Capítulo 0: Vuelo 32
Estando ya en el aeropuerto, Adam y yo nos dirigimos hacia nuestra puerta.
—Puerta treinta y dos —suspiró cansado. Debe querer tomar una siesta, se levantó muy temprano.
—¡De acuerdo! Vamos, porque ya son las... —miré mi reloj. Oh mierda—. Adam... ¡Tenemos quince minutos! —chillé preocupada. Adam asintió—. ¡La dichosa puerta está hasta el otro extremo! ¡No puede ser!
—Bella, cálmate. No nos vamos a tardar más de quin...
Me eché a correr como una desesperada. No puede ser vamos a llegar tarde al vuelo, nos va a dejar el avión. Dios no, no debimos parar a cambiar el maldito dinero, podríamos haberlo hecho al llegar... Santo cielo.
—Puerta tres, dos... Puerta treinta y dos —murmuré mirando cada letrero que colgaba del techo indicando el número de puerta. Abrí los ojos en grande al ver que apenas íbamos en la sexta puerta y juré que me iba a desmayar—. Ay no...
—¿Por qué no te calmas? —preguntó Adam acercándose a paso de tortuga. Rodé los ojos y continúe corriendo.
La bolsa que traía se caía de mi hombro seguidas veces y ya había golpeado a varias personas por accidente. No tienen idea de cuánto le agradecía al cielo porque hubieran puesto las cintas eléctricas que de una forma aceleraban el paso.
Miré hacia atrás de reojo y vi a lo lejos a Adam con sus celular en una mano y en la otra arrastraba pacientemente la maleta de mano. Miré el reloj de mi muñeca, tenemos 10 minutos.
—¡Apúrate Adam! —grité. Adam alzó la vista y se encogió de hombros. ¿Por qué tenía que ser así?—. Está bien, yo llegaré...
Continúe corriendo y entonces me di cuenta que los caminos se dividían, lo peor es que no había un letrero que indicara hacia donde eran las puertas.
—Mi instinto dice izquierda...
—Derecha —dijo Adam llegando a mi lado. Resoplé y me fui hacia la derecha.
—Ya sabía.
Puerta 23, puerta 24, puerta 25...
—Si sigues corriendo torpemente vas a tropezar.
—¿Cómo es que me alcanzas sin si quiera correr? —murmuré agitada.
—Tu, piernas cortas —me señaló—, yo, soy alto por lo tanto me bastan unos pasos para alcanzarte. Pero debo admitir que eres buena corriendo...
—Si, si, no soy una bola de grasa que no sabe correr —le dije mirando confundida donde estábamos—. ¿Qué puerta es?
—Puerta treinta...
—¡Vamos por la treinta y dos! —sonreí. Adam me devolvió la sonrisa y asintió. Siete minutos, llegábamos bien caminando. Tomé la mano de Adam y camine tranquila.
Llegamos a la puerta y nos llevamos la sorpresa de que no había nadie en la sala de espera, tampoco había un avión.
—¿Qué pasa? —pregunté. Adam alzó la mano en señal de "ni puta idea, déjame preguntar". Habló con una de las encargadas quien le dio indicaciones y cuando Adam regresó tomó mi mano.
—Esta vez está permitido correr, vamos a la puerta doce.
—¡Puerta doce!
—Cambiaron las entradas hace un rato —murmuró molesto. Miró su reloj y resopló—. Nos quedan cinco minutos, chica Disney. Este es tu sueño, ¿crees poder llegar?
—¡Disney me espera! ¡Voy a llegar si o si! —exclamé. Adam rió y asintió.
Empecé a correr nuevamente pero esta vez llevaba a Adam de la mano, y aunque a medio camino ya me estaba muriendo, continuamos hasta llegar a la dichosa puerta.
Para nuestra buena suerte, aún dejaban entrar a los pasajeros y entonces fue cuando me permití respirar tranquila.
—¿Cansada? —susurró Adam burlón. Le di un pequeño golpe en el hombro y bufé.
—Corrí de ida y de regreso, cállate —reí. Adam sonrió y besó mi cabeza.
—Yo por eso insistía en que no hiciéramos nada...
—Te retractaste de la pequeña celebración por nuestra boda, al menos sé bueno y acompáñame a Disney —gruñí. Sí, no habíamos planeado el viaje en si como una luna de miel. El viaje fue un regalo de Gastón por mi cumpleaños, que Adam y yo decidimos aprovechar—. Porque pude haber invitado a Sullivan, quien se moría de ganas por venir.
—Esta bien, está bien —contestó regresando su vista al celular. Lo miré curiosa y me recosté en su hombro (realmente su brazo, no llegaba hasta su hombro) para ver qué era lo que lo tenía tan embobado. En el momento exacto en el que puse mi cabeza en su hombro, bloqueó su celular y me sonrió hipócritamente—. Tú a tus cosas, cariño.
—¿Qué escondes? —dramaticé.
—Nada, solo hablaba con Andrew —bufó avanzando en la fila. Iba a alcanzarlo cuando un chico rubio y bastante, bastante alto, me tocó el hombro.
—¿Sabes si... —señaló la fila—, es para discapacitados? ¿O ya pasaron? —preguntó con un diccionario inglés-francés en mano.
—Lo siento, lo siento. Eh, acabo de llegar pero... —me di cuenta que hablaba demasiado rápido y reí nerviosa. Sus ojos me miraron divertidos y negó dandome a entender que no entendía—. Eh... Sorry, I... Acabaishion, de come.
—You're really funny, sweetie —habló el hombre con una sonrisa. ¿Qué dijo?
—Do you need something? —se acercó Adam, pasando su brazo por mis hombros. ¿Eh? Demonios, eso me pasa por estar tragando en clases de inglés.
—I was asking your sister if... (Le estaba preguntando a tu hermana que...)
—She's not my sister, she is my wife. (Ella no es mi hermana, es mi esposa).
—Oh, sorry. I thought she was like fifteen or something, so... (Oh, lo siento. Pensé que ella tiene unos quince o algo así, así que...) —dijo el chico apenado. Jalé la manga de Adam y él se inclinó para escucharme.
—¿Qué está diciendo? —pregunté. Adam sonrió y palmeó mi cabeza.
—Nada interesante, solo está perdido —se volteó nuevamente hacia el hombre y suspiró—. Again, what do you want? (Otra vez, ¿qué quieres?).
—Pasajeros acompañados de un niño, adulto mayor o discapacitados, favor de entrar. Passengers that will fly with a kid, older aged or with a disability insurance, please enter now —habló un chica por el alta voz. El chico rubio tomó sus maletas y me miró apenado.
—Sorry for disturbing you. And thanks, man (Perdón por molestarte. Y gracias, hombre) —le tendió su mano a Adam y este la aceptó con recelo. El señor se fue a empujar a una señora ya grande en su silla de ruedas para abordar.
—Debería tomar clases de inglés, ¿verdad? —le pregunté a Adam. Él asintió y avanzamos en la fila.
•
—¿Y qué dice aquí?
—Abajo de los asientos hay un salvavidas.
—¿Y aquí?
—Gracias por viajar con nuestra aerolínea —contestó Adam cansado. Asentí guardando el folleto en la bolsa de enfrente y encendí la pantalla que se encontraba frente a mí.
—No se escucha nada...
—Los audífonos, tonta.
—Ah, claro —bufé rebuscando los audífonos.
—Deja eso ya, y duérmete o algo. Pero deja de hacer ruido, por el amor a Ed Sheeran —habló molesto. Sonreí ante lo de Ed Sheeran y asentí acomodándome para mirar por la ventana.
Al poco rato, cuando despegamos, Adam se pudo acomodar bien y recargó su cabeza en mi hombro, y a su vez, me abrazó, ya dormido, claro.
—Parece un adorable gatito —chillé en silencio. La chica del asiento de enfrente se levantó y miró en mi dirección.
—¿Es tu hermano? —preguntó curiosa. Debía tener unos... Quince o dieciséis—. ¿Está soltero?
—¿Qué? ¡Es mi esposo! —resoplé. La chica me miró impresionada y soltó una carcajada, Adam se removió incómodo y soltó un suspiro.
—¿Tú esposo? ¿Qué edad tienes amiga? ¿Doce u once?
—¡Tengo 20! —espeté. La chica carcajeo nuevamente y Adam se apartó de mí.
—Cállate Bella, déjame dormir —balbuceó.
—¡Pero...!
—¡Sh! —me interrumpió. Resoplé y miré nuevamente a la chica.
—Tengo veinte, ¿y tú?
—Dieciocho —sonrió. Miró de reojo a Adam y me miró divertida—. Pues aunque estén casados no parece muy feliz estando a tu lado. Desde hace rato se ve que te trata súper mal, ¿tu familia tiene mucho dinero? Si es así debe ser por eso... Porque no eres bonita, aparte de que te falta busto y seguramente trasero. Se aburrirá de ti fácilmente —terminó. La miré unos segundos y agaché la cabeza. ¿Adam se aburrirá de mi?—. No eres inteligente, ¿cierto? Al abordar te escuché hablar inglés, apestas en eso. ¿Qué estudias?
—Medicina —murmuré.
—¿Medicina? —rió la chica realmente divertida—. ¡No bromees! Apuesto a que no terminarás tu carrera.
—No me conoces —susurré cabreada.
—Pero la conversación iba sobre tu hermano.
—Mi esposo, sorda —murmuré entre dientes.
—¿Vas a seguir con eso? Oye por más que lo piense, no veo razón para que él quiera estar contigo, ¿qué te ve? Mm... Si, tienes bonitos ojos, pero nada que alguien más no tenga. Tu cabello es como el de una muñeca de trapo. Oh y, eres muy ruidosa siempre y...
—La ruidosa eres tú, mocosa —habló Adam, aún con los ojos cerrados—. ¿Quieres callarte de una maldita vez? Mi esposa tiene los ojos más preciosos en el planeta, su cabello es perfecto, ella es perfecta para mí, y si tú no lo ves es porque eres muy estúpida, ¿entiendes? —Adam se giró y recargó su cabeza en mi hombro nuevamente—. Ahora, déjanos dormir de una buena vez.
Miré a Adam llena de felicidad ante sus palabras y sonreí. La chica refunfuñó volviendo a su lugar y entonces solté un suspiro.
—Gracias —le susurré a Adam.
—No te dejes intimidar de esa manera. Me casé contigo porque quiero compartir el resto de mi vida a tu lado, ¿entiendes? No me voy a cansar de ti porque no sepas inglés o porque no seas la mujer más inteligente en el planeta. Te escogí a ti, y eso es lo único que te debe importar.
—Me vas a hacer llorar...
—No por favor, tengo sueño —suplicó demasiado cansado. Reí y me acomodé esta vez en su pecho.
—Te amo —murmuré lo más bajo que pude, pues no estaba segura de que Adam contestase lo mismo... Digamos que las veces que se lo he dicho y viceversa son pocas.
—Yo más, Bella. Duerme.
Sonreí tranquila y me quedé dormida, escuchando su corazón acelerado.
No necesitaba que me lo dijera por eso. Con abrazarlo, podría escuchar claramente cómo se aceleraba con un simple abrazo.
•
—Bella, despierta —susurraron en mi oído.
—¿Ya llegamos?
—Algo así... Tenemos que abordar otro avión, muévete.
—Hay que esperar a que bajen todos... —murmuré aún sin abrir los ojos. Escuché la risa fingida de Adam y luego me dieron un golpe en la cabeza.
—Ya todos bajaron, y si no te apuras nos vamos a quedar aquí en Atlanta, por lo que más quieras mujer, levántate —gruñó apartándose. Me sobé la cabeza y asentí mientras me ponía de pie. Al hacerlo, me golpeé con el techo y gruñí molesta.
—Tengo mucho sueño —balbuceé sobándome aún mas la cabeza, pues me dolía bastante.
—No es novedad —se burló Adam.
Al bajar del avión solo tuvimos que movernos a la siguiente puerta para abordar.
La chica que se sentaba frente a mí se acercó a nosotros y nos sonrió.
—No me presenté, ¿verdad?
—Y aunque lo hubieras hecho no me hubiera parecido importante, vete —espetó Adam. La chica rió sin tomar enserio a Adam y le dio un golpe amistoso en el hombro.
—Soy Camille —le guiñó el ojo. Su acento francés era perfecto así que seguramente era también francesa—. Y voy a Orlando —sonrió. Se interpuso entre Adam y yo, y al ver cómo mi esposo empezaba a hablar con ella me quedé callada.
—Si, si. Vengo con mis amigas y están por... ¡Ahí! —apuntó hacia un par de chicas que hablaban emocionadas—. ¡Hey! ¡Cassidy, Jane! ¡Vengan a conocer a Adam...! ¿Cuál dijiste que era tu apellido? —miré de reojo a Adam, pero a diferencia de otras veces cuando le preguntaban por su familia y demás, se mantuvo en calma.
—No te lo he dicho, no es necesario —contestó viéndome. Hice una mueca de desesperación y él me sonrió divertido.
Las dos chicas, Cassidy y Jane, se acercaron y saludaron a Adam efusivas. Me miraron de reojo y sonrieron también.
—¡Pero qué linda! ¡Tu hermana es súper tierna! ¿Cuántos años tienes, pequeña? —me preguntó una morena, a quien identifiqué como Cassidy.
—¡No soy su hermana! —me quejé—, y tengo veinte... ¡Soy mayor que ustedes!
—Ah... Pues no te ves tan grande.
—Ya déjala —espetó Jane—. ¿Cómo te llamas, amiga? —me miró.
—Bella —dije preguntándome el por qué de pronto las tres me rodeaban. Como paparazzis.
—¡Ves! Su voz es tan tierna, por eso pensé que era su hermana —chilló Cassidy. Miré seria a la chica y me volví hacia Adam, quien me miraba aún con una sonrisa y sólo se encogió de hombros—. ¿Qué eres de él? ¿Su prima?
—Según esto su esposa —intervino Camille. Jane, quien ya me empezaba a agradar, soltó una carcajada junto con Casiddy. Adam se puso a mi lado y tomó mi mano.
—Bueno, basta de risas maniacas. Tenemos que ir a comprar algo antes de abordar —me susurró Adam.
Entramos a una de las muchas tiendas que había en el aeropuerto y caminé con pesadez siguiendo a Adam.
—¿Un perfume?
—Es un bebé, Adam. Un perfume no es buena idea, ¿o sí?
—¿Y para Haless? —preguntó obvio. Reí y asentí.
Hace una semana, Haless y Adam habían vuelto de su intercambio, y mi amiga llegó con la sorpresa de que estaba embarazada. Su novio por lo visto estaba feliz así que aceptó con gusto la noticia.
Y ahora estaba a solo 3 meses de tenerlo.
—¿Un peluche? Eh, para el bebé... —sugerí. Adam asintió pensativo y me empujó en dirección a los perfumes.
—Yo me encargo del peluche, tú escoge el perfume de Haless.
—¿Eh? Está bien —murmuré.
Una de las chicas que trabajaban aquí se acercó y amablemente trató de ayudarme a seleccionar el perfume...
¿El problema?
Mi inglés.
Santo cielo, es de esos momentos en los que me arrepiento de no poner atención en clases.
La chica al ver que no le entendía, y torpemente trataba de hablar inglés, trajo consigo a un chico que afortunadamente hablaba francés.
—Hola, hola —saludó el chico poniéndose tras el mostrador—. ¿Primer viaje al extranjero?
—Mhm —asentí. Heché un vistazo a su placa para ver su nombre. Will.
—Así que... ¿Qué es lo que buscas? —preguntó sonriente.
—Pues... Pensé en buscar un perfume para una amiga pero, no soy muy buena con esto... —reí. Will asintió y se agachó para sacar algunas muestras.
—¿Tiene un gusto en específico o...?
—No, no. A ella le gusta casi todo —exclamé nerviosa. Mientras olía cada muestra, Will rebuscó en los demás estantes.
—Un olor primaveral —dejó una caja con colores claros y al verla sonreí. Tal vez a Haless le guste, a ella le suelen gustar las flores—. ¿Quiere probarlo?
—Oh, no, no... —Will rió y tomó mi mano para poner en mi muñeca un poco de perfume. Me acerqué con vergüenza a mi muñeca para oler el perfume y asentí. Ese le gustaría.
—¿Le gusta?
—Si, creo que ese le gustará —afirmé.
—Me refería, si a usted le gustaba. Puede llevárselo, cortesía mía —me guiñó el ojo y yo negué.
—No, enserio no. Eh, déselo a su novia o algo así... —me incliné para ver el precio y saqué el dinero de mi cartera torpemente—. Tome, eh, ¿puede envolverlo? Yo... Yo estaré por ahí y... —me giré para irme y choqué con el trozo de Adam.
—¿Ya lo compraste? —preguntó confundido ante mi nerviosismo.
—En eso estaba —respondí. Will miró a Adam y luego a mi—. No, no somos hermanos —dije antes de que si quiera pensara que es posible—. ¡Ojos azules y cabello negro! —señalé a Adam—. ¡Ojos miel y cabello castaño! ¡Opuestos totalmente! —gruñí. Adam negó divertido y se acercó a la caja para hablar con el chico. No escuché lo que decía así que me quedé callada mientras miraba las demás cosas que había.
—¡Oh! Qué bonito collar —chillé acercándome a una vitrina. El dichoso collar era simple, y eso lo hacía perfecto—. Demasiado caro —murmuré para mí misma.
—¿Qué es demasiado caro? —preguntó Adam llegando a mi lado.
—¿Qué? Ah, este, eh... El collar —hablé con torpeza. Adam miró la vitrina y asintió.
—Oye, combina con tu anillo —susurró tomando mi mano izquierda para ver mi anillo—. ¿Lo quieres?
—¡No, no! ¡Hip! Bueno si, pero está caro, mejor compremos chocolates para el vuelo.
—Si lo quieres lo llevo, después de todo quiero terminarme todo el dinero de Clark de una vez —dijo acercándose a la cajera.
—¿Es mucho?
—La mitad de todo lo que está ganando... Y hasta que muera él, el dinero ya no me llegará.
—Ve el lado bueno, no te faltará nada...
—No, Bella. El dinero es tuyo también.
—No, no, no. Tú papá te lo está dando a ti —le sonreí—, podrías, eh, comprar todo lo que te guste. ¡Muchos libros! Te gusta leer y... Podrías poner en un futuro tu propia empresa, algo así. ¿No crees? Debes aprovecharlo. No todos pueden tener tanto dinero —Adam asintió pensativo.
—Tu mamá...
—No ganaba mucho. No recuerdo de qué trabajaba porque mi papá no solía tocar el tema. Y bueno... Digamos que tuvimos suerte de que la familia de Gastón nos ayudase en su momento —murmuré—. Y aunque por aquellos días yo odiaba a Gastón por metiche y demás, siempre le tuve un gran afecto por ayudarnos.
—Y ahora es tu mejor amigo.
—Pues si, es algo raro. Pero así es —afirmé. El recuerdo de Juliet invadió mi mente y pensé en comparar mi situación con la de el. Pero el odio que él le tenía a su hermanastra era muy diferente al que yo le tuve a Gastón—. Bueno, ¿compraste el regalo del bebé de Haless?
—No. Había un montón de señoras locas ahí y me sentí incómodo —se encogió de hombros—. "Oh por los ángeles de monte cristo, es un señor francés, aw" —dijo con un horrible intento de voz de mujer y solté una carcajada.
—Ya vamos, le compraremos algo allá —sonreí. Adam me devolvió la sonrisa y besó mi frente.
—Vamos.
Por ahora, en este preciso momento y ojalá en un futuro, creo que nada podría salir mal estando a su lado. ¿Verdad?
Escena Extra:
A lo lejos Adam divisó a Bella hablando con un cajero que claramente no había visto al entrar. Se apartó de las señoras chillonas que no paraban de elogiarlo y caminó hasta ellos.
Bella chocó con él en un intento de huir nerviosamente y él la miró con confusión. ¿Qué le dijo el chico para pon...? Adam se percató de la mirada que el chico le daba a Bella y apretó los puños.
—¿Ya lo compraste? —preguntó. Bella le dio una sonrisa falsa y miró al chico.
—En eso estaba —respondió. Adam la miró unos segundos y luego volvió a mirar al chico. Pensó en mencionar que era su esposa para quitar su estúpida mirada de idiota pero Bella se adelantó de otra forma—. No, no somos hermanos —dijo—. ¡Ojos azules y cabello negro! —señaló frustrada a Adam—. ¡Ojos miel y cabello castaño! ¡Opuestos totalmente! —Adam negó divertido y se acercó con el chico.
—Te diría que una foto dura más, pero no tienes ningún derecho a estar mirándola. ¿Te importaría apartar la maldita mirada de mi esposa? —dijo Adam sin pensarlo dos veces. El chico de nombre Will, según su placa, asintió nervioso. Adam sonrió internamente por lograr intimidar al chico.
—¿Su esposa va a querer el perfume, eh...? ¿Señor?
—Hm, no. Olvídelo, compraremos alguna cosa... —contestó Adam al ver que Bella observaba con emoción otra cosa a lo lejos. Y sin despedirse se fue con su esposa para ver qué era lo que tanto había llamado su atención.
Escena extra 2:
El dinero de su padre... Bella tenía razón, podría poner su propia empresa... O aquella cadena de hoteles que había estado planeando. No lo sabía.
También estaba la idea de... Si Bella quería, ellos podrían comprar una nueva casa.
Después de todo había pensado en dejarles la casa en el bosque a Martha y su familia. Mientras que Roger estaría trabajando con su padre.
Había mucho que planear.
¡En hora buena! El manicomio ha vuelto a abrir sus puertas con Bella & Adam. Y sí, sé que dije que iba a sacar The X Song antes pero... Está la cuestión de que no tengo casi nada :3.
Aquí está el primer capítulo (aunque sea el cero ._.) En un rato, publicó lo que vendría siendo el capítulo 1. Espero que disfruten esta historia tanto como la primera. Les juro que el mes se me pasó tan rápido.
Y bueno, acabo de realizar mis exámenes de admisión y todo ese rollo... Porque sí, apenas empezaré la preparatoria e.e Así de pinches joven soy.
#PorqueJovenSoy
Pregunta del día: ¿Quién quiere que Adam le duró a Bella? ._.'
Ah, es broma :3 (o no, contesten si así lo desean).
Pregunta del día: ¿Qué esperan de este libro? ¿#TeamAdam o #TeamSullivan?
Yo... No sé. Más amor de parte de Adam (?) #TeamQueso.
Recepcionista del manicomio, fuera.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top