diciannove

¿Qué es el amor?

En Roma, Jungkook podría dar una respuesta concreta y segura. Diría que el amor son las palabras dulces que salen de sus allegados, las felicitaciones de sus padres cuando hace lo que quieren o los versos que Jimin le decía antes de besarlo.

Antes, sólo conocía esa expresión del amor.

Amar, siempre iba ligado a una intención, las excepciones ocurrían muy pocas veces. Las personas que afirmaron amarle eran escasas y fugaces, como aquellas estrellas que veía volar por el cielo. Tocaban su delicado y necesitado corazón para pedir algo a cambio y él, como el ingenuo niño que era, terminaba aceptando todo lo que se le pidiese.

El amor es engañoso, fantasioso y manipulador.

Con esas palabras, podría sonar como una terrible historia y puede que, en parte, lo sea. Pero aquel sentimiento iba de la mano con otros, la felicidad y dicha parecían ser hermanas del amor, una detrás de otras aparecía sin avisar, volviéndote vulnerable.

La manipulación llega cuando otros se aprovechan de ti al saber de lo que tu patético corazón siente, te tienen en sus manos y deberás de rezar mucho para que tengan piedad de ti. Te conviertes en una insignificante flor que todos osan agarrar y lastimar, arrancan tus pétalos al igual que tus espinas si es que no les agradan, manejándote a su maldito antojo sin importarles cuánto sufres en el proceso.

El amor es lindo, los humanos son los que terminan por mancharlo.

Aunque, ahora está totalmente perdido. La pregunta inicial es difícil de responder, lo es cuando tienes a un hombre entre tus brazos, a quien se le dificulta expresar sus sentimientos, además de soler confundirlos; alguien que se ha preocupado por ti, de empeñarse en aprender por y para ti.

Es complicado si se trata de Taehyung Marcini.

Allí, en su cama, sostiene a aquel que sólo ha logrado confundir sus pensamientos. La luna aún está encima de ellos y parece faltar mucho para el amanecer. Sientes cosquillas en tu cuello por las hebras de tu amante, en su escondite favorito desde esa noche hasta el día de su muerte.

Sin haber dormido nada desde lo acontecido hace unas horas, sintiendo su cuerpo totalmente cansado, pero con su mente despierta y alerta a lo que llegue a pasar.

Sus cuerpos parecen complementar tan bien, la desnudez de sus torsos es tan cálida para la fría noche. No te das cuenta, pero suspiras y agradeces que alguien esté abrazándote como hace mucho nadie lo hacía, convenciéndote que esas horas son perfectas para compartir con quien hace latir tu corazón con fuerza.

Ves más detenidamente su rostro, admiras sus largas pestañas que le dan más brillo a su mirada y recuerdas la vez que se mostró llorando ante ti, sus llamativos ojos se asemejaban a cristales a punto de romperse y, aunque te sientas un poco mal por ello, murmuras que se veía lindo así.

Besas su nariz con delicadeza y acaricias sus labios, son esponjosos y húmedos, atractivos y rosados. Puedes saborear los incontables besos que se han dado, en cómo él te domina a veces y cuando tú lo haces con él, dejándose a la merced del otro al saber que están en buenas manos.

Oh, sus manos. Tu piel quema cada vez que te toca y duele un poco, pero el dolor se transforma en placer y deleite, quieres cada vez más de él. Te sientes a gusto al sentir que tu cintura es apresada por sus brazos, sin mostrar ninguna intención de dejarte ir mientras daba suaves besos en tus clavículas hasta que cayó en un profundo sueño.

Ahí, sin palabras de por medio, pero sí con varias lágrimas, sientes amor.

Jungkook trata de procesarlo, sus mejillas se mojan por segunda vez en la noche y se aferra al que nombró como su Día, de quien trata de aprender que, esa caótica sensación, no sólo se ve en palabras.

Y quiere entenderlo. Intenta ordenar sus pensamientos para ver que el amor es... cuando extraña verlo.

Es la necesidad de incluirlo en todos sus planes a lo largo de su vida, es preocuparse por su salud y bienestar, la tranquilidad que alberga su corazón al saber que está bien, dar y compartirle todo lo que tiene. Es extrañar besar sus labios y esconderlo en su pecho para tratar de protegerlo como si fuese el mundo entero.

Es buscarlo con la mirada en donde quiera que estén. También es admirar la unión de sus manos, de sus dedos entrelazados. Es mantener presente la promesa que hicieron, aquella de llorar en sus muertes y lamentarse, temeroso a cuando llegue el momento.

El amor es cuando son el día y la noche juntos.

Llora en silencio, sus sollozos son bajos y acaricia el cabello de su amante para que él siga durmiendo, pero no lo logra y Taehyung le mira asustado.

Sigue sin haber palabras y eso es lo que más le frustra al pintor. Ruega a que el castaño diga algo, pregunte, cuestione, reclame o insulte. Anhela tanto que sus labios se muevan para hacerle saber qué está pensando por su cabeza, podía conformarse con un susurro o murmullo, un jadeo o un carraspeo.

Pero sólo vuelve a ser rodeado por unos brazos.

Y Jungkook se rompe.

Odia el silencio, pero ahora parece disfrutarlo en demasía. Llora con calma por la confusión que su corazón intenta asimilar, por creer que, todo este tiempo, se ha dedicado a hablar sobre cambiar, sanar sus heridas y dejar de mentir, sin hacer nada al respecto. Sin mostrar su amor mediante acciones.

Sus lágrimas se asemejan a cristales cálidos por el farol que les sigue alumbrando, y que está pronto a consumirse. Mantiene sus labios entreabiertos en busca de aire y la yema de sus dedos se entierran con fuerza en los hombros contrarios, buscando con desespero que su amante esté a su lado y que no sea producto de su imaginación.

No parece ser verdad que esté amando y que otro hombre le está amando de vuelta. Si alguien le dijese que estaría en esa situación, recibiendo lo que merece, tratando de ser mejor para ser recíproco con su pareja e idear su vida junto a él... Creería que es una vil mentira para manipularlo de nuevo.

Que el intento de Taehyung en expresarse es para un fin mediocre, así como sus dulces palabras a su oído o la importancia que le dio al ser su noche. No, él pensaría que le estaban jugando una maldita broma.

Porque hasta él mismo se sienta tan irreal.

Pero las caricias del castaño le hacen poner los pies sobre la tierra. Su espalda baja siente su mano en un vaivén lento, al igual que puede percibir sus labios en su propia frente y sus mejillas siendo limpiadas para no dejar rastro de sus lágrimas, mismas que fueron cesando con el pasar de los minutos.

—¿Ya estás mejor? — le pregunta y asiente con la cabeza, para después esconderse en su pecho — ¿Quieres hablar?

—N-No lo sé...

—Está bien. Podemos quedarnos así toda la noche.

Cierra sus ojos y escucha con atención los latidos de sus corazones, da cortos besos sobre la piel desnuda del contrario y hace un camino con su boca hasta llegar a la barbilla de su amante. Toca su rostro con ambas palmas, queriendo guardar sus facciones en lo más recóndito de sus recuerdos, en un lugar donde nadie ha tenido permiso de entrar.

—Eres muy hermoso sólo para estar en una pintura — susurró, haciendo que sus narices se rocen entre sí y que las mejillas de Tae adquieran un ligero calor y tono rojo —. Quisiera verte todos los días de mi vida al despertar, así como quiero que me veas a mí. Sólo a mí.

—Mis ojos están siempre en ti.

El pelinegro sonríe, pero su acción es triste y con pesar —. Pero no están en el verdadero yo.

—El amor es paciencia, ¿no? — Marcini le posiciona un mechón de cabello detrás de su oreja, dándose el atrevimiento de besar castamente sus labios — Y esperaré a por ti hasta que estés preparado.

El rostro de Kook se tornó serio, pensando las palabras dichas. Además de sentir su pecho vibrar, se preguntó: ¿Cuánto estaría listo para decir todo lo que ha callado?

Se supone que hablar es su fuerte, algo esencial en su espacio seguro, pero Taehyung también estaba allí y, de alguna manera, ambos chocaban. Coloca en una balanza el peso de sus mentiras y el amor que dice profesar. Sus sentimientos son lo suficientemente fuertes para sobrepasar sus secretos, pero el miedo a perder lo poco que ha construido se intensifica cada vez más.

¿Debería hacerle caso a su atisbo de valentía para gritar sus secretos?

—¿Y me amarás por siempre? — el castaño asintió vagamente al cabo de unos segundos, preocupado por su semblante extraño — Ven conmigo.

Mierda, espera no arrepentirse.

Sin decir más, se levantó con rapidez de la cama. Su respiración se volvió pesada al tomar su camisa y colocársela.

Tae le siguió, sus movimientos eran torpes y muy confundidos. En un momento, tenía a su Noche entre sus brazos, llenándole de orgullo al parecer que le estaba sirviendo de apoyo por cómo anhelaba su tacto al verse tan frágil, pero de repente, le sorprendió verle parado con sus labios en una línea recta y sus ojos, aunque con un atisbo de perdición, eran fijos en un punto en el suelo, concentrado en sus propios pensamientos.

Sí, ese es el hombre de cual se enamoró. Suyo.

Para él, el concepto de amor también ha sido muy confuso, empezando desde que confundió tan lindo sentimiento con Antonella. ¿Podría decir que sintió atracción? Sí, porque nadie le negaría que la mujer era muy hermosa ante los ojos de cualquiera, pero su atención se desvió a aquel pintor de ojos con estrellas.

Él es quien le enseña día a día lo que es el amor, sin saber que su maestro está igual o más perdido que él. Sin embargo, ¿de eso no se trata también una relación? ¿No es bueno que aprendan uno del otro?

No tiene experiencias en relaciones y tampoco cree que tendrá tantas, por estar enamorado de un hombre y el empeño de su madre en conseguirle una esposa. Sabe que, en algún momento, la tendrá. Se casará, mas no quiere pensar en eso. Prefiere atesorar los momentos que está junto a Jungkook, vivir el presente sin preocuparse del mañana.

Terminaron de vestirse en silencio, el farol que los había estado alumbrando y con los zapatos mal puestos, soltaron una maldición cuando salieron del establo y el frío de la noche les golpeó, haciendo que sus cuerpos se juntaran más para buscar refugio.

El castaño no entendía mucho de lo que pasaba, tampoco le encontró explicación a que el menor le haya entregado su fuente de luz para después coger una gran piedra del suelo.

Así, juntos se acercaron al cobertizo.

—Jin pintó toda su vida, los problemas que afrontó y la felicidad que obtuvo unas cuantas veces — habló el pelinegro, viendo la puerta que le separaba de todo aquello que le atormentaba —. Decía que su madre llegó a olvidarlo por completo y temía que le sucediera lo mismo. Por eso, plasmó todo de él en muchos lienzos de los cuales no sé su paradero.

Taehyung no respondió nada, esperando a que siguiera hablando. Pues, hasta donde tenía entendido, ese era su fuerte.

—Me enseñó que los retratos mantienen vivas a las personas. Antes de su muerte, jamás lo había pintado y no sabes cuánto me arrepiento de no haberlo hecho, pero no quería que una persona, que amo, me abandone nuevamente.

Su voz era estable, aunque la piedra en sus manos esté temblando con riesgo a caer a sus pies.

—Tengo miedo a que lo hagas tú también. — admitió en un tono bajo.

—Jungkook–.

—No — le cortó —. Deja que termine y... ahí decides si quieres quedarte o irte. No te voy a retener.

El mayor asintió y suspiró, sin mucha opción. En cierta parte, agradecía el hecho y aplaudía la valentía del contrario al estar hablando de lo que ha estado ignorando desde hace mucho, pero también siente temor a lo que sea que esté detrás de esa puerta.

—Cuando llegué a aquí, él quiso que haga lo mismo. Que descargue mi dolor a través de la pintura y no en el alcohol como solía hacerlo, era una manera menos dañina para mí porque, cuando me emborrachaba, sólo logré olvidarme de mis problemas unas horas, a la mañana siguiente, volvía a llorar por lo miserable que me sentía.

—Y, todo lo que eres, está allí. ¿Verdad? — Taehyung preguntó, entendiendo de a poco la situación.

—Así es — ambos miraron la puerta sin ningún atisbo de abrirla, además, se veía que estaba trabada —. Absolutamente todo.

Las personas tienen diferentes conceptos de amor.

La de Jin era guardar recuerdos como tesoros. Siente como si fuese ayer cuando lo vio pintando un cuadro donde lo encontraba a la orilla de aquel puente, lo hacía con rapidez, aludiendo que no debía ser perfecto porque esas ya eran las personas retratadas.

Puede que, tal vez, sí haya tenido un gran miedo a olvidarse de todo un día como lo hizo su madre, pero le sirvió en demasía. A veces, le veía llorar con un lienzo entre sus brazos y él estuvo allí para escuchar lo que hizo en ese momento, no parecía tener más que hacer. Pero, horas después, siempre le regalaba una sonrisa extraña por estar acompañada de lágrimas.

—No creo que deba de llorar tanto por lo que, alguna vez, me hizo feliz — dijo, cuando le preguntó al respecto —. Esa es la belleza de los recuerdos, la nostalgia.

—¿Nostalgia? — murmuró, nunca había escuchado de ella — ¿Qué es eso?

—Es el sentimiento de extrañar un algo o alguien. Es como estar triste, pero a la par sentir una inmensa felicidad y anhelo a lo que recuerdas — Jungkook asintió, siguiendo con la limpieza del establo. Al ser un lugar muy grande, se ensuciaba con facilidad y esa era la tarea que se le asignó para quedarse allí unas cuantas noches más —. ¿Has sentido nostalgia, niño?

Él, simplemente, se alzó de hombros —. No sé si sea nostalgia, pero extraño a una persona.

—¡Oh, eso es muy bello! — en ese momento, el menor pensó que su maestro estaba loco.

—Me duele. — admitió, tocándose el pecho, a la altura de su corazón.

—Reitero, es el encanto de los recuerdos. En el instante son hermosos y llenos de felicidad, pero después duelen como el mismo infierno — a Rossi no le gustó para nada esa lógica, era tan inútil —. Trata de hacer muchos recuerdos, Kook. Con tantas personas y lugares puedas.

—¿Por qué? ¿Por qué si, de verdad, te lastiman tanto?

—Porque el dolor está ligado al placer, existen y dependen uno del otro. Si al morir, tus recuerdos duelen, es porque fuiste feliz.

Cuando murió, lloró por lo que se sentía vivir feliz.

Eventualmente, él también adquirió la costumbre de guardar sus recuerdes y los guardó en el cobertizo. Ya no lo hacía tan seguido desde que conoció a Taehyung, pero es que no creía tener tiempo para eso al estar siempre con él. No le molestaba, es más, le encantaba guardarse todos momentos sólo para él.

Su maestro tuvo la petición de enterrar los lienzos que hizo de su vida y él se encargó de ello. Claro que sabía dónde estaban, pero nunca lo diría por respeto a su memoria. Él fue el que cavó un gran hoyo bajo unas maderas del establo y protegió lo que alguna vez fue Jin Parisi.

Sin embargo, nunca vio de qué trataban. Ambos estuvieron de acuerdo en que todo eso era muy íntimo y, aunque fueron transparentes con sus sentimientos y no había secretos entre ellos, decidieron pintar sus vidas por separado, teniendo la percepción de cada uno.

Desconoce si él mostró su trabajo a alguien más, pero por su parte, no creyó que algún día lo compartiría.

Claro, hasta que llegó Taehyung.

Estaba a punto de darle paso a toda su alma, lo que sufrió, lo que pensó y de muchas cosas que no le enorgullecen en lo más mínimo. Todo ese cobertizo era un caos, su pasado caótico del cual tiene una extraña combinación de vergüenza y orgullo, de saber que aún está vivo para decir cuán fuerte es.

La piedra es arrebatada de sus manos y mira al mayor, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas sin haberlo previsto. Pero allí estaba su amante, regalándole una sonrisa brillante, aún a pesar de la oscuridad que les abraza.

—Tranquilo, Noche mía — y Jungkook no supo de dónde sacaba tanta tranquilidad —. Lo haremos con calma. Recuerda, el amor es paciencia.

—Paciencia, sí. — Él necesitaba más que paciencia.

Aun así, con sus manos entrelazadas, abrieron la puerta.

Si a Hoseok le preguntaran, qué haría mañana... Él no sabría qué responder más que esperar su muerte.

Nunca le ha gustado plantearse aquella incógnita, en realidad, su padre nunca se lo permitió, pues es él quien controla toda su vida. Desde su comportamiento, hasta a lo que se dedicaría el resto de su vida, así como lo que buscaba proyectar con un intento balurde de familia perfecta.

Bueno, o eso hacía hace algunos meses.

Ahora, acostado en su cama mientras mira el techo, se siente medianamente libre por primera vez. Una suave y fresca ventisca se cuela por la ventana que olvidó cerrar, en mucho tiempo, esa habitación no le veía llorar y angustiarse por lo que sería su patético existir ya escrito por alguien más.

Aún si no está en el establo, puesto a que Notte le ha pedido un poco de espacio para arreglar sus propios asuntos. El dolor de su cuerpo y alma parecen un buen trueque por el camino a ser una palomilla en libertad.

No diría que destruyó su destino, no le llamaría así a poder elegir sus propias decisiones como dejar de estudiar aquello que nunca le agradó y demostrar sin temor qué le agrada y qué no. Ya no ve nada de malo en expresarse con altanería, aunque aún debe de controlar la agresividad de su voz con quienes sí le importan.

A pesar de que ese libertinaje sea tan dulce como la miel, también le trajo miedo.

Su padre resultó ser una persona agresiva, jamás lo imaginó. El recuerdo del hombre y padre amoroso se esfumó como un diente de león con el fallecimiento de su madre. Los gritos y golpes se volvieron rutinarios con rapidez, más cuando se enteró que dejó la universidad para, según él, dedicarse a ser nadie hasta que sus huesos se conviertan en polvo.

Y sí, es decir, no hay mucho misterio en eso. No ansía la muerte, pero tampoco le teme. Sólo espera que llegue con total paciencia.

También, le tiene terror al mañana incierto. De no conocerse lo suficiente para saber un montón de cosas de la vida. Para una persona como él, la cual estuvo bajo el yugo de adultos durante mucho tiempo y a quien no se le dio la oportunidad de desarrollar sus cualidades sociales, le es difícil pensar en su próximo paso.

Admite estar teniendo ayuda con ello. No sólo de su maestro, Jungkook le ha dado muchas enseñanzas en el poco tiempo que han convivido, más a recuperar su autonomía. Incluso el idiota de Taehyung Marcini le ha servido, pues, aunque nunca lo diga en voz alta, admira la seguridad que transmite y, a su vez, le hace sentir medianamente protegido cuando está a su lado.

Quisiera ser como él.

—Cierra la ventana, hace frío.

Ah, también por aquel hombre que conoció una tarde junto a su loco caballo, el cual escapó el mismo día que lo encontraron.

Quien se encuentra dormitando a su lado como si el espacio personal no existiera.

—Tú fuiste el que entró por ella y no la cerraste. Es tu culpa. — le contestó, sin ningún ánimo de levantarse.

—Pero tú me pediste que viniera porque te sentías solo — maldición, era verdad —. Ciérrala.

Yoongi se quejó, no era la primera vez que iba hasta el dormitorio del menor, pero esta vez sí había olvidado cerrar la dichosa ventana que, en realidad, no era nada pequeña, casi todo el pueblo se podía observar desde allí, al ser que la residencia Donati está en una colina muy alta y, ellos, en el segundo piso de la vivienda.

El rubio volteó los ojos e hizo lo acatado, viendo también la escalera que Cetti usó a un lado. Rezó para que nadie se dé cuenta de ello, afortunadamente, la servidumbre no era conocida por pasearse por esa parte del jardín y tampoco por murmurar entre sí, mucho menos los guardias. Veía un par cerca, pero jamás le dieron problemas, así que no se interesó mucho en ellos.

Volvió a su cama para encontrar al mayor metido entre las sábanas, ahí, con su rostro hinchado por el sueño y cabello alborotado, no se asemejaba en nada al hombre intimidante que conoció y a quien le robó lo que parecía ser una brújula, cuando era una especie de estuche con un retrato de su hija y de forma similar.

—¿Aún no puedes dormir? — cuestionó el pelinegro con los ojos cerrados, negó a la par que se colocaba a su lado. La cama se sentía cálida y, con el hecho de compartir sábanas, iba alejando el sabor amargo de la soledad.

Sus problemas con el sueño han ido incrementando con el pasar de los meses en un profundo silencio y, con la compañía de Yoongi, han disminuido considerablemente.

Ni siquiera sabe en qué momento de la historia su relación ha avanzado. No logra encontrar el punto de relieve en la que pasaron de insultarse a ver por el otro, quiere creer que fue gracias a esa actitud protectora que el pálido tiene al ser padre, pues la mayoría de sus conversaciones se trataban de preguntarse mutuamente cómo se sentían y velar con disimulación el bienestar del otro.

Y era lógico, ¿verdad? La brecha de edad era muy grande y, hasta cierto punto, escalofriante. Pero fue la misma que le dio paso a crear una extraña y cuestionable relación con rutina, donde Cetti se preocupa por él y él, por agradecimiento, también en viceversa.

Hace algunos días, le pidió que vaya a su habitación en modo de burla, haciendo alusión que, últimamente, se ha sentido solitario porque su maestro ha pasado mucho tiempo con Marcini. Nunca creyó verlo esa noche en su ventana, subiendo con la ayuda de una escalera que encontró afuera. El jardín estaba en mantenimiento, convenientemente.

Sintió una mano acariciar su nuca, relajándolo al instante. Agradeció el detalle en silencio y con las mejillas sonrojadas, sin la suficiente valentía de verle a los ojos.

—Pareces mi hijo — comentó con gracia el mayor, aunque no le dio mucha al contrario —. Mia también se duerme si le doy mimos en la cabeza.

El rubio frunció su ceño. — No soy tu hijo.

—Podría ser tu padre.

Honestamente, no ha podido pensar con claridad sus sentimientos y tampoco lo ve tan necesario. Para él, era suficiente el sentirse bien o mal y, esas cuatro palabras, le hicieron sentir mal.

Pero era un mal extraño, lleno de incomodidad.

—Gracias a Dios, no lo eres.

El pelinegro le miró con una ceja alzada, deteniendo sus movimientos. Se acomodó sobre su pecho y recargó la mejilla en su palma, vio el perfil de menor siendo iluminado con la luz de la luna, sus proporciones eran perfectas y, por unos segundos, sintió envidia de su nariz puntiaguda, pues la comparó con la suya, que era similar a un botón.

—¿Me vas a decir qué, realmente, te pasa? — susurró, reanudando las caricias — Estoy cansado que me tachen de idiota, Hoseok. Sé que tienes problemas, yo también los tengo, pero puedes hablar conmigo... Si quieres.

—¿Quién te tacha de idiota? — preguntó, obviando las últimas palabras y hablando en voz baja.

—Tú, al decirme que estás bien y luego que te sientes solo. Escucha, eres joven y frágil, sé que intentas verte fuerte. Pero, está bien no estar bien, ¿me comprendes? — el rubio no respondió — Llorar no es un pecado, sentir dolor tampoco lo es. Eso nos vuelve humanos.

—Mi papá dice que...

—Lo que diga tu padre me tiene sin cuidado. Ya quedamos en claro que es un hombre ignorante, incoherente y muy estúpido.

Donati le vio, aún sin mostrar ninguna emoción en su rostro, aunque quisiera hundirse en las sábanas de la cama y gritar, maldecir hasta quedar seco. Desesperadamente, quería cortar las cuerdas que unen sus extremidades a la madera que sujeta su progenitor para controlarle, exponer cuánto daño le hace con su sola presencia y buscar el amor que dijo tener por su madre.

Sin embargo, no hizo nada. El miedo también lo tiene atado.

Y es irónico, ¿no? Declarar no tenerle miedo a la muerte, pero sí a sus acciones, a las repercusiones que habrá y que están sucediendo en lo que, alguna vez, llamó hogar. Como los golpes en su rostro y las limitaciones de su libertad, al igual que así su destino con un matrimonio arreglado con una mujer que desconoce.

Siempre le enseñaron a callar, pero su madre fue la que le indujo a hablar, al menos, en la privacidad con personas de confianza. Podría sólo asentir a cuanta palabrería soltara la familia Donati y, en la soledad de su habitación, estaría contándole su día a las paredes, velas y cualquier objeto que pareciera tener una mínima intención de no ignorarlo.

No es que últimamente se ha estado sintiendo solo, siempre se ha sentido así.

—Tú también me tachas de idiota — optó por decir. Bajó la mirada a los maltratados labios de su acompañante y los tocó con la punta de sus dedos, de inmediato, escuchó un quejido —. ¿Por qué podría hablar contigo sobre mis problemas, cuando tú no haces lo mismo?

—¿Quieres escuchar mis problemas? — Hoseok se alzó de hombros — No sería muy responsable de mi parte tenerte como consejero, aún eres un niño.

—Vuelve a decirme niño y lo próximo que verás es mi puño en tu cara. Te lo juro.

Yoongi soltó una risa silenciosa y dolorosa, mostrando sus encías, también con llagas. — De verdad, no quiero que te preocupes por mí.

—¡No es que me preocupe! — exclamó el menor, volviendo a tomar su actitud defensiva ante todos — Sólo quería saber algo de ti, por si se te ocurre contar mis problemas como el chisme del momento.

—Oye, yo no soy chismoso.

—Tal vez no, pero sí hablas más de lo que debes.

El pelinegro abrió la boca para defenderse, mas no pudo encontrar nada para refutar eso. — Está bien, es verdad. No lo hago con intención — esta vez, fue el turno del rubio en reír —. Entonces, quieres decir que... ¿Deberíamos intercambiar información para desahogarnos y, simultáneamente, tener un arma con la cual defendernos si se nos ocurre contárselo a alguien más?

—Uhm, ¿sí? — aunque no supiera muy bien lo que está diciendo, Seok sonrió, mostrando sus hoyuelos — Creo que es un ganar-ganar. Yo hablo sobre mis miedos y tú buscas protegerme para saciar tu complejo de padre.

—No tengo un complejo de padre.

—Cállate, lo tienes y todos lo sabemos.

—¿Qué tiene de malo que quiera proteger a las personas que- — el pálido dejó de hablar y detuvo sus movimientos de golpe, ¿acaso iba a decir "a las personas que amo"? Él no ama a Hoseok —. Deberías agradecer que te quiero proteger.

—Nunca te lo pedí.

—Pero me nace hacerlo, así que, cállate tú. — está bien, puede que sí tenga alguna necesidad de proteger a los otros. Eso le hizo pensar, ¿cuánta importancia tiene Hoseok en su círculo íntimo?

Donati volteó los ojos. — Disculpe, señor Cetti. Apuesto que amas que te digan así. Parece como si tuvieras más poder.

—Ugh, no. Mi esposa suele decirme así cuando está enojada conmigo — Hoseok rio —. ¡Hablo en serio! Es pequeña y se sube encima de un banquito si quiere discutir o pide que yo me siente.

El rubio soltó una carcajada más grande al imaginarse a la mujer con el ceño fruncido, ya la había visto con anterioridad al, una vez más, revisar las pertenencias del mayor sin su permiso. Las comisuras de sus labios fueron bajando al ver al otro, más específicamente sus labios, los cuales tocó con cuidado.

No quería hacerle más daño a nadie.

—¿Y ella sabe de esto? — Yoongi negó con la cabeza, demasiado concentrado en las caricias delicadas — Mia tampoco. — dedujo.

—Creo que sería muy cruel hasta para ti decirle a una niña que su padre morirá pronto, ¿verdad?

El menor suspiró, sentándose correctamente en la cama, movió el cuello de la camisa el pálido. El sarpullido tenía unos tonos rojizos y se veían muy incómodos de tener, al igual que esas llagas que arruinan la hermosa sonrisa que está frente a él.

—¿Cuánto tiempo te queda? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? — preguntó. Para él, sería desesperante saber que, dentro de un tiempo, morirá sin poder tener el control en sus manos.

—Aún faltan algunos años para que presente problemas con el corazón, ojos o nervios — pensó bien en sus palabras —. Aunque, sin el mercurio, puede que sea más pronto.

—¿No te has tratado aún? — el pelinegro negó, nuevamente — No sólo tienes la cara de idiota, realmente lo eres — y, sin poder darle oportunidad para responder, dijo: — No, cállate.

—No dije nada.

—Pero tu voz en mi cabeza me irrita mucho — le molestó más cuando el contrario se rio —. ¡Ya, Yoongi Cetti! Eres un irresponsable, ¿por qué no te has tratado? ¿Te quieres morir más rápido? Pudiste haberme pedido el mercurio y te lo podría conseguir sin problemas, creo que papá tiene en su consultorio.

—Pensé que no te preocupabas por mí — el pálido se ganó un golpe en la frente —. ¡Oye!

—Tengo ética, que es algo muy diferente — Hoseok, por alguna razón, estaba molesto —. Además, me agradas sólo un poco y te conozco muy vagamente como para saber que tu muerte es importante. Es decir, tienes responsabilidades como padre y lo que sea que tengas con Marcini y mi maestro.

—Lo sé, sólo... — Yoon se alzó de hombros —. No es que me quiera morir tan pronto, pero he estado ocupado viendo que todo esté en orden para cuando... Ya sabes, quiero que todos estén bien cuando ya no esté aquí.

—¡Pero pudiste tener más tiempo! — le golpeó de nuevo — No me simpatizas.

—Pensé que me amabas — Cetti también se sentó a su lado, haciendo que sus hombros se rocen y sus piernas estén ocultas bajo las sábanas —. Digo, me robaste el corazón desde el primer momento que te vi.

—Lo vendí como alimento para cerdos. Y tú me mordiste, animal.

—Claro — bufó, sin dejar de sonreír —. Supongo que, aceptar tu muerte, es mejor a tenerle miedo. La idea me desespera, pero me alivia un poco tener suficiente para arreglar mis problemas.

—Quisiera saber cuándo voy a morir — admitió —. Por lo menos, creo que me merezco poder decidir sobre ella. Tener una idea por adelantado del dolor que sufriré en el momento, esas cosas.

—¿Piensas suicidarte? — el rubio asintió — No, Hoseok. Eso no. Hay muchas soluciones que buscar tu propio final. Una cosa es que yo me vaya a morir por ser irresponsable y–.

—No eres irresponsable, eres tan estúpido como para contagiarte de sífilis. ¿Nunca escuchaste el rebrote de esta enfermedad por los prostíbulos lejanos? Pasabas metido allí, algo debiste haber escuchado y comprado un maldito condón.

—Espera, ¿por qué me estás reclamando esto? — Donati no respondió, en cambio, frunció su ceño. Está frustrado y tampoco sabía la razón, quiere atribuir que le molesta que, una persona como Yoongi, quien se jacta de querer ser el más maduro del grupo, se haya condenado con un gran futuro por delante como su familia — ¿En qué te afecta?

—En nada, sólo me parece irreal y absurdo. Te odio.

—Si no te afecta, no deberías de hablar sobre lo que no te concierne, mucho menos de lo que no sabes. Lo dejé pasar cuando me llamaste estafador, aún después de haberte aclarado que yo no soy quien está haciendo esa mierda de vender los vinos de Taehyung con una etiqueta griega, sino el padre de Brina.

Hoseok todavía no aprende que sus palabras duelen.

Maldijo para sí mismo al recordarlo. Claro, se lo dijo días después de escapar de todos esos lunáticos del bar que fueron en Fiori. Es noche conversaron y mucho, puede que el efecto del alcohol en su cuerpo le haya dado el permiso para que su boca sea más suelta que antes, revelando gran parte de sus miedos e inseguridades.

Yoongi no se ha burlado, ni aprovechado. Eso le hizo sentir peor.

—N-No te odio... — murmuró, tratando de excusarse — Sabes que no es así.

—Ya no importa.

—De acuerdo, sí. Me preocupo — dirigió su mirada al pelinegro, quien ya le estaba viendo. La luna iluminaba sólo parte de sus mejillas, aun así, pudo ver un brillo en esos ojos rasgados —. Y soy muy explosivo cuando las emociones me sobrepasan.

—Debes controlar más eso.

—Lo estoy haciendo, de verdad — agachó la cabeza —. Sólo–. Me parece injusto que vayas a morir.

—Creo que es mi castigo. Sinceramente, no me considero una mala persona. No soy... No soy un mal padre, tampoco un mal amigo con Taehyung, pero sí alguien que tomó pésimas decisiones y ahora está intentando arreglar todo.

—¿Quieres mucho a Marcini?

—Lo amo — admitió con rapidez —. Pero no se lo digas — Hoseok soltó una pequeña risa —. Es como un hermano para mí. Siempre me escucha y yo también trato de escucharlo, aunque últimamente ha sido muy cerrado con sus sentimientos. No soy un idiota, sé que me oculta algo.

—Puede que tenga miedo. Ya sabes, de hablar. Además, si no te lo dice puede que sea porque no te incumbe.

—Pero es extraño y tu maestro está involucrado — el rubio le vio con el ceño fruncido —. De la noche a la mañana dijo que está enamorado de una mujer que sólo ha visto en pinturas, en las pinturas de Notte

» Convenientemente después de escuchar a su madre decirle cada que pudo que debe de conseguirse una esposa para tener una familia propia. Escribió mucho sobre ella, pero siempre repetía lo mismo, me contaba cuán hermosa era y nada más.

» Además, decía cosas como que su madre ya dejaría de molestarlo con eso y podría dedicarse sólo a lo que le gusta, que es el trabajo de campo. Sé que a él odia estar todo el día sentado leyendo y supervisando, aunque es algo que debe de hacer al ser el dueño, ama más cuando él es quien está sosteniendo y cosechando las vides.

—¿Cómo...?

—Porque lo conozco. Siempre ha sido así, no habla mucho, prefiere usar sus manos. Las acciones son lo suyo, por eso se me hizo raro que sólo pase escribiendo cosas determinadas de esa bella mujer, como él la llamó. Para después cortar todo lo relacionado a ella, así como Jungkook está reacio a hablar del tema.

—Déjalo enamorarse — dijo Hoseok con una mueca —. Si no te dice nada al respecto, es por algo. No lo presiones, si tantas confianzas se tienen, él te lo contará en su momento. No es nada extraño.

—Taehyung es el extraño.

—¿Por qué? ¿Por decir que le gusta una persona?

—Por decir que estuvo enamorado de una mujer. A él no le gustan las mujeres.

El rubio se quedó callado, aunque no tan sorprendido a como se lo imaginó Yoongi. —¿Y eso es malo para ti?

—¡Claro que no! — se apresuró en decir — Espera, ¿lo sabías?

—Bueno, no soy tan despistado como para no darme cuenta que hay algo entre él y mi maestro. Sé que él es quien está con Jungkook en las noches cuando me voy del establo, por eso no me he opuesto a dejarlos solos.

—Además, no disimulan ni un poco — Hoseok le dio la razón —. Cada vez que estoy con ellos, Taehyung le mira los labios y Jungkook siempre está muy cerca de él, como si tuviera algo que le atrajera. Es cansado ver cómo me restriegan su amor, ugh.

—¿Crees que sea amor?

—Creo que no están jugando. Si es que tienen una relación seria, es peligroso. Con sólo recordar cómo nos golpearon en Fiori me ponen los pelos de punta, fueron muy obvios esa noche.

—Más le vale a Marcini no romper el corazón de mi maestro o se las verá conmigo — Yoongi se rio, extrañando al menor —. ¿Ahora qué soy? ¿Tu bufón?

—Me parece tierno que intentes hacerte el fuerte o temible. No asustas a nadie, niño — y, aunque las mejillas del pelinegro eran más grandes y suaves, las suyas fueron apresadas por unos largos dedos —. Mírate, hasta estabas haciendo un puchero y todo.

—¡No soy un niño! — le mordió el índice, logrando que las pálidas manos se separen de su rostro, un poco caliente por la repentina cercanía.

—¡Animal!

—Ah, ves que sí duele — sonrió, viendo a Cetti apretar su dedo, como si eso lograra disminuir el dolor —. Si no te molesta, retomaré mi amenaza — carraspeó —. Le cortaré el pene si llega a lastimar a mi maestro, tengo indumentaria para hacerlo.

Además, descargaría su ira al saber que, por su culpa, se ha estado sintiendo desplazado por una de las pocas personas que no le ha interesado de qué familia viene, qué estudia o cosas por el estilo.

Puede que sólo sea su culpa, tal vez, son imaginaciones suyas, pero un feo sentimiento se instaló en su pecho al saber que podría no ser tan importante en la vida del otro pelinegro como creyó.

—¿Por qué supones que él será el malo de la historia?

—Porque, obviamente, no va a ser Jungkook. ¿Lo has visto? Habla con Carina y Stella, les pide permiso para pasar y, hace unos días, le pidió perdón a una vaca porque cociné carne de res. Es un amor.

—No es justo, tú lo conoces más que a Taehyung y no vas a creer que él será capaz de hacer algo malo — antes de que Hoseok respondiera, volvió a hablar —. Sé que también conozco a Tae desde hace mucho antes y por eso sé que no va a arruinar nada, al menos, no con intención. Es torpe con las palabras. Creo que tendrían una que otra pelea por eso y ya, con comunicación todos se entienden.

—¿Quieres apostar? — Yoongi le vio con el ceño fruncido — Yo apuesto que Taehyung termina por joder la relación.

El pelinegro lo pensó un poco antes de responder: — Yo que... Jungkook es quien la jode por una acción muy grave, pero sin llegar a acabar por completo lo suyo — dijo y, con un apretón de manos, pactaron la apuesta —. ¿Qué quieres si ganas?

—Lo pensaré después — soltaron sus manos —. Les tienes mucha fe.

—No cualquiera se arriesga a darse la libertad de amar a una persona de su mismo sexo, no en este momento de la historia.

—En eso tiene razón, señor Cetti — el nombrado volteó sus ojos —. ¿Y tú? ¿Qué quieres de mí si es que llegas a ganar?

—Que me veas como alguien en quien puedes confiar y contar tus problemas — contó sin dudar, extrañando al rubio por la rapidez de su respuesta, ¿es que ya lo había querido desde antes? —. Y que no le digas a nadie sobre ellos, claro está.

—Nunca los delataría — se apresuró en decir —. Y pediste dos cosas. Yo también haré lo mismo.

—Me parece justo... Entonces, ¿trato?

—Oh, señor. Claro que trato.

El amor es paciencia, pero Taehyung se estaba desesperando.

Contuvo su aliento al abrir la puerta, ambos tenían miedo de pasar y sentían los nervios a flor de piel. El lugar era oscuro, por el olor a guardado pudo deducir que no había sido limpiado en mucho tiempo, poco le importó. Logró ver lienzos, mucho de ellos, apilados en las paredes, gracias al farol que llevaba, también pintura y lo que parecía ser ropa en una esquina.

—P-Puedes ver lo que quieras... — dijo Jungkook sin soltar su mano, su voz temblorosa casi le hacen querer dar media vuelta para irse, pero su agarre y porte se mantenían firme — No sé por dónde comenzar. Si quieres saber algo, sólo pregúntalo y yo lo responderé. Ya no quiero más secretos.

Orgullo fue lo que sintió llenar su pecho, opacando al temor.

Alumbró el primer lienzo a su izquierda, la pintura estaba desgastada y el polvo caía sobre el rostro de la muchacha retratada. Susurró: — ¿Quién es ella?

—Alda, mi hermana — respondió el pelinegro con cierto deje de nostalgia, hace mucho que no la veía. Taehyung hizo a un lado el lienzo, dando paso a otro con más rostros desconocidos —. Ellos son mis padres.

El castaño se sorprendió, según la premisa de todo lo que sufrió su Noche, pensaría que no querría ver a sus progenitores ni en pintura. Pasó a otro, otro y otro, dando paso a que el agarre de sus manos se intensifique más y más. La mayoría eran de la familia Rossi, se les percibía sonrientes, como si fuesen la personificación de la perfección.

Sin decir nada más, se dirigió a otro grupo de lienzos al ver que los demás sólo eran de ellos cuatro. Ahí, se llevó una gran sorpresa.

—¿Pintas desnudos?

—L-Lo hacía — murmuró el menor, avergonzado —. Mi maestro me hizo practicar con mi propio cuerpo frente a un espejo.

Efectivamente, la figura detallada con carboncillo era la de él. En algunos dibujos aparecían las cicatrices, mientras que en la gran mayoría no, pudo reconocer un lunar en sus pectorales que había visto con anterioridad. Sin poder controlarse, sus ojos se posaron en las largas piernas frente a él y, después, al dueño de las mismas, quien le veía con un leve sonrojo en sus mejillas.

Siguió viendo con un poco más de lentitud hasta que se topó con un dibujo que le hizo abrir los ojos de par en par, esta vez, logrando ruborizarle.

—¿Eres tú y...? — dejó la pregunta al aire, aunque se esté haciendo una idea de quién era el rostro del otro hombre.

Notte quiso que la tierra se lo tragase y escupiese en el mar —. Jimin. Es Jimin.

Siguió viendo, ahora sosteniendo hojas del lienzo sin el marco de madera que les dé soporte. Las imágenes variaban en las posiciones, se le hacía extraño ver a su amante junto a otra persona teniendo relaciones, pero entiende que, si todo estaba allí guardado, era por algo.

Hasta que se dio cuenta de las expresiones de Jungkook. Parecía nervioso, molesto y, en algunos dibujos, tenía lágrimas en sus ojos.

Se veía muy pequeño.

Dirigió su mirada al menor en busca de explicaciones, notando cómo mordía su labio inferior.

—A-Aquí lo hicimos por p-primera vez — murmuró, viéndose a sí mismo con una mueca nerviosa y placentera, podría decir que irradiaba felicidad. Después, soltó el agarre que tenía con Taehyung y tomó entre sus brazos una hoja donde estaba llorando —. Y aquí, la primera vez que le dije no y, aun así, no se detuvo.

El castaño no respondió nada, el nudo en su garganta se volvió demasiado grande como para digerirlo. También, un sabor amargo se instaló en su paladar al igual que una enorme sensación de asco, desagrado por aquel tipo, por la situación y la manera tan explícita en la que se mostró.

Porque sí, el menor parecía ser muy explícito y detallista, observando hasta el mínimo detalle de todo lo que ve.

—Fue después de su cumpleaños. Siempre nos veíamos en un pastizal cerca de nuestras casas, ese día no fue la excepción — siguió hablando Kook, sumergido en sus pensamientos y con el ceño fruncido —. Solía llorar cuando sentía mucho enojo con el mundo y sigo mismo. Llegó a mí llorando esa vez.

» Tenía la sospecha que había discutido con sus padres, a veces mencionaba la mala relación con ellos, pero tampoco sabía mucho de su familia. Le abracé, tratando de consolarlo, esa era nuestra rutina. Él iba a mí cuando quería quien seque sus lágrimas.

—¿Y él que hacía por ti? — se atrevió a preguntar, ordenando sus pensamientos. Comparaba de a poco su propia relación con la que tuvo su Noche con ese hombre, viendo cuán dañina fue.

—Me hacía sentir protegido — respondió con simpleza —. Era un niño que se sentía solo la mayor parte del tiempo y él sólo llegó a aprovecharse de eso. Al principio fue cariñoso, compresivo, me hizo creer que realmente estaba enamorado de mí. Luego... Se convirtió en ese monstruo.

Tae volvió a ver el dibujo, Jimin se veía como un adolescente promedio, mientras que Jungkook mantenía aún un aire infantil. Sus cuerpos tenían una diferencia de tamaños considerables, igualmente, sus facciones eran diferente. No parece que el pelinegro tenga más de catorce años.

—Cuando era joven, me sentía protegido con hombres mayores — murmuró, indagando en sus recuerdos y tratando de empatizar con el contrario. Deduce que la sensación de seguridad que le otorgaba, influía también en la edad —. Los niños son muy manipulables.

—¿Y no te hicieron nada? — cuestionó Kook tras darle la razón, temiendo a que su Día haya pasado también por una situación de abuso.

El mayor se encogió de hombros. — Que yo recuerde, no. Pero aún es familiar la necesidad de tener a un adulto cuidándome, velando por mi seguridad como no lo hicieron mis padres. Era peor cuando solían tratarme de hijo o decían frases como» Eres muy astuto, estoy orgulloso de ti. «. Me tenían a sus pies.

Aunque su tono de voz sea sereno e intente burlarse de la situación, esos recuerdos eran espantosos para él, a pesar de casi nunca tenerlos presente.

Esto es algo que Taehyung lo tiene muy guardado, principalmente por la vergüenza que sienta al haberse reconocido como un ser dócil, pero también por sentimientos que no ha podido controlar. Siempre prefirió hacer como si no existiesen.

Era de mal gusto saber que, con un par de palabras bonitas, podrían tenerlo a su disposición. A medida que fue creciendo, intentó que la sed por ser protegido vaya disminuyendo, así como su ingenuidad ante los demás. Al principio, quiso alejarse de todas esas personas malvadas.

Pero, así como su madre le enseñó – y, también, como se lo dijo a Jungkook –, la solución a sus problemas no era escapar de ellos, sino afrontarlos.

—No se acercaban a mí con un carácter sexual, lo hicieron cuando el primer viñedo de mi padre empezó a tener importancia en el mercado. Descubrieron que un tonto niño lo estaba dirigiendo y quisieron aprovecharse de eso — dejó las hojas donde estaba y se dirigieron hacia otra pila de lienzos, de cierto modo, hallaba comodidad en hablar sobre el tema —. Sin saber que, realmente, no estaba tan solo. Namjoon me ayudaba.

—¿Qué? — eso le sorprendió mucho — ¿Mi abuelo Galli?

—Yo le llamaba tío — comentó con sencillez —. Pero sí. Mis padres y él eran amigos, nos fuimos distanciando a medida que mi madre le empezó a dar más importancia al dinero y yo quería tener más viñedos, además de comenzar con la producción de mi propia marca de vinos.

—A veces siento que no lo conozco.

Con el pasar del tiempo, su carácter se fue formando para ser alguien más confiado en sí mismo, sin la necesidad de depender de los demás. Quizás, más de lo que debió, pues ahora le genera cierta angustia pedir ayuda o que otra persona le quiera controlar.

—Oh, él también está aquí. — dijo Taehyung al ver un retrato de Nam junto a su esposa.

—Guardé sus pinturas luego de que me haya llamado error — a diferencia de las demás, estas no parecían desgastadas, posiblemente por el cuidado que les daba —. Fue muy impulsivo, pero me sus palabras dolieron, aunque se arrepintió después. No quiero decir que él sea parte de mi pasado, espero que no sea así, sin embargo, el destino ya está en sus manos. Las puertas a mi hogar siempre estarán abiertas para él, decidirá si pertenecerá o no.

—Estoy seguro que escogerá sabiamente.

Los lienzos siguieron pasando, había muchos, unos no estaban terminados, pero las personas u objetos se repetían.

Su familia, Jimin, Namjoon, uno que otro paisaje hermoso y una iglesia quemándose. Muchas cuestiones religiosas, en realidad.

—No confío en la iglesia — dijo el pelinegro con seriedad, su actitud nerviosa iba desapareciendo de a poco —. Los domingos son de misa e hipocresía, se creen mejor que los demás y alaban ser los enviados de Dios para hacer lo que se les da la maldita gana.

—Están por encima de todas las clases sociales — Taehyung seguía viendo el fuego, le daba escalofríos —. No importa quién seas, ellos siempre tendrán más poder.

Y es que, incluso personas como la familia Marcini que cuentan con una buena posición económica, no podrían interponerse con sencillez en las decisiones del Padre, obispos o cualquier párroco.

—El Padre que me castigó se apellidaba Moretti, no sé si esté vivo aún — comentó como dato sin importancia —. Ugh, ese hombre me genera un gran odio y decepción. Recuerdo haberlo escuchado en la misa recitar los diez mandamientos, especialmente los de no matarás, no robarás, no mentirás para, años después, condenarme a muerte.

—Hablando de eso, ¿cómo fue que escapaste?

—Un obispo me ayudó — el castaño le vio con incredulidad —. Claramente, no era un obispo. Ni siquiera alcancé a verle el rostro cuando me dejó libre.

» El padre de Jimin nos descubrió en su cama, en realidad, descubrió a Jimin encima de mí mientras yo gritaba. Como nuestras familias socios en el mercado, fue a contárselo a mis padres y decidieron sólo castigarme a mí por mantener el rol de sumiso.

» No le hicieron nada a Jimin, lo agradecí en un inicio, pero después descubrí que el señor D'Luca amenazó con quitar a los Rossi del mercado, pues en ese tiempo, ellos eran los que lo lideraban.

—Espera, espera. ¿De verdad no le dieron también un castigo por todo lo que te hizo? ¡Eso es injusto!

—Nunca lo supieron. Sus acciones quedaron como el desliz de un hombre comprometido, el adulterio cometido por hombres no tiene ningún peso — suspiró, era una horrible realidad —. Mis padres creyeron que mucho les avergonzaba ya que me encerraron en casa, recibí castigos físicos por varios años.

» El Padre Moretti iba personalmente hasta a mí para quitarme mis supuestos demonios. Repetía salmos, versículos y miles de oraciones. Me hacía leer la biblia de rodillas mientras me daba latigazos, se tomó muy en serio la metáfora de corregir a los hijos con una vara y siempre traía una consigo, así un sinfín de cosas que no sirvieron para nada.

» Al ver esto, me condenaron públicamente y llevaron a un piso subterráneo debajo de la iglesia, había varias celdas. Pensé que era un mito sobre que esos lugares tenían sus propios prisioneros heréticos.

» Cumplí diecinueve encerrado allí, unas noches antes de que me colgaran en la plaza pública, alguien llegó y abrió la puerta que me impedía salir, tirándome dinero antes de irse sin ni siquiera lograr agradecerle. Después, sólo corrí... Y heme aquí.

Taehyung abrió su boca sorprendido, hasta el mismo pintor lo estaba.

Habló sin entrar mucho en detalle y ni siquiera tartamudeó, decirlo en voz alta hacía que todo tuviera una connotación diferente. Antes, pensaba que contar lo sucedido sólo apelaría a la lástima, como pasó con Jin, pero ahora se sentía orgulloso de sí mismo al saber que está vivo aún después de todo eso.

Eso no quiere decir que ha superado su pasado, va de poco a poco. A pasitos chiquitos.

Sin embargo, el mayor estaba confundido.

—¿Esto era lo que temías contarme? — preguntó, a la par que se acercaba al otro para rodear su cuello con sus brazos — Eres muy fuerte, Jungkook. Tenlo presente, así como yo soy nadie para criticar tu pasado.

—Dar a conocer tu pasado implica mostrar tus debilidades, el por qué eres así ahora — el pelinegro rodeó la cintura de Tae, instintivamente, una costumbre de ellos —. No justifica tus acciones, pero te hace comprender más su pensamiento.

El castaño asintió y quiso avanzar a ver más del cobertizo, no sin antes juntar sus labios con los del contrario para querer transmitirle paz. Separaron sus manos cuando Jungkook sostuvo el farol para alumbrar lo que Marcini quiera ver, pues había quitado una gran tela de más lienzos.

—Es Antonella — murmuró, observando con detalle a la mujer. Notó algo extraño —. Su rostro está raro.

—Son los primeros bocetos que hice. — eso tenía sentido.

A comparación de los cuadros donde su familia estaba, la muchacha parecía acaparar más espacio en el pequeño lugar. Frunció su ceño con molestia, ya no le interesaba saber sobre ella o su vida. Es más, le causaba cierta incomodidad saber que estuvo comprometida con su Noche.

Aunque, también sentía curiosidad.

—¿Cómo se conocieron? — Notte esquivó su mirada, viendo también las pinturas — Jungkook — le llamó, pero de nuevo le ignoró —. Oye. Dijiste que me responderías.

—No puedo.

Taehyung abultó sus labios de manera inconsciente, pero hizo lo ordenado sin muchos ánimos. Ya sabía que Antonella es hermosa y de facciones delicadas, en varias hojas sus ojos, labios y nariz eran detalladas con exactitud y eso sólo hacía realzar su belleza, cuidando de demostrar hasta la mínima imperfección que crea armonía en su rostro.

—¿Quién es ella?

La pregunta fue al haber visto a otra joven, de cabello negro y mirada perdida. Era diferente a Antonella, aunque no mucho porque se dio cuenta que tenían la misma complexión y boca al compararlas.

Nuevamente, Jungkook no respondió.

Pasó rápidamente más retratos, notando de a poco cómo todos parecían ser tan distintos y semejantes a la vez.

El aura triste que caracteriza a Notte seguía vigente, pues todas las mujeres lloraban o una gran mayoría, las otras mantenían sus muecas tristes. Lo escenarios tampoco variaban mucho, se podía apreciar una iglesia o una gran casa a lo lejos, las cruces eran también muy presentes, ya sea como adorno de una estructura o de un collar alrededor de sus cuellos.

Hasta que vio a una de ellas junto a Jimin.

Allí, alumbrados por una tenue luz cálida que se consumía de a poco, se pudo apreciar una parte de lo que sucedía en la cabeza de Jungkook Rossi.

—Una vez, quise dejar de ser una roca.

El susurro del pelinegro le distrajo unos segundos de sus pensamientos caóticos, su cabeza se encontraba cabizbaja y viendo hacia sus zapatos, pero, aun así, avanzó hasta tomar su mano y, con su diestra, acarició el rostro de la joven con quien fue su pareja.

—Pensé que, si dejaba de ser una, las corrientes del río ya no estarían molestas conmigo — sus ojos se cristalizaron, conteniendo sus lágrimas. No lograba identificar si su llanto era por el miedo o por el hecho de que, por fin, esté hablando del tema que lo ha atormentado por unos cuantos años —. El agua te aplastaba y los peces gritaban que todo era tu culpa. Fue mucha presión para una simple roca.

—Habla sin rodeos. — pidió, sin querer a detenerse las confusas metáforas del menor, aunque las adorase y le dejen varias enseñanzas.

—Jimin me culpaba por ser hombre — soltó de golpe —. Decía que, por ser yo mismo, no podía casarse conmigo y huir. Que todo sería más fácil si yo fuese... una mujer.

El mayor no dijo nada mientras le veía impaciente, dando a entender que no haría nada más que escuchar lo que Jungkook le tenga que decir.

—Y tiene un poco de sentido, ¿verdad? — susurró, tambaleándose de un lado a otro con nerviosismo — Si fuese una mujer, mis padres habrían aceptado que me gustasen los hombres, la iglesia no me habría condenado. Pudiera casarme y tener mi propia familia. Amaría sin ser juzgado. No tendría miedo a hacerlo, mucho menos hubiera sufrido tanto como lo hice.

Marcini vuelve su vista a los cuadros, atreviéndose a ver más allá. Rápidamente, obtuvo otros más comprometedores, respaldando una pequeña teoría que armó en su cabeza.

Aparecieron más mujeres, algunas desnudas y otras con ropa. Sus cuerpos eran extraños en anatomía y, desde una perspectiva ajena a lo que el par de amantes compartía, todo resultaría enfermizo, hasta cierto punto.

Pero las intenciones del pintor nunca fueron malignas, en realidad, todo era con un fin de aprendizaje para sí mismo. Tampoco es como si pudiera tener una fuerte referencia del cuerpo femenino, nunca ha visto a una mujer desnuda.

Además, ellas ni siquiera existían. Así que, no se preocupaba mucho de ello.

A su vez, el castaño se dio cuenta que, la mayoría, no tenían rostro y, si lo tenían, era tan difícil distinguir rasgos faciales al tener grandes manchas en éstos, como si hubiesen querido borrar esa parte del dibujo con agua o el mismo carboncillo con el que eran hechos.

—¿Quién es ella? — volvió a preguntar, teniendo la vaga idea de cuál sería la respuesta.

—Soy yo.

Taehyung ni siquiera se inmutó, aunque sus manos se soltaron.

Jungkook se sentía completamente expuesto, no había marcha atrás.

No puede creer que lo haya dicho, revelar la farsa en la que ha estado metido los últimos años. Por muchas noches pensó idealizó los posibles escenarios en los que le diría la verdad a al mayor, cuando preguntaba por ella o la vez en la que pensó que, su propio matrimonio, sería una cortina de humo para poder ser felices juntos.

Creyó que habría gritos, reclamos y muchas cosas más. Se imaginó llorando por lo que sea que el contrario le haya dicho, incluso tuvo en cuenta la posibilidad de llegar a unos cuantos golpes. Maldiciones, quejas y más llanto se alzarían en la noche mientras da excusas baratas de su actuar.

Según él, su corazón dolería por una respuesta premeditada. Con la noción de que, un hombre que suele colocarse ropa etiquetada para mujeres, es una de las mayores abominaciones en el mundo.

Pero no se suponía que Tae actuara tan calmado, pero sin dar ningún atisbo de emoción o decepción.

Nuevamente, el silencio les abrazó sin querer soltarlos. Asfixiaba sus cuellos con una soga sin la opción de escapar y eso, le aterró más que cualquier cosa que haya imaginado.

—Di algo — rogó en un sollozo —. Por favor.

El amor es paciencia. ¿Cuánta, en realidad?

Taehyung dejó de lado los dibujos y posó su vista en un cajón, pudo identificar como la manga de un vestido a lo que sobresalía a sus costados. Lo abrió con brusquedad, demasiada para asustar al menor y hacer que soltara un pequeño gemido del susto, pensando que está totalmente furioso.

Pero no, ambos estaban muy asustados entre sí.

Vestidos, fajas y muchos accesorios para el cabello se pudieron ver antes de que el farol se consumiera un poco más, dejándolos con un débil rayo de luz. A oscuras, Marcini tomó la ropa entre sus manos para cerciorarse que sea real y luego vio a su amante, quien no dejó de temblar.

—¿Esta ropa... es tuya?

Jungkook asintió. — Yo las hice.

Taehyung suspiró con fuerza, tal vez, demasiada que hasta pareció que se derrumbó ahí mismo. Su corazón latió y pudo escucharlo por todo su cuerpo, las palabras no salían de su boca y su garganta se sintió como si hubiese sido cerrada a la fuerza.

¿Qué se supone que se dice en esas situaciones?

Notte, asimilando que su amante no podría expresarse en palabras, esperó por acciones. Pero lo único que encontró de él fue una mirada perdida y respiraciones profundas.

—T-Te prometo que n-no es nada malo.

Dejó fluir su llanto mientras tomaba un vestido rojo, el cual tenía un par de agujeros en su falda y que no ha podido reparar, aquel que amaba tanto por crear un lindo contraste con su piel.

—Sólo es tela, Taehyung. Mi Día, t-te prometo que sólo es tela. Toca. Toca, por favor. Toca, es tela común. — la desesperación pudo sentirse en su voz y en cómo agarró las manos del castaño para que pueda sentir la prenda.

—¿L-Lo sientes? Sólo es tela. Sólo es tela, n-no hay nada de malo que l-la use a v-veces — dijo, pues es lo mismo que alguna vez se repitió frente al espejo cuando tuvo el primer impulso de utilizar algo como eso —. ¿Verdad? T-Tela, es tela... P-Puedo usar t-telas para vestirme y no hay n-nada de malo, ¿no c-crees?

Kook pudo llorar un poquito más cuando el contrario se alejó de él.

Taehyung atrajo sus brazos hacia su propio cuerpo, sintiendo todo eso tan nuevo para él. Si de por sí el tema del amor entre hombres y hombres le resultaba particular – en el plano desconocido –, eso era aún más abrumador.

No sabía qué decir, tampoco es como si hiciera el intento de. Temía a que sus palabras terminan por lastimar a su Noche.

—Dame paciencia — susurró, tapando su boca —. No s-sé cómo reaccionar.

—¿Te parece desagradable? — preguntó el pelinegro, sólo quería saber eso — ¿Y-Ya no te parezco lindo? S-Sigo siendo Jungkook Rossi... Tú lo dijiste y a-ahora lo estás viendo en su totalidad.

—Es... extraño.

El pintor dejó salir más lágrimas mientras su amante balbuceaba cosas del tiempo que no quiso escuchar, pues lo último que vio fue a él irse del cobertizo cuando la llama del farol se consumió por completo.

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