cinque
El primer día en el que Taehyung Marcini partió de Florencia, se sintió igual.
Despertó con el rocío de la mañana y en un par de horas ya estaba en la residencia Marcini. No niega que fue extraño no ver al hombre cerca y no se sintió tan cómodo cuando estuvo callado en los descansos que tenía. Pues, aunque ya haya empezado el retrato de Taehyung, debió pausarlo y empezar con el de su hermana Rosé.
Su estadía fue amena, sin nada que aportar, más que la ya familiar mirada de Fiorella sobre él.
Cuando regresó al establo, también lo hizo en silencio y a pie, no podía usar el caballo de NamJoon siempre. Y pensaba usar el dinero que ganaría para comprar una yegua. Ya estaba viendo algunas, encontró a su favorita. Tiene que pensar en un buen nombre para ponerle.
El siguiente día, fue igual.
Y el siguiente.
Toda esa semana fue exactamente igual.
¿Así siempre fueron sus días ahí?
Taehyung Marcini es una persona de la cual rápido te acostumbras y eso significa un peligro inminente para su lastimado corazón. No. Debía de arrancar esa ausencia de cualquier manera.
Porque en la noche, se dio cuenta de la soledad en la que vivía. El silencio que le rodea.
El viento es lo único que le hace compañía.
Lo cual le pareció raro. Desde que tiene memoria, fue alguien que el silencio le atormentaba en demasía. Pero con el tiempo, como él dice, te acostumbras a lo bueno y a lo malo, notas con rapidez la ausencia de cada uno.
Aterrado por su soledad, decidió cambiar eso. Por ello, ahora está construyendo un pequeño corral fuera de su establo en el que vivirán gallinas que comprará pronto. Al menos, el cacareo le va a dar un poco de compañía.
Intentó de muchas maneras distraerse.
Llevó a casa el trabajo de la residencia, siguió construyendo el corral, comprará las gallinas cuando tenga los florines suficientes para adquirirlas y darles de comer. Incluso se decidió por el nombre de la yegua que quiere, Stella. Un lindo nombre para quien le acompañará ahora. Él la noche y ella la estrella.
Intentó distraerse tanto que hasta decidió el nombre de las doce gallinas que quería comprar, su favorito hasta el momento, era Carina.
Oh, y escribió. Algo que no hace mucho por razones personales. Pero lo hizo.
Hasta está pasando tiempo con NamJoon Galli ya varias tardes en las que espera su regreso. Lo cual no le disgusta, pero ambos saben que acuden al otro cuando no están en su máximo esplendor.
Algo que Jungkook realmente ama es poder hablar con él.
El hombre siempre estaba sereno, con una sonrisa en su rostro y te entregaba la debida atención que merecías. Sus conversaciones siempre iban acompañadas con una taza de té o un poco de fruta, en privado y en voz baja, como si estuvieran susurrando. Un secreto que deben mantener porque cualquier vil podría atacarlos.
Aún no sabe por qué tanto secretismo, pero lo acepta en silencio.
Algunas veces ayudaba a limpiar su tienda, a ordenar los estantes de madera y, de paso, ver qué materiales nuevos podía adquirir. Y, últimamente, podía aprender a tocar aquellos instrumentos que el hombre tenía escondido y atesora como su bien más preciado.
Un par de flautas.
Se sentaban cara a cara en la parte trasera del lugar, Notte quedaba en el olvido cuando esos instrumentos producían melodías efímeras al soplar. Jungkook disfrutaba de la música, al igual que casi todo tipo de arte.
A NamJoon también, incluso más que Jungkook y por eso se puede entender el secretismo de esa ocasión; pues sus creaciones podrían ser calificadas como profanas al no ser coros de la iglesia o para ella.
—En una habitación oscura, sé que no debí buscar consuelo en lugares como estos... — balbucea el pelinegro mientras Namjoon lo anotaba, asintiendo con su cabeza —. Pero se siente tan... familiar.
No eran unos expertos en esto, pero hacían el esfuerzo para componer alguna que otra cantinela.
—La lluvia no deja de caer...
—Me gusta. — admitió NamJoon, aunque no le encontraba sentido a lo que decía.
Pero se escuchaba bien, así que le servía.
—Yo soy la luna.
—Pensé que eras la noche — ambos se miraron a los ojos a la par que suspiraban al enredarse entre pensamientos e ideas. No fue nada fácil —. Las frases son lindas, pero van a parecer pura habladuría sin sentido si no les das un significado.
—Sí lo tienen, es que no lo comprendes.
Y para Jungkook, como ya se conoce, el arte solo es una herramienta con la que puede expresar aquello que su corazón ansía gritar, pero que sus labios no son capaces de susurrar.
—No hay lógica en que la luna empiece a llorar dentro de una habitación al extrañar a alguien que nunca estuvo allí. Ni siquiera parece un sentimiento de nostalgia si una persona nunca existió.
—Es decir, sí estuvo. Su cuerpo estuvo allí, pero la luna cree que no — el hombre se encogió de hombros y siguió con sus anotaciones —. La luna se encuentra encerrada, aunque ese no sea el lugar en el que la luna pertenece o deba estar porque el sentimiento que le otorga ese lugar es el de una familiaridad que creía olvidada. Aun así, alguien la acompañó por mucho tiempo y ella se acostumbró tanto a esta presencia que empezó a preguntarse por qué estaba allí.
—¿Y por qué estaba allí?
—No lo sé — dijo —. Es el chiste de la historia. La persona se fue, así que la luna se pregunta por qué estuvo allí desde el primer momento si, de todas maneras, se iba a ir. Esa sería la historia detrás, pero quiero centrarme en el anhelo de la luna en intentar dejar ese tipo de pensamientos de lado y velar más por el regreso de su persona.
—Podemos decir que la lluvia es la luna que llora amargamente.
—¡Sí! También estaba pensando en algo como... Me pregunto cuándo será el día en que nos volvamos a encontrar para poder mirarte a los ojos y decirte que... te he extrañado.
—Me gusta. Un poco dramático para mi gusto, pero va contigo.
NamJoon miró a Notte, aunque no era la primera vez que lo ve sin el velo, aún le era inevitable ver sus cicatrices con extrañeza e ignora el pensamiento de cómo y por qué nacieron
—La luna me recuerda a Jin, ¿a ti no?
El hombre alzó sus cejas con sorpresa, no esperaba esa aclaración.
—Un poco. Creía mucho en ella y solía ser su tema de conversación, aunque no decía mucho.
—Hace poco estuve hablando con Taehyung al respecto...
—¿Taehyung Marcini? — el pintor asintió —. ¿Le contaste sobre SeokJin?
—Ajá. Somos... amigos. Algo así. La cuestión es que escribiendo esto, me acuerdo mucho de él. Supongo que debió tener sus razones para no creer en la iglesia, pero me alivia saber que, al menos, creía en la luna y ella le daba la compañía que necesitaba, aunque sea solo en la noche.
—Sí. La verdad, sí. Rechazó la iglesia desde joven, incluso antes de que yo lo conociera y quiso creer en la luna poco después. Quiso estudiarla e intentó escribir un libro sobre ella. No una historia, sino un estudio de lo que podía observar.
—¿Y lo hizo?
NamJoon asintió.
—Pero lo destruyó. No me preguntes por qué — dijo al ver las intenciones del otro —. Tardó años en escribirlo porque debía ver la luna en la noche y nunca fue una persona que desperdicia su noche en vela. Además, estar fuera del establo le implicaba exponerse al frío y su cuerpo... no solía soportarlo tanto y sus manos sufrían en el proceso.
—Me hubiese gustado leerlo...
—A él le hubiese gustado que lo leas, créeme.
—¿Escribió algo más? — Nam asintió —. ¿Qué más? Cuando lo conocí... Casi no podía sostener un pincel, ¿su enfermedad deterioró porque le gustaba escribir?
—Su enfermedad pudo deteriorarse por muchas cosas, Notte. Ni siquiera sabemos su nombre. Y respondiendo a tu pregunta, no te imaginas la cantidad de libros que hizo. SeokJin tendía a escribir muchas cosas, lo que le pasaba en el día, el proceso de una pintura o invento, estudios personales y demás.
—¿Y dónde están? ¿Por qué recién me entero de esto?
—Porque los destruyó, niño. Ya no existen. Quemó todo lo que alguna vez hizo con sus manos. Finito.
—Unos retratos suyos aún siguen en el establo... — murmuró el pintor —. Son de ti, en su mayoría.
—Oh.
—Eso y las muestras que guardé de cuando me dio clases. Más nada.
—No lo sabía.
Notte se encogió de hombros y siguió escribiendo.
Era verdad. SeokJin Parisi fue ese tipo de persona que documentaba todo y NamJoon Galli lo sabía, una parte de la historia que intentaron ocultar a Jungkook por el bien de todos.
—Supe que Taehyung Marcini se fue de viaje otra vez — el pintor asintió —. Asumo que no estás hablando con sus hermanas en su ausencia, ¿verdad?
—No, claro que no. En cada sesión, la servidumbre nos acompaña y la señora Marcini también, aunque esa mujer me da escalofríos.
—¿Cómo ha sido este mes trabajando con esa familia?
—Normal, supongo — habló con desinterés —. De hecho, Taehyung quiere que haga una pintura de sus viñedos después de los retratos. Vamos bien.
—Qué bueno.
—Solo es... la Señora Marcini. Siento que me odia solo al verme y no sé por qué.
—Déjala, solo es una viuda amargada — Jungkook suspiró, aunque no estaba muy contento con esa descripción —. ¿Taehyung Marcini y tú se han vuelto amigos? ¿Cómo sucedió eso?
—Hablando, solo hablando. Resulta que tenemos posturas e ideologías diferentes, pero que se complementan a la vez. Es ameno hablar con él, aprendo mucho y él ha estado muy interesado en aprender de mí como en el arte. Aunque he de admitir que es un poco imprudente con sus preguntas, no parece tener filtro. Solo las piensa y las escupe.
—¿Qué hay de sus hermanas? ¿Te llevas bien con ellas?
—Francesca no habla mucho, ninguna de las dos, en realidad. He hablado un poco con Rosé, es linda y su rostro es simétrico, así que es fácil y placentero de retratar. Taehyung me dijo que admira mi trabajo, así que se lo agradecí de primeras. Pero de ahí en más, el único con el que puedo tener una conversación, es Tae.
Tae.
—¿Tae? Vaya, se han vuelto muy amigos como para que le digas así y le hayas contado sobre SeokJin.
—Todos deberían conocer a mi maestro. Fue un gran pintor y una gran persona, que sepan de su existencia debe ser parte de la historia de Florencia.
Para NamJoon le fue inevitable no reír porque, a decir verdad, SeokJin decía algo parecido. Notte debió haberlo escuchado alguna vez.
—Ten cuidado con las hermanas Marcini, ¿sí? He escuchado que Taehyung es celoso y controlador con ellas. Ni siquiera quiere que se casen.
—No es celoso, ni controlador. Esas son habladurías — por estar escribiendo, no notó la mirada incomprensible que NamJoon le dio —. El tema del matrimonio es sensible para esa familia, dejémoslos ser.
—Claro que es un tema sensible, todo el pueblo habla sobre la falta de virilidad de Taehyung Marcini por no haberse comprometido aún.
—No quiere casarse, ¿cuál es el problema?
—El por qué no quiere casarse. Tiene una larga lista de jóvenes que están dispuestas a casarse con él y ni siquiera las voltea a mirar. Un hombre de su edad ya debería tener una familia conformada como Dios manda.
—Estás exagerando — Notte volteó sus ojos con aburrimiento —. No quiere casarse porque ha estado demasiado ocupado en su trabajo y es entendible que sus hermanas no se hayan comprometido aún si él estaba en lo suyo, no tenían quién apruebe a sus pretendientes.
—Así que eso te dijo.
—Yo le creo y con eso me basta.
—Muy amigos deben de ser.
Jungkook alzó la mirada ante ese tono de reproche y, de pronto, se encontró en una encrucijada en la que cualquier paso en falso podría ser su ruina.
—Bueno... hemos pasado algunas tardes juntos. Él fue quien dijo que somos amigos.
—Eso sería muy inapropiado en otras circunstancias.
¿Disculpa?
—Pero no lo son — se apresuró en decir, poniéndose de pie — Realmente no creo que Taehyung sea... así.
¿Qué debería decir? ¿Cómo debería actuar?
¿En qué está pensando NamJoon Galli?
Sus conversaciones siempre fueron triviales y muy casuales, admite que en algún momento pensó en varios momentos como coqueteos inocentes, pero descartó la idea de inmediato.
A Taehyung le gustan las mujeres, pero el matrimonio es algo que ha estado aplazando por razones personales, finito. Solo es un poco fuera de lugar.
—Ten cuidado con quién te juntas — NamJoon tomó entre sus manos su taza casi vacía y sorbió poquito —. Esa familia es problemática.
Jungkook no lo veía así. Parecían inofensivos.
—No soy un niño, puedo decidir con quién hablar.
—SeokJin no lo habría querido así...
—Mi maestro estaría feliz de verme así.
Y ambos recuerdan por qué no pasan tanto tiempo juntos.
Siempre, de alguna manera, terminan hablando de SeokJin Parisi.
Después de todo, lo único que los une es aquel hombre que revolotea en sus memorias tal mariposa frágil.
¿Cómo no hacerlo? Como Jungkook lo dijo, es un nombre que todos deben conocer. Todos deben de recordarlo, que su existencia, ni su sufrimiento hayan sido en vano.
Por favor, recuerda su nombre. SeokJin Parisi.
NamJoon Galli y Notte saben que el lazo que los une es él, incluso es más fuerte que la extraña amistad y familiaridad que han desarrollado con el pasar de los años. Pero la ausencia de SeokJin se siente como una herida fresca en sus corazones, uno tiene una herida más profunda que otra, ambas duelen con intensidad y arden ante la mención de su nombre.
El mayor intenta suspirar y dejar el tema de lado porque debe hacerlo, no quiere molestarse. Él se lo pidió.
Recuerda con amargura cómo aquel hombre, que apenas podía hablar en su lecho de muerte, le dejó en sus manos al adolescente que alguna vez conoció y por el cual deberá velar hasta el fin de sus días.
Al principio, no lo vio como un problema.
No lo fue hasta que vio la similitud entre el amor y el rencor.
No era sorpresa para ninguno saber que Jin acogió a Notte como un hijo, aquel hijo que una vez mencionó desear tener para darle lo que a él nunca le habían dado: un hogar. Notte fue aquel pilar para que ese hombre no se rinda tan fácil, aunque parece que eso no lo sabe. Para aquel pintor retirado, fue la luz en medio de la penumbra lo que le impulsó a volverlo a intentar.
Al principio, no quiso aceptarlo. No podías recoger a un muchacho en situación de precariedad y declararlo como tu familia. No, no era ético.
Pero se quedó callado cuando vio que el sentimiento de familiaridad era mutuo.
Y quién era él para romper aquella ilusión.
De a poco fue sabiendo sobre Notte, el por qué esa noche se encontraron como si hubiese obra y gracia de Dios. No conoce su pasado, está muy lejos de saber el por qué huyó de su casa, el por qué tiene esas cicatrices y el por qué de muchas cosas en su vida y está bien; él no tiene el atisbo de conocerlo por temor a lo que se vaya a encontrar y el joven tampoco tiene la intención de compartirlo.
NamJoon Galli, como cualquier otro pueblerino, tiene una fe católica muy arraigada.
De ahí nace esa extraña relación que tenía con SeokJin Parisi, una que parecía muy cercana, pero ambos se sentían tan distantes. A pesar de eso, fueron grandes amigos que también tuvieron sus grandes discusiones, las cuales se repiten en su memoria como tormento. Puede que ese sea su castigo por cada mal que ha hecho y del que se ha arrepentido.
Conocer a SeokJin puede ser una bendición, así como puede ser una maldición.
No hay punto intermedio para él.
—¿Seguimos con la historia de la luna? — el mayor preguntó y Notte asintió.
No tocar esos temas era importante para los dos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top