[Capítulo 8] Lo que cuenta la lluvia.

De nuevo lunes. Las seis de la mañana.

El día de ayer se había pasado volando para el rubio. Demasiadas emociones, según él.

Cada vez que lo pensaba, se moría de vergüenza. ¿Por qué demonios le contó lo de su padre? Aún no se conocían lo suficiente. No, no lo hacían.
Pero, gracias a eso, Sidon despertó en  Link algo. Un sentimiento. Uno que hacía muchísimo que no sentía. ¿Cariño, afecto? Le gustaba pensar que era eso. Igual era pena. Lo que todo el mundo ha sentido por él siempre. Al menos, hasta que aprendió a dominar el arte de la espada, y no se volvió a escuchar ni una voz refiriéndose a éste.

Se sentó en el borde de la cama, se talló los ojos con los puños, e intentó concentrarse en ayer. ¿Qué fue realmente importante?

Empezando a recordar, se visualizó a él mismo casi llorando bajo las cascadas junto a Sidon, desahogándose. Más tarde, recordó el ser levantado. Las palabras de Sidon vinieron a su mente, como si se las susurrara al oído en ese instante. "¡Yo te ayudaré, Link! Confía en mí, nacerá una persona nueva en ese cuerpo, y serás tú, y nadie más que tú."
Nadie estaba presente para poder admirar la cara de tonto que yacía presente en la cara de Link.

¿Había hecho un amigo de verdad? 

Es aquí cuando recordó la charla en la cafetería. Esa pacífica charla, que le había puesto los pelos de punta, solo con mencionar un tema; La amistad.

Y es que Link tenía miedo. No quería abrirle su corazón a nadie. Nunca pensó que alguien tendría el fuego necesario para poder derretir ese muro de hielo construido a base del ignore de su padre, y el fallecimiento de su madre, así como toda su infancia y vida. Pero...

Quizás era lo que necesitaba.

Quizás sí que necesitaba su cariño.

Quizás después de todo, no quería estar solo.

Con esos pensamientos, se levantó de la cama, y se vistió. Hoy volvía a entrenar con el príncipe.

[...]

— ¡Fíjate, Link! Hoy la naturaleza ha querido ponerte a prueba, ¿eh? ¡Maravilloso!- Dijo alegremente el de escamas rojas.

Link solo asintió, mientras miraba hacia algún lugar de ese bosque, fijándose en la lluvia. Realmente no paraba de llover.
Odiaba la lluvia.

—¿Cómo se te da escalar árboles?

Oh, no porfavor, todo menos eso mientras llueve.

—Bien... -Se limitó a decir, con una sonrisita fingida de incomodidad.


—Pues bien.- La cara de Sidon cambió drásticamente a una seria.- Deberás escalar ese pino- Señaló.- y cuando llegues a la copa, tendrás que disparar a todas las dianas de madera que he colocado por la meseta. Debería ser una tarea sencilla.-Le hizo entrega del "arco del vigilante" junto al carcaj, que tenía veinte flechas.- Algunos objetivos están en movimiento, ten eso en cuenta. Hay tantas flechas como dianas. No puedes permitirte fallar, aunque con la lluvia igual te cuesta...- Se quedó pensativo.- Bueno, hazlo lo mejor que puedas. Hoy se te perdona.

Link asintió y se puso a estirar. Se hallaban hablando bajo unas piedras que hacían un pequeño refugio natural, así que no tuvo problemas ni molestias. Una vez terminado esto, se puso su capucha y salió corriendo en dirección al árbol.

Se situó debajo de éste, mirando los lugares en donde podría agarrarse sin mucho riesgo de caerse. No mucho más tarde, ya se encontraba agarrándose de unas fuertes ramas, con un poco de dificultad debido a la humedad en las ramas y en sus propias manos.

Una vez estuvo situado en la copa, rápidamente situó en donde se encontraban sus blancos. Enseguida los vio, todos en su campo de visión.

Se levantó la capucha e inhaló profundamente, colocando una flecha entre el cuerpo y la cuerda del arco.

De un solo acto, comenzó a disparar rápidamente a todos sus objetivos. La mano se deslizaba con rapidez, soltando gran cantidad finas y puntiagudas flechas de madera. Donde miraba, caía la flecha. A causa de la lluvia, debía apuntar un poco más arriba, pero nada demasiado complicado.

Deslizó sus dedos una última vez por la húmeda flecha y sonrió de lado al ver que dio en el blanco.

Miró al frente y contempló la cantidad de flechas clavadas en las dianas, se sintió orgulloso, pero... algo no cuadraba.

Le quedaba una flecha.

Confuso, miró a su alrededor, en búsqueda de la diana faltante, mas solo se encontraba con las que había perforado, hasta que...

— ¿Tan pequeño soy desde allá arriba?- El grito de Sidon hizo que Link se girara de forma algo brusca, estresado por no encontrar su objetivo.

El de orbes azules se quedó mirando al príncipe, quien sostenía una diana entre sus manos, situándola en su pectoral izquierdo, justo donde va el corazón.

— Sidon, ¿qué demonios haces? ¡Esto es entrenamiento! ¡No te lo tomes tan enserio!- Gritó Link desde el árbol, intentando espabilar al zora.

El mencionado solo sonrió.- Al principio dudaba un poco, pero al ver la habilidad que posees con el arco, estoy seguro de que no pasará nada si subimos... un poco el nivel.

— ¡No pienso hacer eso! ¡Está lloviendo, puede que no acierte!

— Vamos, no está en movimiento, ¡estoy seguro de que te llevas entrenando mucho tiempo para esto!

Entrenando. Mucho. Tiempo.

Al instante, Sidon sintió cómo las escamas de su blanco pecho se separaban levemente, y otras se rompían.

Link había dado en la diana, más esta, se había roto.

La flecha había atravesado con éxito la madera de dicho objetivo, dándose paso a la húmeda piel escamosa de nuestro príncipe, aún ardiendo por la velocidad del lanzamiento. La punta de acero se quedó clavada en su cuerpo.

Link no tardó en darse cuenta de lo que había ocurrido.-No...- Torpemente se intentó bajar a través de las ramas por las que subió, pero resbaló gracias a las traicioneras gotas de la lluvia, cayendo de espalda contra el suelo, haciéndose oír un ruido de ramas partirse al terminar de caer.

—Pesas más de lo que aparentas.

Link abrió los ojos que con fuerza había cerrado, esperando un doloroso impacto contra el suelo.- ¿Eh?

—Que que la próxima vez, comes menos caballa.- Respondió el zora, riéndose.

Link le miró confundido, e intensamente preocupado.- ¿¡Eeeh!? ¡Sidon, te clavé la flecha!- el rubio se bajó de sus brazos audazmente, y le apartó los brazos para ver la herida. - ¿¡Eeeeeeeeeh!? ¡No entiendo nada! ¡Yo lo vi, te herí!

Sidon sonrió tierno al entender a lo que se refería.- Oh, Link...- Le acarició sus mojados cabellos de oro, apartándolos de su cara.- No te preocupes.- Se agachó a su altura.- Los zora tenemos una piel tan fuerte como las de un tiburón, para herirme necesitarías un arpón. Mira, estoy bien, ¿Ves?- Sidon cogió la pequeña mano de Link y la apoyó en su pecho, dándole a notar sus latidos.

Link bajó la mirada y dio un largo suspiro.- Pensé que te había perdido. No quiero perder a mi único amigo. Perdón.-Apartó la mano de su pecho y acercó su cabeza, dejándola apoyada en donde estaba su mano, escuchando ahora, los latidos de su sano corazón. Cerró los ojos y aguantó algunas lágrimas.- Sidon... respóndeme a una cosa.

Sidon, que se encontraba acariciando la cabeza del hyliano con ternura, respondió con un "Dime, pequeño."

— ¿Cómo pudiste derretirlo aún teniendo la piel tan fría?- Link tenía la voz un poco cortada, quizás por el llanto que se asomaba.

El preguntado no respondió, pues pensaba que esa pregunta no era literal, había algo detrás de sus palabras. Sin embargo sonrió, había conseguido ser alguien importante para el chico. De alguna manera, se sentía increíble.

Avanzaba su relación con el hyliano. Y también era tremendamente importante para él.



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