en la que se dedicó a observar aquellos ojos brillosos que le miraban con tanta adoración — Creo que es una buena oportunidad para dejar de tener miedo a todo.
Se besaron, como si estuvieran celebrando la decisión. Uno creyendo que su vida iría para mejor y, el otro, olvidando el objetivo real de su encuentro.
—Además, puedo confiar en ti, ¿verdad?
—Por supuesto, amore mio.
Ah, el amor te hace tan ingenuo.
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